Casi se me pasa el mes de febrero sin escribir – así de liado ando últimamente – pero en este último domingo he decidido posponer un par de cosas que tengo que hacer y otras que quiero hacer hasta mañana para sentarme a contaros de mis libros y, en mucha menor medida, de mis cosas.
Casi inevitable comentar algo de Trump, que ya lleva, o tan solo lleva, un mes en su segunda parte
como presidente, y parece que hará bueno el dicho de segundas partes nunca son
buenas, más cuando para esta segunda parte cuenta con el apoyo de un bufón que
casi da más pánico que el personaje principal. Solo lleva un mes de mentiras,
bravuconadas y delirios por lo que parece que todavía nos quedan cuarenta y
siete (afortunadamente, de momento, aunque a él le gustaría cambiarlo, pues
solo serán estos meses ya que no puede haber más suyos. Solo espero que al
final no sea como la frase que le digo a todas mis exnovias “otro vendrá, que bueno me hará”).
Podría ser muy comentable eso de que alguien que presume de ser el “más liberal” (con permiso de Milei, su motosierra, bastantes peperos y, aunque no guarden relación
con los ejemplos anteriores, citando a Cervantes pues con “gitanos, murcianos y demás gentes de mal vivir”) y que quiere
desmantelar el estado, la primera decisión que tome sea la de intervenir los
mercados planteando aranceles. Ciertamente curioso pero la verdad es que
(también aplicable a los últimos escándalos de acosos en formaciones políticas
de este país) por seguir con los refranes pues “dime de que presumes y te diré de que careces” pero prefiero
contaros como su actitud me ha llevado directamente a recordar las navidades de
1986.
Esa no os la esperabais ¿a qué no? ¿Por qué me recuerda la
situación actual a esas navidades?, o incluso mejor pregunta ¿Cómo es que
alguien con mi memoria recuerda algo de unas navidades de hace casi cuarenta
años? Pues me explico: en esas navidades leí una novela de ciencia ficción en
la que el mundo estaba dividido en tres grandes potencias y curiosamente una
era los amerorusos (las otras dos
eran los sineuropeos y los samuráis) y obviamente el acercamiento entre Trump y Putin obviamente me ha recordado a esos amerorusos verdaderamente majaderos como la esta extraña parejas (o
trio, igual debería decir). Estoy casi seguro de que me regalaron, o me compre,
la novela solo por el nombre del autor pero la verdad es que en su día me
encanto y de hecho en un momento dado que no encontraba mi original (en el que
apunte la fecha en la que me lo regalaron, sospecho, ya que pone navidad que es
mas de regalo, lo que explica el recuerdo de la fecha tan impropio en mi) me
compre otro ejemplar que ahora que tengo mi original es un firme candidato a el
próximo intercambio de libros con mi amiga Maria
de la O.
Contada esta tontería de actualidad paso a las lecturas que
empezaron con una relectura de A Scanner
Darkly, novela que me compre en NYC y que es otro desvarío mas del
grandísimo K. Dick (autor favorito, de casi cualquiera que haya tenido el gusto
de leer sus majaderías o incluso su novela costumbrista y que, si recomendara
libros, os recomendaría sino fuera porque más que una recomendación es,
simplemente, una lectura obligatoria). En esta novela un policía infiltrado
que, mientras persigue a un traficante, toma una droga que no solo altera la
mente, sino que sencillamente la divide en dos personalidades que no se
reconocen, asi que realmente se está persiguiendo a si mismo (si, él es las dos
personas a la vez). Ya, ya imagino que algunos estaréis diciendo “otro panfleto en contra de las drogas que ‘expanden’
la mente por parte de un escritor conservador que no nunca ha probado las
drogas” y es verdad que acaba con una lista, no exhaustiva, a modo de
dedicatoria final para algunos de sus conocidos con daños tan irreversibles
como la muerte e incluso tiene una buena reflexión sobre el consumo (digamos
abuso) de drogas: “drug misuse is not a
disease, it is a decision, like the decision to step out in front of a moving
car. You would call that not a disease but an error
in judgement. When a bunch of people begins to do it, it is a social error, a
lifestyle. In this particular lifestyle the motto is «Be happy now
because tomorrow you are dying,» but the dying begins almost at once, and the
happiness is a memory” que, creedme
o consultar cualquier biografía de K Dick, no viene precisamente de un mojigato
con las drogas, sino más bien de un experto en su uso y abuso y que en términos
económicos ya planteaba (o eso dice K. Dick) Villon in 1460 con ese, más
económico, “Take the cash and let the
credit go” al que K. Dick apostillla “But
that is a mistake if the cash is a penny and the credit a whole lifetime” y
yo pienso lo mismo, pero oye, cada cual con lo suyo.
Una duda divertida que se plantea en la novela (no, la
novela que ese es otro tema) es la de si en el juicio final “… when we die and appear before God on
Judgement Day, that our sins will be listed in chronological order or in order
of severity, which could be ascending or descending, or alphabetically?” porque
como bien explica si es en orden cronológico puede llegar a ser bastante
tedioso.
Otra gran sorpresa para mí ha sido descubrir que, al menos
en 1977 cuando escribió el libro, el supermercado Trader Joe’s, que ahora es como lo mas en comida orgánica y sana (y
tiene unos anacardos deliciosos), estaba especializado en buenos vinos
Tras esta relectura, un japonés (una japonesa, la escritora,
digo): A woman of pleasure. Una
novela interesante pese a que se centra en una niña nacida en una pequeña isla
donde, sorpresa para mi mente occidental “rice
was a rare luxury, an imported food” y que a los trece años que es vendida,
por sus padres, a un burdel de una ciudad japonesa donde, por supuesto, pues no
tiene una buena vida. Ni ella ni ninguna de sus compañeras, y que al final desembocara
en una huelga con muchas y muy razonables reivindicaciones para mejorar sus
condiciones laborales entre ellas “Number
one, lower the price of tobacco” que puede parecer rara si no se aclara que
estaban obligadas a fumar para seducir a los clientes y que, como no podían
salir del burdel, pues este inflaba los precios hasta límites insospechados lo
que arruinaba a las prostitutas aún más.
El caso es que la huelga tuvo éxito y dio lugar a que en
1872 se publicara una ley para regular la prostitución prohibiendo el tráfico
humano, la esclavitud y otras prácticas de ese estilo y también de otra ley que
la acompañaba que, con buena intención, pero debido a la desafortunada
exposición de motivos de la ley en la que se indicaba que “Prostitutes and geishas have lost their human rights and are no
different from livestock. No one would expect an animal to pay
back the price of its purchase. In the same way, prostitutes and geishas
should not be required to pay what they owe to the purchasing establishment.” que
casi hizo más mal que bien, ya que a la vez que las exoneraba de la deuda les
quitaba sus derechos humanos pues no fue muy bien recibida y se la llamo la “Ley de emancipación animal”. En fin,
cosas de abogados.
Mother Night, la
compre por ser de un autor netamente famoso pero que para mí era un one-hit-wonder y sentida curiosidad por
saber si lo era o no. La historia es la de un personaje que es a la vez
considerado nazi y espía sionista por lo que tiene problema con prácticamente
todo el mundo y que a mí me recuerda a esa historia de nuestro familiar al que
los dos bandos de la guerra civil querían fusilar simultáneamente: los
nacionales por desertar con uno de los pocos submarinos de la flota española y
los republicanos por ser capitán de submarino del ejecito regular, y en mi
imaginario personal imagino que recibió ambas sentencias de muerte mientras
estaba en el submarino planteándose que hacer exactamente y como negociar que
nadie le fusilara o por lo menos no todavía y al que, en mi opinión y si no estoy
meclazdo del todo a distintos familiares, le era completamente aplicable eso de
“But I’ve always known what I did. I’ve always been able to live with what I did. Now? Through that
simple and widespread boon to modern mankind – schizophrenia” ya que esta
fue una cualidad que cultivo durante toda su vida.
Curioso leer que el Chicago, en los mataderos, tienen un
dicho muy parecido a nuestro sobre los cerdos donde “They boast that they find a use for everything about a pig but his
squeal” y más todavía que las máquinas de escribir en la Alemania nazi
tenían una tecla especial para escribir “SS”, que acojonaba mucho más que las
dos letras separadas.
El caso es que él cree que lo quieren fusilar por plagiar al
autor original pero obviamente no es por eso, sino porque consideran que es el
autor original, ya que “Plagiarism is the
silliest of misdemeanors. What harm is there in writing what’s already been
written? Real originality is a capital crime, often
calling for cruel and unusual punishment in advance of the coup de gràce”
Sobre mi siguiente lectura The besieged city lo compre por simple curiosidad, sin tener ni
idea de la autora ni de nada, vamos nada especial y más o menos como compro
muchos otros libros. La única diferencia es que tiene una introducción en la
que se cuenta un poco la historia editorial de la autora, que al parecer
triunfo con su primer libro y también con el segundo, y de este libro y de la
que solo puede concluirse que es un libro que no le gusto ni a la autora, ni a
su hermana, ni a ningún editor, y a todos les pareció una pésima novela.
Coincido plenamente.
Intermezzo es una
novela sobre dos hermanos, con nada en común (como casi todos los hermanos,
creo) poco después de la muerte de su padre por lo que tenía posibilidades de
ser interesante y lo es. En el libro uno de los hermanos (el, digamos, menos
convencional, que es ajedrecista mientras que el otro es abogado) piensa de su
hermano “uno de los pocos principios
constantes en la vida de su hermano es el de tomar fervientemente partido en
todo conflicto con el que se encuentre, y a continuación ganar ese conflicto
empleando un torrente de potencia verbal extrema: un rasgo de personalidad
horrible, prácticamente un trastorno.” Y que yo creo que en el caso de mi
familia es aplicable a más de un hermano por casi todo el resto, porque si, en
casa somos de discutir y de discutir vehementemente. Todos.
Entre sus reflexiones destaco este: “Si lo organizamos todo en torno a los beneficios, en la economía pasan
cosas que no tienen ningún sentido. Como en este ejemplo: nadie saca un
beneficio de enseñar a los niños, pero toda la económica se vendría abajo si la
gente no supiera leer. Y lo mismo con las infraestructuras y un sinfín de
cosas” que obviamente tiene una trampa obvia; y este otro: “Recordar que Dios no es Jesus, ese hombre
tan majo que iba por ahí sanando a los enfermos y al que le caía bien todo el
mundo; ese Dios, por el contrario, es el que hace enfermar a la gente, el que
la condena a la muerte por motivos incomprensibles. Jesus, el que sana, el que
escucha, el maestro, el amigo de los pecadores, parece en la cabeza de Margaret
prácticamente a punto de murmurar: siento lo de mi padre… Jesus es fácil de
amar, y Dios, mucho más difícil.” que me parece bastante acertada (sin
confundir con ese ahora famosos persona y personaje).
Requiem por todos los
muertos es una novela policiaca de esas que tiene una trama compleja con
varios asesinatos que solo alguien es capaz de relacionar y tras leerla mi
remito a las palabras de uno de los personajes “¿No le parece extraordinariamente complicado todo esto, inspector? A
mí al menos me parece bastante ridículo.”
Es verdad que, si me ha gustado mucho esa conversación en
una visita médica en la que el paciente, como hacemos todos y por eso nos
obligan a ir acompañados, dice que “No es
nada serio” y el médico le dice: “¡Oh!
Eso dicen todos. Siempre que pregunto a mis pacientes de que murieron sus
padres dicen lo mismo: «Oh, nada
serio»”
También me ha encantado “De
repente recordó su cita favorita de Gibbon sobre el papa Juan XXIII en el siglo
XV, que tanto le había impresionado siendo un chiquillo y aun recordaba de
memoria después de tantos años: «Los más
escandalosos cargos fueron suprimidos y el vicario de Cristo solo fue acusado
de piratería, asesinato, violación, sodomía e incesto»”. Si, asi
era, o es, parte de la iglesia.
El único motivo por el que compre (si, en mi librería de
referencia que de momento hoy no he mencionado pero que ya sabéis es Méndez en
la calle mayor) La cada Limón es
porque pasaba en Rumania que es uno de esos países en los que considero que he
vivido (si bien no tengo un criterio claro para separar aquellos en los que he
vivido de los que solo he estado mucho tiempo). El caso es que, una vez
comprado, me entere de que había sido ganadora del último premio Tusquets (vale
esto lo había leído en la fajilla o en la contraportada) por unanimidad y con
Orejudo (Antonio) de director, o presidente, del jurado. Esto, he de
reconocerlo, hizo que subieran mis expectativas por el aprecio que le tengo a
Antonio e incluso a su criterio literario. El caso es que solo me lo puedo
explicar si fue la única novela presentada, sino fue así pues lo siento por el
que tuviera que leerse el resto. Es verdad que el dato de Orejudo me ha servido
para “deshacerme” de ella en mi último intercambio con Maria de la O (si, de la
O de Orejudo, casualmente).
Obviamente como no soy (totalmente) una mala persona a mi
intercambio le añadí How to be good,
con la excusa de que era en inglés para aportar algo bueno al intercambio y,
también por qué negarlo, porque tenía dos copias así que esta probablemente era
la tercera vez que leía este libro. Es la historia de un tipo que decide “Ser bueno”, para desesperación de su
mujer ya que su forma de ser bueno es muy básica y consiste en meter un Gurú no
solo en su vida sino en la casa de ambos y dedicarse a empresas que para no
ofender a nadie calificare de naifs
(y no de directamente absurdas).
El libro
esta lleno de buenas frases como “I don’t
believe in Heaven, or anything. But I want to be the kind of person that
qualifies for entry anyway.” que suscribo plenamente ya que el cielo
(incluso si exsitiera pues yo lo veo como lo que cantaban Talking Heads, una bar en el que nunca pasa nada):
Aunque en el libro se refiere a la pareja del libro, en mi familia y creo que en casi todas muestras relaciones es de aplicación eso de: “Cynicism is our shared common language, the Esperanto that actually caught on, and though I’m not fluent in it – I like too many things, and I am not envious of enough people – I know enough to get by.”, aunque en casa sobre todos “nativos”
Y quien no suscribe eso de “It’s not fair. Love, it turns out, is as
undemocratic as money, so it accumulates around people who have plenty of it
already: re sane, the healthy, the lovable.”; o quien duda de que “He has a monthly books columns in a men’s fitness magazine, and
therefore probably the world’s least-read literary critic.”
Por
supuesto Hornby es muy aficionado al futbol (su primer libro fue sobre hinchas
ingleses) y británico por lo que le doy mucha credibilidad a su explicación de
porque los hinchas escoceses parecen más educados que los ingleses: “.. he explained that the Scot’s fans
refusal to misbehave was a kind of weird form of aggression; they hate us so
much that even though a few of them would probably like to fight, they won’t,
because they want to prove that they are better than us.”
La verdad es que sin ser su mejor libro ha sido un placer
esta tercera lectura.
El caso del escritor desaparecido está editado en una
colección de clásicos de la novela negra de la British Library del que, de
momento, sigo cogiendo uno cada vez que los veo. La particularidad de este es
que está escrito bajo seudónimo y por una mujer, tarama que en cierta medida se
traslada al libro en el que nadie tiene claro quién es el escritor desaparecido.
Obviamente todo el mundo cree que no puede ser una mujer porque, según la opinión
generalizada, carecen de la profundidad para la escritura pese a que como se
pregunta una candidata a ser el escritor desaparecido “¿Acaso su madre, sus hermanas y sus tías eran taradas de nacimiento?
¿eran su primar medio tontas, era estúpida su abuela?”
Obviamente descartada la posibilidad de que sea una mujer
(Una estúpida mujer) se establece la idea de que podía ser una banda “¿una banda? Si, en cierto modo, aunque el
ermitaño de Temple era el auténtico escriba. Era el, con su conocimiento, quien
recogía y expresaba en palabras las extrañas experiencias y conocimientos de
una camarilla de ex convictos, hombres que habían estado en contacto con hecho
violentos, estafas y engaños de todo tipo. Ninguno de ellos podría haber
escrito las novelas de Lestrange, pero sin su ayuda esas novelas no habrían sido
posibles.” Cualquier posibilidad menos una mujer, aunque ahora haya una banda
de escritores que firme con nombre de mujer e incluso otra que firme con un
anagrama (y no en anagrama).
Ya para acabar el mes, otro japonés o japonesa porque al
parecer es uno de estos tipos que se han hecho famosos por YouTube ocultando su
identidad y que ahora publica un primer libro Strange Pictures (anunciando ya la siguiente). La verdad es que es
una novela bastante simple, pero con una trama que luego resulta ser rebuscada
(al fin y al cabo, es japonés) que se basa en unos dibujos y la interpretación de
los mismos. A mí solo me ha parecido un divertimento que no está mal pero que
es casi una especie de acertijo tramposo. Eso sí, entiendo que haya tenido
existo entre los que consumen canales de internet.
Como curiosidad uno de los misterios que plantea es que de un pastel solo parece haber siete
trozos y claro es muy raro que se hayan cortado siete trozos, casi imposible, a
menos que seas mi hermana Helena que no sería la primera vez que acaba con siete
porciones al cortar una pizza, por lo que tiene que haber un trozo “desaparecido”.
Otra curiosidad que se convierte en un chiste malo es saber
que la denominación de origen mejor de Japón no es Kobe (como creemos por aquí)
sino Yonezawa (ya lo sabéis para cuando se ponga de moda que lo leísteis aquí primero)
que como también es un apellido pues le permite al mismísimo Yonezawa, hacer el
chiste malo de que toda la carne de su barbacoa es de Yonezawa.
En fin, pues eso… ¡Divertíos asaltando el castillo!
Lecturas
A scanner
Darkly - Philip K. Dick
A woman of
pleasure - Kiyoko Murata
Mother
Night - Kurt Vonnegut
The
Besieged City - Clarice Lispector
Intermezzo - Sally Rooney
Réquiem por todos los muertos - Colin Dexter
La casa limón - Corina Oproae
How to be
good - Nick Hornby
El caso del escritor desaparecido - E. C. R. Lorac
Strange Pictures - Uketsu