Si el mes pasado casi
llegaba tarde a escribir sobre
lo que había leído, este diría que llego pronto ya que solo estamos a día tres
y parece un poco pronto pero la verdad es que mi intención es escribir estas
notas el primer sábado de cada mes. Asi que ni realmente no voy ni pronto ni
tarde.
A lo que sí que llego tarde es a comentar sobre algo que no
sea libros, algo que a partir de hoy voy a empezar a solucionar por la vía de
combinar estos comentarios mensuales de libros con comentarios de discos. Para
ello voy a empezar por incluir aquí comentarios sobre la
revisión de los discos de Álvaro que he llevado durante los últimos meses
tomándole prestado una bolsa de discos cada semana, por orden casi alfabético.
Hoy empezaremos por los discos, aunque en un futuro
intentare mezclar ambas cosas, y empezare por el principio, o lo que para mí
viene siendo el principio, ya que como yo soy como soy no me decidí a apuntar
nada sobre los discos hasta que no iba por la letra D (si, tarde más de tres
letras completas en darme cuenta de que podía ser algo divertido; así de lento
me he vuelto), así que nos saltaremos varias letras (por lo menos de momento)
no, no habrá nada de Any Trouble, AC/DC, Altered Images, Bauhaus, The Clash ni
de muchos otros.
La verdad es que el primer grupo que he apuntado es Delco que a mí me personalmente no me
gusta, me parecen moñas incluso a mí, además de pretenciosos, pero al que le
tengo cariño por Manuel Piñon, que es un tipo majo, mejor crítico de cine que
músico, que además es amigo del hermano de un amigo de Cocucho, de Pallol (ya,
ya sé que parece algo lejano, pero cualquier amigo, o solo conocido, de Cocucho
contara siempre con mi amistad y mi cercanía) con el que tenía un fanzine de
cine llamado Super 8.
El siguiente grupo que tengo apuntado es The Del Lords, que ya es otra categoría,
ya son palabras mayores, esto ya es una banda de verdad, muy de verdad, con Scott Keppner y sobre todo (para mi) con
Eric Ambel, al que tuve la suerte de
ver en directo en NYC dando un señor concierto y en cuyo bar, el Lakeside Lounge, he podido disfrutar
tanto de cervezas como de un extravagante concierto de The Mop-Tops en el que no seriamos más de quince o veinte personas
y nosotros tres éramos los únicos que conocíamos a la banda y prácticamente
todas sus canciones (algo que considerando que ellos son suecos y nosotros
españoles y que estábamos en NYC resultaba sumamente curioso, para ellos y para
todo el mundo. Creo que ellos todavía no dan crédito a que los conociéramos).
Ya, antes de que ninguno se me lance al cuello, ya sé que esta
canción es (mucho más) famosa tocada por
The Skeletons, lo sé, pero en el disco que tiene Álvaro hay una versión de
esta canción que al oírla que recordó otras de esas casualidades de la vida que
se dan de vez en cuando. Cuando Joaquín estaba montando su primera tienda, una
época en la que vendía un montón de discos de promoción, de esos que tiene un
cartelillo de “prohibida su venta”, me vendió un disco que casi seguro había
pirateado el mismo ya que se trataba de una copia con dos discos de los
Skeletons y con una portadilla DIY.
En aquel momento para mí esto no tenía mucha importancia ya
que quien más quien menos hemos pirateado algún disco, y todos hemos hecho
cosas de legalidad dudosa cuando ha sido necesario ,por lo que vender un disco
hecho por el mismo no me pareció mal; de hecho como eran discos descatalogados,
casi me parecía bien. Sin embargo con el paso de los años conocí a Lindsay
Hutton que era el editor de los discos originales, que había invertido el
dinero en editar los discos y claro, las cosas ya no parecían tan sencillas. En
cualquier caso seguía sin tener mayor importancia ya que Lindsay los había
editado sin ningún animo comercial, solo porque creía en la banda y en cierta
medida no estaba en contra de esta compra. O quiero creer yo que no estaría en
contra, no estoy seguro de si lo he comentado con él, o no.
La primera sorpresa monumental fue encontrar a The Distractions, que son un grupo no
excesivamente conocido con un único LP y a los que yo no habría reconocido
exclusivamente por el nombre. Otra cosa es reconocerlos en cuanto suenan los
primeros acordes de Looking for a Gost,
(bueno, no exactamente los primeros acordes ya que esta es una canción de la
que probablemente nunca he oído el principio ya que la recuerdo en cinta, grabada
de la radio y en aquella época los locutores tenían la fea costumbre de seguir
hablando cuando ya había empezado la canción). En cualquier caso, tiene ese
sonido lluvioso y melancólico que es sencillamente excelente y que a mí me devuelve
a las tardes de porros (más que a las de cervezas) de mis primeros ochenta,
fumando y charlando sin ninguna prisa con todo un sábado o, más probablemente,
un domingo o un día entre semana por delante.
Sobre Dave Edmunds creo
que he mantenido cientos de conversaciones en mañanas de cervecitas con un
amigo de Manolo Die que creo recordar que se llamaba Enrique pero del que solo
recuerdo que tenía una novia muy guapa (y no por ello menos simpática, aunque
ahora mismo sea incapaz de recordar su nombre) que vivía en el Paseo de la
Habana en una casa que tenía una piscina en la azotea (la novia, digo; Enrique
era hijo de un portero de una de las casas de la zona) y a la que Manolo y yo
nos marchamos a visitar un verano a Portonovo (realmente a un monte cercano
donde instalamos una tienda de campaña y donde para ahorrar nos dedicábamos a
recoger mejillones de la ría ilegalmente como auténticos hippies para luego
gastarnos el dinero que teníamos en cervecitas y sobretodo en Ribeiros, que
eran prácticamente regalados). La verdad es que nuestras discusiones más que
sobre Dave Edmunds, eran sobre Rockpile y sobre si el sonido era más
debido a Nick Lowe o a Dave Edmunds (por supuesto obviando a
Billy Bremmer y a Terry Williams que pese a su importancia no aparecían en
nuestras conversaciones). Ya, ya sé que no parece un tema que admita discusión
– ni se os ocurra empezar esto de nuevo – porque hay cosas evidentes, como que
esta no es la mejor canción de Edmunds pero
es la que me apetece poner:
Hablando de hippismos
resulta inevitable mencionar a David Lindley y su El Rayo-X, que curiosamente no es el disco que tiene Álvaro pero
que si es el disco por el que debe ser recordado, con esas extravagancias que
son “She took my Romeos” “Tu-Ber-Cu-Lucas and the Sinus Blues” y otras
maravillosas versiones de un músico acompañado de grandes músicos. Entre ellos Jackson Browne, pero también con Crosby-Nash y con James Taylor, que fue el productor de este disco (razón por la que
supongo que el disco llego a ser conocido en primer lugar, por sus amigos
diríamos) y con el que ya había trabajado haciendo el falseto final de Stay, esa canción que todos hemos bailado
agarrados como posesos, y en la que esa ultima repetición del “Oh won't you stay, just a little bit
longer” es suya. Del disco que tiene Alvaro yo destaco este “Talk to the lawyer” que ya hablaba de
temas como Afganistán y la CIA por aquello de que hay cosas que nunca cambian.
Ninguna discografía, ningún comentario de una discografía,
puede dejar fuera, en la letra D, a los Dexys
Midnight Runners; es sencillamente imposible; o solamente es posible si uno
acepta el protagonismo de Kevin Rowland
y los ha archivado en la K, o en la R, en lugar de en la D. Esa sería la única
explicación posible para dejarlos fuera; y aun así sería bastante discutible. Los
Dexys son un grupo bastante especial
para mí, entre otras cosas porque me compre un disco suyo –Geno, no el Searching for the
Young Rebels – cuando todavía no eras famosos en España (en mi segundo
viaje a Inglaterra) y tuve la suerte de verlos en directo cuando se hicieron
verdaderamente famosos con el Too-Rye-Ay
(el que tiene la celebérrima Come on Eileen)
y vinieron a tocar a Madrid, disfrazados entonces de granjeros del medio oeste
con pantalones de peto después de haber abandonado su look estibador que es el
que hemos usado para logotipo del Wharf-73. Luego se volvieron, o se volvió
Kevin Rowland, todavía mas locos y se pasaron a una música más
tranquila-.disfrazados de ejecutivos, creo recordar y la verdad es que dejaron
de interesarme, pero sus canciones e incluso las versiones de sus canciones
siguen siendo parte de mi.
Con esto terminan mis notas sobre la letra D, que como
habréis notado no inlcuyen nada de los últimos años ya que solo he revisado los
que estaban ordenados; los nuevos, los que aún no estaban ordenados, serán
objeto de otros robos/prestamos en un futuro. Lo digo antes de que empecéis a
decir que me he quedado atascado, que no oigo nada nuevo, que todos los discos
son del siglo pasado, que soy un viejo mochales (algo que no me voy a molestar
en negar, o rebatir, pero que no podéis deducir de estos comentarios) y otras
lindezas similares.
Y ahora a por las lecturas (en futuras entregas intentare ir
mezclando lecturas y discos, para confundiros o para hacerlo más entretenido, o
para ambas cosas).

Obviamente este dejarse llevar por esa facilidad de compra,
por ese préstamo que alguien le hará, por esa seguridad en sí mismo hacen que
sus relaciones personales – entre otras su matrimonio – se vean sacudidos y la
falta de reflexión sobre qué es lo que está haciendo (aparte de lo obvio), de
las implicaciones de lo que está haciendo, de las acciones colaterales a sus
acciones principales le acabaran llevando a ciertos problemas. Pero tampoco
quiero avanzaros mucho más ya que es una novela que se lee bastante bien y que
deja reflexiones entretenidas como esta sobre la maternidad: “…pero ya ni llevaba la cuenta de cuantas de
sus amigas habían sucumbido recientemente a esa forma de propaganda de que una
no es una mujer completa si no los tiene; que las sometería a la coacción de un
supuesto reloj biológico – si solo es un reloj, por el amor de Dios, no una
bomba-.” A la que añade su sorpresa sobre como esa reloj-bomba ha cambiado
su mundo en el que “Últimamente, se
encontraba cenando muchas veces con gente que no paraba de levantarse para
llamar a su casa para hablar con la canguro en vez de con el camello de turno”.
No siendo m intención, ni la del autor, comparar a los bebes con las drogas.
No, nada más lejos de mi intención.

La fama de la serie al parecer se basa en ser una serie
feminista, o puede que post-feminista que para mí esto es como lo del punk y el
post-punk, que no me acaba de quedar clara la diferencia. Afortunadamente el
libro viene con una introducción de la propia autora q(que esta vez me he leído,
aunque soy del tipo de personas que no se leen las introducciones o prólogos) en
la que ella misma responde a la dichosa pregunta. Pregunta que como a mí,
tampoco le queda claro que quiere decir, así que no se si lo aclara o no; yo diría
que no, que no es feminista (ni de lejos) y que haya mujeres interesantes o que sean importantes en la historia se debe
solamente a “porque en la vida real las
mujeres son interesantes e importantes. No son un subproducto de la naturaleza,
no representan un papel secundario en el destino de la humanidad, y eso lo han
sabido todas las sociedades”.
Desde mi punto de vista se trata de una novela, no, creo que
no llega a novela sino que haciendo gala del título es un cuento, que no aporta
nada especial salvo los detalles curiosos de cualquier novela (o cuento) especulativa
(distopía o utopía, que eso ya implica un juicio moral) sin especial interés en
la creación del universo que pretender reflejar que tiene una premisa muy
simple, basada en la maternidad o en la falta de la misma. No entiendo como
alguien puede clasificarla de novela feminista pero la verdad es que de eso se
poco (de clasificaciones, digo; no de feminismo, tema en el que prefiero no
valorar mi s conocimientos). Con todo se lee bien y deja alguna reflexión interesante
para alguien como yo que ya ha dejado de ser joven y mira a estos con
distanciamiento ya que “Los jóvenes suelen
ser los más peligrosos, los más fanáticos y los que más se alteran cuando
tienen un arma en la mano. Aún no han aprendido a existir en el tiempo. Hay que
tener mucho tacto con ellos.”
E incluso esa otra sobre la importancia individual “pero la gente es capaz de cualquier cosa
con tal de no admitir que sus vidas carecen de sentido. O sea, que no sirven de
nada. No tienen argumento” que yo suscribo plenamente, cada día que pasa un
poco más de hecho (¿me estaré volviendo definitivamente epicúreo?). E incluso
aporta su poquito de conocimiento inútil al explicar de dónde viene el Mayday que es una señal de socorro
universal (que pese a lo que pueda parecer no tienen que ver nada con el mes de
mayo, si no con los franceses).

Hasta aquí hemos llegado y si todo ha ido bien este post, su
primera parte, debería estar con videos, pero es posible que esto no suceda
dada mi escasa habilidad con estas máquinas que cada día me odian más (aún no sé
por qué, pero puede que sea porque para mí solo son una herramienta, no muy
distinta de un buen rotulador y un buen cuaderno, mientras que para el resto
del mundo parecen ser mucho mas que eso). Ellos sabrán mas, digo; supongo.
Al caer la luz – Jay McInerney
El cuento de la criada – Margaret Atwood
El legado de los espías – John le Carré