Aquí estoy intentando ponerme al día en las lecturas
atrasadas con esta tercera y última parte (las que me quedan ya se las adjudico
a marzo y pueden esperar por lo tanto hasta final de mes).
Aquí estoy, afortunadamente en la isla Norte de Nueza
Zelanda y no en la isla Sur que es donde ayer tuvo lugar el ataque terrorista
que ha conmocionado a todo este país.
En cualquier caso, como el objetivo del ataque era una
mezquita la verdad es que entiendo que ninguno estéis preocupado por mí ya que
las posibilidades de que me pillara cerca eran entre remotas e inexistentes. MI
cercanía a los templos religiosos, de cualquier índole (salvo tal vez los de
algunas vertientes muy libres del Pastafarismo), es la misma que puedo tener a
los grandes eventos deportivos o incluso a casi cualquier congregación popular
(o elitista, para el caso): resumiendo, ninguna.
Aunque la escala del atentado en términos absolutos no es
abrumadora la conmoción social es muy elevada. Entiendo que, en gran parte por
la escala relativa, 50 muertos en Nueva Zelanda con una población de unos 4
millones, en Christchurch una ciudad con menos de trescientos mil habitantes
pues es como un atentado en Madrid con entre 500 o mil muertos. Una atentica
barbaridad numérica (obviamente, con uno solo, incluso sin víctimas, un
atentado es una barbaridad).
Creo que también influye mucho el hecho de que por una parte
los neozelandeses (no me sale lo de llamarles Kiwis, como si fueran fruta, un
animal o casi cualquier cosa) se consideran completamente ajenos al mundo
exterior y creen que la globalización no va con ellos (aunque obviamente
disfruten de muchos de los servicios que esta ofrece) y les sorprende mucho que
el terrorismo llegue a su “aislado paraíso” cosa que no les sorprende de uber o
los patinetes esos de los demonios (es verdad que algunas cosas, digamos “buenas”,
no les han llegado a esta banda de hippies, como puede ser Ikea – aunque tras
veinte años de reivindicaciones de un sector de la población parece que les va
a llegar – o el mismísimo amazon, que como tal no existe aquí); por otra parte
se debe a que sinceramente se creen “especiales”, gentes de “buena voluntad”,
sin malicia, no como los del pérfido mundo exterior (incluidos en este caso sus
sobrinos australianos). En fin, creo que esta visión idílica de sí mismos se va
a ver un poco trastornada y es posible que por fin empiecen a replantearse que
vivir en el mundo conlleva las cosas buenas, pero también las malas.
Creo que a partir de ahora dejaran de ser un país en el que
la alerta terrorista solo tenía dos niveles: bajo, donde ha estado siempre; y
alto donde está ahora mismo desde ayer (por cierto, ayer salí de casa – que está
muy cerca de la estación central de Britomart – y l volver habían acordonado la
zona porque alguien se había dejado unas maletas sin “vigilancia”. Sospecho que
las explosionaron mientras el “sospechoso” estaba en el baño echando una “meadita”
distraído y sin preocuparse de sus maletas como había hecho cientos de veces.
Pero claro ayer el nivel de alerta era “alto” y eso perjudico a su vestuario
que fue explosionada sin piedad. Seguramente de forma merecida porque aquí a
mal gusto para el vestir no les gana nadie). En fin, lo siento por ellos ya que
siempre es duro enfrentarse a la realidad de que uno no es tan especial como se
cree.
Pero, divago, ya, si eso, hablamos de estas cosas otro día.
Vamos a lo nuestro que si no, no acabare nunca.

Igualmente, curiosa me ha resultado su cita del catecismo
(entiendo que católico, que no se si hay otro) en el que se habla de los
pecados “que claman venganza” que en sus propias palabras son “The sins that cried out for vengeance were
murder, sodomy, defrauding a laborer, oppressing the poor”. Ni idea tenía
yo de esto, de hecho, algunos ni siquiera los recuerdo como pecados en la versión
infantil de mi catecismo. Curioso ¿no? ¿defraudar a un trabajador u oprimir al
pobre, pecados que claman venganza? ¿Quién lo diría?

Es verdad que yo no bebo nunca solo en los bares, lo que
prueba que no soy irlandés, pero en lo demás me siento bastante identificado,
las maneras del mundo no son con las que yo he crecido, de hecho, no solo esa
parte ha cambiado, también la otra ya que “People
didn’t really do that back then, encourage and support. You were threatened
into being who you were supposed to be”, sin embargo, ahora todo es gira en
torno a ese apoyo y si no lo das eres una persona rara, o directamente mala
persona. En fin, “o tempora, o mores”
que diría aquel.
Ya os digo, me ha gustado bastante este libro e igual que él
me pregunto si es tanto pedir: “What I
wouldn´t give for just one hour of his company. No need for much conversation
at all. Our elbows on the counter. A bottle of stout each in front of us. Half
empty glasses. Looking out at the town. Tapping our feet to the music on the
radio or laughing over the madness of the world. The company of the trusted,
what? Being understood without having to explain and not having to pretend is
fine. Being allowed to be a feckin’ mess. The feeling of his pat on my back as
he passes behind me to go to the jax. Is it too much to ask for a simple
resurrection?”.
No, no creo que sea tanto pedir a ese inexistente dios
omnipotente. No me parece tanto pedir, sinceramente. Sobre todo, cuando uno se
da cuenta de que la alternativa a esta resurrección solo puede basarse en una
mentira: “my fellow senior citizens
passed by, getting a look good at the new boy. Some smiled. I looked
away, unable for it. Unable for the lie of a man I would have to become to make
my way into their circle. To be accepted, to belong. But here’s the thing, son,
I only wanted to belong to one person and she wasn’t in that room. And in my
heart I knew that even if I was a man comfortable with the small talk it would
take to break into that new life, I didn’t want it. I simply did not
want it.”
Bueno, yo aún estoy intentando saber si quiero intentarlo o
no, me temo que no pero aún estoy en periodo de prueba en el otro lado del
mundo, que desde aquí no parece tan diferente.


El caso es que la historia de las cuatro hijas de un
misionero en el Congo en plena independencia del país (según la contraportada,
una versión moderna de mujercitas, aunque no puedo juzgar ya que no me acuerdo
de nada de mujercitas – la película, que el libro no lo he leído, creo). Como
hay un misionero hay algunas referencias religiosas que desde luego son
divertidas “If God has amused himself
inventing the lilies of the fields, he surely knocks His socks off with the
African parasites.” y con la intención, entiendo, de valorar el conocimiento
local frente a l incultura de los no locales hay alguna reflexión sobre el uso
del agua que es ciertamente acertada: “Everyone
in this village known more about hygiene than we do, we have lately discovered.
While we were washing and swimming in the stream any old place, there
were rules, it turns out: wash clothes downstream, where the forest creek runs
into the crocodile river. Bathe in the middle. Draw water from drinking
above the village”
Aunque si bien el conocimiento, o el desconocimiento más
bien, por parte del misionero y su familia llegados al África es mucho menor
que el de los locales, por usar las propias palabras de la autora no creo que
este conocimiento sea mucho mejor ya que no está claro si solo sabes las normas
o han entendido el porqué: “This came as
a strange letdown, to see how the game always went to those who knew the rules
without understanding the lesson.”

Aunque tiene cosas entretenidas como ese personaje que
decide leer la biblia y “and every day, I
find a verse I cannot stomach, make peace with, or comprehend. I write it down
on my calendar”, una práctica que estoy casi seguro puede ocuparte toda la
vida; otras curiosas como la importancia de los sesenta cumpleaños para los
coreanos ya que es cuando se han completado cinco ciclos de su calendario (que sí,
tiene doce signos como el nuestro pero anuales y que si, que parece que también
el cinco les parece importante). Curiosidades de la vida, o de las matemáticas
como ese viejo dilema sobre ¿cuál es el número importante si pi o tau (siendo
tau, dos veces pi)?
Para algunos claramente tau ya que está más directamente
relacionado con las propiedades de la circunferencia, pero para mí pi ya que
aparece en la fórmula más incomprensible de todas: la identidad de Euler, donde
todo se mezcla: pi, con el numero de Euler (e) y con el numero imaginario (i).
Preciosa, buscarla y ya me contáis que os parece.
En breve, hablamos de otras cosas que no sean libros… o de
libros otra vez.
Lecturas
The Round
House – Louise Erdrich
When all is
said – Anne Griffin
The Wall –
John Lanchester
The
Poisonwood bible – Barbara Kingsolver
Free food
for millionaires – Min Jin Lee
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