sábado, 13 de abril de 2019

Comentario de textos Marzo 2019



Domingo por la tarde en Auckland y… llueve. Curiosamente lo de que sea domingo es estadísticamente más raro que lo de la lluvia, ya que aquí llueve más o menos un día sí y otro… puede que no, o puede que también… dependiendo de la época del año. Ahora empieza el otoño y eso hará estadísticamente más raro el domingo que la lluvia. Notablemente más raro.

Pero tampoco es que llueva todo el día, algo que paradójicamente sería más llevadero, sino que se levanta un día esplendido que de repente se convierte en un día de lluvia, durante unas horas y luego vuelve a ser un día soleado (aunque normalmente ya mucho menos). Esto es algo que resulta bastante molesto para los paseantes como yo que llevamos gafas: pasear bajo la lluvia, cuando no la esperas y no llevas paraguas ni capucha, pues no es especialmente agradable y por otra parte las gafas y la lluvia son dos cosas que no se llevan bien.

El caso es que día si y día pues depende vuelvo a casa o llego a la oficina empapado ya que obviamente la lluvia suele caer cuando yo estoy en la calle y no cuando esto tranquilamente sentado en casa o en la oficina. Imagino que un comportamiento similar al de que llueve más en la ciudad, donde no hace ninguna falta, que en el campo donde al parecer las cosechas lo necesitan, aunque si uno ha de fiarse de los agricultores las cosechas siempre necesitan o más, o menos de lo llueve y nunca llueve lo que, al parecer, necesitan. Pero divago y hablo desde el desconocimiento de las tareas de nuestros buenos amigos los agricultores, así que, ya si eso, hablamos del tiempo en otro momento.
Por aquí, Nueva Zelanda, la verdad es que todo va bastante tranquilo. No tengo demasiado trabajo, pero tengo el suficiente para estar entretenido y si bien no es especialmente exigente desde el punto de vista profesional (la escala de las poblaciones e incluso las exigencias legislativas no obligan a grandes necesidades de tratamiento) la verdad es que resulta divertido trabajar para sitios que se llaman Shire of Plantagenet (que no es Nueva Zelanda, sino Australia) o para sitios que se llaman Hihi, Hahei, Mangawhai o Whangarei. Es divertido, aunque exige prudencia ya que tampoco vas a ponerte a reír del nombre de los sitios delante de los nativos, o aborígenes, que la verdad es que son bastante mal tomados con según que cosas.

El campo, que he visitado solo en parte (gran parte de la isla norte, nada de la isla sur) pues que os queréis que os diga… normalillo y debido a las condiciones climatológicas pues a ratos decepcionante. Hace unas semanas estuve en New Plymouth, donde se supone que hay un volcán (el monte Taranaki) que es domina toda la zona como si fuera el Monte Fuji y que da lugar a unas vistas espectaculares que son muy características. Estuve allí dos días y no conseguí verlo por la niebla y el cielo plomizo que me acompaño durante los dos días. Unas condiciones climatológicas que no parecían nada excepcionales ya que es tan habitual que los aviones no puedan despegar o aterrizar que Air New Zealand tiene un convenio con los taxistas de la zona para que te lleven hasta Auckland si tu avión no despega. Vamos, que sí, que como todos los campos pues será muy bonito el día que consigues verlo o la postal que puedes hacer ese día para dar envidia a todo el mundo. Pero vamos, que impresionante, lo que se dice impresionante no he visto nada. Seguramente por culpa mía, por mi escasa afición a los paisajes o bien por mi afición a la fotografía que hace que más o menos pues ya haya visto casi todos estos paisajes más de una vez.

Espero que pronto salga algo de trabajo en la isla sur, en la zona de los fiordos (si, parece que hay una zona de fiordos, imaginativamente llamada Fiordland, si es que son de un creativo estos lugareños que asusta), posiblemente en un sitio llamado Gore (que teniendo en cuenta la literalidad de los lugareños, en principio asusta un poco) o en mismísimo Dunedin (la versión local de Edimburgo), o ya puestos pues cruzar el mar de Tasmania y visitar a los Australianos que seguramente tengan un poco más de vida real (no de Instagram y centrada en la salud) que en este lado del mar de Tasmania.
Anyway, que divago y tampoco se trata de contaros la geografía de estas islas y el escaso interés que me producen sus habitantes (aborígenes o no), ya, si eso, pues otro día me dedico a despellejar su carácter e idiosincrasias con el detalle (y respeto) debidos.

Me quede sin lecturas uno de esos días que llovía, mejor dicho que empezó a llover cuando había decidido acercarme paseando a mi librería de referencia (si, de Women´s Bookshop, que le vamos a hacer) algo que me obligo a cambiar de planes y acercarme a Unity Books(librería que he intentado que me guste ya que es la más cercana a mi apartamento y al centro de la ciudad pero que no acaba de convencerme). Una vez allí pues elegí Theory of Bastards que tenía un título y una portada prometedoras que casi compensaban la existente de un apéndice al libro en el que al parecer se referenciaban y se describían los experimentos en los que “se basa” el libro.

Esperaba bastante de la novela ya que la comparaban con Philip K. Dick en la contraportada y esperaba, yo que sé, profundidad psicológica, experimentos apasionantes pero lo único que he encontrado es una historia sobre un grupo de monos que al parecer se dedican a hacer trampas cuando observan sus rituales de apareamiento y poco más. Una prosa pesada y sin especial interés para describir una situación que desde el principio a) se podía evitar y b) se ve venir. Divertida la referencia a un estudio genético en el que se prueba que el 10% de los recién nacidos no tienen relación genética con el que consideran su padre, porcentaje que no solo se mantiene en diferentes culturas y grupos sociales, sino que también se da en otras especies monógamas (distintas de la humana me refiero).

Tal vez es este parecido entre especies sea lo más interesante, especialmente cuando se refiere a temas que impregnan la cultura popular para señalar la maldad de los hombres frente a otras especies animales, normalmente indicando cosas como que el hombre es la única especie que mata a sus semejantes. En este sentido (sin ser capaz de refutar las pruebas o de apoyarlas) me sorprende leer: “in many species, infanticide was routine when a new male wrested control over a group, his first act was to kill every juvenile, all of whom were offspring of the alpha male”. Igual esa maldad de la especie humana no es tan exclusiva nuestra como piensas algunos animalistas (o especistas o cómo demonios se hagan llamar ahora). No, creo que en esto tampoco somos tan diferentes (inherentemente, que otra cosa es que nuestra cultura nos haya transformado en seres más civilizados) que el resto de las especies animales. Nuestro diez por ciento de bastardos y nuestros instintos asesinos hay siguen.

A medio leer esta novela aproveche un ratillo soleado para acercarme ya a mi librería local y hacerme con provisiones para evitar futuras caladuras, que tampoco es cuestión de empezar a coger virus locales, y para ver si poco a poco pues voy terminando la lista esa de recomendaciones de las mujeres neozelandesas. Empecé por The Green Road, que es una de esas novelas de familia (cuatro mujeres) ambientada en esa Irlanda de ficción que todos conocemos tan bien. Me cuesta no ser políticamente incorrecto y decir que es una novela de chicas, pero… lo es, aunque no quiero ahora mismo meterme en una discusión sobre el termino o sobre a qué me refiero exactamente, pero dejémoslo en que sí, es una novela de chicas. Con esto no pretendo decir que sea mala, que no sea interesante o ninguna cosa por el estilo, sinceramente no tengo ni idea de lo que quiero decir. Es una sensación que no se explicar pero que desgraciadamente empiezo a tener con bastantes de las novelas que están en esa lista de cincuenta novelas escritas por mujeres y seleccionada por neozelandesas.

Obviamente mi parte favorita es cuando un personaje principal que ha pasado por guerras, hambrunas y otras circunstancias en las que su vida ha estado en juego se preocupa por la comida (y por los criterios higiénicos de los cocineros):“you could be saving lives all day and be undone at the end of it by a plate of beans and bad lard. Literally saving lives. Because war you can do, and famines you can do and floods are relatively easy, but no one survives when the cook scratches his arse and then decides not to bother washing his hands”. Y eso que me parece que referirse a las inundaciones como algo fácil de gestionar, en relación con la potencial pérdida de vidas, pues es un poco desconocer la historia, despreciar el saneamiento y sobre todo olvidarse de esos pequeñajos que transmiten, digamos, el cólera.

La parte más extraña es cuando aparece textualmente una referencia a la cerveza española “And Spanish ale shall give you hope”, a través de un poema al parecer famoso un tal James Clarence Mangan (si, lo he buscado en Wikipedia) que no sé qué tal poeta seria pero que parece tener un extraño gusto (igual ironía) sobre las bebidas alcohólicas ya en la versión completa también habla de “There’s wine from the royal Pope“. Extraño, eso del vino papal y la cerveza española.

La mejor descripción, por la cantidad de gente a la que le resulta aplicable, es la del maestro de la irrelevancia (master of irrelevance) de ese “Dan told you everything except the thing you need to know” de los que desgraciadamente conozco varios y hacen que las conversaciones sean, a veces, como confusos acertijos de una longitud infinita.

En mi intención de seguir la lista de los 50 libros y teniendo en cuenta que soy un poco retrasado para según qué cosas pues cogí Future Home of the living God, sin darme cuenta de que el mes anterior ya había leído un libro de esta autora que no me había gustado especialmente. Pero mi memoria es así, una mente desierta incapaz de hacer una conexión, casi lo opuesto de esas otras que algunos poseen y que solo puedo imaginar de forma similar a como hace la autora: “I imagine her mind as a pinball machine, one of the old-fashioned, nonelectronic kind. A thought ricochets off over a century of personal memory, lighting up and ringing associations that only connect because of the speed and arbitrary motion of the original thought”

El libro en si pasa sin pena ni gloria siendo bastante indiferente pese a tener alguna idea buena en la base creo que no acaba de desarrollarla como debería y se pierde en la identidad cultural de los indios, o en este caso en la falta y consiguiente búsqueda de esa identidad por parte de la protagonista en un mundo pre apocalíptico. Si me resulta sumamente curioso que es el segundo libro en el que se vaticina una especie apocalipsis por ¿Cómo decirlo? Una regresión en el big-bang o en la evolución plateando ¿Qué pasaría si de repente empezáramos a involucionar o si las constantes universales de repente cambiaran? Realmente no es una idea tan descabellada, si uno la mira desde la perspectiva del big- bang como una expansión que en algún momento terminara y empezara una contracción… ¿volveremos por el mismo camino? ¿volveremos a ser primates?

The secret History no solo la escogí por estar en la lista sino porque se describía (en la contraportada) como la primera novela sobre la vida universitaria americana (the original American campus novel) y bueno, las novelas de universitarios pues siempre tienen su punto y curiosamente me era totalmente desconocida. Digo curiosamente porque creo que mi hermano Rafa me ha recomendado bastantes autores de novelas de campus americanos (podríamos decir) y está ni remotamente me suena. Algo que seguramente se deba exclusivamente a mi memoria, pero cuando en esta novela – que sí, va sobre unos estudiantes de letras clásicas en un campus – lees directamente “’You want to know what Classics are?’ Said a drunk Dean of Admissions to me at a faculty party a couple of years ago. ‘I´ll tell you what Classics are. Wars and homos. ´ A sententious and vulgar statement, certainly, but like many such gnomic vulgarities, it also contains tiny splinter of truth.” resulta inevitable preguntarse la omisión de esta novela de las recomendaciones de mi hermano no se debe a las muchas referencias al mariconeo de los estudiantes de letras clásicas. Inevitable.

Y una pena, porque la verdad es que tiene partes entretenidas (aunque hay partes en las que uno se aburre bastante y se vuelve un poco repetitiva) con frases verdaderamente excelentes – que estoy seguro Rafa comparte -  como porque la gente se vuelve loca (por la acción de Las Furias): “They turned up the volumen of the inner monoloque, magnified qualities already present to great excess, made people so much themsleves that they couldn’t stand it”

Algo que cada vez pasa más y es que la gente es “tan ellos mismos” que no pueden soportarlo, ni ellos ni el resto del mundo.

También estoy muy de acuerdo en el planteamiento de que el lenguaje condiciona las cosas que podemos pensar de que “One´s thought patterns become different, he said, when forced into the confines of a rigid and unfamiliar tongue. Certain common ideas become inexpressible; other, previously undreamt-of ones spring to life, finding miraculous new articulation.” ya que por un parte lo primero me pasa ahora mismo con cierta frecuencia si bien todavía estoy esperando a que me pase lo segundo, y por otra parte es algo que pienso cuando la gente habla de ser bilingüe o trilingüe a una edad muy temprana. No estoy seguro de que sea especialmente bueno, últimamente creo que es más importante aprender a pensar bien en un idioma que realmente aprender a hablar dos idiomas, pero no terminar de pensar bien en ninguno de los dos. Creo que cuanta más gente bilingüe conozco (ahora he conocido a bastantes) más me convenzo de la necesidad de primero aprender a pensar en un único idioma, aunque esto haga más difícil aprender idiomas algo mas tarde.

Otra cosa que he notado, aquí en Nueva Zelanda, es lo importante que son las referencias culturales básicas que una cultura y una generación tiene en común, creo que la vida es muy difícil si no compartes estas referencias básicas (ademas de muy aburrida) y este es uno de los problemas que más me encuentro, precisamente por eso de la multiculturalidad, que mis referencias culturales, mis asociaciones de ideas, son completamente ajenas a los aborígenes (y no aborígenes) de este lugar. Es bastante molesto y crea una gran diferencia, a veces insalvable, entre mi forma de pensar, ver el mundo, y la suya. Para mi leer “one likes to think there’s something in it, that old platitude Amor vincit omnia. But if I´ve learned one thing in my short sad life, it is that that particular platitude is a lie, Love doesn´t conquer everything. And whoever thinks it does is a fool” obviamente es como leer “la vida no es justa, princesa, y quien diga lo contrario está intentado venderte algo”. Pero creo que una referencia a Goldman en este país no tendría ningún impacto (sí, he hecho algunas pruebas y la acogida ha sido decepcionante… ni siquiera captan “mi nombre es Iñigo Montoya” … y no, no es por la ausencia de ñ). Estas pequeñas cosas se están convirtiendo en barreras, de momento, infranqueables.

Granzilla es una novela con una buena idea (que todo sea dicho ya había visto, mucho mejor desarrollada, en un capítulo de los Simpsons) en la que uno tiene que enfrentarse a lo mucho que desconoce la vida de sus progenitores y más aun de los progenitores de sus progenitores (los abuelos) y como uno puede tener una idea que no tenga nada que ver con la realidad y como la realidad de la verdadera vida de los abuelos puede irrumpir en como los valoramos y en lo que realmente creíamos. En cierta medida para mi generación esto es algo que damos por asumidos ya que sabemos que nuestros abuelos pasaron una guerra civil y que lo que imaginamos de ellos realmente no los representa o no es la única faceta que han tenido a lo largo de su vida. Para gente mas joven en la que sus abuelos no han vivido una guerra civil, o mundial, si no que han vivido en un mundo un poco más de “guerra fría” o de “terrorismo” pues este ocultamiento puede no ser tan obvio y el descubrimiento algo trastornador

Es una buena historia que da para un buen capitulo de los Simpsons pero que no llega a llenar una novela, o al menos no esta novela, en la que lo mejor es el deseo cuasi hereje, o por lo menos un poco excesivo, de una niña pequeña que “prayed for the Second Coming so she’d get raised from the dead in time for my birthday” (siendo “She” su madre recientemente fallecida).

Pero así somos todos cunado somos pequeños, o incluso de mayores, centrados en nosotros mismos y en nuestros pequeños deseos.

En fin ahora, en poco, como si quisiera resolver la apuesta de Mambrú, vuelvo por la pascua (con cierto retraso dadas las costumbres y festividades locales) así que puede que nos veamos e incluso puede que para la próxima entrega tenga algún comentario de algún libro editado en español e incluso comprado en alguna de mis librerías de referencia (ya sabéis cuales aunque me dicen que no pasáis mucho por la sierra de Madrid).
En fin, pues ya, si eso, seguimos otro día.

Lecturas

Theory of Bastards – Audery Schulman
The Green Road – Anne Enright
Future Home of the living God – Louise Erdrich
The Secret Story – Donna Tartt
Grandzilla – Lisa Williams












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