jueves, 28 de diciembre de 2023

Comentario de textos Noviembre 2023

Un día antes del día de los inocentes intento ponerme al día con mi último mes de lecturas atrasadas (demasiados “día” en esta frase, ¿no os parece?; casi los mismos que quedan hasta fin de año). El caso es que ni tan mal… ya han pasado dos de los principales eventos de las fiestas y de momento, la familia sigue contando con el mismo número de miembros que antes de estos eventos, algo que siempre está bien y que indica que la sangre no llego al rio en ningún momento (aunque hubiera sus más y sus menos durante el evento más multitudinario, la comida de navidad)

Para mis lecturas de noviembre no he contado con la ayuda de mi librería de referencia (ya sabéis, pero lo repito porque me apetece: la librería Méndez de la calle Mayor, que a diferencia de la radio famosa joyería relojería de la misma calle, si tiene puerta de calle. Si, también repito el chistecito pero es que tras una infancia de viajes en coche oyendo la radio es inevitable) pero si no he contado con su colaboración no ha sido por ninguna de esas traiciones que cometo escasas veces, sino solamente porque todavía tenía lecturas de NYC que además se complementaron con algunas otras lecturas que amigos me regalaron por mi cumpleaños (una cifra elevada – la de mis años, no la de las lecturas – pero no especialmente significativa por lo que no merece la pena ni mencionarla) e incluso una que había dejado sin leer en Piles, que si procedía de una medio traición que ya había cometido buscando la última novela de John Irving que quería leer en inglés.

En cualquier caso, dejémonos de tontunas y vayamos a lo que hemos venido, no “a hablar de mi libro” que decía aquel, ya que eso no existe sino a comentar “mis libros” que en mi vida no ha pasado nada lo suficientemente interesante para ponerme a contarlo y hoy no me siento con ganas de contar historietas de un pasado inventado por la falta de memoria que me caracteriza y porque lo inventado siempre es más divertido que la realidad.

La premisa de There's no such thing as an easy job es curiosa ya que son las historias laborales que le surgen a la protagonista tras solicitar en el servicio de empleo un trabajo pero que “it is close to her home, it requires very little thinking, and ideally, it involves sitting in a chair”. El servicio de empleo japonés no solo le consigue uno, sino que le ofrece cinco diferentes de forma consecutiva (un hurra por el servicio de empleo de Tokio, o a la vision del mismo que da la autora, que a saber la realidad) que da lugar a los cinco capítulos del libro y que son todos bastante demenciales: mirar cámaras de seguridad, grabar anuncios para un servicio de autobuses, escribir colecciones para publicidad… en fin... trabajos que curiosamente si bien no cumplen todos los criterios requeridos la protagonista realiza con diligencia y todos tienen “un algo oculto” que hace que las historias sean bastante divertidas.

Como casi todos los libros japoneses tiene curiosidades culturales propias como la existencia de una palabra especifica (yokozuki) para “As in the phrase ‘heta no yokosuki’, meaning a person who’s is passionate about something they show no particulate talent for.” Palabra para la que si bien no se me ocurre traducción al español si se me ocurren muchos conocidos a los que sería aplicable, incluso eliminando la parte de la pasión hay demasiados conocidos que quieren dedicarse a cosas para las que no tienen un talento especial. Pero, sobre músicos, actores, ya, si eso, halamos otro día y sin dar nombres.

En este además sale un centro cultural español, Far East Flamenco Center (curioso que nosotros seamos el este para los japoneses, y no solo el este, sino el lejano este; aunque como a la protagonista pues también me extraña un nombre tan grandilocuente para un centro español) en cuya publicidad, además del sol, bailar, la comida, el flamenco citan a Javier Bardem. No digo increíble, pero, desde luego si curioso.

Gran parte de los personajes del libro están envueltos en cierto aislamiento, o soledad, pero como dice la protagonista: “I tried not to think too much about it. Nobody’s life was untouched by loneliness; it was just a question of whether or not you were able to accept that loneliness for what it was. Put another way, everyone was lonely, and it was up to them whether they chose to bury that loneliness trough relationships with other people, and if so, of what sort of intensity and depth.” Vamos, que, dicho de otra forma, el que anda solo es porque así lo decide (en general).

Mr. Adam es una historia de ciencia ficción bajo el paraguas del terror nuclear de la guerra fría, donde una explosión nuclear pues deja a todos los hombres impotentes (salvo a Mr. Adam que en ese momento estaba en una mina de plomo trabajando y protegido frente a la radicación) por lo que la natalidad desciende hasta cero, lo que hace saltar todas las alarmas sobre el fin del mundo, algo que a un protagonista le hace decir que asociar el fin de la humanidad con el fin del mundo “It is as if an ant heap had been stamped down, and all the ants within cried that the world had come to an end.” Antropocéntrico a mas no poder, pero, también realista… al fin y al acabo el mundo para cada uno el mundo se acaba con su propia extinción, aunque los demás sigan tan tranquilos.

De hecho el estado de Mississippi desaparece completamente pero “… nobody really missed Mississippi… anyway Mississippi was the most backward of states. People felt that if any one of the forty-eight states had to be sacrificed, it was just as well that it happened to Mississippi.” Podemos sospechar que el autor no es de Mississippi o igual si, y precisamente por eso sabe que tampoco se perdería mucho (¿Cuál sería nuestro equivalente?, el mío creo que lo tengo claro, pero no quiero influenciaros comentándolo).

Aunque el autor lo aplica solo a los funcionarios yo amplio su identificación de cierto tipo de personas al sector privado ya que me he cruzado con varios Klutz de los que cita en mis breves pasos por empresas privadas (y por la vida en general): “I recognized Klutz as one of the public servants who has no equals. He has only superiors or inferiors. He keeps his nose nestled close under the coattails of those above, and his feet firmly planted on the heads of those underneath, and if he maintains this balance for thirty years he gets a pension and retires to Chevy Chase.” Y estoy seguro de que todos conocemos a más de un Klutz, funcionario para llegar a su pensión o en la empresa privada para ascender hasta el puesto siguiente. Hay demasiados igual que hay algunos que también encajan en este otro estereotipo “he had to much money to be a Communist, and not enough to be a capitalist, and besides he’s too lazy.”

Pero una de mis partes favoritas, sobretodo porque se encarga muy claro de dejar que no se debe a una resaca, es “It was one of those awakenings when you know something is wrong, and for a while you cannot figure what it is, and then you discover that it is yourself.” Que a todos nos ha pasado, sin resaca e incluso sin síntomas de enfermedad, así, simplemente por que sí.

De mis dos siguientes lecturas, My Annihilation y The Last Samuray, me temo que no puedo decir nada (salvo lo que dice el propio hecho de no poder decir nada) ya que solo tengo la sensación de que ambas me han parecido de un espesor infumable y la verdad es que no he retenido absolutamente nada de ellas, ni tan siquiera he conseguido destacar una sola frase o una sola idea que me parezca, me pareciera mientras las leía, ni medianamente interesante. Un fracaso de compra ambas.



When these mountains burn
, fue mi semi traición a mi librería de referencia, que realice por probar a leer un country-noir (appalachian noir para ser más precisos, según la contraportada) en versión original ya que creo que no he leído ninguno. Imagino que no ha sido una buena elección ya que no tiene un sonido especifico, ni grandes frases, ni en general nada especial quedándose en la típica historia del padre de un yonqui que ha de enfrentarse tanto a la adicción de su hijo como a los narcotraficantes e incluso a las autoridades. Se deja leer pero tampoco aporta nada.



Tras estas decepciones con mis compras me decidí por empezar con los regalos de mi cumpleaños, concretamente con The kind worth saving que es una novela policiaca curiosa desconocida para mi pese a ser un best seller del Sunday times y que, a mí, no me ha parecido fascinante. Correcta, sí; fascinante, no. De hecho, no he marcado ninguna de sus páginas, pero justo al abrirla ahora para recordar un poco, creo que el mismo la describe bien en boca de un personaje escritor: “My novels are basically wish fulfillment, and I was lucky enough to be able to craft a decent sentence. But, honestly, I have zero idea how this world actually works.”

Igual es necesario aclarar que esto es algo que comenta después de clasificar a los escritores en observadores e imaginativos, y clasificarse el mismo como imaginativo (con un toque de observación), según el en oposición, por ejemplo, a Updike que, siempre según él, se clasifica como “Incredible observation. Terrible imagination.” Lo de Updike pues podría, lo suyo no especialmente.

El libro anterior, no lo había comentado, me lo regalaron el amigo Bermejo y mi paisano de cangas (eso dice el, aunque el único de los dos que ha nacido en cangas soy yo) Bernaldo Garcia de Quirós, mientras que mis dos siguientes lecturas fueron regalo del pintor vecino Caamañez (para los amigos) de las cuales la primera que he leído fue Outline, que me recomendó como parte de una trilogía que le había parecido fenomenal. Lástima no poder decir lo mismo – por lo menos de la primera – ya que me he debido de perder algo, pero no ha conseguido despertar mi interés en ningún momento, llegando en alguno a parecerme un poco pesadilla. Pero, así son las cosas, igual en otro momento de mi vida me parece una novela sensacional y añado las otras dos partes de la trilogía a mi lista de lecturas. Ahora parece poco probable.




La otra novela que me regalo Caamañez también es parte de una serie de novelas policiacas (esta vez no es una trilogía, sino una serie como tal) protagonizadas por un club de ancianos jubilados que se dedican a investigar crímenes (normalmente ya archivados) y que responden al nombre de The Thursday Murder Club. Es una novela entretenida y sus personajes – con su toque de jubilados – pues tienen su gracia incluso cuando dicen las cosas propias de personas mayores que cualquiera de nuestras madres (o inlcuso muchos de nosotros) prodriamos suscrbir: “... it was a well known fact that there were no calories in home-made cakes”, algo que supongo que mi tanto mi médico de cabecera y mi nutricionista (si, tuve de esto durante un tiempo) suscribían implícitamente al decirme que nada de bollería industrial pero sin comentar nada sobre la bollería casera. No digo que no tengan razón, pero todos hemos leído Asterix y ya sabemos que “lo importante es no abusar de las salsas”.

Algunas puede que sean más controvertidas, pero yo las suscribo totalmente (salvo, obviamente, por el género): “If you know that a chemical engineer is, then you are a better woman than me. Don’t get me wrong, I Know what an engineer is and I know what Chemicasl are, but I can’t join the dots.”, dicho desde el cariño a todos los que se hacen llamar ingenieros quimicos. O como esa otra que, para mí no necesita comprobación maternal del tipo “como lo sabes si no lo has probado”: “At least I have discovered that online dating is not for me. You can have too much choice in this world. And when everyone has too much choice, it is also much harder to get chosen. And we all want to be chosen.” Una excelente razón, entre muchas otras, muy bien explicada, mucho mejor de lo que lo habría hecho yo mismo.

En fin, pues tras el maratón de estos últimos días – para ponerme al día – lo he conseguido y empezare el año sin tener que incluir entre mis propósitos el de ponerme al día ya que solo me queda este mes de diciembre sobre el que no debería empezar a escribir hasta que no haya terminado el mes y, como es obvio, el año pero que ya os puedo anticipar que sera largo ya que he pasado tiempo en piles y seran mas de diez libros que comentar.

Pues eso: Feliz salida y entrada de año y, ya sabéis, además de en nochevieja (o cualquier otro día):  ¡Divertíos asaltando el castillo!

 Lecturas

There's no such thing as an easy job - Kikuko Tsumura

Mr. Adam - Pat Frank

My Annhilation - Fuminori Nakamura

The Last Samurai - Helen DeWitt

When these mountains burn - David Joy

The kind worth saving - Peter Swanson

Outline - Rachel Cusk

The Thursday Murder Club - Richard Osman

jueves, 21 de diciembre de 2023

Comentario de textos – Octubre 2023

 Pues miro el calendario y veo que voy muy apretado para ponerme al día de mis lecturas de este año (ya es el día antes de la lotería de navidad y todavía me quedan dos meses de lecturas por comentar); pero yo soy consultor así que realmente me queda tiempo de sobra, incluso me sobraría para procrastinar pero como tampoco se trata de eso, de hacer las cosas solo por hacerlas pues voy a apartar los trabajos que tengo y ponerme a la tarea de comentar uno de los dos meses atrasados (diciembre no ira atrasado hasta enero, listillos). Vamos, que voy a procrastinar en serio de los temas laborales e incluso de la preparación de la felicitación de navidad. Ya digo, a procrastinar como un profesional.

Octubre es el mes en el que (si todo se conjura favorablemente) viajo una semana a NYC para visitar mis restaurantes, librerías y otros comercios que necesito visitar para tranquilizarme y seguir pensando que el mundo todavía es recuperable (aunque no del todo ya que ahora no visito los bares de noche que solíamos visitar; cosas de la edad, de la mía y de la de mi sobrina, que ambas influyen).

Pero antes de ir a NYC me leí El retrato de casada, uno de esos libros que resulta extraño que yo me compre ya que por una parte se supone que es, más o menos, histórico; y por otra parte era de una autora que de la que no me había gustado otra novela que había leído (cosa, que ni decir tiene, que solo me he dado cuenta al releer con calma la portada y comprobar in-situ mis lecturas anteriores. Ya sabéis como es mi memoria). La verdad es que pese a ser una novela histórica – quiera esto decir lo que quiera decir – es entretenida de leer y bastante sorprendente en la descripción de las relaciones matrimoniales del siglo XVI (según la contraportada) pero que, lamentablemente, algunos de los usos y costumbres que retrata es posible, incluso probable, que sigan vigentes en la actualidad y no solo en sitios lejanos de esos a los que a la gente le gusta turistear y que les parecen culturalmente fascinantes pese a que los usos de esas culturas les parezcan aborrecibles en el mundo actual pero “son tan auténticos”. Pero, divago, y no quiero meterme en este tipo de debates ahora mismo.

Entre esas tradiciones y creencias tal vez una con la que sí puedo coincidir (como una cuestión no ya de fe sino de planteamiento) es esa de que “…médicos y sacerdotes por igual le han grabado en la cabeza que el carácter de los hijos lo determinan los pensamientos de la madre en el momento de la concepción.”, ya que mi casa también se decía eso de “es que me hicieron con mucho cariño” que sin referirse a la madre de forma exclusiva si se refiere a la relación entre ambos perpetradores del acto que creo que si es relevante.

Hace unos cuantos años ya – antes de la pandemia –debieron modificar la normativa de ocupación de las tiendas (la cantidad de espacio libre para la circulación de los compradores) lo que a algunas tiendas (abarrotadas completamente) les ha quitado parte de su encanto que era precisamente la acumulación de cosas, mientras que ha hecho otras visitables por personas como yo. Este es el caso de The Strand, que pese a ser, desde siempre, una de las librerías más baratas de NYC (ya que básicamente se dedicaba a vender copias de libros que enviaban a lectores para reseñas o ediciones extravagantes de cosas sin derechos de autor) yo nunca visitaba con comodidad por la cantidad de mierda acumulada en la misma, y sobre todo porque había un baño que siempre estaba averiado y el olor a saneamiento era absolutamente insoportable incluso para mi que estoy acostumbrado a visitar obras de saneamiento y soy bastante insensible a dicho olor (que a veces me huele a dinero). Ahora parece que han arreglado sus problemas de saneamiento, han dejado mas espacio (y también se han dedicado a fabricar merchandising) por lo que en esta visita he pasado el tiempo suficiente para elegir algunos libros extravagantes.

El primero de ellos fue Science Fiktion, que es una serie de cuentos de esos interrelacionados de ciencia ficción alemana, concepto que no tenía ni idea de que existiera, pero que. Por extravagante, pues podía tener cierto interés y que he leído sin demasiado – casi ningún – interés. Tal vez, su interés sea meramente académico pero la verdad es que a mí la parodia de los dos bloques (este y oeste) en época de la guerra fría pues no me ha capturado en lo más mínimo, me ha costado acabármela y me ha dejado sin nada que aportar a este blog ni a mis recuerdos.

Yo creo que fue el mismo día que descubrimos que mi sucursal de McNally Jackson había cerrado, algo que no solo afecta a la compra de libros – algo que, por ejemplo, mi sobrina no sentiría demasiado – sino que tiene una gran influencia en la espera que podemos asumir para cenar en nuestro italiano favorito, que es una actividad a la que no se puede renunciar (aparte de sus pizzas mi sobrina no perdona sus zeppolinis de postre), el día que descubrimos una nueva librería con posibilidades de convertirse en una favorita de nuestras visitas (The Mysterious Bookshop, que nunca podrá quitarle a la ya cerrada Partners & Crime su status de librería de policíacas, novela negra y similares, favorita de toda la ciudad). Creo que fue ese mismo dia – o igual otro – en el que descubrimos (tras tantos años de visitar la ciudad) una calle por la que no habíamos pasado nunca y que era prácticamente una selva tropical de tantas floristerías y tiendas de todo tipo de plantas que tenían; también localizamos una tienda de billares – y accesorios de billar -  que podría sustituir a la que había en Broadway (y a la que nunca entramos porque no teníamos billar) pero que parecía demasiado formal para entrar a cotillear (tal vez en otra visita vuelva a aparecer y, ahora que tenemos un billar me dedica a entrar).

En cualquier caso, que divago, compramos varios libros en esta nueva librería y entre ellos creo que estaba una policiaca china: Bad Kids, que la verdad es que sin estar excesivamente bien se dejaba leer, aunque como dice una de los protagonistas esto de la lectura no es para tanto y nunca hay que caer en ninguna de las dos valoraciones siguientes:“He acts like he’s better than everyone else, but all he knows how to do is read books. Books aren’t that great; they’re just dead trees.”; vale que no es nada especial esto de leer, pero lo de los árboles muertos igual es excesivo. Claro que los protagonistas son unos chiquillos poco centrados en la vida a los que no se les ocurre mejor idea que chantajear a un asesino (solo ligeramente menos mala que la de amenazar con delatar a Bruce Wayne, aka Batman).




Como hay que variar de idioma y como me quedaba un libro de mi librería de referencia (ya sabéis, la Librería Méndez de la calle Mayor de Madrid) pues decidí leerme el que me quedaba: Venganza que probablemente podría haberme comprado en otra de mis librerías de referencia de NYC, Kinokinuya que me fascina (especialmente la zona de papelería del sotano). La verdad es que es otro de esos libros de cuentos enlazados que parecen ser la moda ahora y que pese a estar bien tampoco tiene nada especialmente relevante. Por lo menos, nada que haya marcado como relevante ya que ahora al cogerlo se ha abierto por la página de los últimos títulos de la editorial (Tusquets) y me ha saltado a la cara el número 1040 de la colección que podría estar escrito por un alter ego nazi de mi hermano ya que el autor es un tal Reich (o tal vez se trate de Fernando Pessoa. ¿quién sabe?)



Puestos a inventar y para mencionar otra librería – esta vez una cadena de librerías, pero de la que solo es obligatoria una de sus sucursales – pues creo que me compre Act of Oblivion del Harris que no es el del Silencio de los corderos, sino el que, además de novelas policiacas, escribe novelas sobre temas históricos variados (tiene varias sobre la antigua roma – en una de las cuales el protagonista en un ingeniero de saneamiento – varias sobre nazis, otra sobre Dreyfus… en fin, variadas) y que ahora escribía una sobre la persecución a los regicidas del rey Carlos I (de Inglaterra, vamos que debiera haber escrito Charles pero me ha dado por traducirlo) centrada en las personas de un suegro y su yerno que escapan a América ya que la amnistía (The act of oblivion del titulo) pues no les incluía ya que “The past Is to be forgotten. There’s to be an amnesty for all who took up arms against the late king – with one exception. All those regicides, who had direct involvement in the trial and execution of Charles Stuart are required to surrender themselves to judgement.” y como uno de ellos había firmado la orden de ejecución (con otros cincuenta y ocho) pues se pasaron 17 años persiguiéndolos con la idea no solo de matarles, en nombre de la corona, sino de descuartizarlos y hacer cosas con sus cadáveres que es mejor no repetir (lo dejo para los que leáis el libro porque es impresionante). No sé por qué, pero me da a mí que la amnistía catalana que tan conmocionado tiene a cierto sector de este país, no tendrá este tipo de condicionantes, aunque igual estaría bien… los seguidores quedan perdonados pero los instigadores... pues como que no. Pero este es otro debate que tampoco quiero tener, por lo menos ahora.

Curiosamente cuando ya llevan varios años huidos por tierras americanas uno de ellos tiene una morrilla que “He even recalled with fondness the stink of the Thames at low tide the sewage along the Strand” (ya, debería haber habría estado mejor comprar esta novela en the strand y con su baño averiado pero no se puede tener de todo); el caso es que echaba de menos el hedor de Londres y eso que aún estaba en 1660, mucho antes de ese verano de 1858 que se llegó a conocer como “the great stink” y que obligo a rehacer el saneamiento de todo Londres (curiosidad ingenieril que no puedo evitar mencionar de vez en cuando).

También resulta curioso enterrarse de que los indios – o algunas tribus indias, al menos – tenían la costumbre de incendiar todas las praderas cuando llegaba el otoño, con la idea de que se regeneraran, pero formando un interesante estropicio, que ahora cualquier grupo ecologista estaría en contra (o a favor, que nunca se sabe).

Black wings has my angel (que procede de una de esas colecciones que se encuentran en Strand) es, al parecer, una novela de culto de la novela negra, de la que yo, por supuesto, en mi incultura enciclopédica, no había oído hablar en la vida. Una vez leída es una novela como muchas otras sin mucho de especial que cuenta la típica historia de una pareja que se dedica al crimen (él se acaba de escapar de la cárcel; ella es semi-prostituta) y por supuesto están pensando, más que en traicionarse, en cuando les traicionara el otro (la otra, más bien) pero que pese a tener esta relación extraña tienen alguna reflexión buena sobre la vida en pareja: “there’s something so comical about that kind of possessiveness. Because you can’t own anybody by shielding them and bullying them and spying on them.  It’s just the other way ‘round.”




Aquí es necesario aclarar que el cierre de McNally- Jackson solo afecta a la que era – por ubicación – mi sucursal favorita y que no se debe a que les haya ido mal ya que han abierto otra pegada al Rockefeller, teniendo otra en la parte baja de Manhattan. Si bien, la del Rockefeller no la he visitado, este año si me he acercado a la de la zona del puerto (el año pasado no me acerque ya que la mia estaba abierta). He de decir que si bien su ubicación es mucho peor para mis planes habituales de cena, es una librería preciosa y bastante completa. Un gusto de librería que seguramente vuelva a visitar en mis próximas visitas (a menos que reabran la del Soho que seguirá siendo mi favorita, aunque solo sea en mi memoria) y en la que esta vez, entre otras cosas, me compre Small mercies, la última novela de Lehane que me apetecía mucho ya que es uno de esos autores de los que me ha gustado casi todo lo que he leído (algunas, tal vez, un poco menos).

De esta, si yo hiciera recomendaciones, solamente podría decir que es altamente recomendable y que me alegro de haberla leído en ingles ya que hay frases que posiblemente no me sonaran igual de bien en español como esa característica familiar que yo suscribo: “it’s a Coyne family trait-if you fell happiness, duck. Because the only thing that could possibly follow happiness is pain.” Pero, para mí, ese duck le da un toque especial a la frase que no quedaría igual con un “escondete” o “acojonate” ni con nada (creo).

Por otra parte, me siento personalmente retratado en algunos de sus personajes y en sus miedos e inseguridades como y casi siempre me pasa esto mismo “… they both smile goofily and wonder if they should try another kiss, he realizes that what scares him about her is what scares him about all intelligent women- that she’s smart enough to see, very quickly, how completely full of shit he is”

En mi próxima visita espero poder incluir estas nuevas, o recuperadas, librerías entre mis visitas casi obligatorias. Como esto tardara en suceder y como todavía me queda un mes que comentar antes de fin de año, pues me despido por hoy y como a mí no me tocara la lotería (por la imposibilidad física de no jugar ni un centavo este año) solo que queda desearos que sobreviváis a las navidades, suerte en los juegos de azar y ¡Divertíos asaltando el castillo!

  

Lecturas

El retrato de casada - Maggie O'Farrel

Science Fiktion - Franz Fühmann

Bad Kids - Zijin Chen

Venganza - Yoko Ogawa

Act of Oblivion - Robert Harris

Black wings has my angel - Elliott Chaze

Small mercies - Dennis Lehane

 

domingo, 10 de diciembre de 2023

Comentario de textos – Septiembre 2023

Pues esta es la primera vez que escribo estos comentarios desde Piles, a donde me he venido a pasar el Puente (de diciembre, lo que solo sirve para recordarme lo atrasado que voy con mis comentarios), asi que escribo en gran parte sin el apoyo físico de los libros que he leído (aunque algunos han sido leidos aquí en Piles).

La verdad es que a lo largo del año pasado – que estuve viniendo a “vigilar” la obra, más o menos cada dos meses – y una vez “acabada” la obra (las comillas son necesarias ya que el carpintero nos ha dejado cosas sin acabar por lo que la obra, pues, acabada, acabada no está y además pues siempre quedan cosas como pintar, decorar, amueblar, etc.) pues me he reconciliado con Piles (no, no me mal interpretéis: nunca he estado “peleado” con Piles pero, la verdad, es que no me resultaba ni cómoda ni interesante y siempre había sido partidario de su venta; no me interesaba tener como casa de vacaciones una especie de mausoleo dedicado a la memoria de mis padres en el que todas las cosas fueran inamovibles); además con la bajada de los precios de los trenes y de los coches de alquiler la verdad es que lo de venirse unos días, solamente a escuchar el mar, cada día me resulta más tentador y, aunque todavía soy incapaz de mantener un ritmo de trabajo aquí – cada vez estoy más cerca de hacer algo útil, aunque sea ponerme al día con mis comentarios). Vamos, que es muy probable que esto (lo de escribir desde la casa de la playa) se repita mas veces.

También es verdad que este no ha sido el mejor viaje a Piles, ya que al venir una avería en el túnel que une Chamartín con Atocha me tuvo esperando en Chamartín – que no está preparada para esperar más de un par de trenes – casi tres horas, al final llegue a Valencia diez minutos después de que hubieran cerrado el alquiler de coches por lo que tuve que quedarme a dormir en Valencia (algo que conseguí gracias a la inestimable colaboración de Alvaro ya que por una parte yo soy bastante incompetente en gestionar cosas y desde el tren – que tiene una cobertura de datos ínfima pues era una tarea casi imposible). Por si esto no fuera poco, a mitad de semana lleve a Valencia a mi hermana y mi sobrina – que también aprovecharon parte del puente para acercarse con la idea de avanzar en cosas de la casa, algo en lo que hemos hecho lo que hemos podido, pero igual no lo suficiente –y a mitad de camino el salpicadero se ilumino como si ya le tocara el encendido navideño. Afortunadamente todas las luces eran amarillas – ninguna roja, que un color más navideño, pero algo más preocupante – y parecían referirse a la presión de los neumáticos que, en principio, parecía estar bien, aunque como ya hemos pinchado tres veces en el último año en estos viajes pues creaba cierta incertidumbre en alguien obsesivo como yo (hay otro tipo de personas y recuerdo un viaje de Madrid a Vitoria, por un tema de trabajo, con mi jefe de Watson España al que el nada más salir de Madrid se le encendieron todas la luces del salpicadero y antes de cruzar la M-30 el coche se puso a hablar, diciéndole: Es urgente que me lleve al taller. Por favor, acérquese al taller más cercano. Y como no paraba de repetir esto yo le comenté si no deberíamos hacer algo al respecto o si no le molestaba que el coche le hablara y le diera órdenes. Su respuesta fue algo así como “no, te acostumbras a que hable, lo que es preocupante es cuando le contestas o incluso intentas razonar con él, diciéndole cosas como tranquilo, ya lo sé. El caso es que fuimos hasta Vitoria, tuvimos nuestra reunión y volvimos, por supuesto sin pasar por ningún taller y sin que el coche dejara de comentarnos la necesidad de llevarle al taller urgentemente. Ya digo, hay muchos tipos de personas), yo en cambio estoy un poco preocupado por mi viaje de mañana hasta Valencia para coger el tren de vuelta.

Pero, aunque el viaje ha tenido sus tropiezos (espero que ya mañana no tenga más, aunque viendo cómo está el tema de los trenes en Madrid – con varios descarrilamientos y averías en muy poco tiempo – pues no las tengo todas conmigo) el caso es que aquí, en Piles, se está estupendamente con solecito, libros, el billar, tareas que hacer, una temperatura ideal durante el día que baja lo suficiente al ponerse el sol como para encender la chimenea (tengo que comprar, por lo menos, un poco de ron, un vaso bajo y una mesita para apoyarlo mientras leo junto al fuego; o conseguir un par de perros enormes y a mi Lauren Bacall para completar la escena de mi cámara cenital, o para, por lo menos, imitar esa famosa foto) y sobre todo el mar para pasear hasta su orilla y fumarse un par de pitillos a primera hora, a última hora y casi a cualquier hora… pero... a lo que vamos…

A finales de agosto por fin me hice con The last chairlift (si, en ingles ya que no me apetecía esperar a que la tradujeran cuando, además prefiero leerla en inglés) la nueva novela de Irving un autor que para mí es mítico, del que (creo) he leído todo y del que antes podía decir que todo me había gustado todo. Esta novela ha roto el idilio de años; idilio que ya se estaba debilitando en sus últimas novelas, que, si bien, me habían gustado me iban gustando cada vez menos; no se si me explico, pero por decirlo claramente no he conseguido terminármela (y no porque tenga 891 paginas, que puede que no sea el libro más largo que he leído este año) sino, sencillamente porque la historia no me ha agarrado, los personajes – pese a tener parecidos con otros personaje suyos – no me han convencido y he echado de menos el tema del libro que es algo que siempre existía en los libros de Irving (supongo que es sobre la identidad sexual y las relaciones familiares pero… es demasiado difuso, poco concreto).

En cualquier caso, sigue siendo Irving y sigue teniendo ideas que me fascinan como ese tipo que siempre lleva un buen libro en la guantera del coche porque “If I drive off the road and I am lying upside down in a ditch, unable to move my legs or get out of the car, I want to have something good to read – an emergency novel.”, algo que si no supiera de mi mala memoria practicaría incluso en los coches que alquilo.

Personaje que claramente contrasta con otro, que sencillamente “I would rather have altitude sickness tan read anything. Oxygen deficiency is more interesting than writing – at least you fell something!” que al fin y al cabo de todo hay en la viña del señor: desde lectores empedernidos hasta iletrados voluntarios (si hasta hay veganos que lo son por no dañar a seres vivos, olvidando que las plantas también son seres vivos, es verdad que con movilidad reducida como se dice ahora, pero seres vivos que – según algunos vegetarianos – tienen sentimientos y van y aprecian, todas ellas, la música clásica y odian la música ruidosa. Sin comentarios).

Por supuesto tiene grandes observaciones con las que coincido, como “..the first death of someone dear to you – when it happens, the pace of everything changes…. When you lose someone, you’re aware of the earth’s motion; the world is always moving, always ahead of you. For the rest of your life, you know there are others deaths coming – one after another, yours included.” que, desafortunadamente, comparto desde hace muchos, demasiados, años.

Aunque solo es una curiosidad me ha sorprendido enterarme de que hasta 1977 no era obligatorio indicar el sexo en los pasaportes estadounidenses, imagino que es una de las muchas cosas que le lleva a hablar de los setenta ameicanos como si fueran los 80 espanoles donde “we were at liberty – we have liberty, we took liberties. We felt free to say and write whatever we imagined. We felt free to live the lives we chose. We didn’t see the pushback coming. We failed to imagine both the passive and aggressive forms the pushback would take.” Supongo que en eso también estamos empatados (con una década, o mas, de retraso) y que tampoco imaginábamos que después de aquella libertad de los ochenta, vinieran estos tiempos como si bailáramos, como civilización, con el típico manual de iniciación (ahora un pasito para adelante, y luego dos pasitos para atrás).

Por supuesto Irving se refiere a otras cosas más importantes como la prohibición del aborto incluso en los supuestos más extremos, el aumento de la desigualdad (con ricos que se declaran estoicos cuando tienen fortunas superiores al PIB de varios países, mientras que aumenta la pobreza global), a los tiroteos en masa sobre los que recuerda uno, que yo desconocía y que me ha sorprendido, en la escuela politécnica de Montreal donde un tipo mato – tras separarlas del resto – a 13 mujeres ya que “the killer had said he was «fighting feminism»; it bothered him that the women students were «going to be engineers»”, pues eso, a esas pequeñas cosas creo que se refiere Irving que demuestran que no todos tenemos los mismos motivos de enfado (mas lógico, si bien mas dificil, hubiera sido matar a los arquitectos que estuvieran intentando ser ingenieros que a las mujeres que lo iban a conseguir).

Con todo, una de las mejores frases se refiere a la irracionalidad del odio (ya sea por las mujeres, por los arquitectos, o por cualquier otra causa salvo tal vez el Brocoli) ya que: “I complained to the snowshoer that the hatred my mother and Molly had predicted from the dancing teammates didn’t sound logical to me. «then it’s definitely true – hatred isn’t logical», asi es el odio: irracional (salvo en casos como el del Brocoli y otros).

Ya, ya se lo que parece… pues igual ni tan mala es… bueno, pensad lo que queráis, pero yo no me la he acabado; si lo hacéis contadme el final (creo que solo me quedaban cien páginas).

Tras la decepción de un libro que había esperado para comprarme parecía el momento más oportuno para leer un libro que, probablemente, yo no hubiera pensado en comprarme, cuya procedencia fuera, digámoslo así, ajena a mis prejuicios para lo que me viene siempre estupendamente mi intercambio de libros con Maria de la O que en este caso fue Una vida de tres perros.

Una de las cosas más curiosas (para mi) de todo el libro es que uno de los protagonistas escribe cosas sobre su vida en algo que “... no era un diario, pero el 8 de abril de 1988, después del tiempo y de otros datos generales, escribió: mañana me caso con Abby.” Algo que inevitablemente me ha recordado uno de los enfados más grande de mi madre con mi padre cuando un día indeterminado, pero en los ochenta o noventa, ordenando papeles en casa encontramos la agenda de mi padre de 1962 en la que para el 1 de diciembre tenia anotado “casarme con Pili”, algo que puso frenética a mi madre cuando lo leyó. No porque apuntara la fecha de su boda, que ya le parecía extravagante que tuviera que apuntarla, como si se fuera a olvidar en plan profesor chiflado, sino por que apuntara con quien se casaba. Hasta ahí podíamos llegar, ¿es que otro día iba a casarse con otra? Mi madre no daba crédito y a mi padre en cambio le parecía de lo más normal, al fin y al cabo, solo había apuntado la información relevante (a mí ya me ha pasado más de una vez apuntar una reunión, pero no apuntar con quien y es un problema ya que no sabes quién puede aparecer, o a quien tienes que visitar – que es peor – y eso crea mucha tensión). Mi solidaridad plena con mi padre.

Por otra parte, últimamente leo en muchos libros frases sobre la cantidad de análisis que merecen las cosas y este no es una excepción: “Puede que no valga la pena vivir una vida exenta de análisis, pero la vida sobre analizada es un infierno. Hablamos de más.” que para mí mezcla dos conceptos ya que, obviamente ya lo he dicho (como si hiciera falta decírselo a cualquiera que me conozca), creo que las cosas hay que analizarlas (mucho) pero creo que el análisis es individual y que tampoco hay que comentar todo el análisis por lo que si efectivamente algunos (creo que no es mi caso como sabe cualquiera que me conozca) hablan demasiado y lo que es peor sobre los análisis que hacen, y lo que es mas irritante antes de plantearse alguna conclusión.

El libro en general me ha gustado bastante, aunque, por el tema del sobre análisis, uno siempre se queda inquieto con la lectura de los libros que le prestan, o intercambian, cuando estos han sido escogidos específicamente ya que tiene tendencia a preguntarse por qué y si a uno le quieren decir algo o no. Yo en general no quiero decir nada y creo que el resto del mundo tampoco, pero, siempre queda la duda. En cualquier caso, mi frase favorita es sobre la perdida de los seres queridos o de la conexión con los mismos que “No sería como caer al vacío sin red de seguridad, sería como caer al vacío con paracaídas, pero sin un planeta en el que aterrizar” que es mucho peor.

Tras esta lectura era obligada una visita a mi librería de referencia (ya sabéis: Méndez que siempre agradecen las visitas, las de todos) donde había dos (o más) libros distintos de la misma autora en la mesa de los libros prominentes, lo que siempre es un indicador. Aunque la fajilla de uno decía que esa era “su mejor novela hasta la fecha” pues yo me decante por uno anterior (teóricamente según la fajilla cogiendo uno pero) y me lleve El tiempo es un canalla ya que me apetecía mas leer una novela sobre San Francisco en los setenta y la Nueva York actual con músicos que una sobre el mundo digital y la perversa tecnología.

Ahora en esta visita a Piles me he leído la otra y creo que es peor que esta y eso que esta no es especialmente buena. A ver, es entretenida, tiene su punto ya que sale un poco de la escena punk de San Francisco (que nunca fue una gran escena ya que ser punk en la soleada california, incluso en San Francisco que, vale, es casi una ciudad – comparada con, digamos, Los Angeles, que no es más que una serie de autopistas – es mucho más difícil que serlo en una ciudad propiamente dicha). Además poco sale de la escena punk o de la propia filosofía, o forma de vida, por lo que perfectamente podrían haber sido otra cosa (digamos metaleros o hardcoretas) y lo único interesante en este sentido es enterarme de la existencia de los Mabuhay Gardens que al parecer era el garito de punk más famoso de San Francisco (igual el único ya que vuelve a salir en su siguiente novela, donde aprovecha para inventarse – creo yo – un gran nombre de grupo, que podría haber existido: The flying dildos)

La mejor frase, que recuerda a aquella famosa de Historias de Filadelfia sobre la fotogenia, es para mí: “Yo siempre estoy feliz – dijo Sasha -. Pero a veces se me olvida.” que por lo menos a mí me pasa, y cada vez tengo menos memoria lo que, bueno, pues eso.

Cuando estaba a punto de comprar (si, en Méndez, que lo repito porque la visitáis poco y no puedo permitirme que cierren: ya me han cerrado dos en NYC y también ha cerrado mi peluquería, algo que me afecta menos porque mi imagen no me preocupa pero que empieza a preocuparme ahora que los políticos ultraderechistas han decidido dedicarse a las locuras capitulares) Lecciones tenía la sensación de que ya había leído algo del autor y no me había gustado (creo que esta frase, o similar, ya la he usado más veces en estos comentarios) pero como mi memoria es la que es, pues no estaba seguro y decidí darle una oportunidad ya que me sonaba que la que había leído iba sobre robots o cosas así y esta pues parecía ir de una saga familiar, así que había una posibilidad de que no fuera el mismo autor (lo era, lo he mirado).

A ver, no es mala, pero… tampoco es buena. Como me acababa de decepcionar Irving y mi hermano Rafa me había dicho que acababa de releerse El mundo según Garp (novela mítica de Irving) pues en cierta medida, de forma inversa, creo muy valido que “Su ignorante yo de veintisiete años habría visto con desprecio a los preferidos de Roland de la actualidad”, algo que ya sabía porque siempre he defendido que la bondad/calidad de un libro depende tanto del libro como del lector, y si bien el libro no cambia con el tiempo el lector (como el proverbial rio en el que, al parecer en un sentido estricto, uno no puede bañarse dos veces) nunca es el mismo.

Igual que no son los mismos los políticos (en ninguna parte) ya que al fin y al cabo como al parecer decía algún político británico “Había desdeñado el intento de la izquierda radical de tomar el control del Partido Laborista. Lo importante era salir elegidos. «Primero hay que llegar al poder. ¡Luego, si es necesario, se vira a la izquierda!»; algo tan cierto como que antes “los camareros eran camareros de verdad, criados desde la cuna, no aspirantes a actores y estudiantes de posgrado” pero esto último igual es solo una cosa de la edad y de que la nostalgia ya no es lo que era.

También, pese a que yo le doy muchas vueltas a las cosas (soy un tipo racional, me gusta decir) es cierto que tengo que coincidir con su “¡Haz una elección, actúa! Esa es la lección. Qué pena no haber sabido el truco mucho tiempo atrás. Las buenas decisiones no llegaban tanto a través del cálculo racional como de arranques de buen humor. Pero lo mismo ocurría con algunas de sus peores decisiones.” ya que muchas de las decisiones, de las mejores que he tomado, han ido contra la lógica que, por ejemplo, decía que, claramente, abrir un bar no sería una decisión sabia ya que las cuentas no salían, pero mira, para eso sirve el buen humor; mientras que, algunas de las peores, pese a ser las lógicas se tomaron con mal humor – con una base de enfado - y pese a ser las decisiones acertadas no acabaron de salir todo lo bien que deberían haberlo hecho.

También me ha gustado bastante cómo se describe la generación de un machismo en pareja, entendido como una desigualdad, que es algo que en cierta medida surge sin que ninguna de las dos partes se dé cuenta hasta que es tarde “Jane apenas se dio cuenta de hasta qué punto iba volviéndose convencionalmente sumisa a los deseos de su marido. De una manera recíproca, él no era consciente de su actitud dominante, sus expectativas de que ella lo sirviera en casa. Quienes conocían bien a Jane observaban en algunas ocasiones un punto de aspereza, incluso de amargura, de desilusión en su forma de ser.” y que es algo sobre lo que las dos partes deben de estará vigilantes ya que luego, una vez que se ha producido, pues, ya es, casi siempre, irreversible y continuista.

Y por supuesto porque creo que es una de las cosas peor interpretadas pero más comentadas por todo el mundo (salto tal vez el efecto mariposa) me gusta mucho su versión del multiverso y saber que en el tema de los animales domésticos coincido con el genio meta paralitico (por decirlo de alguna forma) más conocido: “si creía eso [la existencia del multiverso] entonces debía creer en todas la religiones y cultos del mundo al mismo tiempo. En algún lugar oculto eran todos verdaderos. Como eran todos mentiras. Stephen Hawking dijo una vez: «Cuando oigo hablar del gato de Schrödinger echo mano a la pistola»

Pues acabo de volver a Madrid, esta vez sin ningún incidente reseñable, pero mientras venia en el tren, venia pensando que había "pubicado" esta entrada sin terminar, de una forma abrupta y sin tan siquiera despedirme. Esto me ha reconcomido hasta ahora, que efectivamente he comprobado que era así, aunque creo que nadie se ha dado cuenta (creo que esta sin visitas) por lo que aprovecho para terminar de una forma mas elegante con la despedida tradicional ¡Divertíos asaltando el castillo! (que me niego a adaptar pese a las fechas con un "portal").


Lecturas

The last chairlift - John Irving

Una vida de tres perros - Abigail Thomas

El tiempo es un canalla - Jennifer Egan

Lecciones - Ian McEwan