Supongo que todos ya sabéis que ha llovido en Valencia (si, algo inesperado, una verdadera noticia, esto de que llueva en Valencia en otoño) y que ahora las dos grandes noticias son ¿de quién es la culpa de que esto se haya convertido en una tragedia monumental? y lo increíble que es la solidaridad y la ayuda del pueblo con ese lema de “solo el pueblo salva al pueblo”.
En fin, la verdad es que la primera cuestión me sorprende
bastante que uno de los temas de debate sea si había mecanismos de alerta y
cómo se gestiona este tipo de alertas (incluso he oído a alguien decir que la
Confederación del Júcar es la única que no tiene, a día de hoy, un sistema de
alerta temprana). Digo que me sorprende porque ya en el año ochenta y ocho
estábamos desarrollando (yo, como becario y no por mis conocimientos sino tan
solo porque solo dos personas solicitamos la beca y como ambas teníamos el
mismo currículo, ninguno, pues en la decisión de a quien contratar tuvo un peso
muy relevante la opinión de Reyes, la secretaria, que se decantó por mí por una
razón de peso: que yo había ido afeitado a la reunión) y en el año noventa y
uno dejamos un sistema de previsión de alertas tempranas (basado en los que
ahora se llama Inteligencia Artificial pero que entonces llamábamos basado el
conocimiento) que sobre la base de muchos datos te decía, con veinticuatro
horas de antelación, aunque con cierto margen de error, no solo en qué lugares
se iban a producir inundaciones sino incluso que carreteras y poblaciones
podían verse afectadas. No solo hacia esto, sino que también había un protocolo
de avisos a emergencias (que lanzaba directamente alarmas a todos los
organismos implicados) y si se detectaba alguna situación de alerta, aunque
fuera pequeña, pues allí, en la Confederación, nos quedábamos un equipo
especial de reten, mirando todas las pantallas y haciendo simulaciones para ver
como evolucionaba (varias noches pasamos allí, fumando – si, todavía se podía
fumar en el puesto de trabajo – tomando coca colas, o cafés, para mantenernos
despiertos u mientras nuestros superordenadores trabajaban pues departiendo
amigablemente). Y ahora, digamos que unos treinta y cinco años después, este
sistema que fue una de mis primeras experiencias profesionales (realmente la
quinta, pero eso es otra historia y si fue la primera de larga duración) parece
que ha sido borrado de la historia. Decepcionante y deprimente, y no lo digo
porque mis primeros cuatro años profesionales hayan sido borrados de la
historia, que es algo irrelevante, sino porque creo que este sistema podría
haber sido de mucha utilidad y puede que hubiera evitado algún muerto. Pero, en
fin, supongo que no en todo este tiempo nadie (ninguna administración me
refiero) ha puesto el dinero necesario para mantenerlo y/o mejorarlo y al final
ha acabado en el equivalente informático a un cajón convirtiendo un desarrollo
pionero en poco más que un backup
inútil, en un conjunto de ceros y unos, pero sobretodo de ceros que es la nota
que merecen todas las administraciones implicadas (no en el día de autos, sino
en los últimos treinta y cinco años).
Si el tema anterior es “delicado”
el otro, el de la ayuda popular mediante causas solidarias no lo es menos por
lo que creo que no entrare en él, o solo un poco. Está bien ayudar
desorganizadamente, al fin y al cabo, es normal que todo el mundo quiera
aportar algo y lo haga en la medida en que puede, desconfiando de todas las
organizaciones y sobre todo de los organismos oficiales, pero no hay nada más
ineficiente que esto (si las ONGs normales ya son ineficientes y tramposas,
pues la ayuda a nivel personal mejor ni pensarlo). El caso es que, por
supuesto, nosotros también hemos contribuido con diversas personas en diversos
actos en los que al parecer nadie tenía beneficio, pero en el que algunas
cuentas eran del tipo “doscientas
entradas vendidas a diez euros, total recaudado: 1.970 euros”, pues eso que
todos muy solidarios, pero con un casi
y es este casi el que lo estropea
todo.
En fin, que no sé qué decir… bueno, así que solo diré que,
en breve, intentare ir a Piles a ver como esta todo por allí, que, aunque este
fuera de la zona afectada creo conveniente ir a mirar, no sea que nos hayamos
dejado una ventana abierta o cualquier otra cosa. Y dicho esto, a las lecturas
del mes.
Mi primera lectura de este mes, The Local, es un libro que Alvaro compro el año pasado en la visita
anual de peregrinación a nuestra Meca personal (si, NYC la llaman algunos) y
que encontré un lunes por su casa haciendo tiempo mientras mi asistenta limpiaba
mi casa (esta frase ha quedado verdaderamente pija o, directamente, clasista;
peso así es la historia).
Se trata de un thriller
legal del tipo de los de John Grisham
verdaderamente entretenido pero que sospecho que no ha llegado a best selller aunque tiene la calidad
suficiente y puede dar lugar a una buena película que es como de verdad se
hacen famosos los libros (y no con los lectores, que aunque dedicados somos
pocos) en la que un abogado de patentes se ve obligado a defender a su cliente,
en un caso de asesinato en el que es el principal sospechoso y con el agravante
de ser extranjero en una ciudad de la cosmopolita
y amigablemente multicultural Texas. Copiando el título de una de las
partes del libro, que parece ser además una doctrina legal: “Res ipsa Loquitur” (The thing speaks for
itself).
El libro, además de todos los tópicos esperables como que el
abogado quiere estar a la altura de su padre, abogado mítico, (curioso que
somos los ingenieros los que tenemos la fama no solo de ser endogámicos, sino
de ser casi una profesión hereditaria cuando, en mi opinión, esto es más cierto
entre abogados y médicos, o incluso fontaneros) tiene una estadística curiosa,
tramposa pero seguramente cierta, que conlleva cierta reflexión sobre la
rehabillitacion “The government pays
thirty-one thousand dollar annually to imprison a person. It cost two-thirds of that to educate one.”
Para mí, que de vez en cuando hago de abogado aficionado (o
de apoyo para nuestro abogado profesional)
con cierto éxito (de hecho, ya me pide que escriba yo los recursos y el ya
añadirá los detalles legales) y con cierto interés por que creo me gusta lo de
defenderme, coincido plenamente con este planteamiento: “An unintended by-product of criminal prosecution is when the rare
innocent person goes to prison. Getting a guilty client exonerated
and set free isn’t an unintended by-product of criminal defense; it’s the
objective. No way was I going into that line of work.” Y por eso (además de por
carecer de memoria, algo que igual podría sustituir la inteligencia artificial,
que pensar, pensar no piensa, pero buscar, buscar si busca) pues nunca podría
ser abogado.
En resumen, una novela muy buena sobre juicios y esas cosas.
Justo acabe esta novela sin tiempo para ir a mi librería de
referencia (Méndez, os recuerdo por
mantener la tradición) a comprar algún libro para el vuelo de ida a NYC y como
ya no hay casi ni un mísero kiosco de prensa en el aeropuerto de Madrid pues
casi tenía previsto enfrentarme al viaje sin lectura de ningún tipo, pero, confiaba,
en que mi hermana Helena llevara un libro, no para leérselo (que casi nunca lo
hace) sino para que vea mundo y, si eso, pues robárselo. Efectivamente llevaba Endora, un libro minúsculo que contaba
las paridas de un promotor musical con el que trabajamos de vez en cuanto. Me
gustaría poder decir que afortunadamente Helena llevaba un libro, pero después
de leérmelo el afortunadamente sobra y lo único que puedo decir positivo del
mismo es que era minúsculo. Menos mal.
Este año una de las primeras visitas en NYC fue a Kinokuniya, una de mis librerías
papelerías favoritas de esa ciudad (y también de Sídney, algo que añado pese a
ser la única librería que conozco en Sídney) donde me compre This is Amiko, do you copy? Me gustaría
poderos contar algo de este libro pero la verdad es que, como también me había
olvidado mis marcadores, pues no tengo nada marcado y no me ha dejado ningún
recuerdo salvo que tenía algo que ver con una niña y unos walkie-talkies, aunque esto último lo recuerdo básicamente, o más bien
vagamente, por la portada.
Aunque no es algo raro, tampoco es muy habitual, pero este
año encontramos una librería nueva. De hecho, era tan nueva que todavía estaban
colocando los libros y el encargado, propietario, está explicándole cómo
funcionaba todo, donde estaba cada cosa, a su futuro (esperemos) empleado. Eso
si, si bien estaban casi colocando los libros pues ya tenían una gran cantidad
de merchandising de la Liberia que
tenía el curioso, incluso impropio nombre, de P&T Knitwear. Aunque no es para apuntar la verdad es que la
librería tiene posibilidades y ya veremos si conseguimos encontrarla otro año
para ver cómo les va y seguir apoyando al comercial local (vale, de otra
localidad, pero local ¿no?).
Allí, entre otros, me compre City of night, que, obviamente, la portada y la contraportada
clasificaban como un libro básico de la cultura norteamericana de los sesenta,
o igual debería decir de la contracultura ya que va sobre las aventuras y
desventuras de un chapero tanto en NYC como en otras ciudades. No es un tema
que me interese mucho, pero, oye, podría ser interesante. Eso sí, aunque no parecía
especialmente largo, tenía una letra tan pequeña que lo hacía largo, largo. Es
tan largo que, al final. me duro hasta el vuelo de vuelta donde definitivamente,
debido a que la historia no hacía más que repetir el mismo tema, pues decidi
dejar de leerlo por aquello del jet lag y, sobretodo, de la falta de interés.
Ya en casa, vaciada las maletas, era el momento de escoger
cual del resto de mis compras iba a ser la primera en leer. Esto siempre
produce alguna duda, pero en este caso no tantas ya que entre ellas estaba una
nueva novela, Precipice, de uno de
mis escritores favoritos que aunque el tema no me parecía muy prometedor – una
historia del romance entre el primer ministro británico y su joven, ilegalmente
joven, amante en los meses previos al inicio de la primera guerra mundial –
precisamente es una de sus especialidades, la de convertir un tema que no tiene
especial interés (pero que, obviamente, a él le interesa lo suficiente para
escribir sobre el) en una historia apasionante o, cuando menos entretenida.
Se trata de una relación con una gran componente epistolar,
estando la novela basada en las cartas auténticas del primer ministro y aunque
ahora puede parecernos que no habría muchas cartas, y que la relación hubiera
sido más dinámica hoy en día (con la mensajería instantánea) el caso es que “There were twelve deliveries a day in London
in 1914.” y algunos días el ministro utilizaba casi todos los envíos en los
que además de sus mensajes personales pues le enviaba a su amada pues los
secretos de estado en papel oficial. Y ahora una carta en Madrid, puede que también
en Londres, no se entregaría ni en el día ni posiblemente en la semana.
Y si la calidad, o cantidad, de los repartos de correo
resultan curiosos no lo son menos los tratamientos medidos de la época: “”… their London doctor, which put her on a
diet of raw meat – which she took in the
form of steak tartare – and strychnine pills, to strengthen her heart.”,
ciertamente la medicina tiene claros, y constantes, los métodos de tratamiento.
Resulta también muy interesante pensar (o eso hace uno de
los protagonistas) cuando favoreció la primera guerra mundial a la obtención de
derechos para las mujeres (y también para los trabajadores de las fincas de los
ricos) y como durante esa epoca “… the
machines were operated mostly by women. It was a revolution, he thought,
women no longer working as maids and secretaries and nurses but doing men’s
jobs, With so many millions in the army, the war could not be won without them,
He saw in that instant that his old opposition to female suffrage belonged to a
different era. How could they be denied the vote after this?.” Pues mira, algo bueno salió
del esfuerzo bélico.
Lo que sí
que no ha cambiado son las características de los políticos de los que sigue
pudiendo decirse eso de “As I said to
Henry, he may not be a great man, but he’s certainly a great poster.”, y creo,
que incluso mas eso de “No prime minister ever gave up poser
willingly, however much strain they were under: if was in their nature, they
would never would have acquired it in the first place.”
Aunque menos habitual, que esta visión general de los políticos
que se mantiene a lo largo del tiempo, en esta crisis de Valencia creo que
muchos políticos han estado en la misma posición que el primer ministro británico
antes del inicio de la primera Guerra mundial: “He was both powerful and powerless, responsible for what was happening
but ignorant of what was taking place – the very devil of a position in which
to find oneself.”, creo que no se puede explicar mejor.
Para mi siguiente lectura escogi A guru is born, que tenía pinta de ser una novelilla relajada (y lo
era) en la que un tipo asiste a la demostración de los poderes de un gurú, pondría
falso gurú, pero es innecesario ¿no?) y decide apuntarse, pese a saber que todo
es falso, a la secta como voluntario y, pues empieza avanzar en los puestos de
responsabilidad. Ya digo una novelilla sin más en la que lo más curioso son los
toques japoneses como eso de ir un baño público todos los empleados juntos como
los que van a un karaoke o a tomar una cerveza. Nada destacable.
Survive the night,
es una novela curiosa que pasa casi en su totalidad en el interior de un coche,
que pese a esto consigue mantener una cierta tensión dramática y que incluso
tiene giros de guion curiosos, con una chica que se marcha de la universidad en
un coche compartido justo cuando en el campus parece haber suelto un asesino en
serie. Me extrañaría que no se convirtiera primero en una película de bajo
presupuesto y luego en una superproducción. Bastante entretenida.
Tampoco es nada especial The men can't be saved, que pese a su título combativo solo trata de un publicista que tras un gran
existo con una frase para una marca pues cae en desgracia e intenta recuperar,
o repetir, el existo alcanzado. Ni fu, ni fa; se deja leer pero poco mas.
Si me ha gustado mucho Goodnight
Tokyo, que son una serie de historias entrelazadas que pasan en la noches
de Tokio, con su taxista, sus bares restaurantes abiertos toda la noche, sus
personajes extravagantes como la chica de producción de un película encargada
de buscar las cosas más absurdas con toda la prisa del mundo, el propietario de
una tienda que, debido a su enfermedad, solo abre por la noche... y, en fin,
otros Edoites, que es como se llama a
los que son de Tokio y sus ancestros también (vamos que vendría a ser como los
gatos madrileños).
Entre los personajes hay tres ex propietarias de
restaurantes que tras quebrar el suyo se unen y que, como auténticas malasañeras aficionadas a resolver las
cosas de forma provisional con cinta americana “… they hated slothfulness more than anything else. At the same time, they all found it stifling when people were overly rigid,
so they would sooner take the quick and easy path than aim for perfection.”; un restaurante que para un taxista
es su “…special diner. In this case,
special meant that it was the best of the best, a sanctuary the he spoke of to
one.” Política, la de no hablar de algunos sitios, que tras mi
experiencia con mi pizzería favorita de NYC creo que voy a adoptar a partir de
ahora (de hecho, lo voy a intentar con un método que he descubierto para
reducir al mínimo la cola de inmigración en estados unidos, que este año hemos
atravesado en poco más de diez minutos, frente a la casi hora u hora larga que solíamos
tardar. Lástima que no os lo pueda contar.)
No se vosotros, pero a mí se me pasa lo de tener
remordimientos, tanto por cosas que he hecho, como por aquellas que he dejado
de hacer, pero me ha convencido esta frase “So
regrets are a lot like hopes and dreams? Exactly. It’s all a fantasy, thinking
I would have been happy if only I’d done this or that.”
Mi última lectura del mes, que no de mis compras
neoyorkinas, fue Fearless: que es básicamente
como una película de acción – de esas de un tipo superduro y superprofesional
que sobrevive a todo – pero en formato libro; vamos, que las peleas te las
tienes que imaginar y no estar tranquilamente comiendo palomitas.
Por supuesto el protagonista – ahora creo que es obligatorio
– pues tiene caulidades practicamente sobrehumanas con particularidades que le
hacen decir cosas como “I like the number
forty. It’s the only spelled-out number in the English
language that’s in alphabetical order… and one is the only number that’s
spelled in reverse alphabetical order. My mind likes facts like that.”,
y que a los que somos un poco enfermos pues nos ha dejado pensando si este tipo
de propiedad se da en español y en su caso con que números ya que también solemos
practicar ese truco de los persas que forma parte de la cultura del consultor
(que yo practico metódicamente): “I’d
read somewhere that the great Persian rug weavers deliberately put a flaw in
each rug they weave, believing that only Allah makes things perfectly.”
Otra de esas frases para las que me gustaría buscar un
equivalente español (o puede que solo madrileño) es su descripción de “Austin: the laid-back soul of Texas. The drunkest city in the United States. The live-music capital of the
world. It’s been said that the cities of Texas are one big dysfunctional
family. If that’s the case, the Austin is the kooky aunt, the one that smokes
weed and doesn’t wear a bra.” ¿qué pensáis, que ciudad o barrio seria este familiar, y el
cuñado tonto?
También es
curiosa, por realista e incomprendida, lo que dice sobre el servicio secreto y
su respecto por la vida de las personas “If
they have a list of the things they considered when there was a threat to the
president life, not shooting cops wouldn’t even make the top ten. Maybe not even the top one hundred.”
Y por último y dedicado a los Villacis que conozco, y también a algunos insomnes que no conozco, creo que es necesario reproducir
esta perla de sabiduría: “… that to get
to sleep, you must first pretend to be asleep. You close your eyes
and stay still. You slow your breathing. You try to clear your mind.”,
ya que haciendo cosas es mucho mas dificil dormirse.
En fin, pues esto ha dado de si este mes. Yo seguiré
avanzando en mis compras, completándolas con laguna visita a Méndez, pero
vosotros pues “Divertios asaltando el
castillo”.
The Local -
Joey Hartstone
Endora -
Ricky Lavada
This is
Amiko, do you copy? - Natsuko Imamura
City of night - John Rechy
Precipice -
Robert Harris
A guru is born - Takeshi Kitano
Survive the
night - Riley Sager
The men
can't be saved - Ben Purkert
Goodnight
Tokyo - Atsuhiro Yoshida
Fearless -
M.W. Craven