sábado, 3 de mayo de 2025

Comentario de textos – marzo 2025

En fin, pues, aunque no lo parezca por el retraso que llevo en comentar mis lecturas no ha sucedido nada raro y todo está bien a este lado de la pantalla. Mi tardanza en escribir solo se debe a que estoy algo desbordado de trabajo y, lo que es peor, de un trabajo que me induce a procrastinar ya que no es especialmente interesante y en el que además dependo del trabajo de otras personas que no están bajo mi control lo que me crea demasiada tensión ya que a) odio a la gente y b) la gente cada día trabaja peor, con el mínimo interés, creyendo que lo saben todo pero demostrando un desconocimiento básico de casi todo, probando, una vez más, la veracidad del efecto Dunning-Kruger, lo cual hace que se refuerce la “a” anterior y me tengan un poco, mucho, hasta los mismísimos y me hagan, en lugar de trabajar menos, tener que trabajar más ya que primero me toca revisar lo que han hecho, abroncarles por las mierdas que preparan para finalmente tener que acabar haciéndolo yo casi desde cero. En fin, supongo que son o cosas de los tiempos que corren o cosas de la edad que voy teniendo y de la perdida de la escasa, casi nula, paciencia que me caracteriza.

En fin, que como voy bastante tarde con mis comentarios y habiendo ya despotricado del mundo exterior y de los personajes que lo habitan pues, sin más preámbulo ni introducción, me paso a los comentarios del mes anterior (en breve, espero, los de este mes).

Empecé el mes sin nada que leer, pero resulto que en el Wurlitzer se habían dejado – además de la tradicional multitud de prendas de ropa propias del invierno y de diversos artículos electrónicos y no – un par de libros y dio la casualidad, no recuerdo porque, que pase por allí y me los lleve para aprovecharlos y saber qué tipo de cosas lee el público, o más bien el público poco cuidadoso con sus cosas, o con sus libros.

El primero era Llenos de vida, que se supone es una sátira de la sociedad americana de los cincuenta y que hoy encajaría en algún genero de esos de auto ficción o como se llamen cuando uno novela una historia en la que los personajes se parecen demasiado a los de du propio entorno y el protagonista es casi identificable con el autor, en este caso un escritor que va a ser padre y pues tiene una especie de crisis/cambio de su pasado rebelde a su vida convencional (o creo que eso es lo que intenta contar el autor/protagonista). El caso es que no me ha interesado lo mas mínimo y no creo que tenga nada destacable.

El otro libro olvidado era La campana de cristal, que curiosamente también pasa en los años cincuenta, lo que me hace sospechar que igual los olvido la misma persona, ya que es mucha casualidad que los dos retraten la misma época, aunque igual no, ya que este está dedicado por ser un regalo de cumpleaños y el otro no. Por este si sentía curiosidad ya que la autora es uno de esos lugares comunes de las feministas de la que yo, creo, no había leído nunca nada (hasta ahora no sabía bien porque). Teóricamente – según la contraportada – pues es “un clásico de permanente actualidad, certero en su retrato de la enfermedad mental y la alineación moderan”, pero una vez más debe de ser que yo no lo he captado en su verdadera magnitud y me ha aburrido bastante y me ha parecido una novela insignificante de la que solo salvo una frase en la que una atea cuenta que hablo con un cura: “le conté que yo creía en el infierno, y que cierta gente, como yo, tenía que vivir en el infierno antes de morir, para compensar que después se lo perdían porque no creían en la vida después de la muerte”. Supongo que es un pensamiento excesivamente católico para mi gusto con el que no estoy nada de acuerdo, pero, oye, me parece curioso.

Leídos los dos olvidos, teniendo en cuenta que la persona que los olvido nunca volvió a por ellos pues cada vez estoy más convencido de la premeditación del dicho olvido y que no se trata de poco aprecio a los libros sino casi de lo contario.

Tras estas lecturas extemporáneas pues ya era hora de visitar mi librería de referencia (ya sabéis, pero yo, cual influencer, si bien sin nadie en quien influir, que publicita cosas lo repito, Librería Méndez en la calle mayor) y hacerme con algo que me apeteciera y, con un poco de suerte y con la ayuda en la selección previa de mis libreros, incluso bueno, muy bueno o excepcional. Vete a saber.

Mi primera lectura fue El misterio de la mujer tatuada, que puntúa para mi japonés del mes y que encima, oh sorpresa, es de detectives con una mujer involucrada, que encima esta tatuada (y todo esto sin spoilers de ningún tipo). La verdad, aunque nada sorprendente en la propia historia, es una novela que se deja leer muy bien y que además de curiosidades que yo desconocía como que el rey Jorge V de Inglaterra y el zar Nicolás II tenían tatuajes hechos en Japón (para que luego digan que los tatuajes históricamente son barriobajeros) y de frases curiosas pero ciertas como “la distancia más corta entre dos puntos puede resultar ser un circulo” (referido en este caso a las investigaciones por asesinato pero ampliable a otros geometrías o sistemas con restricciones) junto con algún otra negligencia matemática cuando “Takezo había legado la mitad de su propiedad a su hermana menor, HIsashi, y un tercio a Knue Nomura” que igual no es negligencia pero que deja abierta la duda de que paso con el resto (que os invito a calcular cuánto es, y si tiene sentido que sean los impuestos y en ese caso a cuánto ascienden)  por supuesto también tiene frases sobre los tatuajes como esa de “No quería hacer como esas cobardes que empiezan a hacerse un tatuaje y luego abandonan porque no aguantan el dolor. Tatuarse es como vivir una historia de amor: hay que llegar hasta el final sin importar cuando duela.”

Con todo, casi por lo que me toca, mi parte favorita es esa de “En el corazón de cada hombre se oculta al menos una pizca de maldad, y las personas que expresan esos impulsos oscuros a través del habla tienen menos posibilidades de que ese veneno espiritual los invada por dentro y los lleva cometer un crimen, como sucede en ocasiones con los tímidos y los conformistas que un día cualquiera cogen un puñal o una pistola y hacen estragos.”, así que ya sabéis, mejor que aguantéis mi sarcasmo y/o mi lengua viperina ya que la opción, que a veces sopeso, pues igual os resulta desfavorable.

No tuve tanta suerte con mi siguiente elección, La ballena varada, que sinceramente no conseguí que me interesara nada y creo que su única virtud es la de ser corta y uno de sus grandes defectos es el uso del gaélico en el texto sin traducir y sin anotar. Completamente olvidada.

Si me ha gustado bastante Silencios que matan, en la que la protagonista es una abogada que trabaja para una red de solucionadores de problemas, básicamente una agencia de comunicación, pero con ramificaciones un poco menos limpias que se van sabiendo a medida que avanza la novela, y que se dedica a arreglar escándalos y a evitar, o mantener (no lo tengo claro) esa frase que todos sabemos que es cierta en la mayoría de los escándalos de famosos (ya sean sexuales o de dineros): “Nadie habla, pero todo el mundo cuchichea.”, que realmente es el motivo por el que no hay más escándalos pero los que hay son como más grandes. Hablar más, cuchichear menos; es mi recomendación.

Sobre el tema de los escándalos diré que estoy de acuerdo con los personajes y los sexuales no me interesan, ya que “la vida sexual de los demás es como sus sueños – repone Mae -. Solo me interesan si salgo en ellos.”, y con los de dinero pues me cuesta, a veces, entender las cantidades y necesito ponerlos en perspectiva con cosas como “¿sabes cuál es la diferencia entre un millón y mil millones? Un millón de segundos son once días. Mil millones de segundos son treinta y dos años.”, vamos, que hay cifras económicas que no puedo ni imaginarme lo que representan.

También me siento muy identificado con esa frase de “Pero si algo me ha enseñado esta vida, te lo juro por Dios, es que existe algo llamado “libre albedrio”. Tenemos libre albedrio. El problema es que no todo es mundo está por la labor de respetarlo.”, que obviamente puede leerse de dos formas: que no lo ejercemos o que no nos dejan ejercerlo, y no se cual es más habitual.

A priori casi nadie dudara de que un libro que se llama Café y cigarrillos tiene grandes papeletas para gustarme, aunque la verdad es que a mí el café, como café, pues no me gusta especialmente (lo que me gusta del café es el concepto, no el producto) y la verdad es que me ha gustado, aunque no sea una novela ni tampoco una recopilación de cuentos.

Tiene cosas muy curiosas como ese “Mark Twain supuestamente dijo que renunciaría al cielo si allí no se podía fumar. Tenía razón. Las cosas solo se pusieron interesantes cunado Adán y Eva comieron el fruto del árbol del conocimiento y fueron expulsados del paraíso: por fin termino ese aburrimiento infinito, ese vacío mental y ese regocijo constante. Los dos se convirtieron en seres humanos y a partir de entonces pudieron conocer el mundo y a sí mismos.”, pero dudo de si estoy de acuerdo ya que igual sería mejor que estuviera prohibido y acabaran expulsándote; o el origen del color magenta que, según el autor, viene de una ciudad de Lombardía donde “el 4 de junio de 1859, murieron tantos soldaos que el suelo se tiño de rojo. De allí proviene el nombre del color magenta”, o del de Barcelona “los argonautas perdieron un braco aquí durante una tormenta: el noveno, de diez en total. Heracles lo encontró destrozado en la costa y en ese lugar fundo una ciudad: Barca Nona, «el noveno barco»; Barcelona.”, ambas bastante dudosas, casi tan dudosas como indiscutible la de “se había dado cuenta de que la palabra listen, «escuchar», tenía las mismas letras que silent, «callado»”.

Mi última lectura del mes ha sido Un puente sobre el tiempo, que es una novela de viajes en el tiempo en la que, para evitar esa paradoja típica de que uno se encuentre con alguien o que cosas que se hagan puedan cambiar el pasado, pues se limitan a traer al futuro a personas que poco antes de que vayan a morir con lo cual es como si hubieran muerto. La idea no está mal, pero si algo me ha enseñado su lectura es que las buenas novelas de ciencia ficción no suelen encontrarse en editoriales de literatura convencional. Esta está editada en Salamandra por lo que, lamentablemente, pues no es buena.

En fin, como veis hoy he sido breve, pero espero poder volver pronto para ponerme al día con las lecturas del mes vencido, mientras tanto ¡Disfrutad asaltando el castillo!

 

 

 

 

Lecturas

Llenos de vida - John Fante

La campaña de cristal - Silvia Plath

El misterio de la mujer tatuada - Akimitsu Takagi

La ballena varada - Elizabeth O'Connor

Silencios que matan - Susan Harper

Café y Cigarrillos - Ferdinand Vom Schirach

Un puente sobre el tiempo - Kaliane Bradley

domingo, 30 de marzo de 2025

Comentario de textos – Febrero 2025

Este mes, una vez más, ejerzo de consultor casi profesional y me pongo a escribir prácticamente el ultimo día del mes (vencido) correspondiente. No solo eso, sino que encima voy a empezar con un dicho popular que he ha venido a la cabeza últimamente: “pitillo que se ha apagado, no lo vuelvas a encender; amor que ya has querido no lo vuelvas a querer”. No, que nadie se inquiete, no me he acordado de este dicho ni por haberme quedado sin tabaco y tener que encender una colilla para calmar mi ansiedad (algo que hace bastante que no me pasa, pero no negare que, en otros momentos de mi vida – fiestas aparte – no haya rebuscado en ceniceros la colilla más larga, y luego la siguiente, para poder fumar); ni tampoco es que me estuviera planteado (como si tuviera opción) volver con alguna ex novia o algo similar. No, por ninguna de estas cosas, pero si ha sido por dos motivos. Por una parte, mi sobrina (con la aportación de sus padres) me trajo de Budapest un juego de cartas y la verdad es que me han entrado ganas de retomar, de volver a hacer juegos de magia, de volver a empezar a aprender, porque pese a que en su día supe, la verdad es que he comprobado que ahora mismo he de empezar otra vez desde cero. Como dice el dicho, parece difícil retomar un buen amor y posiblemente no aconsejable, pero, bueno, voy a intentarlo ¿Quién sabe? Solo tengo que conseguir el tiempo y empezar e igual en un par de meses, estoy suplicando vuestra atención para que veáis algún juego (o lo que es, algo, más probable, es que esta intención se quede en un buen propósito y el juego que me regalo mi sobrina quede relegado a el baúl de los juegos varios y yo no tenga que andar suplicando vuestra atención). De momento ya he localizado las barajas, algunos libros e incluso he pasado algunos videos a un formato que pueda ver cómodamente. Ya veremos…

El otro motivo por el que ese dicho ha vuelto a mi cabeza es que ordenando cosas me encontré una carta de mi gran amor, contando su versión de nuestro amor. Si ya en su día esta carta me pareció muy injusta (igual algún día os cuento que dice y porque me pienso esto) la verdad es que el tiempo no ha mejorado mi opinión sobre esta carta (que afortunadamente había olvidado) pero, eso sí, volver a leer lo que escribió de mí y de nuestra relación creo que ha sido una de las cosas más dolorosas que me han pasado en mucho tiempo. Así que solo puedo daros un consejo: tener mucho cuidado con las cosas que guardáis, porque en cualquier momento las volvéis a encontrar y como cantaba aquel (y yo escribí una vez en una pared, la única vez que he escrito algo en una pared): “Now those memories come back to haunt me. They haunt me like a curse. Is a dream a lie if it don't come true, or is it something worse?”

Pero a lo que vamos, que se me acaba el domingo y todavia me queda la tarea de contaros mis lecturas del mes.

Empecé el mes con el primer préstamo de mi amiga Maria de la O (que en nuestro penúltimo intercambio en lugar de un solo libro pues me dejo dos): Yo por dentro, que es un libro de “recuerdos” de ese famoso actor guaperas que, entre sus mejores cosas, estuvo casado con la bellísima Jessica Lange y, entre las peores, fue el guionista de la infumable Paris, Texas en la que lo único bueno era la presencia de la también bellísima Nastassja Kinski. Con este último dato, algunos ya os haréis una idea de lo variado y desvariado del libro que afortunadamente esta mejor que el guion de esa obra maestra mencionada (a la que parodiaban Orejudo o Raja, no recuerdo cual, probablemente ambos, en una nota de visionado de las que repartían a la entrada de los Alphaville, que pese a ser ficticia podría haber sido cierta). A los demás pues no os cuento nada por si acaso sentís un ansia de jugar a cultureta ochentero que viene a ser lo mismo que los hípsters actuales, pero cambiando algunos detalles menores, para lo que creo que es un libro excelente.

Tras visitar mi librería de referencia (si, lo vuelvo a decir por si no habéis pasado últimamente, ya sabéis a donde dirigir vuestros pasos, a la librería Méndez en la calle Mayor) empecé La Rey, novela que prometía por aquello de que su protagonista fuera una reina del narcotráfico (curiosamente del narcotráfico paraguayo, algo que yo desconocía que existiera debido a mi desconocimiento de la geografía de américa latina, Sudamérica o como se llame ahora). La historia pues es excesivamente típica (o típica en el sentido cinematográfico, que no quiero decir que hacerse narco sea una cosa típica de paraguayos. Nada más lejos de mi intención, que hasta esta lectura no sabía que existía un cartel, o más de uno, paraguayo) y tal vez lo único no típico sea el salpicado de frases en una lengua local (desgraciadamente sin notas al pie para saber que quieren decir exactamente) a lo largo del libro. En este sentido, aunque me entra la duda de si la palabra Kuña se refiere a la obsidiana, que al parecer en Paraguay es un nombre de mujer, o a las mujeres en general que es lo que parece deducirse siendo un genérico para mujer “está formada por Kû (lengua) y Aña (diablo)” siendo un término habitual para referirse a las mujeres. Parece que tampoco es una sociedad especialmente feminista.

Mi siguiente lectura fue Animales pequeños que trata sobre una chica joven que se ha mudado a vivir a Londres, sus aventuras y desventuras, sus relaciones con su amiga, con su hermana y con el mundo en general. Confesare que no me ha dejado ninguna huella y que, si alguien me preguntara, diría que no ha gustado, pero… como tengo mis marcadores me veo obligado a reconocer que tiene frases (ideas) que si me gustan, como esa de “Este, barrio es como un niño al que sus padres dejan solo demasiado a menudo. Triste, peligroso. Sucio”; o esa otra sobre “Estoy convencida de que la espera es el peor castigo inventado por el ser humano. Los animales no esperan, solo contemplan, cuando miran estáticos a algún lugar están dejándose existir sin saberlo.” que puede que sea el motivo por el que procuro nunca llegar tarde (para no infligir el castigo de esperarme o, más real, porque no me fio de que me esperen si llego tarde) y también la actitud que adopto frente a la espera siempre que puedo (que no siempre lo consigo y, a veces, me falla el zen); al fin y al cabo a mí también me “fabricaron con el mismo material seco, de afectos rudimentarios, torpes en la expresión emocional, como dos insectos sin antenas.”

Vallesordo es una novela que estaba casi seguro de que no me iba a gustar, al fin y al cabo, la historia de un chaval de un pueblo de Zamora que quiere ser bailarín de un programa de la televisión y para el que lo más importante son sus coreografías y acudir al casting del programa, pues como que no me interesaba prácticamente nada. Pero, oye, nunca se sabe y, pese a ser yo un partidario acérrimo de algunos prejuicios (los basados en el buen juicio, mi buen juicio) decidí darle una oportunidad. Al fin y cabo así es como descubre uno las coas, probando. Bueno, una vez leída pues ya lo sé. A mí no me ha interesado nada.

Sé que mi amiga Maria de la O se va a enfadar conmigo, ya que últimamente no consigo que me gusten las novelas que intercambiamos y La muerte de Vivek Oji, sin parecerme mala (que casi ninguna de las que intercambiamos me lo parece) pues no me ha convencido. Entiendo que haya sido una novela de bastante existo, ya que su autore (si, no es una errata, es que se presenta, en la nota biográfica, como elle) pues toca un tema, el de la vida, y la muerte, de un transexual en una pequeña ciudad de Nigeria (si, como lo habéis oído) que puede tener cierto interés considerando la situación actual en otros países y las evidentes similitudes con ciertas mentalidades que hacen que la historia pues no sea especialmente nigeriana, sino más bien de cualquier parte, creo que se queda en aspectos bastantes superficiales de un tema que podría ser interesante. En fin, pues eso Maria de la O, que me encanta que me descubras libros y autores que yo desconozco e incluso temas por los que solo siento un interés académico así que no te enfades y sigue en la línea de intercambios. Yo encantando, aunque pueda parecer lo contario por la crítica.

La verdad es que yo también escojo novelas con temas que me son absolutamente ajenos, precisamente por eso mismo porque son cosas que desconozco y que me pueden interesar. Porqué si no me leería una novela sobre dos mujeres que se conocen en el Vietnam de los sesenta y para las que, de formas distintas, la maternidad es un eje central de sus vidas o de su relación que es la idea central en Absolución (vale, también habla del colonialismo, de los robos de niños y de otras cosas; que ningún libro, solo los muy malos, va de una sola cosa).

Aquí he de reconocer que el motivo principal para cogerla no fue su tema central sino su ubicación geográfica ya que me apetecía leer algo sobre un país en el que pese a haber pasado cincuenta días pues desconozco prácticamente todo ya que pensaba que tendría más color local, pero las dos amigas pasan casi todo el tiempo en bases americanas por lo que ni eso, salvo alguna referencia como “¡el nuoc mam, aquella inmunda salda de pescado!” que ciertamente es ubicua en Vietnam y realmente apestosa.

Ya fuera del color local, pues siempre da gusto leer variaciones sobre cosas que uno ya sabe, o ha leído antes, como “Stella me dio una vez que el profesor habría podido llevar una vida feliz si no hubiera leído nunca un solo poema”, y también descubrir algunas nuevas como “Es desconcertante no saber siquiera donde reside tu esperanza. También una bendición, supongo. El encogimiento de hombros que se quita de encima la culpa.”

Pues eso, nada especialmente relevante este mes pero seguimos y ¡Divertíos asaltando el castillo!

 

Lecturas

Yo por dentro - Sam Shepard

La Rey - Reynaldo Sietecase

Animales pequeños - Mercedes Duque Espiau

Vallesordo - Jonathan Arribas

La muerte de Vivek Oji - Akwaeke Emezi

Absolución - Alice McDermott

domingo, 23 de febrero de 2025

Comentario de textos – Enero 2025

Casi se me pasa el mes de febrero sin escribir – así de liado ando últimamente – pero en este último domingo he decidido posponer un par de cosas que tengo que hacer y otras que quiero hacer hasta mañana para sentarme a contaros de mis libros y, en mucha menor medida, de mis cosas.

Casi inevitable comentar algo de Trump, que ya lleva, o tan solo lleva, un mes en su segunda parte como presidente, y parece que hará bueno el dicho de segundas partes nunca son buenas, más cuando para esta segunda parte cuenta con el apoyo de un bufón que casi da más pánico que el personaje principal. Solo lleva un mes de mentiras, bravuconadas y delirios por lo que parece que todavía nos quedan cuarenta y siete (afortunadamente, de momento, aunque a él le gustaría cambiarlo, pues solo serán estos meses ya que no puede haber más suyos. Solo espero que al final no sea como la frase que le digo a todas mis exnovias “otro vendrá, que bueno me hará”). Podría ser muy comentable eso de que alguien que presume de ser el “más liberal” (con permiso de Milei, su motosierra, bastantes peperos y, aunque no guarden relación con los ejemplos anteriores, citando a Cervantes pues con “gitanos, murcianos y demás gentes de mal vivir”) y que quiere desmantelar el estado, la primera decisión que tome sea la de intervenir los mercados planteando aranceles. Ciertamente curioso pero la verdad es que (también aplicable a los últimos escándalos de acosos en formaciones políticas de este país) por seguir con los refranes pues “dime de que presumes y te diré de que careces” pero prefiero contaros como su actitud me ha llevado directamente a recordar las navidades de 1986.

Esa no os la esperabais ¿a qué no? ¿Por qué me recuerda la situación actual a esas navidades?, o incluso mejor pregunta ¿Cómo es que alguien con mi memoria recuerda algo de unas navidades de hace casi cuarenta años? Pues me explico: en esas navidades leí una novela de ciencia ficción en la que el mundo estaba dividido en tres grandes potencias y curiosamente una era los amerorusos (las otras dos eran los sineuropeos y los samuráis) y obviamente el acercamiento entre Trump y Putin obviamente me ha recordado a esos amerorusos verdaderamente majaderos como la esta extraña parejas (o trio, igual debería decir). Estoy casi seguro de que me regalaron, o me compre, la novela solo por el nombre del autor pero la verdad es que en su día me encanto y de hecho en un momento dado que no encontraba mi original (en el que apunte la fecha en la que me lo regalaron, sospecho, ya que pone navidad que es mas de regalo, lo que explica el recuerdo de la fecha tan impropio en mi) me compre otro ejemplar que ahora que tengo mi original es un firme candidato a el próximo intercambio de libros con mi amiga Maria de la O.

Contada esta tontería de actualidad paso a las lecturas que empezaron con una relectura de A Scanner Darkly, novela que me compre en NYC y que es otro desvarío mas del grandísimo K. Dick (autor favorito, de casi cualquiera que haya tenido el gusto de leer sus majaderías o incluso su novela costumbrista y que, si recomendara libros, os recomendaría sino fuera porque más que una recomendación es, simplemente, una lectura obligatoria). En esta novela un policía infiltrado que, mientras persigue a un traficante, toma una droga que no solo altera la mente, sino que sencillamente la divide en dos personalidades que no se reconocen, asi que realmente se está persiguiendo a si mismo (si, él es las dos personas a la vez). Ya, ya imagino que algunos estaréis diciendo “otro panfleto en contra de las drogas que ‘expanden’ la mente por parte de un escritor conservador que no nunca ha probado las drogas” y es verdad que acaba con una lista, no exhaustiva, a modo de dedicatoria final para algunos de sus conocidos con daños tan irreversibles como la muerte e incluso tiene una buena reflexión sobre el consumo (digamos abuso) de drogas: “drug misuse is not a disease, it is a decision, like the decision to step out in front of a moving car. You would call that not a disease but an error in judgement. When a bunch of people begins to do it, it is a social error, a lifestyle. In this particular lifestyle the motto is «Be happy now because tomorrow you are dying,» but the dying begins almost at once, and the happiness is a memory” que, creedme o consultar cualquier biografía de K Dick, no viene precisamente de un mojigato con las drogas, sino más bien de un experto en su uso y abuso y que en términos económicos ya planteaba (o eso dice K. Dick) Villon in 1460 con ese, más económico, “Take the cash and let the credit go” al que K. Dick apostillla “But that is a mistake if the cash is a penny and the credit a whole lifetime” y yo pienso lo mismo, pero oye, cada cual con lo suyo.

Una duda divertida que se plantea en la novela (no, la novela que ese es otro tema) es la de si en el juicio final “… when we die and appear before God on Judgement Day, that our sins will be listed in chronological order or in order of severity, which could be ascending or descending, or alphabetically?” porque como bien explica si es en orden cronológico puede llegar a ser bastante tedioso.

Otra gran sorpresa para mí ha sido descubrir que, al menos en 1977 cuando escribió el libro, el supermercado Trader Joe’s, que ahora es como lo mas en comida orgánica y sana (y tiene unos anacardos deliciosos), estaba especializado en buenos vinos

Tras esta relectura, un japonés (una japonesa, la escritora, digo): A woman of pleasure. Una novela interesante pese a que se centra en una niña nacida en una pequeña isla donde, sorpresa para mi mente occidental “rice was a rare luxury, an imported food” y que a los trece años que es vendida, por sus padres, a un burdel de una ciudad japonesa donde, por supuesto, pues no tiene una buena vida. Ni ella ni ninguna de sus compañeras, y que al final desembocara en una huelga con muchas y muy razonables reivindicaciones para mejorar sus condiciones laborales entre ellas “Number one, lower the price of tobacco” que puede parecer rara si no se aclara que estaban obligadas a fumar para seducir a los clientes y que, como no podían salir del burdel, pues este inflaba los precios hasta límites insospechados lo que arruinaba a las prostitutas aún más.

El caso es que la huelga tuvo éxito y dio lugar a que en 1872 se publicara una ley para regular la prostitución prohibiendo el tráfico humano, la esclavitud y otras prácticas de ese estilo y también de otra ley que la acompañaba que, con buena intención, pero debido a la desafortunada exposición de motivos de la ley en la que se indicaba que “Prostitutes and geishas have lost their human rights and are no different from livestock. No one would expect an animal to pay back the price of its purchase. In the same way, prostitutes and geishas should not be required to pay what they owe to the purchasing establishment.” que casi hizo más mal que bien, ya que a la vez que las exoneraba de la deuda les quitaba sus derechos humanos pues no fue muy bien recibida y se la llamo la “Ley de emancipación animal”. En fin, cosas de abogados.

Mother Night, la compre por ser de un autor netamente famoso pero que para mí era un one-hit-wonder y sentida curiosidad por saber si lo era o no. La historia es la de un personaje que es a la vez considerado nazi y espía sionista por lo que tiene problema con prácticamente todo el mundo y que a mí me recuerda a esa historia de nuestro familiar al que los dos bandos de la guerra civil querían fusilar simultáneamente: los nacionales por desertar con uno de los pocos submarinos de la flota española y los republicanos por ser capitán de submarino del ejecito regular, y en mi imaginario personal imagino que recibió ambas sentencias de muerte mientras estaba en el submarino planteándose que hacer exactamente y como negociar que nadie le fusilara o por lo menos no todavía y al que, en mi opinión y si no estoy meclazdo del todo a distintos familiares, le era completamente aplicable eso de “But I’ve always known what I did. I’ve always been able to live with what I did. Now? Through that simple and widespread boon to modern mankind – schizophrenia” ya que esta fue una cualidad que cultivo durante toda su vida.

Curioso leer que el Chicago, en los mataderos, tienen un dicho muy parecido a nuestro sobre los cerdos donde “They boast that they find a use for everything about a pig but his squeal” y más todavía que las máquinas de escribir en la Alemania nazi tenían una tecla especial para escribir “SS”, que acojonaba mucho más que las dos letras separadas.

El caso es que él cree que lo quieren fusilar por plagiar al autor original pero obviamente no es por eso, sino porque consideran que es el autor original, ya que “Plagiarism is the silliest of misdemeanors. What harm is there in writing what’s already been written? Real originality is a capital crime, often calling for cruel and unusual punishment in advance of the coup de gràce”

Sobre mi siguiente lectura The besieged city lo compre por simple curiosidad, sin tener ni idea de la autora ni de nada, vamos nada especial y más o menos como compro muchos otros libros. La única diferencia es que tiene una introducción en la que se cuenta un poco la historia editorial de la autora, que al parecer triunfo con su primer libro y también con el segundo, y de este libro y de la que solo puede concluirse que es un libro que no le gusto ni a la autora, ni a su hermana, ni a ningún editor, y a todos les pareció una pésima novela. Coincido plenamente.

Intermezzo es una novela sobre dos hermanos, con nada en común (como casi todos los hermanos, creo) poco después de la muerte de su padre por lo que tenía posibilidades de ser interesante y lo es. En el libro uno de los hermanos (el, digamos, menos convencional, que es ajedrecista mientras que el otro es abogado) piensa de su hermano “uno de los pocos principios constantes en la vida de su hermano es el de tomar fervientemente partido en todo conflicto con el que se encuentre, y a continuación ganar ese conflicto empleando un torrente de potencia verbal extrema: un rasgo de personalidad horrible, prácticamente un trastorno.” Y que yo creo que en el caso de mi familia es aplicable a más de un hermano por casi todo el resto, porque si, en casa somos de discutir y de discutir vehementemente. Todos.

Entre sus reflexiones destaco este: “Si lo organizamos todo en torno a los beneficios, en la economía pasan cosas que no tienen ningún sentido. Como en este ejemplo: nadie saca un beneficio de enseñar a los niños, pero toda la económica se vendría abajo si la gente no supiera leer. Y lo mismo con las infraestructuras y un sinfín de cosas” que obviamente tiene una trampa obvia; y este otro: “Recordar que Dios no es Jesus, ese hombre tan majo que iba por ahí sanando a los enfermos y al que le caía bien todo el mundo; ese Dios, por el contrario, es el que hace enfermar a la gente, el que la condena a la muerte por motivos incomprensibles. Jesus, el que sana, el que escucha, el maestro, el amigo de los pecadores, parece en la cabeza de Margaret prácticamente a punto de murmurar: siento lo de mi padre… Jesus es fácil de amar, y Dios, mucho más difícil.” que me parece bastante acertada (sin confundir con ese ahora famosos persona y personaje).

Requiem por todos los muertos es una novela policiaca de esas que tiene una trama compleja con varios asesinatos que solo alguien es capaz de relacionar y tras leerla mi remito a las palabras de uno de los personajes “¿No le parece extraordinariamente complicado todo esto, inspector? A mí al menos me parece bastante ridículo.”

Es verdad que, si me ha gustado mucho esa conversación en una visita médica en la que el paciente, como hacemos todos y por eso nos obligan a ir acompañados, dice que “No es nada serio” y el médico le dice: “¡Oh! Eso dicen todos. Siempre que pregunto a mis pacientes de que murieron sus padres dicen lo mismo: «Oh, nada serio»”

También me ha encantado “De repente recordó su cita favorita de Gibbon sobre el papa Juan XXIII en el siglo XV, que tanto le había impresionado siendo un chiquillo y aun recordaba de memoria después de tantos años: «Los más escandalosos cargos fueron suprimidos y el vicario de Cristo solo fue acusado de piratería, asesinato, violación, sodomía e incesto»”. Si, asi era, o es, parte de la iglesia.

El único motivo por el que compre (si, en mi librería de referencia que de momento hoy no he mencionado pero que ya sabéis es Méndez en la calle mayor) La cada Limón es porque pasaba en Rumania que es uno de esos países en los que considero que he vivido (si bien no tengo un criterio claro para separar aquellos en los que he vivido de los que solo he estado mucho tiempo). El caso es que, una vez comprado, me entere de que había sido ganadora del último premio Tusquets (vale esto lo había leído en la fajilla o en la contraportada) por unanimidad y con Orejudo (Antonio) de director, o presidente, del jurado. Esto, he de reconocerlo, hizo que subieran mis expectativas por el aprecio que le tengo a Antonio e incluso a su criterio literario. El caso es que solo me lo puedo explicar si fue la única novela presentada, sino fue así pues lo siento por el que tuviera que leerse el resto. Es verdad que el dato de Orejudo me ha servido para “deshacerme” de ella en mi último intercambio con Maria de la O (si, de la O de Orejudo, casualmente).

Obviamente como no soy (totalmente) una mala persona a mi intercambio le añadí How to be good, con la excusa de que era en inglés para aportar algo bueno al intercambio y, también por qué negarlo, porque tenía dos copias así que esta probablemente era la tercera vez que leía este libro. Es la historia de un tipo que decide “Ser bueno”, para desesperación de su mujer ya que su forma de ser bueno es muy básica y consiste en meter un Gurú no solo en su vida sino en la casa de ambos y dedicarse a empresas que para no ofender a nadie calificare de naifs (y no de directamente absurdas).

El libro esta lleno de buenas frases como “I don’t believe in Heaven, or anything. But I want to be the kind of person that qualifies for entry anyway.” que suscribo plenamente ya que el cielo (incluso si exsitiera pues yo lo veo como lo que cantaban Talking Heads, una bar en el que nunca pasa nada):


Aunque en el libro se refiere a la pareja del libro, en mi familia y creo que en casi todas muestras relaciones es de aplicación eso de: “Cynicism is our shared common language, the Esperanto that actually caught on, and though I’m not fluent in it – I like too many things, and I am not envious of enough people – I know enough to get by.”, aunque en casa sobre todos “nativos”

Y quien no suscribe eso de “It’s not fair. Love, it turns out, is as undemocratic as money, so it accumulates around people who have plenty of it already: re sane, the healthy, the lovable.”; o quien duda de que “He has a monthly books columns in a men’s fitness magazine, and therefore probably the world’s least-read literary critic.”

Por supuesto Hornby es muy aficionado al futbol (su primer libro fue sobre hinchas ingleses) y británico por lo que le doy mucha credibilidad a su explicación de porque los hinchas escoceses parecen más educados que los ingleses: “.. he explained that the Scot’s fans refusal to misbehave was a kind of weird form of aggression; they hate us so much that even though a few of them would probably like to fight, they won’t, because they want to prove that they are better than us.”

La verdad es que sin ser su mejor libro ha sido un placer esta tercera lectura.

El caso del escritor desaparecido está editado en una colección de clásicos de la novela negra de la British Library del que, de momento, sigo cogiendo uno cada vez que los veo. La particularidad de este es que está escrito bajo seudónimo y por una mujer, tarama que en cierta medida se traslada al libro en el que nadie tiene claro quién es el escritor desaparecido. Obviamente todo el mundo cree que no puede ser una mujer porque, según la opinión generalizada, carecen de la profundidad para la escritura pese a que como se pregunta una candidata a ser el escritor desaparecido “¿Acaso su madre, sus hermanas y sus tías eran taradas de nacimiento? ¿eran su primar medio tontas, era estúpida su abuela?”

Obviamente descartada la posibilidad de que sea una mujer (Una estúpida mujer) se establece la idea de que podía ser una banda “¿una banda? Si, en cierto modo, aunque el ermitaño de Temple era el auténtico escriba. Era el, con su conocimiento, quien recogía y expresaba en palabras las extrañas experiencias y conocimientos de una camarilla de ex convictos, hombres que habían estado en contacto con hecho violentos, estafas y engaños de todo tipo. Ninguno de ellos podría haber escrito las novelas de Lestrange, pero sin su ayuda esas novelas no habrían sido posibles.” Cualquier posibilidad menos una mujer, aunque ahora haya una banda de escritores que firme con nombre de mujer e incluso otra que firme con un anagrama (y no en anagrama).

Ya para acabar el mes, otro japonés o japonesa porque al parecer es uno de estos tipos que se han hecho famosos por YouTube ocultando su identidad y que ahora publica un primer libro Strange Pictures (anunciando ya la siguiente). La verdad es que es una novela bastante simple, pero con una trama que luego resulta ser rebuscada (al fin y al cabo, es japonés) que se basa en unos dibujos y la interpretación de los mismos. A mí solo me ha parecido un divertimento que no está mal pero que es casi una especie de acertijo tramposo. Eso sí, entiendo que haya tenido existo entre los que consumen canales de internet.

Como curiosidad uno de los misterios que plantea es que de un pastel solo parece haber siete trozos y claro es muy raro que se hayan cortado siete trozos, casi imposible, a menos que seas mi hermana Helena que no sería la primera vez que acaba con siete porciones al cortar una pizza, por lo que tiene que haber un trozo “desaparecido”.

Otra curiosidad que se convierte en un chiste malo es saber que la denominación de origen mejor de Japón no es Kobe (como creemos por aquí) sino Yonezawa (ya lo sabéis para cuando se ponga de moda que lo leísteis aquí primero) que como también es un apellido pues le permite al mismísimo Yonezawa, hacer el chiste malo de que toda la carne de su barbacoa es de Yonezawa.

En fin, pues eso… ¡Divertíos asaltando el castillo!

 

Lecturas

A scanner Darkly - Philip K. Dick

A woman of pleasure - Kiyoko Murata

Mother Night - Kurt Vonnegut

The Besieged City - Clarice Lispector

Intermezzo - Sally Rooney

Réquiem por todos los muertos - Colin Dexter

La casa limón - Corina Oproae

How to be good - Nick Hornby

El caso del escritor desaparecido - E. C. R. Lorac

Strange Pictures -  Uketsu

domingo, 12 de enero de 2025

Comentario de textos diciembre 2024

Pues un año más ya se han terminado las navidades y aunque no han sido de las mejores pues tampoco han sido de las peores, igual que todo el año: ha tenido sus cosas buenas y malas, incluyendo sobresaltos y cosas que podían haber acabado peor pero bueno, es lo que hay. Desde el punto de vista de las lecturas también ha habido de todo, al fin y al cabo este año he leído ciento once libros (podían haber sido ciento doce, pero el ultimo del año lo he alargado hasta enero porque me apetecía dejar las lecturas en ese número tan poco redondo pero elegante, digamos). Entre lo mejor del año (aunque igual en alguna otra entrega me extiendo mas) pues esta, entre mis autores preferidos, la de Penny (la de las multitudes) y entre los desconocidos pues, posiblemente, la de Shriver metiéndose con el fitness (con la obsesión por); la de Svensson, que merece un lugar destacado por no ser de ficción y sorprendentemente, aunque puede por que sean de las más recientes, las dos elegidas para Alvaro en NYC.

En otro orden de cosas la verdad es que este inicio de año me ha traído recuerdos de mi infancia, concretamente de los últimos años que vivimos en la calle Viriato, por razones de cierta repetición: recuerdo acompañar a mi padre a comprar estanterías (básicamente unos rieles que se atornillaban a las paredes, y que tenían ranuras para montar en ellos, a la altura que uno quisiera, unas escuadras que sujetaban las baldas) y, también de montar estos por toda la casa, pero especialmente en el pasillo que era el único sitio en el que quedaba espacio libre. En mi recuerdo era una actividad que llevábamos a cabo “los hombres” de la casa y que estaba siempre acompañada por las protestas continuas de mi madre que decía insistentemente, cada vez más enfadada, “Esto tiene que acabar, los libros van a echarnos de casa.”, pero no falta de razona ya que había zonas del pasillo en las que había que pasar de lado y con mucho cuidado. Recuerdo esto como hechos recurrentes, en mis recuerdos esta operación de montar estanterías era algo que sucedía, yo diría, cada año y que no tenía visos de solucionarse, ni seguramente posibilidad de continuar ya que empezaban a no queda paredes en la casa en la que montar mas estanterías. Todo parecía indicar que era una situación sin salida… pero sorprendentemente fue el futbol, concretamente el mundial de 1974 que gano Alemania un verano que pasamos toda la familia en Mallorca, el que termino con estas disputas periódicas. ¿Cómo, os preguntaréis, o no? Pues fácil, mi madre (mis padres) pues quedo embarazada, todo parece indicar que celebrando la victoria de Alemania en la colonia alemanda que era (y seguramente siga siendo) Mallorca por lo que ya no eran solo los libros los que “iban a echarnos de casa” sino que ahora se planteaba la mudanza ya que otro miembro de la familiar, al parecer, requería más espacio: al fin y al cabo, los hermanos ya compartíamos habitaciones (una los chicos y otra las chicas) y cuando nació mi tercera hermana pues estuvo decidido el tema y nos mudamos a la que sería “la casa familiar” en Nicasio Gallego. La verdad es que, aunque la casa era más grande, pues ganar, ganar espacio los hermanos no ganamos y seguimos compartiendo habitación los chicos y las chicas, pero, por lo menos, los libros consiguieron una habitación para ellos solos en la que mi padre monto su biblioteca y un despacho para trabajar y los demás pues más baños, más cocina, más salón y esas cosas. Pues eso, que por si no queda claro este inicio de año he tenido que comprar nuevas estanterías para reubicar mis libros y casi seguro que este hecho es el que me haya traído estos recuerdos de mi infancia, con los que aburriros en este inicio del año, así que, tras esta digresión, si bien podría pasar a las lecturas del mes que son bastantes os contare un misterio, una inquietud, que me ha surgido.

En casa de mis padres – en Viriato 52 – pues había una bandeja para dejar las cartas que con, con ciertos daños, aún conservo, esta:

El caso es que siempre había pensado que se la habían regalado el año que mis padres compraron la casa, o después, con ocasión de algún evento en el que solo participo mi padre, pero hoy la he mirado con calma y he visto que el sello dice “IV centenario de la muerte de Carlos I” y como tenía el teléfono a mano pues he mirado la fecha a la que correspondía este evento (que yo de historia, lo justo o un poco menos) y se trata de 1958 (el cuarto centenario, digo). Y esto me ha confundido ya que mis padres no se conocían en esa fecha y dudo mucho que mi padre ya tuviera la casa de Viriato en esas fechas. Otra cosa más que no encaja en la historia familiar

Diciembre empezó con un viaje a Piles, viaje un poco obligado para comprobar si después de las tormentas de octubre todo estaba bien pero que había ido aplazando ya que las noticias eran que no había pasado nada en toda “la contorná”, pero la verdad es que yo prefiero Piles fuera de temporada (también me gusta en temporada) pero el mar está más bonito en los meses fríos (bueno, lo que allí se considera frio que, ya te digo que no) y mi primera lectura era Freedomland que me apetecía bastante ya que había leído otra novela del autor que me había parecido muy buena e incluso la historia prometía: una mujer blanca llega a emergencias ensangrentada diciendo que un hombre negro le ha robado el coche violentamente, algo que tampoco sería gran cosa pero es que la mujer cuenta que en el asiento de atrás estaba durmiendo su hijo pequeño. Claro esto, complica la historia pasando de ser un robo a un secuestro o, incluso, a un posible asesinato de un niño blanco por un hombre negro. SI esta historia podía dar juego, con las tensiones raciales que conlleva, la verdad es que a mí me ha decepcionado y me ha parecido totalmente falta de ritmo.

Como cosas buenas esta la explicación obvia de porque nadie debería/podria creer en el terraplanismo ya que basta con ver llegar a una mujer (hombre, animal o cosa) en la lejanía para saber que la tierra es curva ya que “… appearing headfirst, like the mast of a sailing ship sounding the curve of the earth…”

Además, este consejo sobre educación me parece impecable, y no solo para tratar con niños sino casi con cualquier persona que intenta imponer su voluntad (que es una característica básica de los niños y de muchos adultos): “I have found out, as a parent, that the best way to, curtail a child’s negative behavior, a child’s action, is to withhold the reaction”; si, muchas veces la mejor reacción es no reaccionar, así de sencillo.

Como ya había pasado por mi librería de referencia (si, lo vuelvo a decir que, aunque les va bien, pues siempre puede ir mejor y agradecerán vuestras visitas: Méndez en la calle mayor, de Madrid para aquellos desorientados) pues también me lleve a Piles la última de Rivas (autor que más o menos me gusta, o eso creo recordar): Detrás del cielo, que al parecer está escrita originalmente en gallego, pero traducida por el mismo autor, algo que en principio pues parece extraño combinado la reivindicación lingüística con el negocio.

Se supone, según fajilla y contraportada, que es una novela negra e incluso el propio autor pone una cita que explica la diferencia entre novela negra y novela policial (la segunda intenta explicar un crimen y la primera explicar la sociedad con el apoyo de un crimen) con la que estoy de acuerdo pero que en este caso hace que no sea policiaca ni realmente negra (no hay un crimen claro) y sea simplemente una novela de la Galicia rural con sus toques de contrabando de drogas y prostitución mezcladas con chanchullos inmobiliarios. Un poco típica y flojilla desde mi punto de vista, aunque contiene un dato interesante y plausible como el de “que por el diámetro medio, en un litro cabrían 122.200 gotas”

Personalmente me resulta confusa esta afirmación del protagonista, que entiendo que intenta reflejar una mentalidad católica del suicidio (obviando el significado de las palabras, como esas personas, por no añadir calificativos, que en una discusión te dicen “no seas tiquismiquis, eso es solo una cuestión semántica”, como si esto, la semántica, el significado de las cosas, fuera un asunto menor): “Y entonces me pregunto si había pensado alguna vez en el suicidio. Y yo le dije la verdad. En quitarme la vida, sí. Algunas veces. Pero en el suicido, nunca.”  Con la que podría estar de acuerdo en el sentido de haber pensado en la muerte, en la propia muerte, pero nunca en el suicidio.

Como ya habréis deducido por otras compras, una novela titulada El rio pues es, para mí, de compra obligada (aunque empiezo a pensar que hay una clara profusión de títulos con temas hidráulicos, hídricos y similares que me preocupa ya que casi me siento espiado en mis compras) incluso aunque no tenga buena pinta, como en este caso, en el que se recogen una seria de historias cuya conexión entre ellas, se supone que, es que la protagonista pasea por las orillas del rio Lela (un afluente del Támesis, en las barriadas de Londres) aunque a veces recuerda otros ríos, pero que perfectamente y con más sentido podrían haber sido fotografías de las que habla más que de los ríos en sí mismos.

La única buena frase relacionada con los ríos es esa de que los ríos marcan siempre una frontera y que generalmente definen, en una parte, “Un territorio condenado a un estado de decadencia y semiolvido como el que genera todo rio en alguna parte o tolera en sus riberas, alimentándolo aunque sea en perjuicio propio, cosa que el Lea, manso y quieto, parduzco e impasible, no hacía.”, cualidad no exclusiva de los ríos sino de todas las obras lineales, como vías de tren o incluso la calle Bravo Murillo, por poner un ejemplo.

Y hablando de calles, aunque es verdad que el lado salvaje de Bravo Murillo ya no es lo que era, o no lo es en su totalidad, cuando yo era pequeño había zonas en las que “La ciudad parecía el decorado de una película de catástrofes que no llego a rodarse por culpa del vandalismo de los extras.”

Otro apunte hídrico interesante es esta posibilidad de planteamiento de la reconstrucción para parte de las zonas arrasadas en valencia (y Albacete, que no nos olvidemos de Letur) “en muchos lugares se hablaba de poblaciones arrasadas cuyos habitantes, una vez pasadas las inundaciones, habían decidido colectivamente trasladar el pueblo a una mayor distancia del rio, en vez de volver a levantarlo en su antiguo emplazamiento.”, que pese a que podria ser algo a plantearse, dudo que ni se plantee.

Y por último una curiosidad sobre el lujo y, digamos, el reciclaje: “La porcelana de ceniza ósea era valiosa y reputada por su particular dureza y por su tono blanco con reflejos de madreperla. Se decía que tenía el lustre y la dureza de los sanos y recios dientes de una muchacha.”, que te hace mirar la porcelana buena con otros ojos.

Ya de vuelta en Madrid, tras haber dejado algunos libros sin leer en Piles para futuras visitas, decidí intercalar lecturas de NYC y de Méndez, empezando por Bunny, novela que tenia una premisa que la hacia prometedora: una universitaria normal decide “inflitrarse” en un grupo de estudiantes pijas (que se llaman una a otras Bunny) en parte para entenderlas y en parte para sabotearlas pero que desbarra cuando las bunny parece que tienen un culto en el que son capaces de crear hombres, a partir de conejos, que las adoran pero que no están completos (casi seguro que esto es una metáfora de algo pero… vete a saber) y ella empieza a integrase en el grupo.

Flojilla y un poco cargante, aunque como no puede ser menos salvo este dialogo “Why do you lie so much? And about the weirdest things? My mother always asked me. I don’t know, I always said. But I did know. It was very simple. Because it was a better story.”, con el que podria, en cierta medida, sentirme identificado.


A resguardo, es una novela sobre americanos de clase alta que se reúnen en una casa de campo preocupados por el ascenso (la posibilidad en ese momento) de que Trump gane las elecciones y que se inicia con la posibilidad de preguntarle a Siri como podrían asesinarles pare dar lugar a que una de ellas decide emigrar a una villa que se va a comprar, así como quien no quiere la cosa, en Venecia por un valor de cerca de un millón de dólares inicialmente pero que ir aumentando poco a poco cuando le van sumando el jardín y un vestíbulo de “¿doce por doce?”. Algo que me lleva a recordar – como me pasa muchas veces e insisto cada vez que doy una clase – la importancia de que todas las medidas tengan unidades ya que, si bien doce por doce tiene cierto sentido en inglés, utilizando como medida el pie, que da un vestíbulo de unos 16 metros cuadrados (posible para un Palazzo veneciano) no es comprensible en el sistema métrico donde sería, considerando que habla de metros, un vestíbulo de 144 metros cuadrados. Así que ya veis: ninguna medida tiene sentido si no se indican las unidades de medida, y esto es una nota para el traductor, nota que amplio a que tampoco tendría sentido decir de 3,96 x 3,96 metros, o cosa similar, a la vez que le felicito por haberme descubierto el concepto de chischisbeo (que os dejo como deberes, si os apetece saber que es)

También me han llamado la atención, por una parte, como hicieron (al parecer, que no lo he comprobado) el reparto de representantes por estados en los estados unidos que se hizo cuando la esclavitud estaba bastante en auge (¿se puede decir así, o es demasiado incorrecto políticamente?) y claro tenían el problema de a cuanto equivalía un esclavo, a cuantos votos de un blanco, y al final parece que se decidieron por tres quintos de persona y de ahí el reparto de representantes por estado; y por otra parte el detalle de la superstición de los trece comensales que, si bien está claro que viene de la ultima cena y que en su versión más dramática no es que de mala suerte, sino sencillamente que uno de los comensales morirá, no queda claro cuál será el elegido para morir, si el que se siente primero, el que se levante primero o el más joven, o cualquier otro factor. (venga, otro deber para los curiosos).

Ya, ya sé que estáis pensando que podría no poneros deberes y contaros las cosas directamente pero como dice una de los personajes estoy casi seguro de que pensáis que “cuando más viejo me hago menos convencido estoy de que mentir sea siempre malo” por lo que, aunque os lo cuente puede que no me creáis.

Por ultimo un consejo de la vida animal aplicable al trato con muchas personas “No prestarle atención, fingir que no estaba allí, era la forma canina de mostrar aceptación. A menudo Bruce deseaba que los humanos se comportaran más como canes.”, que, si bien es un buen consejo hacia mí, que no me importa ser ignorado o invisible, creo que no lo es tanto hacia otras personas que tienen tendencia a enfadarse mortalmente cuando se sienten ignoradas.

A table for two, es una recopilación de relatos (varios relatos en Nueva York y una novela corta en Los Angeles) que sospecho le han publicado al autor tras el éxito de sus novelas anteriores y no, no quiero decir con esto que sean malos relatos y que solo se lo hayan publicado por esto, solo quiero constatar que antes no se los habían publicado. No, son buenos relatos y con frases (o ideas) interesantes como este motivo, si fuera cierto o no valiera cualquier aproximación, para apreciar un poco más una religión porque “How can you not respect a faith that requires you to carry a compass?”; o ese consejo maternal que podría estar, seguro que esta, en cualquier libro de “cómo hacer amigos de como ligar” o en cualquier lema motivacional: “my mother told me it was more important to be interested than interesting.”, o ese otro que contradice lo que mucha gente te aconseja para casi cualquier tarea: “Yep. In Indiana, a young girl had good reason to suspect that lists were the foot soldiers of tyranny – crafted for the sole purpose of bridling the unbridled. A quashing, squashing, squelching of the humans spirits by means of itemization.”, que sin ser una chica de Indiana creo que suscribo plenamente o, por lo menos, parcialmente.

Si estas son buenas, esta es mejor:“The personality of a man always poses the biggest obstacle to his own education, thought Charlie. He’s either too proud, too stubborn, or too timid to submit to the process of discovery. Many of life’s lessons come through trial and tribulation, and the cost of those lessons shouldn’t be taken lightly. But a at least half of what a man hasn’t learned in his lifetime he could have learned with ease. This is one of the insights that comes with age – when one understand the nature of discovery but no longer has the time to submit to its splendors. Thus we are doomed to end our days in an ignorance largely of our own making.”

Pero mi favorita, aunque yo sea el único que no esté completamente de acuerdo con su aplicación en mi caso, es: “But when a man is paid to provide his opinions and he’s had some success in doing so, he is bound to become a little insufferable.” (o igual todos estais en desacuerdo, en mi caso, por ese “little”).

Mi novela japonesa de este mes (no, no es una obligación y probablemente tampoco sea algo que pueda garantizar) ha sido Earthlings, que pese a ser una novela sobre dos primos pequeños (algo que en principio no es bueno) pues acaba siendo interesante ya que ninguno de ellos es del todo normal (ambos acaban convencidos de que son extraterrestres abandonados en la tierra y de que las personas son solo piezas en una maquinaria destinada a la reproducción) o nadie les hace sentir normales, y para ella “From my family’s perspective I was worthless, so it was presumptuous of me to try to do anything positive. It took all my efforts just to remain at my zero level without being a minus.”

El caso es que un verano se escapan para tener relaciones sexuales, pero los pillan y se monta un escándalo en la familia pese a que de ella abusa sexualmente un tío suyo lo que lleva a ella a reflexionar sobre esta hipocresía (más habitual de lo que parece): “It was ludicrous. Grown-ups used children to satisfy their sexual desires, yet the idea of children having sex of their own volition sent them into a total fit. It was laughable. They themselves were just society’s tools, after all! But my womb was still mine. My body would belong to me alone until grown- ups killed me.” Entre otras curiosidades pues ella, ya mayor, se apunta a una página de matrimonios persona sin sexo, ni niños, ni nada (concepto que al parecer existe, al menos en Japón) y se casa siendo feliz por un tiempo con este acuerdo y Bueno, luego pues pasan más cosas.

Society of lies podría ser mejor novela de lo que es, o de lo que promete ser y a mí, pese a que me ha entretenido se me ha quedado corta y falta de algo más espectacular. Es la historia de una universitaria que acude a una reunión de antiguos alumnos y atender a la graduación de su hermana menor pero justo antes de la graduación su hermana muere un accidente que, obviamente, su hermana no considera tal y empieza investigar la vida de su hermana. Esto le acaba llevando por una parte a sociedades secretas dentro de la universidad y a ciertos paralelismos con su propia experiencia universitaria. No es que este mal, está bien pero no tiene casi nada especial y tampoco grandes frases, aunque tenga esta que es un lema excelente: “education means choice, and choice means freedom.”

También, aunque dudo que sea una idea muy compartida, los que para algunos temas somos algo pesimistas, o igual debería decir aquellos que tenemos cierto miedo al porvenir igual encontramos explicación para nuestra falta de verbalización del cariño en ese “I want to tell her I love her, but it’s not something we say often. It feels so final, like we’re expecting something bad to happen:”, que igual se nos ha contagiado mientras crecíamos.

 A Coronado le pasa lo mismo que a la recopilación de cuentos de Towles, que si no fuera un autor de éxito (y, todo sea dicho, uno de mis escritores favoritos) pues no se los habrian publicado y yo no la habría comprado. La principal diferencia es que aquí el cuento principal es realmente una corta obra de teatro que el autor desarrolla (a partir de un cuento que también se incluye) con, prácticamente, el único fin de que su hermano, actor de escaso éxito y perspectivas, pueda representar uno de los papeles principales. Vamos que eso, un trabajo de buena voluntad fraternal. Si bien los cuentos están razonablemente bien, especialmente en el que se basa la obra de teatro, la obra resulta claramente deficiente desde mi punto de vista lo que hace que el trabo fraternal pues no haya lanzado la carrera actoral de su hermano, pero, oye, él lo intento, pero el teatro no es su medio. Si lo son los principios, el del cuento de base es “Your father picks you up from prison in a stolen Dodge Neon with an eight ball in the glove compartment and a hooker named Mandy in the backseat. Two minutes into the ride, the prison still hanging tilted in the rearview Mandy tells you that she only hooks part-time. The resto of the time she does light secretarial for an independent video chain and tends a bar two Sundays a month at the local VFW. But she feels her calling – her true calling in life – is to write.” Y con esto ya tenemos a todos los personajes que necesita la historia, que se complicara como no puede ser menos con un ex presidiario, su padre, como mínimo, ladrón y una prostituta que quiere ser escritora. ¿Qué podría salir mal? Esto sirve tanto para un cuento o para un buen chiste.

Como sobrevivir a tu propio asesinato, es una novela entretenida en la que la típica tía solterona británica muy rica muere asesinada y deja la herencia a quien resuelva el asesinato. Por supuesto la tía tenía sus particularidades, entre otras la de ser algo más que supersticiosa y haber vivido casi toda su vida obsesionada con una lectura del futuro – y de su asesinato – que le hicieron de joven junto a dos de sus mejores amigas. Una novela entretenida para una tarde lluvia o un día en la playa, pero poco más. 

Bournville ha sido mi última lectura del año (bueno, un poco forzada ya que ralentice la lectura del ultimo para que me llegara hasta el año nuevo) y se trata de una novela tipo saga familiar, de esas de varias generaciones, que abraca desde finales del XIX hasta casi hoy en día, centrada en el pueblo de Gran Bretaña que da nombre al libro. en un pueblo de gran Bretaña. obviamente el que da nombre al libro. La curiosidad del libro es que este pueblo es que es uno de esos pueblos que se desarrollan no ya alrededor de una industria, sino promovidos y desarrollados por la propia industria para alojar a sus trabajadores, en este caso a los de la fábrica de chocolate de la familia Cadbury, así que podría decir que lo que más me ha gustado del libro es la relación con el mundo del chocolate, aunque en este caso se trate de chocolate ingles que, como yo desconocía, a primeros de los ochenta desato una guerra del chocolate puesto que como  dice le  explica el gerente  de exportaciones de la empresa al nuevo delegado de ventas para los países escandinavos cuando le pregunta porque no le dan la gestión de toda Europa “La CEE – dijo en un tono muy dramático – no considera el chocolate de Cadbury (ni ningún chocolate inglés, ya puestos) como chocolate… tiene demasiada grasa vegetal y poca manteca de cacao” y no, no era una cuestión de gustos sino que la Comunidad Europea debe de guiarse por una normas “Y en lo que respecta al chocolate, por lo visto los ingleses no cumplen los estándares.”

Sobre los gustos del chocolate y el exceso de grasas no derivadas del cacao, que daban (y dan) su sabor característico al chocolate ingles explica que “… se habían introducido en el chocolate ingles por culpa del racionamiento de la guerra, con lo que llego a la conclusión de que lo que les gustaba a los ingleses de su chocolate era que «les sabia a guerra». Algo con lo que yo puedo solidarizarme completamente porque para mí el sabor del chocolate de mi infancia es el del chocolate quinta clase de Chocolates Chiquilín (el que fabricaba mi familia) que en lugar de cacao pues tenía algarrobas, aunque he de reconocer que el chocolate que todavía me obsesiona es un chocolate de menta que probé en mi primer viaje a Inglaterra y que no he vuelto a saborear en la vida. A veces sueño con él y sigo buscando ese sabor, esa experiencia, en cada chocolate de menta que pruebo (sin éxito de momento).

Sorprendente es enterarse de que “No había pubs en el propio Bournville. No formaban parte de la filosofía con la que se había construido el pueblo. Al fin y al cabo, casi un siglo antes la familia Cadbury había concebido la idea de que beber chocolate era una alternativa al alcohol. Toda la empresa estaba fundada sobre un criterio de moderación. Y cuando se cedió la propiedad de Bournville a la Fundación del Pueblo de Bournville en 1900, en la escritura de cesión se indicó expresamente que «se suprimiría por completo la venta, distribución o consuno de cualquier bebida alcohólica». No, no seré yo quien diga que posiblemente esta es la razón del declive de Bournivlle y del cese de su existencia para convertirse en el parque temático Cadbury World, ya que creo que vosotros habréis llegado a la misma conclusión (sin duda).

En cualquier caso, tal vez mi frase favorita no está relacionada (directamente) con el chocolate sino con la respuesta a una propuesta inglesa de solución de los problemas diplomáticos del chocolate a la que los franceses responden “Bueno, claro, eso está muy bien en la práctica. ¿Pero cómo va a funcional en teoría?” que resume perfectamente no solo la actitud de algunas instituciones políticas sino la de algunos personajes (si, los mismos que dicen, eso de es solo una cuestión semántica para zanjar una discusión sobre lo que significa algo). No sé cuánto de lo que se cuenta es cierto, pero sé que es una gran verdad que “nunca se es demasiado mayor para no comer chocolate” (digan lo que digan los médicos).

Pues hasta aquí hemos leído, y comentado, y aunque podría terminar con la verdad anterior pues, por tradición, termino con mi clásico “Divertíos asaltando el castillo”.

 

Lecturas

Freedomland - Richard Price

Detrás del cielo - Manuel Rivas

El río  - Esther Kinsky

Bunny - Mona Awad

A resguardo - David Leavitt

Table for two - Towles Amor

Earthlings - Sayaka Murata

Society of lies - Lauren Ling Brown

Coronado - Dennis Lehane

Como sobrevivir a tu propio asesinato - Kristen Perrin

Bournville - Jonathan Coe