Pues esta es la primera vez que escribo estos comentarios desde Piles, a donde me he venido a pasar el Puente (de diciembre, lo que solo sirve para recordarme lo atrasado que voy con mis comentarios), asi que escribo en gran parte sin el apoyo físico de los libros que he leído (aunque algunos han sido leidos aquí en Piles).
La verdad es que a lo largo del año pasado – que estuve
viniendo a “vigilar” la obra, más o
menos cada dos meses – y una vez “acabada”
la obra (las comillas son necesarias ya que el carpintero nos ha dejado cosas
sin acabar por lo que la obra, pues, acabada, acabada no está y además pues
siempre quedan cosas como pintar, decorar, amueblar, etc.) pues me he
reconciliado con Piles (no, no me mal interpretéis: nunca he estado “peleado”
con Piles pero, la verdad, es que no me resultaba ni cómoda ni interesante y
siempre había sido partidario de su venta; no me interesaba tener como casa de
vacaciones una especie de mausoleo dedicado a la memoria de mis padres en el
que todas las cosas fueran inamovibles); además con la bajada de los precios de
los trenes y de los coches de alquiler la verdad es que lo de venirse unos
días, solamente a escuchar el mar, cada día me resulta más tentador y, aunque
todavía soy incapaz de mantener un ritmo de trabajo aquí – cada vez estoy más
cerca de hacer algo útil, aunque sea ponerme al día con mis comentarios).
Vamos, que es muy probable que esto (lo de escribir desde la casa de la playa) se repita mas veces.
También es verdad que este no ha sido el mejor viaje a
Piles, ya que al venir una avería en el túnel que une Chamartín con Atocha me
tuvo esperando en Chamartín – que no está preparada para esperar más de un par
de trenes – casi tres horas, al final llegue a Valencia diez minutos después de
que hubieran cerrado el alquiler de coches por lo que tuve que quedarme a
dormir en Valencia (algo que conseguí gracias a la inestimable colaboración de
Alvaro ya que por una parte yo soy bastante incompetente en gestionar cosas y
desde el tren – que tiene una cobertura de datos ínfima pues era una tarea casi
imposible). Por si esto no fuera poco, a mitad de semana lleve a Valencia a mi
hermana y mi sobrina – que también aprovecharon parte del puente para acercarse
con la idea de avanzar en cosas de la casa, algo en lo que hemos hecho lo que
hemos podido, pero igual no lo suficiente –y a mitad de camino el salpicadero
se ilumino como si ya le tocara el encendido navideño. Afortunadamente todas
las luces eran amarillas – ninguna roja, que un color más navideño, pero algo
más preocupante – y parecían referirse a la presión de los neumáticos que, en
principio, parecía estar bien, aunque como ya hemos pinchado tres veces en el
último año en estos viajes pues creaba cierta incertidumbre en alguien obsesivo
como yo (hay otro tipo de personas y recuerdo un viaje de Madrid a Vitoria, por
un tema de trabajo, con mi jefe de Watson España al que el nada más salir de
Madrid se le encendieron todas la luces del salpicadero y antes de cruzar la
M-30 el coche se puso a hablar,
diciéndole: Es urgente que me lleve al
taller. Por favor, acérquese al taller más cercano. Y como no paraba de
repetir esto yo le comenté si no deberíamos hacer algo al respecto o si no le
molestaba que el coche le hablara y le diera
órdenes. Su respuesta fue algo así como “no, te acostumbras a que hable, lo
que es preocupante es cuando le contestas o incluso intentas razonar con él,
diciéndole cosas como tranquilo, ya lo sé.
El caso es que fuimos hasta Vitoria, tuvimos nuestra reunión y volvimos, por
supuesto sin pasar por ningún taller y sin que el coche dejara de comentarnos
la necesidad de llevarle al taller urgentemente. Ya digo, hay muchos tipos de
personas), yo en cambio estoy un poco preocupado por mi viaje de mañana hasta
Valencia para coger el tren de vuelta.
Pero, aunque el viaje ha tenido sus tropiezos (espero que ya
mañana no tenga más, aunque viendo cómo está el tema de los trenes en Madrid –
con varios descarrilamientos y averías en muy poco tiempo – pues no las tengo
todas conmigo) el caso es que aquí, en Piles, se está estupendamente con
solecito, libros, el billar, tareas que hacer, una temperatura ideal durante el
día que baja lo suficiente al ponerse el sol como para encender la chimenea
(tengo que comprar, por lo menos, un poco de ron, un vaso bajo y una mesita
para apoyarlo mientras leo junto al fuego; o conseguir un par de perros enormes
y a mi Lauren Bacall para completar
la escena de mi cámara cenital, o
para, por lo menos, imitar esa famosa foto) y sobre todo el mar para pasear
hasta su orilla y fumarse un par de pitillos a primera hora, a última hora y
casi a cualquier hora… pero... a lo que vamos…
A finales de agosto por fin me hice con The last chairlift (si, en ingles ya que no me apetecía esperar a
que la tradujeran cuando, además prefiero leerla en inglés) la nueva novela de
Irving un autor que para mí es mítico, del que (creo) he leído todo y del que
antes podía decir que todo me había gustado todo. Esta novela ha roto el idilio
de años; idilio que ya se estaba debilitando en sus últimas novelas, que, si
bien, me habían gustado me iban gustando cada vez menos; no se si me explico,
pero por decirlo claramente no he conseguido terminármela (y no porque tenga
891 paginas, que puede que no sea el libro más largo que he leído este año)
sino, sencillamente porque la historia no me ha agarrado, los personajes – pese
a tener parecidos con otros personaje suyos – no me han convencido y he echado
de menos el tema del libro que es algo que siempre existía en los libros de
Irving (supongo que es sobre la identidad sexual y las relaciones familiares
pero… es demasiado difuso, poco concreto).
En cualquier caso, sigue siendo Irving y sigue teniendo
ideas que me fascinan como ese tipo que siempre lleva un buen libro en la guantera
del coche porque “If I drive off the road
and I am lying upside down in a ditch, unable to move my legs or get out of the
car, I want to have something good to read – an emergency novel.”, algo que
si no supiera de mi mala memoria practicaría incluso en los coches que alquilo.
Personaje que claramente contrasta con otro, que
sencillamente “I would rather have
altitude sickness tan read anything. Oxygen deficiency is more interesting than
writing – at least you fell something!” que al fin y al cabo de todo hay en
la viña del señor: desde lectores empedernidos hasta iletrados voluntarios (si
hasta hay veganos que lo son por no dañar a seres vivos, olvidando que las
plantas también son seres vivos, es verdad que con movilidad reducida como se
dice ahora, pero seres vivos que – según algunos vegetarianos – tienen
sentimientos y van y aprecian, todas ellas, la música clásica y odian la música ruidosa. Sin comentarios).
Por
supuesto tiene grandes observaciones con las que coincido, como “..the first death of someone dear to you –
when it happens, the pace of everything changes…. When you lose someone, you’re
aware of the earth’s motion; the world is always moving, always ahead of you.
For the rest of your life, you know there are others deaths coming – one after
another, yours included.” que, desafortunadamente, comparto desde hace
muchos, demasiados, años.
Aunque solo es una curiosidad me ha sorprendido enterarme de
que hasta 1977 no era obligatorio indicar el sexo en los pasaportes
estadounidenses, imagino que es una de las muchas cosas que le lleva a hablar
de los setenta ameicanos como si fueran los 80 espanoles donde “we were at liberty – we have liberty, we
took liberties. We felt free to say and write whatever we
imagined. We felt free to live the lives we chose. We didn’t see the pushback
coming. We failed to imagine both the passive and aggressive forms the pushback
would take.” Supongo
que en eso también estamos empatados (con una década, o mas, de retraso) y que
tampoco imaginábamos que después de aquella libertad de los ochenta, vinieran
estos tiempos como si bailáramos, como civilización, con el típico manual de
iniciación (ahora un pasito para adelante, y luego dos pasitos para atrás).
Por supuesto Irving se refiere a otras cosas más importantes
como la prohibición del aborto incluso en los supuestos más extremos, el
aumento de la desigualdad (con ricos que se declaran estoicos cuando tienen
fortunas superiores al PIB de varios países, mientras que aumenta la pobreza
global), a los tiroteos en masa sobre los que recuerda uno, que yo desconocía y
que me ha sorprendido, en la escuela politécnica de Montreal donde un tipo mato
– tras separarlas del resto – a 13 mujeres ya que “the killer had said he was «fighting feminism»; it bothered him that
the women students were «going to be engineers»”, pues eso, a esas pequeñas
cosas creo que se refiere Irving que demuestran que no todos tenemos los mismos
motivos de enfado (mas lógico, si bien mas dificil, hubiera sido matar a los
arquitectos que estuvieran intentando ser ingenieros que a las mujeres que lo
iban a conseguir).
Con todo, una de las mejores frases se refiere a la irracionalidad
del odio (ya sea por las mujeres, por los arquitectos, o por cualquier otra
causa salvo tal vez el Brocoli) ya que: “I complained to the snowshoer that the
hatred my mother and Molly had predicted from the dancing teammates didn’t
sound logical to me. «then it’s definitely true – hatred isn’t logical», asi es
el odio: irracional (salvo en casos como el del Brocoli y otros).
Ya, ya se lo que parece… pues igual ni tan mala es… bueno,
pensad lo que queráis, pero yo no me la he acabado; si lo hacéis contadme el
final (creo que solo me quedaban cien páginas).
Tras la decepción de un libro que había esperado para
comprarme parecía el momento más oportuno para leer un libro que,
probablemente, yo no hubiera pensado en comprarme, cuya procedencia fuera,
digámoslo así, ajena a mis prejuicios para lo que me viene siempre
estupendamente mi intercambio de libros con Maria de la O que en este caso fue Una vida de tres perros.
Una de las cosas más curiosas (para mi) de todo el libro es
que uno de los protagonistas escribe cosas sobre su vida en algo que “... no era un diario, pero el 8 de abril de
1988, después del tiempo y de otros datos generales, escribió: mañana me caso
con Abby.” Algo que inevitablemente me ha recordado uno de los enfados más
grande de mi madre con mi padre cuando un día indeterminado, pero en los
ochenta o noventa, ordenando papeles en casa encontramos la agenda de mi padre
de 1962 en la que para el 1 de diciembre tenia anotado “casarme con Pili”, algo
que puso frenética a mi madre cuando lo leyó. No porque apuntara la fecha de su
boda, que ya le parecía extravagante que tuviera que apuntarla, como si se
fuera a olvidar en plan profesor chiflado, sino por que apuntara con quien se
casaba. Hasta ahí podíamos llegar, ¿es que otro día iba a casarse con otra? Mi
madre no daba crédito y a mi padre en cambio le parecía de lo más normal, al
fin y al cabo, solo había apuntado la información relevante (a mí ya me ha
pasado más de una vez apuntar una reunión, pero no apuntar con quien y es un
problema ya que no sabes quién puede aparecer, o a quien tienes que visitar –
que es peor – y eso crea mucha tensión). Mi solidaridad plena con mi padre.
Por otra parte, últimamente leo en muchos libros frases
sobre la cantidad de análisis que merecen las cosas y este no es una excepción: “Puede que no valga la pena vivir una vida
exenta de análisis, pero la vida sobre analizada es un infierno. Hablamos de
más.” que para mí mezcla dos conceptos ya que, obviamente ya lo he dicho
(como si hiciera falta decírselo a cualquiera que me conozca), creo que las
cosas hay que analizarlas (mucho) pero creo que el análisis es individual y que
tampoco hay que comentar todo el análisis por lo que si efectivamente algunos (creo
que no es mi caso como sabe cualquiera que me conozca) hablan demasiado y lo
que es peor sobre los análisis que hacen, y lo que es mas irritante antes de
plantearse alguna conclusión.
El libro en general me ha gustado bastante, aunque, por el
tema del sobre análisis, uno siempre se queda inquieto con la lectura de los
libros que le prestan, o intercambian, cuando estos han sido escogidos
específicamente ya que tiene tendencia a preguntarse por qué y si a uno le
quieren decir algo o no. Yo en general no quiero decir nada y creo que el resto
del mundo tampoco, pero, siempre queda la duda. En cualquier caso, mi frase
favorita es sobre la perdida de los seres queridos o de la conexión con los mismos
que “No sería como caer al vacío sin red
de seguridad, sería como caer al vacío con paracaídas, pero sin un planeta en
el que aterrizar” que es mucho peor.
Tras esta lectura era obligada una visita a mi librería de
referencia (ya sabéis: Méndez que
siempre agradecen las visitas, las de todos) donde había dos (o más) libros
distintos de la misma autora en la mesa de los libros prominentes, lo que
siempre es un indicador. Aunque la fajilla de uno decía que esa era “su mejor
novela hasta la fecha” pues yo me decante por uno anterior (teóricamente según
la fajilla cogiendo uno pero) y me lleve El
tiempo es un canalla ya que me apetecía mas leer una novela sobre San
Francisco en los setenta y la Nueva York actual con músicos que una sobre el
mundo digital y la perversa tecnología.
Ahora en esta visita a Piles me he leído la otra y creo que
es peor que esta y eso que esta no es especialmente buena. A ver, es
entretenida, tiene su punto ya que sale un poco de la escena punk de San
Francisco (que nunca fue una gran escena ya que ser punk en la soleada
california, incluso en San Francisco que, vale, es casi una ciudad – comparada
con, digamos, Los Angeles, que no es más que una serie de autopistas – es mucho
más difícil que serlo en una ciudad propiamente dicha). Además poco sale de la
escena punk o de la propia filosofía, o forma de vida, por lo que perfectamente
podrían haber sido otra cosa (digamos metaleros o hardcoretas) y lo único
interesante en este sentido es enterarme de la existencia de los Mabuhay Gardens que al parecer era el
garito de punk más famoso de San Francisco (igual el único ya que vuelve a
salir en su siguiente novela, donde aprovecha para inventarse – creo yo – un gran
nombre de grupo, que podría haber existido:
The flying dildos)
La mejor frase, que recuerda a aquella famosa de Historias
de Filadelfia sobre la fotogenia, es para mí: “Yo siempre estoy feliz – dijo Sasha -. Pero a veces se me olvida.”
que por lo menos a mí me pasa, y cada vez tengo menos memoria lo que, bueno,
pues eso.
Cuando estaba a punto de comprar (si, en Méndez, que lo repito
porque la visitáis poco y no puedo permitirme que cierren: ya me han cerrado
dos en NYC y también ha cerrado mi peluquería, algo que me afecta menos porque
mi imagen no me preocupa pero que empieza a preocuparme ahora que los políticos
ultraderechistas han decidido dedicarse a las locuras capitulares) Lecciones tenía la sensación de que ya
había leído algo del autor y no me había gustado (creo que esta frase, o
similar, ya la he usado más veces en estos comentarios) pero como mi memoria es
la que es, pues no estaba seguro y decidí darle una oportunidad ya que me
sonaba que la que había leído iba sobre robots o cosas así y esta pues parecía
ir de una saga familiar, así que había una posibilidad de que no fuera el mismo
autor (lo era, lo he mirado).
A ver, no es mala, pero… tampoco es buena. Como me acababa
de decepcionar Irving y mi hermano Rafa me había dicho que acababa de releerse El mundo según Garp (novela mítica de
Irving) pues en cierta medida, de forma inversa, creo muy valido que “Su ignorante yo de veintisiete años habría
visto con desprecio a los preferidos de Roland de la actualidad”, algo que
ya sabía porque siempre he defendido que la bondad/calidad
de un libro depende tanto del libro como del lector, y si bien el libro no
cambia con el tiempo el lector (como el proverbial rio en el que, al parecer en
un sentido estricto, uno no puede bañarse dos veces) nunca es el mismo.
Igual que no son los mismos los políticos (en ninguna parte)
ya que al fin y al cabo como al parecer decía algún político británico “Había desdeñado el intento de la izquierda
radical de tomar el control del Partido Laborista. Lo importante era salir
elegidos. «Primero hay que llegar al
poder. ¡Luego, si es necesario, se vira a la izquierda!»”;
algo tan cierto como que antes “los
camareros eran camareros de verdad, criados desde la cuna, no aspirantes a
actores y estudiantes de posgrado” pero esto último igual es solo una cosa
de la edad y de que la nostalgia ya no es lo que era.
También, pese a que yo le doy muchas vueltas a las cosas
(soy un tipo racional, me gusta decir) es cierto que tengo que coincidir con su
“¡Haz una elección, actúa! Esa es la
lección. Qué pena no haber sabido el truco mucho tiempo atrás. Las buenas
decisiones no llegaban tanto a través del cálculo racional como de arranques de
buen humor. Pero lo mismo ocurría con algunas de sus peores decisiones.” ya
que muchas de las decisiones, de las mejores que he tomado, han ido contra la
lógica que, por ejemplo, decía que, claramente, abrir un bar no sería una
decisión sabia ya que las cuentas no salían, pero mira, para eso sirve el buen
humor; mientras que, algunas de las peores, pese a ser las lógicas se tomaron
con mal humor – con una base de enfado - y pese a ser las decisiones acertadas
no acabaron de salir todo lo bien que deberían haberlo hecho.
También me ha gustado bastante cómo se describe la
generación de un machismo en pareja, entendido como una desigualdad, que es
algo que en cierta medida surge sin que ninguna de las dos partes se dé cuenta
hasta que es tarde “Jane apenas se dio
cuenta de hasta qué punto iba volviéndose convencionalmente sumisa a los deseos
de su marido. De una manera recíproca, él no era consciente de su actitud
dominante, sus expectativas de que ella lo sirviera en casa. Quienes conocían
bien a Jane observaban en algunas ocasiones un punto de aspereza, incluso de
amargura, de desilusión en su forma de ser.” y que es algo sobre lo que las
dos partes deben de estará vigilantes ya que luego, una vez que se ha
producido, pues, ya es, casi siempre, irreversible y continuista.
Y por supuesto porque creo que es una de las cosas peor
interpretadas pero más comentadas por todo el mundo (salto tal vez el efecto mariposa) me gusta mucho su
versión del multiverso y saber que en el tema de los animales domésticos
coincido con el genio meta paralitico (por decirlo de alguna forma) más
conocido: “si creía eso [la existencia
del multiverso] entonces debía creer en todas la religiones y cultos del mundo
al mismo tiempo. En algún lugar oculto eran todos verdaderos. Como eran todos
mentiras. Stephen Hawking dijo una vez: «Cuando
oigo hablar del gato de Schrödinger echo mano a la pistola»”
Pues acabo de volver a Madrid, esta vez sin ningún incidente reseñable, pero mientras venia en el tren, venia pensando que había "pubicado" esta entrada sin terminar, de una forma abrupta y sin tan siquiera despedirme. Esto me ha reconcomido hasta ahora, que efectivamente he comprobado que era así, aunque creo que nadie se ha dado cuenta (creo que esta sin visitas) por lo que aprovecho para terminar de una forma mas elegante con la despedida tradicional ¡Divertíos asaltando el castillo! (que me niego a adaptar pese a las fechas con un "portal").
Lecturas
The last chairlift - John Irving
Una vida de tres perros - Abigail Thomas
El tiempo es un canalla - Jennifer Egan
Lecciones - Ian McEwan
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