domingo, 12 de enero de 2025

Comentario de textos diciembre 2024

Pues un año más ya se han terminado las navidades y aunque no han sido de las mejores pues tampoco han sido de las peores, igual que todo el año: ha tenido sus cosas buenas y malas, incluyendo sobresaltos y cosas que podían haber acabado peor pero bueno, es lo que hay. Desde el punto de vista de las lecturas también ha habido de todo, al fin y al cabo este año he leído ciento once libros (podían haber sido ciento doce, pero el ultimo del año lo he alargado hasta enero porque me apetecía dejar las lecturas en ese número tan poco redondo pero elegante, digamos). Entre lo mejor del año (aunque igual en alguna otra entrega me extiendo mas) pues esta, entre mis autores preferidos, la de Penny (la de las multitudes) y entre los desconocidos pues, posiblemente, la de Shriver metiéndose con el fitness (con la obsesión por); la de Svensson, que merece un lugar destacado por no ser de ficción y sorprendentemente, aunque puede por que sean de las más recientes, las dos elegidas para Alvaro en NYC.

En otro orden de cosas la verdad es que este inicio de año me ha traído recuerdos de mi infancia, concretamente de los últimos años que vivimos en la calle Viriato, por razones de cierta repetición: recuerdo acompañar a mi padre a comprar estanterías (básicamente unos rieles que se atornillaban a las paredes, y que tenían ranuras para montar en ellos, a la altura que uno quisiera, unas escuadras que sujetaban las baldas) y, también de montar estos por toda la casa, pero especialmente en el pasillo que era el único sitio en el que quedaba espacio libre. En mi recuerdo era una actividad que llevábamos a cabo “los hombres” de la casa y que estaba siempre acompañada por las protestas continuas de mi madre que decía insistentemente, cada vez más enfadada, “Esto tiene que acabar, los libros van a echarnos de casa.”, pero no falta de razona ya que había zonas del pasillo en las que había que pasar de lado y con mucho cuidado. Recuerdo esto como hechos recurrentes, en mis recuerdos esta operación de montar estanterías era algo que sucedía, yo diría, cada año y que no tenía visos de solucionarse, ni seguramente posibilidad de continuar ya que empezaban a no queda paredes en la casa en la que montar mas estanterías. Todo parecía indicar que era una situación sin salida… pero sorprendentemente fue el futbol, concretamente el mundial de 1974 que gano Alemania un verano que pasamos toda la familia en Mallorca, el que termino con estas disputas periódicas. ¿Cómo, os preguntaréis, o no? Pues fácil, mi madre (mis padres) pues quedo embarazada, todo parece indicar que celebrando la victoria de Alemania en la colonia alemanda que era (y seguramente siga siendo) Mallorca por lo que ya no eran solo los libros los que “iban a echarnos de casa” sino que ahora se planteaba la mudanza ya que otro miembro de la familiar, al parecer, requería más espacio: al fin y al cabo, los hermanos ya compartíamos habitaciones (una los chicos y otra las chicas) y cuando nació mi tercera hermana pues estuvo decidido el tema y nos mudamos a la que sería “la casa familiar” en Nicasio Gallego. La verdad es que, aunque la casa era más grande, pues ganar, ganar espacio los hermanos no ganamos y seguimos compartiendo habitación los chicos y las chicas, pero, por lo menos, los libros consiguieron una habitación para ellos solos en la que mi padre monto su biblioteca y un despacho para trabajar y los demás pues más baños, más cocina, más salón y esas cosas. Pues eso, que por si no queda claro este inicio de año he tenido que comprar nuevas estanterías para reubicar mis libros y casi seguro que este hecho es el que me haya traído estos recuerdos de mi infancia, con los que aburriros en este inicio del año, así que, tras esta digresión, si bien podría pasar a las lecturas del mes que son bastantes os contare un misterio, una inquietud, que me ha surgido.

En casa de mis padres – en Viriato 52 – pues había una bandeja para dejar las cartas que con, con ciertos daños, aún conservo, esta:

El caso es que siempre había pensado que se la habían regalado el año que mis padres compraron la casa, o después, con ocasión de algún evento en el que solo participo mi padre, pero hoy la he mirado con calma y he visto que el sello dice “IV centenario de la muerte de Carlos I” y como tenía el teléfono a mano pues he mirado la fecha a la que correspondía este evento (que yo de historia, lo justo o un poco menos) y se trata de 1958 (el cuarto centenario, digo). Y esto me ha confundido ya que mis padres no se conocían en esa fecha y dudo mucho que mi padre ya tuviera la casa de Viriato en esas fechas. Otra cosa más que no encaja en la historia familiar

Diciembre empezó con un viaje a Piles, viaje un poco obligado para comprobar si después de las tormentas de octubre todo estaba bien pero que había ido aplazando ya que las noticias eran que no había pasado nada en toda “la contorná”, pero la verdad es que yo prefiero Piles fuera de temporada (también me gusta en temporada) pero el mar está más bonito en los meses fríos (bueno, lo que allí se considera frio que, ya te digo que no) y mi primera lectura era Freedomland que me apetecía bastante ya que había leído otra novela del autor que me había parecido muy buena e incluso la historia prometía: una mujer blanca llega a emergencias ensangrentada diciendo que un hombre negro le ha robado el coche violentamente, algo que tampoco sería gran cosa pero es que la mujer cuenta que en el asiento de atrás estaba durmiendo su hijo pequeño. Claro esto, complica la historia pasando de ser un robo a un secuestro o, incluso, a un posible asesinato de un niño blanco por un hombre negro. SI esta historia podía dar juego, con las tensiones raciales que conlleva, la verdad es que a mí me ha decepcionado y me ha parecido totalmente falta de ritmo.

Como cosas buenas esta la explicación obvia de porque nadie debería/podria creer en el terraplanismo ya que basta con ver llegar a una mujer (hombre, animal o cosa) en la lejanía para saber que la tierra es curva ya que “… appearing headfirst, like the mast of a sailing ship sounding the curve of the earth…”

Además, este consejo sobre educación me parece impecable, y no solo para tratar con niños sino casi con cualquier persona que intenta imponer su voluntad (que es una característica básica de los niños y de muchos adultos): “I have found out, as a parent, that the best way to, curtail a child’s negative behavior, a child’s action, is to withhold the reaction”; si, muchas veces la mejor reacción es no reaccionar, así de sencillo.

Como ya había pasado por mi librería de referencia (si, lo vuelvo a decir que, aunque les va bien, pues siempre puede ir mejor y agradecerán vuestras visitas: Méndez en la calle mayor, de Madrid para aquellos desorientados) pues también me lleve a Piles la última de Rivas (autor que más o menos me gusta, o eso creo recordar): Detrás del cielo, que al parecer está escrita originalmente en gallego, pero traducida por el mismo autor, algo que en principio pues parece extraño combinado la reivindicación lingüística con el negocio.

Se supone, según fajilla y contraportada, que es una novela negra e incluso el propio autor pone una cita que explica la diferencia entre novela negra y novela policial (la segunda intenta explicar un crimen y la primera explicar la sociedad con el apoyo de un crimen) con la que estoy de acuerdo pero que en este caso hace que no sea policiaca ni realmente negra (no hay un crimen claro) y sea simplemente una novela de la Galicia rural con sus toques de contrabando de drogas y prostitución mezcladas con chanchullos inmobiliarios. Un poco típica y flojilla desde mi punto de vista, aunque contiene un dato interesante y plausible como el de “que por el diámetro medio, en un litro cabrían 122.200 gotas”

Personalmente me resulta confusa esta afirmación del protagonista, que entiendo que intenta reflejar una mentalidad católica del suicidio (obviando el significado de las palabras, como esas personas, por no añadir calificativos, que en una discusión te dicen “no seas tiquismiquis, eso es solo una cuestión semántica”, como si esto, la semántica, el significado de las cosas, fuera un asunto menor): “Y entonces me pregunto si había pensado alguna vez en el suicidio. Y yo le dije la verdad. En quitarme la vida, sí. Algunas veces. Pero en el suicido, nunca.”  Con la que podría estar de acuerdo en el sentido de haber pensado en la muerte, en la propia muerte, pero nunca en el suicidio.

Como ya habréis deducido por otras compras, una novela titulada El rio pues es, para mí, de compra obligada (aunque empiezo a pensar que hay una clara profusión de títulos con temas hidráulicos, hídricos y similares que me preocupa ya que casi me siento espiado en mis compras) incluso aunque no tenga buena pinta, como en este caso, en el que se recogen una seria de historias cuya conexión entre ellas, se supone que, es que la protagonista pasea por las orillas del rio Lela (un afluente del Támesis, en las barriadas de Londres) aunque a veces recuerda otros ríos, pero que perfectamente y con más sentido podrían haber sido fotografías de las que habla más que de los ríos en sí mismos.

La única buena frase relacionada con los ríos es esa de que los ríos marcan siempre una frontera y que generalmente definen, en una parte, “Un territorio condenado a un estado de decadencia y semiolvido como el que genera todo rio en alguna parte o tolera en sus riberas, alimentándolo aunque sea en perjuicio propio, cosa que el Lea, manso y quieto, parduzco e impasible, no hacía.”, cualidad no exclusiva de los ríos sino de todas las obras lineales, como vías de tren o incluso la calle Bravo Murillo, por poner un ejemplo.

Y hablando de calles, aunque es verdad que el lado salvaje de Bravo Murillo ya no es lo que era, o no lo es en su totalidad, cuando yo era pequeño había zonas en las que “La ciudad parecía el decorado de una película de catástrofes que no llego a rodarse por culpa del vandalismo de los extras.”

Otro apunte hídrico interesante es esta posibilidad de planteamiento de la reconstrucción para parte de las zonas arrasadas en valencia (y Albacete, que no nos olvidemos de Letur) “en muchos lugares se hablaba de poblaciones arrasadas cuyos habitantes, una vez pasadas las inundaciones, habían decidido colectivamente trasladar el pueblo a una mayor distancia del rio, en vez de volver a levantarlo en su antiguo emplazamiento.”, que pese a que podria ser algo a plantearse, dudo que ni se plantee.

Y por último una curiosidad sobre el lujo y, digamos, el reciclaje: “La porcelana de ceniza ósea era valiosa y reputada por su particular dureza y por su tono blanco con reflejos de madreperla. Se decía que tenía el lustre y la dureza de los sanos y recios dientes de una muchacha.”, que te hace mirar la porcelana buena con otros ojos.

Ya de vuelta en Madrid, tras haber dejado algunos libros sin leer en Piles para futuras visitas, decidí intercalar lecturas de NYC y de Méndez, empezando por Bunny, novela que tenia una premisa que la hacia prometedora: una universitaria normal decide “inflitrarse” en un grupo de estudiantes pijas (que se llaman una a otras Bunny) en parte para entenderlas y en parte para sabotearlas pero que desbarra cuando las bunny parece que tienen un culto en el que son capaces de crear hombres, a partir de conejos, que las adoran pero que no están completos (casi seguro que esto es una metáfora de algo pero… vete a saber) y ella empieza a integrase en el grupo.

Flojilla y un poco cargante, aunque como no puede ser menos salvo este dialogo “Why do you lie so much? And about the weirdest things? My mother always asked me. I don’t know, I always said. But I did know. It was very simple. Because it was a better story.”, con el que podria, en cierta medida, sentirme identificado.


A resguardo, es una novela sobre americanos de clase alta que se reúnen en una casa de campo preocupados por el ascenso (la posibilidad en ese momento) de que Trump gane las elecciones y que se inicia con la posibilidad de preguntarle a Siri como podrían asesinarles pare dar lugar a que una de ellas decide emigrar a una villa que se va a comprar, así como quien no quiere la cosa, en Venecia por un valor de cerca de un millón de dólares inicialmente pero que ir aumentando poco a poco cuando le van sumando el jardín y un vestíbulo de “¿doce por doce?”. Algo que me lleva a recordar – como me pasa muchas veces e insisto cada vez que doy una clase – la importancia de que todas las medidas tengan unidades ya que, si bien doce por doce tiene cierto sentido en inglés, utilizando como medida el pie, que da un vestíbulo de unos 16 metros cuadrados (posible para un Palazzo veneciano) no es comprensible en el sistema métrico donde sería, considerando que habla de metros, un vestíbulo de 144 metros cuadrados. Así que ya veis: ninguna medida tiene sentido si no se indican las unidades de medida, y esto es una nota para el traductor, nota que amplio a que tampoco tendría sentido decir de 3,96 x 3,96 metros, o cosa similar, a la vez que le felicito por haberme descubierto el concepto de chischisbeo (que os dejo como deberes, si os apetece saber que es)

También me han llamado la atención, por una parte, como hicieron (al parecer, que no lo he comprobado) el reparto de representantes por estados en los estados unidos que se hizo cuando la esclavitud estaba bastante en auge (¿se puede decir así, o es demasiado incorrecto políticamente?) y claro tenían el problema de a cuanto equivalía un esclavo, a cuantos votos de un blanco, y al final parece que se decidieron por tres quintos de persona y de ahí el reparto de representantes por estado; y por otra parte el detalle de la superstición de los trece comensales que, si bien está claro que viene de la ultima cena y que en su versión más dramática no es que de mala suerte, sino sencillamente que uno de los comensales morirá, no queda claro cuál será el elegido para morir, si el que se siente primero, el que se levante primero o el más joven, o cualquier otro factor. (venga, otro deber para los curiosos).

Ya, ya sé que estáis pensando que podría no poneros deberes y contaros las cosas directamente pero como dice una de los personajes estoy casi seguro de que pensáis que “cuando más viejo me hago menos convencido estoy de que mentir sea siempre malo” por lo que, aunque os lo cuente puede que no me creáis.

Por ultimo un consejo de la vida animal aplicable al trato con muchas personas “No prestarle atención, fingir que no estaba allí, era la forma canina de mostrar aceptación. A menudo Bruce deseaba que los humanos se comportaran más como canes.”, que, si bien es un buen consejo hacia mí, que no me importa ser ignorado o invisible, creo que no lo es tanto hacia otras personas que tienen tendencia a enfadarse mortalmente cuando se sienten ignoradas.

A table for two, es una recopilación de relatos (varios relatos en Nueva York y una novela corta en Los Angeles) que sospecho le han publicado al autor tras el éxito de sus novelas anteriores y no, no quiero decir con esto que sean malos relatos y que solo se lo hayan publicado por esto, solo quiero constatar que antes no se los habían publicado. No, son buenos relatos y con frases (o ideas) interesantes como este motivo, si fuera cierto o no valiera cualquier aproximación, para apreciar un poco más una religión porque “How can you not respect a faith that requires you to carry a compass?”; o ese consejo maternal que podría estar, seguro que esta, en cualquier libro de “cómo hacer amigos de como ligar” o en cualquier lema motivacional: “my mother told me it was more important to be interested than interesting.”, o ese otro que contradice lo que mucha gente te aconseja para casi cualquier tarea: “Yep. In Indiana, a young girl had good reason to suspect that lists were the foot soldiers of tyranny – crafted for the sole purpose of bridling the unbridled. A quashing, squashing, squelching of the humans spirits by means of itemization.”, que sin ser una chica de Indiana creo que suscribo plenamente o, por lo menos, parcialmente.

Si estas son buenas, esta es mejor:“The personality of a man always poses the biggest obstacle to his own education, thought Charlie. He’s either too proud, too stubborn, or too timid to submit to the process of discovery. Many of life’s lessons come through trial and tribulation, and the cost of those lessons shouldn’t be taken lightly. But a at least half of what a man hasn’t learned in his lifetime he could have learned with ease. This is one of the insights that comes with age – when one understand the nature of discovery but no longer has the time to submit to its splendors. Thus we are doomed to end our days in an ignorance largely of our own making.”

Pero mi favorita, aunque yo sea el único que no esté completamente de acuerdo con su aplicación en mi caso, es: “But when a man is paid to provide his opinions and he’s had some success in doing so, he is bound to become a little insufferable.” (o igual todos estais en desacuerdo, en mi caso, por ese “little”).

Mi novela japonesa de este mes (no, no es una obligación y probablemente tampoco sea algo que pueda garantizar) ha sido Earthlings, que pese a ser una novela sobre dos primos pequeños (algo que en principio no es bueno) pues acaba siendo interesante ya que ninguno de ellos es del todo normal (ambos acaban convencidos de que son extraterrestres abandonados en la tierra y de que las personas son solo piezas en una maquinaria destinada a la reproducción) o nadie les hace sentir normales, y para ella “From my family’s perspective I was worthless, so it was presumptuous of me to try to do anything positive. It took all my efforts just to remain at my zero level without being a minus.”

El caso es que un verano se escapan para tener relaciones sexuales, pero los pillan y se monta un escándalo en la familia pese a que de ella abusa sexualmente un tío suyo lo que lleva a ella a reflexionar sobre esta hipocresía (más habitual de lo que parece): “It was ludicrous. Grown-ups used children to satisfy their sexual desires, yet the idea of children having sex of their own volition sent them into a total fit. It was laughable. They themselves were just society’s tools, after all! But my womb was still mine. My body would belong to me alone until grown- ups killed me.” Entre otras curiosidades pues ella, ya mayor, se apunta a una página de matrimonios persona sin sexo, ni niños, ni nada (concepto que al parecer existe, al menos en Japón) y se casa siendo feliz por un tiempo con este acuerdo y Bueno, luego pues pasan más cosas.

Society of lies podría ser mejor novela de lo que es, o de lo que promete ser y a mí, pese a que me ha entretenido se me ha quedado corta y falta de algo más espectacular. Es la historia de una universitaria que acude a una reunión de antiguos alumnos y atender a la graduación de su hermana menor pero justo antes de la graduación su hermana muere un accidente que, obviamente, su hermana no considera tal y empieza investigar la vida de su hermana. Esto le acaba llevando por una parte a sociedades secretas dentro de la universidad y a ciertos paralelismos con su propia experiencia universitaria. No es que este mal, está bien pero no tiene casi nada especial y tampoco grandes frases, aunque tenga esta que es un lema excelente: “education means choice, and choice means freedom.”

También, aunque dudo que sea una idea muy compartida, los que para algunos temas somos algo pesimistas, o igual debería decir aquellos que tenemos cierto miedo al porvenir igual encontramos explicación para nuestra falta de verbalización del cariño en ese “I want to tell her I love her, but it’s not something we say often. It feels so final, like we’re expecting something bad to happen:”, que igual se nos ha contagiado mientras crecíamos.

 A Coronado le pasa lo mismo que a la recopilación de cuentos de Towles, que si no fuera un autor de éxito (y, todo sea dicho, uno de mis escritores favoritos) pues no se los habrian publicado y yo no la habría comprado. La principal diferencia es que aquí el cuento principal es realmente una corta obra de teatro que el autor desarrolla (a partir de un cuento que también se incluye) con, prácticamente, el único fin de que su hermano, actor de escaso éxito y perspectivas, pueda representar uno de los papeles principales. Vamos que eso, un trabajo de buena voluntad fraternal. Si bien los cuentos están razonablemente bien, especialmente en el que se basa la obra de teatro, la obra resulta claramente deficiente desde mi punto de vista lo que hace que el trabo fraternal pues no haya lanzado la carrera actoral de su hermano, pero, oye, él lo intento, pero el teatro no es su medio. Si lo son los principios, el del cuento de base es “Your father picks you up from prison in a stolen Dodge Neon with an eight ball in the glove compartment and a hooker named Mandy in the backseat. Two minutes into the ride, the prison still hanging tilted in the rearview Mandy tells you that she only hooks part-time. The resto of the time she does light secretarial for an independent video chain and tends a bar two Sundays a month at the local VFW. But she feels her calling – her true calling in life – is to write.” Y con esto ya tenemos a todos los personajes que necesita la historia, que se complicara como no puede ser menos con un ex presidiario, su padre, como mínimo, ladrón y una prostituta que quiere ser escritora. ¿Qué podría salir mal? Esto sirve tanto para un cuento o para un buen chiste.

Como sobrevivir a tu propio asesinato, es una novela entretenida en la que la típica tía solterona británica muy rica muere asesinada y deja la herencia a quien resuelva el asesinato. Por supuesto la tía tenía sus particularidades, entre otras la de ser algo más que supersticiosa y haber vivido casi toda su vida obsesionada con una lectura del futuro – y de su asesinato – que le hicieron de joven junto a dos de sus mejores amigas. Una novela entretenida para una tarde lluvia o un día en la playa, pero poco más. 

Bournville ha sido mi última lectura del año (bueno, un poco forzada ya que ralentice la lectura del ultimo para que me llegara hasta el año nuevo) y se trata de una novela tipo saga familiar, de esas de varias generaciones, que abraca desde finales del XIX hasta casi hoy en día, centrada en el pueblo de Gran Bretaña que da nombre al libro. en un pueblo de gran Bretaña. obviamente el que da nombre al libro. La curiosidad del libro es que este pueblo es que es uno de esos pueblos que se desarrollan no ya alrededor de una industria, sino promovidos y desarrollados por la propia industria para alojar a sus trabajadores, en este caso a los de la fábrica de chocolate de la familia Cadbury, así que podría decir que lo que más me ha gustado del libro es la relación con el mundo del chocolate, aunque en este caso se trate de chocolate ingles que, como yo desconocía, a primeros de los ochenta desato una guerra del chocolate puesto que como  dice le  explica el gerente  de exportaciones de la empresa al nuevo delegado de ventas para los países escandinavos cuando le pregunta porque no le dan la gestión de toda Europa “La CEE – dijo en un tono muy dramático – no considera el chocolate de Cadbury (ni ningún chocolate inglés, ya puestos) como chocolate… tiene demasiada grasa vegetal y poca manteca de cacao” y no, no era una cuestión de gustos sino que la Comunidad Europea debe de guiarse por una normas “Y en lo que respecta al chocolate, por lo visto los ingleses no cumplen los estándares.”

Sobre los gustos del chocolate y el exceso de grasas no derivadas del cacao, que daban (y dan) su sabor característico al chocolate ingles explica que “… se habían introducido en el chocolate ingles por culpa del racionamiento de la guerra, con lo que llego a la conclusión de que lo que les gustaba a los ingleses de su chocolate era que «les sabia a guerra». Algo con lo que yo puedo solidarizarme completamente porque para mí el sabor del chocolate de mi infancia es el del chocolate quinta clase de Chocolates Chiquilín (el que fabricaba mi familia) que en lugar de cacao pues tenía algarrobas, aunque he de reconocer que el chocolate que todavía me obsesiona es un chocolate de menta que probé en mi primer viaje a Inglaterra y que no he vuelto a saborear en la vida. A veces sueño con él y sigo buscando ese sabor, esa experiencia, en cada chocolate de menta que pruebo (sin éxito de momento).

Sorprendente es enterarse de que “No había pubs en el propio Bournville. No formaban parte de la filosofía con la que se había construido el pueblo. Al fin y al cabo, casi un siglo antes la familia Cadbury había concebido la idea de que beber chocolate era una alternativa al alcohol. Toda la empresa estaba fundada sobre un criterio de moderación. Y cuando se cedió la propiedad de Bournville a la Fundación del Pueblo de Bournville en 1900, en la escritura de cesión se indicó expresamente que «se suprimiría por completo la venta, distribución o consuno de cualquier bebida alcohólica». No, no seré yo quien diga que posiblemente esta es la razón del declive de Bournivlle y del cese de su existencia para convertirse en el parque temático Cadbury World, ya que creo que vosotros habréis llegado a la misma conclusión (sin duda).

En cualquier caso, tal vez mi frase favorita no está relacionada (directamente) con el chocolate sino con la respuesta a una propuesta inglesa de solución de los problemas diplomáticos del chocolate a la que los franceses responden “Bueno, claro, eso está muy bien en la práctica. ¿Pero cómo va a funcional en teoría?” que resume perfectamente no solo la actitud de algunas instituciones políticas sino la de algunos personajes (si, los mismos que dicen, eso de es solo una cuestión semántica para zanjar una discusión sobre lo que significa algo). No sé cuánto de lo que se cuenta es cierto, pero sé que es una gran verdad que “nunca se es demasiado mayor para no comer chocolate” (digan lo que digan los médicos).

Pues hasta aquí hemos leído, y comentado, y aunque podría terminar con la verdad anterior pues, por tradición, termino con mi clásico “Divertíos asaltando el castillo”.

 

Lecturas

Freedomland - Richard Price

Detrás del cielo - Manuel Rivas

El río  - Esther Kinsky

Bunny - Mona Awad

A resguardo - David Leavitt

Table for two - Towles Amor

Earthlings - Sayaka Murata

Society of lies - Lauren Ling Brown

Coronado - Dennis Lehane

Como sobrevivir a tu propio asesinato - Kristen Perrin

Bournville - Jonathan Coe