jueves, 21 de diciembre de 2023

Comentario de textos – Octubre 2023

 Pues miro el calendario y veo que voy muy apretado para ponerme al día de mis lecturas de este año (ya es el día antes de la lotería de navidad y todavía me quedan dos meses de lecturas por comentar); pero yo soy consultor así que realmente me queda tiempo de sobra, incluso me sobraría para procrastinar pero como tampoco se trata de eso, de hacer las cosas solo por hacerlas pues voy a apartar los trabajos que tengo y ponerme a la tarea de comentar uno de los dos meses atrasados (diciembre no ira atrasado hasta enero, listillos). Vamos, que voy a procrastinar en serio de los temas laborales e incluso de la preparación de la felicitación de navidad. Ya digo, a procrastinar como un profesional.

Octubre es el mes en el que (si todo se conjura favorablemente) viajo una semana a NYC para visitar mis restaurantes, librerías y otros comercios que necesito visitar para tranquilizarme y seguir pensando que el mundo todavía es recuperable (aunque no del todo ya que ahora no visito los bares de noche que solíamos visitar; cosas de la edad, de la mía y de la de mi sobrina, que ambas influyen).

Pero antes de ir a NYC me leí El retrato de casada, uno de esos libros que resulta extraño que yo me compre ya que por una parte se supone que es, más o menos, histórico; y por otra parte era de una autora que de la que no me había gustado otra novela que había leído (cosa, que ni decir tiene, que solo me he dado cuenta al releer con calma la portada y comprobar in-situ mis lecturas anteriores. Ya sabéis como es mi memoria). La verdad es que pese a ser una novela histórica – quiera esto decir lo que quiera decir – es entretenida de leer y bastante sorprendente en la descripción de las relaciones matrimoniales del siglo XVI (según la contraportada) pero que, lamentablemente, algunos de los usos y costumbres que retrata es posible, incluso probable, que sigan vigentes en la actualidad y no solo en sitios lejanos de esos a los que a la gente le gusta turistear y que les parecen culturalmente fascinantes pese a que los usos de esas culturas les parezcan aborrecibles en el mundo actual pero “son tan auténticos”. Pero, divago, y no quiero meterme en este tipo de debates ahora mismo.

Entre esas tradiciones y creencias tal vez una con la que sí puedo coincidir (como una cuestión no ya de fe sino de planteamiento) es esa de que “…médicos y sacerdotes por igual le han grabado en la cabeza que el carácter de los hijos lo determinan los pensamientos de la madre en el momento de la concepción.”, ya que mi casa también se decía eso de “es que me hicieron con mucho cariño” que sin referirse a la madre de forma exclusiva si se refiere a la relación entre ambos perpetradores del acto que creo que si es relevante.

Hace unos cuantos años ya – antes de la pandemia –debieron modificar la normativa de ocupación de las tiendas (la cantidad de espacio libre para la circulación de los compradores) lo que a algunas tiendas (abarrotadas completamente) les ha quitado parte de su encanto que era precisamente la acumulación de cosas, mientras que ha hecho otras visitables por personas como yo. Este es el caso de The Strand, que pese a ser, desde siempre, una de las librerías más baratas de NYC (ya que básicamente se dedicaba a vender copias de libros que enviaban a lectores para reseñas o ediciones extravagantes de cosas sin derechos de autor) yo nunca visitaba con comodidad por la cantidad de mierda acumulada en la misma, y sobre todo porque había un baño que siempre estaba averiado y el olor a saneamiento era absolutamente insoportable incluso para mi que estoy acostumbrado a visitar obras de saneamiento y soy bastante insensible a dicho olor (que a veces me huele a dinero). Ahora parece que han arreglado sus problemas de saneamiento, han dejado mas espacio (y también se han dedicado a fabricar merchandising) por lo que en esta visita he pasado el tiempo suficiente para elegir algunos libros extravagantes.

El primero de ellos fue Science Fiktion, que es una serie de cuentos de esos interrelacionados de ciencia ficción alemana, concepto que no tenía ni idea de que existiera, pero que. Por extravagante, pues podía tener cierto interés y que he leído sin demasiado – casi ningún – interés. Tal vez, su interés sea meramente académico pero la verdad es que a mí la parodia de los dos bloques (este y oeste) en época de la guerra fría pues no me ha capturado en lo más mínimo, me ha costado acabármela y me ha dejado sin nada que aportar a este blog ni a mis recuerdos.

Yo creo que fue el mismo día que descubrimos que mi sucursal de McNally Jackson había cerrado, algo que no solo afecta a la compra de libros – algo que, por ejemplo, mi sobrina no sentiría demasiado – sino que tiene una gran influencia en la espera que podemos asumir para cenar en nuestro italiano favorito, que es una actividad a la que no se puede renunciar (aparte de sus pizzas mi sobrina no perdona sus zeppolinis de postre), el día que descubrimos una nueva librería con posibilidades de convertirse en una favorita de nuestras visitas (The Mysterious Bookshop, que nunca podrá quitarle a la ya cerrada Partners & Crime su status de librería de policíacas, novela negra y similares, favorita de toda la ciudad). Creo que fue ese mismo dia – o igual otro – en el que descubrimos (tras tantos años de visitar la ciudad) una calle por la que no habíamos pasado nunca y que era prácticamente una selva tropical de tantas floristerías y tiendas de todo tipo de plantas que tenían; también localizamos una tienda de billares – y accesorios de billar -  que podría sustituir a la que había en Broadway (y a la que nunca entramos porque no teníamos billar) pero que parecía demasiado formal para entrar a cotillear (tal vez en otra visita vuelva a aparecer y, ahora que tenemos un billar me dedica a entrar).

En cualquier caso, que divago, compramos varios libros en esta nueva librería y entre ellos creo que estaba una policiaca china: Bad Kids, que la verdad es que sin estar excesivamente bien se dejaba leer, aunque como dice una de los protagonistas esto de la lectura no es para tanto y nunca hay que caer en ninguna de las dos valoraciones siguientes:“He acts like he’s better than everyone else, but all he knows how to do is read books. Books aren’t that great; they’re just dead trees.”; vale que no es nada especial esto de leer, pero lo de los árboles muertos igual es excesivo. Claro que los protagonistas son unos chiquillos poco centrados en la vida a los que no se les ocurre mejor idea que chantajear a un asesino (solo ligeramente menos mala que la de amenazar con delatar a Bruce Wayne, aka Batman).




Como hay que variar de idioma y como me quedaba un libro de mi librería de referencia (ya sabéis, la Librería Méndez de la calle Mayor de Madrid) pues decidí leerme el que me quedaba: Venganza que probablemente podría haberme comprado en otra de mis librerías de referencia de NYC, Kinokinuya que me fascina (especialmente la zona de papelería del sotano). La verdad es que es otro de esos libros de cuentos enlazados que parecen ser la moda ahora y que pese a estar bien tampoco tiene nada especialmente relevante. Por lo menos, nada que haya marcado como relevante ya que ahora al cogerlo se ha abierto por la página de los últimos títulos de la editorial (Tusquets) y me ha saltado a la cara el número 1040 de la colección que podría estar escrito por un alter ego nazi de mi hermano ya que el autor es un tal Reich (o tal vez se trate de Fernando Pessoa. ¿quién sabe?)



Puestos a inventar y para mencionar otra librería – esta vez una cadena de librerías, pero de la que solo es obligatoria una de sus sucursales – pues creo que me compre Act of Oblivion del Harris que no es el del Silencio de los corderos, sino el que, además de novelas policiacas, escribe novelas sobre temas históricos variados (tiene varias sobre la antigua roma – en una de las cuales el protagonista en un ingeniero de saneamiento – varias sobre nazis, otra sobre Dreyfus… en fin, variadas) y que ahora escribía una sobre la persecución a los regicidas del rey Carlos I (de Inglaterra, vamos que debiera haber escrito Charles pero me ha dado por traducirlo) centrada en las personas de un suegro y su yerno que escapan a América ya que la amnistía (The act of oblivion del titulo) pues no les incluía ya que “The past Is to be forgotten. There’s to be an amnesty for all who took up arms against the late king – with one exception. All those regicides, who had direct involvement in the trial and execution of Charles Stuart are required to surrender themselves to judgement.” y como uno de ellos había firmado la orden de ejecución (con otros cincuenta y ocho) pues se pasaron 17 años persiguiéndolos con la idea no solo de matarles, en nombre de la corona, sino de descuartizarlos y hacer cosas con sus cadáveres que es mejor no repetir (lo dejo para los que leáis el libro porque es impresionante). No sé por qué, pero me da a mí que la amnistía catalana que tan conmocionado tiene a cierto sector de este país, no tendrá este tipo de condicionantes, aunque igual estaría bien… los seguidores quedan perdonados pero los instigadores... pues como que no. Pero este es otro debate que tampoco quiero tener, por lo menos ahora.

Curiosamente cuando ya llevan varios años huidos por tierras americanas uno de ellos tiene una morrilla que “He even recalled with fondness the stink of the Thames at low tide the sewage along the Strand” (ya, debería haber habría estado mejor comprar esta novela en the strand y con su baño averiado pero no se puede tener de todo); el caso es que echaba de menos el hedor de Londres y eso que aún estaba en 1660, mucho antes de ese verano de 1858 que se llegó a conocer como “the great stink” y que obligo a rehacer el saneamiento de todo Londres (curiosidad ingenieril que no puedo evitar mencionar de vez en cuando).

También resulta curioso enterrarse de que los indios – o algunas tribus indias, al menos – tenían la costumbre de incendiar todas las praderas cuando llegaba el otoño, con la idea de que se regeneraran, pero formando un interesante estropicio, que ahora cualquier grupo ecologista estaría en contra (o a favor, que nunca se sabe).

Black wings has my angel (que procede de una de esas colecciones que se encuentran en Strand) es, al parecer, una novela de culto de la novela negra, de la que yo, por supuesto, en mi incultura enciclopédica, no había oído hablar en la vida. Una vez leída es una novela como muchas otras sin mucho de especial que cuenta la típica historia de una pareja que se dedica al crimen (él se acaba de escapar de la cárcel; ella es semi-prostituta) y por supuesto están pensando, más que en traicionarse, en cuando les traicionara el otro (la otra, más bien) pero que pese a tener esta relación extraña tienen alguna reflexión buena sobre la vida en pareja: “there’s something so comical about that kind of possessiveness. Because you can’t own anybody by shielding them and bullying them and spying on them.  It’s just the other way ‘round.”




Aquí es necesario aclarar que el cierre de McNally- Jackson solo afecta a la que era – por ubicación – mi sucursal favorita y que no se debe a que les haya ido mal ya que han abierto otra pegada al Rockefeller, teniendo otra en la parte baja de Manhattan. Si bien, la del Rockefeller no la he visitado, este año si me he acercado a la de la zona del puerto (el año pasado no me acerque ya que la mia estaba abierta). He de decir que si bien su ubicación es mucho peor para mis planes habituales de cena, es una librería preciosa y bastante completa. Un gusto de librería que seguramente vuelva a visitar en mis próximas visitas (a menos que reabran la del Soho que seguirá siendo mi favorita, aunque solo sea en mi memoria) y en la que esta vez, entre otras cosas, me compre Small mercies, la última novela de Lehane que me apetecía mucho ya que es uno de esos autores de los que me ha gustado casi todo lo que he leído (algunas, tal vez, un poco menos).

De esta, si yo hiciera recomendaciones, solamente podría decir que es altamente recomendable y que me alegro de haberla leído en ingles ya que hay frases que posiblemente no me sonaran igual de bien en español como esa característica familiar que yo suscribo: “it’s a Coyne family trait-if you fell happiness, duck. Because the only thing that could possibly follow happiness is pain.” Pero, para mí, ese duck le da un toque especial a la frase que no quedaría igual con un “escondete” o “acojonate” ni con nada (creo).

Por otra parte, me siento personalmente retratado en algunos de sus personajes y en sus miedos e inseguridades como y casi siempre me pasa esto mismo “… they both smile goofily and wonder if they should try another kiss, he realizes that what scares him about her is what scares him about all intelligent women- that she’s smart enough to see, very quickly, how completely full of shit he is”

En mi próxima visita espero poder incluir estas nuevas, o recuperadas, librerías entre mis visitas casi obligatorias. Como esto tardara en suceder y como todavía me queda un mes que comentar antes de fin de año, pues me despido por hoy y como a mí no me tocara la lotería (por la imposibilidad física de no jugar ni un centavo este año) solo que queda desearos que sobreviváis a las navidades, suerte en los juegos de azar y ¡Divertíos asaltando el castillo!

  

Lecturas

El retrato de casada - Maggie O'Farrel

Science Fiktion - Franz Fühmann

Bad Kids - Zijin Chen

Venganza - Yoko Ogawa

Act of Oblivion - Robert Harris

Black wings has my angel - Elliott Chaze

Small mercies - Dennis Lehane

 

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