domingo, 8 de enero de 2017

Comentario de textos - Diciembre 2016

Ya ha pasado el día de Reyes, lo que significa que, por fin, se han acabado las navidades. No es mi época favorita del año, no. Aunque tampoco es que tenga una época favorita, la verdad es que las múltiples actividades familiares de las navidades me dan mucha pereza y prácticamente ninguna de ellas me divierte últimamente. El hecho de beber poco – nunca no beber – unido al hecho (tal vez sean el mismo) de que mi cerebro se cansa mucho últimamente hacen que ya ni siquiera participe activamente en las distintas fiestas. Este año no he salido ni en nochebuena ni en la noche de Reyes, y en la noche de fin de año solo he salido nominalmente llegando a casa incluso antes de que se hubieran retirado las prostitutas de Montera o los travelos de Fuencarral. Tampoco he asistido a las, cada vez menos, copas entre amigos para felicitar las fiestas o para despedir el año.

Han sido unas navidades tranquilas, todo lo tranquilas que permiten los compromisos familiares tras las que, por fin, se me viene encima un poco de trabajo que la verdad no sé si estoy preparado para hacer. Mi idea era no haber aceptado los trabajos que me habían ofrecido estos días para dedicarme al libro que tengo prometido escribir pero al final los mercados me han obligado a aceptar y en breve estaré un poco saturado de trabajo. No tanto por tener mucho, que tampoco es para tanto lo que me han encargado; sí no más bien por la falta de práctica de estos últimos años en los que prácticamente no he trabajado. Ya veremos cómo se dan las cosas. Con un poco de suerte: cojo el ritmo, me entretengo y hago un poco de caja; con un poco de mala suerte: me acabo agobiando, no quedo contento con el trabajo y quién sabe.

El tiempo dirá.

De momento lo único que puedo asegurar es que tengo poco tiempo para hacer mi resumen de lecturas del mes de diciembre. Un mes que ahora que coloco la pila de libros leídos en mi mesa, bajo las portadas de internet y por supuesto consulto las notas que tomo para recordar algo de lo leído en la libreta que me trajo mi hermana Maite de Maceratta, me temo que requeriría de bastante más tiempo del que tengo.

Así que, aunque es un buen momento para contar algunas cosas sobre las fiestas navideñas de mi pasado – por no hablar de seguir charlando del vaciado de mi librería o de la revisión de la discoteca de Álvaro que estoy llevando a cabo (estoy oyendo todos los vinilos por orden, más o menos, alfabético, e incluso tomando algunas notas para comentar algunos discos – me temo que tendré que aprovechar el tiempo y lanzarme directamente a comentar los libros en la esperanza de que los trabajos que tengo este mes se desarrollen mejor de lo previsto y volver a comentar en este blog pronto (además de avanzar con algunos capítulos de mi libro). Así que a ello….

A principios de mes la pila de libros que saque de la maleta de viaje tras mi visita a NYC seguía bastante entera – ahora ya empieza a escasear, aunque aún dura – por lo que no me he planteado las visitas a mis librerías de referencia locales que, casi seguro ya me empiezan a echar de menos salvo porque una (la Liberia Fuenfría de Cercedilla) ya está acostumbrada a la escasez de mis visitas y la otra (la librería Méndez de la calle Mayor) creo que piensa que hiberno de las lecturas y que hasta que no vuelve el sol o el calor a Madrid no me acerco a visitarlos.

En cualquier caso empecé el mes leyendo The association of small bombs, que es uno de esos libros que coges en gran parte por acumulación sensorial: lo vas viendo en casi todas las librerías y aunque no ten convence mucho al final te dices a ti mismo “vamos a darle una oportunidad; el titulo no está mal, tampoco leo a muchos indios y si está en todas partes será que está más o menos bien”. No está mal, está más o menos bien pero desde luego no es “unpredictable” que es como lo clasifica la crítica del NYTBR (la New York Times Book Review, dicho como si fuera algo que leyera habitualmente. Cosa que la verdad hago ahora por internet, junto con la LARB que ya, si eso, os cuento otro día que es). Es verdad que resulta curioso leer sobre terrorismo en países que, aunque uno sabe que tienen mucho, no son portada de los periódicos, igual precisamente por aquello de que las bombas son mas pequeñas. No solo son más pequeñas si no que en un momento dado construyen una bomba y le dan forma de coco ya que “if someone were to open his backpack, it would look like he was carrying a coconut for a ceremony”. No dudo que en la India llevar un coco en una mochila resulte poco sospechoso, al fin y al cabo estamos hablando de un país en el que su principal líder espiritual, Gandhi, proponía que para hacer frente a los nazis lo que debían haber hecho los judíos era haber cometido un suicidio colectivo para así dejarles si n la posibilidad de exterminarlos. No sé, puede que allí lo del coco (o lo del suicidio colectivo) tuviera éxito pero dudo que en el mundo occidental funcionara bien ninguno de las dos cosas.

Another Brooklyn era otro de esos libros que estaban en casi todas las librerías, incluso mas que el anterior o por lo menos en un sitio más preminente, en casi todas con una nota diciendo que era un excelente retrato del Brooklyn de los 70 por lo que pese a mis dudas iniciales tambien acabe comprándolo (no, no es que compre todos los libros que están en todas mis librerías favoritas. No señor, aunque no lo parezca tengo criterio como prueba el hecho de que no me compre The Nix que es el libro que en más librerías estaba – creo que en todas las que visite – y en todas en el mejor lugar. Parece que es la promesa de este año, que obviamente yo decidí no comprarme, en gran medida porque era un poco demasiado grueso pero sobretodo porque me dio mala espina desde el primer momento. Si alguno se lo lee, pues ya me contara). Por mucho que en la portada pone que es una novela yo lo clasificaría de cuento largo pero solo porque no tengo ni idea de cuál es, si es que existe, la diferencia para una u otra clasificación. Un buen cuento sobre el pasado, sobre como asimilar algunas tragedias con esa frase excelente de “I know now that what is tragic is not the moment. It is the memory” con la que desgraciadamente coincido por duro o trágico que sea un momento, es peor el recuerdo del mismo. Pero para mí la mayor sorpresa ha sido descubrir ese fascinante lugar común que refleja la orden de una madre a su hija: “eat your peas, there are children starving in Biafra” que es prácticamente lo mismo que “aquellos negritos muriéndose de hambre en África” que mi madre y sospecho que las de varias generaciones usaban en nuestra España para que nos comiéramos la verdura o lo que fuera que no nos gustara y que seguro sirvió de inspiración a Glutamato Ye-Ye para aquel himno universal de “todos los negritos tienen hambre y frio” que daba título a su disco de canciones/himnos católicos (mal interpretado por muchos).

Si los dos libros anteriores los compre por saturación uno de los motivos para comprar Soho Sins es obvio (no hay más que ver la portada) y es casi el mismo por el que compro muchos libros de la editorial Hard Case Crime. El otro motivo importante es que me encanta esa editorial, creo que no solo hacen buenos diseños si no que tienen un muy buen criterio de selección, y la mejor forma de que continúe es comprar lo que editan ¿no?, o eso tengo oído. Si le quitamos la portada y si lo saca otra editorial igual no sería lo mismo pero tal y como están las cosas yo solo puedo decir dos cosas: la primera es que se trata de una excelente novela negra y la segunda es que espero que alguien la traduzca pronto para que todos podáis disfrutar de ella. Miento. Diré otra más: espero que Vine que pronto otra novela y que no se me olvide su nombre porque de momento es un autor a seguir, muy mucho a seguir (parafraseando a un presidente del gobierno o de lo que hoy en día pasa por un  gobierno). Incluso diré una última cosa: las notas que he tomado, las frases que he copiado, ocupan más de dos páginas en mi cuadernillo y eso que he dejado muchísimas fuera lo que me hace muy difícil elegir cual reproducir aquí así que, por si acaso la leéis y no os gusta, os diré lo que responde un protagonista cuando le preguntan si ¿cree que él siempre tiene razón? (una pregunta que a mí me hacen a veces con ese tono irónico o sardónico que siempre acompaña a esa pregunta): “No, hardly ever. That’s why I have to go slow and think all the time. Haven’t you noticed?”

Creo que ya he comentado que antes Álvaro y yo solíamos cruza compras o recomendaciones de libros y discos y que últimamente lo hacemos menos. Con todo, a veces cuando estas en una librería veo un libro que aunque a mí no me tiente demasiado creo que le puede gustar a Álvaro pero que no ha visto porque andaba distraído o descentrado, y que me decido a comprar ya que al fin y al cabo es muy posible que acabe en su librería, en la que yo llamo mi librería auxiliar y que acoge muchos de los libros comprados en NYC . Pues eso me paso con Mongrels, tanto por la portada como por el ir sobre hombres lobo (una familia de) en una América razonablemente actual. No tenía mala pinta y sin embargo solo puede decir que no he podido acabármelo, no he conseguido que me interesara lo mas mínimo. Claro que esto no quiere decir nada y puede que Álvaro le encuentre la gracia que a mí se me ha escapado.




Tras esta decepción decidí retomar el libro de artículos, prólogos, conferencias y otros de Neil Gaiman: The view from the cheap seats, que había empezado durante la visita a NYC (es decir a mediados de octubre) pero que por eso de ser cosas sueltas pues aún no había acabado. Como todas las recopilaciones de varios hay cosas muy buenas (el elogio de las librerías, tema sobre el que, pese a ser no prácticamente, me gustaría extenderme) y otras mucho peores  (como algunas introducciones a libros sin especial interés salvo el de proporcionarme algunas referencias para elegir algunos regalos de navidad para frikis). Creo que Gaiman es un tipo bastante inteligente y coincido especialmente con su reflexión sobre la disponibilidad de información:“we’ve moved from an information scarce economy to one driven by an information glut… The challenge becomes, not finding that scarce plant growing in the desert, but finding a specific plant growing in a desert”. Hoy en dia encontrar información sobre cualquier tema es muy fácil pero encontrar la información correcta sobre un tema es sumamente difícil. En mi casa era obligatorio comer todos juntos y participar en las conversariones que obviamente siempre acababan en discusiones sobre los temas mas variopintos que debían en casi todos los casos ser resueltas invocando la única autoridad innegable: la enciclopedia Larousse. A día de hoy no sabría que fuente, que autoridad innegable podría usarse para terminar con éxito estas discusiones que entretenían nuestra infancia y adolescencia y que, para bien o para mal, han forjado tanto nuestro carácter discutidor como nuestro respeto por la autoridad del saber de ciertas instituciones.

En cualquier caso como el propio Gaiman dice y yo amplio para hablar de libros o casi de cualquier otra cosas: “If someone tells you what a story is about, they are probably right. If they told you that that is all the story is about; they are probably wrong.” Tambien que quedo con su diferenciación entre el conservadurismo de muchas personas y el de los niños (que son muy distintos, en sus causas y en sus modos): “While humans tend to be conservative, sticking with what they liked, children are utterly conservative: they want things as they were last week, which is the way the world has always been.”

En este punto aproveche que me habían pasado una especie de diario que había escrito mi hermano para un suplemento de un periódico durante el verano y que me pareció entretenido dentro de que no tenía ninguna historia ni mayor pretensión que la de poner una cosa, prácticamente cada día. Eso sí, no se si no perdonarle o si agradecerle que si bien cita a mis hermanas no haga ninguna mención a mí. Me decanto más por agradecérselo.

“Gripping suspense, sheer terror and a wrenching love story” así se presenta Security en la nota esa de portada (que me he prometido dejar de leer y/o valorar a la hora de comprar un libro) lo que si bien no era un motivo total para comprarlo por lo menos me recordaba a la excelente canción de Meat Loaf “two out of three ain’t bad” en la que intentaba convencer a su novia (de que no le abandonara) diciéndole eso de “I want you, I need you, but there ain’t no way I am ever gonna love you, now don’t be sad cause two out of three ain’t bad”. Pues con este libro igual: dos de tres no es suficiente y yo he tenido que dejarlo a mitad sin haber disfrutado de él. Cosas que pasan.








Ghostheart la compre convencido de que me gustaba el autor, del que estaba convencido de ya había leído por lo menos otra novela y sobre todo convencido de que me había gustado. Sí, soy un insensato y todavía confió en mi memoria de vez en cuando y eso que ahora mismo se que por lo menos he leído otra novela suya (lo se porque la tengo en la librería) pero ni siquiera ahora mismo recuerdo si me gusto o no. Diria que no especialmente, diría que no me parecio una mala historia aunque demasiado típica (eso sin mirar mi comentario de la misma en este blog, que por fechas debe de haberlo) pues con esta me pasa algo bastante parecido, creo que la historia no termina de ser mala pero no llega a ser buena pero estas cosas nos pasan a todos y como dice el propio protagonista “I figured it was just another sign that I was losing my mind. But hell, seems I’ve lost so many things recently one more couldn’t hurt”.




Tenía muchas ganas – todavía las tengo – de leer más cosas de MacDonald (por lo menos de uno de ellos) desde que lo descubrí y especialmente tenía muchas ganas de leer Cape Fear que sin lugar a dudas es una (o más bien dos) película excelente. Si la película (sus dos versiones) eran buenas, si lo que había leído del autor era bueno pero no lo más conocido: El cabo del miedo tenía que ser una gran novela pero…. No acaba de serlo. A ver, no es una mala novela, puede que incluso sea una buena novela pero, desde luego no es tan buena como la película a la que, por cierto, no se parece tanto como sería de esperar. Y no se parce tanto por que El cabo del miedo no es el título original del libro, no, no señor: el libro originalmente se llamaba The executioners (obviamente este uno de esos casos en los que la película supera al libro, tal vez lo supera tanto que se han visto obligados a adaptar el titulo del libro al de la película). La principal diferencia entre ambos es casi de orden moral ya que son ellos – el matrimonio perfecto – los que deciden matar a Cady (de hay el titulo original) y por supuesto no tiene la misma presión sexual que la película. Con todo seguiré leyendo cosas de MacDonald.

Mucho he leído este mes pero poco os he contado fuera de los libros lo que me enfada un poco, un poco menos de saber que tengo un mes complicado de trabajo por delante (debería decir: “por fin” pero no estoy seguro de cómo se desarrollara). Ya veremos. Si eso, ya os lo cuento otro día.
  

The association of small bombs – Karan Mahajan
Another Brooklyn – Jacqueline Woodson
Soho Sins – Richard Vine
Mongrels – Stephen Graham Jones
The view from the cheap seats – Neil Gaiman
Diario en eÑe, Palabras que explotan – Rafael Reig
Security – Gina Wohlsdrof
Ghostheart – R. J. Ellroy

Cape Fear – John D. MacDonald