lunes, 24 de junio de 2013

La foto mas ridícula



Estaba intentando escribir un poco sobre las cosas que me ponen (muy, muy) nervioso, centrandome en aspectos de la vida publica por que me parecía que así ponía tener una extensión aceptable - sin recurrir a la declaración implícita: de todo, o casi todo; y sin recurrir a otros temas personales o sociales que podrían convertir la declaración explícita en un diccionario enciclopédico - pero realmente ha resultado un trabajo inabarcable.

¿como comentar la insolencia política de declarar cosas como “todo es mentira, salvo alguna cosa”?;

¿como intentar asimilar la vergüenza directa de que los políticos mientan descaradamente en el parlamento inventandose datos y estadísticas contradictorias con la realidad?;

¿como explicar que una diferencia del 20% en una previsión como la del déficit, de cierta importancia y cuantía, no puede ser considerada y declarada como “una diferencia de décimas”, aunque técnicamente lo sea?;

¿como obviar que si alguna acción, digamos construir campos de golf, resulta declarada ilegal por todas las instancias de la justicia no es valido afirmar “pues corregiremos la ley, pero no la acción. Los campos de golf seguirán funcionando”

¿como intentar explicar que ya no es que se utilicen sinónimos confusos para explicar las situaciones - como desaceleración por crisis, movilidad exterior por emigración, reparto asimétrico por desigual, “revisión de la tributación” por subida de impuestos - si no que al parecer hasta lo estamentos que parecían tener funciones claras realizan la contraria y tenemos a la fiscalía negandose a ejercer la acusación a requerimiento de los jueces?;

¿como no ponerse (muy, muy) nervioso cuando un comité de expertos sustituye una identidad por una formula que incluye tres medias móviles de series - que seguramente no están registradas - y declara que lo hace por simplificar?; 

¿como....?

Ya digo, Casi imposible, así que lo he dejado a la mitad - seguramente al cero coma uno por ciento, o menos - y he decidido escribir sobre “mi foto mas ridícula” que parece un tema mas ligero, accesible y que ademas (sorpresa, sorpresa) me permite incluir una foto. Algo que siempre puntúa doble y proporciona mas lectores.

Seguro que, como a todos, a lo largo de mi vida me han hecho fotos mucho mas ridículas que la que he seleccionado pero, tras dos incendios y mas de siete mudanzas (que como todo el mundo sabe, en cuanto a poder destructivo de recuerdos se refiere, equivalen a medio incendio) lo que debería sorprender es que todavía me quede alguna fotografía.

Alguna queda, pero pocas. 

Esta fotografía es, creo, la mas ridícula que tengo actualmente y si existe es porque es posterior ambos incendios y a todas las mudanzas (bueno, tuve un incendio posterior pero fue pequeño. Si eso, ya lo cuento otro día).


La foto esta tomada en Sanxenxo (la playa, lugar, antes conocido como Sanjenjo) en Septiembre de 2004 durante un congreso de ingeniería civil que tenia lugar en Santiago y al que yo asistía como ponente. 

El de la izquierda de la fotografía era un mando intermedio de la administración, creo que de la Agencia Catalana del Agua pero no estoy seguro, así que podría ser de Aguas del Ter Llobregat o de cualquier otra empresa publica; el del centro era, creo, el director comercial de una empresa catalana llamada Taller de Ingeniería Ambiental (el nombre era en catalán, como los demás, pero por simplificar la lectura y mi escritura os los he traducido). No tengo ni el mas mínimo recuerdo de como se llamaba ninguno de los dos, si tuviera que apostar diría que eran Jordi y Joan, pero para que no sea esta la primera vez que pierdo una apuesta no apostare. La verdad es que los conocí ese día y no los he vuelto a ver.

La foto resulta lo suficientemente ridícula para no requerir explicaciones ni detalles adicionales pero, para vuestra tranquilidad o inquietud, os diré que en las bolsas moradas que todos llevamos a juego, cada uno de nosotros llevaba la ropa formal con la que esa misma mañana nos habíamos presentado al congreso: mis dos acompañantes traje con corbata, yo un disfraz de pseudo arquitecto.

¿como conseguimos pasar de un congreso de ingeniería hasta participar en el anuncio de la futura-nueva-temporada-versión-gay de The Love Boat, o para el antes de un anuncio de crema bronceadora (gay, añado, si es que existe crema bronceadora gay. Que sospecho que si y añado que la opción de una crema bronceado no-gay es un oximorón, ya sabéis como inteligencia militar o herméticamente abierto)?

La verdad es que para mi no era mas que trabajo, aunque parezca increíble uno de los trabajos mas importantes de la ingeniería en España (posiblemente de casi todas las actividades laborales) es contentar a la administración (léase a aquellos que pueden darte trabajo en un futuro o que ya te lo han dado). 

Si, ahora que todos los días leemos y nos rasgamos las vestiduras con si alguna empresa ha pagado un cumpleaños, ha hecho regalos a un político, ha pagado un viaje o directamente le ha dado un maletín, repleto de billetes, o un sobre, repleto de billetes - ya que el contenido es lo importante - a alguna administración puede resultar un poco lamentable reconocer que estos comportamientos forman parte del trabajo normal. 

Pero lo son, desgraciadamente es un hecho. Un hecho indiscutible y generalizado. 

Normalmente son cosas pequeñas y que se disfrazan moralmente en forma de actividades inocuas, sin mayor trascendencia, pero pese a todo no dejan de ser lo que son: sobornos y actividades cuasi-delictivas; y desgraciadamente el pan nuestro de cada día (como enchufar a tu primo tonto en la empresa o administración).

Y si, yo he participado en ellas aunque en mi descargo diré que en este caso yo no era mas que un peón, y ni siquiera un peón importante (no lo digo como excusa, solo constato un hecho). En otros casos soy mas culpable ya que si he formado parte de la decisión de llevar a cabo estos sobornos. Pero divago, si eso, ya lo cuento otro día.

En cierta medida con esta divagación y la presentación de los personajes ya podéis  recrear toda la historia, a falta de algunos detalles. ¿no? Ya habréis adivinado que obviamente acabamos así para contentar a la administración, encarnada por el personaje de la izquierda de la foto, e intentar conseguir un trabajo para las empresas en las que trabajábamos. 

En honor a la verdad os diré que en esta ocasión nuestros esfuerzos no se vieron recompensados y que, hasta donde yo se, no conseguimos que nos contratara ningún trabajo. 

Para ser sincero, creo que no conseguimos ningún trabajo porque solamente le dedicamos, a este Joan, una mañana larga, de los tres días que duraba el congreso, ya que nuestros esfuerzos estaban centrados en otros Joan y Tomas, que sabíamos mucho mas productivos (ya habíamos trabajado con ellos, incluyendo un viaje de 10 días a California - absolutamente necesario para la realización de un trabajo - y a los que habíamos invitado, con mujeres (las suyas, no otras) a estar durante toda la duración del congreso en la hostería de Santiago que hicimos extensible a todo el fin de semana posterior - ya que que disfrutaran de todo el fin de semana con sus familias en el mejor hotel de Santiago era absolutamente necesario para la realización de los trabajos, mucho mas que acudir al congreso o que trabajar).

Seguro que alguno de vosotros anda pensando que esto es algo que me pasa en muchas facetas de mi vida y andáis rememorando esas noches en las que estando yo coqueteando con alguna encantadora mujer de repente, sin motivo alguno y sin intención, me despisto y me encuentro coqueteando con otra, igual de encantadora, y así sucesivamente dando lugar a una espiral de fracasos encadenados. 

Tan solo decir que afortunadamente la administración es mas previsible, y menos susceptible, que las mujeres y no se toman tan a mal esta falta de constancia.

Pero volviendo al día de la foto: Nuestros respectivos jefes nos habían indicado que debíamos encargarnos de Joan, algo que por no ser de la familia entendimos que no significaba que nos deshiciéramos de el, haciendo que pareciera un accidente, si no que se referían justo a lo contrario, a que le entretuviéramos durante el congreso. 

El plan era ir a unas cuantas ponencias, no muchas pero si alguna, y luego llevarle a comer, tomar cafe, copa y puro (aunque creo que no fumaba, pero ya sabéis a que me refiero) y volver para las ultimas ponencias de la tarde, no muchas pero una o dos. Un plan sencillo, a la altura de nuestros talentos sociales. Bueno, realmente por debajo del talento social de Jordi pero muy por encima de mis capacidades sociales: eso de entretener a alguien, que no conozco y probablemente me caiga mal, durante todo un día. Así que Jordi entretendría a Joan y yo solamente les acompañaría intentando no echarlo todo a perder con alguna borderia, o empeñandome en asistir a las ponencias para aburrimiento de casi todos y disfrute propio. 

Inocente de mi, me las prometía felices porque. al fin y al cabo, era septiembre y estábamos en Galicia así que era altamente probable que una persistente lluvia nos mantuviera dentro de los limites del congreso y sin necesidad de pasear a nuestro invitado por el exterior. Igual hasta podíamos ver la mayoría de las ponencias, que quieras que no para mi era algo mas que la excusa para pasar unos días en Santiago a gastos pagados.

Como los milagros también existen y Dios tiene un gran sentido de la ironía, amaneció un día precioso. El único día de un ideal veranillo de San Martin (mártir tenia que ser), un idílico día de Indian Summer (enviado por el mismo Manitu) que nuestro invitado quería/tenia que aprovechar para ir a pasear por el mar. 

Empecinado estaba en irse a la costa a ver el Atlántico, como si lo fueran a quitar en breve y nunca mas pensara alejarse tanto de su terruño; y encima Jordi tenia coche, las ponencias carecían de interés para el y nada que propusiera nuestro invitado le parecía mal, que digo: todo le parecía excelente, excelente. Así que... que buenos son, los curas del colegio, que buenos son, que nos llevan de excursión... nos tomamos el cafe del congreso y nos marchamos camino a la mar.

Un pequeño paseo por la costa gallega, inicialmente sin rumbo fijo hasta que el bueno de Jordi recordó que alguien le había dicho que había una playa nudista en las proximidades y como adolescentes en celo decidieron que teníamos que acercarnos a la misma, sin pensar que ir vestidos con uniforme de congresistas no era, tal vez, lo mas apropiado para ir a una playa nudista. Afortunadamente una vez que llegamos a las proximidades de la misma se dieron cuenta de lo ridícula que podía resultar nuestra indumentaria en este lugar y se conformaron con parar en el chiringuito desde el que se divisaba la playa  (no es que quisieran mirar mujeres desnudas, solo que el calor apretaba y apetecía una cerveza. El que comentaran que era una lastima no tener unos prismáticos y que resultara que no les apeteciera beber nada era una mera casualidad). Yo con mi cerveza empezaba a aceptar estoicamente, o con resignación cristiana, no estoy seguro, que el día podía complicarse y que el absurdo no había alcanzado aun su cenit.

Estar cerca de la playa, estaba bien pero... lo que de verdad le apetecía a nuestro invitado  era bañarse, hacia un día verdaderamente espléndido. Lastima no tener bañador, se lamentaba. Si, una lastima. Que se le iba a hacer. No hemos venido preparados. Le encantaría tener un bañador, que no daría por tener un bañador, decía. El ruido del cerebro de Jordi al arrancar casi rompe la placidez de ese idílico día... se le podía oír rumiando “ha dicho que no daría por tener un bañador... uhhhhmmm.... ruuuccc.... ruuuc... contrato a la vista.... ruuuuccc....” y así sucedió. La bombilla, esa de las ideas en los dibujos animados, ilumino su mirada al encenderse; sus labios se movían felices al verbalizar su plan “pues nos acercamos a Sanjenjo y compramos unos bañadores. Seguro que hay alguna tienda. Nada mas fácil. Yo invito”

Claro, no podía haber mejor plan confirmaba nuestro invitado: nos acercamos a Sanjenjo, si esta aquí al lado, no tardaremos nada; nos compramos unos bañadores y al agua patos; luego lo redondeamos con una buena comida y un día perfecto.

Si hubierais visto sus caras habríais actuado como yo. Habríais pedido otra cerveza rápidamente antes de que fuera tarde y ya estuviéramos camino de Sanjenjo con la idea de conseguir el valor suficiente para romperle el corazón a esos niños ilusionados. Una cerveza no fue suficiente, no reuní el valor necesario, ya solo podía arellanarme en el asiento trasero camino de Sanjenjo. 

En Sanjenjo nos costo encontrar una tienda en la que tuvieran bañadores, era casi finales de septiembre, y en la única que encontramos solo existía un modelo de bañador cuya simple visión hubiera obligado a cualquiera a abortar el plan de compra. Pero no a mis queridos amigos y compañeros, no, a ellos ni tan siquiera la visión de tres bañadores iguales les haría plantearse tamaña abominación: abortar estaba fuera del debate, como si fueran de la Conferencia episcopal.

Así que, uno a uno, por orden de dignidad y gobierno (yo el ultimo, todavía confiando en que la visión de conjunto les hiciera desistir), fuimos pasando por el probador para vestirnos con aquel bañador, meter nuestras ropas en las correspondientes bolsas y prepararnos para unas horas de playa.

Y así, como recoge la fotografía, nos dirigimos a la playa para susto, sorpresa, deleite, alucine, incomprensión, mofa, befa y solo Dios sabe que mas emociones que embargaban al resto de los bañistas al observar el espectáculo de nuestra presencia.

Paseamos por la playa, indiferentes a nuestro aspecto e inmunes a las inevitables miradas - Sanjenjo, nunca pero menos fuera de temporada, no es Londres ni Nueva York - nos bañamos, nos fotografiamos (si, Jordi o Joan, que para mi son intercambiables, llevaba una cámara digital) y al final decidimos ir a comer a un buen restaurante en el que afortunadamente nos obligaron a cambiaron de indumentaria antes de dignarse ni tan siquiera a notar nuestra marciana presencia y en el que comprensivamente nos sirvieron un riquísimo albariño que, al menos a mi, me devolvió a la dignidad de la especie humana.

Aunque esta foto es, para mi, una clara ganadora he de reconocer que no es la única que tengo que puede clasificarse de ridícula, así que para el final os dejo a una semifinalista posible y probable.

Obviamente esta tomada en el Wurlitzer y si no la memoria no me traiciona poco después de un concierto de los Surfin’ Lungs en el que habían salido con unas pelucas disfrazados de Los Ramones (si, creo que si te colocas la peluca con mas arte puedes llegar a parecer un miembro de Los Ramones; obviamente no es mi caso), se las habían dejado y prácticamente todos, por turnos, decidimos utilizarla con resultados dispares. Pero, si eso, ya lo cuento otro día.

lunes, 3 de junio de 2013

Comentario de textos - Mayo 2013




Sobre mi madre - Richard Russo
Una muerte solitaria - Craig Johnston
Liquidación final - Petros Markaris
Venganza - Benjamin Black
Poemas 1934-1952 - Dylan Thomas
Los privilegios - Jonathan Dee
El crimen del lago - Qiu Xiaolong
La cabeza del profesor Dowell - Alexander R. Beliaiev
The Wanderers. Las pandillas del Bronx - Richard Price
Capital - John Lanchester
La promesa de Kamil Modracek - Jiri Kratochvil


Aunque no sea cronológicamente correcto, creo que es necesario empezar por lo bueno, por lo mejor diría, ya que sinceramente se lo merece. Capital es el tipo de novela que mas me gusta leer: una novela con personajes, no con un protagonista y elementos accesorios; unos personajes que pese a ser completamente ajenos a mi experiencia están descritos de forma que me resulta posible entender sus motivaciones reales e incluso identificar comportamientos parecidos en mi entorno. Ademas la novela esta llena de comparaciones, asociaciones de ideas y frases verdaderamente interesantes. Sencillamente me ha parecido una gran novela y con la sinceridad que me caracteriza puedo decir que no os la recomiendo, pero si estáis buscando un buen libro: deberíais leerla o regalarla.

No es difícil deducir que Sobre mi madre trata básicamente de la madre de Richard Russo (el autor) y de sus relaciones. El titulo no permite mucho margen de error ni dejamuchas posibilidades para el tema del libro. 

Antes de nada diré que no soy partidario de las biografías, ni de las memorias, ni realmente de las novelas con contexto histórico, siempre he preferido que todo sea ficción e incluso cuando leo algo que se supone esta basado en hechos reales prefiero leerlo como si fuera completamente falso, como si todos los personajes y hechos fueran inventados. Al fin y al cabo cuando alguien escribe siempre esta aportando una ficción a la historia, incluso cuanto mas veraz intente hacer la historia. 

Para mi cuando Russo escribe sobre Mohawk o sobre Empire Falls esta escribiendo, como el explica en algún momento de estas memorias, sobre un sitio irreal, sobre la visión de un sitio que no existe nada mas que en su imaginación aunque por otra parte un escritor siempre esta escribiendo una autobiografía incluso cuando el no se da cuenta de ello. 
Russo siempre me ha gustado, la America que describe: una America de pequeñas localidades, cotidiana en gran medida tiene ese encanto de las películas de los cincuenta en las que todos los personajes, incluso los mas simples, saben mas que el lector del resto de los personajes e incluso mas que el propio escritor que solo puede intentar reflejar la parte de esos secretos que se esconden en unas vidas aparentemente sencillas (bueno, al menos las que yo he leído de el). 

Tampoco soy muy partidario de las novelas en las que se ensalza demasiado a uno de los personajes y en las que, aunque se señalen sus fallos o carencias, se quiere reflejar la bondad concreta de una persona, especialmente de un familiar.

Así que pese a gustarme Russo la verdad es que el leer una novela sobre su madre pues no resultaba excesivamente tentador y realmente si algo me decidió a comprarla fue la nota de contraportada de John Irving - escritor que comparto entre mis favoritos con Claudia Schiffer - en la que comenta que pese a “la compasión que siente por sus personajes” mantiene su “gracia natural”. Así que decidí darle una oportunidad, pese a todo, y porque Irving lo decía y lo que ya había leído de Russo siempre me ha convencido.

Hice bien. Sin ser una gran novela, ni seguramente un buen libro de recuerdos, es entretenida y encima de todo parte de la misma pasa en un sitio  que conozco: Waterville, Maine, concretamente en la universidad de Colby. 

¿que por que conozco yo Waterville, Maine? Os preguntáis, o tal vez no.

Bueno, pues resulta que allí, en la misma universidad del Colby, estuvo mi hermano Rafa durante un año, de profesor de lengua y literatura españolas, y yo aproveche para visitarle, como ya era costumbre que le visitara en casi todas sus estancias en los estados unidos. Pero no solo conozco Waterville si no que de hecho estuve allí prácticamente a la vez que estuvo Richard Russo - acompañado por Jose Manuel, el pelos, visita que seguramente surja en otro momento como parte de otras historias- en los primeros años noventa, lo que en cierta medida y aunque sea una tontería me hace sentirme mas identificado con partes de la novela y con algunas sensaciones concretas. 

Sigo pensando que no llega a la altura de las ficciones de Russo, ya que me parecen mas reales los escenarios del resto de sus novelas, y mas creíbles, los personajes inventados (incluso siendo muy consciente de la diferencia entre realidad y credibilidad) pero la verdad es que leída como una obra de ficción resulta interesante.

Imagina por un momento que estas en tu librería habitual, hojeando libros intentando decidir cual llevarte, le das la vuelta a uno, empiezas a leer diagonalmente la contraportada y casi sin darte cuenta has leído “...La conexión entre la víctima y la comunidad vasca de Wyoming, la lucrativa industria de la extracción de metano...” ¿no se pararía, de repente, tu cerebro e intentaría rebobinar hasta eso de “la comunidad vasca de Wyoming”? Y una vez confirmado que es cierto lo que has creído leer, es mas que incluso habías leído un poco antes, sin darle importancia, que la víctima se llamaba Mari Baroja y después, cuando tu cerebro ya estaba apretando el freno para rebobinar, que el nuevo agente se llamaba Santiago Saizarbitoria; que efectivamente el autor, Craig Johnson, podría, a juzgar por la foto de la solapa interior ser un autentico vaquero de Wyoming o incluso como confirma la solapa de West Virginia (que, aunque sea extraño, es el primer estado de estados unidos en el que yo he estado). Confirmado todo eso, ¿que podrías hacer sino añadir este libro a los que pensabas llevarte? 

Pues exactamente así fue como acabe comprando Una muerte solitaria, incluso siendo consiente de que no era el primer caso del detective principal. Y la verdad es que he hcice bien, por que lo he disfrutado. Sobre todo, y esto no se aun si es mérito de la traductora o del autor, cuando uno de los principales personajes de la novela, un indio Cheyenne, habla como lo haría un autentico vasco o una caricatura de un vasco, acabando casi todas las frases en un “tu” que parece totalmente del mismo Bilbao.

La novela no retrata la comunidad vasca ni aporta datos que confirmen la existencia de la misma (yo por supuesto asumo y cuento ahora que hay una importante comunidad vasca en Wyoming, como cuento que hay una Asturiana en West Virginia y una Portuguesa en Maine). Las referencias vascas se quedan prácticamente en una anécdota de nombres, un poco de euskera - un par de frases y el llamar al bar del pueblo el euskera - y una explicación sobre el origen del Olantxeiro, que en mi ignorancia de la cultura vasca he dado por buena pero que igual no lo es. A cambio los personajes, casi todos ellos, son compactos y si bien la trama es un poco típica (me ahorro el spoiler para evitar quejas) la verdad es que hay algunos trozos memorables.

Liquidación final es un libro que me regalaron cuando aun estaba en el hospital recuperandome de mi pequeño derrame cerebral. Yo no tengo el recuerdo del momento del regalo pero supongo que seria cuando ya me llevaron a la habitación, aunque considerando que me lo regalo mi familia es posible que me lo regalaran directamente en la UCI (un día de estos intentare reconstruir esos días que pase en el hospital de los que prácticamente no tengo ningún recuerdo. Prefiero pensar que por la morfina y no por daño cerebral, aunque nunca se sabe). El libro venia con un faldón en  el que lo anunciaban como la segunda parte de la trilogía de la crisis y al parecer el que lo recomendó - no daré nombres, en parte porque no estoy seguro y en parte porque al parecer a el, o ella, le gusto la primera parte - mientras que el que lo compro - esta vez si diré que fue Helena, no para echarselo en cara si no para agradecerle no solo la compra, si no muchísimas mas cosas de esos días y de muchísimos otros, de casi todos si he de ser sincero - no vio esta advertencia, ya que ¿quien empieza una trilogía por el segundo tomo?

En esas estabamos: sin leer la segunda parte de la trilogía, por no tener la primera, y sin comprar la primera porque la verdad sea dicha el libro en cuestión no tenia ningún buen aspecto: unos crímenes en una Grecia azotada por la crisis económica, unos crímenes cometidos por alguien que “...ha decidido pasar a la acción y tomarse la justicia por su mano...” (de la contraportada) parecía que simplemente se trataba de aprovechar una oportunidad comercial y, la verdad, no me apetecía nada.

Pero a cada libro, como a cada cerdo su San Martin, le llega su momento y un viaje a Piles decidido en el ultimo momento, con pocos libros en reserva, le ha dado su oportunidad. 

Oportunidad que ha servido para ratificar que no merece la pena, que efectivamente la historia es bastante simple, la escritura nada especial, los personajes planos y sin interés (salvo un personaje secundario, Zisis, que sale casi al final del libro y en una historia secundaria y que es el único que parece tener algo de fondo), los diálogos pobres y nada interesantes. 

De hecho la forma de contar la historia, que a veces parece una lectura del callejero de Atenas me llevo a pensar que estaba escrito por un taxista reconvertido en escritor, o incluso sin reconvertir. 

Pero no, parece que no, que no lo ha escrito un taxista si no que conforme a la solapa interior lo ha escrito alguien que, ademas de economista, cuenta con experiencia en la escritura habiendo sido guionista, autor teatral y siendo esta su séptima novela con el mismo comisario de policía. 

Creo que he hecho bien en no comprarme la anterior de la trilogía y mejor aun no comprandome las cinco anteriores (supongo que no son de la trilogía solo porque suceden antes de la crisis y, seguramente porque es mas difícil vender seis que una novela anterior).

No creo que haya nadie, al menos nadie a quien yo aprecie, que no le guste leer o ver series y películas sobre británicos (ingleses) y estoy seguro de que son menos aquellos a los que no les gusta, no sienten curiosidad o incluso no han pensado en algún momento que querrían ser irlandeses o que incluso están convencidos de que, al menos en parte, lo son. Así que como iba yo a resistirme a comprar Veganza, una policiaca que no solo pasa en Irlanda sino que encima hay una joven y embriagadora viuda y unos desconcertantes hijos gemelos. Si todo esto no hubiera sido suficiente he de reconocer que, aunque llevaba Poemas 1934-1952 (para releerlo y para completar mi imagen hipster), me enfrentaba a un viaje de ida y vuelta a Barcelona en el Ave (unas seis horas, mas esperas y varios) sin nada que leer y con la oferta limitada a la tienda de la estación.

Resulta que Benjamin Black es un seudónimo de John Banville, del que yo no he leído nada pero que parece ser un prestigioso escritor irlandés. La historia, el misterio a resolver por el inspector - realmente por el doctor que le acompaña, el doctor Quirke - y, por supuesto, por el lector es interesante ya que parte de un suicidio lo que es una interesante novedad; los personajes - los gemelos, la viuda e incluso el buen doctor - son interesantes y a mi me ha gustado. 

He de confesar que, por estúpido que parezca, me ha sorprendido, extrañado, el que gran parte de la historia gire en torno a barcos, barcos de recreo. Si, lo se, es una estupidez ya que no tiene nada de sorprendente que en una historia situada en Irlanda los barcos, incluso los de recreo, tengan un papel principal. Nada de extraño, ni lo mas mínimo, si consideramos que Irlanda es una isla pero en mi imaginario personal me cuesta mucho asociar Irlanda con barcos, con yates de recreo. Igual solo me pasa a mi, pero siempre imagino una Irlanda de interior con verdes prados, cerveza, pelirrojas y peleas y si pienso en una relación entre Irlanda y barcos esta es con mercantes para salir de la isla o bien con contrabandistas o incluso con naufragios provocados. Bajo ningún concepto con yates y el uso de los barcos para recreo.

Os lo confesare:se trata de un serie y no este que me he leído no es el primero, igual tengo que hacermelo mirar porque al menos yo empiezo a ver un patrón. Ya digo: bueno pero no lo suficiente para buscar los anteriores de la serie pero si para recordarle y comprar otros si surge.

Se que muchos estáis pensando, inconscientemente, que me prepare un viaje temático con Venganza y los Poemas 1934-1952, temático irlandés para mas señas pero si lo pensáis un momento: el de las míticas ultimas palabras “diecisiete whiskys, todo un récord” es galés y no irlandés, pero de esto solo os daréis cuenta si lo pensáis un poco. Dylan Thomas es un poquito farragoso pero aun así a mi me gusta y si tuviera que elegir un poema creo que seria “And death shall have no dominion”. Obviamente no tenia que elegir un poema y, como habéis supuesto, lo he hecho solo para señalar que se trataba de una edición bilingüe. Vanidad de hipster.

Al igual que pasa con los ingleses a todo el mundo le gusta leer cosas sobre ricos, sobre ricos muy ricos quiero decir. De hecho si piensas en novelas de ingleses piensas en ricos aristócratas y muy ricos (o en su personal de servicio) no en ingleses pobres aunque de esta las haya y muy buenas, que para pobres ya están los irlandeses, los galeses y los escoceses. Después de los ricos ingleses pues claro vienen los ricos americanos, del norte se sobrentiende aunque prácticamente todos los del boom latinoamericano hablen de, sean ellos mismos, ricos, notablemente ricos pero de otra forma.

Los privilegios va de esto, de una familia de ricos americanos que dedican sus vidas a cosas ajenas al común de los mortales, viviendo de las inversiones y preocupados por el mecenazgo artístico, algunos, otros si tan siquiera. Pues pese a esto la verdad es que me ha dejado totalmente indiferente. Se lee bien, esta bien escrita, pero la verdad es que no ha conseguido interesarme y podría haberla dejado a mitad sin demasiado esfuerzo o perdida.

No hay muchos novelas que parezcan tratar temas ambientales como parte de la trama - obviamente “State of fear” de Crichton seria una referencia obligada, tratando sobre el cambio climático y teniendo casi tantas notas a pie de pagina como un libro serio sobre el tema - tampoco hay mucha novelas en las que uno de los principales personajes sea un ingeniero, o ingeniería, y seguramente puedan contarse con los dedos de una mano los que pasen en China y escritos por un chino. El crimen del lago cumple todas estas premisas ademas de, como resulta evidente por su titulo, tener una trama policiaca (el que indique en la portada que pertenece a la serie del inspector jefe Chen Cao - siendo la quinta de la serie - pues también es otro indicador significativo). Según lo leía me parecía autentico y me resultaba curioso observar las diferencias de comportamientos, así como las similitudes, con la forma occidental de las relaciones personales y sociales. Ademas es una novela bastante entretenida, aunque la poesía que escribe el inspector jefe deje bastante que desear, con personajes y comportamiento que parecen auténticos chinos actuales descritos por un chino. Puede que lo sean, puede que no. La duda surge cuando una vez terminada la novela me permití leer la solapilla biográfica del autor y si, había nacido en Shanghai pero se había mudado a estados unidos con 13 años, en 1966, donde vive desde entonces, no solo eso si no que comprobando el titulo original este es americano así que la autenticidad queda en discusión. Será mas autentica que si la hubiera escrito yo que lo mas cerca que he estado de China ha sido Vietnam pero igual no tanto como lo seria si la hubiera escrito un chino que viviera en China y no que solo hubiera nacido allí. En cualquier caso es entretenida y ya digo: parece autentica.

La dosis mensual de ciencia ficción, otra vez de los pioneros rusos, la pone La cabeza del profesor Dowell, que si bien su temática no es sorprendente, a día de hoy, el desarrollo es bastante bueno, con escenas realmente divertidas y un medio-personaje que cosas antológicas. Por algunos diálogos podría decirse que tiene un toque misógino que algunos podrán considerar impropio pero creo que es necesario tener en cuenta que se escribió en 1925 y que incluso ahora sigue teniendo gracia y desgraciadamente son veraces:
 - ¿Sabe usted callar? Todas las mujeres son habladoras. Usted es mujer... Eso es malo. Y es muy guapa; eso es aun peor
- Pero ¿que relación puede tener...?
- La mas intima. Una mujer guapa vale por dos y por tanto esta usted doblemente dotada de defectos femeninos. Seguramente tendrá marido, novio o algún amigo, y si es así... todos los secretos se van al diablo.


Si, ciertamente machista e incluso misógino. Totalmente inaceptable, que conste. Pero... no me negareis que habéis sonreído, sin querer por supuesto.

Ademas de esta historia el libro incluye El día del juicio final, completamente diferente ya que en este caso el tema me ha parecido totalmente novedoso pero la realización bastante mas floja: imaginate que de repente la velocidad de la luz se reduce de golpe hasta valores de metros por minuto, o inferiores, así que lo que vemos ya no es lo que existe, si no lo que existía hace unos cuantos minutos, dependiendo de la distancia a la que estemos, así que incluso podemos rebobinar las cosas si nos alejamos de ellas. Bastante emparanollante pero, desgraciadamente, el desarrollo no esta a la altura de la idea inicial. 

Este mes he cometido dos errores de calculo que han hecho que me encontrara sendos domingos por la mañana sin nada que leer, situación incomoda casi comparable a descubrir que tienes tabaco pero que no tienes ni mechero ni cerillas. La causa de estos errores ha sido del tiempo, del tiempo meteorológico quiero decir, ya que ha habido dos sábados que no he acudido a la habitual cena de los sábados, por una combinación de frío y pereza, lo que ha tenido como consecuencia haberme terminado los libros el sábado por la noche. 

El primer domingo no me preocupe ya que mis recuerdos de infancia incluyen la existencia de puestos en el rastro en los que no solo venden libros si no que incluso libros de editoriales razonablemente marginales que podían ser una buena lectura para un domingo y, considerando que el rastro esta casi a la misma distancia que mi chino de referencia, el acercarme hasta ellos puede considerarse como no salir de casa el domingo, algo necesario ya que yo no salgo de casa los domingos.

Lamentablemente mis recuerdos de infancia se quedaron en eso: en recuerdos de infancia y lo único que pude localizar en el rastro fue algunos libros de decimotercera mano tan poco apetecibles que preferí no comprar ninguno y pasar el domingo hojeando viejas lecturas y dormitando frente a la televisión.

El segundo domingo que se planteaba sin lectura decidí aprovechar para acercarme a La Central, que pese a llevar ya varios meses abierta todavía no había visitado, y que puede considerarse lo suficientemente cerca como para permitirme cumplir mi máxima de no salir los domingos. Podría haber bajado a El Molar, que a todas luces puede considerarse como no salir, pero no estoy seguro de que mi nivel hipster sea suficiente para ir a El Molar un domingo por la mañana, escribir en el portátil mesandome las barbas y comprarme un libro y si iba a ir, aunque fuera solo a por un libro, todo eso resultaría necesario. 

No, La Central pese a estar un poco mas allá del limite de no salir en domingo parecía una mejor opción.

Puede que el ser domingo, unido a que, cada día mas, no soporto los sitios llenos,  especialmente llenos de gente que esta solo porque hay que estar, influyera notablemente en mi impresión sobre La Central: me gusto muy poco, un  muy poco próximo a nada. Matizo, no, no es que la librería estuviera llena, mas bien todo lo contrario: la librería estaba vacía pero la cafetería (seguro que el termino no es correcto y es un multi-espacio-divergente-coctelería-taller o algo similar. Aunque no deje de ser una cafetería) era absolutamente bulliciosa y es lo primero a lo que tienes que enfrentarte mientras buscas las semi-escondidas escaleras que llevan a las plantas de librería. El fondo editorial, sin ser ni malo ni escaso, no tiene nada especial y el orden no me pareció el mas acertado.

Pese a todo esto conseguí cumplir el objetivo de la mañana y encontrar un libro que llevarme para esa tarde: The Wanderers. Los pandilleros juveniles siempre son un buen tema y lo que he había leído de Richard Price, ahora de fama mundial por ser el guionista de The Wire (aunque yo solo he visto la primera temporada y me pareció bastante mala), me había gustado: Lush Life y Clockers son novelas muy correctas que, desde el desconocimiento casi absoluto, parecen retratar muy bien a las pandillas de negros que trapichean con drogas, tanto en NYC (los libros) como en Baltimore (la serie The wire, sino me equivoco), actualmente o en años recientes. 

Bueno, pues The Wanderers va sobre pandillas, igual que el resto de lo que conocemos de Price pero... las pandillas son de blancos (no de negros), no trapichean con drogas (ni con nada), pasa en el Bronx (aunque parte de NYC no es lo mismo), no es actual (pasa a principios de los setenta o final de los sesenta). 

Uno de los fuertes de Price (según la critica, aunque el NYT hizo un experimento fascinante con The Wire que lo pone en duda. Si eso, ya lo cuento otro día) son los diálogos que dan credibilidad a los personajes, algo que se pierde mucho en la traducción (sin querer insinuar que sea deficiente, que es buena ya que no estorba, es necesario, por evidente, que es casi imposible de trasladar el habla callejera de un idioma a otro). 

Así que, es lo mismo pero es diferente. Otra diferencia importante es que The Wanderers es mas una serie de viñetas sueltas que una historia completa bien hilvanada. Con todo esto he de decir que es una novela bastante aceptable.

Descubierto que el chino de este mes, que debía aportar el toque exótico, no es chino sino estadounidense la nota exótica se va para la república checa. Os veo venir: ¿la literatura checa te parece exótica? Pues si que, mal vamos. No, no es eso. Ya se que todos hemos leído a Hasek y recodamos con cariño y una sonrisa a Schwejk, aquel valeroso soldado, así que no, la literatura checa no me resulta realmente exótica, pero si lo es mas que americanos, ingleses o incluso rusos que básicamente son los que han compuesto las lecturas de este mes.

Así que empece La promesa de Kamil Modracek con ganas: un checo actual, “el mas fino humor negro” (de la contraportada), “uno de los libros policiacos mas interesantes del año de su publicación” (según la prensa alemana y la solapilla). Lo primero que tengo que decir es que, sencillamente, no he conseguido acabarla. Puede que el fino humor negro y aquello que la puede hacer una de las policiacas mas interesantes de 2009 igual esta en las ultimas 50 paginas (yo abandone desesperado en la 250), puede, ciertamente puede, cosas mas raras se han visto, o no. Si conseguís avanzar mas que yo, superar el continuo cambio de narrador, que parece ser una exigencia de un taller literario o una demostración de malabares y si conseguís que la palabra seguretas (seguramente tan correcta o tan incorrecta como seguratas) no os ponga tan nervioso como a mi, pues ya me contareis si mejora y aparece alguna cualidad buena. De momento, me quedo con mi opinión y se va de cabeza a la pila de los ilegibles.

Todo libro, o casi todos, tienen algo bueno y en este caso destacaría descubrir que en checo duse, con un acento de esos imposibles en la ese que no se poner, significa tanto alma como cámara de neumático (curiosa comparación implícita) e incluso el enterarme de que Nabokov era un experto de problemas de ajedrez, de mate en dos, aunque esta información podría ser necesario verificarla. A veces los escritores se inventan cosas, o eso he oído.

Por cierto que, a la espera de patrocinador, os comento que todos los libros, salvo indicación expresa, han sido comprados en la librería Mendez, en la calle mayor, que es mi librería de referencia y os recomiendo encarecidamente. Digo esto para que cuando empiece a recomendaros otra librería, ademas de esta, quede menos raro. Pero me anticipo, si eso, ya os lo cuento otro día.