domingo, 25 de junio de 2023

Comentario de textos - Mayo 2023

 Aquí estoy una vez más, a dar la brasa con lo cultureta que he sido durante el mes anterior mientras a) me preparo para marcharme a Piles huyendo de las fiestas del orgullo (algo, esto de la palabra orgullo, que me inquieta un poco, ya que para mí el orgullo está más cerca de ser un defecto que una virtud – aunque con matices, que uno puede estar orgulloso de sus logros, ser orgulloso no me parece una buena cualidad – especialmente cuando más que orgullo por algo conseguido es casi simple vanidad por algo que no debería tener mayor relevancia: ser como uno es. No es precisamente esa la premisa de la igualdad: ¿que tu orientación sexual, o tu identidad de género, es irrelevante? ¿Qué eso da igual y que todos somos iguales? Entonces ¿porque orgullo por la diferencia? He de reconocer que se me escapa bastante este tema que en gran medida me es indiferente: para mí que a alguien le gusten los hombres y no las mujeres es como que a alguien les gusten las rubias, pero no las morenas. No me parece una diferencia ni algo de lo que estar orgulloso; y b) sigo congratulándome por nuestra primera victoria judicial contra un trabajador (termino que aplica a esta persona en concreto le viene  grande) y que en palabras de la jueza tenía una “conducta obstativa que incumple de forma sistemática las órdenes e instrucciones del superior y que justifican, sobradamente, una trasgresión de la buena fe que conlleva una más que justificada pérdida de confianza de la empresa empleadora hacia el trabajador” por lo que pese a que todo el mundo nos había advertido de la parcialidad de los jueces hacia los trabajadores, en detrimento de la empresa, justifica plenamente el despido. Es decir, al fin y al cabo, me congratulo porque exista un poco de justicia (pese a que como decía alguno una justicia lenta no es realmente justa y este proceso ha llevado demasiado tiempo y probablemente no ha acabado) y de que exista un concepto más fino para decir “toca pelotas de forma insoportable”.

Igual debería aclara que no me congratulo de haber tenido que despedir a esta persona que nunca es algo agradable, no me congratulo de haberle despedido sin indemnización que entiendo que parece una cabronada empresarial. No, no me malinterpretéis: de lo que me alegro es de que la jueza nos dé la razón sobre que el despido es adecuado y razonable, no del hecho del despido o de la ausencia de indemnización (cosas que creo que se ha buscado el solo, e incluso e ha esforzado por conseguir con una obstinación rayana en la estupidez), ojala hubiera seguido haciendo bien su trabajo y nunca hubiéramos llegado a esto; pero a diferencia de lo que decía siempre mi padre: “dos no pelean si uno no quiere” a veces no te queda más posibilidad que pelear por lo que crees de justicia, o mejor dicho, defender lo que crees.

Ya que estoy en frases de mi padre aprovechare para comentar que curiosamente (en una página que sigo que aclara el origen de citas conocidas – no, no todas son de Oscar Wilde) este mes se preguntaban por el origen de esa frase de poster que me regalaron de adolescente “si no formas parte de la solución eres parte del problema” aclarando que la primera referencia a esta cita (o al concepto) es del 16 de octubre (el día de mi cumpleaños, aunque de 1936) y aparecía como anuncio de un sermón en un periódico de New York. ¿casualidad desconocida o causa del regalo? Cada uno que piense lo que quiera, que seguro que alguno tiene otra explicación.

Bueno, y después de estos comentarios introductorios, pues al tema que a ver si no me va a dar tiempo que, con las visitas de obra en mayo, ha sido un mes de bastantes lecturas.

Mi primera lectura, Los libros de Jacob, la cogí con cierta aprensión ya que tiene más de 1000 páginas, de hecho, tiene tantas páginas que estas están numeradas de forma descendente, en mi opinión para que uno sepa cuanto le queda, aunque en el libro se da otra explicación relacionada con la cultura hebrea y con que escriben de derecha a izquierda. Yo sigo convencido de que la cuenta atrás ayuda a terminársela ya que es un poco desesperante pese a tener su punto ya que habla de herejías o escisiones dentro de la fe judía con un personaje (al parecer real) que va cambiando de religión casi por una cuestión de fe y pasa de ser judío a cristiano a musulmán (aunque no estoy seguro del orden). Vamos, que forma una secta, pero partiendo del judaísmo.

Aunque la historia pasa en Polonia, no creo en la afirmación de la autora de que “En Polonia todo es diferente. Mirad, prima, Polonia es un país en que la libertad de culto y el odio religioso se encuentran en igualdad de condiciones. Por un lado, los judíos pueden practicar aquí su fe como quieran, tienen ciertas libertades y tribunales propios. Por otro lado, empero, el odio que se les profusa es tan grande que la mera palabra ‘judío’ esta impregnada de indignidad y los buenos cristianos lo usan como anatema.” que no creo que fuera muy diferente en España antes de la expulsión de los mismos, esa que al parecer dio creación al ladino (como idioma) “… los judíos hablan ladino, lengua que los siguió desde España cuando fueron expulsados, que fue adoptando por el camino palabras nuevas y que cambio su sonoridad hasta convertirse en lo que es: la lengua de los judíos sefardíes en los Balcanes. Hay quienes, maliciosamente, la llaman español echado a perder.” Nombre que un amigo, supongo que usando otra acepción (no, no la de “La Dino” cual, si fuera un travesti de carnaval, sino seguramente en la de astuto) pero sin especial sentido utiliza como nombre de dj.

El libro es bastante agotador, no solo en el sentido físico de sostener esas mil páginas a pulso, pero deja un ejemplo de la cábala que es bastante curioso a la par que ilustrativo: “Padre en Hebrero es ‘ab’. Lo escribimos así álef-bet, empezando por derecha. Madres es ‘em’ o sea, álef-mem. Pero la palabra ‘madre’, ‘em’, también se puede leer como ‘im’. ‘Ab’, padre, tiene un valor numérico de 3, porque álef tiene 1 y bet 2. ‘Madre’ equivale a 41 porque álef es 1 y mem 40. Y ahora: si sumamos las dos palabras, ‘madre’ y ‘padre’, obtendremos 44, el número de la palabra ‘yeled’, ¡o sea, niño!” Ya digo, totalmente majadero e incluso en la podrá explicación ya incluye una versión alternativa con la posibilidad de me madre no sea ‘em’ si no ‘im’… vamos que con un poco de imaginación y mucho tiempo libre pues puedes inventarte / descubrir cualquier tipo de relación... majadero pero curioso.

En esas mil páginas hay ideas curiosas como “El conocimiento debe ser como el agua limpia: gratuito y universal” idea con la que teóricamente estoy totalmente de acuerdo pero que en un plano practico es difícil de mantener a menos que la sociedad – como un todo – pague por la creación de este conocimiento (ya que de otra forma, nadie podrá dedicarse a mejorar el conocimiento, o tendrá que dedicarse en las horas libres de su trabajo, o aun peor, la adquisición de conocimiento estará reservada solamente a los ricos por su casa como ha venido sucediendo); o esa otra con la que también estoy, en gran parte, de acuerdo “¿acaso no es cierto que nuestras historias con contadas por otros? Solo podemos saber de nosotros mismo lo que otros nos cuenten: quienes somos y por qué nos esforzamos tanto. ¿Qué habría yo recordado de mi infancia de no ser por mi madre?” Pero con la que tampoco estoy totalmente de acuerdo ya que la forma en la que nos contamos a nosotros mismos es una indicación de quienes somos, incluso la forma en la que contamos las historias de otros dice, a veces, más de nosotros que de los otros.

Como comprendéis después de un mamotreto de más de mil páginas era el momento de desengrasar con unos cuantos cuentos, como el que necesita ver unos cuantos anuncios tras verse sin parar tres o cuatro horas de documentales de la dos, y que mejor que Cuentos completos de Salter que, con su aparente sencillez, proporcionan el entreteniendo y la variedad necesaria para “descomprimir” después de un tocho.

En general los cuentos están bien y tiene esa simplicidad de otra época que puede reflejar ese “Pensó en su padre, capaz de resumir su vida entera en una frase: ‘Te tumban y te levantas, eso es todo.” O en la respuesta de esa amiga a la petición de otra de “O quizá podría alojarme en tu casa, ¿no Kathrin? – Esta tenía un pequeño piso sin ascensor en Lexington: una sola habitación pintada de negro con una pared de espejos.” que no puede ser más certera. “Por supuesto. Hasta que una de las dos mate a la otra”, obviando las características del apartamento que no son relevantes para que dos amigas viviendo juntas acaben matándose.

Obviamente yo me siento muy identificado con ese “No lo sé: sentí el estúpido impulso de probar algo diferente. No sabía que la verdadera felicidad consiste en tener lo mismo todo el tiempo.” Por qué yo soy un poco inmovilista, soy tan conservador como un niño pequeño, o como un psicópata que necesita un entorno seguro y constante para no acabar explotando. Algo que contrasta con esa diferencia entre hombres y mujeres que sí creo que existe y que se refleja en “las mujeres se enamoran cuando consiguen conocer bien a un hombre, los hombres funcionamos al revés: cuando ya conocemos bien a una mujer es cuando estamos listos para largarnos.” pero que creo que no es especialmente aplicable en mi caso.

El concepto para mi más interesante es el de los regalos que desarrollar una pareja: “Nosotros teníamos una manera de resolver pequeñas desavenencias, cosas en principio inofensivas que el tiempo y el roce convertían en molestas piedras en el zapato, por decirlo así. Lo llamábamos ‘regalos’, y estábamos de acuerdo en que tenían que entrañar un compromiso duradero. SI uno repetía en exceso una muletilla, cierto gesto al comer o incluso una prenda de ropa, el otro podía pedirle como regalo que renunciaran a ella por completo. En ningún caso se podía solicitara que el otro hiciera algo, solo que dejara de hacerlo”. Sinceramente me parece una idea genial para mantener la convivencia ya que al final son las pequeñas cosas repetidas las que acaban haciendo más daño, como la proverbial gota de agua de la tortura mitológica. Si tengo oportunidad de probarla ya os contare si funciona (aunque he de reconocer que la reciprocidad de la premisa me preocupa: ¿Cuáles serán las pequeñas cosas con las que desquicio a la gente, amigos o parejas?).

El peón es un libro que había guardado para leer en Piles, porque el autor es Valenciano (de Genovés, para ser concreto) y que no proviene de mi librería de referencia (que no se os olvide pasaros: Méndez en la calle Mayor, que se merecen una visita, tanto los hermanos reales como los falsos hermanos) si no que proviene de mi intercambio literario con Maria de la O (que de momento pese a mi falta de expresividad sobre las lecturas, que contrasta con la suya) pues funciona bastante bien y me descubre cosas interesantes.

En esta novela tras la superficie de la historia del ajedrecista español, el niño Pomar, pues se van contando las historias de algunos peones de la historia en la que hay cosas sorprendentes como esa modificación, durante el franquismo, de “el quinto mandamiento donde decía ‘No mataras’ pusieron ‘Mataras con justicia’. Se mataba fría, sistemáticamente. No era el acaloramiento de las pasiones desatadas. Era el ideario gubernamental: matar, destruir el espíritu democrático del pueblo, aplastar a culatazos la cabeza, el corazón de la clase obrera y de las fuerzas progresistas.” precisamente mientras otro protagonista (Bobby Fischer, ni más ni menos)afirma esa tontería de “Ya sabes que allí dicen que el declive de una nación se vislumbre cuando su gente empieza a perder el interés por la ropa que viste.” que me parece una de gran chorrada, desgraciadamente no exclusiva de esa otra época sino que amplificada en esta, en la que la imagen es lo único importante.

También resulta interesante preguntarse porque hay tantos escritores obsesionados en el ajedrez, que entienden como una metáfora del mundo, o por las matemáticas que les parecen fascinantes aunque no acaben de entenderlas y a hacer afirmaciones como “Claude Shannon calculo el número de partidas posibles de ajedrez, usando solo jugadas legales, en 10120 algo que podrá ser cierto pero que no es bajo ningún concepto “Un 1 seguido de 123 ceros” por mucho que se reproduzca la ristra de ceros para darle empaque, ni “más que átomos tiene el universo”. En fin, escritores y matemáticas, desafortunada combinación excepto en casos muy anecdóticos.

Como curiosidad me he enterado de que el compositor de la música del NODO era un tan Manuel Parada, nombre asociado a un pianista bastante homosexual de la televisión, aunque obviamente no me confirmado si existe relación entre ambos hechos (Sospecho que sí, que en España hay nombres que se perpetúan).

También me ha resultado curioso que wsp, la empresa canadiense para la que estuve trabajando en Nueva Zelanda, tenga las mismas siglas que un movimiento antinuclear americano formado por madres: la Women Strike for Peace preocupadas por el estroncio 90 y el yodo 131, coetáneo probablemente de esa época en la que nos alimentaban con calcio y yodo a los afortunados niños españoles que nos lo podíamos permitir (en realidad, por si tenéis curiosidad, no existe relación entre ambos wsp, o al menos no directa, pero igual por eso una es con minúsculas y la otra con mayúsculas y quieren ocultar una conspiración internacional de madres).

Con todo y probablemente debido al yodo 131 o al calcio ingerido de pequeño, como yo soy un poco moñas, mi frase favorita es esa que está en un resumen final de correspondencia con el numero 13: “De vez en cuando me dolía el costado – esto es, el sitio donde debía estar tu brazo puesto sobre el mío – con un sentimiento de ausencia muy tierno.”

Con todo – incluso un capitulo un poco incomprensible con unos etarras – es un buen libro y ya me he leído otra novela del mismo autor, que ya comentare.

Todavía en Piles fue el momento de empezar El mago del Kremlin, supongo que por una curiosidad vinculada a la actual guerra de ucrania o, más probablemente solo por una curiosidad general por el pueblo ruso y como después de una revolución se ha quedado estancado otra vez en una dictadura. Es una novela bastante divertida en la que se indican costumbres (supongo que ficticias) de los rusos: “al principio del invierno, dispersaban botellas por el jardín de la casa para encontrarlas en primavera, cuando la nieve se fundiese.”, algo que parece una idea bastante divertida y una forma de tener vodka frio para las primeras fiestas de primavera; sobre Gorbachov y su vaso de leche: “Mire usted, para entender que Gorbachov iba a destruir a la Unión Soviética, no hacía falta ni escucharlo, bastaba con mirarlo. Se subía a la tribuna y enseguida le llevaban un vaso de leche. La gente no daba crédito. Doblo el precio del vodka. Quería que todo el mundo bebiese leche. En Rusia. ¿Se da usted cuenta? Luego nos sorprendemos de que todo haya caído en picado.”

Que todo se haya ido en picado no me sorprende mucho ya que, aunque no estoy de acuerdo con que todo empezara con Limonov (que sabré yo de historia o de quien era Limonov) y con “lo que quería decir que fue el quien prohibió los duelos. Hizo una ley que impedía que dos machos adultos se retaran a sablazos, ¿Qué te parece? EL hombre occidental nunca se ha recuperado de eso. De ahí a la baja por paternidad no hay más que un paso.”, podría ser cierto; lo que si me sorprende es la vinculación de los políticos con la leche, como en el caso de Gorbachov o en el de Margaret Thatcher también conocida como “the milk snatcher”.

Además, la novela tiene cosas más universales como ese “Mas adelante me daría cuenta de que siempre es así en cualquier ministerio. Un pequeño grupo trabaja frenéticamente en una habitación y todos los demás no dan ni golpe. Hay muy poca relación entre unos y otros” que, desde mi punto de vista, no solo para en los ministerios (u otros organismos públicos) sino que sucede en todas las empresas grandes privadas; y por supuesto ese “... pero la inteligencia no protege de nada, ni siquiera de la estupidez:” que todos sabemos cierto ya que todos conocemos a personas que siendo muy inteligentes son completamente estúpidas (venga, dejad de asentir con la cabeza que no hablo solo de mi).

Pero es la historia de Mobutu que “rebautizo el país con el nombre de Zaire, porque seria que era un término indígena, una manera de librarse de la herencia colonial, Luego, en cierto momento, se descubrió que ‘Zaire’ es una palabra portuguesa ¿Qué hace entonces? ¿Se disculpa y da marcha atrás? ¡Ni de coña! Le pone el nombre de Zaire a todo lo demás: la moneda, los cigarrillos, las gasolineras, los preservativos, que se yo…” que obviamente, este tipo de huida hacia adelante, a todos nos suena de nuestros días ¿Qué no?

Por último, ahora que todo lleva la etiqueta de “inteligencia artificial” la vedad es que no puedo pasar por alto esa afirmación con la que estoy completamente de acuerdo “El problema de las maquinas no es que terminen rebelándose contra el hombre, sino que cumplan las ordenes al pie de la letra”, ya que lo que ahora pasa por IA no es más que acumulación de narrativa y de potencia de cálculo, sin ninguna inteligencia salvo la acumuladora de información, tanto cierta como falsa, algo que para mí es precisamente lo contrario de la inteligencia: la inteligencia es preguntarse cosas, no creérselas sin más. Pero que sabré yo que tras mi paso por el Laboratorio de Sistemas Inteligentes a finales de los 80 ya me quedé sin inteligencia natural jugando a construir sistemas inteligentes (que pensaran, no que acumularan ni usaran la potencia de cálculo).

Para este último viaje a Piles, en lugar de alquilar un coche en Madrid y conducir había viajado en tren hasta valencia y había alquilado el coche allí por lo que justo llegue a la estación de Joaquin Sorolla sin nada de lectura y con tiempo de sobra ya que soy un poco histérico con el tiempo cuando tengo que viajar lo que me obligaba a traicionar a mi librería de referencia comprando en la tienda de la estación. Para hacer mi traición algo menor pues miré las novelas en inglés, que al fin y al cabo es un género (o un idioma) que no trabaja mi librería de referencia, y tuve la suerte de toparme con una nueva novela (bueno, nueva, nueva puede que no ya que era del 2019) de Louise Penny, A better man, a la que, encima, todavía no había leído en inglés (en versión original para entendernos).

He de reconocer que me ha gustado – no me atrevo a decir si menos o más que las otras que he leído ya que las he leído demasiado seguidas y es difícil evaluar – sigue siendo una autora a seguir ya que pese a que son novelas policiacas realmente la parte importante no es tanto el descubrir el asesinato sino el resto de la historia, las relaciones humanas entre los personajes.

En esta en concreto además de todo esto está un trasfondo de gestión de inundaciones en la zona de Quebec que mi parte ingenieril le resulta especialmente interesante (aunque no os preocupéis que tampoco cuenta mucho de esta parte).

A mi me gustan sus personajes y me siento identificado con partes de algunos, del inspector Gamache que “would patiently explain that being still and doing nothing were two different things” afirmación que comparto completamente y que pese a su obviedad necesita muchas veces explicación;  o con partes de Myrna que ante la desesperación / depresión de alguien por una mala critica sencillamente le aconseja “pour yourself a vat of wine, cut a huge slice of chocolate cake, sit by the fire, and know you’re loved”, que más se puede pedir.

He de reconocer que me ha hecho mucha gracia enterarme del “Ohio Event” que básicamente consistió en que “In 1895 there were only two automóviles in the whole state. And they’d collided” que sirve perfectamente para comprender las causalidades, la estadística y en general, que “shit happens”.

Ya que estaba allí, en la estación con tiempo, mire un poco Ciudad de sueños, novela que no había comprado cuando la vi en la librería Mendez ya que las ultimas me habían parecido un poco excesivas y me habida dado la sensación de que esta iba por la misma dirección: ser un tomo no demasiado entretenido. Al cogerla en la mano, comprobé que a) no era tan larga como las anteriores y b) tenía una letra lo bastante grande como para que su longitud total fuera más acorde con el estilo que a mí me gusta de Winslow que con el de sus últimos tochos, así que decide comprarla también.

He de decir que sin recuperar el apasionante tono y ritmo de sus primeras novelas esta está bastante bien. Puede que se deba a estar ambientada en Hollywood y en el mundo del cine, en esa intersección cine – mafia que tan buenos resultados da. La verdad es que merece la pena leerla, es una vuelta al estilo inicial muy de agradecer en la que recupera buenas frases como “Pero nada es más persistente, mas paciente que el pasado. A fin de cuentas, si algo tiene el pasado es tiempo.” Salvo, tal vez, para los que tenemos problemas de memoria o incluso problemas mentales ya que, como ese personaje de la novela; “yo solo entraría dentro de mi cabeza con una linterna y una pistola” y posiblemente una pistola no sea suficiente defensa para lo que puede haber allí dentro.

La lógica de la luz es una novela que yo no hubiera elegido, salvo en caso de emergencia, pero como me la recomendó el mayor de los hermanos (o al que yo llamo el mayor de los hermanos) pues decidí darle una oportunidad. Es una novela policiaca correcta, canónica casi, en la que lo único importante es el caso y las relaciones entre los personajes son débiles y no existe, o a mí se me ha escapado, nada por debajo de la superficie de lo que se cuenta. Un entretenimiento, sin más, ni bien ni mal. La única frase que me ha llamado la atención es “No molestes al perro que duerme es la mejor regla cuando uno quiere vivir tranquilo.” Que obviamente tampoco es gran cosa.





Qualityland 2.0 fue una novela que compre para regalarle a Alvaro y que es la segunda parte de una novela que tenía su gracia, tanto en forma como en contenido, y que posiblemente la siga teniendo pero que, en esta segunda parte, si bien hay cosas interesantes en cuanto a forma pues es bastante más floja y, pese a leerse bien y despertar sonrisas de vez en cuando, yo diría que no mantiene el tipo de la primera parte. Está bien, sin más. Personalmente coincido con su definición de internet “buena idea, mala ejecución” (o incluso pésima ejecución y peor redirección del interés de la misma), entiendo la pregunta que se plantea por uno a de las protagonistas “¿has tenido alguna vez el deseo íntimo de destruir el mundo porque la gente es rematadamente idiota” como claramente un pregunta retórica cuya respuesta acertada no está abierta  ningún debate y sé que todos, alguna vez (que es lo que pregunta) hemos respondido afirmativamente y también es cierto que “es la típica refriega entre dos hombres adultos que no ha llegado a las manos en su vida, un espectáculo patético”, de hecho es de las cosas más patéticas que hay, salvo tal vez si esos dos hombres adultos encima han ido a un gimnasio y han aprendido los trucos para pelear entre suelos acolchados junto a su profesor de Mai-tais (el coctel, no el arte marcial, aunque no haya acertado con la ortografía correcta).

Junto con esa novela, le compré a Alvaro (también por recomendación del hermano mayor) Trenza del Mar Esmeralda, compra que hice pese a que mi instinto (y la portada, y la edición y, en general, todo, me decía que no iba a ser un acierto). Me gustaría poder contaros algo de esta novela, pero la verdad es que lo único que puede decir es que la deje cuando llevaba poco más de cien páginas completamente convencido de que a Alvaro no le gustaría pero que, creo, tiene posibilidades con mi sobrina Alicia. Aunque quien sabe igual si hubiera persistido en la lectura tendría una opinión diferente… nunca lo sabremos.






En fin, pues lo dicho: publico esto y me empiezo a preparar (no es que necesite nada especial) para marcharme a Piles huyendo de esta semana infernal en el barrio. ¡Divertíos asaltando el castillo!

 

Lecturas

Los libros de Jacob - Olga Tokerczuk

Cuentos completos - James Salter

El Peón - Paco Cerda

El mago del Kremlin - Giuliano da Empoli

Ciudad de los sueños - Don Winslow

A better man - Louise Penny

La lógica de la luz - Crsitina Cassar Scalia

Qualityland 2.0 - Marc-Uwe Kling

Trenza del mar esmeralda - Brandon Sanderson

domingo, 4 de junio de 2023

Comentario de textos – Abril 2023

Estoy casi seguro de que los (escasos) lectores de estos comentarios estáis todos convencidos de que ando procrastinando, por aquello de que me he vuelto a retrasar con estas entregas, pero… nada más lejos de la realidad. Realmente es todo lo contrario voy con retraso porque me he puesto con una tarea que llevaba aplazando desde hace bastantes años… posiblemente llevaba aplazándola más de veinte años.

Vamos, que tarea podría ser, pero desde luego urgente, urgente, que digamos, pues no lo era y sigue sin serlo. Realmente ni siquiera era una tarea, sino que más bien era una idea de algo que creía que me sería útil para mi trabajo, que luego – por aquello de cambiar de tipo de trabajo – perdió su utilidad y ahora creo que vuelve a tenerla.

No es que intente ser críptico, u ocultista, a propósito. No es eso, no es eso, es tan solo que no tiene demasiado interés (salvo para mi) ya que se trata de hacer un programilla para automatizar tareas repetitivas propias de mi trabajo: dibujar planos en AutoCAD a partir de los cálculos de proceso que hago en Excel. Es verdad que yo no dibujo los planos ya que como “buen ingeniero” es una tarea que subcontrato al bueno de Oscar: al que le decía a qué plano se parecía – en que se parecía y que lo hacía diferente – le dada las medidas básicas y pues ya el “corregía” el plano inicial (de los muchos que a lo largo de los años “hemos dibujado juntos”), lo ponía bonito y listo para entregar. Vamos que realmente esta “utilidad” a mí no me quitara mucho trabajo y la verdad es que “desarrollarla” me está dando mucho trabajo. Claramente es una idea estúpida desde un visto de vista de eficiencia, pero la verdad es que la hago casi más por “el reto” de hacerla que por otra cosa. Es uno de mis muchos defectos: me empeño en hacer, aprender, cosas de las que no tengo ni idea pero que creo que se pueden hacer. No puedo evitarlo: si alguien, o yo mismo, me plantea un problema que creo que podría resolver, pues me pongo con él, aunque no necesite resolverlo para nada concreto. Debe de ser un trauma de infancia, u algo así.

Pero voy a la tarea que este mes – con visitas a Piles para ver si algún día Constantin acaba la obra, algo que cada día parece menos probable – pues se me han acumulado las lecturas y por supuesto tengo que volver a esta tarea autoimpuesta que ahora que la he empezado (y la voy complicando cada vez mas) pues me apetece terminarla (si es que esto es posible).

Empecé el mes leyendo Fortuna, que considerando que la contraportada comenta que esta “minuciosamente” documentada y que va sobre una familia de ricos aristócratas neoyorquinos pues sorprende mi incapacidad para situar, identificar, a que familia de ricos se refiere. Si, digo esto, como si por el hecho de viajar a NYC pues tuviera yo conocimientos o conociera algo, o a algún, de los miembros de la aristocracia de NYC (algo de lo que os puede confirmar que no se nada, salvo algún apellido suelto aquí y allá que, conociendo mi memoria, seguro que mezclo sin pudor y más seguramente sin ningún tipo de acierto).Supongo que es más divertida o enriquecedora si eres capaz de identificar a la familia de la que hablan pero ya sabéis que yo leo todo como si todo fuera ficción (método que al leer noticias últimamente es totalmente necesario ya que es casi imposible identificar lo que es verdad de lo desgraciadamente es verdad pese a ser absurdo).

La novela está estructurada en cuatro partes separadas que van proporcionando visiones diferentes de la historia, de partes de la misma o complementándola, y es una estructura que funciona (como ya se ha demostrado en muchas otras novelas) y la verdad es que está bien escrita e incluso, pese a la nacionalidad argentina del autor, está bien traducida (del inglés, no el argentino).

Para mí, la mejor de sus reflexiones es esa de “En general preferimos creer que somos los sujetos activos de nuestras victorias pero solo los objetos pasivos de nuestras derrotas. Triunfamos, pero no somos nosotros quienes fracasamos: nos arruinan unas fuerzas que están fuera de nuestro control.” Algo que, si bien nos pasa a todos, me atrevo a decir desde siempre, creo que cada vez pasa más, hasta el límite de que ahora mismo todo el mundo (bueno, no todo) parece creer que el mundo (esas fuerzas en nuestra contra) está en deuda con ellos, que el mundo les debe algo por haberse puesto en su contra.

Esta es una reflexión que en cierta medida sigue (o va antes, no lo tengo claro) de esa otra que también se impone cada vez más: “Mi trabajo consiste en tener razón. Siempre. Si alguna vez me equivoco, debo usar todos mis medios y recursos para torcer la realidad y alinearla con mi equivocación para que deje de ser una equivocación”, algo que no tiene razón ni siquiera en el trabajo (hay que saber reconocer que uno se ha equivocado) pero que cada vez aplica más gente a todas las facetas de la vida, algo que convierte el efecto Dunning- Kruger en un continuo agotador en el que gente sin ningún conocimiento se cree capaz de opinar de todo como su supiera algo del tema, que digo, como si tuvieran la verdad revelada por una deidad desconocida, incluso en contra de las nociones más básicas del asunto en cuestión o contra la mera evidencia de la realidad.

También he aprendido (aunque no estoy seguro de que sea cierto y sea solo una curiosidad local) que “Las rosas en números pares son para los funerales. En números impares son para el amor.” y ya metidos en temas de números que decir de ese “Sé que tengo los días contados, pero no todos los días son números reales” que cada uno interpretara como quiera, posiblemente según sus conocimientos matemáticos.

Tiene alguna otra frase indiscutible como “Dios es la respuesta menos interesante a las preguntas más interesantes” y alguna otra que puede estar más abierta a debate: “La orquesta toco a Puccini y más música de esa que donde siempre sabes lo que viene a continuación; lo puedes escuchar por adelantado, por así decirlo.” que no solo se puede aplicar a Puccini y que pese a lo que parece insinuar la frase no creo que la previsibilidad sea una característica mala en la música ni en muchas otras cosas.

Si la novela anterior me dejo con muy buen sabor de boca, mi siguiente lectura – ya en Piles – Francis Plug: como ser un autor público, que se suponía era una novela de humor británico me decepciono sobre manera y creo que si me la acabé (que sí, lo hice… o eso creo) fue solo por estar en Piles y pese a tener otra novela sobre la que tenía grandes expectativas (por lo que igual me estoy engañando y no conseguí terminármela; tengo dudas al respecto).


Como ya he dicho tenía grandes expectativas por leer la segunda novela de una autora que no conocía (pese a ser una escritora muy famosa en su Canadá natal) pero que mi primer contacto con ella me había parecido excelente. así que cogí, con bastantes ganas, Casas de Cristal. Creo que para resumir podría avanzaros que al mes siguiente encontré en la FNAC de la estación de valencia otra novela suya en inglés y obviamente se sumó a las lecturas de dicho mes (empezándola directamente en el tren). SI, me gusta esta escritora y ya solo me falta ir poniéndome al día.

Sus novelas pasan, o se relacionan, con una pequeña localidad cerca de Quebec por lo que cuando nada más empezar aparece allí un Cobrador del Frac, tras sobreponerse uno a esta aparición tan propia de una época de este país, lo primero que uno piensa es “vaya y yo que pensaba que esto era un invento de esta España nuestra” y se siente un poco decepcionado de la globalización. Pero no, como la novela explica es un invento español, netamente español y no se inventó para cobrar deudas financieras que es a lo que se dedica el moderno, el del frac, sino que nació para cobrar “deudas morales” y uno ya se dice: “si, esto si es español, claramente español”.

Toda la novela está muy bien pero la reflexión sobre el “tonteo con las drogas” (y con otras cosas) en los años de universidad (o de primera juventud) creo que está bien comentada: “La universidad era una época de formación y no todas las lecciones se impartían en el aula: era un tiempo para experimentar, para sacarle jugo a la vida, para consumir a distro y siniestro, como la primera vez que uno acude a un bufet; y luego tenían que detenerse dando traspiés, atiborrados y al borde de las náuseas, con dificultades para pagar la cuenta” que me parece una buena analogía pero como apostilla el personaje el problema es que “algunos nunca conseguían alejarse del bufet” y supongo que así es como todos hemos perdido a alguien en cualquiera de las múltiples adiciones que uno experimenta en algún momento.

He de confesar que no se si hay machismo (ni cuánto hay de cierto, creo que todo) en que “A los agentes israelíes se los instruía para que, si encontraban resistencia durante un ataque, mataran a las mujeres primero”, es verdad que estoy con el personaje al que “le seguía pareciendo abominable y malvada, pero, aunque detestaba tener que admitirlo, se basaba en una teoría casi sin duda acertada”: “porque si una mujer llega tan lejos como para empuñar un arma, será siempre la más entregada a la causa y la que se resistirá más que nadie a rendirse.” Imagino que no siempre es cierto y que estoy siendo micro o macro machista, pero… creo que todo esto es cierto.

Todavía en Piles era el momento de leerse El ritmo de Harlem, que con una colorida portada utilizaba un atraco a un hotel de lujo en Harlem en los 60 para hablar – según la contraportada – de la lucha por los derechos civiles y contra la violencia policial racista.

Una de las partes más graciosas es cuando comenta que en Texas la abolición de la esclavitud se celebra (no el KKK sino la población normal) con seis meses de retraso respecto de la fecha en la que se promulgo esta abolición ya que celebran cuando se enteraron ellos lo que “No parecía muy razonable festejar el descubrir que uno era libre con seis meses de retraso. Más bien cabía entenderlo como una forma de fomentar la lectura de diarios.” Pues sí, aunque supongo que hasta que uno no se entere pues da igual que algo exista o no.

Por supuesto tiene alguna frase negra (de novela negra, no de negritud racial) como esa “Si algo he aprendido en mi oficio es que la vida es barata, y cuando las cosas empiezan a ponerse caras, de vuelve aún más barata.” Que es tan típica que uno está seguro de haberla oído, leído, antes e incluso más de una vez.

Respecto a los disturbios raciales causados por la policía y la falta de inacción creo que esto queda reflejado muy bien en esa pregunta que se hace un protagonista cuando le comenta que la policía ha salido indemne: “¿La persona que tenías delante había echado tres cerrojos a la puerta de su piso y aguardado en la oscuridad a que pasara la tormenta, o le había rajado la cara a un agente con una botella? Esos eran tus vecinos.” Resulta evidente que ninguna de estas dos actitudes proporciona una posibilidad para solventar ningún problema y como decía un cartel motivacional que tenía en mi casa: “Si no aportas una solución, formas parte del problema.” (que, supongo, me regalo mi familia, aunque, a mí, se me escapa el motivo de tal regalo y que querían decirme o en qué circunstancias me lo regalaron).

Todavía en Piles, con pocas ganas ya que lo compre por el título y porque el escritor tiene cierta fama como un gran escritor de novela negra, me empecé (y termine) Yo fui Johnny Thunders que debe su título a que el protagonista toco una vez, y le sustituyo en un solo, con el mencionado. A mí me ha parecido del montón, más del montón de donar que del montón de conservar o bajo ningún concepto del montón de intercambiar o recomendar. Creo que una de las cosas que más me confunden de la novela es que pese a que en un momento dado pone parte de la letra de una canción, Debaser, de los Pixies: que hace referencia a un perro andaluz (un chien andalusia) y la escena de rajar los ojos cuando el protagonista está buscando una canción para escuchar mientras deja ciego con un punzón a otro las canciones que le viene a la mente son clásicos del Power-Pop: como Shake some action, September Gurls y Be my baby.  ¿en serio? Un tipo así nunca conseguiría trabajo de disc-jockey. No sé, me parece lamentable y no creo que sea irónicamente lamentable, solo lamentable.

Algunas novelas negras (aplicable a casi cualquier género) no están ni bien, ni mal, simplemente están; no aportan nada especial al género, sus personajes no son o suficientemente carismáticos o especiales (aunque últimamente estoy un poco harto de tanto personaje “peculiar” en la frontera del autismo y más allá de la de la mala educación con la excusa de la primera. Y si, creedme que yo sé de lo que hablo que a veces estoy el lado equivocado de esa frontera) pero son lo suficientemente entretenidas como para pasar un rato. Este es el caso de Hagan Juego de la que ya casi no tengo el recuerdo.

En otras novelas el autor o autora intenta añadir una visión diferente incorporando como voz a un personaje que podríamos considerar extraño, como puede ser un animal de compañía (o de confort creo que se llaman ahora cuando quieres viajar con ellos) o, mas comúnmente en la novela policiaca pues al propio muerto. Esto es lo que hace La Dama del Lago, que además de contar con protagonista con un ama de casa que decide meterse a periodista de investigación, donde es ninguneada (o eso cree ella ya que tampoco tienen ninguna experiencia para ser mas que lo que le ofrecen). Entiendo que tanto la muerta como la ex-ama-de-casa-metida-a-investigadora-criminal-incomprendida pretenden aportar una visión feminista y reivindicativa. ¿Qué quieres que te diga? A mí no me parece que lo consigan.

Me ha sorprendido, obviamente sin motivo, enterarme de que en Baltimore había, o hay, un restaurante Tío Pepe (que encima es considerado un buen restaurante) y como quiero volver a Baltimore algun dia para comprar una camiseta antigua de los Orioles y me fascinan las cartas de los restaurantes españoles por el mundo (ni idea de que aquí se comen las cosas que venden como típicas) pues me quedo con el dato.

No me ha sorprendido la visión que tiene de los sindicatos: “Los sindicatos trabajan para los mediocres y son una bendición para los incompetentes. Si eres muy bueno en lo tuyo, los sindicatos te impiden progresar” con la que conceptualmente estoy en franca oposición pero que tras la experiencia con el ultimo delegado sindical que he conocido, me siento tentado de estar de acuerdo por lo menos en algunos casos particulares.

Heredaras la tierra es una novela americana, queriendo decir con esto sobre la América profunda, pero desde el punto de vista positivo: los americanos que conquistan parte de la tierra y viven de su trabajo y esfuerzo, aunque se centra más en la gestión de una herencia familiar entre las partes. De hecho, la mejor frase para mi es cuando le dicen a un personaje que, en su momento, Dios le pedirá explicaciones por haber montado un follón al haber dejado lo mismo a sus dos hijos pese a ser uno muy trabajador y el otro pues nada trabajador y él expone su futura defensa “Yo solo estaba intentando ser justo. Tenía dos buenos chicos y seguí las Escrituras, porque ¿no dijo Usted mismo que dicen a todo el mundo el mismo jornal, tanto si llegaban tarde a la viña como si llegaban pronto?” Es verdad que yo no recuerdo y nunca he visto citada ninguna frase del mesmo mero dios que diga algo parecido a esto, pero si la autora – que seguramente sepa más de esto – dice que Él lo dijo pues yo la creo, aunque no suena ni medio razonable.

Mi única identificación parcial con un personaje solo se produce cuando este está recordando cuando estaba reflexionado sobre partes del cuerpo y como encajaban (no, no estaba reflexionando sobre sexo pese a lo que pueda deducirse) y estaba “interrogándome sobre ellos porque había preguntas que hacerse, no porque hubiese respuestas que hallar” que es algo que a mí me pasa a veces que me importa más la pregunta que la respuesta.

Aunque obviamente me duele la duda de un personaje – que preparo unos botes de conserva envenenados para matar a su hermana, pero nunca se los llego a dar y al cabo de muchos años de conservarlos – en la más pura tradición agrícola – decide, al final del libro, tirarlos por fin ya que finalmente no les va a dar uso – y “Así que lo hice, y lo hice lo mejor que pude. Tire las salchichas y el chucrut por el agujero, lo triture todo y lo aclare todo con quince minutos de chorro de agua al máximo. Confié, como confiaba siempre, ahora que vivía en la ciudad, en esa planta depuradora que no había visto nunca. Tenía mis dudas.” Aunque me alegra la confianza que pone en el proceso de depuración de aguas, me inquieta que se quede con la duda (aunque no queda claro de que duda), pero más me inquieta como se habría desecho de ellos en caso de no vivir en la ciudad.

Mi última lectura del mes, Un caballero a la deriva, es un cuentecillo sobre un caballero que se cae al océano viajando solo y sus pensamientos sobre si van a rescatarlo, cuando iran, quien será el primero en echarle de menos, y esas cosas. Es un divertimento entretenido, pero sin mucho más, o igual como dice la contraportada es una parábola que yo me he perdido o que no he querido comprender.

Y para que conste, aunque creo innecesario decirlo, pero para que a nadie le dé por tomárselo como una indicación a ir a Jaén (que, al parecer, es la provincia con más castillos de España) mi despedida tradicional, no es más que una parábola (aparte de una frase mítica de ya sabéis todos que libro) así que ¡Divertíos asaltando el castillo!

 

 



Lecturas

Fortuna - Hernán Díaz

Francis Plug: Como ser un autor público - Paul Ewen

Casas de cristal - Louise Penny

El ritmo de Harlem - Colson Whitehead

Yo fui Johnny Thunders - Carlos Zanon

Hagan Juego - Antonio Manzini

La dama del lago - Laura Lippman

Heredaras la tierra - Jane Smiley

Un caballero a la deriva - Herbert Clyde Lewis