Volver por navidades a Madrid parecía algo razonable
teniendo en cuenta las fechas, pero también, precisamente por lo mismo, era
algo bastante irrazonable ya que llevaba poco más de un mes aquí (me incorpore
al trabajo el día del retrete que, por si alguno no lo sabe, es el 19 de
noviembre, aunque había venido unos cuantos días antes para arreglar cosas como
el tener un apartamento. Obviamente no tenía claro que hacer y tampoco había
preguntado, antes de venirme, cuál era la política vacacional en las fechas
navideñas que, aquí además coinciden con el verano.
Una vez aquí y al cabo de algún tiempo por fin conseguir
enterarme de que la oficina cerraba todos los días desde nochebuena hasta
después de reyes y que no había opción, teníamos que pedir vacaciones para los
días no festivos.
Superando lo absurdo de tener que solicitar/pedir días de
vacaciones si realmente estaba obligado a tomármelos, quisiera o no e incluso
el hecho de que con lo poco que llevaba trabajando deberían denegármelos ya que
no tenía derecho a ellos pues al final decidí enfrentarme al proceso
empresarial de solicitar los días, esperar su aprobación y buscar un billete de
vuelta para Madrid.
(Si, también podía haberme quedado aquí todas las fiestas
pasando de la familia, pero no parecía muy razonable; al fin y al cabo, aquí no
conozco a nadie y pasar las fiestas completamente solo, aunque tentador por
aquello de poder ignorarlas, no me parecía correcto).
Tras varios días de comprar chorradas, sobre todo para mi
sobrina en tiendas japonesas de la zona, cogí el avión(es) de vuelta y, la
verdad es que no recuerdo que fue lo que leí durante ese día de viaje, pero
espero que sea alguno de los libros que ya he comentado en la primera parte ya
que no están aquí.
En casa todavía me quedaban un par de libros de la última
visita a NYC que han sido los primeros que se han empezado a acumular en la
estantería de mi apartamento (si, ya tengo un apartamento razonablemente
definitivo con dos habitaciones y mirando al puerto para ver, los días que no llueve,
como llegan cargueros y como los barcos de vela cruzan la bahía. Vamos como un
temazo de Soul pero desde un décimo piso, sin tener que bajar a sentarme
fuera).
Para el viaje de vuelta a Nueva Zelanda escogí un libro de
cuentos How are you going to save
yourself? Que sin duda es un buen título y que más o menos tenia buena
pinta pero que para lo único que sirvió es para que prácticamente me durmiera
todo el viaje de vuelta. Es verdad que no toda la culpa es del libro e igual le
doy otra oportunidad ya que cuando llegue al aeropuerto de Madrid para embarcar
de vuelta hacia Dubai y luego Auckland. La chica del mostrador me pregunto, con
mucha prudencia y mucho tacto “¿tendría algún problema en que le cambiáramos de
clase?”. Obviamente, por su forma de preguntarlo yo no entendía nada y
sospechaba que ya se me había echado a perder mi capacidad de comprender el
español, ya que yo viajaba en turista y obviamente que me cambiaran de clase a,
digamos, business, no parecía algo como para preguntar con tanto miedo. ¿de
verdad esperaba que le dijera, no, de ninguna manera, no quiero que me cambie
de clase, yo me quedo en turista? No sé, supongo que habrá gente que lo haga,
aunque no puedo imaginar porque razón… el caso es que al final pues viaje en
Business desde Madrid hasta Dubai, lo que no está mal, si bien hace que el
resto del viaje (la pata larga que dirían los entendidos) fuera un poco más
difícil de sobrellevar de vuelta a turista, con el populacho y las masas de
potenciales insolventes. El caso es que esto, lo de viajar en Business estoy
seguro de que no fue bueno para la lectura, especialmente de cuentos sobre
negros del gueto.
(Por cierto, el motivo de que me ofrecieran cambiar de clase
fue el temido overbooking, que te puede dejar en tierra sin especiales
miramientos. Afortunadamente en este vuelto solo había overbooking en turista y
la clase business tenia espacio y, sospecho, que debe de haber una norma que
les obliga a subir de clase a los pasajeros en lugar de dejarlos en tierra y
llevar el avión vacío. De hecho, ahora que lo pienso creo que debería haber una
norma similar incluso en el caso de que no hubiera overbooking: si hay sitio
vacío en una clase superior deberían cambiarte de clase, ¿Qué sentido tiene
llevar los mejores asientos vacíos? Pero, divago, y dudo que exista una norma
tan razonable).
Edge es ciencia
ficción, con toques de teoría cuántica (que incluso incluye dos páginas de
bibliografía al final) a la vez que una novela de terror con la proximidad de
catástrofes que acabaran con el mundo. Vamos, lo que podría denominarse “una
paja mental” pero el caso es que es entretenida y buena, aunque por tomar una
frase del autor “Basically, matter is made up of a whole lot of nothing” y en
cierta medida pues eso pasa con las novelas, incluso con esta. No estoy seguro
de si es culpa mía o del autor, pero tras la lectura sigo sin tener muchas
cosas claras puede que ¨Since the ones
giving the answers hardly understood the details, they only added to the
doubts”, o puede que no y que sea yo cortico de entendederas.
Otra novela traída de NYC hasta Auckland, por el camino
largo, es decir pasando por Madrid ha sido Manhattan
Beach. Obviamente el titulo resulta directamente interesante, para mí al
que casi todas las novelas que pasan en NYC, incluso en Brooklyn me suelen
interesar por mi fascinación con la ciudad; y si encima la contraportada habla
de personajes misteriosos, de noir
thiller y esas cosas pues la tentación aumentaba. A ver, la novela se deja
leer, pero es una de esas historias que parecen hechas para reivindicar la
igual de géneros (realmente va sobre la primera mujer buzo de la armada
americana) y que igual quedan bien (lo dudo) en una película de un importante
estudio de Hollywood. Una historia seguramente fascinante, una importante lucha
por la igualdad, pero una novela flojilla y simplona de la que no he rescatado
ni una sola frase.
Ya una vez en Auckland mi primera visita de compras
literarias fue a The Women’s bookshop
y me primera selección era casi obvia: Eleanor
Oliphant is completely fine. Cualquiera que tenga el valor de llamar a su
personaje principal Oliphant cuenta con mi aprobación y si es capaz de ponerlo
en el titulo pues todavía mayor aprobación. Para mí eso denota que la novela va
a ser divertida, que su autor (autora, en este caso y no por corrección
política sino por razones de sexo, o de genero debo decir) tiene sentido del
humor incluso sobre su obra. Con un título como ese, sabes que va a ser una
novela con un personaje central excesivo en plan La conjura de los necios y efectivamente así es.
Puede que no coincidas con algunas ideas del personaje como
su opinión de una visita a un bar con música en vivo no sospechosamente extraña pero con la que obviamente puede
ver a mi hermano coincidiendo al cien por cien (y no solo a el):
“it was a cacophonous din, with too many
guitars and not enough melody. It was, I thought, the sound of
madness, the kind of music that lunatics hear in their heads just before they
slice the heads off foxes and throw them into their neighbor’s back garden.”
Otras con las que obviamente te sientes plenamente
identificado y crees que todo el mundo debería estarlo:
“Illiterate communication was quicker, that was true, but not by much. I’d saved myself the trouble of typing four whole characters. Still, it
was part of my new credo, trying new things. I’d tried it, and I very
definitely did not like it. LOL could go and take a running jump. I wasn’t made
for illiteracy; it simply didn’t come naturally. Although it’s good to try new
things and to keep an open mind. It’s also extremely important to stay true to
who you really are. I read that in a magazine at the hairdressers.”
Cuanta
razón y que bonito detalle el final sobre leerlo en una revista en la
peluquería. Brillante.
Y por supuesto algunas dudas existenciales y cuál sería la
postura de ciertos colectivos ante una posible opinión personal no
convencional: “I’m not sure I’d like to
be burned. I think I like to be feed to zoo animals. It
would be both environmentally friendly and a lovely treat for larger
carnivores. Could you request that, I wondered. I made a mental note to write
to the WWF in order to find out.”
Ya digo, un pelín excesivo pero entretenido, incluso
británico a ratos (No, no ingles que la autora es, o vive, en Glasgow; y puede
que estos sigan siendo europeos cuando los ingleses dejen de serlo, o eso les
gustaría según tengo entendido).
Mi único motivo para comprar (en NYC, antes de venirme a
Nueva Zelanda) The Deeper the Water the
Uglier the Fish fue obviamente el título. Me gusta tanto que incluso la
lectura de la contraportada, o de la solapilla, en la que la describían como
una novela en la que dos hijas pelean
por la atención de su padre, una mirada a la relación entre familia y arte y
otras chorradas incluidas en ambas partes del libro; no, ni siquiera eso me
hizo cambiar de opinión. En fin, pues eso que el título es exactamente lo mejor
del libro. Si no os gusta el título no le deis una oportunidad, si os gusta
pues vosotros mismos, pero yo ya he avisado.
A ver, un libro sobre la infancia de una niña en Irlanda no
es, así a priori, algo que uno se sienta tentado a comprar, incluso si esta
infancia transcurre durante los “Troubles”,
a menos que uno se pare a reflexionar y se dé cuenta de que con la denominación
de “problemas” los irlandeses se refieren a el conflicto armado de los setenta-ochenta
en Irlanda (toma eufemismo, creo que ligeramente insuperable, aunque alguna de
nuestros nuevos políticos españoles están a la altura no han cuajado tanto como
esta denominación) y entonces pues comprar no
bones tiene más sentido ya que quien no tiene interés en esta parte de la
historia, de una historia tan cercana. Una historia con la violencia cotidiana
como seña de identidad, como contexto e incluso como explicación de casi
cualquier comportamiento: “In spite of,
or maybe because of, the reality all around them, the young people in the area
didn’t really accept they could die. Their neighbors or brothers, or mothers or sweethearts perhaps, but
they´d go on forever and they ´d have great crack”.
También es el reflejo de otros tiempos, más divertidos a la
vez que más brutales, en los que uno podía plantearse escribir un artículo con
un título como “The only way to cure the
anorexia is to force feed” y en los que un celiaco (falso celiaco, que los
que de verdad lo son, tienen mi respeto y apoyo. Que no se me malinterprete)
sencillamente no habría sobrevivido, probablemente quemado por tener creencias
próximas a la brujería.
The Women’s Bookshop
es una de esas librerías en las que ponen pequeñas notas en los libros que les
gustan a las dependientas con una descripción de porque le ha gustado, o a que
se parece. Lo cual en cuanto consiga saber el nombre de la dependienta preciosa
y encantadora que tiene posibilidades de gustarme puede resultar interesante
para saber qué cosas, que libros, le gustan y por lo tanto saber si realmente
tiene posibilidades y merece la pena el esfuerzo (seguramente titánico de
entablar amistad con ella).
Lo que también tiene es una lista de los cincuenta mejores
libros escritos por mujeres según una votación de las mujeres de nueva Zelanda
en no sé qué revista. No solo tienen la lista si no que tienen una pared en la
que tienen uno o dos ejemplares de las cincuenta novelas y alguna adicional,
además de la votada, de la escritora elegida. No, no puedo deciros ahora mismo
cuantas he leído o como voy con la lista ya que pese a que, conociendo mi mala
memoria, decidí traerme una a casa, al final decidí mandársela a mi hermano
para que en su posición de empresario y artista del sector me dijera alguna
opinión. Así que ahora mismo no tengo la lista y no puedo deciros… pero si
puedo deciros que he decidido seguirla hasta completarla (o averiguar el nombre
de mi dependienta favorita, en cuyo caso me dedicare a completar sus lecturas
favoritas, dejando la lista de lado) así que en cada visita me compro dos de la
lista (además de otros dos que no están en la lista): uno de la cabecera de la
lista y otro del final de la lista.
El primer lugar en la lista es obvio y lo ocupa el cuento
ese de la criada que ya he leído y que me pareció de una fama bastante
inmerecida como ya creo haber comentado. Como Rafa me había comentado que
realmente la autora tenia cosas que estaban bien decidí darle una oportunidad a
Hag-Seed, otro que habían añadido al
hueco reservado para la autora.
Por supuesto, ya me conocéis, lo cogí sin haber leído nada
especialmente, ni la contraportada y mucho menos una nota al final en la que
explican que al parecer son versiones de obras de teatro clásicas (de
Shakespeare, quiero decir que son ingleses) pero recontadas por autores
contemporáneos (Jo Nesbo, Macbeth; Gillian Flynn, Hamlet). Yo, tras haber leído
el libro pues no estoy seguro, aunque he de reconocer que no tengo muy claro de
que va La Tempestad (que se supone es
la que se recuenta en este caso), de que en este caso la historia la recuente
salvo en el sentido en que, si aparece y unos se la explican a otros, pero no
sé yo si eso es recontar (no sé, para mi recontar es más como Kurosawa con Ran, recontando El Rey Lear
pero que sabré yo de Shakespeare).
En cualquier caso, por razones de edad y de situación
personal me niego a aceptar esta frase del protagonista “’Other places?’ said Felix, ‘I’m fifty, for cripes’sake. Past the sell-by date for new starts, wouldn’t you say?’” Anda que, hasta aquí
podíamos llegar, hasta considerar que ya a los cincuenta uno no puede empezar
algo. No, hasta ahí podíamos llegar, aunque he de reconocer que el uso de ese “fecha de caducidad/venta” me gusta
mucho, casi tanto como llamar a alguien donut
“because he claims to have nothing in the
middle of his head”. Incluso cuando mi donuts favorito es el Boston Cream que esta deliciosamente
relleno, pero entiendo la idea del insulto y me encanta.
Alguno de va a quedar
con ese mote me temo.
En el numero cincuenta de la lista de lecturas estaba Night at the Circus, que
desgraciadamente no tiene nada que ver con la famosa de los hermanos Marx. La
verdad es que no empezaba especialmente mal ya que sobre la pagina ocho había
una descripción que me recodaba a gran parte de mi familia paterna,
especialmente a mi abuelo Elias “who now
shifted fron one buttock to the other – ‘better out tan in, sir’ – let a
ripping fart ring round the room” ya que esto de tirarse pedos con una
discreción minima parece que siempre ha sido un tema de familia aunque nosotros
lo hacemos sin comentarios aprovechando nuestro hieratismo británico.
En cualquier caso el
resto de la novela decepciona y, sinceramente, no he conseguido acabarla puede
que por mi poco, o nulo, interés por el circo y sus gentes pese a ratos
sentirme identificado con algunas facetas de su personaje principal ya que “I must say, too, that I both hate and fear
the open country. I do not like to be where Man is not, I tell
you straight. I love the sight and stink and bustle of some human habitation a
I love my life and a bit of landscape that has no people in it, no friendly
smoke rising from the chimney of some human habitation, is as good as a desert
to me.”
Y ya veis lo que son las cosas aquí estoy en un país en el
que su única virtud parece ser la posesión de grandes espacios sin gente, una
cultura del campo y de la naturaleza que choca de frente con mi concepción del
universo. Sorpresas te da la vida que cantaban la Orquesta Platería cuando yo era pequeño (ya, ya sé que no es suya,
pero ellos la descubrieron a muchos madrileños y eso merece un respeto).
En fin, con esto y antes de ponerme a despotricar de este
país de amantes de la naturaleza voy a dar por terminada esta segunda parte de
puesta al día, que no será la última, pero espero que sí, la penúltima y no en
su acepción de las cinco de la madrugada para referirse a la última cerveza o
copa)
Una más, con otros cinco libros, y ya me pongo al día… y
empezare a contar otras cosas que lecturas.
Lecturas
How are you
going to save yourself – JM Holmes
Edge – Koji
Suzuki
Manhattan
Beach – Jennifer Egan
Eleanor
Oliphant is completely fine – Gail Honeyman
The Deeper
the Water the Uglier the Fish - Katya
Apekina
No Bones –
Anna Burns
Hag-Seed –
Margaret Atwood
Nights at
the circus – Angela Carter
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