De momento, este domingo ando escuchando una caja de discos
que compre por internet a las buenas gentes de Cherry Red, con el poco sugerente titulo de: Electrical Language: Independent British Synth Pop 78-84. que ellos
me han mandado a Madrid, que mi hermana ha pasado al ordenador y que yo me he
descargado aquí en Nueva Zelanda. Todo un viaje para una caja de discos de
música de sintetizadores de primeros de los ochenta. En fin, que sepáis que,
aunque intentéis ocultar vuestro tono entre la revulsión y la extrañeza,
deberíais bajar el volumen ya que casi os puedo oír desde aquí preguntándoos:
¿que, por qué demonios me he comprado una caja de música de
sintetizadores de los primeros ochenta? Casi seguro que es vuestra primera
pregunta, pregunta que surge antes de haber pensado unos segundos en el
contenido de la caja. Es verdad que a mí la música de sintetizadores – salvo
algunas honrosas excepciones que, ya, si eso, comentamos otro día – nunca ha
llegado a gustarme, pero es evidente, a poco que os parecéis a pensarlo que es
música que forma parte de mi formación (o deformación musical). En gran medida
es parte de la música a la que no
teníamos acceso (como tampoco teníamos a la mayoría de la música que ahora
reivindicamos) ya que no estamos hablando de música comercial, ya que si bien
algún nombre es conocido en general se trata de música que solo algunos
afortunados conocían en el Madrid de los ochenta, la música que solo los más
modernos de entre los modernos oían, música que solo podías oír en los
verdaderos antros de modernos (digamos, como ejemplo, El Hangar). Son canciones que en general he oído a altas horas de
la madrugada, perjudicado, o favorecido, por la ingesta de diversas sustancias;
canciones que como mucho he oído una sola vez (aunque algunas de ellas
consiguieron hacerse un hueco en las cintas que Jacobo grababa robándole –
temporalmente – los discos a su hermano Manu y las he oído cientos de veces)
pero que de alguna forma se han quedado enredadas en mis neuronas junto con
muchas otras cosas que o bien no puedo, no quiero o no debo recordar (como
aquellas oyentes de Radio Verde y su merienda)
Pero, ya, si eso, recordaremos otro día, aunque después de
leer, “What happens to you doesn’t belong
to you, only half concerns you. It´s not yours. Not yours only” no sé hasta
qué punto puedo, es mi derecho, recordar y contar según qué cosas ya que es
cierto, casi nada de lo que me ha sucedido me pertenece a mí, o no solo a mí y
eso es un pequeño problema, o no. Ya veremos.
En cualquier caso, andaba yo el otro día paseando por esta
nada fascinante ciudad cuando en el escaparate de la sección de librería de los
almacenes Farmer’s (si, no es coña,
es así como se llama el equivalente a Galerías Preciados, cuya sección de
librería es Whitcoulls que antes era
parte de aquella cadena de librerías americanas que quebró llamada Border’s y que yo sinceramente no
considero como una librería. Al Whitcoulls de Auckland, digo; que Borders si me
parecía una librería curiosa) tenían lo que parecía una nueva novela de Thomas
Harris, que no parecía relacionada con el bueno del doctor Lecter: Cari Mora, se
llamaba y en la portada aparecía una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre (no, aunque dudo que os lo estéis
preguntando, no, yo no reconocí a la Virgen directamente, o no la reconocí más
allá de saber que era una Virgen, sin poder precisar cuál de todas ellas era).
Ya he dicho varias veces que, pese a que descubrí a Thomas
primero, la verdad es que cada día prefiero más a “su hermano”, incluso teniendo en cuenta lo dicho sobre su última
novela. A ver, que Thomas es un buen escritor y la creación de Lecter (en las dos primeras de la serie)
debería de ser suficiente para darle siempre una oportunidad (sin olvidar
Domingo Negro) y esta novela en concreto sería buena, no muy buena, si la
hubiera escrito otro. No, no es que sea mala, no lo es; se deja leer y pasas un
rato entretenido, pero… le falta algo, entre otras cosas… credibilidad a los
personajes. En cierta medida son una caricatura, unos personajes de comic y eso
hace que la novela se resienta fuertemente. Pero con todo, sigue siendo un
Harris.
En Whitcoulls, parece que aquí es una tradición u
obligación, tenían una lista de las según ellos mejores cien novelas, las cien
novelas que tenías que leer, o cualquier cosa de ese estilo. Lo cual no dejo de
sorprenderme ya que el total de libros a la venta duro que superara los
trecientos por lo que cien destacados me parecían excesivas (no os resuelvo el
porcentaje ya que en España es verano y así tenéis una actividad post escolar con
la que entreteneros. De nada, un placer poder colaborar en vuestra educación
matemática, o por lo menos en intentar corregir un poco ese analfabetismo
numérico).
El caso es que como no me gusta comprar un libro solo, ni
siquiera cuando solo he entrado por un libro concreto – estuve un rato mirando
esa selección de títulos y al final, tras largas y tortuosas dudas, me decidí
por comprar The HItchhicker´s Guide to
the Galaxy. Obviamente para releerlo, pero también porque me parecía la
mejor forma de recordar el número y de poder usarlo como comprobación del nivel
de referencias comunes que tenía con mis compañeros de trabajo y con los
aborígenes de la zona. Estaba casi seguro, sigo estándolo, de que podía
utilizar esta referencia en una conversación casual para saber cuánta cultura
tenemos en común, cuantas referencias culturales compartimos. Lamentablemente
de nuevo fueron pocas y salvo una excepción de momento nadie ha cogido esta
referencia en esta parte del planeta, limitado a la oficina. Y no, no voy a
deciros cual es la referencia numérica ni cómo usarla ya que es obvia y como
buenos lectores deberíais – incluso los no aficionados a la ciencia ficción –
recordarla; si bien podéis olvidar el numero o confundirlo, como suelo hacer
yo, con el de al lado, saber esta referencia es como saberse el principio o
trozos de poemas o libros, es como… no sé, saberse la respuesta a la verdadera
pregunta de la humanidad.
Aunque no sé si seréis capaces de oírla entera o de
apreciarla, aquí os dejo una canción que acaba de sonar en ese recopilatorio y
que obviamente no tiene nada que ver con lo que os he contado sobre el mismo,
pero… que es bastante impresionante.
Después de esta pequeña traición comercial ya me tocaba
volver a The Women´s Bookshop a
seguir con mis estudios de género, es
decir volver por volver y porque, al fin y al cabo, pues soy un tipo de
costumbres y con una librería o dos que visitar tengo más que suficiente, para
mí lo ideal es encontrar una librería en la que todos los libros que no están
de canto son nuevos y tienen posibilidades de gustarme. De esta forma puedo
elegir al azar o por cosas tan tontas como el titulo o la portada sin tener que
mirar la contraportada que normalmente, como bien dice Rafa es algo que de lo poco
que el autor no ha escrito y por lo tanto pues juzgarla por lo que pone es raro
(vale, normalmente tampoco ha escrito el titulo ni ha elegido la portada, pero…
si nos ponemos puntillosos no habría forma de elegir salvo comportarse como un
hippie y ponerse a leer el libro por el principio en la propia librería. Eso sí
que no).
Utilizando el criterio del título me decidí por Saltwater, ya que como sabéis cualquier
libro con referencias hídricas o hidráulicas pues me tiene ganado como lector. Incluso
cuando había mirado la contraportada y al parecer “exploraba las complejidades
de las relaciones madre-hija…” me decidí a intentarlo, así de fácil soy yo.
El caso es que, aunque obviamente no me siento identificado
con el personaje principal que es mucho más complejo y profundo (además de
femenino) de lo que yo soy o seré, he de reconocer que si me (gustaría)
reconocerme en algunas cosas y pensamientos:
“I spend days wondering what exactly I am doing
in Donegal. I am so drawn to difficult things. I am always travelling far away
from the people I love. I am constantly searching for something I cannot
articulate, uprooting and disappearing based on an abstract feeling in the pit
of my belly. What if it not the right thing to leave London? What if this is
not the rights way to live? Perhaps it is better to want tangible things, like
bodies and objects. Everything I want is invisible. Do invisible things have
worth?”
He escrito “(gustaría)” ya que no estoy seguro de que las
cosas que yo quiero sean invisibles, ni siquiera estoy seguro de que pueden ser
esas cosas invisibles (me temo que seguramente se refiera a sentimientos o
cosas de ese estilo) pero si es cierto que a veces tengo tendencias parecidas
que me llevan a alejarme de todo, que de vez en cuando me llevan a decidir que “me debo marchar”. Eso, o simple
cobardía de ahí el me gustaría.
En este
sentido también me gusta mucho, y comparto, esta reflexión: “I have felt desperately lonely before, in
the middle of a city holding hands with a lover. The kind of loneliness that
grips your heart in its fist and squeezes until there is nothing left. I am
very alone here in Ireland, but I am not particularly lonely. Here is a gentle isolation in remote places”.
De hecho, si algo me conturba un poco de Auckland es que no es un lugar remoto,
es solo un lugar turístico con demasiada gente.
En general es un buen libro, incluso para ser un libro de chicas con demasiadas referencias a
los sentimientos, aunque esta sobre el color del amor no tiene desperdicio: “I think that if love was a color then it
would be brown. It is the colour of rust and rot and decay, of
avocados spoiled by the passing of time and of dirt and age and things that
have been forgotten, It is the colour of tobacco and coffee, of soil and
chocolate and whiskey; things that are delicious in a heavy, cloying way”.
Afortunadamente este tipo de cosas las compensa con esta
cita musical que sencillamente no tiene desperdicio (el video, digo):
Mi siguiente selección, Bowlaway,
se basó en el otro gran criterio: la portada, obviando una vez más el título y
lo escrito en la contraportada y no funciono tan bien, de hecho no he
conseguido terminármelo. Demasiada historia de personas perdidas, super
especiales, demasiado, como decirlo, folletinesco y supercalifragilistico-espialidoso.
Con todo y pese al escaso interés me encanto esta reflexión: “We
have all invented things that others have beat us to: walking upright, a
certain sort of sandwich involving avocado and a onion roll, a minty sweet
cocktail, ourselves, romantic love, human life” ya que creo que hay cosas
que todos inventamos a nuestra manera aunque ya existieran con anterioridad. Su
existencia anterior no tiene nada que ver con nosotros y con nuestra capacidad
de invención.
También me gusta mucho esta frase: “the fact is he did not drink so very much in those days – more than
most men, but less than many” cero que no se puede ser más Churchiliano, es tan británica que no
estoy seguro de que pueda decirse en otro idioma, o que suene igual de bien.
Como uno no puede vivir solo de lecturas femeninas y como últimamente llueve
bastante decidí acercarme a reponer lecturas por la librería que más cerca
queda de mi casa y a la que poco a poco le voy cogiendo cariño, aunque no acaba
de convencerme totalmente. No sé, tiene algo que no me acaba de gustar pero que
no se verbalizar, puede que sea que es un poco como de segunda mano y a la vez
un poco hípster pero con un toque de quiero y no puedo.
Tiene un desorden en el que se me hace difícil encontrar
cosas con demasiadas secciones de cosas que no me interesan especialmente
(siempre desconfió si hay una sección de libros de autoayuda) y me costó
localizar Charlie Savage: No, no es
que la conociera pero si conozco al autor (Roddy Doyle) al que tenia etiquetado
como un autor de temas serios y profundos. Supongo que porque la primera novela
suya que leí fue La mujer se chocaba con
las puertas, que pese a lo divertido del título es una novela sobre la
violencia de género y la otra que he leído, una especie de memoria de su
infancia, también tenía un toque de esos serios. Así que ha sido todo un
descubrimiento encontrar esta colección de articulillos – con un personaje en común
– en los que despotrica con una ironía irlandesa que no tiene desperdicio un
poco de todo. Desde la proliferación
de expertos: “I don´t remember experts on the radio when I was a kid. There
were just people who knew a bit more than the rest of us”, hasta la existencia
de libros sobre cervezas “A book about beer! As far as I am concerned,
that’s about as useful as a book about inhaling and exhaling – Breathing for
dummies.” pasando por la pérdida de categorías de peso, en las que ahora la
gente solo puede pasar directamente de delgada a obesa, sin matices intermedios.
Normal el sentido del humor, el gruñir del protagonista que
es un hombre de mediana edad y “Ageing men are supposed to groan; as far as I
know it´s in the job description. But my groaning days are probably over. The daughter is going to cure me
or kill me” pero que obivamente antes de morir ira al pub local ya que “if I´m
on my way to eternal damnation, I´ll need a pint before the trip”. Exacto,
no se puede plantear major.
Mi última compra, Under
the sea, tiene a una monja en la portada (entre otras cosas) lo que no deja
de ser curioso y casi parece planeado, pero, los que me conocéis sabéis que es completamente
fortuito y que seguramente ni recordara la portada del primer libro de este mes
al comprar este.
Se trata de una recopilación de cuentos entre los que hay
alguno bueno y alguno excepcionalmente malo. Ninguno totalmente brillante ni fantástico,
pero en general con un nivel aceptable. Mi parte favorita es “Up to that
point, if my life had been a novel, it would have been the sort of slow paced,
middling, pseudo-literary meditation on bourgeois ego so over-represented in
American Fiction… I wondered if tonight was the night my life finally changed
genres”.
La verdad es que supongo que mi vida sería un género
literario bastante aburrido en el que por cierto tampoco parece que vaya a
cambiar nada en breve. ¿la vuestra, como la veis?
Lista de lecturas
Cari Mora – Thomas Harris
The Hitchhiker´s guide to the Galaxy – Douglas Adams
SaltWater – Jessica Andrews
Bowlaway – Elizabeth
McCracken
Charlie
Savage – Roddy Doyle
Under the
sea – Mark Leidner