El entierro de Genarín – Julio Llamazares
Padres e hijos – Ivan S. Turguénev
Pedigrí – Georges Simenón
Los huesos dormidos – Deborah Crombie
Sé dónde estás – Claire Kendal
No está solo – Sandrone Dazieri
La buena letra – Rafael Chirbes
Lo que nunca sabrás – Jeong I-hyeon
Es curioso esto del Blog, no lo del Blog de Libros sobre el
que – al no ser mi blog de este tipo – no tengo nada que comentar, si no sobre
el resto ya que pese a que recibo pocos comentarios, o más bien ninguno
(cabrones silenciosos que sois los lectores, que se que estáis hay rumiando vuestra venganza), los poco que recibo suelen tener
la intención de corregir alguna historia que he contado y básicamente pueden
resumirse en “así no fue como paso. No,
no fue nada parecido a eso”.
Por aquello de no enfadar a mis escasos
lectores (si, a ti, que no escribes seas quien seas) no diré aquello de “estáis
equivocados, todo lo que se cuenta aquí es cierto, aunque puede que no todo sea
verdad (como decía aquel)”; tampoco lo diré porque parece que mi memoria me
engaña continuamente y puede (casi seguro) que nada sucediera como os yo lo
cuento, ni como vosotros os lo contáis, puede incluso que algunas cosas nunca
sucedieran y desde luego hay muchas que sucedieron que aún no he contado, que
probablemente no cuente nunca, o tal vez si ya que puede que así descubra a mas lectores.
Pero ya que estamos y a tenor de un comentario recibido de
viva voz – es lo que tiene ver habitualmente a muchos de mis (escasos) lectores: que no
me dejan comentarios porque saben que soy un poco ludita y que mejor me lo
dicen de viva voz que usando medios tecnológicos – me veo obligado, en honor a la verdad, a realizar una importante corrección.
¿Cuál, igual os preguntáis?
Puede que incluso
alguno anticipe, por su importancia, la corrección en cuestión, que es:
la serie que me recomendaron Álvaro y Helena no es “House of Cards”, como dije, si no que es “El
ala oeste de la casa blanca” (serie que he empezado a ver y que realmente
es divertida e incluso recomendable).
Puede parecer una corrección estúpida pero ciertamente es necesaria. Si alguno esperaba una corrección mayor que esta, lo mejor es que se compre una mecedora, se ponga su bebida favorita y … siga esperando porque puede tardar, o incluso no llegar nunca.
Cuando empieza el verano intento estar bien abastecido de
libros por aquello de que igual me da por ir a Piles a pasar unos días y
tomarme un arrós (si, con s y con
acento, que es como se toma allí; con s, con acento, con morcilla, con
garbanzos, con ternera, con tomate, incluso con pelota; asi es como se toma el
mejor arrós) en el mejor y poco
conocido sitio de Gandía, del cual no voy a poner ni nombre ni dirección ya que
prefiero – aunque sea malo para ellos – no revelar esta informacion para que siga
siendo uno de mis sitios favoritos y no se llene de gente, aunque sea de
lectores de este blog; todos personas excelentes, qué duda cabe.
Por supuesto para abastecerme lo más razonable, lo más apropiado
y lo que, ni que decir tiene, os recomiendo habría sido, qué duda cabe, visitar
la Librería Fuenfría de Cercedilla pero como el imaginaros a todos congregados
en la librería me producía un poco de ansiedad social. Vale, esto es una excusa
pésima, ya que segun me informan no os pasais tanto como debierais y solo vais un poco mas que yo. La realidad tiene más que ver con mi pereza existencial, con la
distancia hasta Cercedilla y por supuesto con la falta de un mecanismo
transportador adecuado aun por inventar (Rafa, en cuanto desarrollen sistemas
de tele transportación instantánea prometo subir a visitarte; sin falta).
No pudiendo hacer lo más razonable y apropiado y no
confiando en que mi hermano continuara con el transporte a domicilio me acerque
por la librería Méndez de la calle Mayor, que es obviamente lo que os
recomiendo a todos los que tengáis una movilidad reducida, alternativa o como
se diga, aunque , eso que quede claro, esto solo lo recomiendo a los que
cumpláis esta condición; a los demás, al igual que vuestro médico de cabecera,
os recomiendo que deis un paseo por el campo (concretamente pos la sierra de
Madrid, específicamente por Cercedilla. Nada como eso para mejorar la salud de cuerpo y mente).

Como había acabado el mes pasado leyendo
Best-Sellers y solo por hacerme el culto e intenso mi
primera elección fue comprar un
“clásico
ruso”,
Padres e Hijos, que es
una de las mejores maneras de parecen un cultureta sin tener que pasar horas en
La Bicicleta esperando a que te traigan un café o incluso días si pides un
cold-brew. En la
contraportada clasifican al protagonista como
“hípster nihilista” que supongo debe de ser un calificativo que les
encantaría a muchos de los parroquianos bebedores de
Cold-brew (sea eso lo que sea) ontraportada que, obviamente
apoyada por el título,
vende el libro
como un
“conflicto generacional”. Desde mi punto de
vista, si bien es cierto que hay dos generaciones representadas en el libro
(vamos que hay unos padres y sus hijos) más que un conflicto generacional se trata de un folletín mas bien insulso, una historia de unos amoríos adolescentes en la que
la historia general me parece bastante floja pero que deja perlas brillantes
con las que me siento bastante identificado:
“Tengo muchos recuerdos, pero nada que recordar, y ante mí un largo,
largo camino que recorrer, pero sin ninguna finalidad… Y no tengo ganas de
recorrerlo”; así como explicaciones de porque algunas personas tomas
ciertas decisiones vitales (generalmente en relación con las parejas que escogen) que me apenan profundamente por lo extendidas que están,
a la par que equivocadas:
“¿Ves lo que
estoy haciendo? En la maleta me queda un hueco vacío y lo estoy llenando con
heno. Pues lo mismo ocurre con la maleta de la vida: la llenamos con cualquier
cosa con tal de que no esté vacía”. En mi, nada humilde, opinión no vale meter
cualquier cosa o persona para rellenar un hueco, yo prefiero tener un hueco a
tener un mal relleno. No sé si me explico.

Siendo consciente de que el verano – sobre todo si incluye
viajes en tren a Piles – requiere un buen abastecimiento de libros e incluso un
tipo específico de libros que puedan empezarse y terminarse en un viaje, me
compre
El entierro de Genarín, una
novela que vista su longitud y el tamaño de la letra resulta lo suficientemente corta como para durar un solo viaje de tren, o incluso
menos.
La verdad es que es un divertimento gracioso en el que se narra la
historia, casi el evangelio, de un borracho-putero de León que fue atropellado
por un camión de la basura y que, al parecer, ha dado lugar a una procesión en
Jueves Santo en su honor. Obviamente, siendo yo una persona acostumbrada a
realizar, en otras épocas, via-crucis alcohólicos por Madrid, más concretamente
por la manzana de la calle Lerida 88 toda la historia de la procesión me parece
bastante interesante.
La verdad es que el libro tiene menos gracia de lo
esperable, menos gracia de lo que una historia como esta podría tener bien
desarrollada, la verdad es que resulta agradable de leer. De todo su
contenido, aparte de lo que me asusta pensar que mi sobrino pueda tener como objetivo vital el parecerse a Genarín (aunque solo fuera para que le
hicieran una procesión), me quedo con la descripción de “varios advenedizos y cantamañanas, sin catadura física ni autoridad
moral suficiente para ostentar el grado de macarras, pero con la afición y el
tesón necesarios para intervenir como reservas cuando la ocasión lo permitía”
que creo plenamente aplicable a algunos de los malotes actuales que a veces se encuentran en las noches del
Wurlitzer. Si es que ya ni los macarras con lo que eran (no como los del No-Fun u otros sitios miticos); de hecho, ya ni siquiera la
nostalgia es lo que era.

La verdad es que aunque ya llevo bastante años visitando la
librería Méndez mis conversaciones con los, según yo, hermanos Méndez son
bastante escasas y es muy raro que hablemos sobre libros, mucho menos que me
hagan recomendaciones así que cuando el hermano mayor de los Méndez (de que uno
sea mayor no tengo ninguna prueba pero es algo casi seguro, al no ser gemelos; de que el hermano
al que me refiero sea el mayor aún tengo menos pruebas pero es por entendernos) me
recomendó
Pedigrí diciéndome que era
un libro que le había encantado, que tenía que leérmelo me resulto inevitable
hacerle caso y me lo lleve a Piles para leerlo tranquilamente en el porche, que
es donde me gusta leer en Piles.
Allí, en el porche de Piles, estaba yo leyendo
y disfrutando tranquilamente de la lectura de Simenon cuando pasa un vecino del
lugar (me atrevo asegurar que no aborigen, aunque podria ser) se para y me empieza a contar lo mucho que le
gusta Simenon (como si se tratara del mismísimo Faulkner y Piles fuera el
pueblo de Amanece que no es poco),
que este no se lo ha comprado porque estaba caro, en fin… lo que viene siendo
su vida. Algo raro si resulto esto, pero no tanto como cuando al poco rato pasa con su familia y
en lugar de saludarme me hace una especie de señal secreta como si ambos
compartiéramos un secreto único en el mundo: el respeto por Faulkner, digo por
Simenon.
El caso es que el libro me gusto pero no tanto como para apuntarme a
la secta secreta de admiradores del autor aunque haya sido cordialmente
invitado con ese saludo secreto; de hecho lo que más me ha molestado de la
lectura del libro ha sido no poder acabármelo en Piles y habérselo regalado, o
por lo menos prestado, para que el pudiera disfrutar de la lectura ya que la
única razón, segun me explico compungido, para no comprárselo había sido su precio, 36 euros es mucho para un
libro en estos tiempos. Lástima que la crisis y mi lentitud en acabarlo, le
hayan privado de momento de leerlo.
La verdad es que existe la creencia de que el verano es una
temporada ideal para leer novela negra igual que existe la creencia de que es
ideal para tomar una cerveza. A mi esto no me afecta, tal vez por haber sido atérmico
durante mucho tiempo y no tener muy claro eso lo de las estaciones, yo bebo cerveza
todo el año igual que leo novela negra todo el año pero es innegable que parece
haber más novedades editoriales de novela negra en verano por lo que el resto
de mis compras en la librería Mendez fueron de novela negra.
Comentar novelas negras tiene el problema, que últimamente a
la gente le importa mucho, de descubrir si la trama es interesante, de dar
pistas de lo que pasa en la misma, vamos de hacer lo que ahora se llama “Spoilers”, lo que antes venia siendo joder-estropear el final. La verdad es que salvo los spoilers excesivos, tipo quien
es el asesino, yo no estoy en contra de ellos, de hecho creo que esta moda de
considerarlos como algo pernicioso para los libros, el cine o la televisión, le
hace poca justicia al hecho de contar historias, ya que para mi no es
desenlace de la historia lo importante, si no el conjunto de la historia y
sobretodo la manera de contarla. Incluso cuando tenía algo de memoria nunca me
ha importado volver a ver una película o volver a leer un libro (si son lo suficientemente buenos) ya que siempre hay mucho más que cual es el desenlace de la historia o de algún
personaje y la forma de leerlo cambia segun el momento de cada uno. En serio, las buenas historias pueden contarse (verse) muchas veces
independientemente de si sabes o no el final; es solo en las malas cuando el
saber el final te estropea la historia. No son los spoilers los que estropean las historias.
En cualquier caso como ahora ya no tengo nada de memoria el
problema para mi es que si la novela no tiene alguna frase que me impacte
especialmente y que la anote en mi cuaderno – con esa letra pequeña de psicópata
que tan nerviosos pone a algunos miembros de mi familia y allegados; bueno, en general a cualquiera que me
vea escribiendo a mano – lo único que me queda de las novelas es la sensación
general de haberlas leído y lo que la relectura de las contraportadas (que leo como spoileres) me
aportada.

Esto es lo que me pasa con
Los huesos dormidos, que no he apuntado ninguna frase y que me ha
dejado la sensación general de no ser una novela especialmente interesante,
excepto tal vez para escritores o filólogos ya que toda la trama se basa en una
especie de coincidencia entre la vida – y la muerte – de una filóloga que está
estudiando la obra de una escritora. Como estoy seguro de que me he perdido
las referencias concretas al grupo de escritores al que se refiere la filóloga
pues me resulta algo un poco ajeno. Además, las coincidencias y yo no nos
llevamos bien, ni en la vida real ni, mucho menos, en las novelas.

Con
Sé dónde estás
el problema es ligeramente diferente: creo que retrata bien la obsesión y el
daño que el acoso puede producir en una persona ya que básicamente de eso va la
novela, de un acosador, o más bien de su víctima. Como esta todo el tiempo
jugando con la posibilidad de que para todo pueda existir una interpretación
alternativa, que él no la esté acosando, que ella este malinterpretando toda la historia, o incluso y esto es la peor de las
opciones que si bien todo es cierto todo pueda ser interpretado de otra manera
y al final ella sea la culpable la novela me parece un poco tramposa.
Entiendo que esto pasa, lo de que siempre hay interpretaciones alternativas, que
ciertamente malinterpretar las señales es un temor legitimo, y soy consciente de lo facil que es tergiversar las historias para conseguir una interpretación partidista, de hecho ya he comentado que casi todos los
comentarios que recibo de mis historias – totalmente ciertas – son que no
sucedieron así y casi todos por personas que estuvieron en la historia. Esto no lo dudo y sobre esta premisa se pueden construir grandes historias (Perdida es un ejemplo claro y contundente) pero, no se,
creo que el problema es que jugar con este tipo de malentendidos resulta
difícil y hay que ser un maestro y no estoy seguro de que sea el caso.

La verdad es que a veces que alegro mucho de ser, lo que
algunos podrían llamar, un tipo descentrado, y de ser perfectamente capaz de
comprar un libro sin acabar de leerme lo que dice la contraportada, o incluso
pese a haberlo leído (lo que dice la contraportada, me refiero; lo de comprar involuntariamente un libro que ya he leido solo me ha pasado un puñado de veces. No mas por mucho que os cuenten, puede que el puñado sea de granos de arena pero, no mas que eso).
Esto es lo que me ha pasado con No está solo del que al releer ahora la contraportada veo que tiene
todos los ingredientes para que no me apetezca comprarlo; pero si hasta hay “un joven genio cuya capacidad de deducción
solo es igualada por sus paranoias”, un personaje principal que es “incapaz de superar lo que llama el
desastre”, “ramificaciones insospechadas”… Vaya truño podria uno anticipar.
¿Por qué lo compre? Pues, no tengo
ni idea, desde tampoco fue por la portada ni por el título ya que ninguno me parece nada especial. No sé, igual lo compre
porque todo parecía tan malo, tan fuera lugar que a la fuerza tenía que haber
algo.
La verdad: es que el libro tiene algo. No sabría decir que, pero es una
buena historia pese a todas las pegas que se le puedan poner, se lee
estupendamente y creo que su compra ha sido un acierto, aunque dudo que la continuación que
aventura el final de para otra buena historia. Ya veremos.
Casualmente me acabe las compras del mes con algo de adelanto y coincidiendo (aproximadamente) con algo que ya no es noticia y creo que realmente tampoco ha sido mucha
noticia, o no toda la que debería haberlo sido: la muerte de Rafael
Chirbes. Un grande, sin ninguna duda.
Yo no le conocido, salvo por sus novelas
que es una forma marginal de conocer a alguien, pero la verdad es que por
increíble que pueda pareceros a punto estuve de verme obligado a conocerlo (en
contra de mi voluntad, he de decir) ya que cuando mi padre leyó La buena letra y
se enteró que vivía, razonablemente cerca de Játiva, se empeñó en que tenía que
escribirle una carta como primer paso para ir a presentarle sus respetos (lo que casi seguro me involucraba a mi como chófer).
Mi
padre, tras leer ese libro, se sentía en la obligación moral de decirle lo
mucho que le había gustado, deseaba sentarse con él a charlar y obviamente
deseaba que nosotros leyéramos y entendiéramos el libro.
Es imposible saber si
lo entendimos. Es seguro que no lo entendimos como él quería, como el lo había
entendido (ya digo, cada uno entiende las cosas a su manera) y sin embargo para mi esa lectura me obligo a leer todos sus libros,
los que ya había escrito y todos los que escribiría después. En este caso usar
el verbo obligar es absurdo, ya que
he disfrutado, mucho, con (prácticamente) todo lo que ha escrito Chirbes; no,
para mí no ha sido una obligación pero sinceramente creo que debería ser una
lectura obligatoria.

Estoy seguro de que en mi estantería hay un ejemplar de la
primera edición de
La buena Letra pero
como me sentía incapaz de encontrarlo me acerque a la Fnac (ya que era justo la semana de vacaciones de los Mendez y la tele transportacion aun es un
"leve pensamiento en la mente de sus padres", como cantaban aquellos) a
comprarme otro ejemplar para volver a leerla como homenaje a ambos. Es verdad que podía haber comprado
La larga
marcha o cualquier otro más largo para disfrutar más tiempo de la lectura de
Chirbes pero este fue el que descubrió
mi padre y será siempre el que yo recuerde asociando a ambos.
En esta edición el
propio Chirbes le ha quitado un capitulo – el ultimo – ya que no le parece
justificada esa “justicia” que el
tiempo proporcionaba a la historia borrando las heridas y creo que no le falta
razón y que incluso ahora la historia mejora, si esto es posible.
Sencillamente se trata de una novela casi perfecta (hay es nada) aunque por no faltar a mi imagen de critico injustificable (e injustificada) le pondría la pega de que repite dos veces la misma frase para describir el estado
de un personaje “metido en un pozo, y sin
fuerzas ni siquiera para gritar”. Mordaz que es este critico, por lo demás: la descripción de todos los personajes y
de las situaciones con una economía total de medios, el trazado de casi toda
una guerra y una posguerra, de las trasformaciones y de las relaciones
familiares en poco más de cien páginas es verdadera poesía. Y no solo poesía.
Si no lo habéis leído, deberíais. No solo este, deberíais leer
(casi) todo Chirbes pero por si no lo hacéis os dejare tres mis frases
favoritas de este:
“Del mismo modo que un huevo lleva dentro encerrado un pollo
ya desde el principio, las actitudes de la gente llevan dentro lo que van a
acabar siendo, e incluso en sus rasgos mas generosos puede adivinarse el embrión
de sus peores defectos”.
“Hay palabras que son de un vidrio tan delicado que si uno
las usa una sola vez, se rompen y vierten su contenido y manchan”.
“El tiempo lo deshacía todo, lo convertía en polvo, y luego
soplaba el viento y se llevaba ese polvo”

Obviamente después de Chirbes casi cualquier cosa que puedas
leer te tiene que saber a poco, así que para poder salir de este atolladero – tampoco hay
tantas obras maestras – decidí comprarme un libro cuya única virtud parecía ser
la de ser un
Best seller en Corea (no quedaba claro si en la de los buenos o la de los malos),
Lo
que nunca sabrás; al fin y al cabo a un
best seller coreano nadie va a pedirle mucho. Serviría a modo de los sorbetes esos que daban en algunos
restaurantes, muy finos, para cambiar de sabor entre plato y plato.
La verdad es que es una
novela curiosa, que desarrolla una trama de esas que se complican un poco
innecesariamente pero que se deja leer. Bueno, esto no es exactamente cierto ya
que los nombres confunden mucho y a
veces te confundes (yo al menos) de personaje.
Sin ser bueno, no es malo y se
deja leer y sobretodo en este caso te saca una obra maestra de la cabeza lo que
nos permitirá seguir leyendo el mes que viene, con un poco de suerte (un puñado) igual incluso alguna otra obra maestra. Si eso, ya os lo cuento.