domingo, 8 de noviembre de 2015

Comentarios de textos - Octubre 2015

Comentarios de textos Octubre 2015

La rubia de ojos negros – Benjamin Black
Last Winter, we parted – Fuminori Nakamura
Fat City – Leonard Gardner
Funny Girl – Nick Hornby
The Creeps – John Connolly
Girl waits with gun – Amy stewart
The lady from Zagreb – Philip Kerr

Pues ya está, ya he cumplido con las obligaciones más importantes del año: ya he estado en NYC y ya he cumplido los 50.

Lo de que he llegado a los cincuenta (edad que ayer me recordaba mi tío Ricardo, Cabut, que, según Saramago – no la gran escritora Sara, Mago, como pensaba aquella política tan leida; si no el de verdad – en aquel libro, El año de  la muerte de Ricardo Reis es “la edad”, creo que la edad más digna decía, o la única edad; aunque obviamente no recuerdo que decía y de momento no voy a releerlo) ya lo sabéis todos porque (creo, aunque no podría asegurarlo) que os vi a todos en la fiesta sorpresa que organizaron por mi cumpleaños.

Sí, estoy casi seguro de que os vi a todos los lectores de este blog (salvo a Juan del bar La Barra en la Calle Garcilaso, que aunque visite poco, continuo recomendando) aunque por supuesto vi a muchos mas no lectores (no ya de este blog, si no seguramente de nada salvo la prensa deportiva y/o económica) de alguno de los cuales decir que hacía mucho tiempo que no veía se queda corto ya que a alguno hacía más de treinta años que no veía. Debería decir, por aquello de justificar que he aprovechado la educación que mis padres se esforzaron en darme, que pese a los años que habían pasado todos estábamos igual, pero considerando que a muchos no los reconocí, teniendo incluso que preguntar (a otra persona, nunca al interfecto que eso sería grosero, y siempre discretamente) con quien estaba hablando pues no resultaría muy creíble. No, algunos estaban realmente irreconocibles, algunos porque habían cambiado para mejor y otros pues en habían cambiado en el sentido contrario (no en la dirección, contrariamente al dicho popular) mientras que a otros les hubiera reconocido en cualquier sitio y en cualquier momento, siempre y cuando me hubieran dicho que eran ellos. Sin ese dato creo que no habría reconocido a prácticamente nadie. Pero divago, lo de la fiesta, si eso, ya os lo cuento otro día.

En cuanto al viaje a NYC, mi peregrinación obligatoria como talibán que soy, podría decir que sin sorpresas aunque he de reconocer que cada año NYC se parece menos a mí(s) recuerdo(s) de ella. Tan poco se parece ya que creo que se hace necesario revisar mi guía Fragile, aquella que hice hace unos cuantos años para María Rodrigo (la Rodrigo, o Mari, Mari; ya que como NYC hay que mencionarla siempre dos veces) y que insensatamente, ya que la mayoría de mis sitios favoritos han desaparecido, sigo dando a todos los que me preguntan por sitios en NYC (Susana, Gemma, siento mucho haberos hecho pasear buscando bares y tiendas que ya han dejado de existir; aunque esa es precisamente la gracia de NYC: pasear sin rumbo). En cualquier caso aún quedan algunos de mis sitios favoritos y otros nuevos, para mí,  se han incorporado a mis favoritos, así que sigue siendo una visita necesaria, casi tanto como la actualización de mi guía. Pero divago, si eso, ya os lo cuento otro día.

Me marche de viaje el 28 de septiembre, no es que el día sea relevante o que lo recuerde especialmente, si no que como no tenía nada que leer utilice la tarjeta de embarque como marcador de páginas en el libro, La rubia de los ojos negros, que tuve que comprarme en el aeropuerto para el viaje – ya que no visite con tiempo la Librería Fuenfria de Cercedilla, algo que debería haber hecho para enfrentarme con seguridad a un vuelo cada vez más largo o simplemente porque es algo que hay que hacer cada cierto tiempo por aquello de la salud mental) y acabo de reencontrarla al volver sobre los libros que he leído (no, aunque tomo algunas notas cuando leo me queda tan poco poso de lo que leo que no puedo escribir de memoria y tengo que volver a mirar los libros para recordar; problemas de la edad). A ver, el libro está bien escrito desde un punto de vista canónico (ja, tomad expresión de critico; entre estas frasecillas y lo poco que escribo de otras cosas quien va a creer que esto no es un blog de libros), tiene lo que tiene que tener una novela negra, hasta algunas frases inteligentes, y sin embargo tan solo os diré que ni estando encerrado en un avión conseguí acabármelo y acabe dejándolo a mitad de vuelo. Como decía aquel: no digo más.
Una de mis librerías favoritas de NYC es Kinokinuya, parada obligatoria no solo para comprar autores japoneses que no son lo suficientemente famosos para ser traducidos al español pero si al inglés, sí no que también es obligatorio pasar por la planta de abajo para comprar, o mirar, chorradas de papelería y confirmar que “están locos estos japos”. El único problema de Kinokinuya es que hay que decidir en qué momento del día visitarla ya que es seguro que (yo) salga con una o dos bolsas de libros y tampoco es cuestión de recorrer luego toda la ciudad como un mulo de carga, que uno va teniendo una edad. Normalmente suelo leer algún libro en NYC, sobre la marcha que diríamos, pero la verdad es que no esta vez no tengo recuerdo de haber leído nada allí y no sería por falta de tiempo ya que ahora no salgo casi ninguna noche a visitar los bares de la ciudad así que supongo que algo leí. En cualquier caso el primer libro que suelo leer a la vuelta suele ser un japonés comprado allí, y esta vez le toco a Last Winter, We parted, que no es un mal libro pero que tampoco es un buen libro. La verdad es que es una historia un poco decepcionante escrita sin demasiada gracia y con menos intriga de la que debería.

Mi otra librería favorita es McNally Jackson (a la que yo llamo RandMcNally, confundiéndola con lo que viene siendo la editorial de los planos de carreteras en EEUU, vamos con la guía Campsa), de la que me gusta todo: desde las libreras y las clientas (incluso fuera de la tienda, me encantan las chicas que llevan una bolsa de McNally que suelen ser sonrientes, guapas, amables, se las ve felices y cuando nos cruzamos por la calle nos intercambiamos “miradas llenas de significados”; y tengo testigos, no es que me lo esté inventando. Quede claro) hasta la disposición de la tienda, el hecho de que tenga uno de los baños más limpios de NYC (aunque ahora cobren por usarlo, supongo que más por mantenerlo limpio que por otra cosa) y los marcadores de los libros que vienen con espacio libre por detrás “for those who don’t write in their books”.  Además, no tiene el problema de tener que elegir el horario en el que se visita ya que está claro que será justo antes de cenar en el Rubirosa, lo que siempre es una alegría ya que sin duda tienen la mejor pizza que se pueda tomar. En McNally hay un poco de todo, desde las novedades editoriales a cosas (para mi) desconocidas pero que tienen aspecto de clásicos americanos y para mi algo clásico americano es el boxeo, bueno más bien el submundo del boxeo que el boxeo en sí.  Ese submundo de barrios bajos, de gente que todo lo que puede hacer es pelear para (mal) salir adelante, de alcohólicos, prostitutas, apostadores. En fin, lo típico… y bueno Fat City parece ser un clásico que incluso, en la contraportada, recomienda alguien como Ross MacDonald. Efectivamente, eso es lo que es, poco más que un rato en la vida de unos boxeadores de poca monta, que no acaban de llegar o que han llegado y ya están de vuelta en el barro, en el barro de seguir tirando como pueden.

Me gustaría poder hablar de Partners&Crime, la que era mi librería favorita de NYC para novela negra pero que lamentablemente cerro hace un año o dos aunque llegamos a tiempo de despedirnos del librero y de aprovechar parte de la liquidación final de libros; e incluso de la Liberia de St Marks que era donde compraba (o no compraba, mejor dicho) los libros de enrollados, contracultura y esas cosas pero esta también ha cerrado. Ciertamente he de realizar otra visita a NYC, recorriendo calles que no visite habitualmente, para reponer mi stock de librerías favoritas ya que ahora mismo tengo el mismo número de librerías favoritas en la Comunidad de Madrid que en NYC. Aun así, he de reconocer que no me cuesta llenar gran parte de una maleta, o una maleta pequeña, con los libros que me compro en este viaje y que necesito para el invierno:



Al igual que me pasa en Madrid, que a veces traiciono a mis dos librerías favoritas (repito por si alguien no lo tiene claro: la Librería Fuenfría en Cercedilla y la Librería Méndez en la calle Mayor) por una gran cadena también visito Barnes&Noble de la que antes era socio para aprovechar los descuentos, lo que me acababa saliendo caro ya que como tenia descuento acababa pagando las compras de todos, y donde además de todas las novedades editoriales, la sección de cocina y la sección infantil siempre reviso todas sus estanterías por aquello del fondo de armario, vamos por buscar otros libros de autores que me encantan pero que no he encontrado en mis librerías favoritas ya que la vida útil de los libros en las librerías es demasiado corta y si no acaba de salir es posible que ya no esté en exposición, vamos que este de canto y ya no lo veas.

Esto me paso con Funny Girl, que es de uno de mis autores favoritos y que no solo se me había pasado en NYC sí no que incluso se me ha pasado en Madrid, ya que estoy seguro de que esta traducido y ha estado en las librerías españolas (posiblemente el invierno pasado cuando yo estaba dedicado a mi cargamento internacional). Asumo, espero no equivocarme ya que me decepcionaría mucho, que todos conocéis a Nick Hornby, aunque sea por Alta Fidelidad, por lo que realmente no hay mucho más que decir. Sí, es un libro de Hornby y es bueno, inteligente, gracioso, entretenido y si bien no es su mejor novela merece la pena pasar un buen rato leyéndolo como casi todos los de Hornby, claro que si no habéis leído ninguno de él, yo no empezaría por este.






Lo mismo os digo de The Creeps, bueno en este caso no solo lo digo yo si no que el propio autor os repetirá que no empecéis por el tercer libro de una serie sin haberos leído antes los dos primeros, ya que obligáis al autor a poner más notas al pie de página para explicar cosas que deberíais saber y en este caso las notas a pie del autor funcionan casi como los paréntesis en La Princesa Prometida, que por si alguno de vosotros solo ha visto la película y no se ha leído el libro son realmente necesarios casi tan necesario como para que dejéis de leer ahora mismo y vayáis a comprar vuestro ejemplar y a leerlo, que no sé porque andáis perdiendo el tiempo leyendo este blog si aún no habéis leído todo Goldman. En cualquier caso The Creeps es realmente divertido. Si bien para los intensos lectores, espero que ninguno de vosotros aunque sé que Rafa lo es (igual que sé que no le gusta que le llamen Rafa, pero es lo que tiene la familia que no hace ni caso de lo que te guste), no es un libro apropiado ya que básicamente tiene un niño, un perro y varios demonios que hacen burlas a casi todo; los intensos no perdáis vuestro tiempo que mejor estará invertido en Murakami (el que es obligatorio en La Bicicleta) o Auster (que también es obligatorio) o en cosas más intensas que en esta novela (y las dos anteriores) que son simplemente muy divertidas. Si preferís el cine de Godard a La guerra de las galaxias o incluso a Hellboy ni os molestéis en empezarlo; en caso de que seáis personas normales empezar por la primera (The Gates) y seguro que llegáis a esta con más de una sonrisa en la cara.

Aunque queda mal reconocerlo la verdad es que yo soy una persona bastante superficial (vosotros  también aunque lo neguéis, o incluso aunque os lo neguéis a vosotros mismos) y he de reconocer que alguno de mis criterios para comprar libros (o discos) son la portada, el titulo o incluso el nombre del autor. Si unimos un título como Girl Waits with gun, con una buena portada y le añadimos estar escrito por una chica, que yo me compre ese libro no debe sorprender a nadie, es algo ineludible. Que luego la novela no esté mal, que no esté mal para ser una historia del oeste de esas que dan lugar a una película normalilla (el malo malvado y rico y las pobres hermanas enfrentadas con el) que tampoco mejora mucho porque la salvadora, en lugar de Clint Eastwood, sea una de las chicas con ayuda de un Sheriff tampoco es tan raro ni tan especial.




Después de leer una novela que no está ni bien ni mal, que no ha sido un descubrimiento, es el momento de volver a un valor seguro, de volver a un escritor e incluso a una serie que no falla, en este caso a The Lady from Zagreb y a Bernie Gunther para que te devuelva la satisfacción de leer una buena novela, la satisfacción de un oficio bien ejecutado. Si además es un oficio bien ejecutado por un novelista (o un buen personaje) que entiende algunas cosas igual que tú y encuentra satisfacción en cosas similares como fumarse un cigarrillo, pues mejor que mejor ya que: “that’s the great thing about a cigarette – it lets you off the hook sometimes, the only thing that need come out of your mouth is smoke, and they can’t arrest you for that; at least not yet. These are the freedoms that are important”.


Hay que tener en cuenta que Bernie Gunther dice esta frase, esta declaración de las libertades importantes, en la Alemania nazi, cuando ciertamente otras libertades mucho más importantes no existían y puede que a alguno le quede la duda de su verdadero significado, del significado de estas pequeñas libertades frente a otras. Me gusta pensar que la gente que piensa así no entendería la ironía de que la palabra nazi en swahili signifique coco (la fruta y no el coco), a la vez que estoy casi seguro de que les parece bien que aunque el estado de Baviera sea quien tiene (hasta el 1 de enero del año que viene) los derechos de autor del Mein Kampf y los donara a varias ONG estas prefirieran renunciar a los proyectos que podrían financiar con este dinero solo por “no mancharse las manos”. Al fin y al cabo hay gente para todo e incluso algunos prefieren que no se modifique genéticamente el arroz, para producir la variedad Golden rice, con el suficiente beta caroteno para asegurar la producción de la suficiente vitamina A que salvara la vida a varios cientos de miles de niños anualmente. Pero divago, si eso, ya os lo cuento otro dia.