Aquí estoy una vez más, a dar la brasa con lo cultureta que he sido durante el mes anterior mientras a) me preparo para marcharme a Piles huyendo de las fiestas del orgullo (algo, esto de la palabra orgullo, que me inquieta un poco, ya que para mí el orgullo está más cerca de ser un defecto que una virtud – aunque con matices, que uno puede estar orgulloso de sus logros, ser orgulloso no me parece una buena cualidad – especialmente cuando más que orgullo por algo conseguido es casi simple vanidad por algo que no debería tener mayor relevancia: ser como uno es. No es precisamente esa la premisa de la igualdad: ¿que tu orientación sexual, o tu identidad de género, es irrelevante? ¿Qué eso da igual y que todos somos iguales? Entonces ¿porque orgullo por la diferencia? He de reconocer que se me escapa bastante este tema que en gran medida me es indiferente: para mí que a alguien le gusten los hombres y no las mujeres es como que a alguien les gusten las rubias, pero no las morenas. No me parece una diferencia ni algo de lo que estar orgulloso; y b) sigo congratulándome por nuestra primera victoria judicial contra un trabajador (termino que aplica a esta persona en concreto le viene grande) y que en palabras de la jueza tenía una “conducta obstativa que incumple de forma sistemática las órdenes e instrucciones del superior y que justifican, sobradamente, una trasgresión de la buena fe que conlleva una más que justificada pérdida de confianza de la empresa empleadora hacia el trabajador” por lo que pese a que todo el mundo nos había advertido de la parcialidad de los jueces hacia los trabajadores, en detrimento de la empresa, justifica plenamente el despido. Es decir, al fin y al cabo, me congratulo porque exista un poco de justicia (pese a que como decía alguno una justicia lenta no es realmente justa y este proceso ha llevado demasiado tiempo y probablemente no ha acabado) y de que exista un concepto más fino para decir “toca pelotas de forma insoportable”.
Igual debería aclara que no me congratulo de haber tenido
que despedir a esta persona que nunca es algo agradable, no me congratulo de
haberle despedido sin indemnización que entiendo que parece una cabronada empresarial. No, no me
malinterpretéis: de lo que me alegro es de que la jueza nos dé la razón sobre
que el despido es adecuado y razonable, no del hecho del despido o de la
ausencia de indemnización (cosas que creo que se ha buscado el solo, e incluso
e ha esforzado por conseguir con una obstinación rayana en la estupidez), ojala
hubiera seguido haciendo bien su trabajo y nunca hubiéramos llegado a esto;
pero a diferencia de lo que decía siempre mi padre: “dos no pelean si uno no quiere” a veces no te queda más
posibilidad que pelear por lo que
crees de justicia, o mejor dicho, defender lo que crees.
Ya que estoy en frases de mi padre aprovechare para comentar
que curiosamente (en una página que sigo que aclara el origen de citas
conocidas – no, no todas son de Oscar Wilde) este mes se preguntaban por el
origen de esa frase de poster que me regalaron de adolescente “si no formas
parte de la solución eres parte del problema” aclarando que la primera
referencia a esta cita (o al concepto) es del 16 de octubre (el día de mi
cumpleaños, aunque de 1936) y aparecía como anuncio de un sermón en un
periódico de New York. ¿casualidad desconocida o causa del regalo? Cada uno que
piense lo que quiera, que seguro que alguno tiene otra explicación.
Bueno, y después de estos comentarios introductorios, pues
al tema que a ver si no me va a dar tiempo que, con las visitas de obra en
mayo, ha sido un mes de bastantes lecturas.
Mi primera lectura, Los
libros de Jacob, la cogí con cierta aprensión ya que tiene más de 1000
páginas, de hecho, tiene tantas páginas que estas están numeradas de forma descendente,
en mi opinión para que uno sepa cuanto le queda, aunque en el libro se da otra
explicación relacionada con la cultura hebrea y con que escriben de derecha a
izquierda. Yo sigo convencido de que la cuenta atrás ayuda a terminársela ya
que es un poco desesperante pese a tener su punto ya que habla de herejías o
escisiones dentro de la fe judía con un personaje (al parecer real) que va
cambiando de religión casi por una cuestión de fe y pasa de ser judío a
cristiano a musulmán (aunque no estoy seguro del orden). Vamos, que forma una
secta, pero partiendo del judaísmo.
Aunque la historia pasa en Polonia, no creo en la afirmación
de la autora de que “En Polonia todo es
diferente. Mirad, prima, Polonia es un país en que la libertad de culto y el
odio religioso se encuentran en igualdad de condiciones. Por un lado, los
judíos pueden practicar aquí su fe como quieran, tienen ciertas libertades y
tribunales propios. Por otro lado, empero, el odio que se les profusa es tan
grande que la mera palabra ‘judío’ esta impregnada de indignidad y los buenos
cristianos lo usan como anatema.” que no creo que fuera muy diferente en
España antes de la expulsión de los mismos, esa que al parecer dio creación al
ladino (como idioma) “… los judíos hablan ladino, lengua que los siguió desde
España cuando fueron expulsados, que fue adoptando por el camino palabras
nuevas y que cambio su sonoridad hasta convertirse en lo que es: la lengua de
los judíos sefardíes en los Balcanes. Hay quienes, maliciosamente, la llaman
español echado a perder.” Nombre que un amigo, supongo que usando otra acepción
(no, no la de “La Dino” cual, si
fuera un travesti de carnaval, sino seguramente en la de astuto) pero sin
especial sentido utiliza como nombre de dj.
El libro es bastante agotador, no solo en el sentido físico
de sostener esas mil páginas a pulso, pero deja un ejemplo de la cábala que es
bastante curioso a la par que ilustrativo: “Padre
en Hebrero es ‘ab’. Lo escribimos así álef-bet, empezando por derecha. Madres
es ‘em’ o sea, álef-mem. Pero la palabra ‘madre’, ‘em’, también se puede leer
como ‘im’. ‘Ab’, padre, tiene un valor numérico de 3, porque álef tiene 1 y bet
2. ‘Madre’ equivale a 41 porque álef es 1 y mem 40. Y ahora: si sumamos las dos
palabras, ‘madre’ y ‘padre’, obtendremos 44, el número de la palabra ‘yeled’,
¡o sea, niño!” Ya digo, totalmente majadero e incluso en la podrá
explicación ya incluye una versión alternativa con la posibilidad de me madre
no sea ‘em’ si no ‘im’… vamos que con un poco de imaginación y mucho tiempo libre
pues puedes inventarte / descubrir cualquier tipo de relación... majadero pero
curioso.
En esas mil páginas hay ideas curiosas como “El conocimiento debe ser como el agua
limpia: gratuito y universal” idea con la que teóricamente estoy totalmente
de acuerdo pero que en un plano practico es difícil de mantener a menos que la
sociedad – como un todo – pague por la creación de este conocimiento (ya que de
otra forma, nadie podrá dedicarse a mejorar el conocimiento, o tendrá que
dedicarse en las horas libres de su trabajo, o aun peor, la adquisición de
conocimiento estará reservada solamente a los ricos por su casa como ha venido
sucediendo); o esa otra con la que también estoy, en gran parte, de acuerdo “¿acaso no es cierto que nuestras historias
con contadas por otros? Solo podemos saber de nosotros mismo lo que otros nos
cuenten: quienes somos y por qué nos esforzamos tanto. ¿Qué habría yo recordado
de mi infancia de no ser por mi madre?” Pero con la que tampoco estoy
totalmente de acuerdo ya que la forma en la que nos contamos a nosotros mismos
es una indicación de quienes somos, incluso la forma en la que contamos las
historias de otros dice, a veces, más de nosotros que de los otros.
Como comprendéis después de un mamotreto de más de mil
páginas era el momento de desengrasar con unos cuantos cuentos, como el que
necesita ver unos cuantos anuncios tras verse sin parar tres o cuatro horas de
documentales de la dos, y que mejor que Cuentos
completos de Salter que, con su aparente sencillez, proporcionan el entreteniendo
y la variedad necesaria para “descomprimir” después de un tocho.
En general los cuentos están bien y tiene esa simplicidad de
otra época que puede reflejar ese “Pensó
en su padre, capaz de resumir su vida entera en una frase: ‘Te tumban y te levantas,
eso es todo.” O en la respuesta de esa amiga a la petición de otra de “O quizá podría alojarme en tu casa, ¿no
Kathrin? – Esta tenía un pequeño piso sin ascensor en Lexington: una sola
habitación pintada de negro con una pared de espejos.” que no puede ser más
certera. “Por supuesto. Hasta que una de
las dos mate a la otra”, obviando las características del apartamento que
no son relevantes para que dos amigas viviendo juntas acaben matándose.
Obviamente yo me siento muy identificado con ese “No lo sé: sentí el estúpido impulso de
probar algo diferente. No sabía que la verdadera felicidad consiste en tener lo
mismo todo el tiempo.” Por qué yo soy un poco inmovilista, soy tan
conservador como un niño pequeño, o como un psicópata que necesita un entorno
seguro y constante para no acabar explotando. Algo que contrasta con esa
diferencia entre hombres y mujeres que sí creo que existe y que se refleja en “las mujeres se enamoran cuando consiguen
conocer bien a un hombre, los hombres funcionamos al revés: cuando ya conocemos
bien a una mujer es cuando estamos listos para largarnos.” pero que creo
que no es especialmente aplicable en mi caso.
El concepto para mi más interesante es el de los regalos que
desarrollar una pareja: “Nosotros
teníamos una manera de resolver pequeñas desavenencias, cosas en principio
inofensivas que el tiempo y el roce convertían en molestas piedras en el
zapato, por decirlo así. Lo llamábamos ‘regalos’, y estábamos de acuerdo en que
tenían que entrañar un compromiso duradero. SI uno repetía en exceso una
muletilla, cierto gesto al comer o incluso una prenda de ropa, el otro podía
pedirle como regalo que renunciaran a ella por completo. En ningún caso se
podía solicitara que el otro hiciera algo, solo que dejara de hacerlo”.
Sinceramente me parece una idea genial para mantener la convivencia ya que al
final son las pequeñas cosas repetidas las que acaban haciendo más daño, como
la proverbial gota de agua de la tortura mitológica. Si tengo oportunidad de
probarla ya os contare si funciona (aunque he de reconocer que la reciprocidad
de la premisa me preocupa: ¿Cuáles serán las pequeñas cosas con las que
desquicio a la gente, amigos o parejas?).
El peón es un
libro que había guardado para leer en Piles, porque el autor es Valenciano (de
Genovés, para ser concreto) y que no proviene de mi librería de referencia (que
no se os olvide pasaros: Méndez en la calle Mayor, que se merecen una visita,
tanto los hermanos reales como los falsos hermanos) si no que proviene de mi
intercambio literario con Maria de la O (que de momento pese a mi falta de
expresividad sobre las lecturas, que contrasta con la suya) pues funciona bastante
bien y me descubre cosas interesantes.
En esta novela tras la superficie de la historia del
ajedrecista español, el niño Pomar, pues se van contando las historias de
algunos peones de la historia en la
que hay cosas sorprendentes como esa modificación, durante el franquismo, de “el quinto mandamiento donde decía ‘No
mataras’ pusieron ‘Mataras con justicia’. Se mataba fría, sistemáticamente. No
era el acaloramiento de las pasiones desatadas. Era el ideario gubernamental:
matar, destruir el espíritu democrático del pueblo, aplastar a culatazos la
cabeza, el corazón de la clase obrera y de las fuerzas progresistas.”
precisamente mientras otro protagonista (Bobby Fischer, ni más ni menos)afirma
esa tontería de “Ya sabes que allí dicen
que el declive de una nación se vislumbre cuando su gente empieza a perder el
interés por la ropa que viste.” que me parece una de gran chorrada, desgraciadamente
no exclusiva de esa otra época sino que amplificada en esta, en la que la
imagen es lo único importante.
También resulta interesante preguntarse porque hay tantos
escritores obsesionados en el ajedrez, que entienden como una metáfora del mundo,
o por las matemáticas que les parecen fascinantes aunque no acaben de entenderlas
y a hacer afirmaciones como “Claude
Shannon calculo el número de partidas posibles de ajedrez, usando solo jugadas
legales, en 10120” algo que podrá ser cierto pero que no es bajo
ningún concepto “Un 1 seguido de 123
ceros” por mucho que se reproduzca la ristra de ceros para darle empaque,
ni “más que átomos tiene el universo”.
En fin, escritores y matemáticas, desafortunada combinación excepto en casos
muy anecdóticos.
Como curiosidad me he enterado de que el compositor de la
música del NODO era un tan Manuel Parada,
nombre asociado a un pianista bastante homosexual de la televisión, aunque
obviamente no me confirmado si existe relación entre ambos hechos (Sospecho que
sí, que en España hay nombres que se perpetúan).
También me ha resultado curioso que wsp, la empresa
canadiense para la que estuve trabajando en Nueva Zelanda, tenga las mismas
siglas que un movimiento antinuclear americano formado por madres: la Women
Strike for Peace preocupadas por el estroncio 90 y el yodo 131, coetáneo
probablemente de esa época en la que nos alimentaban con calcio y yodo a los
afortunados niños españoles que nos lo podíamos permitir (en realidad, por si
tenéis curiosidad, no existe relación entre ambos wsp, o al menos no directa,
pero igual por eso una es con minúsculas y la otra con mayúsculas y quieren
ocultar una conspiración internacional de madres).
Con todo y probablemente debido al yodo 131 o al calcio
ingerido de pequeño, como yo soy un poco moñas, mi frase favorita es esa que
está en un resumen final de correspondencia con el numero 13: “De vez en cuando
me dolía el costado – esto es, el sitio donde debía estar tu brazo puesto sobre
el mío – con un sentimiento de ausencia muy tierno.”
Con todo – incluso un capitulo un poco incomprensible con
unos etarras – es un buen libro y ya me he leído otra novela del mismo autor,
que ya comentare.
Todavía en Piles fue el momento de empezar El mago del Kremlin, supongo que por
una curiosidad vinculada a la actual guerra de ucrania o, más probablemente
solo por una curiosidad general por el pueblo ruso y como después de una
revolución se ha quedado estancado otra vez en una dictadura. Es una novela
bastante divertida en la que se indican costumbres (supongo que ficticias) de
los rusos: “al principio del invierno,
dispersaban botellas por el jardín de la casa para encontrarlas en primavera,
cuando la nieve se fundiese.”, algo que parece una idea bastante divertida
y una forma de tener vodka frio para las primeras fiestas de primavera; sobre
Gorbachov y su vaso de leche: “Mire
usted, para entender que Gorbachov iba a destruir a la Unión Soviética, no
hacía falta ni escucharlo, bastaba con mirarlo. Se subía a la tribuna y
enseguida le llevaban un vaso de leche. La gente no daba crédito. Doblo el
precio del vodka. Quería que todo el mundo bebiese leche. En Rusia. ¿Se da
usted cuenta? Luego nos sorprendemos de que todo haya caído en picado.”
Que todo se haya ido en picado no me sorprende mucho ya que,
aunque no estoy de acuerdo con que todo empezara con Limonov (que sabré yo de
historia o de quien era Limonov) y con “lo
que quería decir que fue el quien prohibió los duelos. Hizo una ley que impedía
que dos machos adultos se retaran a sablazos, ¿Qué te parece? EL hombre
occidental nunca se ha recuperado de eso. De ahí a la baja por paternidad no
hay más que un paso.”, podría ser cierto; lo que si me sorprende es la vinculación
de los políticos con la leche, como en el caso de Gorbachov o en el de Margaret
Thatcher también conocida como “the milk
snatcher”.
Además, la novela tiene cosas más universales como ese “Mas adelante me daría cuenta de que siempre
es así en cualquier ministerio. Un pequeño grupo trabaja frenéticamente en una habitación
y todos los demás no dan ni golpe. Hay muy poca relación entre unos y otros”
que, desde mi punto de vista, no solo para en los ministerios (u otros
organismos públicos) sino que sucede en todas las empresas grandes privadas; y
por supuesto ese “... pero la
inteligencia no protege de nada, ni siquiera de la estupidez:” que todos
sabemos cierto ya que todos conocemos a personas que siendo muy inteligentes
son completamente estúpidas (venga, dejad de asentir con la cabeza que no hablo
solo de mi).
Pero es la historia de Mobutu que “rebautizo el país con el nombre de Zaire, porque seria que era un término
indígena, una manera de librarse de la herencia colonial, Luego, en cierto
momento, se descubrió que ‘Zaire’ es una palabra portuguesa ¿Qué hace entonces?
¿Se disculpa y da marcha atrás? ¡Ni de coña! Le pone el nombre de Zaire a todo
lo demás: la moneda, los cigarrillos, las gasolineras, los preservativos, que
se yo…” que obviamente, este tipo de huida hacia adelante, a todos nos
suena de nuestros días ¿Qué no?
Por último, ahora que todo lleva la etiqueta de “inteligencia artificial” la vedad es
que no puedo pasar por alto esa afirmación con la que estoy completamente de
acuerdo “El problema de las maquinas no es que terminen rebelándose contra el
hombre, sino que cumplan las ordenes al pie de la letra”, ya que lo que ahora
pasa por IA no es más que acumulación
de narrativa y de potencia de cálculo, sin ninguna inteligencia salvo la
acumuladora de información, tanto cierta como falsa, algo que para mí es
precisamente lo contrario de la inteligencia: la inteligencia es preguntarse
cosas, no creérselas sin más. Pero que sabré yo que tras mi paso por el Laboratorio de Sistemas Inteligentes a
finales de los 80 ya me quedé sin inteligencia natural jugando a construir sistemas
inteligentes (que pensaran, no que acumularan ni usaran la potencia de cálculo).
Para este último viaje a Piles, en lugar de alquilar un
coche en Madrid y conducir había viajado en tren hasta valencia y había alquilado
el coche allí por lo que justo llegue a la estación de Joaquin Sorolla sin nada
de lectura y con tiempo de sobra ya que soy un poco histérico con el tiempo
cuando tengo que viajar lo que me obligaba a traicionar a mi librería de
referencia comprando en la tienda de la estación. Para hacer mi traición algo
menor pues miré las novelas en inglés, que al fin y al cabo es un género (o un
idioma) que no trabaja mi librería de referencia, y tuve la suerte de toparme
con una nueva novela (bueno, nueva, nueva puede que no ya que era del 2019) de
Louise Penny, A better man, a la
que, encima, todavía no había leído en inglés (en versión original para
entendernos).
He de reconocer que me ha gustado – no me atrevo a decir si
menos o más que las otras que he leído ya que las he leído demasiado seguidas y
es difícil evaluar – sigue siendo una autora a seguir ya que pese a que son
novelas policiacas realmente la parte importante no es tanto el descubrir el
asesinato sino el resto de la historia, las relaciones humanas entre los
personajes.
En esta en concreto además de todo esto está un trasfondo de
gestión de inundaciones en la zona de Quebec que mi parte ingenieril le resulta
especialmente interesante (aunque no os preocupéis que tampoco cuenta mucho de
esta parte).
A mi me gustan sus personajes y me siento identificado con
partes de algunos, del inspector Gamache que “would patiently explain that being still and doing nothing were two
different things” afirmación que comparto completamente y que pese a su
obviedad necesita muchas veces explicación; o con partes de Myrna que ante la desesperación
/ depresión de alguien por una mala critica sencillamente le aconseja “pour yourself a vat of wine, cut a huge
slice of chocolate cake, sit by the fire, and know you’re loved”, que más
se puede pedir.
He de reconocer que me ha hecho mucha gracia enterarme del “Ohio
Event” que básicamente consistió en que “In
1895 there were only two automóviles in the whole state. And they’d collided”
que sirve perfectamente para comprender las causalidades, la estadística y en
general, que “shit happens”.
Ya que estaba allí, en la estación con tiempo, mire un poco Ciudad de sueños, novela que no había comprado
cuando la vi en la librería Mendez ya
que las ultimas me habían parecido un poco excesivas y me habida dado la sensación
de que esta iba por la misma dirección: ser un tomo no demasiado entretenido.
Al cogerla en la mano, comprobé que a) no era tan larga como las anteriores y
b) tenía una letra lo bastante grande como para que su longitud total fuera más
acorde con el estilo que a mí me gusta de Winslow
que con el de sus últimos tochos, así que decide comprarla también.
He de decir que sin recuperar el apasionante tono y ritmo de
sus primeras novelas esta está bastante bien. Puede que se deba a estar
ambientada en Hollywood y en el mundo del cine, en esa intersección cine –
mafia que tan buenos resultados da. La verdad es que merece la pena leerla, es
una vuelta al estilo inicial muy de agradecer en la que recupera buenas frases
como “Pero nada es más persistente, mas
paciente que el pasado. A fin de cuentas, si algo tiene el pasado es tiempo.”
Salvo, tal vez, para los que tenemos problemas de memoria o incluso problemas
mentales ya que, como ese personaje de la novela; “yo solo entraría dentro de mi cabeza con una linterna y una pistola”
y posiblemente una pistola no sea suficiente defensa para lo que puede haber allí
dentro.
La lógica de la luz
es una novela que yo no hubiera elegido, salvo en caso de emergencia, pero como
me la recomendó el mayor de los hermanos (o al que yo llamo el mayor de los
hermanos) pues decidí darle una oportunidad. Es una novela policiaca correcta, canónica
casi, en la que lo único importante es el caso y las relaciones entre los
personajes son débiles y no existe, o a mí se me ha escapado, nada por debajo
de la superficie de lo que se cuenta. Un entretenimiento, sin más, ni bien ni
mal. La única frase que me ha llamado la atención es “No molestes al perro que duerme es la mejor regla cuando uno quiere
vivir tranquilo.” Que obviamente tampoco es gran cosa.
Qualityland 2.0 fue
una novela que compre para regalarle a Alvaro y que es la segunda parte de una
novela que tenía su gracia, tanto en forma como en contenido, y que
posiblemente la siga teniendo pero que, en esta segunda parte, si bien hay
cosas interesantes en cuanto a forma pues es bastante más floja y, pese a
leerse bien y despertar sonrisas de vez en cuando, yo diría que no mantiene el
tipo de la primera parte. Está bien, sin más. Personalmente coincido con su definición
de internet “buena idea, mala ejecución”
(o incluso pésima ejecución y peor redirección del interés de la misma),
entiendo la pregunta que se plantea por uno a de las protagonistas “¿has tenido alguna vez el deseo íntimo de
destruir el mundo porque la gente es rematadamente idiota” como claramente
un pregunta retórica cuya respuesta acertada no está abierta ningún debate y sé que todos, alguna vez (que
es lo que pregunta) hemos respondido afirmativamente y también es cierto que “es
la típica refriega entre dos hombres adultos que no ha llegado a las manos en
su vida, un espectáculo patético”, de hecho es de las cosas más patéticas que
hay, salvo tal vez si esos dos hombres adultos encima han ido a un gimnasio y han aprendido los trucos para pelear
entre suelos acolchados junto a su profesor de Mai-tais (el coctel, no el arte
marcial, aunque no haya acertado con la ortografía correcta).
Junto con esa novela, le compré a Alvaro (también por recomendación
del hermano mayor) Trenza del Mar Esmeralda,
compra que hice pese a que mi instinto (y la portada, y la edición y, en general,
todo, me decía que no iba a ser un acierto). Me gustaría poder contaros algo de
esta novela, pero la verdad es que lo único que puede decir es que la deje
cuando llevaba poco más de cien páginas completamente convencido de que a
Alvaro no le gustaría pero que, creo, tiene posibilidades con mi sobrina
Alicia. Aunque quien sabe igual si hubiera persistido en la lectura tendría una
opinión diferente… nunca lo sabremos.
En fin, pues lo dicho: publico esto y me empiezo a preparar
(no es que necesite nada especial) para marcharme a Piles huyendo de esta
semana infernal en el barrio. ¡Divertíos asaltando el castillo!
Lecturas
Los libros de Jacob - Olga Tokerczuk
Cuentos completos - James Salter
El Peón - Paco Cerda
El mago del Kremlin - Giuliano da Empoli
Ciudad de los sueños - Don Winslow
A better
man - Louise Penny
La lógica de la luz - Crsitina Cassar Scalia
Qualityland
2.0 - Marc-Uwe Kling
Trenza del mar esmeralda - Brandon Sanderson