Auckland, como Saturno, es aburrido, pero no porque no haya
televisión. La verdad es que aquí hay televisión y, si uno la mira con cierto
distanciamiento (o cinismo) es incluso divertida, especialmente las noticias
que recogen cosas como el comportamiento incívico de una familia de turistas
británicos – a los que han acabado echando del País – o las cuitas de algunos
agricultores o de una vaca extraviada que ha cortado una carretera. Las
noticias internacionales tienen una repercusión entre nula y cero. En cierta
medida me recuerda a Piles, donde solo importa lo local, el deporte o la
cultura basura, un lugar en el que si les pides que enciendan la televisión
porque ha habido un atentado en las torres gemelas te miran con esa cara de “¿a quién le importa eso?” y o bien no
te hacen caso o en cuanto pueden vuelven a poner otra cadena.
Supongo que esto, este localismo, tiene alguna explicación
en su carácter isleño aislado de prácticamente todo, o tal vez se deba a que
realmente no les interesa nada el mundo exterior que ven como algo
completamente ajeno. Resulta curioso su patriotismo, o casi diría tribalismo,
donde ninguno parece sentirse ciudadano del mundo – o de algo un poco más
grande que su pequeña aldea – donde realmente para ellos ser de donde son, en
el sentido de la parte más pequeña de donde son (su aldea, su rio, su montaña)
es lo importante.
No, no exagero, y no, no es una apreciación sin base. Antes
ya lo notaba, pero después de recibir dos clases sobre Maoritanga (lengua y
culturas Maori) y “descubrir” como uno debe de presentarse; lo que ellos llaman
whakawhanaungatanga o pepeha, que consiste en decir cosas como ¿Cuál es tu
montaña? ¿Cuál es tu rio? (otra cosa sorprendente es este “posesivo” sobre la
tierra que tiene, ellos lo llaman conexión, pero para mí hay una diferencia
entre ser de un sitio y que un sitio sea tuyo, que es como ellos lo expresan)
luego tu tribu y su tribu y luego ya si eso pues de dónde vienes, que haces
para terminar con cómo te llamas, me ha hecho darme cuenta de lo mal de la
pelota que están. Siendo para ellos más importante cuál es tu pasado que quien
eres tú. Claro que no es solo eso, ya que según nuestro “profesor” si bien la
presentación es más o menos obligatoria, uno puede, incluso debe, hacer la
presentación en su lengua natal (según él, ya que la presentación es acerca de
uno mismo) pese a que tú seas el único que hable tu lengua natal. Lo que
obviamente hace que la presentación, como forma de entendimiento y de
explicación, pues carezca completamente de sentido.
Me habría gustado, aún es posible que lo haga, conversar un
poco más sobre estos y otros particulares con mi profesor, pero el pobre que
había hecho el esfuerzo de explicar (renunciar) a que en nuestra presentación
habláramos de “la canoa o barco” en
la que habíamos llegado a Nueva Zelanda – aceptando que, obviamente, hablar del
vuelo 732 de Emirates pues no aportaba mucho a quienes éramos – se había
quedado bastante atorado cuando le intente explicar que para mí todo eso del rio,
el monte y otras características geográficas carecían de sentido ya que yo era
de una ciudad en la que no tenemos (al menos yo y mis amigos) especial conexión
con ningún rio, ninguna montaña ni en general ningún “accidente” geográfico. Que esas cosas no me definían en absoluto,
igual que no me definía la tribu o subtribu a la que pertenecía.
Uno tiene que elegir sus batallas y la mía de momento está
en intentar explicarles la irracionalidad de que toda el agua tiene que volver
a la tierra para “ser purificada”,
que no puede volver directamente a los ríos una vez depurada por medios
tecnológicos, claramente superiores a los de la madre naturaleza para la escala
de población y civilización que tenemos. Dudo que lo consiga ya que estoy
seguro de que mejores personas que yo lo han debido de intentar, sin éxito,
pero obviamente es un gran problema que “desvirtúa” bastante la utilidad de mi
profesión.
Pero, ya, si eso, os comento sobre mas rarezas de estos
aborígenes que son realmente sorprendentes, como digamos la colocación de los
CDs en las tiendas de discos usados que verdaderamente me desquician, otro dia
que hoy tengo pendiente las lecturas de este mes.
Mi primera lectura, Lost
And Wanted, que trata sobre una profesora de física que, pese a no creer en
fantasmas, en fuerzas supernaturales, en pseudo-ciencias o en otras chuminadas,
recibe una llamada de su mejor amigo un par de días después de su muerte, era
una elección arriesgada ya que podía ir en el sentido de ser una apología de la
imbecilidad o bien resultar entretenida. Afortunadamente se trataba mas del
segundo caso que del primero y si bien es un poco aburridilla a ratos pues
tiene algunas cosas fascinantes como cuando habla de las categorías en las que
todos tendemos a clasificar a los demás, o al resto el mundo (ya sabéis eso de “el mundo se divide en dos tipos de
personas” pero generalizado a n), refiriéndose a ellas como “… nothing more than comforting fictions,
like Bohr´s atomic model, which is pretty and so sensible – its particles
orbiting the nucleus like a miniature sun and planets – that´s is still the
definitive representation. This is in spite of its
incompatibility with everything we now know about the very tiniest pieces into
which the world can be broken”. Es decir, algo, que sabemos equivocado ya que el número de
grupos (n) en el que se divide en mundo tiende, si no bien a infinito, si hacia
el número de personas que componen el mismo, pero que, en su sencillez nos
resulta reconfortante (a priori, ya que cuando mantenemos la división en un
número mínimo de categorías nuestro riesgo de estar iniciando el germen del
racismo o cualquier otra discriminación, es peligrosamente elevado).
Otra de las referencias físicas interesantes – que seguro
sorprende, especialmente a los zurdos o a los promotores de la igualdad en
todos los sentidos – es al premio nobel de física 1957 sobre la no conservación
de la paridad en las partículas que refleja que la naturaleza si tiene una
preferencia en cuanto al giro de las partículas, que girar hacia la izquierda o
hacia la derecha no es igualmente probable. Vamos, que un tipo de giro es más natural que el otro.
Aunque sin ser un experto en física ni en deportes un
comentario que tiene sobre que en el futbol (soccer) no está permitido golpear
el balón con la cabeza no sé si me hace dudar del resto de contenido sorbe
física o si sirve para reafirmar que seguramente este bien, ya que de todos es
sabido que la gente que entiende algo de física no tiene ni idea de futbol, y
viceversa. Algo que seguramente sea tan falso como el átomo de Bohr, ya que se,
a ciencia cierta, que hay gente que no tenemos ni idea ni de uno de otro, así
que puede que haya algún tipo de gente que tenga idea de ambos.
Con todo, mi parte favorita es cuando cita a otro autor para
decir “ancients talk about morals and
virtue, while all we talk about is businnes and money” y resulta que el
autor que está citando es Rousseau.
Como el propio autor dice, pues imagínate lo que Rousseau pensaría ahora de nosotros y nuestras conversaciones.
Como me había quedado con ganas de comprarme The Border en Madrid, por no tener que
cargar con ella durante la escala en Dubai y en general durante el viaje y como
es una novela que no estaba en The
Women´s Bookshop, o yo no conseguí encontrarla, pues me acerqué a la otra
librería rival, Unity Books, a ver si
la tenían. Y la tenían, aunque he de reconocer que con una escasa presencia
para ser un best-seller mundial.
La novela, que parece ser la última parte de la trilogía de
la droga de WInslow, es mejor que la segunda parte – que era maleja – pero peor
que la primera parte – que era excepcionalmente buena. Es la típica novela que
sería buena, incluso muy buena, si no fuera de Don Winslow (y el Don no lo
pongo yo, en plan signo de respecto – que por alguno de sus libros seria
merecedor – ni en plan Don Pepito – que suena a pitorreo y no es merecido
- si no que en este caso viene con el
apellido) pero que siendo de Don Winslow pues se queda un poco corta. Le faltan
diálogos brillantes, supongo que por querer proporcionar verosimilitud al tema
ya que las personas normales y los diálogos excepcionales raramente van de la
mano, y le sobra información que no hace avanzar la historia al ritmo deseado.
Vale, puede que esta última queja sobre un exceso de
información sorprenda viniendo de mí, un tipo al que le llama la atención y le
interesa la información prácticamente sobre cualquier cosa (desde la física de
partículas hasta las características diferenciadoras de los tipos de hielo y
nieve de los esquimales) y tenéis razón, no es justo en un sentido estricto.
Pero qué le vamos a hacer, mucha de la información del libro es como la información
que se contiene en las clases de historia y a mí no me llega. Otras,
ciertamente me ha interesado mucho, como descubrir que existe algo llamado CCA
(Corrections Corporation of America) que es una empresa pública pero cotizada
en bolsa. Es decir que pese a su carácter público se mueve por objetivos
comerciales y que, por lo tanto, en palabras del propio Winslow “CCA
wasn´t in the business of releasing inmates, it was in the business of
retaining them” lo que obviamente parece un poco contradictorio con algunos
de los objetivos de rehabilitación o incluso de integración que igual se le
podrían suponer.
Algunas otras me suenan increíblemente extrañas pese a que
alguna parte de mi cerebro las considera como ciertas e incluso cree haberlas
sabido ciertas en algún momento como la tradición de que no has de devolver
nada que te presten en día de los Santos Inocentes. Ahora mismo, y al leerla,
se me hizo totalmente extraña y pensé que sería una tradición limitada a
México, pero ahora, al ponerme a escribir en este blog, la tradición me suena y
estoy casi seguro de haberla tenido por cierta en algún momento (aunque no creo
que nunca la haya “practicado”, en el sentido de pedir algo prestado el día de
los inocentes siendo consciente de que no tendría que devolverlo ni acogerme a
la usucapión).
Difícil saber que es verdad y que recuerdos son inventados a
posteriori. Especialmente para alguien como yo, cuya memoria es cada vez más un
queso de gruyere lleno de agujeros debido a las impurezas de la materia
original o de la materia que lo rodea. El caso es que mi memoria es tan mala
que el otro libro que compre para acompañar la compra del de Winslow fue For The Good Times. Digo tan mala porque en cuanto llegue a casa
me di cuenta de que era de un autor del que acababa de leer un libro que no me
había gustado nada, algo que en caso de haber recordado pues seguramente
hubiera considerado a la hora de comprar, o no comprar este libro. El caso es
que, si el otro libro de Keenan no me gusto este, en el que el tema me es en
cierta medida más ajeno (al fin y al cabo, el crecer con el peso de una banda
terrorista y con una violencia cotidiana me es más o menos ajeno por mucho que
la transición no fuera la balsa de aceite que nos quieren hacer creer tampoco
era la Irlanda de los setenta, ni Madrid en los ochenta era el país vasco) me
ha gustado algo más.
Leer, o releer, sobre los carteles de Sniper at Work que había por Irlanda, no para avisar de la
presencia de los francotiradores si no para asustar dejando claro que esa zona
era, estaba bajo el control del IRA, o leer (esto si totalmente nuevo para mí)
sobre una forma de cometer un crimen sin realmente cometerlo, dejándole esa
tarea a un inocente conductor de ambulancia, dejando a la víctima simplemente
inconsciente en la calzada a la salida de una curva en un punto mal iluminado y
pedir una ambulancia urgentemente (que sería el que al final atropellaría a la
víctima) que es realmente un retorcimiento del catolicismo muy propio como el
de matar para evitar abortos o el cometer asesinatos para seguir siendo
católico, como el caso del IRA.
Pese a toda esa violencia que hay en esa época en ese lugar
siempre hay sitio para un poco de humor como la opinión sobre el nombre de otra
facción denominada “Free State Volunteers” sobre la que uno de los personajes
solo puede decir “Volunteering is for
Unionists and for fucking Ulster-ísts, far as I’m concerned, he says. Republicans runs armies, not charities”.
Tras esta pequeña traición, o infidelidad, a mi librería de
mujeres – por una buena causa, en mi opinión – mi siguiente compra empezó con My Sister, the serial killer cuya idea
general era buena, una de las protagonistas recibe una llamada de auxilio de su
hermana que le cuenta que en defensa propia a matado a su novio. El principal
problema es que este es el tercer novio al que mata accidentalmente y en
defensa propia. Pese a que esto podría dar para una interesante historia,
incluso divertida, la verdad es que al final todo se diluye en una historia de
amor y, en cierta medida, celos, apareciendo además un personaje que se
recupera de un coma solo para guardar el secreto o, no se sabe bien para que… y
la historia flojea bastante, con escaso sentido del humor. LO mas gracioso es
cuando habla de la lluvia y de como “In the western world you can walk or dance
in the rain, but here, the rain will drown you”; algo que estoy seguro es
verdad y que obviamente proporciona unos referentes culturales diferentes.
Podría parecer que How
to bake π lo compre en la librería de mujeres como si fuera un libro de
recetas y con la idea de comprar algo femenino, pero, nada más lejos de la
realidad. De hecho, el libro tiene el subtítulo de Easy recipes for understandng complex maths y al hojearlo en la
librería la idea me pareció divertida: explicar matemáticas comparándola con la
cocina. Ya, ya sé que alguno, o alguna, estaréis pensando pues vaya
planteamiento más machista, así que, para usar recetas de cocina para explicar
matemáticas, pues vaya es que crees que las mujeres no podemos entender algo
más complicado que una receta de cocina, o que para interesarnos (a las
mujeres) en las ciencias hay que acercarlas a un mundo que nos sea “propio” como la cocina. Pues no, nada más lejos de esto ya que nadie
ha dicho que este sea un libro para mujeres (aunque la sospecha existe ya que
lo he comprado en la Women´s Bookshop de Auckland), ni yo, ni tampoco la autora
(si, está escrito por una mujer a la que se le ha ocurrido la idea y el título,
así que a mí no me miréis).
Si bien creo que la idea es bastante maja, la verdad es que
el libro me ha resultado un poco aburrido (a ratos) e incluso un poco
desorientado. No tiene un equilibrio claro entre las matemáticas básicas (tipos
de números y sus relaciones), algunas matemáticas intermedias (las funciones,
los grupos, anillos y similares) y las matemáticas más avanzadas como la teoría
de categorías o la topología y sus propiedades. Con todo tiene partes entretenidas, entre ellas
la que y ava a ser una de mis frases favoritas sobre aprendizaje: “feeling stupid for not having understood
something before just shows that you are now cleverer than you were then”.
Tambien tiene algunos recordatorios de temas muy
interesantes (siempre, pero especialmente para esas discusiones de sobremesa)
como el teorema de la imposibilidad de Arrow que explica (en cierta medida)
porque no existe un sistema de voto justo (definiendo previamente lo que es “justo”,
como es obligatorio), o esos ofertas de algunos servicios de telefonía o viajes
que van contra las reglas del mercado ya que es más barato que te vendan más
cosas que qué puedas comprar lo que necesitas (p.e. si te hacen una oferta de
fibra más teléfono pero no quieres en teléfono te cobran más que con ambas
cosas, algo que claramente va contra la esencia del precio justo por el
servicio, o como puede ser más barato volar de Londres a Madrid pasando por
Roma y Oslo que volar directamente).
En fin, no ha sido un mal mes en cuanto a lecturas ni
tampoco en cuanto a mi estancia en Nueva Zelanda, aunque todavia estoy muy
lejos de coger un ritmo vital que me haga feliz poco a poco voy estableciendo
algunas pequeñas rutinas que me dan satisfacción (como la correspondencia con
mi hermano) pero otras todavía me quedan lejos como volver a practicar magia
con cartas, escribir a mi sobrina (e incluso a mi sobrino), avanzar en mi libro
o escribir más sobre mis recuerdos en este blog (antes de que terminen
totalmente borrados).
Sobre este último tema (los recuerdos) Barcina me ha mandado
unas fotos que requieren una historia para acompañarlas, pero en plan tráiler aquí
os dejo lo que se suponía iba a ser una prueba fotográfica definitiva de cuál
de los hermanos (Vincent o Theo) estaba más calvo rota en la soledad de un
bosque de Maine (donde pasan cosas verdaderamente extrañas). Ya, si eso, en la próxima
entrega hablamos de ese viaje.
Lecturas
Lost and Wanted – Nell Freudenberger
The Border – Don Winslow
For the Good Times – David Keenan
My Sister:
The serial killer – Oyinkan Braithwaite
How to Bake
π – Eugenia Cheng