¿increíble, verdad? Con lo bien que lo llevaba, aunque no
llegaba a tener una periodicidad salvo
por el comentario de textos mensual – por lo menos si tenia una cierta
costumbre de escribir en este blog y ya veis: ahora hace cinco, seis meses que
no he dejado pasar sin escribir nada, nada, ni siquiera los comentarios de mis
lecturas.
Bueno realmente no es que no haya escrito nada, ya que si
que he escrito cosas, he empezado algunas que no he conseguido terminar porque
cada vez se me hacían mas y mas largas, ciertamente inacabables o si fueran
acabables debería de aplicarles unas diez veces el método Stefen King para
reducirlas como el a una longitud legible (si, al parecer King la primera versión
de las novelas de King es como diez veces más larga que la novela final y su método
consiste en una vez escrita diezmarla. Casi increíble viendo los tomos que le
salen pero posible viendo las longitudes que incluso a mí me salen).
Pese a no escribir en este blog la verdad es que en estos últimos
meses si he escrito un par de cosillas que, encima de todo, he podido ver
impresas: un articulillo para un especial de Agua de El Economista y una pequeña
“entrevista” a Alvaro para la revista de una asociación de bares. No, no es
mucho, lo se; pero es solo por justificarme, aunque teniendo en cuenta que he conseguido
mudarme de casa y prácticamente tener mi casa acabada, tras luchar con mi
inutilidad para el bricolaje, que no solo hace que tarde mucho en hacer las
cosas si no que puesto que mis estanterías, estantes e inlcuso cuadros, tienen
tendencia a caerse y me veo obligado a repetir su colocación pues, claro, me
lleva mucho mas tiempo del normal. Al fin y al cabo durante toda la EGB
suspendia metódicamente la “pretecnología” y mis trabajos ni siquiera eran
aptos de ser presentados en las ferias de fin de curso del colegio.
Pero divago, si eso, ya os lo cuento otro día.
Hoy mi objetivo es intentar ponerme al día de las lecturas
de estos meses, que afortunadamente han sido menos de las normales y de las que
mis notas serán más breves porque aunque he seguido tomando notas creo que con
tanto lió de cajas, colocar y ordenar al final he perdido casi todas las que había
tomado y he dejado pasar tanto tiempo de algunos libros que sinceramente ya ni
siquiera recuerdo haberlos leído. Así de mal anda mi memoria, menos mal que,
previsoramente, los últimos libros leídos no los he ordenado, que si no, no podría
escribir ni los títulos, que por cierto son estos:
Saints of
New York – R. J. Ellory
Light and dark – Natsume Soseki
Los Simpsons y las matematicas – Simon Singh
La nuevas aventuras de Hansichi – Okamoto Kido
La luminarias – Eleanor Catton
El balcón en invierno – Luis Landero
Una revelación brutal – Louise Penny
Mercado de invierno – Philip Kerr
Soy Leyenda – Richard Matheson
Expo 58 – Jonathan Coe
Hanns y Rudolf – Thomas Harding
Mi mudanza ha sido por etapas y en la primera de ellas, la ocupación
de una casa que mi hermana tiene en la calle Santa Brigida, todavía me quedaban
un par de libros de los que había comprado en NYC e incluso empece a escribir
mi “comentario de textos” de ellos por lo que puedo reconstruir un poco mas de
los libros.

Saints of New York
es de esas novelas con McGuffin: en las que se cuenta una historia sencilla (la
investigación de la muerte de un traficante) simplemente como excusa para ir
contando otra historia que es la que de verdad le interesa al autor, que en
este caso es la investigación de si el padre del protagonista era, o no, un
policía corrupto. La verdad es que no ha debido de convencerme mucho porque
ahora miro la portada y ni siquiera consigo recordar nada especial del libro,
salvo la presencia de policías irlandeses, y que gracias a mis notas puedo
reconstruir su afición al alcohol “Hell
if his adult life was a road trip he’d done pretty much all of it DUI”; o
sus complicadas relaciones con la divinidad: “would have liked to believe in God, but he felt that faith should be
mutual. It should be reciprocated. And he knew, with certainty, that God did
not believe in him” e incluso citando partes poco conocidas (diría poco
conocidas por mí, pero eso sería aplicable a casi toda la totalidad) de la
biblia que promueven el consumo de alcohol, en este caso: Proverbios 31. Poco más os puedo contar

Light and Dark es una
novela cotidiana y decimonónica, puede que incluso costumbrista, pero de
costumbres japonesas Es, cuando menos, curiosa en el sentido de ver un poco de
lo que podría ser una vida cotidiana de un Japón pre guerra mundial pero post
samuráis, de un Japón en vías de desarrollo y de las relaciones maritales,
familiares y personales. En ese sentido muchas cosas resultan completamente
sorprendentes, pero le falta “historia”, en el sentido de trama, ya que apenas
si pasa nada relevante o al menos nada relevante que yo recuerde.
Una vez terminados estos restos de la maleta de NYC era
el momento de enfrentarse a los “regalos navideños”. Si, entiendo vuestra aprehensión,
casi miedo, ya que será parecido al que yo sentía al desenvolverlos:

Resulta evidente, lo he repetido muchas veces, que a mi los
escritores japonés me suelen gustar, que de hecho considero que Japón es el único
sitio exótico que realmente queda en este mundo, mucho mas que la sabana
africana o las cumbres asiáticas que tan exótica le parecen a la gente. Eso es
cierto pero de esto a que una
novela
juvenil de un detective japonés (más
bien unos cuentecillos que en algunos casos no pasan de un chiste malo) pueda
interesarme hay un abismo. Un abismo insondable. No sé, no digo que
Las nuevas aventuras de Hanshichi sean malas,
ni siquiera digo que sean mejores o peores que las “antiguas/originales”
aventuras de Hanshichi (esto último por desconocimiento de estas últimas) y tal
vez antes de la pubertad puedan tener algún interés o resultar curiosas. Igual
la culpa es mía y de que en lugar de ser un preadolescente soy post-post, (tal
vez incluso un par de post más serían necesarios para relacionar mi edad actual
con la adolescencia).

Si el tal Hanshichi me pilla mayor para disfrutarlo,
Las luminarias, creo que me pilla
pequeño para disfrutarlo ya que no he conseguido cogerle la gracia, o dicho de
otra forma que me ha parecido sencillamente ilegible. Tan ilegible como que la
he dejado a mitad, tal vez me haya perdido la mitad buena – mi padre tuvo una época
en l que todos los libros y las películas le parecía que tenían cuando
menos dos partes y si le preguntabas por cualquiera te decía
“bien, la primera
parte bien” o
“la primera parte no me gusto peor la segunda es excelente”- no
lo se, o igual es que no he cogido la gracia de la relación de los capítulos con
los horóscopos, o que la he cogido y su estupidez me parece sorprendente. No
se, sinceramente, no sé; ya digo, no conseguí acabarla.

Las matemáticas me interesan más que los horóscopos por lo
que
Los Simpson y las matemáticas parece
un regalo más adecuado, además Simon Singh es un divulgador entretenido y los
Simpson sin ser de mis series favoritas pues es ciertamente divertida y una “referencia
cultural” necesaria. La verdad es que es un libro que se lee muy bien, muy
entretenido y con anécdotas, curiosidades e inquietudes fascinantes (¿Cómo puede
ser que si los personajes tienen cuatro dedos cuenten en base diez?). Lástima
que tena dos partes – esto es un hecho y no que cada vez me parezca mas a mi
padre – y que la segunda este dedicada a
Futurama,
una serie que ciertamente no es una referencia cultural para mí.
Terminados los regalos navideños, faltandome el tiempo para
visitar la librería Fuenfria de Cercedilla y sin reuniones familiares para
aprovechar el servicio a domicilio de la misma, resultaba obligada la visita a
mi librería de referencia. Aunque ahora me pille un poco mas lejos la Librería Méndez
de la calle mayor, he decidido seguir manteniéndola como mi librería de
referencia en Madrid (capital, que en entornos más amplios, al igual que para
vosotros, la librería Fuenfria debe ser la de referencia. No nos equivoquemos).

Puesto que nadie me lo había regalado por navidad me compre El balcón en invierno, ya que Landero
normalmente me gusta y de este Rafa me había dicho – casualmente un día que nos
encontramos al propio Landero en el barrio y delante de el – que era muy bueno,
que le había gustado mucho. Si no conocéis a Rafa podéis pensar que lo decía por
estar Landero delante pero no, Rafa habría aprovechado para decirle que no le
gustaba si bien luego en público y sin Landero delante habría jurado que le
encantaba, al fin y al cabo son amigos y la amistad y la familia (en el caso de
que no sean lo mismo) son lo primero. La verdad: es una buena novela, incluso
excelente; eso si, es una novela de Luis Landero con todo lo que eso significa
y que por aquello de ser breve no os voy a contar hoy, si eso, ya lo hablamos
otro día.

Hay escritores que me gustan, que me gustan casi intrínsecamente,
que sigo y de los que compro cualquier novela que saquen. Incluso si el tema de
la novela me resulta completamente indiferente como es el caso de
Mercado de Invierno. A mí el tema del
futbol sinceramente… pues eso… que ni siquiera me parece un tema, salvo tal vez
cuando trata sobre los hoolligans ingleses violentos que en si mismos son
fascinantes, como todos los violentos por otra parte que es indudable que
siempre ejercen un poder fascinador (en libro, me refiero; en la vida real esta
fascinación intelectual se trasforma en repugnancia) por lo que podría haberla
obviado, pero Kerr es Kerr y hay que darle una oportunidad en cualquier tema
que escriba. Al fin y al cabo, si a el le parece lo suficientemente fascinante como
para escribir sobre el pues habrá que intentar adivinar porque. Me cuesta
decidir si es una buena o una mala novela porque me he dado cuenta – ya lo sabía
– que no conozco nada de ese entorno y claro todas las referencias a los personajes
secundarios se pierden en mi caso por lo que pese a estar bien escrita y muy
bien contada pues me pierdo (como en las partes en latín de
El nombre de la rosa). Imagino que si
conoces a los personajes secundarios y accesorios debe de ser una lectura muy
entretenida y una serie a seguir, yo no estoy seguro de que lo haga.

Piglia, es otro de estos autores (no son tantos realmente,
aunque si unos cuantos) con los que siempre me siento tentado a comprar
cualquier libro que vea, sin pensarlo, sin casi ni ojear la contraportada
(bueno, solo para comprobar que no me suena haberlo leído).
El camino de Ida lo compre sin fiarme
en que Ida estaba con mayúsculas y que se refería por lo tanto a una persona y
no al verbo, que me parecía un título más adecuado, especialmente para un
argentino (o para una primera parte de algo). Diria que me gusto, que tal vez
me gusto mucho, pero me temo que no me ha dejado ningún recuerdo y que ahora
mismo lo miro y no consigo recordar ni tan siquiera haberlo leído. Esto no
puede ser bueno.

Otro de esos temas fascinantes, para mí, es la vida
cotidiana de los nazis o de cualquier grupo violento ¿Cómo puede mantenerse una
vida familiar cuando uno tiene un desprecio total por la vida humana? ¿Cómo puede
vivir alguien con su familia en un campo de concentración participando en las
masacres? ¿Cómo puede llegar uno a
disociar tanto una realidad de otra, o la visión de su realidad de la realidad?
Hanns y Rudolf que compre pensando que era una novela, es realmente una biografía
novelada; realmente dos biografías cruzadas: la del comandante de Auschwitz y
la de un judío alemán aunque acabara persiguiéndole para sentarle en el
banquillo en un juicio contra la humanidad. Siempre digo que prefiero las
novelas a las biografías, que prefiero saber que las cosas que leo son
inventadas y no verdad y este caso no es una excepción: preferiría que todo
fuera solo una invención y que nada de esto hubiera sucedido. Podría tener un
poco (más) de fe en la humanidad. Lamentablemente parece que no, que todo, o al
menos bastante es cierto y eso asusta, asusta más que pensar en asesinos psicópatas
inventados que recordar que han existido y posiblemente siguen existiendo.

Hablando de violencia, resulta curioso que pensar en las
diferencias entre Estados Unidos y Canadá que siempre nos trasmiten que todo lo
violento de Estados Unidos se transforma casi en pacifico en Canadá. No tengo muy
claro de dónde o como nace esta diferencia, puede que de esa idea hippie de los
americanos que huían a Canadá para escapar de Vietnam o de la imagen de
guardabosques pijo de la policía montada de Canadá (que pese a esto son uno de
los cuerpos de elite más duros del mundo) pero el caso es que no son tantas las
novelas de asesinatos en Canadá así que
Una
revelación brutal podría llenar este vacío al estar escrita por
la autora canadiense de proyección más
internacional (sic). La novela no esta mal, puede que incluso bien ya que mantiene
la tensión y la sorpresa, pero la verdad es que al acabar uno se convence de
que tanto los Simpson como South Park o el resto de las referencias en las que
se burlan de la violencia de los canadienses (fuera de los campos de hockey,
que son otra cosa) parece plenamente justificada y que realmente la violencia
en Canadá es menos violencia.

Pese a que (no me preguntéis porque) el escudo de mi colegio
era el Atomium de Bruselas yo nunca había visitado Bruselas ni había tenido
ganas y todo mi conocimiento sobre
“esos
Belgitas” viene, efectivamente, de Asterix. Sin embargo ahora estoy
apuntado a un comité de Investigación sobre Hidrocarburos no convencionales
(si, ya, ya os veo venir: ¿de qué? Pero si tú todavía crees que hay gasolina
con y sin plomo ¿Qué sabrás tu de hidrocarburos? Pues sinceramente, tenéis razón
y no sé nada. Pero tampoco hace falta saber; de hecho no saber es precisamente
mi especialidad).
En cualquier caso, el caso es que tenía que viajar a
Bruselas – posiblemente tenga que viajar de vez en cuando, pero ya tengo
comprometido todo el chocolate que puedo importar, que será de Darcies por si
vais – así que me pareció curioso comprarme una novela que pasare en Bruselas: Expo 58.Ya, hubiera sido mejor comprar
algo actual y no algo que pasara en 1958 pero bueno esta es la que estaba allí en
el mostrador. La verdad es que tiene su gracia, sobretodo el hecho de que el
protagonista tiene que montar un pub británico en el pabellón de la exposición universal
aunque tampoco sería una gran novela para recomendar (si yo recomendara novelas). Se deja leer, sin problemas y poco más.

Creo que he leído alguna otra novela antes de que empezara
Junio – que las de Junio quedan para la siguiente entrega – pero como no estoy
seguro de cuando las he leído terminare con
Soy Leyenda, que curiosamente – ya que las dos versiones de la película que
he visto me han parecido malas – me apetecía leer. No me ha gustado mucho pero
la verdad es que siempre habia pensado que los monstruos eran una especie de
Zombies y sin embargo lo que son es un tipo especial de vampiro. Si, hay que
ver, verdad. O yo no me entero de las películas de terror, algo altamente
probable, o hay una conspiración vampírica para culpar a los zombies de todos
los males de los fututos apocalípticos. No sé, le preguntare a Álvaro que de
Zombies y otros entes malignos sabe más y seguro que sabe resolver la duda de qué
pasa si un vampiro muerde a una momia ¿en que se convierte la momia?.
En fin, creo que este parón me ha enseñado una lección y es
que debo de escribir más a menudo y centrarme en historias cortas. Reflexión
que me hago a mí mismo porque dudo que ninguno de mis lectores halláis llegado
hasta aquí.
Pero divago, si eso, ya lo comentamos otro día.