domingo, 22 de diciembre de 2024

Comentario de textos Noviembre 2024

He de confesar que cada cierto tiempo pienso en adelantarme a esta cita mensual y escribir alguna otra cosa, pero, pese a que me apetece y era la idea inicial de este blog (lo de los libros era una excusa), el caso es que al final nunca encuentro el momento, incluso aunque me pase una semana en Piles, o si encuentro el momento no encuentro que podría contar. Cuando me pongo a pensar en otro tema pues como que se me acumulan y me aturullo, no sé qué historia contar e incluso, a veces, pienso que más que contar una historia podría elegir un tema como “las veces que he estado a punto de perder la vida”, “las historias de carretera más extrañas que me han ocurrido”, “mis (breves) encuentros con la ley”, o no sé, cosas más personales como “porque odio los teléfonos, o mi animadversión al amarillo en la ropa” o incluso cosas más serias pero, ya digo, luego se me viene en tiempo encima y llego a mitad del mes siguiente con los comentarios de textos pendientes y así pasa otro mes, e incluso, en breve, otro año.

Así que, aunque solo a modo de entradilla y no de entrada entera, os contare una de esas cosas que han pasado (no a mí, sino en mi entorno) que no por ser totalmente demenciada, o igual precisamente por eso, me ha hecho mucha ilusión. (como no me ha sucedido a mi directamente, pues igual no ha sucedido exactamente como os lo cuento. Vamos, seguro que no, ya que incluso para las cosas que me han sucedido tengo tendencia a no contarlas como han sucedido. O eso dicen las malas, malísimas, lenguas de los que me conocen y conocen la historia). Imaginaros que estáis durmiendo y empieza a sonar vuestro móvil, insistentemente por lo que tras ignorarlo durante varias llamadas al final decidís cogerlo ya que tanta insistencia pues os mosquea y además os impide dormir por lo que parece la mejor solución cogerlo, decir que pasas y volver a tus sueños. Despertado de esta manera y decidido, a la fuerza, a contestar con cierta acritud y mandar al llamante a ya sabéis donde, te encuentras que es una chica hablando en americano que tras saludarte te pregunta “¿estaréis abiertos estas navidades?” (aclaro, por si hay alguien despistado, que se refiere al Wurlitzer y no, digamos, a mi oficina que a nadie le interesa si estamos o no). Tras un primer momento de duda entre ser amable u tomar otra actitud, y pese a que lo primero que se te ocurre es que no es el momento de hacer este tipo de preguntas, y cuando estas a punto de confirmarle “que sí, que estaréis abiertos” para poder volver a dormirte, ella te empieza a contar que es que va a viajar a Madrid y que varios amigos le han recomendado, que le han dicho que “tiene que visitar el Wurli” y sigue contándote quienes son estos amigos. Tú, todavía sigues un poco desconectado y, básicamente, pensando en cuando colgara, cuando entre varios nombres, oyes que dice “Nikki, Nikki Corvette” y…, claro, ya estas despierto (o bastante despierto) porque Nikki Corvette es Nikki, Nikki Corvette (que igual no os sonara y os estáis preguntándoos quien es Nikki, pero, creedme, es un nombre mítico para algunos, y digo mítico pese a que no debería ser ya mítico porque se supone que no puedes conocer a tus mitos y tú, tu “ya has conocido Nikki en persona”). Esta ya sería una cosa bastante “ilusionante”, ya que Nikki estuvo en el Wurlitzer, no sé, hace diez, doce años y ahora se lo recomienda a una amiga suya. Ya digo, extraño y alucinante pero no increíble si todo acabara en esto. Pero, no, nada más lejos de terminar aquí la historia. Como ya estas más o menos despierto, le dices que “fenómeno, que gracias, que sí que estaremos abiertos, que salude a Nikki, y que, por supuesto esperamos verla por aquí, pero, solo por curiosidad y por saludarla: ¿Qué quién es?” ¿Quién es, para poder mejorar esta historia, os preguntareis (los pocos lectores que no conocéis toda la historia)? Y entonces, si bien podría haber dicho algo como “Luke, yo soy tu padre” (frase que todo sea dicho nunca se dice en toda la trilogía, o enealogía o lo que sea ya), va y responde “I am Josie… Josie Cotton…”. Vale, si la primera respuesta habría sido claramente una broma, esta no parece estar lejos… “¿Josie Cotton? ¿Me acaba de llamar Josie Cotton? ¿acabo de hablar con Josie Cotton desde la cama y sin llevar pijama?”

Y si, os veo (a algunos, los mismos que antes me temo) preguntándoos ¿Quién es Josie Cotton? ¿Por qué es ilusionante esta historia? Bueno, parafraseando a alguien “si tengo que explicarlo, no lo vas a entender” Así que mejor lo dejamos aquí, y solo añadiré que espero que venga y que yo ande por el bar porque a mi si me hace mucha ilusión que Josie Cotton pueda venir al bar, que Nikki se acuerde de nosotros y ¿Quién sabe? Igual podemos organizar un concierto de las dos… pero como ya se os habrán quitado las ganas de “mis historias” pues, venga a los comentarios.

Una cosa que nos pasa cuando andamos de librerías por NYC es que Alvaro, pese a ser un lector empedernido, por educación se “coarta” a la hora de elegir o comprar libros dejándome a mi esta responsabilidad casi en su totalidad. Así que yo, también por educación, pues miro libros que creo que le podrían interesar pero que igual yo no me compraría, y se los señalo para ver si los añadimos a “mi compra”. Este año uno de estos libros fue Confessions of an Antichrist, una novela de una escritora noruega sobre una banda de metal extremo y, por supuesto, satánico que podía ser que lo mejor que tuviera fuera la portada o incluso que estuviera bien. Me alegra decir que es un libro bastante, bastante, divertido y con cosas que comparto plenamente, por haberlo probando en mis propias carnes, como ese “It’s my firm belief that if you shed lots of weight it will come off your brain and personality before it comes off your thighs” o ese otro (que reconoceré no se me había ocurrido pero que me encanta) de: “I sincerely believed the word «hippie» was a diminutive form of the English word «hypocrite» and that they wore their hypocrisy with pride”

Pero ademas de esto pues me encanta su descripción sobre algunos clubs de moteros,o igual solo de “malotes”: “ a gang of old faux-bikers with greying beards and sagging guts who maintain that wearing sunglasses in the dark, having a gun license, sporting the same clothes and holding the same views for decades makes them worthy of respect”; y tambien por haberlo visto personalmente su descripcion de la escena StraightEdge me parece bastante acertada: “I had always thought the straight-edged scene was a strange one. These were bands and kids that eschewed drugs, alcohol and sometimes sex in favor or regular exercise and a macrobiotic diet. That’s not to say that they were benign, peace-loving beatniks – their music was fast, ugly and aggressive and their politics was often fascist. You throw those ingredients into a sweaty venue and add a PA system and you soon discover that straight-edge gigs can be among the most violent on the planet. Without drugs and alcohol to dull the senses, the pace and hostile trash of their metal turns a straight-edge mosh-pit into an impromptu bout of near-professional kickboxing.”

Y una de las partes más divertidas es cuando el batería de la banda intenta explicarle a su católica madre que él no tiene más que mirar sus tatuajes para ver que es un satanista “de pro”, si lleva una cruz invertida le dice, a lo que la otra le responde que se deje de tonterías que “es la cruz de San Pedro” y que además que cuando más se le ve, que es cuando levanta los brazos, la cruz le queda del derecho, así que, que se deje de chorradas. El todo digno, satánicamente digno, le dice que se fije en su tatuaje de su pentáculo (la estrella de cinco puntas), claramente satánica, a lo que ella le responde “don’t be silly Peter. The five points represent the five wounds that were inflicted on Christ on the Cross”. Si es que no hay nada que pueda cambiar la opinión de una madre católica sobre la bondad de su hijo, quiera el ser satánico o lo que crea ser.

Esta visión católica de la madre contrasta con la visión del catolicismo de un compañero de banda que se considera vikingo de la fe nórdica y que expresa su idea del catolicismo como: “ you know why the Saxons know nothing of the Norse faith? It’s because a deliberate `plot to suppress the traditional beliefs of the Norse in favor of an inferior import: a Middle Eastern religion that got hijacked by a bunch of effete Italians who then spread a corrupted version across the world like a virus – a debilitating virus that leaves its victims in a state of ignorance and subservience.”

Ya digo, un buen divertimento de novela, una buena compra. Igual que resulto serlo Fantastic Land, (comprada con el mismo criterio) que en principio (para mi) parecía mala por eso de ser una mezcla de El Señor de las moscas y Battle Royale, así con su punto cultureta y a la vez adolescente para que haya poca gente que comprenda las dos referencias. La verdad es que la premisa de la novela: a los promotores de un parque de atracciones en Florida se les ocurre que como parte de su plan de gestión de riesgos frente a inundaciones, huracanes y varios y con la idea de que lo que no destroce la naturaleza no sea destrozado, vandalizado o, directamente saqueado tras la catástrofe (ya, así a priori todos pensaríamos que parece una precaución innecesaria ya que ¿Quién va a ir a saquear una zona de catástrofe? Bueno, creo que todos hemos visto lo sucedido en Valencia donde la gente – además de su mejor versión – pues también ha sacado la otra y ha aprovechado para robar, no solo tiendas, sino a sus propios vecinos) dejar un retén voluntario de trabajadores con los pertrechos suficientes para que resistan en las zonas de seguridad a que pase la catástrofe. Y bueno, como ya las referencias os han hecho el spoiler pues ya podéis imaginaros lo que acaba pasando, porque al fin y al cabo ¿Qué podía salir mal, dejando a varios grupos de personas aislados sin saber que pasa alrededor? Ya digo, no parecía que fuera a ser gran cosa, pero la verdad es que tiene un ritmo muy bueno y engancha bastante.

Lo mejor de toda la novela es la descripción que hacen, a posteriori, del encargado de la seguridad del parque que debía estar a cargo de gestionar todo el plan (no exactamente un equivalente pero sería aplicable a, pongamos por caso, Mazón): “He could have saved a baby from a burning building on national TV, and it wouldn’t have made a dent in how much people hated him. If he showed up on a desert island with a sandwich and a rescue boat, most people would try to beat him to death with the sandwich.”

Aunque he contado las dos seguidas la verdad es que entre medias me leí una que había elegido yo: Violent Spring que prometía ser una novela sobre conflictos raciales en Los Angeles, en 1992, justo después del caso de Rodney King.y que parecía prometedora. Nada más lejos de la realidad y es una novela lenta y sin ningún interés. Bueno, por no ser tan duro reconoceré que sí me ha gustado esa frase de “He hunted bail jumping burglars with acne-scarred faces and fleeing gang member hefting Uzis with Rebooks on their feet that cost more than their weapons.” Que describe tanto la obsesión por las marcas como la locura que el mercado de zapatillas es a día de hoy, especialmente el dedicado a jóvenes pre adolescentes y otros.

Y también, aunque no es parte de la novela sino de añadido posterior a forma de refelxion del autor sobre la novela creo que puede, por lo poco que he visto de Los Angeles y sin conocer Johannesburgo, la comparación que hace de ambas “He also reflected that JoBurg was not so different than the City of Lost Angels: whites ensconced behind high walls shrouded in webs of electronic security, a growing chasm between those who want and can get and those who go wanting, an immigrant labor force, and recession and crime at an all-time high.”

 Mi siguiente lectura, otra compra mía y sin excusas, fue Tremor que, pese a que tiene cosas buenas, no me gustado especialmente (ni siquiera tengo claro de que va) y, más bien, me ha parecido una novela muy pesada.

Principalmente las cosas que me han gustado de esta novela tienen que ver con curiosidades como  “He recalls the advisory note often present in Australian produced films, addressed to Aboriginal and Torres Strait Islander people, than the film they are about to watch contains images, voices, and names of deceased persons.”, que me soprende por la tonteria de tener que seguir poniendo algo como esto y más como “ gesture of respect and caution”; a ver si no entienden lo que es una ficción pues como he dicho “si tengo que explicarlo, no lo vas a entender”

Soprendente es tambien que (al parecer) en Yoruba “Àán j’oba can mean «we are installing the king» or «we are eating the king.» The pronunciation is exactly the same so what you hear in it is whatever you want to hear.”, asi es facil tener malentendidos de cierta relevancia.

En cualquier caso, una idea que se repite en el libro es la de que la vida siempre te sorprende y que es imposible estar preparado, ya sea porque siempre se supera: “you think you know how hard life can get. Then something else happens, something of a kind different to what you ever allowed yourself to expect and you have to revise your whole picture. This doesn’t stop happening there is no end of surprise. Strangeness arrives again and again, without end. We live on the accumulated ruins of experience.”; o ya sea porque las cosas se producen por mucho que nos preparemos para ellas: “We want to think we can avoid suddenness, we want to think that we can prepare ourelves for suddenness. The ground opens up. Life is not only more terrible than we know it sis more terrible than we can know.”

Aunque no todo es triste y la historia de esa persona que participa en la busqueda de una excursionista que ha desaparecido en un viaje en autobús para al día siguiente al oir las noticias de la búsqueda: “ Only then was it realized that the woman had been found or, rather, that she had never been lost: she had been on the tour bus for the entire time. Not only had she changed her clothes, leading to a confusion in the police description, but she herself had not recognized that the person being describes was her. She has participated in the search for herself.”, que imagino es algo que nos podría pasar a cualquiera como nos pasa que no nos reconocemos nunca en la megafonía de un aeropuerto.

La última frase se la dedico a todos los trabajadores nocturnos que se quejan de sus horarios (e incluso a los que no, los menos) ya que creo que es bueno recordad que “Whenever a person wakes up, that is morning for them.”

Leída esta pesada novela decidí pasarme a la que es una de mis escritoras favoritas últimamente de la que he de decir que solo me compré esta novela pero que estuve a punto de comprar dos de ella (si, en la misma tienda y a la vez) y si no lo hice fue porque había una que a la vez me producía fascinación y terror: una que había escrito en compañía de Hillary Clinton, ni más ni menos. Una parte de mi quería comprarla ya que, casi seguro, que no sea una novela que vuelva a ver fácilmente, pero otra decía que aquello no podía terminar bien. Así que mi compra fue A world of curiosities, que pese a pasar en el tranquilo (pese a que siempre pasa de todo y todo raro) y bucólico pueblecito de Three Pines, el escenario habitual de sus novelas pues tiene la trama de un verdadero psicópata que tiene un plan maestro de venganza que ha estado desarrollando durante años. Vamos una de esas historias complejas en las que nada es lo que parece, pero al final todo se resuelve.

A mí me ha gustado, aunque menos que otras suyas, pues siempre me gusta que me recuerde la matanza de la politécnica de Montreal que no conviene olvidar o que los ingenieros de Quebec llevan un anillo, que se van pasando unos a otros, y que “Well, I think you know that they were originally made from the metal remains of the first Quebec Bridge. It collapsed in 1907, killing eighty-six workers. It was a catastrophic failure of engineering. The rings were made to remind engineers of that disaster and the consequences of what they, what we, do.”

Tambien me ha gustado leer la historia de Anne Lamarque, que fue quemada por bruja cuando realmente la causa fue que: “She pissed the authorities by owning and running a business. A successful inn in the seedier part of town, back when Montréal was a little more than a puddle of shit an dbroken promises. The church wanted to exert control, so the imposed a curfew… and banned alcohol…when the priest showed up to close her down. Anne told them to fuck off… Then chased them down the street shouting abuse. That pretty much sealed her fate. Bishop Laval and the Jesuits hated her for defying them.”; O casi, ya que luego hace una sutil diferencia en la causa: “For proving it was posible to defy them.”, que parece lo mismo, pero no lo es y, la verdad es que parece que ya le tenían ganas desde el principio porque “she wore glasses and could read.”

Mo siguiente lectura fue una de las pocas compras de Alvaro, The Warriors, Si, la de la película de Walter Hill que fue parte de nuestra adolescencia y que veíamos en el cine Covadonga en sesión matinal junto con otros clásicos musicales (Hair, The Last Waltz, Quadrophenia, etc.) , o que intuíamos a veces ya que había días que había tanto humo – ni de tabaco, ni de vapeadores de esos – que el proyeccionista paraba la proyección y sacaba un cartel diciendo “parad de fumar, que no se ve nada”, y luego la retomaba tras un rato de protestas.

Del libro he de decir que es malo y que lo más dudoso es como se pudo sacar una película decente (no diré buena, aunque lo piense, ya que hace años que no la veo y los recuerdos de la adolescencia no tienden a ser fiables) aunque como el propio autor del libro explica comentando la misma en estos términos: “the movie, whose action is more balletic than real, was much less violent than my novel; the casual, random killing of a bystanding man and the gang rape had been excised (well, how could you relate to a gang that dis such things). I thought, on the whole, that the movie was trashy, although beautifully filmed.”

Claro que el propio autor del libro explica que su libro está basado en un texto griego clásico, en la Anábasis de Jenofonte ni más ni menos (para que luego digan que perdíamos el tiempo haciendo pellas cuando estábamos estudiando a los clásicos) si bien como dice el propio autor (del libro) pues “Yet, whatever I thought about rhetorical devices, parallels, literary references, I was determined to bury them in such a way that they would work subliminally on the minds of the literate reader. If you missed the references, then you had, I hoped, a good story.” y no digo más, pero yo, y creo que todos, nos las hemos perdido en el libro y, aun mas, en la película.

Pues ya, casi a medio mes, llego el momento de quedar para tomar un café con mi amiga Maria de la O (a la que ahora, cariñosamente, llamamos la traidora por motivos que no viene al caso) e llevar a cabo nuestro periódico intercambio de libros. Como ha cambiado de trabajo (vale, este es el motivo de su nuevo alias) pues esta vez tuvimos que innovar y como acababa de cambiar de zona pues todavía no tenemos un sitio claramente definido para estos intercambios, espero que para este nuevo año ya tengamos (ya tenga la traidora) un sitio seleccionado. En cualquier caso, mi lectura de este intercambio ha sido Las reglas del Mikado que, creo, yo no me habría comprado ya que es una de esas historias de buenas personas, en el que una joven gitana que escapa de su familia es ayudada por un viejo relojero con el que se encuentra de acampada en mitad del campo. Todo, incluso lo malo, son buenos sentimientos, algo que, a mí, la verdad, pues no me acaba de gustar especialmente, pero diré que se deja leer sin mayor problema, pero tampoco sin mayor encanto, pero que afortunadamente provenía de mi librería de referencia (ya sabéis, Méndez en la calle mayor) y que me permitió no pasar el mes sin sentimiento de culpabilidad por no haberla visitado en este mes. Ya digo, todo buenos sentimientos de buenas personas.

Lucky Dogs, podríamos decir que empieza como una novela de dos mujeres contra distintos aspectos del patriarcado ya que las dos protagonistas se conocen en un quiosco de helados en Paris cuando una de ellas es molestada por unos jóvenes parisinos (no por no ser francesas sino por ser mujeres) pero en las que luego nada es lo que parece y la historia se complica de una forma bastante compleja con intrigas internacionales de por medio en las que una se ve involucrada ya que “I fail for the same old scam, as if outer beauty ever safeguard against inner rot. I, of all people, should have known better”. Porque si, porque por mucho que neguemos que la belleza no es lo más importante, es muy fácil que esta nos haga equivocarnos en las decisiones cuando esta nos apabulla, esto nos pasa a todos. Igual que con muchas causas nos decimos ese “Nunca más” o ese “No os olvidaremos” sin olvidar que en muchos casos no dos damos cuenta de que como sociedad muchas veces no es este el problema, sino que “But the West couldn’t forget people it had never thought about in the first palce, now could it?”

Como yo soy un fumador convencido de que, si bien puede tener problemas de salud, tiene ventajas inherentes superiores a las de la meditación ya que “Smoking is sometimes like a Deep breath exercise. Plus, it spreads heat throughout the body”, con lo en determinadas épocas del año, o situaciones, además de server para meditar pues te ahorra tener que comprar un paquete de castañas. Que tampoco está mal.

La historia de The quiet tenant (si, ya la última lectura de este mes) es una de esas historias que muestran como personas aparentemente normales pues no lo son, y resulta que son asesinos en serie y secuestrados de niñas (a veces incluso de sus propias hijas) u otras cosas, pero como incluso pueden convivir o tener éxito en sociedad, e incluso seducir a otras personas sin necesidad de recurrir a la violencia. El caso es que esta bastante bien estructurada, con cambios de personajes entre la secuestrada, otras vistimas previas y otras personas del pequeño pueblo en el que vive (y mantiene secuestradas a sus victimas).

Como pasa en un pueblo pues hay saberes populares de, algo mas que, dudosa verosimilitud como ese “I’ve heard that if you drink from someone else’s glass, you can read their thoughts. Find all their secrets.”, saber que todos los que hemos estado en el final de alguna fiesta o en otras situaciones sabemos que, afortunadamente, es mentira y que los secretos siguen siendo secretos. Otros sin embargo resultan muy educativos como cuando se pone a enumerar como se llaman los distintos grupos de animales (una manada, un rebaño, un enjambre, etc.) y al llegar a algunos no tan obvios, la cosa se pone divertida: “Lemurs? A conspiracy. Crows? A murder. That was my favorite one. A murder of crows. Crows are so Goth. It had to be a murder.”; y otras cosas pues son sencillamente erróneas, o demasiado mezcla de idiomas, como ese llamar a los miembros de la familia Gonzalez como “The Gonzaleses”.

En cualquier caso, por haber experimentado algo parecido, la parte con la que más coincido es con ese “You wake up, medial-dram style, on a bed in the ER. Julie’s concerned face floats above yours. «Can you hear me?» she asks, and it turns out you’ve been awake in some capacity for some time, you just can’t remember it. There is a black hole where memories should be. It will never fill up. IN the great movie of your life, the screen stays black for several minutes, You fell robbed, like something of great value has been taken from you.”

Y aquí seria el momento de dejar esta entrada que ya se ha hecho un poco larga de escribir, que es una de las pocas veces que necesito dedicarle dos tardes y, me imagino que, de leer, pero antes de la frase final he de contaros una historia que ha sucedido recientemente y que es incluso más demenciada que con la que he empezado y de la que, una vez más, solo soy espectador de segunda mano.

Todo empieza cuando uno de los grupos emergentes de moda pide fecha para tocar en el Wurlitzer pero poco antes de la fecha del concierto su cantante es ingresado en el hospital (no, no por excesos puntuales, sino por una peritonitis o algo así). El caso es que el grupo se plantea o bien suspender el concierto o bien convertir el concierto en una fiesta de homenaje / apoyo a su cantante. Obviamente, sino no habría historia, se deciden por la segunda opción y deciden hacer un concierto en el que en cada canción el cantante será sustituido por el cantante de otra banda emergente y de moda. Antes de confirmar quien cantara que canción se ponen las entradas a la venta y se vende todo el aforo que habían puesto en el tiempo record de diez minutos (bueno, esto tiene trampa ya que reducen el aforo para invitar a medio mundillo musical de Madrid, pero aun así es un record). Se van confirmando los cantantes, pero horas antes de que empiece el concierto no se conoce quien cantara su himno. Inicialmente lo cantaría un cantante consagrado, pero este es vetado por un programa televisivo al que va a acudir ese mismo día (curiosamente un programa que se queja de que otros le vetan los invitados) así que nadie sabe nada, salvo que va a ser algo grande.

Total, que llega el día del concierto, la tarde del concierto, y va llegando la gente: los invitados pues dan vueltas por los alrededores haciendo tiempo para llegar cuando no tengan que esperar mientras que aquellos que han comprado entrada pues montan una cola en la puerta del local.  Dentro el grupo ya ha probado, pero no ha confirmado quien será quien cante su himno, solo se sabe que será algo grande, más grande de lo inicialmente previsto y se marchan a hacer otras cosas dejando el enigma flotando en el aire (que cantaba Dylan, pero que no, que no será) tanto del interior como entre el público que forma la cola.

Cuando ya queda solo una hora, o menos, para abrir puertas y que empiece el concierto entra en el local alguien sencillamente inconfundible: entra Él. Si, Él… Raphael. Entra con toda la seguridad de un artista, de un artista que ha visto una cola a media tarde y ha dado por supuesto que el local al que él iba pues obviamente era en el que había una cola de personas esperando ¿Dónde si no iba a ir Él, o porque iba a haber una cola, a esas horas, si no era para esperarle a Él?

Dentro del local solo están tres personas: Alvaro que es el primero en verlo y que entabla una conversación con Él; Adolfo, el técnico de sonido, que se queda en blanco frente a la posibilidad de que Él sea el cantante del himno y tener que sonorizarlo; y Ace, que se desinteresa completamente del tema, y sigue haciendo cosas (sus cosas incomprensibles) por la barra sin prestar ninguna atención a la aparición de Él.

Lamentablemente no hay registro del dialogo entre Él y Alvaro, pero seguramente fuera algo así como “Hola, ¿Qué tal, te puedo ayudar en algo?”, “Hola, encantado. Sí, claro, vengo a actuar” … (dialogo interior de Alvaro: ¿perdón? ¿Cómo dices? ¿Estarás de coña, no? Esto se nos va de las manos, otra vez) … la voz exterior de Alvaro “¿aquí, hoy?”; “si, hoy, ahora a las siete, aquí en el teatro” (aclaración geográfica: debajo del Wurlitzer hay una microsala – ilegal – de teatro y monólogos, por lo que el dialogo interior de Alvaro es algo como: ni de coña, eso sí que no. Como va actuar Él, en ese sótano… ¿Qué dice? Hasta que, de repente, Alvaro se da cuenta de otra casualidad geográfica: al lado está un teatro grande en el que precisamente se graba un programa de los más famosos de la televisión, ese que había vetado al que iba a cantar el himno principal del grupo, y…) “ahhh, vas al teatro de al lado, a la cuchufleta”, “si, ese es allí voy”, “pues nada, vaya, no, no es aquí, es un poco más abajo, pero encantado de saludarle”, “Gracias, pues nada. Encantado” y se marcha por la puerta con su fular blanco, con su traje de actuar en una funda y con su propio de apoyo.

Fuera en la cola, habría de todo, pero algunos estaban convencidos de que, era cierto, iba a cantar el himno alguien muy grande, tal vez excesivo, iba a cantar Él, y, bueno, sencillamente no daban crédito, o estaban asimilándolo cuando para su tranquilidad El salió por la puerta y sin que nadie le saludara se marchó calle abajo con su fular blanco su traje de actuar en una funda y su propio de apoyo siguiéndole.

Hasta aquí la historia seria, ya de por sí sola impresionante, pero no acaba aquí. Como habréis leído en la prensa, visto en la televisión, oído en la radio, o un poco de todo esto en los medios digitales, al poco de entrar en el teatro para su entrevista le dio un sincope, siroco o jamaro, y tuvieron que venir varios SAMUR con UVI para llevárselo al hospital. Si bien nadie sabe por qué le dio este jamaro es inevitable pensar que su entrada en el Wurlitzer tuvo algo que ver, bien porque fue demasiada emoción o bien porque su cerebro fue incapaz de aceptar que había una cola para un espectáculo musical que no era el suyo y donde nadie le paro para hacerle una foto y nadie (ni dentro ni fuera) dio ninguna muestra de que le pareciera relevante su presencia. Ahora las redes (bueno, solamente X) están llena de todo tipo de teorías de la causa de su accidente, de memes que combinan Él con el Wurlitzer y, en fin, de todo un poco.

Creo que como historia es impagable y yo me identifico con la teoría de que Él, Raphael, no quiso dejar pasar la oportunidad de zanjar de una vez por todas el debate sobre si se dice “el wurli” o “la wurli” y que entro a decir para que quede claro que es “Él Wurli” porque lo dice Él.

Pues eso, “Divertíos asaltando el castillo”

 

Lecturas

Confessions of an Antichrist - Marta Skadi

Violent Spring - Gary Phillips

Fantastic Land - Mike Bochoven

Tremor - Teju Cole

A world of curiosities - Louise Penny

The Warriors - Sol Yurick

Las reglas del Mikado - Eric De Luca

Lucky Dogs - Helen Schulman

The quiet tenant - Clémence Michalon

domingo, 17 de noviembre de 2024

Comentario de textos – Octubre 2024

Supongo que todos ya sabéis que ha llovido en Valencia (si, algo inesperado, una verdadera noticia, esto de que llueva en Valencia en otoño) y que ahora las dos grandes noticias son ¿de quién es la culpa de que esto se haya convertido en una tragedia monumental? y lo increíble que es la solidaridad y la ayuda del pueblo con ese lema de “solo el pueblo salva al pueblo”.

En fin, la verdad es que la primera cuestión me sorprende bastante que uno de los temas de debate sea si había mecanismos de alerta y cómo se gestiona este tipo de alertas (incluso he oído a alguien decir que la Confederación del Júcar es la única que no tiene, a día de hoy, un sistema de alerta temprana). Digo que me sorprende porque ya en el año ochenta y ocho estábamos desarrollando (yo, como becario y no por mis conocimientos sino tan solo porque solo dos personas solicitamos la beca y como ambas teníamos el mismo currículo, ninguno, pues en la decisión de a quien contratar tuvo un peso muy relevante la opinión de Reyes, la secretaria, que se decantó por mí por una razón de peso: que yo había ido afeitado a la reunión) y en el año noventa y uno dejamos un sistema de previsión de alertas tempranas (basado en los que ahora se llama Inteligencia Artificial pero que entonces llamábamos basado el conocimiento) que sobre la base de muchos datos te decía, con veinticuatro horas de antelación, aunque con cierto margen de error, no solo en qué lugares se iban a producir inundaciones sino incluso que carreteras y poblaciones podían verse afectadas. No solo hacia esto, sino que también había un protocolo de avisos a emergencias (que lanzaba directamente alarmas a todos los organismos implicados) y si se detectaba alguna situación de alerta, aunque fuera pequeña, pues allí, en la Confederación, nos quedábamos un equipo especial de reten, mirando todas las pantallas y haciendo simulaciones para ver como evolucionaba (varias noches pasamos allí, fumando – si, todavía se podía fumar en el puesto de trabajo – tomando coca colas, o cafés, para mantenernos despiertos u mientras nuestros superordenadores trabajaban pues departiendo amigablemente). Y ahora, digamos que unos treinta y cinco años después, este sistema que fue una de mis primeras experiencias profesionales (realmente la quinta, pero eso es otra historia y si fue la primera de larga duración) parece que ha sido borrado de la historia. Decepcionante y deprimente, y no lo digo porque mis primeros cuatro años profesionales hayan sido borrados de la historia, que es algo irrelevante, sino porque creo que este sistema podría haber sido de mucha utilidad y puede que hubiera evitado algún muerto. Pero, en fin, supongo que no en todo este tiempo nadie (ninguna administración me refiero) ha puesto el dinero necesario para mantenerlo y/o mejorarlo y al final ha acabado en el equivalente informático a un cajón convirtiendo un desarrollo pionero en poco más que un backup inútil, en un conjunto de ceros y unos, pero sobretodo de ceros que es la nota que merecen todas las administraciones implicadas (no en el día de autos, sino en los últimos treinta y cinco años).

Si el tema anterior es “delicado” el otro, el de la ayuda popular mediante causas solidarias no lo es menos por lo que creo que no entrare en él, o solo un poco. Está bien ayudar desorganizadamente, al fin y al cabo, es normal que todo el mundo quiera aportar algo y lo haga en la medida en que puede, desconfiando de todas las organizaciones y sobre todo de los organismos oficiales, pero no hay nada más ineficiente que esto (si las ONGs normales ya son ineficientes y tramposas, pues la ayuda a nivel personal mejor ni pensarlo). El caso es que, por supuesto, nosotros también hemos contribuido con diversas personas en diversos actos en los que al parecer nadie tenía beneficio, pero en el que algunas cuentas eran del tipo “doscientas entradas vendidas a diez euros, total recaudado: 1.970 euros”, pues eso que todos muy solidarios, pero con un casi y es este casi el que lo estropea todo.

En fin, que no sé qué decir… bueno, así que solo diré que, en breve, intentare ir a Piles a ver como esta todo por allí, que, aunque este fuera de la zona afectada creo conveniente ir a mirar, no sea que nos hayamos dejado una ventana abierta o cualquier otra cosa. Y dicho esto, a las lecturas del mes.

Mi primera lectura de este mes, The Local, es un libro que Alvaro compro el año pasado en la visita anual de peregrinación a nuestra Meca personal (si, NYC la llaman algunos) y que encontré un lunes por su casa haciendo tiempo mientras mi asistenta limpiaba mi casa (esta frase ha quedado verdaderamente pija o, directamente, clasista; peso así es la historia).

Se trata de un thriller legal del tipo de los de John Grisham verdaderamente entretenido pero que sospecho que no ha llegado a best selller aunque tiene la calidad suficiente y puede dar lugar a una buena película que es como de verdad se hacen famosos los libros (y no con los lectores, que aunque dedicados somos pocos) en la que un abogado de patentes se ve obligado a defender a su cliente, en un caso de asesinato en el que es el principal sospechoso y con el agravante de ser extranjero en una ciudad de la cosmopolita y amigablemente multicultural Texas. Copiando el título de una de las partes del libro, que parece ser además una doctrina legal: “Res ipsa Loquitur” (The thing speaks for itself).

El libro, además de todos los tópicos esperables como que el abogado quiere estar a la altura de su padre, abogado mítico, (curioso que somos los ingenieros los que tenemos la fama no solo de ser endogámicos, sino de ser casi una profesión hereditaria cuando, en mi opinión, esto es más cierto entre abogados y médicos, o incluso fontaneros) tiene una estadística curiosa, tramposa pero seguramente cierta, que conlleva cierta reflexión sobre la rehabillitacion “The government pays thirty-one thousand dollar annually to imprison a person. It cost two-thirds of that to educate one.”

Para mí, que de vez en cuando hago de abogado aficionado (o de apoyo para nuestro abogado profesional) con cierto éxito (de hecho, ya me pide que escriba yo los recursos y el ya añadirá los detalles legales) y con cierto interés por que creo me gusta lo de defenderme, coincido plenamente con este planteamiento: “An unintended by-product of criminal prosecution is when the rare innocent person goes to prison. Getting a guilty client exonerated and set free isn’t an unintended by-product of criminal defense; it’s the objective. No way was I going into that line of work.” Y por eso (además de por carecer de memoria, algo que igual podría sustituir la inteligencia artificial, que pensar, pensar no piensa, pero buscar, buscar si busca) pues nunca podría ser abogado.

En resumen, una novela muy buena sobre juicios y esas cosas.

Justo acabe esta novela sin tiempo para ir a mi librería de referencia (Méndez, os recuerdo por mantener la tradición) a comprar algún libro para el vuelo de ida a NYC y como ya no hay casi ni un mísero kiosco de prensa en el aeropuerto de Madrid pues casi tenía previsto enfrentarme al viaje sin lectura de ningún tipo, pero, confiaba, en que mi hermana Helena llevara un libro, no para leérselo (que casi nunca lo hace) sino para que vea mundo y, si eso, pues robárselo. Efectivamente llevaba Endora, un libro minúsculo que contaba las paridas de un promotor musical con el que trabajamos de vez en cuanto. Me gustaría poder decir que afortunadamente Helena llevaba un libro, pero después de leérmelo el afortunadamente sobra y lo único que puedo decir positivo del mismo es que era minúsculo. Menos mal.

Este año una de las primeras visitas en NYC fue a Kinokuniya, una de mis librerías papelerías favoritas de esa ciudad (y también de Sídney, algo que añado pese a ser la única librería que conozco en Sídney) donde me compre This is Amiko, do you copy? Me gustaría poderos contar algo de este libro pero la verdad es que, como también me había olvidado mis marcadores, pues no tengo nada marcado y no me ha dejado ningún recuerdo salvo que tenía algo que ver con una niña y unos walkie-talkies, aunque esto último lo recuerdo básicamente, o más bien vagamente, por la portada.

Aunque no es algo raro, tampoco es muy habitual, pero este año encontramos una librería nueva. De hecho, era tan nueva que todavía estaban colocando los libros y el encargado, propietario, está explicándole cómo funcionaba todo, donde estaba cada cosa, a su futuro (esperemos) empleado. Eso si, si bien estaban casi colocando los libros pues ya tenían una gran cantidad de merchandising de la Liberia que tenía el curioso, incluso impropio nombre, de P&T Knitwear. Aunque no es para apuntar la verdad es que la librería tiene posibilidades y ya veremos si conseguimos encontrarla otro año para ver cómo les va y seguir apoyando al comercial local (vale, de otra localidad, pero local ¿no?).

Allí, entre otros, me compre City of night, que, obviamente, la portada y la contraportada clasificaban como un libro básico de la cultura norteamericana de los sesenta, o igual debería decir de la contracultura ya que va sobre las aventuras y desventuras de un chapero tanto en NYC como en otras ciudades. No es un tema que me interese mucho, pero, oye, podría ser interesante. Eso sí, aunque no parecía especialmente largo, tenía una letra tan pequeña que lo hacía largo, largo. Es tan largo que, al final. me duro hasta el vuelo de vuelta donde definitivamente, debido a que la historia no hacía más que repetir el mismo tema, pues decidi dejar de leerlo por aquello del jet lag y, sobretodo, de la falta de interés.

Ya en casa, vaciada las maletas, era el momento de escoger cual del resto de mis compras iba a ser la primera en leer. Esto siempre produce alguna duda, pero en este caso no tantas ya que entre ellas estaba una nueva novela, Precipice, de uno de mis escritores favoritos que aunque el tema no me parecía muy prometedor – una historia del romance entre el primer ministro británico y su joven, ilegalmente joven, amante en los meses previos al inicio de la primera guerra mundial – precisamente es una de sus especialidades, la de convertir un tema que no tiene especial interés (pero que, obviamente, a él le interesa lo suficiente para escribir sobre el) en una historia apasionante o, cuando menos entretenida.

Se trata de una relación con una gran componente epistolar, estando la novela basada en las cartas auténticas del primer ministro y aunque ahora puede parecernos que no habría muchas cartas, y que la relación hubiera sido más dinámica hoy en día (con la mensajería instantánea) el caso es que “There were twelve deliveries a day in London in 1914.” y algunos días el ministro utilizaba casi todos los envíos en los que además de sus mensajes personales pues le enviaba a su amada pues los secretos de estado en papel oficial. Y ahora una carta en Madrid, puede que también en Londres, no se entregaría ni en el día ni posiblemente en la semana.

Y si la calidad, o cantidad, de los repartos de correo resultan curiosos no lo son menos los tratamientos medidos de la época: “”… their London doctor, which put her on a diet of raw meat – which she took in  the form of steak tartare – and strychnine pills, to strengthen her heart.”, ciertamente la medicina tiene claros, y constantes, los métodos de tratamiento.

Resulta también muy interesante pensar (o eso hace uno de los protagonistas) cuando favoreció la primera guerra mundial a la obtención de derechos para las mujeres (y también para los trabajadores de las fincas de los ricos) y como durante esa epoca “… the machines were operated mostly by women. It was a revolution, he thought, women no longer working as maids and secretaries and nurses but doing men’s jobs, With so many millions in the army, the war could not be won without them, He saw in that instant that his old opposition to female suffrage belonged to a different era. How could they be denied the vote after this?.” Pues mira, algo bueno salió del esfuerzo bélico.

Lo que sí que no ha cambiado son las características de los políticos de los que sigue pudiendo decirse eso de “As I said to Henry, he may not be a great man, but he’s certainly a great poster.”, y creo, que incluso mas eso de  “No prime minister ever gave up poser willingly, however much strain they were under: if was in their nature, they would never would have acquired it in the first place.”

Aunque menos habitual, que esta visión general de los políticos que se mantiene a lo largo del tiempo, en esta crisis de Valencia creo que muchos políticos han estado en la misma posición que el primer ministro británico antes del inicio de la primera Guerra mundial: “He was both powerful and powerless, responsible for what was happening but ignorant of what was taking place – the very devil of a position in which to find oneself.”, creo que no se puede explicar mejor.

Para mi siguiente lectura escogi A guru is born, que tenía pinta de ser una novelilla relajada (y lo era) en la que un tipo asiste a la demostración de los poderes de un gurú, pondría falso gurú, pero es innecesario ¿no?) y decide apuntarse, pese a saber que todo es falso, a la secta como voluntario y, pues empieza avanzar en los puestos de responsabilidad. Ya digo una novelilla sin más en la que lo más curioso son los toques japoneses como eso de ir un baño público todos los empleados juntos como los que van a un karaoke o a tomar una cerveza. Nada destacable.

Survive the night, es una novela curiosa que pasa casi en su totalidad en el interior de un coche, que pese a esto consigue mantener una cierta tensión dramática y que incluso tiene giros de guion curiosos, con una chica que se marcha de la universidad en un coche compartido justo cuando en el campus parece haber suelto un asesino en serie. Me extrañaría que no se convirtiera primero en una película de bajo presupuesto y luego en una superproducción. Bastante entretenida.

Tampoco es nada especial The men can't be saved, que pese a su título combativo  solo trata de un publicista que tras un gran existo con una frase para una marca pues cae en desgracia e intenta recuperar, o repetir, el existo alcanzado. Ni fu, ni fa; se deja leer pero poco mas.

Si me ha gustado mucho Goodnight Tokyo, que son una serie de historias entrelazadas que pasan en la noches de Tokio, con su taxista, sus bares restaurantes abiertos toda la noche, sus personajes extravagantes como la chica de producción de un película encargada de buscar las cosas más absurdas con toda la prisa del mundo, el propietario de una tienda que, debido a su enfermedad, solo abre por la noche... y, en fin, otros Edoites, que es como se llama a los que son de Tokio y sus ancestros también (vamos que vendría a ser como los gatos madrileños).

Entre los personajes hay tres ex propietarias de restaurantes que tras quebrar el suyo se unen y que, como auténticas malasañeras aficionadas a resolver las cosas de forma provisional con cinta americana “… they hated slothfulness more than anything else. At the same time, they all found it stifling when people were overly rigid, so they would sooner take the quick and easy path than aim for perfection.”; un restaurante que para un taxista es su “…special diner. In this case, special meant that it was the best of the best, a sanctuary the he spoke of to one.” Política, la de no hablar de algunos sitios, que tras mi experiencia con mi pizzería favorita de NYC creo que voy a adoptar a partir de ahora (de hecho, lo voy a intentar con un método que he descubierto para reducir al mínimo la cola de inmigración en estados unidos, que este año hemos atravesado en poco más de diez minutos, frente a la casi hora u hora larga que solíamos tardar. Lástima que no os lo pueda contar.)

No se vosotros, pero a mí se me pasa lo de tener remordimientos, tanto por cosas que he hecho, como por aquellas que he dejado de hacer, pero me ha convencido esta frase “So regrets are a lot like hopes and dreams? Exactly. It’s all a fantasy, thinking I would have been happy if only I’d done this or that.”

Mi última lectura del mes, que no de mis compras neoyorkinas, fue Fearless: que es básicamente como una película de acción – de esas de un tipo superduro y superprofesional que sobrevive a todo – pero en formato libro; vamos, que las peleas te las tienes que imaginar y no estar tranquilamente comiendo palomitas.

Por supuesto el protagonista – ahora creo que es obligatorio – pues tiene caulidades practicamente sobrehumanas con particularidades que le hacen decir cosas como “I like the number forty. It’s the only spelled-out number in the English language that’s in alphabetical order… and one is the only number that’s spelled in reverse alphabetical order. My mind likes facts like that.”, y que a los que somos un poco enfermos pues nos ha dejado pensando si este tipo de propiedad se da en español y en su caso con que números ya que también solemos practicar ese truco de los persas que forma parte de la cultura del consultor (que yo practico metódicamente): “I’d read somewhere that the great Persian rug weavers deliberately put a flaw in each rug they weave, believing that only Allah makes things perfectly.”

Otra de esas frases para las que me gustaría buscar un equivalente español (o puede que solo madrileño) es su descripción de “Austin: the laid-back soul of Texas. The drunkest city in the United States. The live-music capital of the world. It’s been said that the cities of Texas are one big dysfunctional family. If that’s the case, the Austin is the kooky aunt, the one that smokes weed and doesn’t wear a bra.” ¿qué pensáis, que ciudad o barrio seria este familiar, y el cuñado tonto?

También es curiosa, por realista e incomprendida, lo que dice sobre el servicio secreto y su respecto por la vida de las personas “If they have a list of the things they considered when there was a threat to the president life, not shooting cops wouldn’t even make the top ten. Maybe not even the top one hundred.”

Y por último y dedicado a los Villacis que conozco, y también a algunos insomnes que no conozco, creo que es necesario reproducir esta perla de sabiduría: “… that to get to sleep, you must first pretend to be asleep. You close your eyes and stay still. You slow your breathing. You try to clear your mind.”, ya que haciendo cosas es mucho mas dificil dormirse.

En fin, pues esto ha dado de si este mes. Yo seguiré avanzando en mis compras, completándolas con laguna visita a Méndez, pero vosotros pues “Divertios asaltando el castillo”.

 Lecturas

The Local - Joey Hartstone

Endora - Ricky Lavada

This is Amiko, do you copy? - Natsuko Imamura

City of night - John Rechy

Precipice - Robert Harris

A guru is born - Takeshi Kitano

Survive the night - Riley Sager

The men can't be saved - Ben Purkert

Goodnight Tokyo - Atsuhiro Yoshida

Fearless - M.W. Craven


domingo, 27 de octubre de 2024

Comentario de textos - Septiembre 2024

 Otra vez voy tarde, muy tarde, en mis comentarios de este mes; casi tan tarde que so no avanzo hoy (quiero decir lo escribo hoy) pues se me juntara con la siguiente ya que en lugar de a primeros de mes ya estamos casi a final de mes.

Realmente podría culpar al aniversario del Wurlitzer (dieciocho años ya, pero todavía no es mayor de edad para dejarlo salir solo) o a mi tradicional visita de NYC (a la que me mantengo fiel desde ya no se ni cuantos años) de este retraso, pero ninguna de las dos tiene la culpa y además espero que ambas se mantengan durante muchos más años por lo que me niego a culparlas de nada, salvo tal vez de hacerme feliz. Ambas cosas me proporcionan felicidad, incluso me atrevería a escribir esa palabra con mayúsculas. Así que culpare al trabajo que, últimamente, me tiene demasiado entretenido, pero también satisfecho. De momento parece que no me faltara en los próximos cuatro o cinco años (vamos a renovar algunos contratos de larga duración) y la verdad es que incluso ya estoy diciendo que no a algunos trabajos porque no quiero agobiarme, que como sabéis yo, a veces, que agobio mucho con intentar terminar cosas o quedar bien en mi trabajo.

Pero bueno, como voy tarde, pues hoy no me extenderé en comentar la guerra que se avecina (no, no las guerras que ya están y que parece que van a ampliar su marco, como la de Rusia Ucrania, ahora con la participación de tropas de Corea del Norte; no la árabe israelí, que parece que seguirá ampliándose a otros países, sino la que más me fascina que es la que puede que se declaren Canadá y la India. Que me fascina); ni el lema de una manifestación que el otro día recorrió Fuencarral bajo el inquietante lema “No al trabajo asalariado” (que como tras cosas que pasan en la calle Fuencarral, desde las colas de jóvenes para comprar ropa en tiendas que parecen en obras, hasta los pedigüeños de ONGs o esos otros que quieren que se prohíba la experimentación de fármacos en animales, no sé si prefieren que se experimente con pobres o con extranjeros o, tal vez, que no se experimente y se pruebe directamente sin experimentar) y que me hace dudar de que están a favor ¿de la esclavitud?; y por supuesto tampoco entrare en el tema de final de mes del niño pervertido aunque a este respecto solo repetiré aquel dicho “dime con quién andas y te diré quien eres” y obviamente alguien que se rodea de skinetos (si supongo que antifascistas, pero igual de skinetos) pues ya demuestra una cierta “catadura moral” por muy pacifista, integrador y feminista que sea su discurso público.

No, no comentare nada de esto y ni tan siquiera os contare mis paseos por NYC o mis compras (libros y papelería, básicamente) pero si os contare que este año una de nuestras tradiciones (estampar en la cara de mi sobrina un plato de nada en Peter Lüger) fue un éxito de crítica y público y ha incorporado (esperemos que no como tradición) el lanzamiento de nata desde el dorso de una mano a la boca, golpeando la mano de la nata con la otra y cazando la nata al vuelo gracias al consejo de una lugareña (cuya pareja era probablemente un actor famoso) que tras ver el espectáculo no pudo menos que acercarse a felicitar a los participantes y comentarle a mi sobrina que eso era lo que ella hacía. Obviamente mi sobrina intento hacer este malabarismo con un éxito nulo hasta que su tito favorito (aka yo, ducho en diferentes artes circenses) le explico que para que funcionara era necesario hacer el ruido de lanzamiento con la boca, que era la única forma de que funcionara. Tras ser víctima (yo, no mi sobrina) de varias insinuaciones sobre mi imbecilidad acompañadas de risas, mi sobrina intento un nuevo lanzamiento, haciendo el ruido obligatorio, con tal éxito que no fue capaz de atrapar la nata que sobrevoló por encima de su cabeza para, casi, alcanzar a un camarero que pasaba por detrás de ella y que se quedó casi tan estupefacto como sus padres que dudaban de mi sabiduría circense. (ya, ya os veo a los más incrédulos dudando una vez mas de esta anécdota… pero, os aviso, esta todo grabado en video y si supiera donde pues lo pondría aquí, o no, que al fin y al cabo me parece feísimo que dudéis de mis historias).

Así que sin contar nada de esto y sin aportar las pruebas documentales paso a mis comentarios de las lecturas de este mes que empiezan con Biografía de X, una novela que me compré con muchas dudas, pero a la que decidí darle una oportunidad por ser una biografía de un personaje inventado. A mime ha parecido una mala novela (aunque curiosamente el otro día estuve con un muy buen amigo y hablando de esto y aquello, me comento que se había leído una novela que le había encantado. Casualmente yo también la acababa de leer, es una del mes pasado, pero me había parecido una autentica bazofia; así que ya veis). Uno de los grandes defectos para mí de esta novela es que la susodicha X, pues parece estar en todos los movimientos artísticos y no artísticos, es casi como si fuera el Forest Gump de la época artística que intenta retratar la autora, pero es que además la autora se inventa como cuarenta páginas de referencias que no tienen ni pies ni cabeza (para mí, pero igual me he perdido algo de la parodia o lo que sea).

La verdad es que, si no lo deje a medias, o antes, no fue por algo que la misma autora explica de un libro (37 es su título) de X “¡Me cautivo tanto que 37 no dejara de ser malo en ningún momento que no pude parar de leerlo, no fuera que le diese la espalda y el libro se levantara a apuñalarme!”, pero puede que algo de este miedo a los objetos inanimados siempre exista.

Si me han gustado algunas frases como esa sobre “Que cerca discurre nuestra vida de otras; por qué poco nos convertimos en quienes somos y no en otro adyacente al azar, otro que está cerca y a la vez demasiado lejos.”, que me gusta menos que aquello tesis de Rafa (mi hermano, al que por cabrear llamo con un diminutivo) de que todos somos asesinos en serie de distintas versiones de nosotros mismo, ya que cada decisión que tomamos elimina a todos aquellos que podríamos haber sido tomando una decisión diferente; y también esa otra (ampliable, desde mi punto de vista, a otras relaciones) de “… tampoco tiene sentido intentar escribir la autopsia de matrimonio; cada lado es una isla rodeada de falsedad.”

Casualmente tras esta lectura estaba sin reservas, a la espera de volver a visitar mi librería de referencia (eso es, Méndez en la calle mayor; no os olvidéis de visitarla) pero curiosamente andaba mirando mi librería seleccionado mentalmente alguna gran lectura en inglés para mi amiga Maria de la O (que preparando un cambio de trabajo – la traidora – a exteriores, me comento que quería leer en inglés) y cuando ya llevaba una pequeña pila de selección mi mirada encontró Good Benito. Un libro que solamente compré, obviamente, por el título ya que no tenía ni idea del autor ni de su obra anterior (en la portada lo anunciaban como el autor de Einstein’s Dream; también un buen título) y que encontré en una cadena de librerías que ya no existe.

Es un libro que en su día me gusto (de hecho, acabe comprándome el que anunciaban en la portada que también me gusto) imagino que en parte porque su protagonista me gusto, me gustaba pensar que se parecía a mí, o que yo podía parecerme en algo a él, sobretodo es eso de “… took more pleasure in being wrong than right, when he was wrong, he learned something new.” Obviamente una falsedad ya que todos los que me conocéis sabeis a) que nada me gusta más que tener razón y b) que nunca esto equivocado (por lo que no aprendo nada). La relectura me ha vuelto a gustar.

Cabeza de serpiente es una de esas extrañas concesiones que hago a la lectura periodística y solo porque la primera novela que leí de este periodista me gustó mucho (una sobre el IRA) e incluso pese a que la siguiente (una sobre la industria farmacéutica) y la siguiente (una de perfiles de famosos) no me acabaron de convencer. Pero, este tema la inmigración, o la emigración o la migración (que entiendo que la nomenclatura depende del punto de vista) pues es interesante y de actualidad. Además, el hecho de que empezara con una anécdota sorprendente y desconocido como el de que un barco de emigrantes chinos embarcara en 1993 en la costa de Nueva York (en Rockaway, ya famosa por una canción de los Ramones) me parecía sumamente interesante y sorprendente; ¿cómo acaba un barco desde China en New York?, no parece una ruta ni medio probable.

La verdad es que toda la historia de la inmigración china (igual de muchas otras) es sorprendente, desde el principio hasta el final cuando en 2007 el autor está reunido con la policía de Bangkok para hablar del contrabando chino de seres humanos y este le responde “¿Gente que intenta entrar en China? ¿en busca de trabajo? Si, es un problema.” Ya digo, una cuestión de perspectiva, en este caso temporal, pero en otros igual moral como ese “La Biblia es el manual definitivo sobre la inmigración – declaro Joan Maruskin al Baltimore Sun -. Moisés era un delincuente extranjero que volvió a Egipto para conducir a toda una nación de ilegales a la tierra prometida. Jesus era un refugiado sin papeles. ¿Qué habría sido de la cristiandad si lo hubieran metido en una cárcel del SIN?”

La verdad es que está lleno de anécdotas divertidas, como el nacimiento de los bazares chinos para blanquear el dinero de la trata (si, la emigración es una trata) pero que “Estos negocios no eran exactamente tapadera. Tener un negocio tapadera que no de beneficios por cuenta propia seria, desde el punto de vista de un fujianes, un desperdicio imperdonable.”, que no deja de contrastar con ese personaje de la noche madrileña que abrió un negocio que él esperaba que fuera deficitario para poder blanquear dinero pero que tuvo tanto éxito que no solo no cumplió su objetivo, sino que ha tenido que abrir otro para blanquear el dinero de ambos.

Otra de mis cosas favoritas, sin ninguna relación con la inmigración y que igual debería saber, es enterarme de que “El rio Niagara tiene una longitud de cincuenta y cinco kilómetros.”, pese a que yo siempre lo había imaginado como un rio que cruzara casi todo Canadá, o gran parte, y es un rio miserable (en longitud). Toma sorpresa.

La otra es descubrir que la fama del Origami chino – que sí, que existe y se trata de un origen modular muy divertido – viene precisamente de este naufragio y de cuanto “en la cárcel del condado de York, un recluso alto y ligeramente taciturno llamado Yang You Yi, cogió una revista que estaba leyendo y empezó a arrancar las páginas de papel satinado para plegarlas en triangulitos de papel. Hizo cada vez más triangulitos, hasta que tuvo un montón impresionante. Luego empezó a entrelazarlos y armar estructuras que conformarían una escultura más grande.”, ya que, aunque me habían contado la historia siempre la había situado en la costa Oeste y mucho antes. Lo que no deja de inquietarme es la cara que debían de poner los funcionarios de prisiones mientras este chino se dedicaba metódicamente a hacer triangulitos y triangulitos de papel… debían de estar completamente acojonados, no solo al principio sino cuando se le unieron más y más chinos haciendo lo mismo ya que se convirtió en un negocio y los reclusos cavaron haciendo dieciséis mil esculturas, que vendieron por treinta y cinco mil dólares y que a los mejores les valió para salir de la cárcel con visados especiales para “extranjeros con aptitudes artísticas especiales”.

Tras esta novela, o reportaje periodístico, de gran longitud pues mi siguiente lectura era cortita, poco más que un cuento y que compre, por el título, Primero estaba el mar, pero también en palabras de la contraportada va sobre “J. y Elena deciden poner fin a la vida bohemia y desordenada que llevan en la ciudad y empezar de nuevo en un rincón remoto en la costa”, vamos casi sobre malasañeros medios que de repente deciden dejar de serlo (por edad o por una pandemia). Obviamente esto nunca acaba bien, pero en el caso de la novela es ya sumamente exagerado y en palabras de uno de los malasañeros retirados al campo “si no me voy rápido, me alcoholizan.”

La verdad es que se trata de una historia tan exagerada que en gran medida se pierde el sentido y acaba quedándose a mitad de camino – malamente – entre una historia de gente normal que podría haber sido interesante o Perros de Paja (la peli de Peckinpah) sin llegar a tener nada de verdadero interés.


Una tienda en Chicken Hill, parecía una de esas novelas que tienen mucha fama (creo que la fajilla decía que era la favorita de un Obama, no recuerdo de cuál de los dos) pero que se van a quedar en nada pero que pues uno tiene que acabar leyendo. Efectivamente es una novela que se queda corta en todo, no está mal pero tampoco está bien y podía haber dado más juego con mucha tensión racial y social con comunidades de negros y judíos y el Ku Kux Klan (marginalmente)pero que yo no recomendaría leer.

Si me ha resultado muy curioso leer cuales son “los siete requisitos para llevar una buena vida judía: sabiduría, mansedumbre, temor de Dios, amor a la verdad, amor a la gente, buena reputación y rechazo al dinero.”; no, no digo que no lo sean al fin y al cabo los diez mandamientos tampoco tienen mucha relación con gran parte de los católicos que yo conozco, pero ¿rechazo al dinero? No sé, es como esa otra parte en la que “Era un verdadero judío, un hombre de ideas e ingenio que comprendía el significado de la fiesta y la música y que sabía que la mezcla de ambas cosas significaba la vida misma.” Mira que no digo que no, pero me cuesta identificar, la unión de música y fiesta con el temperamento judío, mas allá de “El violinista en el tejado”. Yo los veo más como un pueblo triste, que quieres que te diga y les veo más identificados con “Una negativa no es un no. Es solo el comienzo de una negociación.”, aunque ahora mismo y en según qué temas esto no es ni planteable y coincido en que “no es no” (que quede claro) aunque en otros temas pues así es la vida.

Andaba ya justo pensando en volver a visitar mi librería de referencia cuando por recomendación de mi amigo Barcina compre por internet (en mi librería había preguntado y no lo tenían, aunque por supuesto me lo conseguirían en unos dias. Que además de una buena selección tienen buen carácter y colaboran por eso son de referencia) Morir en California, una novela que podría clasificarse de clásica negra en la que un granjero de Illinois viaja a California para aclarar que ha pasado con su hijo ya que le dicen que se ha suicidado y él no se cree esta explicación por lo que acaba involucrado con personajes completamente ajenos a su vida, a su mundo.

Entre ellos, por supuesto políticos, ese tipo de persona que “… tenía el talento de hacer que los otros se sintiesen importantes y apreciados, con lo cual el, a su vez, inspiraba automáticamente más simpatía.”, obviamente políticos distintos a los actuales que, sin embargo, también creen que “para salir mínimamente limpio en política tiene que ser uno el que enfranque al otro primero.” Y que para nuestro protagonista eran iguales ya que “Para el, progresista y conservador, marxista y anarquista eran palabras sacadas de la misma bolsa de basura, etiquetas pegadas en latas vacías, la táctica por delante de las medidas, un frenesí hueco.”; cuesta poco identificarse con el protagonista en estos temas.

Pese a que pasa en los sesenta, con lo que hay hippies, tampoco es difícil trasladar a día de hoy esa impresión de que “había algo triste en aquella generación para la que la vida se limitaba cada vez más a aparentar y disfrazarse… … el único problema de esa nueva tribu era que sus padres tenían que ser todos dentistas o corredores de bolsa o fontaneros: alguien lo bastante solvente para pagar las letras de una autocaravana.”

Tampoco hay mucho problema en trasladar sus reflexiones sobre los bovinos a los humanos ya que “El problema principal, por supuesto, era sencillamente la estupidez de la criatura bovina. Del mismo modo que, generación tras generación, los toros andaluces seguían sin ser lo bastante agudos para entender que su enemigo no era esa muleta reluciente sino el hombre que sostenía, la vaca Aberdeen Angus podía pasarse horas junto a una alambrada de espino, mirando fijamente la hierba más verde del otro lado, y no se le ocurría nunca bordear la alambrada en busca de una apertura. Había que llevarla.” No demasiado distintos de nosotros que ni entendemos quien es el enemigo ni hacemos nada por buscar la solución.

Por supuesto esto no lo digo por nadie en concreto y mucho menos por mí, ya que yo como otro personaje del libro, aun sin sus limitaciones, “soy una especie de minoría desfavorecida unipersonal.”

Con estas lecturas ya habíamos llegado a los días del aniversario del Wurlitzer y aunque me había quedado sin nada que leer pues el bueno de Lindsay le había traído a Alvaro The Voids, una novela que pasa por zonas abandonadas de Glasgow con un personaje que no deja de complicarse la vida, una vida de mierda; así que decidí cogérsela prestada con idea o de acabarla o de llevármela en el avión a NYC.

De forma general no me ha gustado, me ha parecido una lectura un poco irrelevante, un personaje sin demasiado interés en unos días poco interesante,  aunque si que me ha gustado esa idea de que “Everyone self-mythologises a little in life” que en cierta forma es como creo que todos vemos nuestros recuerdos o aquellos que contamos a los demás y esa de que “That nothing separates memories from ordinary moments. It’s only afterwards they become memories, due to the scars they leave.”; vale, no todos los recuerdos dejan cicatriz, también los hay buenos (incluso muy buenos como la nata y Peter Lüger) pero se entiende lo que quiere decir.

Y por supuesto, para una persona poco expresiva como, me temo (o dicen) que soy yo, hay frases que nos incitan a cambiar ya que esa falta de expresividad se debe a que tenemos esa creencia que es “But among the saddest and most fatal belief of all, is the belief that those we love or hate will be there when we finally decide the time is right for us to face them and tell them exactly how we fell.”, y si es verdad que frente a los que odio prefiero creer que siempre habrá tiempo para decírselo o que no pasa nada por no decírselo si me temo que igual debería decirles algo a los que de verdad quiero. Seguramente no lo haga lo suficiente, o casi nunca siendo sincero, pero aceptar esto como una forma de decíroslo. Mientras tanto, mientras intento renunciar a esta creencia pues “Divertíos, asaltando el castillo”.

  

Lecturas

Biografia de X - Catherine Lacey

Good Benito - Alan Ligtman

Cabeza de serpiente - Patrick Radden Keefe

Primero estaba el mar - Tomás González

Una tienda en Chicken Hill - James McBride

Morir en California - Newton Thornburg

The Voids - Ryan O'Connor