Aunque no soy muy partidario (en este blog) de discutir temas de actualidad la verdad es que no puedo resistirme a comentar “el desastre ecológico de los pellets gallegos”, y no puedo resistirme porque pese a que abra – casi ocupe – todos los programas de noticias la verdad es que no he visto a nadie que lo ponga un poco en perspectiva. Que si, que es una catástrofe (o un accidente lamentable) pero ¿de verdad es tanto? ¿tiene tanta importancia como para pedir que se movilicen helicópteros, barcos, robots submarinos? ¿es comparable al desastre del Prestige?
Pues mira que yo tengo mis dudas, pero claro yo soy un tipo
que duda y al que le parece demencial que si en Fukushima, por causa de un
tsunami hay cerca de quince mil muertos, y este mismo tsunami provoca un
accidente en una central nuclear para el que no hay ninguna muerte confirmada
(vale, algunos hablan de poco más de cien como consecuencia indirecta) el
incidente globalmente se considere “el accidente de la central de Fukushima”. A
mí me parece bastante raro y con todo esto de “la marea blanca” de los pellets pues
me quedo casi igual de perplejo.
¿comparar esto con el Prestige?
Pues que quieres que te diga: esto ha sido un contenedor de 26 toneladas (o
26,2 creo que es la cifra exacta) del que no se sabe si todo o solo parte se
“ha movilizado” (ha salido del contenedor). El vertido del Prestige fue de 63.000 toneladas de fuel, vamos como 2.400 veces
este accidente. No sé, igual la comparación parece un poquitín exagerada ¿no?
Como comparar lo que ganamos las personas normales con lo que ganan algunos
anormales.
¿es tanto, es una cosa excepcional? Pues hombre, teniendo en
cuenta que hay un informe del CEDEX (unos expertos en este tipo de temas) que
cifra que el vertido de pellets a las costas españolas puede evaluarse en unas 5.710
toneladas anuales (solo de pellets, que incluyendo todo tipo de plásticos es de
casi 11 mil toneladas) pues el vertido diario es de casi 15,5 toneladas de
pellets a las costas españolas (al conjunto, no solo en Galicia) y este han
sido 26 (o 26,2 si se quiere) pues tampoco es para mesarse los cabellos… un día
malo en la oficina y poco más.
¿es súper toxico y vamos a morir todos por esto? Pues que
quieres que te diga, parecería que por esto no… o ya habríamos muerto todos en
una semana normal. De hecho, si imaginamos que todos estos plásticos se
“diluyen” completamente en el mar, asumiendo que el 100% de sus compuestos son
tóxicos y teniendo en cuenta solo la distancia a la costa a la que se produjo
el accidente (unos 60 km) y la distancia a la primera costa gallega (unos 70
km) y pensando que se queda concentrado en este volumen (vamos que las
corrientes no se los llevan) pues estamos hablando de que la concentración de
tóxicos aumentaría del orden de 0,01 nanogramos por litro. Variación que es
posible que se pueda medir pero que a todos los efectos es indetectable,
homeopática casi.
Que si, que, como todos los accidentes, es lamentable, pero
de ahí a que esta sea la noticia principal durante tanto tiempo y que sea un
tema de debate nacional pues… no sé, igual hay un gran salto. Pero, divago, así
que pasemos directamente a las lecturas del último mes del año pasado que, como
me tome una semana de vacaciones en Piles, pues han sido bastantes.
Mi primera lectura, procedente de mi librería de referencia
(ya sabeis, Mendez en la calle mayor que espera vuestras viisitas) tiene como
título el nombre de uno de los primeros ordenadores, Maniac, y trata, muy marginalmente pese a lo que diga la
contraportada, de ese otro tema tan en boga (si, la inteligencia artificial que
ahora poseen desde las lavadoras a las bombillas y en breve tendrán hasta las
piedras) y no de un maniaco asesino (o varios), aunque como salen desde Oppenheimer a Von Neumann, entre muchos otros implicados
en la creación de la bomba atómica (el famoso proyecto Manhattan) pues igual
el título tiene un doble sentido (incluso hace una breve aparición Oskar Morgenstern, famoso por ser uno de
los creadores de la teoría de juegos – pese a ser, al parecer, el un tipo
bastante aburrido – y no por dar nombre a un bar que todos conocemos; que no le
homenajeaba a él, sino a él grande de William
Goldman)
Por supuesto – en que libro sobre computación puede no hacer
una aparición – también se cita a Turing: “para
que las maquinas llegasen algún día a avanzar hacia la verdadera inteligencia,
tendrían que ser falibles; capaces no solo de cometer errores y salirse de su
programación original, sino también de tener comportamientos ilógicos y
absurdos” que, en principio hace inviable la inteligencia artificial ya que
difícil que un programa se salga de su programación (por muy avanzada e
incomprensible que sea esta, siempre está sometida a las reglas de la lógica
con la que se ha diseñado).
En este sentido el libro vuelve a citar a Turing afirmando
que “probo matemáticamente: no hay manera
de saber de antemano lo que hará un código a menos que lo ejecutes. Aunque lo
mires y creas entenderlo a fondo porque tú mismo lo has escrito, es imposible.”
Algo de lo que yo tengo mis dudas, aunque como todo el que ha realizado un
programa alguna vez sospecha que a veces la maquina hace lo que le da la gana.
Pero, dudo mucho de esta afirmación y de su prueba por parte de Turing.
Una última parte del libro está dedicada al juego del Go, comentando varias partidas entre un
ordenador (Con el programa AlphaGo) y el campeón de Go que acabo ganando la maquina con, creo yo, la idea de demostrar
la inteligencia de la máquina. La verdad es que lo único que acaba probando es
que al tener menos prejuicios – en el sentido de ideas preconcebidas de lo que
debe o no hacerse en cuanto a juego posicional – no tiene limitadas las jugadas
y gana porque en un momento dado juega una jugada que va contra las reglas
tradicionales pero que es una jugada completamente indiferente entre varias que
tenían la misma valoración sorprendiendo al campeón y a todo el mundo.
Simplemente, en un momento dado prueba una jugada “prohibida” por los prejuicios del juego.
También, porque se lo puede permitir, en algún momento hacia
jugadas en las que parecía perder la ventaja posicional temporalmente, pero eso
era tan solo porque “AlphaGo podía
realizar algo de lo que ningún ser humano era capaz: calcular, con una
precisión absoluta e infalible, exactamente cuánto territorio necesitaba para
vencer, y conformarse con ello. ¿Para qué gobernar entonces enormes extensiones
de territorio cuando no las necesitaba?” Esta es una gran pregunta y
llamadme cínico, pero, para mí, precisamente prueba que en caso de ser algo es
una inteligencia muy diferente de la humana ya que cualquier humano elegiría la
vía en la que más humillado quede su contrincante, no valiéndole solo con
ganar. Pero, esto también es programable.
Otra gran curiosidad, que tenía desde hace varios años por
observarlo en varios viajes a NYC incluso en el avión, que ha satisfecho este
libro es ¿Qué demonios es son ese cubo y esas correas que algunos judíos ultra
ortodoxos se atan a los brazos? Pues ahora sé que es el cubo Tefilin “yo había visto utilizar a mi padre
esas pequeñas cajitas, que contienen versículos de la Tora escritos en trozos
de pergamino, todas las mañanas durante sus oraciones; él nos había enseñado la
forma correcta de rodear el brazo con las tiras de cuero para formar las letras
hebreas dalet y yud, deletreando Shaddai, uno de los muchos nombres de Dios.”
Toma ya, lo que se aprende.
Obviamente todavía tenía algunas compras de mi vista a NYC
por lo que mi siguiente lectura fue You
Can’t win en la que me sorprendió (no me parece un apellido normal) que
también hubiera un Oppenheimer, este
de nombre Jakey y que nada tiene que ver (creo, aunque el libro no lo aclara)
con el famoso Robert, ya que es un tipo que según el autor se vuelve loco
cuando le ponen en la penitenciaria le pone una camisa de fuerza. Puede que
Jakey ya tuviera cierta predisposición a la locura, pero como se trata de la
autobiografía de un vagabundo reformado
pues es un poco parcial en la visión de los métodos aplicados en las
penitenciarías americanas (que no dudo de que fueran realmente inhumanos y que
volvieran loco al más cuerdo, incluso aunque no tuviera un apellido propenso a
la locura). Se trata de un libro interesante ya que describe un mundo
especialmente marginal que posiblemente sigue existiendo, aunque no es una gran
autobiografía.
Es verdad que si me ha gustado su referencia al uso excesivo
del “por favor” por parte de algunas personas: “’please’ is a good word in its place; but it does not get one
appointed to anything. It has a proper place in a small
boy’s vocabulary. And it is also much used by a certain class of prisoners and
supplicants who are always ‘pleasing’ somebody and are never pleasant to
anybody.” ya que
todos hemos visto un abuso de estos “por favor” que no se sienten realmente.
Estoy bastante seguro de que para el autor de Poeta Chileno (el último libro que he
intercambiado, a mi favor, con mi amiga Maria
de la O y que posiblemente marca otro intercambio a mi favor porque es
bueno), esas dos palabras juntas no representan un insulto ya que en sus
propias palabras “ser un poeta chileno es
como ser un chef peruano, un futbolista brasileño o una modelo venezolana.”,
vamos, algo intrínseco a la propia nacionalidad (ya, ya, a mí también me ha
sorprendido mucho que lo de chef y peruano este tan unido; cosas de chilenos,
supongo) pero para los demás (pese a tener mucho respeto por algunos poetas
chilenos) esa conjunción es claramente o un insulto o una burla como “psicólogo argentino”.
Es verdad que resulta muy curiosa la diferencia entre
profesiones que el autor pone de manifiesto al afirmar: “… poetas que tienen quince o veinte años más que él, y que si fueran
futbolistas en lugar de poetas serían considerados futbolistas acabados, ya al
borde del retiro, pero como son poetas todo el mundo los sigue llamando poetas
jóvenes, porque el ejercicio de la poesía no da dinero, pero prolonga
notablemente la juventud.” Algo dudoso eso de considerar que la poesía
prolongue la juventud de los poetas, que en general ya parecen viejos cuando
son jóvenes, frente a personas que lo único que hacen de mayores es seguir
jugando con una pelotita como si siguieran en el patio del colegio.
Si en eso le falta razón, le sobra cuando refleja las
dificultades de “fumar rabiosamente y
aguantar las lágrimas, lo que no es fácil, porque fumar y llorar son
actividades complementarias”, especialmente fumar rabiosamente. Que lo
bueno de fumar es que se puede hacer de muchas y muy variadas maneras.
Mi siguiente lectura me mantiene en el cono sur y me lleva
de los poetas a la reunión de los componentes de una banda de heavy metal argentina
que, en cierta medida quieren vivir una segunda juventud y los que el dinero
conseguido por uno de ellos – que se compra un club con este fin – les dará la
oportunidad de intentarlo volviendo a reflota la banda: La Armada Invencible. Si bien es una novela entretenida la verdad
es que, en cierta medida, es algo decepcionante si la comparamos con otras
parecidas (como las de Hornsby, Nick)
que reflejan está perdida de la juventud y ese intento de retorno en clave
musical de una forma mucho mas acertada.
Tiene alguna frase buena como “El diablo ofrece esa ventaja sobre el Creador: no posee Iglesia o
sacerdotes ni unos mandamientos que te impongan a gritos, y lo adoras sin
saberlo, con acciones sencillas que realizarías de cualquier forma:
emborracharte, fornicar, anhelar desgracias para los otros.”
Con todo, mi reflexión favorita toda la novela es la
descripción – despreciativa – del trabajo que yo hago a veces: “lo único que hacía falta para ser un
«experto internacional» era una conexión a red que te permitiera decir lo poco
que sabias ante una audiencia equivocada. Si eras filipino, hablarías ante
alemanes. Si eras alemán, ante ruandeses. Si eras ruandés, ante unos putos
gringos. Nadie le creía una palabra al vecino que llevaba veinte años dedicado a
aprender un arte, ciencia u oficio. No: necesitaban que un desconocido de las
antípodas fuera y se lo contara todo.” Que por muy certera que sea he de
decir que, obviamente, no es aplicable a mi caso; faltaría más, hombre.
De mis compras neoyorkinas ya solo me quedaban tres por
leer, y entre ellas me decidí por Oh Go,
The sun goes que tenía una premisa de ciencia ficción prometedora: un día,
sin más, el sol desaparece, y como si fuera una canción infantil, “… nadie sabe dónde está o cuando volverá…”
Pese a esta promesa la verdad es que se trata de un libro completamente
desquiciado, en el que el mapa de una ciudad se convierte en una representación
del cerebro por la que vaga un investigador que quiere saber lo que ha pasado
con el sol. Dios Santo, tiene tanta pedantería que ni siquiera yo – pedante
como soy – he podido terminar. Sencillamente me ha parecido infumable y a menos
de la mitad me he rendido y he abandonado su lectura.
Después de esta brutal decepción pues quería leer algo “ligero” y cogí El castillo de Arena que es una novela policiaca japonesa que parecía entretenida, sin más pretensiones, pero que resultó ser una historia excesivamente rocambolesca e incluso, a ratos, un poco confusa pero entretenida.
Lo que más me ha impresionado de la novela ha sido, no voy a
decir descubrir, pero si volver a constatar, el machismo intrínseco de la
sociedad japonesa que, entre muchos otros momentos, lleva a una de las
protagonistas a afirmar: “sintió lastima de si misma por obedecerlo siempre sin
rechistar”.
Esta misma protagonista acaba suicidándose y cuando la
encuentran muerta “Llevaba el pelo bien
peinado y se había maquillado. Sabía que la vería mucha gente una vez muerta y
se había vestido y arreglado para la ocasión. La habitación estaba limpia y
ordenada.” Algo que inevitablemente me ha recordado a las conversaciones de
mi madre y mi abuela sobre vestirse para ir al médico, incluso si había que ir
de urgencias había que ir bien vestido.
Como curiosidad cultural japonesa he aprendido (bueno,
aprendido no porque ese verbo conlleva el retener la información para un uso
posterior) que existe una unidad de volumen
“El hoku fue definido como la cantidad de arroz teóricamente necesaria para
alimentar a una persona durante un año. Un hoku de arroz pesa cerca de 150 kg.”
¿150 kilos de arroz por persona al año? ¿casi tres kilos de arroz por semana?
Desde Madrid, esta cantidad parece inviable pero mi experiencia de cincuenta
días en Vietnam me dice que sim que es posible que sea una cantidad razonable y
por supuesto igual es escasa en Valencia donde lo habitual no es que se elija
la comida sino con que se va a tomar el arroz para comer. Pero ya digo ¿tres
kilos de arroz a la semana por persona? Una barbaridad.
Este mes cogí La casa de caramelo ya que creía recordar que me había leído otra novela de
esta autora (si, en septiembre) y que me había gustado (no, no especialmente) y
si seguía entre los libros interesantes pues bien merecía una oportunidad. Pues
lo mismo con la primera que leí, está bien pero no excesivamente, de hecho,
diría que algo más floja ya que no se entiende bien y bueno, como ya comente,
pues vuelve a salir ese garito de punk de San francisco que yo desconocía (Mabuhay Gardens) y el grupo de punk de
excelente nombre (The Flying Dildos)
aunque ninguna de las dos cosas aporta nada a la historia.
Es verdad que me gusta – porque la suscribo – la diferencia
entre información y conocimiento que hace la autora en dos momentos de la
novela, con un primer genérico “Según
dicen, el conocimiento es poder… la mera posesión de datos, en si misma, no es
útil ni predictiva” (es decir que no es conocimiento y es inútil) y con su
segundo especifico de “Si bien el camino
azaroso de un borracho posee interés geométrico, no puede predecirse donde dará
el próximo tumbo” que en cierta medida supongo es lo que le pasa a los
modelos predictivos de mi cuenta de Amazon que utilizo para cosas propias, para
cosas de empresa, para cosas de mi sobrina y donde siempre pienso en hacer
compras erráticas para confundir al algoritmo (igual que con las búsquedas de
Google que de vez en cuando hago casi aleatoriamente solo por confundir al
algoritmo ese).
También me ha gustado mucho el alegato a favor de la lectura
cuando la protagonista, una adolescente con problemas, lee un libro (de adolescentes
con problemas) y “… había descubierto que
las mismas emociones que experimento después de un viaje a Londres con su
padre, a los dieciséis, un viaje que la destrozo, las habían sentido también
otras personas. No era única, pero tampoco estaba sola. Leer habría podido
salvarla.” Al fin y al cabo, leer no es nada más que otra forma de entender
– a través de los problemas de otros – tus propios problemas o tu forma de
relacionarte con el mundo o en que forma el mundo se relaciona contigo.
De la lectura de este libro y dado como están ahora los
tiempos me surge la pregunta ¿hablar de género no binario, o de personas no
binarias, es machista? ¿deberíamos hablar, como hace el libro, en un momento
dado, de “no binaries”? Yo no me lo
pregunto en serio, pero no me extrañaría que ahora hubiera que usarlo así, en
neutro.
Había dejado como última lectura en mi viaje a Piles At Swim-Two-Birds, básicamente porque
pese a ser un clásico irlandés que uno tiene que leer (junto con Joyce y su ilegible, por mi Ulises; y Sterne, con su fascinante Tristram
Shandy) no estaba seguro de que fuera capaz de leérmelo en ingles ya que es
uno de esos libros que tienen fama de súper extravagantes, de ser de meta
literatura y esas cosas ininteligibles.
Pues nada, ya me lo he leído y he de decir que si bien hay
partes verdaderamente confusas en las que los personajes de un libro hablan de
los personajes de otro libro que están escribiendo otro libro (y puede que
incluso algún bucle adicional) pues tiene bastante gracia y salvo algún trozo –
que no se entiende – la verdad es que se lee bastante bien y uno se divierte.
Es bastante
divertida esa teoría de que la novela “… in the hands of an unscrupulous write,
could be despotic” y que “It was undemocratic to compel characters to be uniformly
good or bad or or rich. Each should be allowed a private life,self-
determination and a decent standard of living. This would make for self-respect,
contentment and better service. It would be incorrect to say that it would lead
to chaos. Characters should be interchangeable as between one book and another…”
y mucho mas en esta linea.
Pero es que hay otras partes sensacionales como ese
personaje que no se solo lee libros encuadernados en verde – algo que,
obviamente, le aleja de ser un erudito y ni siquiera le permite leer la biblia –
porque según el “All colours except green he regarded as evil…”
Extravagante es su distinción entre cuerpo y alma y su comparación
con formas verbales cuando están pensado en hacer daño a Mr. Trellis física o
espiritualmente:“Labyrinthine are the
injuries inflictable on the sol. The tense of the body is the present
indicative; but he soul has a memory and a present and future. I have conceived
some extremely recondite pains for Mr. trellis. I will pierce with a
pluperfect.”
Con todo,
mi parte favorita es: “God is the root of minus one. He is to great a
profundity to be compassed by human celebration.” Impecable, aunque hay
gente que entiende muy bien los numeros complejos.
Ya de vuelta en Madrid me puse a leer otro de los regalos de
mi cumpleaños, The second murderer
que como era esperable por la existencia de ese subtítulo de A Phlilip Marlowe Mystery en un libro escrito por una tal Denise Mina y no por Chandler no estaría a la altura. Dicho y
hecho, siendo una novela que podríamos clasificar de entretenida pues no llega
a la altura de lo que el subtítulo reclama, ni en trama ni en ritmo, diálogos o
frases para el recuerdo.
De mis compras en NYC ya solo me quedaba The Moviegoer, libro que había cogido
como homenaje a mi tío (primo según él) Ricardo ya que si existiera equivalente
en español pues sería de los primeros que me vendría a la cabeza para describirlo
(por supuesto después de Cabut) pero cuyo
protagonista no es especialmente aficionado a ir al cine (o si lo es, no se
refleje en el libro).
Personalmente me ha encantado ver escrita, mucho mejor de lo
que yo la expresaría, mi opinión sobre dios o la creencia en dios (en uno o en
varios que para mí es lo mismo): “My unbelief
was invincible from the beginning. I could never make head or tail of
God. The proofs of God’s existence may have been true for all I know, but it
didn’t make the slightest difference. If God himself has appeared to me, it
would have changed nothing. In fact, I have only to hear the word God and a
curtain comes down in my head.” (Vale, obviamente la parte final no es cierta ya que no
desconecto al oir la palabra dios, pero lo demás impecable.)
En una línea parecida me encanta la visión cristiana, del
pecado, en general: “Christians talk about
the horrors of sin, but hey have overlooked something. They keep talking as
if everyone were a great sinner, when the truth is that nowadays one is hardly
up to it, y más en
particular del de la envidia que, para mí, también tiene una vertiente hoy
olvidada por los que creen que no comenten este pecado: “But envy is not merely sorrow at another’s good fortune: it is also
joy at another’s misfortune.”
Hay pocas novelas buenas en español sobre timadores por lo
que El Holandes, una novela sobre un
timo de ventas inmobiliarias en Benidorm parecía sumamente prometedora e interesante.
A ver, no está mal, pero tampoco está bien. Me ha resultado una lectura
plenamente indiferente y prescindible. No consigue mantener el interés, aunque
tampoco lo pierde totalmente. Nada que reseñar.
Libre. El Desafio de
crecer en el fin de la historia (pongo el subtítulo para que nadie la
confunda con otra novela del mismo título, algo que a mi hermano le parece
fatal; no lo de confundirlas sino lo de que dos tengan el mismo título) es una
novela que me ha sorprendido muy favorablemente habiéndome sorprendido como una
biografía sobre una época y un país del que no conocía nada (excepto alguna
frase chorra de mi sobrino rafa sobre que él era Hoxista, a la que nunca sabía que responder) como el comunismo y el
fin del mismo en Albania ha mantenido mi interés y me ha gustado mucho.
La primera parte de la novela – centrada en las vivencias
bajo el régimen comunista en la infancia de la autora – son reinterpretadas en
la segunda parte por la propia autora una vez que el comunismo desaparece de Albania.
Pero tanto la descripción de la primera parte como la revisión posterior del
pasado se hace sin acritud ni traumas. Resulta fascinante, o a mí me lo ha
resultado, y humorística en su mayoría recordándome a aquello que sobre los
años de la guerra civil española decía un autor que había sido solo un niño en
aquella época y que era algo como que “era
el mejor momento de la historia para ser un niño.”
El tono general de la novela me ha encantado y aunque no
creo que sea de las mejores cosas del libro (creo que el tono general es lo
mejor) he marcado este pasaje que me hace gracia (obviando su machismo que la
autora ya aclara antes de esta frase): “La
relación de mi padre con las tareas domésticas era la misma que podía tener un
niño con las coles. Sabía que eran buena para él, pero en el fondo le daban
asco. Diré a su favor que lo único que usaba como excusa era su asma, nunca sus
cromosomas.”
La gran sorpresa de este mes – posiblemente de todo el año –
ha sido La Taberna de Silos que en
principio podría parecer que iba a ser una versión
hispánica de El nombre de la Rosa,
con unos asesinatos vinculados a un manuscrito que está en un monasterio
(Silos) enfrentado con otro (San Millán) entre otras muchas cosas por las
regiones vitivinícolas a las que representan (Duero contra Rioja) y que como
todas las versiones pues como mucho seria entretenida pero sin llegar a ser
como el original (es verdad que de la original la mitad, por aquello de estar
en latín, es ilegible para casi todos incluyéndome a mí, que solo he leído la
mitad traducida) pero para nada. Se trata de una novela sumamente entretenida
con mucho humor y ahora que miro el lomo y veo las marcas que he puesto durante
su lectura dudo si a) copiarlas todas (aunque incluso asi faltarían) b) hacer
una selección de mi selección o c) no copiar ninguna y dejaros con las ganas de
leer este libro que a mí me ha divertido mucho.
Releo mis marcas y elijo tal vez
la más seria con la que me
identifico más a medida que me hago mayor: “Nunca entenderé como hacen para
caber estos días cada día más largos en estos años cada vez más cortos.” Seguida
de cerca por esa otra de “uno que fabrica
una mentira siempre es más fiel a ella que otros a la verdad a la tuvieron que
resignarse.”
La más dura respecto al carácter de
los castellanos que desgraciadamente no es exclusiva de esta comunidad: “un buen castellano se encarga siempre, y
con extremo cuidado, de someter a las mujeres de su familia, pues sabe que son
ellas, como esclavas principales entres sus posesiones, las enemigas naturales y
más poderosas de su voluntad.”
La más relacionada con la fe (por
aquello de que todo pasa en un monasterio): “Bienaventurados
los pobres de espíritu que, sin ver nada, son capaces de creer. En cambio, que
dignos de compasión quienes reclaman a un dios invisible la fe que no consiguen
tener. O los peores de todos, dignos solo de menosprecio, quienes ni la
buscamos ni la deseamos, y acaso ni siquiera la aceptaríamos sinos fuera dada.”
Sin olvidar, por supuesto, la mención
a la regla de San Benito (Por motivos obvios, aunque la desconozca) que “obliga a beber vino antes de leer, para no
andar sediento de voz ni pensando en la comida”; ni las referencias a
Vespasiano y el impuesto sobre la orina y su “el dinero no huele”; ni la distancia segura para beber de un rio en
el que descargan las letrinas (ocho millas, según los monjes en el caso de
Silos)
Pues eso, que para este año he leído un libro menos que el
año pasado (o igual alguno menos ya que este año tengo la sensación de que he
dejado más sin acabar que el año pasado) pero no hare un resumen de lo mejor (o
no de momento) porque quiero ponerme con otros temas, pero vosotros ¡Divertíos
asaltando el castillo!
Lecturas
Maniac -
Benjamin Labatut
You Can't
win - Jack Black
Poeta chileno - Alejandro Zambra
La Armada Invencible - Antonio Ortuño
Oh God, the
sun goes - David Connor
El castillo de arena - Seicho Matsumoto
La casa de caramelo - Jennifer Egan
At Swim-Two
Birds - Flann O'Brien
The second
murderer - Denise Mina
The
moviegoer - Walker Percy
El holandes - Elisa Ferrer
Libre - Lea Ypi
La taberna de Silos - Lorenzo G. Acebedo