domingo, 17 de noviembre de 2024

Comentario de textos – Octubre 2024

Supongo que todos ya sabéis que ha llovido en Valencia (si, algo inesperado, una verdadera noticia, esto de que llueva en Valencia en otoño) y que ahora las dos grandes noticias son ¿de quién es la culpa de que esto se haya convertido en una tragedia monumental? y lo increíble que es la solidaridad y la ayuda del pueblo con ese lema de “solo el pueblo salva al pueblo”.

En fin, la verdad es que la primera cuestión me sorprende bastante que uno de los temas de debate sea si había mecanismos de alerta y cómo se gestiona este tipo de alertas (incluso he oído a alguien decir que la Confederación del Júcar es la única que no tiene, a día de hoy, un sistema de alerta temprana). Digo que me sorprende porque ya en el año ochenta y ocho estábamos desarrollando (yo, como becario y no por mis conocimientos sino tan solo porque solo dos personas solicitamos la beca y como ambas teníamos el mismo currículo, ninguno, pues en la decisión de a quien contratar tuvo un peso muy relevante la opinión de Reyes, la secretaria, que se decantó por mí por una razón de peso: que yo había ido afeitado a la reunión) y en el año noventa y uno dejamos un sistema de previsión de alertas tempranas (basado en los que ahora se llama Inteligencia Artificial pero que entonces llamábamos basado el conocimiento) que sobre la base de muchos datos te decía, con veinticuatro horas de antelación, aunque con cierto margen de error, no solo en qué lugares se iban a producir inundaciones sino incluso que carreteras y poblaciones podían verse afectadas. No solo hacia esto, sino que también había un protocolo de avisos a emergencias (que lanzaba directamente alarmas a todos los organismos implicados) y si se detectaba alguna situación de alerta, aunque fuera pequeña, pues allí, en la Confederación, nos quedábamos un equipo especial de reten, mirando todas las pantallas y haciendo simulaciones para ver como evolucionaba (varias noches pasamos allí, fumando – si, todavía se podía fumar en el puesto de trabajo – tomando coca colas, o cafés, para mantenernos despiertos u mientras nuestros superordenadores trabajaban pues departiendo amigablemente). Y ahora, digamos que unos treinta y cinco años después, este sistema que fue una de mis primeras experiencias profesionales (realmente la quinta, pero eso es otra historia y si fue la primera de larga duración) parece que ha sido borrado de la historia. Decepcionante y deprimente, y no lo digo porque mis primeros cuatro años profesionales hayan sido borrados de la historia, que es algo irrelevante, sino porque creo que este sistema podría haber sido de mucha utilidad y puede que hubiera evitado algún muerto. Pero, en fin, supongo que no en todo este tiempo nadie (ninguna administración me refiero) ha puesto el dinero necesario para mantenerlo y/o mejorarlo y al final ha acabado en el equivalente informático a un cajón convirtiendo un desarrollo pionero en poco más que un backup inútil, en un conjunto de ceros y unos, pero sobretodo de ceros que es la nota que merecen todas las administraciones implicadas (no en el día de autos, sino en los últimos treinta y cinco años).

Si el tema anterior es “delicado” el otro, el de la ayuda popular mediante causas solidarias no lo es menos por lo que creo que no entrare en él, o solo un poco. Está bien ayudar desorganizadamente, al fin y al cabo, es normal que todo el mundo quiera aportar algo y lo haga en la medida en que puede, desconfiando de todas las organizaciones y sobre todo de los organismos oficiales, pero no hay nada más ineficiente que esto (si las ONGs normales ya son ineficientes y tramposas, pues la ayuda a nivel personal mejor ni pensarlo). El caso es que, por supuesto, nosotros también hemos contribuido con diversas personas en diversos actos en los que al parecer nadie tenía beneficio, pero en el que algunas cuentas eran del tipo “doscientas entradas vendidas a diez euros, total recaudado: 1.970 euros”, pues eso que todos muy solidarios, pero con un casi y es este casi el que lo estropea todo.

En fin, que no sé qué decir… bueno, así que solo diré que, en breve, intentare ir a Piles a ver como esta todo por allí, que, aunque este fuera de la zona afectada creo conveniente ir a mirar, no sea que nos hayamos dejado una ventana abierta o cualquier otra cosa. Y dicho esto, a las lecturas del mes.

Mi primera lectura de este mes, The Local, es un libro que Alvaro compro el año pasado en la visita anual de peregrinación a nuestra Meca personal (si, NYC la llaman algunos) y que encontré un lunes por su casa haciendo tiempo mientras mi asistenta limpiaba mi casa (esta frase ha quedado verdaderamente pija o, directamente, clasista; peso así es la historia).

Se trata de un thriller legal del tipo de los de John Grisham verdaderamente entretenido pero que sospecho que no ha llegado a best selller aunque tiene la calidad suficiente y puede dar lugar a una buena película que es como de verdad se hacen famosos los libros (y no con los lectores, que aunque dedicados somos pocos) en la que un abogado de patentes se ve obligado a defender a su cliente, en un caso de asesinato en el que es el principal sospechoso y con el agravante de ser extranjero en una ciudad de la cosmopolita y amigablemente multicultural Texas. Copiando el título de una de las partes del libro, que parece ser además una doctrina legal: “Res ipsa Loquitur” (The thing speaks for itself).

El libro, además de todos los tópicos esperables como que el abogado quiere estar a la altura de su padre, abogado mítico, (curioso que somos los ingenieros los que tenemos la fama no solo de ser endogámicos, sino de ser casi una profesión hereditaria cuando, en mi opinión, esto es más cierto entre abogados y médicos, o incluso fontaneros) tiene una estadística curiosa, tramposa pero seguramente cierta, que conlleva cierta reflexión sobre la rehabillitacion “The government pays thirty-one thousand dollar annually to imprison a person. It cost two-thirds of that to educate one.”

Para mí, que de vez en cuando hago de abogado aficionado (o de apoyo para nuestro abogado profesional) con cierto éxito (de hecho, ya me pide que escriba yo los recursos y el ya añadirá los detalles legales) y con cierto interés por que creo me gusta lo de defenderme, coincido plenamente con este planteamiento: “An unintended by-product of criminal prosecution is when the rare innocent person goes to prison. Getting a guilty client exonerated and set free isn’t an unintended by-product of criminal defense; it’s the objective. No way was I going into that line of work.” Y por eso (además de por carecer de memoria, algo que igual podría sustituir la inteligencia artificial, que pensar, pensar no piensa, pero buscar, buscar si busca) pues nunca podría ser abogado.

En resumen, una novela muy buena sobre juicios y esas cosas.

Justo acabe esta novela sin tiempo para ir a mi librería de referencia (Méndez, os recuerdo por mantener la tradición) a comprar algún libro para el vuelo de ida a NYC y como ya no hay casi ni un mísero kiosco de prensa en el aeropuerto de Madrid pues casi tenía previsto enfrentarme al viaje sin lectura de ningún tipo, pero, confiaba, en que mi hermana Helena llevara un libro, no para leérselo (que casi nunca lo hace) sino para que vea mundo y, si eso, pues robárselo. Efectivamente llevaba Endora, un libro minúsculo que contaba las paridas de un promotor musical con el que trabajamos de vez en cuanto. Me gustaría poder decir que afortunadamente Helena llevaba un libro, pero después de leérmelo el afortunadamente sobra y lo único que puedo decir positivo del mismo es que era minúsculo. Menos mal.

Este año una de las primeras visitas en NYC fue a Kinokuniya, una de mis librerías papelerías favoritas de esa ciudad (y también de Sídney, algo que añado pese a ser la única librería que conozco en Sídney) donde me compre This is Amiko, do you copy? Me gustaría poderos contar algo de este libro pero la verdad es que, como también me había olvidado mis marcadores, pues no tengo nada marcado y no me ha dejado ningún recuerdo salvo que tenía algo que ver con una niña y unos walkie-talkies, aunque esto último lo recuerdo básicamente, o más bien vagamente, por la portada.

Aunque no es algo raro, tampoco es muy habitual, pero este año encontramos una librería nueva. De hecho, era tan nueva que todavía estaban colocando los libros y el encargado, propietario, está explicándole cómo funcionaba todo, donde estaba cada cosa, a su futuro (esperemos) empleado. Eso si, si bien estaban casi colocando los libros pues ya tenían una gran cantidad de merchandising de la Liberia que tenía el curioso, incluso impropio nombre, de P&T Knitwear. Aunque no es para apuntar la verdad es que la librería tiene posibilidades y ya veremos si conseguimos encontrarla otro año para ver cómo les va y seguir apoyando al comercial local (vale, de otra localidad, pero local ¿no?).

Allí, entre otros, me compre City of night, que, obviamente, la portada y la contraportada clasificaban como un libro básico de la cultura norteamericana de los sesenta, o igual debería decir de la contracultura ya que va sobre las aventuras y desventuras de un chapero tanto en NYC como en otras ciudades. No es un tema que me interese mucho, pero, oye, podría ser interesante. Eso sí, aunque no parecía especialmente largo, tenía una letra tan pequeña que lo hacía largo, largo. Es tan largo que, al final. me duro hasta el vuelo de vuelta donde definitivamente, debido a que la historia no hacía más que repetir el mismo tema, pues decidi dejar de leerlo por aquello del jet lag y, sobretodo, de la falta de interés.

Ya en casa, vaciada las maletas, era el momento de escoger cual del resto de mis compras iba a ser la primera en leer. Esto siempre produce alguna duda, pero en este caso no tantas ya que entre ellas estaba una nueva novela, Precipice, de uno de mis escritores favoritos que aunque el tema no me parecía muy prometedor – una historia del romance entre el primer ministro británico y su joven, ilegalmente joven, amante en los meses previos al inicio de la primera guerra mundial – precisamente es una de sus especialidades, la de convertir un tema que no tiene especial interés (pero que, obviamente, a él le interesa lo suficiente para escribir sobre el) en una historia apasionante o, cuando menos entretenida.

Se trata de una relación con una gran componente epistolar, estando la novela basada en las cartas auténticas del primer ministro y aunque ahora puede parecernos que no habría muchas cartas, y que la relación hubiera sido más dinámica hoy en día (con la mensajería instantánea) el caso es que “There were twelve deliveries a day in London in 1914.” y algunos días el ministro utilizaba casi todos los envíos en los que además de sus mensajes personales pues le enviaba a su amada pues los secretos de estado en papel oficial. Y ahora una carta en Madrid, puede que también en Londres, no se entregaría ni en el día ni posiblemente en la semana.

Y si la calidad, o cantidad, de los repartos de correo resultan curiosos no lo son menos los tratamientos medidos de la época: “”… their London doctor, which put her on a diet of raw meat – which she took in  the form of steak tartare – and strychnine pills, to strengthen her heart.”, ciertamente la medicina tiene claros, y constantes, los métodos de tratamiento.

Resulta también muy interesante pensar (o eso hace uno de los protagonistas) cuando favoreció la primera guerra mundial a la obtención de derechos para las mujeres (y también para los trabajadores de las fincas de los ricos) y como durante esa epoca “… the machines were operated mostly by women. It was a revolution, he thought, women no longer working as maids and secretaries and nurses but doing men’s jobs, With so many millions in the army, the war could not be won without them, He saw in that instant that his old opposition to female suffrage belonged to a different era. How could they be denied the vote after this?.” Pues mira, algo bueno salió del esfuerzo bélico.

Lo que sí que no ha cambiado son las características de los políticos de los que sigue pudiendo decirse eso de “As I said to Henry, he may not be a great man, but he’s certainly a great poster.”, y creo, que incluso mas eso de  “No prime minister ever gave up poser willingly, however much strain they were under: if was in their nature, they would never would have acquired it in the first place.”

Aunque menos habitual, que esta visión general de los políticos que se mantiene a lo largo del tiempo, en esta crisis de Valencia creo que muchos políticos han estado en la misma posición que el primer ministro británico antes del inicio de la primera Guerra mundial: “He was both powerful and powerless, responsible for what was happening but ignorant of what was taking place – the very devil of a position in which to find oneself.”, creo que no se puede explicar mejor.

Para mi siguiente lectura escogi A guru is born, que tenía pinta de ser una novelilla relajada (y lo era) en la que un tipo asiste a la demostración de los poderes de un gurú, pondría falso gurú, pero es innecesario ¿no?) y decide apuntarse, pese a saber que todo es falso, a la secta como voluntario y, pues empieza avanzar en los puestos de responsabilidad. Ya digo una novelilla sin más en la que lo más curioso son los toques japoneses como eso de ir un baño público todos los empleados juntos como los que van a un karaoke o a tomar una cerveza. Nada destacable.

Survive the night, es una novela curiosa que pasa casi en su totalidad en el interior de un coche, que pese a esto consigue mantener una cierta tensión dramática y que incluso tiene giros de guion curiosos, con una chica que se marcha de la universidad en un coche compartido justo cuando en el campus parece haber suelto un asesino en serie. Me extrañaría que no se convirtiera primero en una película de bajo presupuesto y luego en una superproducción. Bastante entretenida.

Tampoco es nada especial The men can't be saved, que pese a su título combativo  solo trata de un publicista que tras un gran existo con una frase para una marca pues cae en desgracia e intenta recuperar, o repetir, el existo alcanzado. Ni fu, ni fa; se deja leer pero poco mas.

Si me ha gustado mucho Goodnight Tokyo, que son una serie de historias entrelazadas que pasan en la noches de Tokio, con su taxista, sus bares restaurantes abiertos toda la noche, sus personajes extravagantes como la chica de producción de un película encargada de buscar las cosas más absurdas con toda la prisa del mundo, el propietario de una tienda que, debido a su enfermedad, solo abre por la noche... y, en fin, otros Edoites, que es como se llama a los que son de Tokio y sus ancestros también (vamos que vendría a ser como los gatos madrileños).

Entre los personajes hay tres ex propietarias de restaurantes que tras quebrar el suyo se unen y que, como auténticas malasañeras aficionadas a resolver las cosas de forma provisional con cinta americana “… they hated slothfulness more than anything else. At the same time, they all found it stifling when people were overly rigid, so they would sooner take the quick and easy path than aim for perfection.”; un restaurante que para un taxista es su “…special diner. In this case, special meant that it was the best of the best, a sanctuary the he spoke of to one.” Política, la de no hablar de algunos sitios, que tras mi experiencia con mi pizzería favorita de NYC creo que voy a adoptar a partir de ahora (de hecho, lo voy a intentar con un método que he descubierto para reducir al mínimo la cola de inmigración en estados unidos, que este año hemos atravesado en poco más de diez minutos, frente a la casi hora u hora larga que solíamos tardar. Lástima que no os lo pueda contar.)

No se vosotros, pero a mí se me pasa lo de tener remordimientos, tanto por cosas que he hecho, como por aquellas que he dejado de hacer, pero me ha convencido esta frase “So regrets are a lot like hopes and dreams? Exactly. It’s all a fantasy, thinking I would have been happy if only I’d done this or that.”

Mi última lectura del mes, que no de mis compras neoyorkinas, fue Fearless: que es básicamente como una película de acción – de esas de un tipo superduro y superprofesional que sobrevive a todo – pero en formato libro; vamos, que las peleas te las tienes que imaginar y no estar tranquilamente comiendo palomitas.

Por supuesto el protagonista – ahora creo que es obligatorio – pues tiene caulidades practicamente sobrehumanas con particularidades que le hacen decir cosas como “I like the number forty. It’s the only spelled-out number in the English language that’s in alphabetical order… and one is the only number that’s spelled in reverse alphabetical order. My mind likes facts like that.”, y que a los que somos un poco enfermos pues nos ha dejado pensando si este tipo de propiedad se da en español y en su caso con que números ya que también solemos practicar ese truco de los persas que forma parte de la cultura del consultor (que yo practico metódicamente): “I’d read somewhere that the great Persian rug weavers deliberately put a flaw in each rug they weave, believing that only Allah makes things perfectly.”

Otra de esas frases para las que me gustaría buscar un equivalente español (o puede que solo madrileño) es su descripción de “Austin: the laid-back soul of Texas. The drunkest city in the United States. The live-music capital of the world. It’s been said that the cities of Texas are one big dysfunctional family. If that’s the case, the Austin is the kooky aunt, the one that smokes weed and doesn’t wear a bra.” ¿qué pensáis, que ciudad o barrio seria este familiar, y el cuñado tonto?

También es curiosa, por realista e incomprendida, lo que dice sobre el servicio secreto y su respecto por la vida de las personas “If they have a list of the things they considered when there was a threat to the president life, not shooting cops wouldn’t even make the top ten. Maybe not even the top one hundred.”

Y por último y dedicado a los Villacis que conozco, y también a algunos insomnes que no conozco, creo que es necesario reproducir esta perla de sabiduría: “… that to get to sleep, you must first pretend to be asleep. You close your eyes and stay still. You slow your breathing. You try to clear your mind.”, ya que haciendo cosas es mucho mas dificil dormirse.

En fin, pues esto ha dado de si este mes. Yo seguiré avanzando en mis compras, completándolas con laguna visita a Méndez, pero vosotros pues “Divertios asaltando el castillo”.

 Lecturas

The Local - Joey Hartstone

Endora - Ricky Lavada

This is Amiko, do you copy? - Natsuko Imamura

City of night - John Rechy

Precipice - Robert Harris

A guru is born - Takeshi Kitano

Survive the night - Riley Sager

The men can't be saved - Ben Purkert

Goodnight Tokyo - Atsuhiro Yoshida

Fearless - M.W. Craven