domingo, 21 de junio de 2020

Comentario de textos Mayo 2020


Pues aquí seguimos, parcialmente confinados en un mundo que parecía haberse quedado sin noticias, o más bien, en el que las noticias habían dejado de importar y solo existía la pandemia, y como consecuencia de ella desde las más estúpidas teorías conspiranoicas hasta las más estúpidas indicaciones de nuestros gobiernos y de los expertos que les asesoran, que tan pronto dicen una cosa como la contraria, o cualquier cosa entre medias, según soplen los vientos y las necesidades de cada grupo político. Eso sí, según ellos,, todo basado en la experiencia y el conocimiento científico, pero sin advertir que ninguno de los dos existe o que cada uno habla de la feria como le fue en ella o de que sobre muchas cosas no existe consenso científico y en la que sí parece existirlo es la única que se han olvidado, eso en lo que todos los expertos en salud solían estar de acuerdo, aquello de que: “Health is more than just disease prevention. For many people, being healthy requires social interactions with friends and family, spending time outdoors, exercise, physical intimacy, and other pleasures of life “.

En eso andábamos y así nos habríamos quedado si no hubiera sido por la muerte, el asesinato grabado en directo, de George Floyd y la llegada del verano, de la temporada turística (no nos engañemos). Las consecuencias de la primera noticia, más que la noticia en sí misma, si han conseguido desplazar a la pandemia de los principales titulares y la segunda, bueno, la segunda, sencillamente ha transformado la opinión de todos los expertos que asesoran a nuestro gobierno y ya, para lo antes posible se podrá volver a lo que nos quieren vender como nueva normalidad., que básicamente pretenden sea un cambio radical en nuestras vidas ni para bien, ni aceptado al menos por mí.
La verdad es que frente a ambas noticias me siento bastante asqueado por muchos motivos.

De los de los expertos en la gestión de la pandemia ya he hablado aquí otras veces y aunque podría añadir cosas, tampoco creo que sirviera de nada ya que últimamente ni el derecho al pataleo me consuela. 

De las consecuencias del asesinato, aunque se podrían hacer (se han hecho) reflexiones muy sesudas (no es lo normal, siendo lo normal quedarse en la parte superficial o tomar decisiones que no acaban de entenderse como la de que HBO retire Lo que el viento se llevó de su catálogo de películas; algo, que si bien no es censura técnicamente – al fin y al cabo, es como si una editorial decide no publicar un libro en concreto, y no como que un estado prohíba un libro, digamos, matar a un ruiseñor, o cualquier otro – para mi está bastante cerca por las características casi monopolísticas del mercado audiovisual) y otras que se encuentran en el extremo opuesto y que dudo que puedan calificarse de reflexiones (ya que a mi entender una reflexión requiere pasar un tiempo reflexionado y no decir lo primero que se te pasa por la cabeza) a mi hay dos temas que me interesan y de los que creo que se habla poco.

Por una parte, está el tema de la militarización de las fuerzas de seguridad (si, ahora se empieza a hablar de ello y algunas personas hablan de que otras hablan de desmantelar las fuerzas de seguridad haciendo una interpretación torticera de lo que los primeros han dicho) y en general de la militarización de la sociedad, de la civil, digo. Para mi es inquietante que las fuerzas de seguridad, la policía local, quiera convertirse en el ejercito y que incluso exista esa visión en la sociedad, esa escala que va de la policía local, a la policía nacional, al ejército, a los cuerpos de elite asumiendo que este es el orden de importancia de desarrollo de la misma. Que se promueva que los policías locales se conviertan en cuerpos de elite, para entendernos ,de asesinos entrenados, en lugar de tender cada vez más hacia la sociedad civil. Seguro que no me estoy explicando, pero intentare hacerlo otro día para que me entendáis mejor, pero me parece totalmente fuera de lugar que un portero o un camarero aprendan krag-maga (o como se llame) en lugar de aprender un poco de educación y psicología para no tener que saber ese tipo de cosas.

Otra cosa que me inquieta, o que me inquietara en un futuro optimista, es pensar que ¿Por qué no ha habido la voluntad de cambiar las cosas hasta que no ha habido protestas, protestas violentas? ¿De verdad debe ser esto así, solo puedes conseguir lo que es justo y necesario moralmente si te dedicas a destrozar cosas? Y no me malinterpretéis, estoy a favor del cambio, más del cambio de estas cosas, pero es solo que me inquieta que el cambio solo se produzca como consecuencia de acciones violentas. Para mí es como decirle a la gente que la educación o la racionalidad no sirven de nada frente a la violencia, que es mejor ser un maleducado violento que una persona educada, que es la única forma de conseguir cosas. No sé, me inquieta que la sociedad mande y reciba este mensaje; aunque para ser sinceros me inquieta más que todo esto pase sin ningún cambio real: ni en la militarización de la sociedad ni en el racismo imperante. Me temo que en cuanto otra noticia retome los titulares toda la lucha por la igualdad quedara en lo que siempre ha quedado, en nada, en agua de borrajas, en otro episodio que nos prometeremos a nosotros mismos, como sociedad, que no volverá a suceder; hasta que suceda de nuevo que nos volveremos a escandalizar.

Pero divago, como siempre al principio, por aquello de que estas entradas traten de algo más que de mis lecturas mensuales. Si, todavía me debo a mi mismo escribir más a menudo para contar otras cosas, pero mientras se cumple esta promesa hecha sin horizonte temporal, vamos con las lecturas.

Como ya os conté el mes pasado la imposibilidad de visitar mis librerías de referencia fue suplida por el préstamo de algunos libros por parte del vecino pintor así que este mes tenía por delante una trilogía de la que solo he podido leerme el primero Annihilation porque su lectura no me ha dejado ningunas ganas de continuar con los otros dos volúmenes. A ver, no es que sea una mala novela solo que no es interesante y no mejora en casi nada la historia ya contada mil veces: una expedición (científica se supone) llega a un sitio completamente aislado en el que pasan cosas muy raras que van a investigar mientras van muriendo uno a uno. Tal vez la única reflexión interesante de toda la novela es la relacionada con el mapa de la zona que una de las expediciones previa (también desaparecida), les ha hecho llegar: “The map had been the first form of misdirection, for what is a map but a way of emphasising things and making others things invisible?”, ya que si tienes un mapa lo que no está en él, pues como que no existe, a menos que seas explorador o, digamos, científico, que son el tipo de personas que, a veces, buscan las cosas que no aparecen en los mapas por aquello de completar el conocimiento ya que un mapa nunca es completo, el mapa no es el territorio que decía aquel.

Mi siguiente lectura era The great man, otro libro en el que el protagonista, se supone, es un pintor (extrañamente también judío), aunque más bien se trata de un libro en el que la historia se inicia con la muerte de ese gran pintor y realmente las protagonistas pues son su hermana (también pintora y famosa) su mujer y su amante. La verdad es que al principio tiene su punto precisamente por el aporte de personajes de, digamos, la tercera edad que ciertamente no salen mucho en las novelas y menos en la categoría de amantes que parece algo reservado para la crisis de los cuarenta o cincuenta. Es una novedad que tiene su gracia, aunque pierde fuelle a lo largo de la historia y del que solo puedo destacar (aunque no esté de acuerdo) su valoración sobre los autistas: “he’s so deeply autistic he’s locked in his own mind; it’s imposible to dislike someone who isn’t fully there. Dislike requires presence”.

Totalmente en desacuerdo ya que yo no requiero la presencia de la gente para que no me guste, de hecho, prefiero que no me gusten a distancia, que estén ausentes y creo que de hecho la falta de presencia (mental) es el motivo de muchos divorcios (según tengo entendido) o de muchos matrimonios infelices.

En fin, como uno no puede vivir solo de los préstamos o de las relecturas me di una vuelta por Amazon para buscar a algunos de esos autores que me gusta leer en ingles por aquello de no traicionar, abandonar en este caso por imposibilidad física, a mis librerías de referencias, ya sabéis; la librería Méndez en la calle mayor y, así, un poco más lejos, pues la librería Fuenfría en la sierra de Madrid, en Cercedilla, aunque que os voy a contar a estas alturas que no sepáis de ambas.

Aunque quería haber empezado por otro libro debido a los misterios de la logística de envío de Amazon pues me llegaron separados los libros que pedí juntos y dentro de los del primer envío estaba The Woman in the Woods, otra de Charlie Parker que, incompresiblemente (Por que la primera edición es de 2018), todavía no había leído. Una alegría reencontrase con Charlie Parker, y ya desde la primera página estaba de acuerdo con el: “Parker wondered if at some point every person reached an age where he or she prayed for a pause to progress, although often it seems to him that progress was just so much window dressing, because people tended to remain much as they have always been. Still, he wished folks would occasionally leave the windows as they were, for a while at least.” Obviamente yo ya he llegado a esa edad e incluso a las mismas conclusiones.

Respecto a la novela en sí misma, pues sigue la saga si bien esta vez el trasfondo de la maldad intrínseca se centra en las mujeres maltratadas y el de la bondad pues en las redes informales de ayuda para las mismas mientras siguen luchando contra el verdadero mal que siempre está en la saga. Pese a toda la fantasía de la maldad absoluta que siempre está en sus libros, los personajes siempre tienen ese toque de normalidad encontrándose en situaciones en las que todos nos hemos encontrado “Parker didn’t know how many beers Walsh might have drunk, but he guessed it was somewhere between ‘too many’ and ‘not enough’”. ¿A quién no le ha pasado tener esta duda, sobre uno mismo o sobre un amigo? (siendo, en ocasiones, el orden un tema importante ya que demasiadas a veces es menos que no suficientes).

Sentirse identificado con Parker es fácil, ya que es el cínico bueno (el antihéroe, supongo) pero la verdad es que en sus novelas siempre hay ideas, formas de expresar estas ideas, con las que, aunque mencione a los nazis, síntoma claro de estar equivocado, uno ha de estar (al menos parcialmente) de acuerdo: “if I could outlaw one concept, the obvious others apart, it would be fucking blind patriotism. It’s nationalism in better clothing. You know who were patriots? The Nazis, and those Japanese fucks who bombed Pearl Harbor, and the Serbs who rounded all those men and boys and put them in holes in the ground outside Srebrenica before going back to rape their women, at least until someone tried bombing sense into them. Patriots built Auschwitz. You start believing that ‘my country wrong or right’ shit, and it always ends up at the same place: a pit filled with bones”. Incluso si en lugar de pensar eso sobre tu país lo piensas sobre tu raza, sobre tu cultura o sobre tu grupo de preferencias sexuales.

Mientras me leía esta novela me llego la que más ganas tenia de leer del pedido que había hecho: Chicago de Mamet, David, que es un autor (fundamentalmente teatral y de guiones) que esta entre mis favoritos. Yo descubrí a Mamet con La Casa de juegos, una película que posiblemente hay envejecido mal pero que yo recuerdo como una obra maestra de las películas sobre timadores. Además, unos cuantos años después (Mamet) me serviría para hacer rabiar a mi hermano en una librería de viejo en Missouri (creo recordar, aunque podría haber sucedido en Maine) al comprar unos libros de Mamet y otros de Goldman y recibir la felicitación del librero por mi buen criterio frente a las cultas compras que mi hermano hacía para impresionarle sin respuesta por parte de aquel librero que había luchado en España con las brigadas internacionales y que Rafa quería conocer. Incluso todavía tiene mucha utilidad para epatar a todos esos aspirantes a actor que trabajan, temporalmente, de camareros, porteros o similares pero cuyo conocimiento del teatro se limita, probablemente, a los musicales.

Vamos, que parcial, parcial no soy respecto a Mamet, así que decir que me ha gustado no será ninguna sorpresa y puede que el hecho de que no me haya gustado tanto como esperaba tampoco lo sea (al fin y al cabo, cada año estoy más pitufo gruñón, o enano gruñón), pero en esta última frase la clave es “tanto como esperaba” ya que gustarme me ha gustado mucho (como prueba la cantidad de marcadores que he puesto en la misma para recordar partes).

Empezando desde la descripción de lo que son las noticias “is that which makes its consumer self-important, angry, or sufficiently whatever the hell to turn to page twelve, and turning, encounter the ad for the carpet sale”, las noticias son la justificación para la publicidad de la venta de alfombras o digamos, por citar algo más de la novela, de ese anuncio “How could… Al Capone escape… from absolutely… any scrape? Burma-Shave” que, aunque no he conseguido encontrar en la red me parece creíble; pasando por esas casualidades, o igual supersticiones, como que “the armistice has been signed on November 10, and hostilities were to cease on the next day: the eleventh day of the eleventh month on the eleventh hour” y por que no ese tipo de frases que siempre sorprenden como “the first phrase he’d heard, in basic training, was that those looking for sympathy could find it in the dictionary, between ‘shit’ and ‘syphillis’”  o esa otra de la plegaria de los aviadores “not ‘do not leave me die’ but ‘don’t let it be my fault’”, que resume todo un concepto vital.

Ya digo, la clave es “tanto como esperaba” ya que de Mamet yo esperaba mucho, mucho; tal vez demasiado.

Tras Mamet le tocaba el turno a Kerr y a su póstuma y treceava novela de Gunther: Metropolis que, si he de decir la verdad, estoy casi seguro de que no es la treceava (o la siguiente a la doceava) si no que es algo que han sacado de un cajón para hacer caja. A ver, no me mal interpretéis, no es una mala novela, pero tampoco es tan buena como debería ser y el hecho de que la acción transcurra antes de la de las primeras novelas de la serie pues da que pensar. El personaje, naturalmente, no es tan cínico, tan de novela negra, como llegara a serlo o casi diría como empieza siéndolo en la trilogía berlinesa ya que aún no le han pasado tantas cosas, hablamos de su primer caso como policía y el personaje pues no es tan el mismo. Con todo, la historia se sostiene y a lo largo de la misma hay reflexiones interesantes como “the law’s still a set menú in this city, Angerstein. You don’t get to pick and choose that you’ll have and what you won’t” que quien mas, quien menos, todos olvidamos a la hora de pensar en nuestros derechos, pero olvidamos nuestros deberes, o solo queremos cumplir parte de las leyes (normalmente las que nos benefician) y que los demás también cumplan las que nos benefician.

Me resulta imposible no citar la reflexión sobre el Berlín de entre guerras (o entre Weimar y el nazismo) que creo por su parecido con nuestra situación actual (o mas bien con la de la del Madrid de los años ochenta, esta es mi refelxion sesuda de hoy, que, ya, si eso, pues desarrollo otro dia): “I think we’re always going to be facing a crisis of one kind or another. Might as well get used to that. It’s indecision that’s more likely to cause our crises. Governments that can’t get anything done. With no clear majority, I’m not sure this new one will be any different. Right now our biggest problem looks like democracy itself. What use is it when it can’t deliver a viable government? It’s the paradox of our times and sometimes I worry that we will get tired of it before it can sort itself out.” Una preocupante paradoja.

Si me sorprendió que hubiera una novela de Connolly de 2018 que no hubiera leído, el que hubiera una de 2019que no me hubiera leído, A Book of Bones, me sorprendió solamente un poco menos, pero me seguía pareciendo inexplicable: si había estado en NYC en enero y no había visto ninguna de las dos en mis visitas a mis librerías de referencia. Me resultaba un poco inexplicable, aunque como explicación más plausible se me ocurre mi negativa a comprar en Barnes&Noble, negativa que incluye incluso el mirar en la propia tienda por razones de maldad empresarial que no viene al caso explicar ahora, combinada con la posibilidad de que el catarro que cogí en mi visita fuera algo más de lo que parecía (si, seguramente coronavirus, ¿porque no?) y estuviera más atontado de lo normal durante mi visita.

En cualquier caso, yo, al igual que Angel ignore este catarro ya que pese a ser “an unusual human being… Where he did not differ from most men was in his distrust of doctors, and his response to virtually any ailment had generally been to ignore it in the expectation that it would eventually get bored and leave his body, or tackle it with the aid of whatever was on special that week at CVS.” Pero a diferencia de él, yo solo tenía un catarro o una enfermedad leve, no como el bueno del amigo Angel que tiene un cáncer diagnosticado y en tratamiento durante esta última novela de la saga (si bien, Connolly advierte que seguirá con Parker y sus inicios en su próxima novela que ya está preparando y que espero no me pase inadvertida)

La novela está bien, para ser el cierre de una saga si bien pues se echa en falta a los personajes gravemente enfermos y como todos los finales pues deja una sensación extraña a medida que la vas leyendo y ves cómo avanza el final irremediablemente. Ya veremos cómo vuelve a antes del principio y como desarrola las relaciones de Parker con los secundarios e incluso el personaje antes de estas novelas. Puede ser prometedor o un desastre, ya veremos.

En cualqueir caso es casi seguro que pese a ser novelas de entretenimiento los lectores aprendamos algunas tonterías como que en Inglaterra, cerca del muro de Adriano, esta Corbridge que “was once a Corstopitum, or Coria, the northernmost outpost of the Roman Empire”, ya sabesi como nuestras Coria, del rio u otras; o que uan de esas extrañas medidas – que varía de medida según el caso – era el codo (cubit) y que “two thousand cubits, Johnston explained, was the distance from the Mount of Olives to Jerusalem and the furthest a Jew was permitted to walk on the Sabbath”.Ya digo, curiosidades o conocimientos inutiles.

El caso es que esta lectura terminaba con mi pedido de libros por internet y las librerías todavía no estaban abiertas. Afortunadamente ya parecía faltar poco, cuestión de días, y yo todavía tenía un préstamo sin intentar leer: Ancillary Justice, así que las cosas no estaban tan mal como parecían, no todo estaba perdido; aunque estaban mal ya que era un libro que no me apetecía demasiado leer, según la contraportada el protagonista (o la protagonista) había sido un barco de guerra y un sistema de inteligencia artificial que ahora había sido castigado a ser un simple humano.

La empecé, ya digo, sin demasiadas ganas y en cuanto abrieron las librerías (sin cita previa) pues la deje sin ningún remordimiento ni mala conciencia. No me estaba interesando pese a que si que había encontrado esta reflexión interesante: “Luxury always comes at someone else’s expense. One of the many advantages of civilization is that one doesn’t generally to see that, if one doesn’t wish. You’re free to enjoy its benefits without troubling your conscience.” Así que puede que esté bien – al fin y al cabo, ha ganado todos los premios de ciencia ficción – pero ahora es el momento de apoyar a mis librerías de referencia, aunque sea difícil por eso de tener que llevar mascarilla y no poder enredar dando vueltas y vueltas a los ejemplares, así que tocaba dejarlo y ponerse con las compras realizadas en la librería Méndez, que ya, si eso, comentaremos el mes que viene.

Lo dicho: divertíos asaltando el castillo (o visitando bares y tiendas de barrio).

Lecturas
Anhiliation – Natalie Portman
The great man – Kate Christensen
The Woman in the Woods – John Connolly
Chicago – David Mamet
Metropolis – Philip Keer
A Book of Bones – John Connolly
Ancillary Justice – Ann Leckie