Domingo por la tarde en Auckland y… llueve. Curiosamente lo
de que sea domingo es estadísticamente más raro que lo de la lluvia, ya que aquí
llueve más o menos un día sí y otro… puede que no, o puede que también…
dependiendo de la época del año. Ahora empieza el otoño y eso hará estadísticamente
más raro el domingo que la lluvia. Notablemente más raro.
Pero tampoco es que llueva todo el día, algo que paradójicamente
sería más llevadero, sino que se levanta un día esplendido que de repente se
convierte en un día de lluvia, durante unas horas y luego vuelve a ser un día
soleado (aunque normalmente ya mucho menos). Esto es algo que resulta bastante
molesto para los paseantes como yo que llevamos gafas: pasear bajo la lluvia,
cuando no la esperas y no llevas paraguas ni capucha, pues no es especialmente agradable
y por otra parte las gafas y la lluvia son dos cosas que no se llevan bien.
El caso es que día si y día pues depende vuelvo a casa o
llego a la oficina empapado ya que obviamente la lluvia suele caer cuando yo
estoy en la calle y no cuando esto tranquilamente sentado en casa o en la
oficina. Imagino que un comportamiento similar al de que llueve más en la
ciudad, donde no hace ninguna falta, que en el campo donde al parecer las
cosechas lo necesitan, aunque si uno ha de fiarse de los agricultores las
cosechas siempre necesitan o más, o menos de lo llueve y nunca llueve lo que,
al parecer, necesitan. Pero divago y hablo desde el desconocimiento de las
tareas de nuestros buenos amigos los agricultores, así que, ya si eso, hablamos
del tiempo en otro momento.
Por aquí, Nueva Zelanda, la verdad es que todo va bastante
tranquilo. No tengo demasiado trabajo, pero tengo el suficiente para estar
entretenido y si bien no es especialmente exigente desde el punto de vista
profesional (la escala de las poblaciones e incluso las exigencias legislativas
no obligan a grandes necesidades de tratamiento) la verdad es que resulta
divertido trabajar para sitios que se llaman Shire of Plantagenet (que no es Nueva Zelanda, sino Australia) o
para sitios que se llaman Hihi, Hahei, Mangawhai o Whangarei. Es
divertido, aunque exige prudencia ya que tampoco vas a ponerte a reír del
nombre de los sitios delante de los nativos, o aborígenes, que la verdad es que
son bastante mal tomados con según que cosas.
El campo, que he visitado solo en parte (gran parte de la
isla norte, nada de la isla sur) pues que os queréis que os diga… normalillo y
debido a las condiciones climatológicas pues a ratos decepcionante. Hace unas
semanas estuve en New Plymouth, donde se supone que hay un volcán (el monte
Taranaki) que es domina toda la zona como si fuera el Monte Fuji y que da lugar
a unas vistas espectaculares que son muy características. Estuve allí dos días y
no conseguí verlo por la niebla y el cielo plomizo que me acompaño durante los
dos días. Unas condiciones climatológicas que no parecían nada excepcionales ya
que es tan habitual que los aviones no puedan despegar o aterrizar que Air New Zealand tiene un convenio con
los taxistas de la zona para que te lleven hasta Auckland si tu avión no
despega. Vamos, que sí, que como todos los campos pues será muy bonito el día
que consigues verlo o la postal que puedes hacer ese día para dar envidia a todo
el mundo. Pero vamos, que impresionante, lo que se dice impresionante no he
visto nada. Seguramente por culpa mía, por mi escasa afición a los paisajes o
bien por mi afición a la fotografía que hace que más o menos pues ya haya visto
casi todos estos paisajes más de una vez.
Espero que pronto salga algo de trabajo en la isla sur, en
la zona de los fiordos (si, parece que hay una zona de fiordos,
imaginativamente llamada Fiordland, si
es que son de un creativo estos lugareños que asusta), posiblemente en un sitio
llamado Gore (que teniendo en cuenta la literalidad de los lugareños, en
principio asusta un poco) o en mismísimo Dunedin
(la versión local de Edimburgo), o ya
puestos pues cruzar el mar de Tasmania y visitar a los Australianos que
seguramente tengan un poco más de vida real (no de Instagram y centrada en la
salud) que en este lado del mar de Tasmania.
Anyway, que divago y tampoco se trata de contaros la geografía
de estas islas y el escaso interés que me producen sus habitantes (aborígenes o
no), ya, si eso, pues otro día me dedico a despellejar su carácter e idiosincrasias
con el detalle (y respeto) debidos.

Esperaba bastante de la novela ya que la comparaban con Philip K. Dick en la contraportada y
esperaba, yo que sé, profundidad psicológica, experimentos apasionantes pero lo
único que he encontrado es una historia sobre un grupo de monos que al parecer
se dedican a hacer trampas cuando observan sus rituales de apareamiento y poco más.
Una prosa pesada y sin especial interés para describir una situación que desde
el principio a) se podía evitar y b) se ve venir. Divertida la referencia a un
estudio genético en el que se prueba que el 10% de los recién nacidos no tienen
relación genética con el que consideran su padre, porcentaje que no solo se
mantiene en diferentes culturas y grupos sociales, sino que también se da en
otras especies monógamas (distintas de la humana me refiero).
Tal vez es este parecido entre especies sea lo más
interesante, especialmente cuando se refiere a temas que impregnan la cultura
popular para señalar la maldad de los hombres frente a otras especies animales,
normalmente indicando cosas como que el hombre es la única especie que mata a
sus semejantes. En este
sentido (sin ser capaz de refutar las pruebas o de apoyarlas) me sorprende
leer: “in many species, infanticide was routine when a new male wrested control
over a group, his first act was to kill every juvenile, all of whom were
offspring of the alpha male”. Igual esa maldad de la especie humana no
es tan exclusiva nuestra como piensas algunos animalistas (o especistas o cómo
demonios se hagan llamar ahora). No, creo que en esto tampoco somos tan
diferentes (inherentemente, que otra cosa es que nuestra cultura nos haya
transformado en seres más civilizados) que el resto de las especies animales.
Nuestro diez por ciento de bastardos y nuestros instintos asesinos hay siguen.

Obviamente mi parte favorita es cuando un personaje
principal que ha pasado por guerras, hambrunas y otras circunstancias en las
que su vida ha estado en juego se preocupa por la comida (y por los criterios higiénicos
de los cocineros):“you could be saving
lives all day and be undone at the end of it by a plate of beans and bad lard. Literally saving lives. Because war you can do, and famines you can do
and floods are relatively easy, but no one survives when the cook scratches his
arse and then decides not to bother washing his hands”. Y eso que me parece que
referirse a las inundaciones como algo fácil de gestionar, en relación con la
potencial pérdida de vidas, pues es un poco desconocer la historia, despreciar
el saneamiento y sobre todo olvidarse de esos pequeñajos que transmiten,
digamos, el cólera.
La parte más extraña es cuando aparece textualmente una
referencia a la cerveza española “And
Spanish ale shall give you hope”, a través de un poema al parecer famoso un
tal James Clarence Mangan (si, lo he buscado en Wikipedia) que no sé qué tal
poeta seria pero que parece tener un extraño gusto (igual ironía) sobre las
bebidas alcohólicas ya en la versión completa también habla de “There’s wine from the royal Pope“. Extraño,
eso del vino papal y la cerveza española.
La mejor descripción, por la cantidad de gente a la que le
resulta aplicable, es la del maestro de la irrelevancia (master of irrelevance) de ese “Dan
told you everything except the thing you need to know” de los que
desgraciadamente conozco varios y hacen que las conversaciones sean, a veces,
como confusos acertijos de una longitud infinita.

El libro en si pasa sin pena ni gloria siendo bastante
indiferente pese a tener alguna idea buena en la base creo que no acaba de
desarrollarla como debería y se pierde en la identidad cultural de los indios,
o en este caso en la falta y consiguiente búsqueda de esa identidad por parte
de la protagonista en un mundo pre apocalíptico. Si me resulta sumamente
curioso que es el segundo libro en el que se vaticina una especie apocalipsis
por ¿Cómo decirlo? Una regresión en el big-bang o en la evolución plateando ¿Qué
pasaría si de repente empezáramos a involucionar o si las constantes
universales de repente cambiaran? Realmente no es una idea tan descabellada, si
uno la mira desde la perspectiva del big- bang como una expansión que en algún
momento terminara y empezara una contracción… ¿volveremos por el mismo camino?
¿volveremos a ser primates?

Y una pena, porque la verdad es que tiene partes
entretenidas (aunque hay partes en las que uno se aburre bastante y se vuelve
un poco repetitiva) con frases verdaderamente excelentes – que estoy seguro
Rafa comparte - como porque la gente se
vuelve loca (por la acción de Las Furias):
“They turned up the volumen of the inner
monoloque, magnified qualities already present to great excess, made people so
much themsleves that they couldn’t stand it”
Algo que cada vez pasa más y es que la gente es “tan ellos mismos” que no pueden
soportarlo, ni ellos ni el resto del mundo.
También estoy muy de acuerdo en el planteamiento de que el
lenguaje condiciona las cosas que podemos pensar de que “One´s thought patterns become different, he said, when forced into the
confines of a rigid and unfamiliar tongue. Certain common ideas become
inexpressible; other, previously undreamt-of ones spring to life, finding
miraculous new articulation.” ya que por un parte lo primero me pasa ahora
mismo con cierta frecuencia si bien todavía estoy esperando a que me pase lo segundo,
y por otra parte es algo que pienso cuando la gente habla de ser bilingüe o trilingüe
a una edad muy temprana. No estoy seguro de que sea especialmente bueno, últimamente
creo que es más importante aprender a pensar bien en un idioma que realmente
aprender a hablar dos idiomas, pero no terminar de pensar bien en ninguno de
los dos. Creo que cuanta más gente bilingüe conozco (ahora he conocido a
bastantes) más me convenzo de la necesidad de primero aprender a pensar en un único
idioma, aunque esto haga más difícil aprender idiomas algo mas tarde.
Otra cosa que he notado, aquí en Nueva Zelanda, es lo
importante que son las referencias culturales básicas que una cultura y una generación
tiene en común, creo que la vida es muy difícil si no compartes estas
referencias básicas (ademas de muy aburrida) y este es uno de los problemas que
más me encuentro, precisamente por eso de la multiculturalidad, que mis
referencias culturales, mis asociaciones de ideas, son completamente ajenas a
los aborígenes (y no aborígenes) de este lugar. Es bastante molesto y crea una
gran diferencia, a veces insalvable, entre mi forma de pensar, ver el mundo, y
la suya. Para mi leer “one likes to think there’s something in it,
that old platitude Amor vincit omnia. But if I´ve learned one thing in my short
sad life, it is that that particular platitude is a lie, Love doesn´t conquer everything.
And whoever thinks it does is
a fool” obviamente es como leer “la
vida no es justa, princesa, y quien diga lo contrario está intentado venderte
algo”. Pero creo que una referencia a Goldman en este país no tendría ningún
impacto (sí, he hecho algunas pruebas y la acogida ha sido decepcionante… ni
siquiera captan “mi nombre es Iñigo Montoya”
… y no, no es por la ausencia de ñ). Estas pequeñas cosas se están convirtiendo
en barreras, de momento, infranqueables.
Es una buena historia que da para un buen capitulo de los
Simpsons pero que no llega a llenar una novela, o al menos no esta novela, en
la que lo mejor es el deseo cuasi hereje, o por lo menos un poco excesivo, de
una niña pequeña que “prayed for the Second
Coming so she’d get raised from the dead in time for my birthday” (siendo “She” su madre recientemente fallecida).
Pero así somos todos cunado somos pequeños, o incluso de
mayores, centrados en nosotros mismos y en nuestros pequeños deseos.
En fin ahora, en poco, como si quisiera resolver la apuesta
de Mambrú, vuelvo por la pascua (con cierto retraso dadas las costumbres y
festividades locales) así que puede que nos veamos e incluso puede que para la próxima
entrega tenga algún comentario de algún libro editado en español e incluso
comprado en alguna de mis librerías de referencia (ya sabéis cuales aunque me
dicen que no pasáis mucho por la sierra de Madrid).
En fin, pues ya, si eso, seguimos otro día.
Lecturas
Theory of
Bastards – Audery Schulman
The Green
Road – Anne Enright
Future Home
of the living God – Louise Erdrich
The Secret
Story – Donna Tartt
Grandzilla –
Lisa Williams