Comentarios de textos Octubre 2015
La rubia de ojos negros – Benjamin Black
Last
Winter, we parted – Fuminori Nakamura
Fat City –
Leonard Gardner
Funny Girl
– Nick Hornby
The Creeps
– John Connolly
Girl waits
with gun – Amy stewart
The lady
from Zagreb – Philip Kerr
Pues ya está, ya he cumplido con las obligaciones más
importantes del año: ya he estado en NYC y ya he cumplido los 50.
Lo de que he llegado a los cincuenta (edad que ayer me
recordaba mi tío Ricardo, Cabut, que,
según Saramago – no la gran escritora Sara, Mago, como pensaba aquella política
tan leida; si no el de verdad – en aquel libro, El año de la muerte de Ricardo
Reis es “la edad”, creo que la
edad más digna decía, o la única edad; aunque obviamente no recuerdo que decía
y de momento no voy a releerlo) ya lo sabéis todos porque (creo, aunque no
podría asegurarlo) que os vi a todos en la fiesta sorpresa que organizaron por mi
cumpleaños.
Sí, estoy casi seguro de que os vi a todos los lectores de
este blog (salvo a Juan del bar La Barra
en la Calle Garcilaso, que aunque visite poco, continuo recomendando) aunque
por supuesto vi a muchos mas no lectores (no ya de este blog, si no seguramente
de nada salvo la prensa deportiva y/o económica) de alguno de los cuales decir
que hacía mucho tiempo que no veía se queda corto ya que a alguno hacía más de
treinta años que no veía. Debería decir, por aquello de justificar que he
aprovechado la educación que mis padres se esforzaron en darme, que pese a los
años que habían pasado todos estábamos igual, pero considerando que a muchos no
los reconocí, teniendo incluso que preguntar (a otra persona, nunca al
interfecto que eso sería grosero, y siempre discretamente) con quien estaba
hablando pues no resultaría muy creíble. No, algunos estaban realmente irreconocibles,
algunos porque habían cambiado para mejor y otros pues en habían cambiado en el
sentido contrario (no en la dirección, contrariamente al dicho popular)
mientras que a otros les hubiera reconocido en cualquier sitio y en cualquier
momento, siempre y cuando me hubieran dicho que eran ellos. Sin ese dato creo
que no habría reconocido a prácticamente nadie. Pero divago, lo de la fiesta,
si eso, ya os lo cuento otro día.
En cuanto al viaje a NYC, mi peregrinación obligatoria como
talibán que soy, podría decir que sin sorpresas aunque he de reconocer que cada
año NYC se parece menos a mí(s) recuerdo(s) de ella. Tan poco se parece ya que
creo que se hace necesario revisar mi guía Fragile,
aquella que hice hace unos cuantos años para María Rodrigo (la Rodrigo, o Mari,
Mari; ya que como NYC hay que mencionarla siempre dos veces) y que
insensatamente, ya que la mayoría de mis sitios favoritos han desaparecido,
sigo dando a todos los que me preguntan por sitios en NYC (Susana, Gemma,
siento mucho haberos hecho pasear buscando bares y tiendas que ya han dejado de
existir; aunque esa es precisamente la gracia de NYC: pasear sin rumbo). En
cualquier caso aún quedan algunos de mis sitios favoritos y otros nuevos, para
mí, se han incorporado a mis favoritos,
así que sigue siendo una visita necesaria, casi tanto como la actualización de
mi guía. Pero divago, si eso, ya os lo cuento otro día.
Me marche de viaje el 28 de septiembre, no es que el día sea
relevante o que lo recuerde especialmente, si no que como no tenía nada que
leer utilice la tarjeta de embarque como marcador de páginas en el libro, La rubia de los ojos negros, que tuve
que comprarme en el aeropuerto para el viaje – ya que no visite con tiempo la Librería Fuenfria de Cercedilla, algo
que debería haber hecho para enfrentarme con seguridad a un vuelo cada vez más
largo o simplemente porque es algo que hay que hacer cada cierto tiempo por
aquello de la salud mental) y acabo de reencontrarla al volver sobre los libros
que he leído (no, aunque tomo algunas notas cuando leo me queda tan poco poso de lo que leo que no puedo escribir
de memoria y tengo que volver a mirar los libros para recordar; problemas de la
edad). A ver, el libro está bien escrito desde un punto de vista canónico (ja,
tomad expresión de critico; entre estas frasecillas y lo poco que escribo de
otras cosas quien va a creer que esto no es un blog de libros), tiene lo que
tiene que tener una novela negra, hasta algunas frases inteligentes, y sin
embargo tan solo os diré que ni estando encerrado en un avión conseguí
acabármelo y acabe dejándolo a mitad de vuelo. Como decía aquel: no digo más.
Una de mis librerías favoritas de NYC es Kinokinuya, parada obligatoria no solo para comprar autores
japoneses que no son lo suficientemente famosos para ser traducidos al español
pero si al inglés, sí no que también es obligatorio pasar por la planta de
abajo para comprar, o mirar, chorradas de papelería y confirmar que “están locos estos japos”. El único
problema de Kinokinuya es que hay que
decidir en qué momento del día visitarla ya que es seguro que (yo) salga con
una o dos bolsas de libros y tampoco es cuestión de recorrer luego toda la
ciudad como un mulo de carga, que uno va teniendo una edad. Normalmente suelo
leer algún libro en NYC, sobre la marcha que diríamos, pero la verdad es que no
esta vez no tengo recuerdo de haber leído nada allí y no sería por falta de
tiempo ya que ahora no salgo casi ninguna noche a visitar los bares de la
ciudad así que supongo que algo leí. En cualquier caso el primer libro que
suelo leer a la vuelta suele ser un japonés comprado allí, y esta vez le toco a
Last Winter, We parted, que no es un
mal libro pero que tampoco es un buen libro. La verdad es que es una historia
un poco decepcionante escrita sin demasiada gracia y con menos intriga de la
que debería.
Mi otra librería favorita es McNally Jackson (a la que yo llamo RandMcNally, confundiéndola con
lo que viene siendo la editorial de los planos de carreteras en EEUU, vamos con
la guía Campsa), de la que me gusta todo: desde las libreras y las clientas (incluso
fuera de la tienda, me encantan las chicas que llevan una bolsa de McNally que suelen ser sonrientes,
guapas, amables, se las ve felices y cuando nos cruzamos por la calle nos
intercambiamos “miradas llenas de
significados”; y tengo testigos, no es que me lo esté inventando. Quede
claro) hasta la disposición de la tienda, el hecho de que tenga uno de los
baños más limpios de NYC (aunque ahora cobren por usarlo, supongo que más por
mantenerlo limpio que por otra cosa) y los marcadores de los libros que vienen
con espacio libre por detrás “for those who don’t write in their books”. Además, no tiene el problema de tener que
elegir el horario en el que se visita ya que está claro que será justo antes de
cenar en el Rubirosa, lo que siempre es una alegría ya que sin duda tienen la
mejor pizza que se pueda tomar. En McNally
hay un poco de todo, desde las novedades editoriales a cosas (para mi)
desconocidas pero que tienen aspecto de clásicos americanos y para mi algo
clásico americano es el boxeo, bueno más bien el submundo del boxeo que el
boxeo en sí. Ese submundo de barrios
bajos, de gente que todo lo que puede hacer es pelear para (mal) salir
adelante, de alcohólicos, prostitutas, apostadores. En fin, lo típico… y bueno Fat City parece ser un clásico que
incluso, en la contraportada, recomienda alguien como Ross MacDonald.
Efectivamente, eso es lo que es, poco más que un rato en la vida de unos
boxeadores de poca monta, que no acaban de llegar o que han llegado y ya están
de vuelta en el barro, en el barro de seguir tirando como pueden.
Me gustaría poder hablar de Partners&Crime, la que era mi librería favorita de NYC para
novela negra pero que lamentablemente cerro hace un año o dos aunque llegamos a
tiempo de despedirnos del librero y de aprovechar parte de la liquidación final
de libros; e incluso de la Liberia de St
Marks que era donde compraba (o no compraba, mejor dicho) los libros de
enrollados, contracultura y esas cosas pero esta también ha cerrado.
Ciertamente he de realizar otra visita a NYC, recorriendo calles que no visite
habitualmente, para reponer mi stock de librerías favoritas ya que ahora mismo
tengo el mismo número de librerías favoritas en la Comunidad de Madrid que en
NYC. Aun así, he de reconocer que no me cuesta llenar gran parte de una maleta,
o una maleta pequeña, con los libros que me compro en este viaje y que necesito
para el invierno:
Al igual que me pasa en Madrid, que a veces traiciono a mis
dos librerías favoritas (repito por si alguien no lo tiene claro: la Librería Fuenfría en Cercedilla y la Librería Méndez en la calle Mayor) por
una gran cadena también visito Barnes&Noble
de la que antes era socio para aprovechar los descuentos, lo que me acababa
saliendo caro ya que como tenia descuento acababa pagando las compras de todos,
y donde además de todas las novedades editoriales, la sección de cocina y la
sección infantil siempre reviso todas sus estanterías por aquello del fondo de armario, vamos por buscar otros
libros de autores que me encantan pero que no he encontrado en mis librerías
favoritas ya que la vida útil de los
libros en las librerías es demasiado corta y si no acaba de salir es posible
que ya no esté en exposición, vamos que este de canto y ya no lo veas.
Esto me paso con Funny
Girl, que es de uno de mis autores favoritos y que no solo se me había
pasado en NYC sí no que incluso se me ha pasado en Madrid, ya que estoy seguro
de que esta traducido y ha estado en las librerías españolas (posiblemente el
invierno pasado cuando yo estaba dedicado a mi cargamento internacional).
Asumo, espero no equivocarme ya que me decepcionaría mucho, que todos conocéis
a Nick Hornby, aunque sea por Alta Fidelidad, por lo que realmente no
hay mucho más que decir. Sí, es un libro de Hornby
y es bueno, inteligente, gracioso, entretenido y si bien no es su mejor novela
merece la pena pasar un buen rato leyéndolo como casi todos los de Hornby, claro que si no habéis leído
ninguno de él, yo no empezaría por este.
Lo mismo os digo de The Creeps, bueno en este caso no solo lo digo yo si no que el propio autor os repetirá que no empecéis por el tercer libro de una serie sin haberos leído antes los dos primeros, ya que obligáis al autor a poner más notas al pie de página para explicar cosas que deberíais saber y en este caso las notas a pie del autor funcionan casi como los paréntesis en La Princesa Prometida, que por si alguno de vosotros solo ha visto la película y no se ha leído el libro son realmente necesarios casi tan necesario como para que dejéis de leer ahora mismo y vayáis a comprar vuestro ejemplar y a leerlo, que no sé porque andáis perdiendo el tiempo leyendo este blog si aún no habéis leído todo Goldman. En cualquier caso The Creeps es realmente divertido. Si bien para los intensos lectores, espero que ninguno de vosotros aunque sé que Rafa lo es (igual que sé que no le gusta que le llamen Rafa, pero es lo que tiene la familia que no hace ni caso de lo que te guste), no es un libro apropiado ya que básicamente tiene un niño, un perro y varios demonios que hacen burlas a casi todo; los intensos no perdáis vuestro tiempo que mejor estará invertido en Murakami (el que es obligatorio en La Bicicleta) o Auster (que también es obligatorio) o en cosas más intensas que en esta novela (y las dos anteriores) que son simplemente muy divertidas. Si preferís el cine de Godard a La guerra de las galaxias o incluso a Hellboy ni os molestéis en empezarlo; en caso de que seáis personas normales empezar por la primera (The Gates) y seguro que llegáis a esta con más de una sonrisa en la cara.
Aunque queda mal reconocerlo la verdad es que yo soy una
persona bastante superficial (vosotros
también aunque lo neguéis, o incluso aunque os lo neguéis a vosotros
mismos) y he de reconocer que alguno de mis criterios para comprar libros (o
discos) son la portada, el titulo o incluso el nombre del autor. Si unimos un
título como Girl Waits with gun, con
una buena portada y le añadimos estar escrito por una chica, que yo me compre
ese libro no debe sorprender a nadie, es algo ineludible. Que luego la novela
no esté mal, que no esté mal para ser una historia del oeste de esas que dan lugar
a una película normalilla (el malo malvado y rico y las pobres hermanas
enfrentadas con el) que tampoco mejora mucho porque la salvadora, en lugar de Clint Eastwood, sea una de las chicas
con ayuda de un Sheriff tampoco es tan raro ni tan especial.
Después de leer una novela que no está ni bien ni mal, que
no ha sido un descubrimiento, es el momento de volver a un valor seguro, de
volver a un escritor e incluso a una serie que no falla, en este caso a The Lady from Zagreb y a Bernie Gunther
para que te devuelva la satisfacción de leer una buena novela, la satisfacción
de un oficio bien ejecutado. Si además es un oficio bien ejecutado por un
novelista (o un buen personaje) que entiende algunas cosas igual que tú y
encuentra satisfacción en cosas similares como fumarse un cigarrillo, pues
mejor que mejor ya que: “that’s the great thing about a cigarette – it
lets you off the hook sometimes, the only thing that need come out of your
mouth is smoke, and they can’t arrest you for that; at least not yet. These are
the freedoms that are important”.
Hay que tener en cuenta que Bernie Gunther dice esta frase,
esta declaración de las libertades importantes,
en la Alemania nazi, cuando ciertamente otras libertades mucho más importantes
no existían y puede que a alguno le quede la duda de su verdadero significado,
del significado de estas pequeñas libertades frente a otras. Me gusta pensar
que la gente que piensa así no entendería la ironía de que la palabra nazi en swahili signifique coco (la
fruta y no el coco), a la vez que
estoy casi seguro de que les parece bien que aunque el estado de Baviera sea
quien tiene (hasta el 1 de enero del año que viene) los derechos de autor del Mein Kampf y los donara a varias ONG
estas prefirieran renunciar a los proyectos que podrían financiar con este
dinero solo por “no mancharse las manos”.
Al fin y al cabo hay gente para todo e incluso algunos prefieren que no se
modifique genéticamente el arroz, para producir la variedad Golden rice, con el
suficiente beta caroteno para asegurar la producción de la suficiente vitamina
A que salvara la vida a varios cientos de miles de niños anualmente. Pero
divago, si eso, ya os lo cuento otro dia.
Muchas Felicidades y muchas gracias por el comentario.Hubiera ido a la fiesta de haberlo sabido.Veo con alegría qué el medio siglo no ha afectado a tu capacidad lectora ni a tu buen criterio hostelero. A seguir cumpliendo!!
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