Una de esas verdades que de puro obvias parece innecesario
recordar es “que todo depende del punto
de vista” que al fin y al cabo podría cavar transformándose en que “no existe una verdad objetiva”, algo que
claramente entraría en contradicción con el inicio de la frase y con el inicio
de esta entada.
¿Qué a que viene este inicio con filosofía barata, más que
barata: regalada hecho, lo de regalado, que no nos evita a algunas personas “mirarle
los dientes” a cualquier regalo aunque no sea caballar) os preguntareis (o tal
vez no)?
Pues básicamente porque iba a empezar diciendo que había sido
un mal mes, en el que prácticamente no había leído nada, un mes (algo más de un
mes, realmente) durante el que he estado desbordado de trabajo y durante el que
me he visto a suspender/no convocar algunas comidas con gente a la que hace
mucho que no veo y a la que me apetece mucho ver; un mes en durante el que he
tenido algo más de tensión de la recomendable de la que, ahora que me he
liberado un poco, me doy cuenta al notar que me duelen las muelas seguramente
por haber dormido apretando los dientes como un animalillo.
Si, iba a empezar escribiendo que era había sido un mal mes
pero ¿realmente lo ha sido? En el sentido de leer, de mis actividades sociales
e incluso de escribir en este blog, sin lugar a dudas lo ha sido, pero la
verdad es que también ha sido un buen mes. Ya que aunque todavía no he cerrado
el precio que voy a cobrar por los trabajos que he realizado es bastante
posible que este mes me proporcione cierta tranquilidad económica para los próximos
seis, o más, meses. Lo cual, teniendo en cuenta el estado actual de las cosas y
sobre todo como estaban las cosas estos últimos años, pues no esta tan mal como
podría parecer. Es verdad que no he conseguido quedar a comer con Lourdes ni
con Jose Manuel (ni con otras gentes a las que echo de menos); es verdad que no
he vuelto a mi último intento de intentar aprender a tocar la guitarra (esta vez
con ayuda de una aplicación de esas de móvil) y que no he tenido tiempo de
muchas cosas como subir a ver la nieve a Cercedilla y visitar mi librería de
referencia de la sierra (si, esa, la librería
Fuenfría, esa que, espero, si estéis visitando vosotros para tomaros unos
algos con el librero tarambana), de ponerme a escribir ese libro técnico que
tengo entre manos y que mi editor todavía no reclama pero que yo mismo me
reclamo. Si estamos a día diecisiete y todavía no he tenido tiempo de escribir
sobre mis, escasísimas, lecturas del mes y menos de empezar otros temas… en
fin, ha habido muchas cosas que no he conseguido pero a cambio creo que he
conseguido una tranquilidad importante (económica, vale; pero por algo se
empieza y esta es necesaria para tener tranquilidad en otros aspectos).
Así que realmente no ha sido un mal mes, ha sido un mes que podría
ser raro comparado con los meses anteriores en los que no había tenido esta presión
laboral, pero ni siquiera puede clasificarse de raro comparado con mis meses
normales de hace unos años, en los que estar desbordado de trabajo era lo
normal y no la anécdota.
Pero, divago, y me enredo en cosas que realmente no tengo
tiempo de contar hoy (ya hablaremos otro día de mi insana obsesión por el
trabajo, o incluso de esa mas insana necesidad por tener el dinero suficiente
para no tener que preocuparme por él, incluso teniendo en cuenta posibles
imponderables futuros que siempre suceden).
Así que a los libros – que lo que no escriba hoy, ya tendrá que
esperar otra semana porque mañana voy a ver si consigo un poco más de trabajo
para este mes y así dejo casi cerrado el año).

Acabado este libro ya no me quedaba nada que leer y los que
os mantenéis al día de las noticias ya sabréis que era cuasi imposible salir de
casa por las temperatura gélidas, árticas, que teníamos en Madrid que, según todos
los medios, eran a la vez de record y a la vez las más bajas de los últimos doce
años. Menuda mierda de record: doce años, no hacia tanto frio en doce años…. Buuurrrrppp…
pues vaya… sí que tenía que hacer frio… ¡doce años, doce! Qué barbaridad,
ciertamente era un record, todo un record (como los famosos diecisiete whiskies
de aquel).


No me quedo más remedio (bueno, tampoco es que me cueste
mucho) que acercarme a mi librería capitalina de referencia – ya sabéis, la librería Méndez de la calle Mayor - a
intentar abastecerme para cuando se cortaran las vías de comunicación y algún
grupo ecologista decidiera soltar a los osos polares del zoológico y ya que
estaba a tomarme una palmera de chocolate de El Riojano que con tanto frio uno necesita un poco de energía extra.

Para mí las partes más impresionantes son las que se
refieren a como en la Alemania de preguerra pudo triunfar el nazismo, como, con
que facilitad fue asimilado el nazismo por personas normales, como “los prejuicios han enraizado tan firmemente
en nosotros como una melodía, que en nuestra más tierna juventud aprendimos mal
y cantamos mal, y, a pesar de que más tarde catemos esta melodía según las
notas correcta de al partitura, en nosotros sigue resonando la vieja melodía y
a menudo la preferimos a la correcta. Exactamente igual nos ocurre con los
prejuicios: contaminan nuestro pensamiento y continúan influyendo en nosotros
incluso cuando ya nos hemos convencido de lo contrario. Tu no dejas de
calumniar, siempre quedara algo pendiente, y ese es exactamente el método de
los nazis, de manera que relacionamos con determinados conceptos y nombres
determinadas ideas: Stalin, un verdugo; Churchill, un borracho; Roosevelt, un
esbirro de los judíos; el pacifismo, reblandecimiento de los huesos; el
parlamentarismo, cháchara; la democracia, política sin riñones.” . Impresionantes
desgraciadamente por lo mucho que se parece a nuestra situación actual en
muchos temas: los inmigrantes, las mujeres, los homosexuales… en fin, y eso que
yo soy de los primeros que me dedico a canturrear canciones que no son las que corresponden
y que luego confunden a mis familiares cuando oyen las versiones originales por
lo que por lo menos por la parte de la metáfora soy tan culpable como el que más
aunque me gusta pensar que solo me es aplicable la parte metafórica (seguro que
no, pero espero que no demasiado).
En el libro hay muchas más cosas – como la descripción de
los distintos tipos sociales que se apuntaron con prontitud al nazismo, de sus motivaciones
– pero por dejar una última (ya, si eso, pues os leéis el libro) dejo esta perogrullo-paradoja:
“Hemos nacido porque los hombres aman a
las mujeres y morimos porque las personas se odian las unas a las otras. ¿Cómo puede
surgir del amor el odio? Somos creados por personas y exterminados por
personas. ¿Tu entiendes por qué es así, camarada?”
Hasta aquí mis escasas lecturas de este mes que he acabado
con un fuerte propósito de enmienda, si no tanto de leer más o menos (algo que
no me preocupa, no se trata de una competición) si de empezar a corregir mi
vida social e incluso de retomar otras actividades que han sido aplazadas por
el trabajo.
Como muestra de mis buenas intenciones acabare hablando un poco de música (no, no voy
a comentar que me he perdido el concierto de
Fischer-Z, que más por el concierto en si me da pena porque habría sido una
gran excusa para intentar contactar con algún Ruiz Richi y haber intentado
tomar una cerveza o haber ido al concierto en homenaje al que a todos nos falta.
Claro que para eso yo tendría que ser otro tipo de persona).
No, haré algo mucho más fácil, relacionado con la música que
está sonando ahora mismo, la música de la que estoy disfrutando en estos
momentos. Porque aunque yo no recomiende libros si os puedo recomendar que os hagáis
con, al menos, un par de cajas de las reediciones que está sacando Cherry Red Records de la música con la
que, al menos yo, hemos crecido. Las hay excepcionales: ahora mismo estoy
oyendo Action, Time Vision (Punk
ingles del 76 al 79) y esta mañana estaba con Silhouettes & Statues (música gótica – no, no del gótico famoso
– del 78 al 86) y luego me pondré un
recopilatorio de las cintas que sacaba el NME en los años ochenta, eso
mientras espero a que me lleguen mis nuevos encargos y escucho las copias piratas
de los recopilatorios que he regalado (sí, soy así de cutre y antes de
regalarlos me he copiado los discos. Ya sabéis porque no os pido que me los dejéis.
Bermejo, Caamaño; lo confieso vuestros
regalos han sido cosas de segunda mano. Inevitablemente. Pero así son mas hipster).
En serio, escoger una caja de Cherry Red y ya veréis como se os agolparan los recuerdos en
vuestros cerebros (a menos que sean como el mío que ya casi no recuerda nada,
tierra baldía que diría alguno).
Haunted
Nights – VVAA
NIneteen
Seventy Four – David Pearce (parte)
Nineteen
Seventy Seven – David Pearce (parte)
Final en
Berlin – Heinz Rein