sábado, 11 de mayo de 2024

Comentario de textos – marzo 2024

La verdad es que iba a empezar esta entrada (ya lo había hecho) contado mi periplo médico, del que algo avance en la última entrada, pero he me he dado cuenta de que llevo mucho retraso con esta entrada (e incluso con la siguiente) y tengo mis dudas de que mis cuitas medicas tengan algún interés salvo el de mostrar alguno de esos absurdos del mundo medico en el que un médico piensa que tu bulto de la espalda es “casi una minusvalía” y al siguiente medico (mas especialista) tienes que explicarle donde esta y de qué tamaño es ya que él no parece darse cuenta; o que durante casi doce años te hayan estado prohibiendo la cafeína y casi cualquier estimulante (lo que, extravagantemente, incluye tanto el regaliz como la tónica) para que un nuevo endocrino te diga que “eso no está nada claro, que no hay relación entre café y tensión” y que “un par de cafés al día, no son ningún problema”; o que si tienes un problema de azúcar que antes nadie había visto (si, es inevitable que si vas al médico te “encuentren” algo nuevo; es como era antes llevar un coche al mecánico, ibas porque tenías una rueda pinchada y te decían que lo que era preocupante era el ruido que hacia el carcomino flautico, que diría el excepcional Forges) lo que debes hacer es zamparte medio kilo de fruta diario porque claro la fruta no tiene azúcar; o que eres perfectamente apto para que te operen con una anestesia general (si, sorprendentemente lo soy) pero que como a el (al anestesista) no le viene especialmente bien el día que a elegido la doctora (justo después de la semana santa) pues que te vayas a ver a otro especialista (al endocrino para que te ponga a regimen ya que pese a ser apto así eres inoperable. Si, ya nada significa lo que significa: las notas son de 1 a 14 - el cero no existe - y se aprueba con un cuatro) solo para al final acabar operándote solo con anestesia local y con otro anestesista. En fin, todo bastante delirante pero demasiado cercano para aplicarle el humor necesario.

En cualquier caso, he decidido no entretenerme comentando los detalles de la profesión médica y de mis relaciones con ellos (ya, si eso, otro día hago un monográfico) y solamente informar a aquellos posibles lectores con los que no tengo un trato periódico que me han operado de un bulto que tenía en la espalda (ese que para algunos médicos era causa de incapacidad y para otros pues ilocalizable sin indicaciones precisas) y que todo ha ido estupendamente aunque me temo que es posible, probable, o incluso seguro que me quede una estupenda cicatriz en la espalda. 


Ahora, a la espera de que este lunes que quiten todos los puntos, grapas realmente, y que se me cure la incomodidad de tener un número elevado de ellas en la espalda (nada comparado a haber pasado una semana con una botella de drenaje colgada del costado) pues ando pensando en que historia inventarme para justificar, en el futuro, esta cicatriz, que como la han hecho tan recta no puedo atribuirla al ataque de un cocodrilo en una visita al saneamiento de Madrid o al de NYC y atribuirla a la clásica puñalada por la espalda pues no parece lo más acertado. Acepto ideas al respecto.

Y ya puestos a poner fotos impropias en esta entrada, para que valoréis vosotros mismos si merecía la pena quitarme el bulto, si es que se notaba o no, si podía servir como inspiración para el personaje de Alíen, pues os comparto una visa de perfil y otra de espaldas del bulto sacadas de una resonancia (que como había tiempo ya que al anestesista no le apetecía trabajar a la vuelta se semana santa) encargo mi cirujana (pero que no supo mirar ya que su ordenador no le dejaba descargar las imágenes).







Pues eso, que, en cualquier caso, en un par de días, el tema de mi bulto ya será un asunto completamente zanjado, incluso conociendo mi memoria en un par de meses ya no debería ni acordarme de este episodio, si no fuera por la única secuela es previsiblemente me quedara (salvedad hecha de la cicatriz) sera la de tener que seguir viendo al endocrino para que me prohíba todas las cosas que dan satisfacciones en esta vida. Así que (para no seguir retrasado) a por las lecturas, no de este mes, sino del anterior: de marzo.

Pues mis dos primeras lecturas son cortesía de mi amiga Maria de la O, con la que pude tomar un café a finales de febrero, con la que espero tomar otro en breve y mantener esta agradable actividad muchas más veces y que esta vez además de nuestro intercambio tradicional pues me dejo otro en préstamo: Xandru de un paisano asturiano (que sí, que yo soy de Cangas de Onís, igual que mi hermano es el mejor escritor asturiano para los periódicos locales, de allí, aunque un conocido mío – de familia de Cangas pero no nacido allí – me obligara una vez a enseñarle mi carnet de identidad para verificarlo, creo que porque le parecía fatal que yo lo fuera y el no).

Sobre esta primera lectura pues no sé si decir si me ha gustado o no; algo que para los más críticos será un claro indicador de que no me ha gustado pero que para los que me conocen pues sabrán que es algo que ya me ha pasado con muchos otros libros y que no significa nada especial. En este caso es la base de la historia – que es una especie de saga familiar o histórica, pero basada en la reencarnación de los personajes – lo que menos me ha gustado ya que me resulta confusa y desorientada.

Además, aunque sea una perogrullada, se nota que el escritor es “de letras” cuando escribe esta frase: “Pretender reconstruir el pasado a partir de los escasos testimonios y restos arqueológicos que nos han llegado equivale a calcular el tamaño de un iceberg a partir de la pequeña porción de hielo flotante que pasa ante nosotros: el naufragio está servido y con él, de propina, la hipotermia.” En fin, precisamente el tamaño de un iceberg es lo único que puede calcularse a partir de la parte que asoma, lo que no puede calcularse en la forma o hacia qué lado se extiende que probablemente sea la cusa de ese futuro naufragio, pero, el tamaño, el tamaño sí que se puede calcular.

También se nota, se le ve un poco el pelo, que su cultura musical contemporánea (entendiendo como contemporánea de los años setenta; que ya ves tú lo que tiene de contemporáneo: que la distancia temporal entre ahora y los setenta es como la que había entre los ochenta y los años treinta y nadie, en los ochenta, clarificaría de contemporánea la música de finales de los años 20) pues tampoco es muy convincente aunque se atreva a mencionar “… desde que oí por primera vez Ziggy Stardust, adquirí la convicción de que David Bowie era un dios. Si me hubiera criado en otro barrio, sin la presión de tener que robar o mendigar, a lo mejor no me hubieran sorprendido tanto aquellos guitarrazos desinhibidos, pero en mi ambiente la guitarra eléctrica era un instrumento que se tocaba casi con respeto y yo diría que, al revés, separando las cuerdas de la caja y haciendo que su vibración se apartara lo más posible del instrumento…”. Es verdad que Bowie tiene guitarrazos desinhibidos pero contemporáneo a sus arañas de marte pues estaba el inicio del punk donde dejabas de ser punk si se te ocurría tocar la guitarra de otra forma que no fuera rasgando todas las cuerdas hacia abajo; rasgar hacia arriba o evitar las cuerdas superiores ya se consideraba virtuosismo. Pero bueno, el seria de otro barrio o, más probablemente, de otra aldea (lejana y aislada).

Si este primer libro era con vuelta, ya que era de su hermana (creo que incluso recomendado por la hermana) el libro que me intercambio fue Apiste para codornices, una colección de cuentos de Saki que pese a este nombre de pluma y de ser birmano de nacimiento es uno de esos escritores del clásico humor inglés (si no lo conocéis pues pensad en Roald Dahl, que es mucho más que un escritor de cuentos infantiles, y si lo conocéis también, que siempre hace bien pensar en los cuentos de Dahl). Este libro, característico del autor, incluye unos dieciocho cuentos en poco más de ciento cincuenta paginas lo que hace que, ya puestos a decir analogías musicales – chorradas -  se pueda decir que Saki es, algo así, como los Ramones: todos los cuentos tienen una rapidez envidiable y todos (o casi todos) una idea excelente (como la del tipo que viaja para tatuarse con un artista muy famoso y al que luego no dejar salir del país porque está haciendo contrabando de arte) y hacen una lectura ideal para cualquier momento (ideal para tener en el cuarto de baño para las visitas que tengan un apretón) que siempre pueden dejarte una frase excelente como ese: “Desde luego, era deplorable que alguien tratase la verdad como un artículo temporal del que se hubiesen agotado ya disculpablemente todas las existencias” (frase que es buena pese a la deficiencia de la traducción ¿articulo temporal? ¿disculpablemente?, no sé, no se).

He de reconocer que no sabía que las últimas palabras de Saki fueron “Put that bloddy cigarette out!, que no las dijo por ninguna cruzada antitabaco (no era tan moderno y estoy convencido de que era fumador de puros o de pipa) sino porque estaba en una trinchera en plena guerra mundial, razón por la que fueron sus últimas palabras, ya que le voló la cabeza un francotirador alemán (que no era un francotirador muy bueno, ya que no acertó al que estaba fumando sino a Saki, que estaba al lado, pero cosas que pasan y algunos, las estadísticas seguro, dirán que fue otra víctima prematura del tabaco: que el tabaco le mato con tan solo 43 años).

Tras estas dos lecturas y habiendo visitado mi librería de referencia para abastecerme (el plan perfecto para cualquier día y hora: visita a Méndez a por libros y a El Riojano a por una palmera de chocolate, todo en la calle mayor y ambas con puerta de calle) empecé El Valle, he de reconocer que con Trevanian en la mente, por aquello de que era un thriller ambientado en los pirineos (ya, ya, es una referencia excesivamente culta pero así es uno, tiene estas extrañas asociaciones así que no os preocupéis si no la habéis captado).

Como novela, pues no está mal (nada que ver con Trevanian, eso que quede claro, si tan siquiera con algunas de las más flojas) pero no me parece un autor para recordar y buscar. Es posible que tenga una opinión sesgada porque hay un primer error demasiado pronto en el libro cuando el protagonista, que va a recorrer una amplia zona de los pirineos, “en una tienda de souvenirs y de deporte adquirió un mapa topográfico 1:25 y una brújula de senderismo...:”. En fin, con esa escala no necesitara un mapa si no la tradicional guía de los taxistas (antes de la llegada de los móviles) y probablemente varios tomos (algo incómodo para hacer senderismo, creo).

Tras este error cuando un poco más adelante proporciona una estadística que parecería prometedora, a la par que redonda, como “la producción mundial de cemento es de un metro cubico por habitante cada año” que merecería la pena recordar si no hubiera tenido el error anterior, pero a estas alturas uno tiene sus dudas y decide olvidar este dato inútil y ya ni meterse con Morrissey (el líder de los Smiths y el vegano mediático por excelencia) con ese “Con la edad, Morrissey se había vuelto un imbécil” que se queda corto por la imbecilidad y largo por el plazo (es más que un imbécil y en menos tiempo) hace recuperar a este lector la alegría por el libro.

Con todo he de reconocerle que, pese a que la historia es la típica de asesinatos cuasi rituales, deja un par de frases buenas como esa “Irene era un poco como esos jefes que afirman que quieren fomentar la participación, pero que imponen su punto de vista desde el principio de la reunión y luego demuestran cierta predilección por las intervenciones que lo avalan.” y que se consideran modernos y que hacen brainstorming (que consideran algo muy moderno, como, digamos, el kale); o esa otra que podría explicar, en parte, porque cierto tipo de ejecutivo joven tienen problemas para pensar adecuadamente ya que “Martin había leído en alguna parte que las corbatas eran nidos de microbios y también que comprimían en exceso las arterias del cuello, reduciendo por consiguiente el flujo de la sangre al cerebro.”

Pues con esto llegue hasta el inicio de la semana santa que a la luz de que mis problemas médicos no avanzaban decidí irme a Piles a leer y hacer mis cosas (o sea a hacer nada) y allí empecé La Luz de Norte, una novela cuya premisa solo puede ser fruto de un japonés: un arquitecto – tras la crisis – diseña y construye una casa que le llena de satisfacción y de reconocimiento pero, al cabo de un tiempo se entera de que la casa esta vacía, de que la pareja que se la encargo no vive allí… así que decide investigar que ha pasado y porque no viven en esa casa.

No solo es japonesa la premisa, sí no que también lo es la relación de las personas con el trabajo como la del padre que, siendo encofrador, en presas, consideraba que él era una parte importante del proceso de construcción, que él había construido la presa, se sentía como un héroe por participar en la construcción y consideraba que “Construir presas era conquistar la naturaleza… Una presa es como la mano de Dios: recoge y almacena cada gota de lluvia y nieve que cae en las montañas y la reparte generosamente entre todos nosotros.” aunque esto más que exclusivamente japonés es simplemente de otra época, de la época en la que no solo se podía, si no que había, que conquistar a la naturaleza (como si ya ni hubiera que hacerlo) y sentirse orgulloso y parte principal del trabajo que se hacia colectivamente.

Aunque no estoy muy de acuerdo con la respuesta (creo que es demasiado ilusoria) uno de los personajes se hace una pregunta que yo diría debemos hacernos todos de vez en cuando, cuando pensamos en otras personas de ámbitos diferentes, para probar eso de la empatía: “¿Qué clase de vida llevaría yo si hubiera crecido y nacido en aquel barrio? Sin duda una vida en la que habría podido conservar todo aquello de lo que no quería desprenderse, pero sin poder huir de las cosas que quería dejar atrás.”

Con todo, mi frase favorita de toda la novela, porque, aunque todo el mundo me vea de otra forma, yo soy un tipo sensiblero (aparte de hierático) e incluso a veces llorica (de interior, o por lo menos del interior de mis habitaciones privadas), es “las lágrimas tiene el poder de arrastrar hacia fuera toda clase de emociones.”, razón por la que ,a veces en la intimidad (como el que habla catalan) lloro de risa, de pena y por emociones estúpidas.

Hace poco, ya he hablado de ella un par de veces, descubrí a la escritora canadiense Louise Penny que se ha convertido en una de mis autoras favoritas (con Rozan y Larson, creo, aunque seguro que me olvido a alguna) así que fue ver su nueva novela, El reino de los ciegos, y cogerla para reservarla para un buen momento (Piles por ejemplo)

Realmente no sé si asunto de la traductora o de la novelista, pero leer una versión de una frase que en mi casa era casi un mantra (sin la referencia al resentimiento, ni al hermano) como “seguro que abrigaba algún resentimiento hacia un hermano que había nacido con estrella… mientras que él había nacido estrellado.” en un personaje de Canadá me reafirma en mi predilección por esta escritora, o por la traductora.

Pero no solo esa, sino “El desorden de los cajones contrastaba con la pulcritud de su escritorio. La vida de mucha gente era así: una habitación ordenada y un armario revuelto; una encimeras impecables y caos dentro de los armarios de la cocina.” Que me parece una descripción perfecta de la vida de mucha gente que conozco y sobre todo de sus cerebros, junto con esta que te puede sacar de dudas: “Por regla general, si tienes que mentir es que estas haciendo algo malo.” Para mí, de momento, entre mis escritoras favoritas, mis descubrimientos, de los últimos años.

Empiezo a pensar, agradezco incluso, que hay un boom de la literatura japonesa en España, o por lo menos que empieza a haber muchas más traducciones de clásicos y de no tan clásicos (en el sentido temporal) por lo que este mes he podido incluir a dos japoneses (además de un tercero que fue el que intercambie con Maria de la O) y mi siguiente lectura fue Nowaki. Se trata de una novela interesante pero más clásica en sus formas y en su planteamiento, en el que, según la que escribe la introducción, hay tres tipos de personalidades (personajes): “el socialista aboga por un cambio radical en el sistema político y económico de Japón; el joven disoluto busca confort material y experiencia sensual y los antepone a la actividad productiva; el joven angustiado abraza una versión nihilista sobria cuestionado la importancia de todo sistema moral de cara a un mundo sin esperanza.” Casi nada, ¿Cómo os quedáis? Pues eso, para que luego digan que yo soy más de novelas de crímenes o entretenimiento; que no, que también leo cosas de pensar o eso cree la de la introducción.

Es verdad que como yo no soy tan intenso como para hablar de estas cosas lo que he señalado ha sido las medidas de un tatami, cuya “superficie estándar en Tokio es de 1,76 x 0,88” lo que a) que es como 1,5 metros cuadrado y b) que parece que es variable; y también, que, al parecer, Banzai! no significa Victoria ni nada semejante (que era lo que yo siempre había pensado por las películas bélicas de mi infancia) si no que viene a ser un ¡Viva! y, literalmente, según la traductora, “diez mil años”, algo que tiene un extraño parecido con el brindis italiano de “cien años” que sale en el padrino (una de esas películas que prueban que no siempre es mejore el libro) y otras películas de mafiosos. Curioso, diría.

Otra frase con la que no consigo decidir si estoy de acuerdo o no es “Presentar a una mujer bella a un hombre solitario no puede considerarse un acto de buena voluntad. Muy al contrario, es un auténtico crimen.”, supongo que depende de las circunstancias específicas, pero es verdad que, en algunos casos, más de los deseables, es lo segundo.

Mi última lectura de este mes fue A cuerpo de Rey, una novela de detectives, diría canónica, en la que lo más sorprendente es que uno de los personajes de llama Alfred Xavier Quller (nombre que supongo que al autor le resulta sumamente exótico y de malvado malvadísimo, o no, que no hago spoilers).

Coincido plenamente (salvo por lo de estimulante, que cuando lo tienes que hacer año a año, deja de serlo) con su explicación de que “hacer obsequios supone uno de los enigmas más estimulantes de la era moderna. La mayoría de la gente no sabe cómo pedir lo que quiere; la mayoría ni siquiera sabe que es. Se pasan vidas enteras buscando, encontrando y luego dejando atrás lo que todo, desde los textos sagrados a la televisión, les han inculcado que querían. Unos quieren hijos, pero se dan cuenta, cuando ya es demasiado tarde, de que a menudo los hijos no los quieren a ellos. Hombres y mujeres buscan el amor, lo encuentran y luego despiertan una mañana para encontrarse con la cruda realidad de que se dejaron el frasco abierto y la preciada pasión se ha evaporado. Los monjes meditan sobre mantras consagrados con la esperanza de alcanzare la iluminación y luego caen en la cuenta de que la plena conciencia no cambia nada.”

Pero me gusta incluso mas esta de “El maestro demoniaco tenía los ojos oscuros fijos en mí. Sus palabras eran una especie de examen, aunque no alcanzaba a discernir de que asignatura.”, tal vez porque hace unas semanas estuve de profesor en un curso (20 horas en cinco días) en el que cada vez que preguntaba algo a algún alumno tenía una sensación de que no sabían ni de que asignatura les estaba preguntando (y eso era fácil ya que solo había una) y que igual pensaban en mi como “demoniaco” (quiero pensar que no ya que luego les hicieron que me evaluaran y la verdad es que salí bastante bien parado, con notable algo de promedio y con sobresaliente en algunos aspectos pero… vete a saber)

En fin, pues eso, hasta aquí mis penas (tratara con médicos) y mis alegrías (leer y tratar con otras personas) por lo menos hasta la semana que viene que intentare ponerme al día ya sin mis puntos y con los resultados de una biopsia de mi alien que la médico ha decidido hacer, o está obligada a hacer por protocolo y cuyos resultados no preocupan lo más mínimo. Son cosas de médicos y de protocolos, médicos que, lamentablemente, son muy distintos de aquel que le escribió a Churchill para una visita a estados unidos durante la ley seca una receta (un certificado medico, realmente) que tenia que tomarse como mínimo un tercio de botella de alcohol con cada comida.


En fin, como no creo que yo consiga algo así de ningún medico actual, que parecen mas centrados en las prohibiciones y las dietas que en mejorar la vida del paciente, pues ¡Divertíos asaltando el castillo!

 

Lecturas

El ojo vago - Xandru Fernandez

Alpiste para codornices -  Saki

El Valle - Bernard Minier

La luz del norte - Hideo Yokoyama

El reino de los ciegos - Louise Penny

Nowaki - Natsume Soseki

A cuerpo de rey - Walter Mosley

2 comentarios:

  1. Hoy desayuné palmera de chocolate de El Riojano. No sé qué me gusta más, si los descubrimientos novelísticos o los culinarios...

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    1. así sin avisar, sin compartir y a traición merecido me lo tengo por no avisarte (personalmente) de la presentación de Rafa... pero es un plan estupendo...palmera y librería o del revés

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