sábado, 19 de marzo de 2016

Comentario de textos - Febrero 2016

The Wicked + The Divine. The Faust act – Gillen McKelvie – Wilson Cowles
The Wicked + The Divine. Fanemonium – Gillen McKelvie – Wilson Cowles
Phonogram – Rue Britannia – Kieron Gillen – Jamie McKelvie
Phonogram – The Singles Club – Kieron Gillen – Jamie McKelvie
La amenaza roja – Ordway – Bilson – Demeo – Brody
2 Guns Armados en la sombra – Steven Grant – Mateus Santolouco
The Crow. Pestilence – Frank Bill – Drew Moss
D4ve – Ryan Ferrier / Valentin Ramon
Manual de Literatura para Canivales. Señales de humo (Borrador) - Rafael Reig
Cuentos de amor - Junichiro Tanizaki
El secreto de la modelo extraviada - Eduardo Mendoza
Paris-Austerlitz - Rafael Chirbes
Enterrad a los muertos - Louise Penny

La verdad es que este febrero ha sido un poco rarillo y no, no me refiero a que fuera bisiesto (que lo ha sido) ni tampoco sabría deciros muy bien porque tengo la sensación de que ha sido rarillo aun cuando si soy capaz de identificar algunas cosas que no han sido normales.

Por ejemplo, a primeros de mes, acudí a la Real Academia de Ingeniería, entidad de la que hasta ese momento desconocía su existencia, en calidad de invitado y con asiento reservado para la presentación en el que (teóricamente, al menos) había formado parte del equipo revisor: “Gas no convencional: Shale gas. Aspectos estratégicos, técnicos, medioambientales y regulatorios”. Si bien el libro no tiene mayor interés para casi nadie más que los participantes en la redacción y/o el evento, no estando ni siquiera claro cuál es su objetivo la verdad es que eso de tener un asiento reservado en la Real Academia de Ingeniería es algo, cuando menos, extravagante.

Además también por esas fechas recibí un primer borrador de contrato para escribir un libro – técnico, nada de novelas – y aunque por supuesto no lo he firmado todavía, sí que he empezado a plantearme seriamente la posibilidad de escribirlo e incluso ya tengo preparado un índice preliminar. Así que, quien sabe, igual antes de que acabe el verano o el año, o esta era lo tengo preparado y me convierto en Autor, lo que pese a que pueda parecer contradictorio reforzara mi papel de critico por incapacidad de ser autor (de novelas que es lo que yo critico; bueno, al parecer últimamente critico casi todo según dicen algunos).

Aunque menos rarillo también merece la pena destacar el hecho de encontrarme a primeros de mes sin ningún libro que leer, habiendo agotado mi maleta americana, la mayoría de la maleta de Álvaro de Comics  y no habiendo visitado ninguna de mis librerías de referencia. Afortunadamente todavía me quedaban algunos comics por leer, los que le habíamos regalado a Álvaro por navidades (y algún otro) gracias a los cuales podía entretenerme los días suficientes hasta que Rafa tuviera preparado un primer borrador de su nueva novela, momento para el que esperaba no estar liado con la lectura de nada que no pudiera dejar en cinco minutos para ponerme manos a la obra en ese papel de revisor inicial o, mejor dicho, de creador de tendencias ya que no tenía ninguna duda de que me iba a gustar y por lo tanto seria de los primeros en apreciarla.

La verdad es que los tebeos (perdón: comics) que le habíamos regalado a Álvaro se basaban en las recomendaciones de Wired (una revista que empezó siendo de tecnología pero que cada vez más es casi una revista de tendencias que de tecnología). Curiosamente (algo también raro, o no tanto si uno se para a pensar que la revista es Americana y cultureta) las dos series eran de autores ingleses. Wicked va de unos humanos que de repente se convierten en dioses del entretenimiento pero también de en dioses de los de divinidad y la verdad es que a mi me ha parecido espeso, espeso, y no en el buen sentido de cómo debe de ser una taza de chocolate si no en el de perderme en parte de la historia no acabando de comprender nada de nada.



Por su parte la serie de Phonogram va sobre Dj’s (pinchas u como se quiera llamar) que también forman parte de la escena del entretenimiento social actual y que, me ha parecido entender aunque puede que me haya perdido en algún momento, también tienen lo que podríamos llamar poderes. Creo que ambas series son el equivalente al cine de autor europeo, frente al cine comercial americano, del mundo de los comics y yo me he quedado un poco igual que con muchas películas de autor de los ochenta: me han gustado pero estoy seguro de que me he perdido algo interesante, se me ha tenido que escapar algo de la historia porque, sinceramente, no me parecen mejor que un buen comic hecho solamente para el entretenimiento.

El caso es que los comics, incluso los espesos, te los acabas leyendo en cero coma por lo que una vez vaciadas las reservas navideñas me pase a leer alguno antiguo, de esos que hay por casa de Álvaro y Helena, y que no me sonaba haber leído o que si me había leído no tenía ni el más mínimo recuerdo de haberlo hecho.

La amenaza roja tiene como personaje central a una especie de Superman (o por no cometer herejías frente a los lectores de comics: una especie de superhéroe o similar) que es acusado de ser comunista y la verdad es que, sin ser especialmente original, hay partes en las que resulta gracioso. Por su parte 2 Guns, que al parecer Hollywood ha convertido en película (de acción añadiría si no fuera totalmente innecesario) trata de los líos en los que dos policías de distintas agencias se acaban metiendo cuando los dos trabajan encubiertos, cada uno de ellos convencido de que el otro forma parte de los malos. Puede que la película tenga su gracia y se deje ver sin problemas (con sus buenas explosiones en pantalla y con una buena bolsa de palomitas) pero la verdad es que al comic le falta gracia para llegar a ser algo interesante.

Ya casi desesperando, no porque Rafa se estuviera retrasando en la entrega de su borrador si no que más bien por la rapidez con la que se leen los comics (comparados con un buen, o mal, libro), tuve que rebuscar entre las pilas de comics y me traje a casa un numero de The Crow (por supuesto sin saber que se trataba de una serie) que va sobre el típico boxeador que se niega a caer en el asalto en el que los apostadores le han dicho que lo haga, asi que estos matan de una forma violenta a su familia e incluso a el mismo, aunque el, con la ayuda del cuervo del título (o solo de su espíritu) puede volver para vengarse de todos los males que los malvados le han infringido. Previsible, sin gracia, con un dibujo que a mí personalmente no me gusta nada pero que imagino tendrá sus aficionados la verdad es que podía haberme ahorrado su lectura sin problemas.

También cogí uno que se llamaba D4ve, con un dibujo más de línea clara pero con una historia casi igualmente previsible y sin especial gracia: un robot bien retirado con su familia llevando una vida completamente anodina con la que no está contento ya que nota que le falta algo, que él está llamado a realizar tareas más importantes ya que pese a que no lo recuerda del todo el había sido un robot entrenado para el combate formando parte de un cuerpo de elite. Obviamente hay una invasión y el recupera todo su pasado de luchador de elite, salvando el mundo de los robots. En fin, pues eso.

Afortunadamente nada más acabar este tebeo ya tenía en mi correo el borrador de la nueva novela de Rafa, que es la primera parte del Manual de literatura para caníbales y que de momento parece que se va a titular señales de humo. Ya me podía poner a una tarea interesante y satisfactoria. Como sé que los autores son personas supersticiosas y hasta que la obra no está debidamente editada, algunos incluso hasta que no salen las primeras críticas, no quieren comentar nada de su nueva libro me guardare mis comentarios de momento (pero obviamente tenía que presumir de ya haberla leído: ya veis, yo ya he leído la nueva de Rafa y vosotros no). No hago esto – lo de no comentaros nada - solo por respetar la superstición propia del escritor que es mi hermano si no porque creo que es probable que haya cambios significativos entre la versión que yo he leído y la que se edite finalmente, algo que creo no porque tenga defectos si no porque es algo que espero para poder volver a leer la nueva de Rafa una vez más. En cualquier caso estar atentos porque hay partes que por mucho que cambien son realmente sensacionales, pero divago, si eso, ya os lo cuento cuando este editada.

Al final, entre unas cosas y otras, prácticamente había pasado medio mes (o algo mas) y de momento no había leído ningún libro editado, y encima tenía que marcharme de viaje a Bruselas lo que hacía que fuera urgente conseguir libros, lo que obligaba a tomar una decisión sobre cuál de mis librerías de referencia visitar. Dada mi incapacidad para viajar hasta el campo al final la librería Méndez de la calle Mayor le ganó la partida a la librería Fuenfría de Cercedilla (podríamos decir que por su mejor juego posicional, o bien por estar más cerca, o incluso más acertadamente por aquello de ser yo un vago redomado).

Supongo que ninguno de vosotros (mis lectores habituales) tiene ninguna duda de que soy un tipo con ciertas manías, igual que tampoco dudareis de que soy aficionado a los autores japoneses. El caso es que una de mis extrañas manías es que prefiero leer a autores japoneses traducidos al inglés que a autores japoneses traducidos al español. Es una manía que, a priori, puede parecer injustificable (por eso la clasifico de manía, que si no sería algo normal) pero que resulta muy sencilla de explicar (incluso de comprender) y que se basa en el hecho de que es raro que se traduzcan al español autores japoneses actuales (salvo honrosas y deshonrosas excepciones) siendo en general los autores que se traducen al español de un Japón, cuando menos, clásico lo que les quita un poco la gracia.


En cualquier caso, si veo un autor japonés que no conozco (mas bien que no recuerdo) pues la verdad es que suele interesarme y suelo comprarlo, razón por la que, pese tener una alabanza de Mishima en la contraportada, me compre Cuentos de amor. Son once cuentos (no, ni los he contado ni los recuerdo todos, solo me fio de lo que dice la contraportada que espero tenga razón en algo tan fácilmente comprobable e indiscutible) así que, como podréis suponer, los hay mejores y los hay peores, vamos de todo un poco, como en botica, pero en general me han parecido flojillos (en parte por tener una escritura muy clásica) pero afortunadamente con ese punto raro que tienen los japoneses y especialmente su insistencia casi perfeccionismo, en lo que los demás podríamos considerar como rarezas o incluso desviaciones, que hacen pensar si la palabra amor es la más adecuada para considerarla como parte descriptiva del nexo de unión de los cuentos. Igual había algunas mejores, más acertadas, pero menos vendibles.

Lo primero que pensé cuando vi, o cuando empecé a leer (ya que no estoy seguro del momento en el que lo pensé) El secreto de la modelo extraviada fue que si bien era una alegría que Mendoza retomara a su alucinado detective de sus primeras novelas podía ser un poco decepcionante si no estaba a la altura de los recuerdos que tenia de aquellas primeras dos novelas disparatadas  con el mismo personaje. Afortunadamente se ve que Mendoza se ha divertido escribiendo el libro y los demás, yo por lo menos, disfrutamos de una novela que podría haber escrito aquel Mendoza de hace más de treinta años. La verdad es que al principio sorprende que entre aquellas dos primeras novelas (con el mismo detective y el mismo estilo) hayan pasado más de treinta años y uno se sorprende al pensar cómo puede alguien retomar su escritura, su estilo, de hace más de treinta años. Digo al principio, porque luego uno hecha cuentas y descubre que tampoco es tan raro ya que si bien Mendoza tiene ahora más de setenta años, hace treinta ya tenía casi cuarenta años por lo que tampoco es como si hubiera vuelto a sus novelas de juventud, lo que seguramente si es difícil, si no que tan solo había vuelto a un estilo de hace algún tiempo, pero a un estilo ya adulto para él. Esto es algo que reflexione mientras pensaba que sería divertido (aunque no necesariamente mejor) volver a leer una novela de Rafa más cercana a Esa oscura gente (su primera novela) y que si Mendoza había conseguido retomar ese estilo no debería ser tan difícil pero obviamente no es una situación comparable, no hay la misma distancia de los cincuenta a los veinte que de los setenta a los cuarenta. Aun así, quien sabe.



Si al ver la novela de Mendoza no tuve prácticamente ninguna duda sobre comprarla he de confesar que ver una nueva novela de Chirbes, Paris-Austerlitz, me genero muchas dudas sobre su posible compra y eso que durante muchos años he dicho que Chirbes era el mejor escritor español vivo (sin contar a Rafa, obviamente) y si no sigo diciéndolo es tan solo porque ha muerto. Sencillamente es un grande. Supongo que por eso, por haber muerto hace poco, me sonaba más a típica estrategia editorial de hacer caja publicando casi cualquier cosa que pudieran encontrar y que pudieran hacer pasar por una obra acabada que a una verdadera edición de una última novela de Chirbes. Una vez leída la verdad es que me he quedado en medio de ambas opciones, una parte de mi sigue creyendo que posiblemente es una jugada económica pero hay otra parte que cree que simplemente Chirbes no quería publicarla en vida porque no quería escribir una historia de (sus) amores homosexuales. Creo que es posible que pese a ser algo innegable no quisiera escribir sobre ello o tener que enfrentarse en todas las entrevistas a preguntas directamente relacionadas con cuanto de autobiografía hay en este libro. No lo sé, en cualquier caso si está razonablemente terminada (creo que no del todo) y siempre es agradable leer a Chirbes.

Dicen que todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad por lo que aunque el año pasado leí otra novela de la autora de Enterrad a los muertos y la verdad es que no me acabo de convencer por lo que decidí darle esta segunda oportunidad (aunque confesare que en la librería no me acordaba de ella, salvo vagamente,  y la cogí solo porque seguía convencido de haber leído a pocos autores/autoras, motivo por el que compre la primera). Aunque sigo manteniendo que la violencia canadiense es una violencia distinta, razón por la que todo el mundo hace burlas del país, he de reconocer que esta sí que me ha parecido una buena novela, con una buena trama y buenos personajes y con lo que es más importante pequeños detalles difíciles de explicar pero que redondean la historia. No, no me estoy refiriendo a que una Presa, la presa de La Grande, sea una parte, no muy grande para su tamaño, de la historia (que es algo que solo importa a cierto tipo de pervertidos) si no que me refiero a detalles como la sensación que tiene un protagonista de que todo el mundo le trata de otra forma una vez que ellos saben algo de el mismo que el desconoce.  De momento, con esta novela se ha ganado que intente recordar el nombre por si me cruzo con una tercera novela suya.



En fin, pues como decía al empezar, ha sido un mes raro pese a que tampoco ha habido nada especialmente extraño en él. Los próximos puede que sean más raros por distintos motivos y esperamos que una de esas rarezas es que encuentre el tiempo para contar otras historias y que este blog no sea solo de críticas de libros (que aunque sea con retraso intento mantener y cumplir).