domingo, 28 de agosto de 2022

Comentario de textos - Julio 2022

Mi plan para esta entrada era escribirla desde Piles, aprovechando que ya hemos (vale, no debería incluirme en el plural pero por no particularizar) empezado a acondicionar la parte de arriba y de hecho en esta última visita me he “mudado” unos días a la parte de arriba. 

En principio mi mudanza ha sido parcial, solo para dormir y trabajar, ya que de momento solo están utilizables las habitaciones y un baño, y bueno queda mucho trabajo por hacer, o por encargar hacer, o por encargar que encarguen que se haga (que todo depende del nivel se subcontratación que uno practique). De momento la separación de la parte de abajo es parcial y sigo bajando al olor de las tostadas del desayuno y pasando prácticamente todo el día abajo, ya que lo de trabajar en Piles, de momento es una quimera. Se esta demasiado bien, hay que aclimatarse a estar tan bien. Todo llegara, igual en el próximo viaje, o el próximo verano (que, esperemos, ya este todo listo arriba).

El caso es que, pese a los esfuerzos, basicamente de Álvaro y Helena, las cosas van muy despacio, en gran medida porque Piles es así y lo de trabajar como que no les va mucho pero también porque nuestra (aquí  igual si debería decir, mí y no este nuestra pero... por no particularizar) idea de cómo hacer la obra se ha demostrado inviable en Piles; inocente de mí, pensaba que la mejor solución era buscar una constructora que hiciera todos los trabajos a la vez, de forma coordinada. 

Así que estuvimos viendo a casi todas las que trabajan por la zona; cada vez que veíamos una furgoneta de obra, apuntábamos el teléfono, les llamábamos, les contábamos lo que queríamos y esperábamos que nos pasaran un presupuesto… esperábamos y seguimos esperando… y lo más parecido a un presupuesto que hemos conseguido es una cifra alzada, y yo diría inflada, para hacer no se sabe que, ya que los pocos que nos dieron una cifra quitaban unas cosas y no quedaba claro que hacían y que no.

Total, que un poco desesperados por la situación, y tras hacer una conexión de luz entre la parte de arriba y la de abajo (provisional pero que, pese a no tener nada de cinta americana, tiene riesgo de quedarse definitiva) Álvaro y Helena decidieron que por lo menos había que contactar con alguien que “limpiara” la casa y las escaleras, unos “profesionales” ya que el estado era “deprimente” e inutilizable y este era un primer paso para avanzar. Afortunadamente conocían a una empresa de Miramar, que no de Piles, para esta tarea, que además se veía capaz de eliminar las humedades que tenía y pintarla; vamos los trabajos mínimos para dejarla “presentable”, una lástima que no se me el nombre para hacerles publicidad ya que la han hemos un trabajo excelente., tanto que ya se podía pensar en empezar a poner alguna cama y casi usar la casa.

Entre medias el vecino nos oferto impermeabilizar la azotea que es uno de los puntos más importantes para evitar la reaparición de las humedades en la casa (o eso esperamos) pero lamentablemente y pese a sus promesas de ponerse a ello “cuanto antes” todavía estamos esperando a que se decida a ello; por su parte Álvaro - no solo por desesperación sino por aquello de avanzar - se dedicó a la demolición controlada del mobiliario que queríamos quitar (bueno de casi todo, ya que alguno le pareció inseguro demolerlo por razones ligeramente inexplicables).

La misma empresa de Piles nos recomendó a un fontanero que también de una forma “provisional” conecto el agua del piso de abajo con el de arriba y bueno… pues ya con la casa limpia, con luz y agua pues hemos (que quede claro, una vez más, que me incluyo en el plural sin motivo alguno) comprado unas camas y ya está “habitable”.

Es verdad que todavía queda mucho por hacer: arreglar el otro baño, añadir una nueva habitación, nivelar y reparar el suelo y el techo, poner luces y mobiliario (o llevar a cabo otras ideas que se nos han ocurrido; esta vez si con mi participación pero que prefiero no revelar en este momento), y poner una escalera que comunique ambas casas por dentro y … bueno, mas cosas… pero… ya a trocitos que lo de la obra completa no se lleva por allí.

Los contactos que la empresa de Miramar (maldita sea no recordar el nombre) nos han proporcionado, además del fontanero mencionado que va a cambiar el baño de sitio, un albañil que además de ayudar a cambiar el baño de sitio pues hará las habitaciones y puede que el techo o incluso el suelo. Encima resulta que la especialidad del albañil es hacer, instalar, escaleras que era el punto más delicado así que parece que todo avanza… más despacio de lo que queríamos y de una forma completamente distinta a la que teníamos planteado (en lugar de una sola empresa que lo hiciera todo con un precio global, vamos a tener a un grupúsculo de operarios que irán haciendo cosas poco a poco).

En cualquier caso, el tema es que la parte de arriba ya está utilizable y que yo tenía una zona de trabajo desde la que esperaba escribir esta entrada, pero, nada es nunca tan fácil…

Digo que, tenía (y tengo) una zona de trabajo, bueno, casi mejor una nave espacial de madera para trabajar, pero se me habían olvidado los problemas de los Reig (o igual solo de los Reig ingenieros) con las mesas de trabajo. La mesa de trabajo que tengo en casa, que era la que usaba mi padre y seguramente algún otro Reig antes que él, es más baja que una mesa de trabajo normal (no notablemente, pero si lo suficiente) lo que hace necesario ponerle unas “calzas” para poder poner una silla y que las piernas entren debajo de la mesa (mi padre se invento un extraño montaje, bastante ineficiente pero que cumple con su objetivo, combinando unas calzas de madera y unos posavasos de vidrio, o cristal seguramente, que en casa somos muy finos, para elevar la mesa; yo los mantengo).

Por supuesto el problema en Piles era justo el contrario porque para que tener dos veces el mismo si puedes variar. 

La zona de trabajo de Piles, que no es una mesa sino una especie de estantería grande que recorre tres pareces, tiene una altura excesiva para cualquier silla normal, o de oficina; si, incluso excesiva para la altura normal de las sillas regulables de oficina como pude comprobar visitando varias tiendas en las que vendían sillas e incluso páginas de internete (en las que afortunadamente he localizado una especie de silla taburete que tendría la altura suficiente pero que no estaba disponible, así, sobre la marcha). 

Así que mi puesto de trabajo resultaba (y resulta) tan incómodo como sentarse a una mesa de comedor en una silla bajita de niño y encima ya no hay guías telefónicas que valgan para la tarea de elevar al niño hasta la altura correcta.

Es verdad que esto podría parecer una excusa no excesivamente creíble (pero probar a trabajar sentados sobre una superficie que queda a más de treinta centímetros por encima de la posición de vuestros brazos) e insuficiente pero, en cualquier caso, no era el principal problema al que me enfrentaba para escribir esta entrada o trabajar en "mi espacio".

No, el principal problema, una vez más estaba asociado con mi memoria de pez y con el hecho de que mis primeras lecturas de julio se habían producido en Piles. 

Como tengo memoria de pez, utilizo unos book-darts (una cosa chulísima que os recomiendo) para marcar, mientras leo, las frases o ideas que me llaman la atención; luego, a final de mes, o cuando sea que me siento a escribir estos comentarios de textos, pues cojo los libros y releo las partes marcadas y así, con el título, la contraportada y estas marcas, pues parece que recuerdo algo de lo que he leído (creedme si os digo que sin estos dardos de los libros solo me queda una idea general insuficiente para comentarlos, justo la suficiente para criticarlos o alabarlos en genérico).

Obviamente como las primeras lecturas del mes habían sido en Piles y hace ya tiempo que decidí que no había ningún motivo para traer mis lecturas de vuelta a mi casa y que era mejor dejar los libros leídos en Piles en Piles, algo así como “lo que se lee en Piles, se queda en Piles”, algo que además permite que los demás los lean (si, por lo que sea, se quedan sin lectura - o previsoramente no han llevado ninguna, por no cargar innecesariamente - que es algo que está entre quedarse sin tabaco, o el todavía peor: tener tabaco pero quedarse sin fuego) y algo que igual algún día nos permite montar una “Little library” en el porche (que pese a ir contra el negocio editorial que da de comer, y de beber, a mi hermano, además de a mucha otra gente conocida, me parece una buena idea, de esas que te hacen sentir solidario sin ningún esfuerzo).

Como, pese a tener mala memoria (o ninguna. A quien quiero engañar), soy un tío previsor pues antes de irme de Piles fotografié “mis marcas” en los libros para escribir mi blog y como ya no me quedaba espacio para almacenar en el teléfono pues me las descargué en el ordenador. 

Así de previsor soy yo y podría haber escrito mi comentario de textos sin problemas, salvo por el pequeño detalle de mi memoria: no tenía ni idea de donde había archivado las fotos de “mis marcas” y pese a buscarlas por todos sitios era incapaz de encontrarlas. Hasta aquí el éxito de mis previsiones… y ya casi temía tener que decir que no me acordaba de nada y que aparte de los títulos (que previsoramente había copiado en un archivo) pues poco tendría que decir de mis lecturas de julio.

Obviamente tras volver de Piles, una vez sentado ante otra mesa de altura ya corregida, conseguí localizar las fotos de “mis marcas”, que quien lo diría estaban en su sitio, en le sitio obvio para estar, donde ya había mirado varias veces en Piles sin éxito.

Así que después de este rollo, que en parte justifica mi tardanza - tampoco especialmente elevada - pero si el que no este escrita desde Piles, pasemos a las lecturas antes de que se me acabe otro mes, que ya es día 28, y esta aventura de fotos y mesas ha retrasado notablemente mis planes.

Aunque antes de A orillas del mar, que sería el primer libro que leería en este viaje a Piles, había empezado uno de cuentos en Madrid (que deje en Madrid para terminármelo a la vuelta) empiezo por él ya que parece lo suyo para unas lecturas en Piles. Es un libro sobre la emigración (o inmigración o migración a secas, ya que la diferencia parece solo una cuestión de perspectiva), sobre el choque cultural  que el libro se supone quiere reflejar, que en algunas cosas es obvio como en ese “fue el mismo año de la caída de Granada y la expulsión de los musulmanes de al Ándalus” que para otros en la (re)conquista de Granada (otra vez la perspectiva) y en otras pues hay que leer con mas detalle.

Me ha divertido mucho la anécdota de porque los musulmanes tienen que rezar cinco veces al día por el mandato divino, mandato que al según su tradición, o así lo cuenta el autor, le dio a Rayab el profeta (curiosamente en presencia de Abraham, Moisés y Jesús, más curiosamente un 27 de Julio, y aun mas curioso que no se lo diera a Mahoma, que yo pensaba que era el profeta oficial, pero mira tu, parece que había mas): “recibió el mandamiento divino de que los musulmanes rezaran cincuenta veces al día. En el viaje de regreso, Moisés le aconsejo volver y regatear; llevaba bastante más tiempo en el ajo que el Profeta y creía que Dios se avendría a rebajar un poco esa cifra. Y así fue; el todopoderoso acabo dejándola en cinco rezos diarios.” Aunque todo el texto parece ser bastante próximo a la herejía (¿negociar con Dios, estar en el ajo?) yo lo doy por bueno, por una parte, por el que lo escribe y por otra porque es más o menos lo que paso con la recomendación de comer cinco raciones de frutas/verduras diarias (que es algo que procede de un estudio sobre la longevidad de los japoneses que asociaba esta al consumo de frutas/verduras pero como los japoneses comían muchas más – creo recordar que como diez raciones al día – y sea quien hizo el estudio le pareció que eso iba a ser excesivo y que no iba a ser aceptado en occidente decidieron rebajarla a cinco, así, porque si… supongo que porque parece que cinco es una cifra elevada pero viable para mandamientos, además de tener una rima fácil).

Divertida es también la reflexión sobre la historia del huevo de Colón (la de ponerlo de pie para evitar un motín que terminara con el viaje a las indias): “ya no recuerdo si la moraleja consistía en que si quieres comer un huevo primero tienes que cascarlo y, por tanto, si quieres llegar a Catay tienes que soportar incontables penalidades, o si solo se trataba de demostrar a los marineros que Colón era mucho más listo que ellos, y por tanto sabia mejor lo que se hacía”. Supongo que vistos los resultados, que para nada llegaron a las indias, pues supongo que es la primera, la del sufrimiento, aunque parece mucho mas creíble la segunda: la de creerse mas listo. 

Aunque a mí la que más me ha llamado la atención es un dialogo sobre Bartleby (si el escribiente de la historia de Melville - si, otra vez, si, el de Moby Dick - y del que no os explico mas ya que a modo de homenaje pues prefiero escribo tan solo un "preferiría no hacerlo". Venga, id a leer a otro sitio y a los clásicos) en el que uno pregunta si “¿no captaba algo familiar en él, algo que anhelaba, algo heroico?” A lo que el otro le contesta “Que va – respondió-. Me pareció un tipo peligrosos, capaz de comerte pequeños pero constantes actos de crueldad contra sí mismo y contra otros más débiles que él, un maltratador.” Aunque la conversación sigue buscando motivos para justificar a Bartleby el caso es que si, que  aunque nunca lo había pensado en estos términos precisos, Bartleby es un maltratador (además de un personaje, sencillamente, odioso; un abusón en toda regla) pese a la opinión que algunos tienen de que es un héroe, casi un antisistema.

Asesinato en el Jardín Botánico me lo compre – en la feria del libro, en la caseta de Méndez – sin ningún motivo concreto y solo puedo pensar que si lo cogí fue porque estaba allí y no entendía bien el orden. Me explico, el orden en las librerías es importante para los clientes habituales ya que uno no se dedica, en general, a mirar toda la librería, sino que ya sabe dónde coloca el librero las cosas que a uno le puede interesar ya sea por el autor, por el tipo, por la editorial. A veces te pierdes cosas o a veces has de salir de tu zona de confort y acercarte a zonas que no visitas habitualmente de la librería, pero, lo normal, es que te centres en las zonas que conoces que sabes que es donde esta, o debe estar, lo que buscas, lo que te interesa. Esto es un acuerdo tácito entre librero y lector, él debe mantener el orden y seleccionar las ubicaciones, al igual que lo que expone, pero igual esto solo es otra tara mía y al mundo en general no le importa. El caso es que seguramente en la librería Méndez no lo habría cogido y, aunque no está mal, no tiene especial interés y me cuesta pensar que hay toda una “mítica serie” con esta protagonista. Poco más que decir.

Como mi viaje a Piles era un viaje corto, básicamente de fin de semana, pues llevaba poca lectura por lo que me vi obligado a mirar las novelas que vendían en el supermercado (el estanco, aunque estaba abierto, todavía no había recibido las novedades editoriales, supongo, porque no tenía ni una mala novela) y claro un Connelly (Michael, no John) pues era una de las pocas opciones viables; o eso o me vería obligado a pedirle un libro a mi sobrina Alicia sobre amores, picores más bien, escritos para y por adolescentes que solo se comunican por mensajes, emoticonos, o memes). Connelly, aunque fuera un Michael, pues era mejor opción.

El caso es que Helena me hizo notar – tampoco era difícil darse cuenta, lo ponía en letras grandes en la contraportada – que el personaje principal de Más oscuro que la noche era el de una serie que había visto y que tenía su punto (aunque tarda en aparecer en la novela que empieza con otro personaje principal) así que ni tan mal.

Lo más llamativo del libro he de reconocer que es la traducción, creo que últimamente me estoy volviendo muy quisquilloso con este tema, pero de verdad es necesario traducir “Darkness on the edge of town” como “esta oscuro en el filo de la ciudad” (¿el filo de la ciudad, en serio?) Y porque traduce a Springsteen y no traduce “Straight Life” de un trompetista de jazz. En fin, ni idea pero me resulta desquiciante (bueno, realmente lo sé – en una se refiere al título y en otra a un verso de la canción – pero no me parece aplicable la diferencia)

Quitando esto, es un libro que se deja leer, supongo que adaptando la nomenclatura de mi hermano Rafa no llega a ser chopped, pero está muy lejos de un buen ibérico; tal vez en la zona del fuet.

Por destacar algo - además de la traducción - podría destacar la respuesta de Bosch (el prota de la serie mencionada)  a la pregunta de si él cree que el músico en cuestión “era un genio con la jeringa en el brazo… si todo genio (músico, artista, incluso detective) tiene un defecto así. La jeringa en el brazo” a la que solamente se puede responder con ese “yo creo que todo el mundo tiene un defecto fatal, tanto si es un genio como si no.”

Cuentos Sentimentales, era mi última compra de la feria del libro y lo compres solamente porque lo comparaban con Gógol, que me parecía mucha comparación (aunque es verdad que tampoco me he leído todo Gógol, por lo que igual no puedo juzgarlo bien). Como todo libro de cuentos pues es un poco inestable, aunque en casi todos ellos hay un punto en el que pasa de describir a algunos personajes o situaciones asumiendo que todo el mundo puede identificar de quien se habla. 

Esto a veces es porque el personaje es algo anodino “Hay personas, ¿saben?, cuya vida entera puedes contar en diez minutos, con todos sus detalles, desde el primer grito ininteligible hasta sus últimos días.” y otras, esto es mas gracioso, porque “Estaba en esa edad de transición en la que te pones a describirlo y el muy hijo de puta ya ha crecido para cuando se publique el libro, y así te haces una idea de cómo es Míshka Rundukóv. ¿Pero de donde le ha salido bigote si no tenía ni pelusa en el momento de describir los acontecimientos?”. En fin, lejos de Gógol que yo recuerdo, pero aceptable, una lectura entretenida.

Ya en Madrid me quede sin lectura justo en plena “ola de calor” (si, lo pongo entre comillas ya que en Madrid en verano siempre hace un calor asfixiante, pero es verdad que este año el calor llego antes – normalmente la peor semana es a finales de julio, primeros de agosto – y puede que haya hecho un poco más de calor de lo normal) y la verdad es no encontraba el momento de cruzar el descampado asfaltado que es la puerta del Sol para acudir a mi librería de referencia (la librería Méndez de la calle mayor, por si alguno todavía tiene dudas sobre cual debería ser su librería de referencia en la capital del reino). 

Así que, aprovechando un momento, en el que por compromisos laborales pasaba por la puerta de La casa del libro de Fuencarral aturdido por el calor (era después de comer, en plena hora de la siesta) pues decidí entrar para a) refrescarme antes de desplomarme deshidratado en plena calle Fuencarral (algo que parecía próximo a suceder y que debo evitar para no preocupar a familiares y amigos) y b) abastecerme con la sensación de cometer una infidelidad pero con la necesidad de tener algo que leer al llegar a casa (algo necesario, esta infidelidad, de lo que puedo culpar al cambio climático para liberarme de la culpa de mis actos, como hace casi todo el mundo).

Total, que me compre Nadie por delante que por la portada (no estaba yo como para leer contraportadas) pensaba que era la típica novela de filólogo, o poeta, en pandemia recuperando sus lecturas clásicas, haciendo una revisión de las mismas que parece es a lo que se han dedicado casi todos.

Que lejos de la realidad, que lejos de mis preferencias personales (que tampoco están muy cerca de las lecturas clásicas, todo hay que decirlo). 

No sé cómo describirla ¿una especie de revisión de un hazañas bélicas de nuestra juventud, pero sin detalles de tebeo infantil, o solo con detalles de detalle infantil? ¿algo subvencionado por el Ministerio de Defensa, antes llamado de la Guerra? Ni idea, pero no son mas que unos cuantos episodios de las recientes intervenciones militares del ejército español por el mundo, empezando por la isla de Perejil hasta Kabul a través de unos militares ficticios, o tal ves reales pero filtradas sus características mas militares, para promocionar la bondad de las mismas, que me costo leer y mas todavía digerir mentalmente. Pero, si me la acabe y no la tire a mitad considerando que esta exaltación del valor militar era casi pornográfica, debió de ser solamente por no tener que salir a comprar otra lectura hasta que pasara el calor africano (de las colonias africanas debería decir, o mejor de nuestros territorios en África para estar a juego con este patriotismo o militarismo que rezuma el libro). No sé, imagino que de todo hay que leer, pero…no, no la recomendaría a nadie.

Mi otra compra de infidelidad fue Aniquilación, que me parecía un título que podría ser excelente, aunque tanto el autor (que creo recordar como un auténtico pesado, aunque creo recordar que alguna novela suya me gusto) como la contraportada (que esta vez si leí en diagonal, gracias a que el aire acondicionado a tope de la tienda me había recuperado lo suficiente, no prometía nada bueno) me echaban para atrás. Pero, tampoco localizaba nada interesante y era lo suficientemente gorda que incluso dejándola a mitad me tendría un rato entretenido o aburrido pero, tu  ya me entiendes, por lo menos con lectura.

En fin, me gustaría poder decir que es una buena novela, pero, para ser sinceros, no lo sé. No he conseguido acabármela. Un poco antes de la página 400 decidí que ya había tenido bastante y que no hacia tanto calor, que podía volver a visitar la librería Méndez para reabastecerme y dejar de leer esta novela que no me estaba interesando en lo más mínimo.

Con todo, en esas 400 paginas, conseguir marcar dos buenas frases, pero solamente porque son frases fáciles de esas que siempre llaman la atención a los que hemos sido educados en la tradición católico-cristiana (una de las dos, seguramente; creo que yo en la primera pero tampoco me preguntéis por las diferencias que aun hace calor).

La primera frase es la típica sobre las señales divinas: “Si Dios existía realmente, como creía Cécile, podría haber más indicaciones sobre sus criterios, Dios era un mal comunicador, en un maco profesional no habría sido admisible tal grado de amateurismo”. Es verdad Dios es un mal comunicador, pero como decían en aquella peli “tiene un gran publicista” o igual lo es el mismo.

La segunda es un poco más profunda, o no tan superficial: “así que no, no soy cristiano; tengo incluso tendencia a pensar que comenzó con el cristianismo esta propensión a aceptar resignados el mundo actual, por insoportable que sea, a la espera de un salvador y un porvenir hipotético; el pecado original del cristianismo, a mi entender, es la esperanza.” Si, puede argumentarse que esta aceptación del mundo y el no preocuparse por cambiarlo es el pecado original, esa esperanza de que esto pasara, pero tampoco creo que pueda achacarse únicamente al cristianismo. Sospecho que es la marca de la casa de todas las religiones y creencias sectarias: “espera, ten esperanza que todo cambiara” en sustitución de un mucho más activo “cambia el mundo, o inténtalo, no esperes a otro mundo”.  No sé, no me apetece ponerme profundo, pero igual esta creencia en que total, hay otro mundo, pues hace que si este se va a la mierda pues tampoco sea para tanto. Al fin y al cabo: Nos queda la eternidad, que es mejor que el Planeta B, o mantener el planeta A por lo que por que preocuparse por el cambio climático o la extinción de la humanidad (que no del planeta, que se adaptara a lo que corresponda como ya ha hecho durante varias glaciaciones y otros eventos extremos) si tenemos al alcance de la mano la eternidad. No se, se me ocurre como explicación de cierto negacionismo pero no le deis mas vueltas y simplemente, pues eso, divertíos asaltando el castillo.

 

Lecturas

A orillas del mar – Abdulrazak Gurnah

Asesinato en el Jardín Botánico – J.M. Guelbenzu

Más oscuro que la noche – Michael Connelly

Cuentos sentimentales – Mijail Zoshchenko

Nadie por delante – Lorenzo Silva

Aniquilación – Michel Houllebecq