lunes, 31 de agosto de 2015

Comentariode textos - Agosto 2015

El entierro de Genarín – Julio Llamazares
Padres e hijos – Ivan S. Turguénev
Pedigrí – Georges Simenón
Los huesos dormidos – Deborah Crombie
Sé dónde estás – Claire Kendal
No está solo – Sandrone Dazieri
La buena letra – Rafael Chirbes
Lo que nunca sabrás – Jeong I-hyeon

Es curioso esto del Blog, no lo del Blog de Libros sobre el que – al no ser mi blog de este tipo – no tengo nada que comentar, si no sobre el resto ya que pese a que recibo pocos comentarios, o más bien ninguno (cabrones silenciosos que sois los lectores, que se que estáis hay rumiando vuestra venganza), los poco que recibo suelen tener la intención de corregir alguna historia que he contado y básicamente pueden resumirse en “así no fue como paso. No, no fue nada parecido a eso”

Por aquello de no enfadar a mis escasos lectores (si, a ti, que no escribes seas quien seas) no diré aquello de “estáis equivocados, todo lo que se cuenta aquí es cierto, aunque puede que no todo sea verdad (como decía aquel)”; tampoco lo diré porque parece que mi memoria me engaña continuamente y puede (casi seguro) que nada sucediera como os yo lo cuento, ni como vosotros os lo contáis, puede incluso que algunas cosas nunca sucedieran y desde luego hay muchas que sucedieron que aún no he contado, que probablemente no cuente nunca, o tal vez si ya que puede que así descubra a mas lectores.

Pero ya que estamos y a tenor de un comentario recibido de viva voz – es lo que tiene ver habitualmente a muchos de mis (escasos) lectores: que no me dejan comentarios porque saben que soy un poco ludita y que mejor me lo dicen de viva voz que usando medios tecnológicos – me veo obligado, en honor a la verdad, a realizar una importante corrección. 

¿Cuál, igual os preguntáis?

Puede que incluso alguno anticipe, por su importancia, la corrección en cuestión, que es:
la serie que me recomendaron Álvaro y Helena no es “House of Cards”, como dije, si no  que es “El ala oeste de la casa blanca” (serie que he empezado a ver y que realmente es divertida e incluso recomendable). 
Puede parecer una corrección estúpida pero ciertamente es necesaria. Si alguno esperaba una corrección mayor que esta, lo mejor es que se compre una mecedora, se ponga su bebida favorita y … siga esperando porque puede tardar, o incluso no llegar nunca. 

Cuando empieza el verano intento estar bien abastecido de libros por aquello de que igual me da por ir a Piles a pasar unos días y tomarme un arrós (si, con s y con acento, que es como se toma allí; con s, con acento, con morcilla, con garbanzos, con ternera, con tomate, incluso con pelota; asi es como se toma el mejor arrós) en el mejor y poco conocido sitio de Gandía, del cual no voy a poner ni nombre ni dirección ya que prefiero – aunque sea malo para ellos – no revelar esta informacion para que siga siendo uno de mis sitios favoritos y no se llene de gente, aunque sea de lectores de este blog; todos personas excelentes, qué duda cabe.

Por supuesto para abastecerme lo más razonable, lo más apropiado y lo que, ni que decir tiene, os recomiendo habría sido, qué duda cabe, visitar la Librería Fuenfría de Cercedilla pero como el imaginaros a todos congregados en la librería me producía un poco de ansiedad social. Vale, esto es una excusa pésima, ya que segun me informan no os pasais tanto como debierais y solo vais un poco mas que yo. La realidad tiene más que ver con mi pereza existencial, con la distancia hasta Cercedilla y por supuesto con la falta de un mecanismo transportador adecuado aun por inventar (Rafa, en cuanto desarrollen sistemas de tele transportación instantánea prometo subir a visitarte; sin falta).

No pudiendo hacer lo más razonable y apropiado y no confiando en que mi hermano continuara con el transporte a domicilio me acerque por la librería Méndez de la calle Mayor, que es obviamente lo que os recomiendo a todos los que tengáis una movilidad reducida, alternativa o como se diga, aunque , eso que quede claro, esto solo lo recomiendo a los que cumpláis esta condición; a los demás, al igual que vuestro médico de cabecera, os recomiendo que deis un paseo por el campo (concretamente pos la sierra de Madrid, específicamente por Cercedilla. Nada como eso para mejorar la salud de cuerpo y mente).

Como había acabado el mes pasado leyendo Best-Sellers  y solo por hacerme el culto e intenso mi primera elección fue comprar un “clásico ruso”, Padres e Hijos, que es una de las mejores maneras de parecen un cultureta sin tener que pasar horas en La Bicicleta esperando a que te traigan un café o incluso días si pides un cold-brew. En la contraportada clasifican al protagonista como “hípster nihilista” que supongo debe de ser un calificativo que les encantaría a muchos de los parroquianos bebedores de Cold-brew (sea eso lo que sea) ontraportada que, obviamente apoyada por el título, vende el libro como un “conflicto  generacional”. Desde mi punto de vista, si bien es cierto que hay dos generaciones representadas en el libro (vamos que hay unos padres y sus hijos) más que un conflicto generacional se trata de un folletín mas bien insulso, una historia de unos amoríos adolescentes en la que la historia general me parece bastante floja pero que deja perlas brillantes con las que me siento bastante identificado: “Tengo muchos recuerdos, pero nada que recordar, y ante mí un largo, largo camino que recorrer, pero sin ninguna finalidad… Y no tengo ganas de recorrerlo”; así como explicaciones de porque algunas personas tomas ciertas decisiones vitales (generalmente en relación con las parejas que escogen) que me apenan profundamente por lo extendidas que están, a la par que equivocadas: “¿Ves lo que estoy haciendo? En la maleta me queda un hueco vacío y lo estoy llenando con heno. Pues lo mismo ocurre con la maleta de la vida: la llenamos con cualquier cosa con tal de que no esté vacía”. En mi, nada humilde, opinión no vale meter cualquier cosa o persona para rellenar un hueco, yo prefiero tener un hueco a tener un mal relleno. No sé si me explico.

Siendo consciente de que el verano – sobre todo si incluye viajes en tren a Piles – requiere un buen abastecimiento de libros e incluso un tipo específico de libros que puedan empezarse y terminarse en un viaje, me compre El entierro de Genarín, una novela que vista su longitud y el tamaño de la letra resulta lo suficientemente corta como para durar un solo viaje de tren, o incluso menos. 

La verdad es que es un divertimento gracioso en el que se narra la historia, casi el evangelio, de un borracho-putero de León que fue atropellado por un camión de la basura y que, al parecer, ha dado lugar a una procesión en Jueves Santo en su honor. Obviamente, siendo yo una persona acostumbrada a realizar, en otras épocas,  via-crucis alcohólicos por Madrid, más concretamente por la manzana de la calle Lerida 88 toda la historia de la procesión me parece bastante interesante. 

La verdad es que el libro tiene menos gracia de lo esperable, menos gracia de lo que una historia como esta podría tener bien desarrollada, la verdad es que resulta agradable de leer. De todo su contenido, aparte de lo que me asusta pensar que mi sobrino pueda tener como objetivo vital el parecerse a Genarín (aunque solo fuera para que le hicieran una procesión), me quedo con la descripción de “varios advenedizos y cantamañanas, sin catadura física ni autoridad moral suficiente para ostentar el grado de macarras, pero con la afición y el tesón necesarios para intervenir como reservas cuando la ocasión lo permitía” que creo plenamente aplicable a algunos de los malotes actuales que a veces se encuentran en las noches del Wurlitzer. Si es que ya ni los macarras con lo que eran (no como los del No-Fun u otros sitios miticos); de hecho, ya ni siquiera la nostalgia es lo que era.

La verdad es que aunque ya llevo bastante años visitando la librería Méndez mis conversaciones con los, según yo, hermanos Méndez son bastante escasas y es muy raro que hablemos sobre libros, mucho menos que me hagan recomendaciones así que cuando el hermano mayor de los Méndez (de que uno sea mayor no tengo ninguna prueba pero es algo casi seguro, al no ser gemelos; de que el hermano al que me refiero sea el mayor aún tengo menos pruebas pero es por entendernos) me recomendó Pedigrí diciéndome que era un libro que le había encantado, que tenía que leérmelo me resulto inevitable hacerle caso y me lo lleve a Piles para leerlo tranquilamente en el porche, que es donde me gusta leer en Piles. 

Allí, en el porche de Piles, estaba yo leyendo y disfrutando tranquilamente de la lectura de Simenon cuando pasa un vecino del lugar (me atrevo asegurar que no aborigen, aunque podria ser) se para y me empieza a contar lo mucho que le gusta Simenon (como si se tratara del mismísimo Faulkner y Piles fuera el pueblo de Amanece que no es poco), que este no se lo ha comprado porque estaba caro, en fin… lo que viene siendo su vida. Algo raro si resulto esto, pero no tanto como cuando al poco rato pasa con su familia y en lugar de saludarme me hace una especie de señal secreta como si ambos compartiéramos un secreto único en el mundo: el respeto por Faulkner, digo por Simenon. 

El caso es que el libro me gusto pero no tanto como para apuntarme a la secta secreta de admiradores del autor aunque haya sido cordialmente invitado con ese saludo secreto; de hecho lo que más me ha molestado de la lectura del libro ha sido no poder acabármelo en Piles y habérselo regalado, o por lo menos prestado, para que el pudiera disfrutar de la lectura ya que la única razón, segun me explico compungido, para no comprárselo había sido su precio, 36 euros es mucho para un libro en estos tiempos. Lástima que la crisis y mi lentitud en acabarlo, le hayan privado de momento de leerlo.

La verdad es que existe la creencia de que el verano es una temporada ideal para leer novela negra igual que existe la creencia de que es ideal para tomar una cerveza. A mi esto no me afecta, tal vez por haber sido atérmico durante mucho tiempo y no tener muy claro eso lo de las estaciones, yo bebo cerveza todo el año igual que leo novela negra todo el año pero es innegable que parece haber más novedades editoriales de novela negra en verano por lo que el resto de mis compras en la librería Mendez fueron de novela negra.

Comentar novelas negras tiene el problema, que últimamente a la gente le importa mucho, de descubrir si la trama es interesante, de dar pistas de lo que pasa en la misma, vamos de hacer lo que ahora se llama “Spoilers”, lo que antes venia siendo joder-estropear el final. La verdad es que salvo los spoilers excesivos, tipo quien es el asesino, yo no estoy en contra de ellos, de hecho creo que esta moda de considerarlos como algo pernicioso para los libros, el cine o la televisión, le hace poca justicia al hecho de contar historias, ya que para mi no es desenlace de la historia lo importante, si no el conjunto de la historia y sobretodo la manera de contarla. Incluso cuando tenía algo de memoria nunca me ha importado volver a ver una película o volver a leer un libro (si son lo suficientemente buenos) ya que siempre hay mucho más que cual es el desenlace de la historia o de algún personaje y la forma de leerlo cambia segun el momento de cada uno. En serio, las buenas historias pueden contarse (verse) muchas veces independientemente de si sabes o no el final; es solo en las malas cuando el saber el final te estropea la historia. No son los spoilers los que estropean las historias.

En cualquier caso como ahora ya no tengo nada de memoria el problema para mi es que si la novela no tiene alguna frase que me impacte especialmente y que la anote en mi cuaderno – con esa letra pequeña de psicópata que tan nerviosos pone a algunos miembros de mi familia y allegados; bueno, en general a cualquiera que me vea escribiendo a mano – lo único que me queda de las novelas es la sensación general de haberlas leído y lo que la relectura de las contraportadas (que leo como spoileres) me aportada.

Esto es lo que me pasa con Los huesos dormidos, que no he apuntado ninguna frase y que me ha dejado la sensación general de no ser una novela especialmente interesante, excepto tal vez para escritores o filólogos ya que toda la trama se basa en una especie de coincidencia entre la vida – y la muerte – de una filóloga que está estudiando la obra de una escritora. Como estoy seguro de que me he perdido las referencias concretas al grupo de escritores al que se refiere la filóloga pues me resulta algo un poco ajeno. Además, las coincidencias y yo no nos llevamos bien, ni en la vida real ni, mucho menos, en las novelas.








Con Sé dónde estás el problema es ligeramente diferente: creo que retrata bien la obsesión y el daño que el acoso puede producir en una persona ya que básicamente de eso va la novela, de un acosador, o más bien de su víctima. Como esta todo el tiempo jugando con la posibilidad de que para todo pueda existir una interpretación alternativa, que él no la esté acosando, que ella este malinterpretando toda la historia, o incluso y esto es la peor de las opciones que si bien todo es cierto todo pueda ser interpretado de otra manera y al final ella sea la culpable la novela me parece un poco tramposa.

Entiendo que esto pasa, lo de que siempre hay interpretaciones alternativas, que ciertamente malinterpretar las señales es un temor legitimo, y soy consciente de lo facil que es tergiversar las historias para conseguir una interpretación partidista, de hecho ya he comentado que casi todos los comentarios que recibo de mis historias – totalmente ciertas – son que no sucedieron así y casi todos por personas que estuvieron en la historia. Esto no lo dudo y sobre esta premisa se pueden construir grandes historias (Perdida es un ejemplo claro y contundente) pero, no se, creo que el problema es que jugar con este tipo de malentendidos resulta difícil y hay que ser un maestro y no estoy seguro de que sea el caso.

La verdad es que a veces que alegro mucho de ser, lo que algunos podrían llamar, un tipo descentrado, y de ser perfectamente capaz de comprar un libro sin acabar de leerme lo que dice la contraportada, o incluso pese a haberlo leído (lo que dice la contraportada, me refiero; lo de comprar involuntariamente un libro que ya he leido solo me ha pasado un puñado de veces. No mas por mucho que os cuenten, puede que el puñado sea de granos de arena pero, no mas que eso). 

Esto es lo que me ha pasado con No está solo del que al releer ahora la contraportada veo que tiene todos los ingredientes para que no me apetezca comprarlo; pero si hasta hay “un joven genio cuya capacidad de deducción solo es igualada por sus paranoias”, un personaje principal que es “incapaz de superar lo que llama el desastre”,  “ramificaciones insospechadas”… Vaya truño podria uno anticipar.

¿Por qué lo compre? Pues, no tengo ni idea, desde tampoco fue por la portada ni por el título ya que ninguno me parece nada especial. No sé, igual lo compre porque todo parecía tan malo, tan fuera lugar que a la fuerza tenía que haber algo.

La verdad: es que el libro tiene algo. No sabría decir que, pero es una buena historia pese a todas las pegas que se le puedan poner, se lee estupendamente y creo que su compra ha sido un acierto, aunque dudo que la continuación que aventura el final de para otra buena historia. Ya veremos.

Casualmente me acabe las compras del mes con algo de adelanto y coincidiendo (aproximadamente) con algo que ya no es noticia y creo que realmente tampoco ha sido mucha noticia, o no toda la que debería haberlo sido: la muerte de Rafael Chirbes. Un grande, sin ninguna duda. 

Yo no le conocido, salvo por sus novelas que es una forma marginal de conocer a alguien, pero la verdad es que por increíble que pueda pareceros a punto estuve de verme obligado a conocerlo (en contra de mi voluntad, he de decir) ya que cuando mi padre leyó La buena letra y se enteró que vivía, razonablemente cerca de Játiva, se empeñó en que tenía que escribirle una carta como primer paso para ir a presentarle sus respetos (lo que casi seguro me involucraba a mi como chófer).

Mi padre, tras leer ese libro, se sentía en la obligación moral de decirle lo mucho que le había gustado, deseaba sentarse con él a charlar y obviamente deseaba que nosotros leyéramos y entendiéramos el libro. 

Es imposible saber si lo entendimos. Es seguro que no lo entendimos como él quería, como el lo había entendido (ya digo, cada uno entiende las cosas a su manera) y sin embargo para mi esa lectura me obligo a leer todos sus libros, los que ya había escrito y todos los que escribiría después. En este caso usar el verbo obligar es absurdo, ya que he disfrutado, mucho, con (prácticamente) todo lo que ha escrito Chirbes; no, para mí no ha sido una obligación pero sinceramente creo que debería ser una lectura obligatoria.

Estoy seguro de que en mi estantería hay un ejemplar de la primera edición de La buena Letra pero como me sentía incapaz de encontrarlo me acerque a la Fnac (ya que era justo la semana de vacaciones de los Mendez y la tele transportacion aun es un "leve pensamiento en la mente de sus padres", como cantaban aquellos) a comprarme otro ejemplar para volver a leerla como homenaje a ambos. Es verdad que podía haber comprado La larga marcha o cualquier otro más largo para disfrutar más tiempo de la lectura de Chirbes pero este fue el que descubrió mi padre y será siempre el que yo recuerde asociando a ambos. 

En esta edición el propio Chirbes le ha quitado un capitulo – el ultimo – ya que no le parece justificada esa “justicia” que el tiempo proporcionaba a la historia borrando las heridas y creo que no le falta razón y que incluso ahora la historia mejora, si esto es posible.

Sencillamente se trata de una novela casi perfecta (hay es nada) aunque por no faltar a mi imagen de critico injustificable (e injustificada) le pondría la pega de que repite dos veces la misma frase para describir el estado de un personaje “metido en un pozo, y sin fuerzas ni siquiera para gritar”. Mordaz que es este critico, por lo demás: la descripción de todos los personajes y de las situaciones con una economía total de medios, el trazado de casi toda una guerra y una posguerra, de las trasformaciones y de las relaciones familiares en poco más de cien páginas es verdadera poesía. Y no solo poesía.

Si no lo habéis leído, deberíais. No solo este, deberíais leer (casi) todo Chirbes pero por si no lo hacéis os dejare tres mis frases favoritas de este:
“Del mismo modo que un huevo lleva dentro encerrado un pollo ya desde el principio, las actitudes de la gente llevan dentro lo que van a acabar siendo, e incluso en sus rasgos mas generosos puede adivinarse el embrión de sus peores defectos”.
“Hay palabras que son de un vidrio tan delicado que si uno las usa una sola vez, se rompen y vierten su contenido y manchan”.
“El tiempo lo deshacía todo, lo convertía en polvo, y luego soplaba el viento y se llevaba ese polvo”
Obviamente después de Chirbes casi cualquier cosa que puedas leer te tiene que saber a poco, así que para poder salir de este atolladero – tampoco hay tantas obras maestras – decidí comprarme un libro cuya única virtud parecía ser la de ser un Best seller en Corea (no quedaba claro si en la de los buenos o la de los malos), Lo que nunca sabrás; al fin y al cabo a un best seller coreano nadie va a pedirle mucho. Serviría a modo de los sorbetes esos que daban en algunos restaurantes, muy finos,  para cambiar de sabor entre plato y plato. 

La verdad es que es una novela curiosa, que desarrolla una trama de esas que se complican un poco innecesariamente pero que se deja leer. Bueno, esto no es exactamente cierto ya que los nombres confunden mucho y  a veces te confundes (yo al menos) de personaje.

Sin ser bueno, no es malo y se deja leer y sobretodo en este caso te saca una obra maestra de la cabeza lo que nos permitirá seguir leyendo el mes que viene, con un poco de suerte (un puñado) igual incluso alguna otra obra maestra. Si eso, ya os lo cuento.

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