lunes, 27 de septiembre de 2021

Comentario de textos Agosto 2021

Extrañamente estoy empezando a escribir esto en la mañana de un lunes. Sí, debería estar trabajando en lugar de dedicado a estos menesteres, pero… se ya ha pasado el último fin de semana del mes siguiente a mis lecturas; así de mal de tiempo voy.  ¿Cómo es que voy tan mal de tiempo? Pues la verdad es que ni idea, imagino que es tan solo por pequeñas cosas que me van entreteniendo ¿Qué cosas? Pues anda que no queréis detalles, ni idea… pequeñas cosas que se suman unas a otras, o tal vez solo sea mi pereza característica. Pereza reforzada por el hecho de que cada ve entiendo menos el mundo que me rodea.

La verdad es que me gustaría haber escrito antes, no para hablar de Afganistán (como todo el mundo ha hecho este mes, hasta el volcán de canarias, cuando ya ha quedado relegado otra vez al olvido) o de lo que sube el precio de la energía (sin entrar en sus causas), sino para hablar de cosas mías (de las taras incomprensibles de algunos amigos, de que ahora ya pasada, holgadamente, la cincuentena, todavía algunos estén con problemas de patio de colegio; aunque seguramente tampoco hablaría de esto ya que es muy difícil hablar sin nombres y más peliagudo incluso es proporcionar los nombres reales. Eso ya convertiría todo en un patio de colegio y no es la idea).

No, lo de Afganistán pues siendo la gran tragedia que es, es algo que no me apetece comentar porque, en cierta medida – que los retrógrados den pasos hacia atrás – era previsible y la única “sorpresa” es que realmente veinte años no hayan servido para cambiar la mentalidad de un pueblo ¿Quién iba a decir que en menos de una generación las cosas pueden cambiar y una parte de la especie evolucionar? ¿Quién, me pregunto (retóricamente, por si alguno tiene duda))? No, lo que, si me tiene muy preocupado, por su falta de repercusión y por su impacto, es Texas… estos, también retrógrados, pero parte de una democracia teóricamente avanzada, estos sí que me preocupan. Me preocupa mucho que se apruebe una ley que permite llevar armas sin ningún tipo de permiso (siempre y cuando las lleves a la vista, que, para llevarlas ocultas, al parecer, si se necesita un permiso administrativo) y solo puedo pensar que si aquí se permitiera algo parecido pues en breve sí que tendríamos una pandemia que diezmaría la población. Y con lo preocupante que una noticia así puede ser, resulta que van y aprueban una ley anti-aborto que limita las posibilidades de abortar a “cuando técnicamente puede oírse el latido”, lo que al parecer medicamente es en el entorno de seis semanas (plazo en el que puede que ni los implicados sepan lo que ha pasado) y eso incluso en caso de violaciones, menores o abusos. Pero es que no solo es esto, sino que se aprueban recompensas para cualquiera que denuncie un caso y castigos para cualquiera que colabore, entendiendo como colaboración casi cualquier cosa (por ejemplo, pueden acusar a un taxista de colaborar si lleva a una embarazada – de menos de seis semanas – a una clínica abortista) y pueden darle una recompensa económica a quien denuncia a este taxista. Esto sí que me parece escalofriante. Vale, no será peor que lo que va a pasar en Afganistán, pero es que estamos hablando de Texas, estamos hablando de un sitio en el que se supone hay gente normal, de gente que debería entender que una ley del aborto no es para promover el aborto, que nadie quiere eso, que nadie aborta porque si, que el aborto es un trauma para todos los implicados. No lo sé, la verdad es que, como decía, cada vez entiendo menos el mundo que me rodea (sí, soy así y creo que Texas forma parte del mundo que me rodea; de Afganistán ya no estoy tan seguro, tan seguro de que forme parte del mundo que me rodea, digo).

En cualquier caso, paso a comentar mis lecturas que agosto es un mes de verano en el que pase tiempo en Piles por lo que tengo tarea por delante (aunque como deje bastantes libros en Piles, pues tampoco tanta ya que sin tenerlos delante los recuerdo, todavía, peor por increíble o imposible que pueda parecer).

El principio de mes me pillo en Piles, con todas mis lecturas agotadas, así que mi primera lectura fue Sangre Turbia que Alvaro y Helena aportaron tras una visita a Gandía y que tenía una pinta entre decente y dudosa, vamos el típico Best-Seller de verano, lo suficientemente largo como para pasar unos días leyendo y lo suficientemente bien escrito como para leerlo con gusto, pero no lo suficientemente bien como para disfrutarlo. La verdad es que si me ha gustado la descripción de si misma de la protagonista “había quedado seducida por la idea de convertirse, a los treinta años, en una mujer sofisticada completamente distinta de la boba jovencita demasiado corta para darse cuenta de que, entre lo que su marido decía que le encantaba y lo que en realidad le gustaba llevarse a la cama, había tanto parecido como entre un higo y una granada de mano” (que así, sin pensarlo mucho diría que es incluso menos que entre un huevo y una castaña).

Aunque no sea relevante en ningún sentido (salvo para todos los que tenemos prejuicios, es decir, todos) es inevitable mencionar que esta serie (si, ya nadie escribe una sola novela, todo el mundo escribe series) está escrita por la autora de Harry Potter y no deja de sorprenderme el nivel intelectual (bajo, o muy bajo) que asocia a su protagonista femenina la cual considera una tarea titánica una “que venía a ser como resolver una ecuación lineal especialmente difícil. Se pasó cerca de cuarenta minutos…” ¿una ecuación lineal, en serio, cuarenta minutos? En fin, casualmente este mismo mes he leído otra novela (ya llegaremos), está escrita por un hombre en el que las protagonistas femeninas son capaces de resolver la trayectoria de un misil balístico solo con la ayuda de una “regla de cálculo y un libro de logaritmos” en menos tiempo. Pero no quiero hacer comparaciones ni profundizar en el tema del machismo femenino, que se alargaría mucho esta entrada.

Si en verano hay que leer best-sellers también hay que leer novelas de esas muy simples y divertidas, así que no se si consciente o inconscientemente la otra aportación de Alvaro y Helena fue Transbordo en Moscú que es exactamente eso, un divertimento, una novela que intenta mantenerte con una sonrisa durante toda la lectura, ya sea recurriendo a chistes clásicos, como el de que cuenta un Guardia civil en Ibiza “En esta isla hay un solo cabo y muchos golfos” o más rebuscados como el de San Estanislao de Kotska que como parte de su camino hacia la santidad “se quedó paralitico de todos los miembros. Menos del viril, porque en ese no manda Dios, si no el demonio. Estanislao lo soporto con entereza y hasta con alegría y murió en olor de santidad”.

Pero es que además de sus chistes, y de sus personajes creíbles en su esperpento, tiene reflexiones muy acertadas como “lo mejor de Barcelona son los interiores: la luz a través de las persianas, el olor de las cocinas. Somos un país de mercaderes: lo bueno se queda en casa y al forastero le vendemos las apariencias” dos afirmaciones con las que estoy de acuerdo: Barcelona no tiene nada en sus exteriores y si, somos un país de mercaderes (por lo menos, o más que ninguno, los levantinos); o sus curiosidades léxicas como “sufrí un episodio de lo que ahora llaman depresión y en mis tiempos llamábamos acedia” que por mucho que suene a nombre de planta o a pescado es un estado espiritual en el que resulta muy fácil caer y al que, al menos yo, tengo cierta tendencia, ya sabéis apatía, tedio, aburrimiento, abatimiento, un “estado de inquietud e incapacidad para trabajar u orar” (según The Concise Oxford Dcitionary of he Chrsitian Church; o eso dice Wikipedia); a la telegráfica historia de Sor Sonrisa, esa monja belga precursora de otras cantantes con temas pegadizo que “Al cabo de poco se eclipso su fama, ella colgó los hábitos, se emparejo con otra mujer y acabó suicidándose en 1985” ya que el “mundillo de la música moderna es una cueva de drogotas. De ahí no se salva nadie. Ni siquiera la Hermana Sonrisa”.

Pues eso, una gran lectura veraniega, o de entretiempo.

Mis obligaciones laborales- escasas – hicieron que fuera necesario que volviera a Madrid por lo que para el tren de vuelta era hora de comprar algún libro y pese a cogerlo en Valencia y no en Gandía (con eso de la pandemia Renfe había decidido reducir de dos a uno diarios los trenes de Gandía a Madrid, por lo que no había plazas) había pocas opciones por lo que al final me decidí por coger Cuentos completos de Piglia, pese a que sospechaba que me los había leído prácticamente todos ya que es uno de esos autores de culto que me descubrió mi hermano Rafa (AKA el librero tarambana) y del que creo tengo sus obras completas (además de ser casi iguales de espaldas como prueba el cuadro de mi tío Ricardo, AKA Cabut). Probablemente esta es una de las pocas ventajas de carecer de memoria, que puedes volver a leer libros de cuentos como si no los hubieras leído antes (o por lo menos una gran parte de ellos; con las novelas es distinto ya que hay un momento en el que te suenan demasiado y eso te crea mucha inquietud).


Una vez en Madrid, con Piglia a medio leer (por lo que luego volveremos a él) y con mi librería de referencia cerrada por vacaciones (la de Madrid, ya sabéis Librería Méndez en la calle Mayor; la de Cercedilla, Librería Fuenfria, pues supongo que abierta, pero a una distancia inalcanzable para mi alma urbanita) decidí acercarme a la casa del libro a ver que podía comprarme para mi vuelta a Piles. Una primera vuelta resulto completamente infructuosa por lo que tuve que acercarme a la parte de libros en Ingles donde para mi sorpresa y alegría encontré V2.

En principio la historia de las bombas, o misiles balísticos, V2 no me interesaba nada, pero Harris siempre es Harris, siempre aporta un punto de vista interesante y, a mí, me gusta como escribe, incluso cuando no me interesa de lo que escribe. En este caso la historia se centra en una unidad de mujeres británicas cuya misión es la de calcular los puntos de lanzamiento de los misiles – que son móviles – a partir de los impactos que se producen en Londres. Para ello tienen seis minutos y solo cuentan con una regla de cálculo y un libro de logaritmos con los que deberían hacer el cálculo inverso de la parábola de tiro para poder enviar a un escuadrón de bombarderos a “devolverles el ataque” y acabar con las plataformas de lanzamiento antes de que las muevan de sitio. Si lo consiguen cambiaran en curso de la historia y la visión de los alemanes de la mujer en la guerra ya que “It would seem we have been betrayed not by women in brothels, but by women employing the laws of mathematics”

Una gran diferencia con la empanada protagonista de la de la novela de Rowling que necesitaba cuarenta minutos para resolver “una ecuación lineal especialmente difícil”. NI que decir tiene que esta es una historia verídica, como es la del papel de las mujeres en el desciframiento de la maquina Enigna (que fue otra novela de Harris), y que ciertamente lo acaban consiguiendo usando solamente útiles similares a los que se ven en la foto (sí, soy el tipo de persona que no solo tiene una regla de cálculo en casa, sino que también tiene un libro de logaritmos, ¿Qué pasa, vosotros no? Que poco preparados os veo).

Otra curiosidad que aporta el libro es que, pese a su fama como arma final de los alemanes, estas bombas mataron a unas cinco mil personas, que son muchas, pero no tantas cuando tienes en cuenta que en la construcción de las bombas murieron cerca de veinte mil personas. Es verdad que los muertos en la fabricación no eran alemanes pero la verdad es que resultan sorprendentes estas cifras, que el poder destructivo en la fabricación sea cuatro veces superior a su poder destructivo (calculo que hago de cabeza y sin usar la regla de cálculo).

También tenía muchas ganas de leer The Dirty South, por aquello de continuar con la serie de Connolly, especialmente ahora que se suponía volvía a los principios. He de reconocer que me ha decepcionado un poco, pero solo por culpa mía. Me explico, por alguna razón pensaba que la novela pasaría antes de la primera, antes de presentar al detective en sociedad, antes de que su mujer y su hija fueran brutamente asesinadas. Pensaba que el libro iba a presentar a Charlie Parker, antes de que sucediera todo, antes de que se convirtiera en Charlie Parker; supongo que incluso esperaba algún incidente que ofreciera una explicación de porqué el, de porque le había pasado lo que le paso. Es algo que creía sin ningún motivo, pero que me decepciono al descubrir que no, que se trata del primer caso ya siendo Charlie Parker., ya iniciada su caza del culpable y, así en un sentido general, del mal. Quitando esta decepción, que se debe solamente a mi mala interpretación de un anuncio, la novela no decepciona y es lo que uno puede esperar de esta serie. La próxima parece que explicara – o eso he entendido yo, que ya veis de los que me entero – la relación entre Charlie Parker y sus dos amigos que siempre acaban salvándole a tiros con todo tipo de armas. Le tengo ganas, aunque ya veremos de que va al final.

Al final, un poco desesperado de no encontrar nada tentador en español en la casa del libro, me decidí (por fin) a coger una edición de bolsillo de Patria, ese fenómeno editorial que parece haber gustado a todo el mundo, razón que para mí la convertía en una novela sumamente sospechosa, con grandes posibilidades de no convencerme nada, pero oye, era barata y larga, algo bueno para el verano en Piles. No me ha parecido mala, pero tampoco me ha parecido buena. SI me ha parecido tramposa y excesivamente acumulativa: no basta con la relación entre las dos familias, la relación con la violencia etarra y con sus perpetradores, sino que hay que poner a una paralitica y añadir todo tipo de cosas que distraen de, más que complementan, la historia central: esa de la terquedad y la persistencia en la defensa de acciones incomprensibles e inaceptables solo por el vínculo de la sangre. Si bien no le quito méritos, se deja leer bien y la historia no es mala, ahora que ha sacado otra que encima para en Madrid la verdad es que no siento ninguna tentación de leerla, por lo menos de momento ya veremos para el verano que viene.

Acabadas mis últimas compras era el momento de volver a Piglia y seguir leyendo lo que no me quedaba después de un Valencia-Madrid en tren, es decir bastantes de sus cuentos completos incluso algunos que estaba seguro de no haber leído (como los casos del comisario Croce).

Ya he dicho otras veces que los libros de cuentos son difíciles de valorar ya que hay de todo, los hay excelentes y los hay que no son tan buenos. Con todo, la verdad es que siempre (pese a que en los primeros es excesivamente argentino) tiene grandes frases como “… sentía un vacío porque estaba todo menos él. La ausencia era eso. Un lugar que uno conoce y recuerda de memoria, como si fuera una foto, donde uno falta.”

También me gusta mucho está esa otra reflexión, que puede ser suya o de un tal Jakobson “Cuando lo consultaron para darle un puesto de profesor en Harvard a Valdimir Naboov, dijo; Señores, respeto el talento literario del Señor Nabokov, ¿pero a quien se le ocurre invitar a un elefante a dar clases de zoología?” que es tan cierta en casi todos los temas docentes.

Por supuesto que cuando lees todos los cuentos seguidos notas que algunas reflexiones se repiten, como lo hacemos todos al contar historias, especialmente las que el autor considera brillantes como “El matrimonio es una institución criminal, dijo después. Una institución pensada para que con sus lazos se ahorque uno de los cónyuges. Ese es el sentido de la sentencia «hasta que la muerte nos separe». El crimen femenino es su resultado lógico. Las suicidas como Madame Bovary o Ana Karenina, dijo Steve, son utopías masculinas. Proyecciones invertidas del terror que provoca a os hombres captar la mirada asesina e sus mujeres. ¡Entonces las convierten en suicidas! Esas historias son cuentos de hadas para varones, fabulas tranquilizadoras, parábolas con moraleja. Cuentos contados entre hombres en la intimidad del vagón de fumar del expreso Paris-Moscú”. Digo esto inconscientemente, y siendo consciente, de que en general la violencia no se ejerce en el sentido en el que refleja esta cita y que existe más crimen masculino que femenino, que nadie me malinterprete o malinterprete a Piglia que creo que es consciente de esto, pero es lo tiene querer hacer una buena frase, que, a veces, obliga a reinterpretar la realidad.

Por acabar con los cuentos de Piglia he de señalar que me ha dado ganas de volver a hacer lectura retrospectiva y descubrir ese “La tumba sin sosiego” de Connolly, que obviamente no parece el mismo Connolly de Charlie Parker, y desconozco, y no me apetece inventarme (o todavía peor) buscar si hay relación entre ambos.De vuelta en Madrid, otra vez sin lecturas, encontré un libro en casa de Alvaro y Helena que alguien le debió regalar (a Alvaro, casi seguro) una navidad ya que me extrañaría mucho que se lo hubiera comprado el, excesivamente parecido a los pocos libros / revistillas que había en casa de mi abuela, una recopilación de cuentos, un Alfred Hitchcock presenta: cuentos que mi madre nunca me conto. Pues eso, que tiene cuentos de Roald Dahl, de Ray Bradbury y de otros dieciocho autores (otra vez puedo calcular, sin regla de cálculo, que son veinte cuentos) con su poco de mala sangre y en general, con sorpresa final. Entretenido de leer, pero tampoco ninguno especialmente destacable.



Ya casi, a finales de agosto, pude acercarme por mi librería de referencia de los Madriles (no os repito cual es, para no alargar esto, pero ya sabéis visitar ambas) y hacerme con lecturas y con poco fe pero por recomendación del hermano mayor de los Méndez (según mi teoría familiar, que no tiene por qué tener que ver nada con la realidad) cogí El Gabinete de los ocultistas. Pese a su título, no tiene nada que ver con el ocultismo y es una entretenida novela policiaca que se deja leer y en la que cada vez que ser reúnen los trece miembros del gabinete, uno aparece asesinado, lo cual no deja de ser divertido desde un punto de vista supersticioso, pero que tampoco me parece como para andar recomendándola.




Otra de mis compras y, si, por fin, mi última lectura de este mes fue Delatora. Si, la compre solo porque la autora es uno de esos nombres que siempre aparecen en las conversaciones sobre libros y que no recordaba haber leído nunca, no sé, es una de esos nombres que uno se supone tiene que conocer e incluso haber leído (o eso me parece a mí, que igual me confundo con otra). El libro es, en cierto modo (en ese apego entre verdad o familia), justo lo contrario de Patria, aquí una hermana delata a sus hermanos que han cometido un asesinato racista y tiene que vivir con las consecuencias familiares y sociales de eso, de ser una delatora. ¿en qué otra cosa se diferencia? Pues en que esta es una gran novela, centrada en lo que quiere contar y añadiendo solo las distracciones precisas.

Habla de las relaciones, de las que parecen complicadas vistas desde fuera, como la de los padres de uno :“Ahora que soy mayor he llegado a entender que su conexión estaba como las raíces de los árboles, llena de nudos, y era subterránea e invisible”; de esos recuerdos distorsionados que todos tenemos: ”un delicioso aroma ardiente, el aliento de papa, feroz e inconfundible, aunque yo no tenía in idea del porqué, no tenía ni ida de que había estado bebiendo(whisky), pero sabía que aquella ferocidad era el verdadero aliento del padre, el aliento del varón”; pero sobretodo del esfuerzo personal y emocional de hacer lo correcto. Me alegro de haberla leído y ahora le daré una oportunidad a sus cuentos u a lo que vea de ella.

Una buena forma de acabar el mes y, como siempre, ya sabéis mi consejo ¡Divertíos asaltando el castillo!

 

Lecturas

Sangre turbia – Robert Galbraith

Transbordo en Moscú – Eduardo Mendoza

V2 – Robert Harris

The Dirty South – John Connolly

Patria – Fernando Aramburu

Cuentos Completos – Ricardo Piglia

Alfred Hitchcock presenta: Cuentos que mi madre nunca me cono – Varios Autores

El Gabinete de los ocultistas – Armin Öhri

Delatora – Joyce Carol Oates