miércoles, 14 de febrero de 2024

Comentario de textos – enero 2023

Ahora que había conseguido ponerme al día de mis lecturas he tenido un enero de muchas lecturas – ya que me marche unos días a Piles, en gran medida para descansar de todo, o de nada, que no lo tengo claro, pero también porque habían surgido algunos problemas con una puerta y nuestros futuros nuevos vecinos – y ahora febrero se me plantea lleno de trabajo e incluso de la necesidad de estudiar ya que he ofertado un trabajo que tengo claro que ahora mismo no sabría hacer pero que puedo, y me apetece aprender (aunque soy como soy lo he ofertado con la esperanza de que no me lo adjudiquen; quiero aprender a hacerlo pero no sé si tengo el tiempo, las fuerzas o la edad para hacerlo. Ya veremos, si se da el caso). Vamos que o me pongo hoy a escribir o ya se me hará tarde y encima pues las lecturas son muchas.

Así que, aunque debería ponerme directamente con las lecturas, no puedo comentar la noticia más curiosa que he leído últimamente (o que recuerdo en este momento) y, como contrapunto mi mayor enfado de este mes (no, no es que tenga tantos enfados como para hacer un ranking mensual, de hecho, hacia bastante que no me enfadaba tanto por nada).

La noticia más curiosa es una de las primarias, republicanas y en colorado (creo), donde solo se presentaba una candidata y…. ha perdido. Ya, ya lo sé, yo pensé lo mismo cuando lo leí ¿Cómo puedes perder si eres el único candidato? Pues el caso es que, en estas elecciones, que son nominales, además de los candidatos (en este caso solo uno) hay otra opción que es “ninguno de los anteriores” y esta fue la opción ganadora con ¡más del 60% de los votos! No quiero ni imaginarme si aquí, en esta España en la que casi todo el mundo vota en contra del resto, se implementara una opción como esta, aunque resulta fácil de imaginar que se provocaría el colapso de la democracia. En fin, igual habría que probarlo, aunque fuera solo por curiosidad estadística.

En cuanto a mi mayor enfado, pues ya he cambiado de opinión y casi que paso de contarlo. Baste con decir que hace bueno, o malo, ese refrán de “de buenas intenciones está el infierno lleno”, sin hacer buena la siguiente parte de aquella canción sobre el mismo que decía “a falta de razones nos basta con querernos”. Pero por no ser críptico os diré que mis buenas intenciones han sido completamente malinterpretadas y me han sido devueltas casi en forma de infierno. Pero, bueno, digamos que son solo los nervios de algunos momentos y dejémoslo correr. Así que a las lecturas.

He de reconocer que hace ya mucho tiempo que Vargas Llosa – que en su día creo que fue un buen, muy buen, escritor – me decepciona y si sigo comprando sus libros es solo por ese cariño a sus primeras obras, o al recuerdo de su lectura en mi adolescencia, pero de su último libro Le dedico mi silencio, lo único bueno puedo señalar es la nota final en la que dice que escribirá un ensayo sobre Sartre (algo que, como no leo ensayos, no me afecta) y que “Sera lo último que escribiré.” Visto lo visto es una gran noticia, a menos que haga un Stephen King y siga diciendo que cada novela es la última que escribe, pero luego, cada año, saca una o dos. Confiemos en la palabra de Vargas Losa y esperemos no tener que volver a leer algo tan malo de alguien que fue tan bueno.





Mi siguiente lectura, La última colonia, casi hacia buena la novela de Vargas Llosa ya que, aunque por los pelos, la de Vargas Llosa puede considerarse una novela, pero esta… esta es una tesis doctoral publicada, y publicitada, como una novela sin ningún desparpajo. Es verdad que me podría haber ahorrado la compra si me hubiera fijado en que de las trescientas páginas que tiene las ultimas cien son cosas como notas al pie de página, bibliografía y cosas parecidas. Obviamente puede tener mucho interés para estudiosos del proceso colonial, pero… por el amor de dios no puede editarse como una novela. No he conseguido pasar de la página cien.






Es verdad que una crítica parecida la podría hacer de una parte de Illuminations.Stories (el último libro de mi viaje a NYC que me quedaba por leer, del que en enero solo me quedaba la mitad) ya que tiene un cuento (una story), de unas doscientas cincuenta páginas de cuatrocientas, que es una versión de la historia del comic. Pero, con la gran diferencia de que esta historia es parcialmente ficticia (o por lo menos lo es para un lector que no sepa mucho de ese mundo y sea incapaz de identificar a los retratados, que todos, supongo, tienen un nombre cambiado, igual Thunderman es SuperMan o igual no) lo que le quita todo el peso de la realidad (y las cien páginas de citas y notas) ; encima está llena de reflexiones y frases ingeniosas y bueno no es la única historia del libro.

Respecto a la parte de Thunderman pues recoge ese debate que parte de la sociedad conservadora y normalmente bíblica, tuvo (o tiene) sobre si los comics (o el rock o los videojuegos) incitan a la juventud a cometer las tropelías que muestra al que se responde que “... no more than the bible is encouraging its readership to massacre the innocents or have sex with their daughters or go crucifying people…” Creo que con eso queda dicho todo, señoría.

También, pese a que pueda resultar raro para los lectores serios que reniegan de los comics por su calidad, me encanta su comparación de los contenidos actuales de la televisión con los de algunas series de comics: “if we looked at what is happening on TV from any sort of editorial perspective, this was well beyond the point there he’d have called the writer in to have a serious discussion: this was irredeemable and utter narrative collapse. This was American reality become a crappy superhero comic book, in the last senseless issue before abrupt cancellation.” Claro, que esto hay que mirarlo con perspectiva ya que ese punto se alcanzó en la televisión hace muchos años y no solo parecen haber despedido al guionista sino haberle ascendido.

Sabiendo – dentro de lo poco que se de comics – que Allan Moore si participo en algunas series de superhéroes, donde seguramente tenia presiones para ciertas líneas argumentales, también tiene bastante gracia la afirmación: “If anybody at that Company had seriously wanted to cheat gravity, then they had only to put down the massive burden they were shouldering. Then they’d have kwon was flying was.” Un buen consejo que siendo el tipo raro que es igual siguió, ya que lo normal es no seguir los consejos propios.

También me gusta su crítica a las bibliotecas, o librerías que solo tienen autores “serios” y en las que “there’s no crime fiction, there’s no science fiction, nothing there by anyone who’s’ black or Asian. And for saying there were never more than one or two blokes in the Panacea Society, there’s nothing here by women. If you walked into a bookshop and this was their catalogue, you’d walk straight out again. I’ll probably get rid of them as a job lot and then have a flat-screen installed. That’s more me, if I’m truthful”.

Con todo, mi parte favorita es cuando un serafín (diría yo) está hablando de la creación y del creador  “I used to sit there in the corner with a bag of sweets and watch him done all the gene-editing and that. He’d swear and kick things when he made a typo, got his guanine mixed upon with his adenine, but I was only, what, three or four million, typical kid, so I just thought it was a laugh. I realized later that Dad was dyslexic, but back then, in the Precambrian… you have to understand it was a difficult time. We didn’t have the same awareness about learning difficulties, and so he was half-way through production on marsupials, before anything noticed anything was wrong.”  Me encanta este concepto de un dios disléxico, posiblemente la única explicación para el ornitorrinco y otros animales como el extinto pájaro Dodo. Brillante, casi tan brillante como ese: “Perhaps fascism was always weaponized nostalgia?” que completa al tradicional “la nostalgia ya no es lo que era”.

Ya digo, nada que ver con las dos anteriores.

El caso es que me había quedado sin nada que leer y las calles estaban atestadas de personas comprando o devolviendo regalos de navidad y reyes por lo que no podía acercarme a mi librería de referencia (si, repito, aunque seguro que ya la visitáis: Méndez en la calle mayor) pues aproveche para robarle a Alvaro el libro que le habían regalado por navidad, Holly, a la espera de que se despejaran las calles.

La verdad es que aparte de un libro biográfico sobre su forma de escribir, y tal vez algún cuento, creo que no había leído nada de Stephen King y esta, cuya portada “brilla en la oscuridad” y que parecía alejarse del clásico terror por el que es famoso pues no parecía mala opción (lo del brillo en la oscuridad si parecía mala opción).

Es una entretenida y muy correcta historia de detectives que tiene bastantes curiosidades, algo que siempre entretiene. La mayor curiosidad es que cite a Juan Ramon Jimenez, “Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado.”, que me parece muy buena y casi una canción de Kiko Veneno.

Como curiosidad no se queda lejos el refrán sobre la depreciación de una fruta a la que tengo mucho aprecio: “Las naranjas son oro por la mañana y plomo por la noche”., que pese a ser un poco menos completa que la de nuestro plátano (de canarias, digo) la verdad es que me ha dolido más y me ha estropeado el postre invernal de varias cenas bajando mucho mi media de raciones de frutas y verduras (aunque he de decir que solo hasta que me olvide de la misma, algo que, espero, no tardara en suceder y vuelva a tomar naranjas de postre de la cena).

Por otra parte, me ha hecho tener que mirar Wikipedia para confirmar algo que había dicho (erróneamente) sobre la novela de título racista de Agatha Christie que sí, que inicialmente se llamaba Diez negritos (Ten Little NIggers) y que antes las protestas racistas primero cambio de diez indiecitos (Ten Little Indians), algo que seguía siendo igual de racista, aunque sobre otra raza y ya finalmente a ese título menos racista que tiene ahora. Así que mis disculpas no por el tema racista sino por haberos dado información falsa, que espero no hayáis usado.

En un momento de la novela parece que se hace apología de ser carnívoro (en contra de los vegetarianos) con ese “Me consta que uno siempre puede encontrar un texto sagrado en el que sustentar sus creencias, y esa gente encontró textos de sobra. En Romanos se dice que las personas débiles solo comen verdura. En el Deuteronomio, el Señor promete comeréis carne. En Corintios dice: comed todo lo que este a la venta en el mercado de carne.” pero luego (ojo spoiler) es más bien del canibalismo con ese otro: “El musculo y la medula ósea humanos curan la artritis y la ciática; el médico español Arnau de Villanova ya lo sabía en el siglo XIII. El papa Inocencio VIII comía los sesos en polvo de chicos jóvenes y bebía su sangre. En la Inglaterra medieval, la carne de los reclusos ahorcados se consideraba una exquisitez.”

Supongo que igual me decido a leer otra novela de Stephen King en cualquier momento, supongo que antigua ya que es de los que no piensa escribir nada mas (desde hace ya varias novelas).

Como era una buena novela pues me la termine antes de que las calles estuvieran lo suficientemente vacías como para poder cruzar la puerta del Sol y llegar a la librería Méndez a reponer existencias, así que me vi obligado a tomar prestada una novela que alguien compro como regalo de navidad y se dejó olvidada en el Wurlitzer (tengo dudas de si sería un regalo de navidad ya que el ticket de compra que estaba dentro de la novela era de mediados de noviembre y no sé, pero tanta previsión para luego dejársela olvidada, pues, como que no me encaja mucho): La Secta.

Curiosamente es de otro autor (autora en este caso) muy, muy famoso (venga famosa), pero del (vale, de la) que tampoco tengo conciencia de haber leído nada antes, pese a su fama, su nacionalidad (sueca) y su estilo (policiaco). Antes de nada, he de decir que es una especie de segunda parte, o secuela, por lo que cuando la juzgo como floja lo hago sin haber leído la primera y siendo consciente de que segundas partes nunca fueron buenas. Esta no es especialmente buena, correcta como mucho.

De toda la novela lo que más me ha inquietado ha sido la percepción de lo que es una ola de calor en Suecia, toda la novela pasa durante una y prácticamente en cada página se menciona este hecho, cuando en la primera página se nos da un dato verdaderamente importante: “El sol del verano le abrasa la cara. Deben de estar por lo menos a veintinueve grados en la calle.” ¿En serio, veintinueve grados y es una ola de calor insoportable? Uno no puede más que preguntarse ¿Cómo sobrevivían las suecas en la España del final del franquismo, principios de la transición? O ¿Por qué venían a este calor plenamente inaceptable para ellas? No sé, supongo que serían cosas del destape ese, o de puro masoquismo que los suecos, ya digo, son muy raros.

Como aprendiz de mago que fui durante un tiempo y al que, inevitablemente, le pedían de vez en cuando que hiciera juegos para niños, pensando que es la forma más sencilla de magia. Al fin y al cabo, mucha gente piensa que es más fácil engañar a un adulto que a un niño (como si la magia tratara de engañar al espectador) cuando realmente no es nada fácil, es mucho mas dificil, ya que no tienen ni idea de las leyes de la naturaleza “… los niños aun no conocen esas leyes. Para ellos el mundo es un vasto territorio inexplorado, y no hay ninguna razón para que no exista la magia.”, de hecho, en la mente infantil no hay ninguna razón para que alguien no vuele o para que los objetos cambien de sitio y de color. Sencillamente no les sorprende, como mucho le llama la atención, pero no les parece gran cosa.

A mi sin embargo hasta esta frase “Loke, su asistente, se encargaría de suturar la incisión en forma de I que ella había abierto en el cadáver” me llama la atención ya que no me queda claro si existen dos técnicas de autopsia o si es un problema de traducción o del auto corrector (yo solo conocía la incisión en forma de Y)

Como en muchas novelas más o menos modernas hay personajes con graves problemas mentales, en esta, entre otros, una inspectora obsesionada con la limpieza, aprensiva a cualquier tipo de suciedad o contaminación (como si se tratara de un cirujano con alergia a la sangre) pero con la que en un momento dado coincido plenamente: “¡Y pensar que había empresas que presumían de vender yogur con bacterias vivas! ¡Qué asco! Mina esperaba que todo lo que hubiera en su comida estuviera convenientemente muerto.” Ya te digo, mi comida también la quiero completamente muerta y por poco moderno que sea cocinada a ser posible.

En la contraportada de El operador de radio se puede leer “… una red de espías nazi activa en Nueva York durante los primeros compases de la Segunda Guerra Mundial”. No se vosotros, pero yo, al leer esto (espías nazis, nueva york) pues ya tenía ganador para mis compras. Pues si sois como yo solo puedo daros un consejo: leer las frases enteras antes de comprar ya que realmente es la historia de un inmigrante alemán que realmente no tiene nada (salvo tangencialmente y sin ningún interés) con una trama de espías nazis y solo parte de ella pasa en nueva york.

Aunque no me ha gustado como novela (ha decepcionado mis expectativas) es verdad que me ha producido una sensación extraña saber que en el mismo año en Nueva York podían coexistir en el escaparate de una librería Mi Lucha y Las uvas de la ira (aunque una es anterior, pero no os diré cual ni tampoco cual vendió más copias en américa en 1939)

Igualmente, curioso, y un poco inquietante, es enterarse de que “Lindbergh pertenecía a un comité que se autodenominaba Estados Unidos Primero” y que no quería que estados unidos entrara en la guerra (en 1940). Curioso, ¿casual en nombre? Vete a saber.

En un momento dado se describe la sensación que el protagonista tuvo al llegar a la ciudad en términos que todos hemos sentido (o por lo menos las personas sensibles, que hay cada animalillo campestre que cree que NYC es feo) “Las fotos no le habían preparado para aquella visión, para la grandeza y majestuosidad de aquel lugar. Por fin comprendió para que servían los ojos.” Desde luego yo sentí algo parecido la primera vez, todavía siento algo muy parecido, y es algo sobre equiparable al día en que sales a la calle con tus primeras gafas graduadas que casi se me escapo un “hostias, que bonito es todo”; casi equivalente a ese así que para esto servían los ojos.

Todavía es pronto para saberlo, pero El movimiento del cuerpo a través del espacio puede que se haga, pese a su título, con el premio a la novela más divertida de este año, o al premio protagonista con el que más me identifico (algo que sería sorprendente teniendo en cuenta que con el personaje con el que digo identificarme es una ex deportista casada de más de sesenta años) o con el de autora favorita sobre temas de nutrición o de adicciones (yo no lo recordaba pero en 2014 ya me había leído otra novela de esta autora en la que tocaba temas parecidos), todo dependerá de las categorías finales, si es que las hay pero igual no son esas

En cualquier caso creo que ya queda claro que me ha parecido una gran novela pero añadiré que refrendo muchas de las opiniones que la autora (a través de sus personajes) pone en el libro, entre otras: “que mujer se moriría por follar con un hombre que se deseaba a si mismo”; “Nancee era víctima de una moda que, a la hora de ponerles nombres a los hijos, celebraba como signo de originalidad la incapacidad de escribir sin faltas de ortografía.”; “La gente va soltando jerga de moda y se cree moderna, pero no se puede ser moderno e imaginativo. Se puede estar fuera de onda y ser imaginativo, o bien ser moderno y conformista.”

He de reconocer que incluso – antes de que le diera el ataque de locura deportiva que sufre el marido de la protagonista – me siento identificado con este marido y su incredulidad cuando en un delirante juicio laboral por acoso lo acusan de violento y tras citar en su defensa la definición de violencia del diccionario le dicen “Bueno, esa es la definición del diccionario” con el fin de quitarle la razón dando a entender que esa es tan solo una opinión y el ya estalla respondiendo incrédulo a la vez que indefenso antes semejante respuesta “…pero la palabras tienen que significar algo en concreto, de lo contrario, es inútil emplear al lenguaje para comunicarse.” Increíble si no fuera porque yo también he oído como defensa ese equivalente de “eso es una cuestión semántica”. Menudo mundo, pues claro que es semántico, si es el significado, ¿Qué iba a ser?

El caso es que al fin en la novela pues hay casi dos sociedades (como ya sabéis yo prefiero decir que “hay 10 tipos, los que entienden el binario y los que no”, y lo seguiré repitiendo aunque solo me haga gracia a mi) o en palabras de la autora: “la humanidad quedaba dividida en campos mutuamente hostiles: los que saltaban de la cama y los que se iban a dormir a las tantas. La distinción no era solo cuestión de horario. Noctambulo era sinónimo de maldades, imaginación, rebelión, transgresión, anarquía y excesos, por no decir drogas, alcohol y sexo. El madrugador evocaba valores protestantes tradicionales como la obediencia, la laboriosidad, la disciplina y la frugalidad, pero también, a la visa de la alegría que les provocaba levantarse a saludar al nuevo día, la determinación militar e incluso fascista de mirar el lado bueno de las cosas.” Yo no tengo ninguna duda sobre en cual de esas mitades me clasifico, incluso cunado me levanto antes de que salga el sol o me acuesto temprano, que eso al fin y al cabo son detalles y como decía un nacido en Soria: “yo soy vasco, que los de Bilbao nacemos donde queremos”. ¿vosotros?

También, por la parte que me toca al ser clasificado, en ocasiones, de ermitaño receloso he de señalar que estoy de acuerdo con que estamos (obviamente quiero decir están) completamente incomprendidos, caracterizados con mezquinos sociales faltos de generosidad sentimental, cuando “… lo propio de los ermitaños recelosos era entregarse generosamente y por completo una vez caídas las imponentes barreras que tenían por costumbre levantar ante todos los demás.”

Por ultimo señalare que me encanta esa estadística (posiblemente falsa pero plausible y puede que tal vez escasa) de que “… la superficie de piel norteamericana estampada con hobbits, alambre de espino, códigos de barras, ojos, tigres, motivos tribales, escorpiones, calaveras o superhéroes equivale a la del estado de Pensilvania.”

En mi top ten desde primeros de año, y muy bien se tiene que dar para que no aguante en el mismo.

La niña de oro es una novela que se supone policiaca en la que se cometen unos crímenes contra albinos, que según el autor encima se dan en más (los albinos, no los crímenes) en ciertas zonas desfavorecidas lo que se supone sirve para añadir cierta carga social a la novela. Además, de repente aparecen referencias a una religión africana por supuesto excluida del entorno social (supongo que también para criticar algo cultura, probablemente el colonialismo) pero nada de todo esto cuaja y es uno de esos casos en los que si uno intenta hacer un spoiler pues no sabe que poner ya que toda la historia se resuelve, o no, no estoy seguro, sin dejar ninguna huella. Lo mejor, puede que incluso lo único bueno es una cita ajena, que si tiene su gracia: “En la facultad leyó a Bertrand Russell, eso de que el ateo simplemente cree en un dios menos que el cristiano. La diferencia entre ambos es cuantitativa, no cualitativa.”



Me he olvidado de mencionar que la novela anterior era argentinísima (con modismos casi ilegibles a ratos) y mi siguiente lectura (la única que me quedaba en Piles, donde estaba) pues también era Argentina: La llamada. Un retrato. SI la anterior era un desvarío disfrazado de novela policiaca sin mayor interés, esta era una historia de una presa de la dictadura (y de su entorno) que acaba exiliada en Madrid. Se cuentan torturas y cosas chungas como violaciones y sin embargo yo no consigo empatizar en ningún momento con la protagonista que desde el principio me acaba pareciendo la típica argentina pedorra, rica y que se cree lo siguiente a hermosa y que eso le permite cierta promiscuidad. A medida que avanzó en el libro cada vez me parece más odiosa la protagonista y casi entiendo a todos los argentinos exiliados que le hacen el vacío en Madrid. Es verdad que la tesis de “si sobreviviste es que colaboraste” por la que le hacen el vacío, a ella y a otros represaliados no es justa, ni veraz ya que como explica en Ronin (una película con excelentes persecuciones de coches y bastante buena) Robert de Niro a un chuleta irlandés que se cree preparado para resistir interrogatorios “nadie resiste indefinidamente” (el personaje de Robert de Niro  confiesa que después de torturarle durante un tiempo el acabo rindiéndose por un grasshooper, el coctel no el pequeño saltamontes). Olvidable (la novela, digo) aunque bueno siempre está bien tener más razones para “odiar” a las argentinas exiliadas o, ya que nos ponemos, a cualquier otro grupo de población.

Para la vuelta de Piles – a finales de mes – ya no me quedaba nada de lectura así que, como siempre voy con tiempo a la estación, pues pude comprarme Tres enigmas para la Organización, una novela de ese Eduardo Mendoza divertido y delirante, estilo casi Jose Luis Cuerda, que a veces aparece. Un divertimento verdaderamente divertido es todo lo que debería decir, pero… el caso es que entre los diálogos delirantes hay varios que suscribo. Como ejemplo ese protagonista al que le preguntan ¿Qué sabe hacer? Y responde “Bien, lo mío. Mal, lo que me manden:” que, en mayor o menor medida todos suscribimos (salvo, tal vez, el histórico, o cinematográfico, Cid del que decían aquello de “que buen vasallo si tuviera buen señor”).

En esa misma línea está la obtención de “… la recompensa del sabio, que consiste en comprobar que todo lo aprendido es inútil, toda experiencia es tardía y toda vida es de una vulgaridad sin paliativos” que a ninguno nos gusta suscribir, pero a la que, en parte, no le faltaría razón si no fuera porque precisamente de eso va la vida, de aprender (como lo de los hippies y el camino, eso de que lo importante no es el destino, sino el viaje)

Pues eso, un mes con altibajos – como casi todos – que no debe quitarnos la idea de ¡Divertíos asaltando el castillo!

 

Lecturas

Le dedico mi silencio - Mario Vargas Llosa

La última colonia - Philippe Sands

Illuminations. Stories - Alan Moore

Holly - Stephen King

La Secta - Camilla Läckberg

El operador de radio - Ulla Lenze

El movimiento del cuerpo a través del espacio - Lionel Shriver

La Niña de Oro - Pablo Maurette

La llamada. Un retrato - Leila Guerreiro

Tres enigmas para la Organización - Eduardo Mendoza