lunes, 28 de abril de 2014

Controlando accesos (1986-2014)

En breve, cuando el ayuntamiento tenga a bien convocar un examen de renovación, yo me

retiro como controlador de accesos, bueno, me retiro oficialmente ya que mi mi carnet de “controlador de accesos” caduca, y a mi no me apetece renovarlo, me da demasiada pereza tener que volver a examinarme. Pereza de volver a examinarme del conocimiento de la ley, pero mucha mas pereza volver a examinarme de “personalidad”. 

La verdad es que esto ultimo no solo me da pereza, si no que también me da un poco de miedo: con la cantidad de ensaladas y frutas que tomo ahora, teniendo incluso un restaurante vegetariano favorito, es posible que mi personalidad no este a la altura de los requerimientos y que asunta que pueda ser identificado como “vegetariano” en las pruebas de personalidad, lo que es un riesgo. 

Si, es un riesgo, un riesgo elevado, ya que todos los que conozco que han suspendido este examen son vegetarianos, de hecho diría que todos los vegetarianos que conozco que se han presentado al examen han suspendido, al menos una vez. Para la segunda oportunidad muchos de ellos, estoy convencido, hicieron de tripas corazón y comieron carne los días antes para asegurar el aprobado.

La verdad es que este hecho, el suspendo metódico de los vegetarianos, a mi me parece una buena prueba de que el examen de personalidad es, al menos, capaz de separar algunos comportamientos radicales que pueden llegar a ser conflictivos como controladores. Por que si, no nos engañemos, es innegable que la casi totalidad de los vegetarianos tienen un problema de actitud, una actitud “talibanesca” que no les hace aptos para este trabajo. Por supuesto, por supuesto que hay actitudes peores que la que denota ser vegetariano pero posiblemente también sean detectadas en el examen con preguntas sencillas como esas de “¿si algún cliente intenta abandonar el local por la puerta de emergencia, usted? a) se acerca a el y le explica educadamente que no puede usar esa puerta. b) le agarra del cuello y le golpea una vez arrojandole discretamente por la puerta de emergencia del local. c) le retiene lo antes posible, avisa al resto de sus compañeros y entre todos le revientan a golpes con el objetivo de que el resto de clientes capten adecuadamente el mensaje” o esas otras de “¿las puertas de emergencia? a) deben permanecer accesibles y operativas en todo momento y es parte de su trabajo asegurarse de que lo estén. b) deben de bloquearse antes de admitir a nadie en la sala y permanecer inoperativas en todo momento. c) deben de cerrarse con llave o cualquier mecanismo - cadenas y candados - que no permitan su uso bajo ninguna circunstancia.” y algunas otras igual de difíciles

Pues si, me da tanta pereza (y miedo) y al fin y al cabo ahora salgo tan poco, paso tan poco tiempo en el Wurlitzer o en el Wharf, que no me compensa renovar el carnet por lo que en breve dejare de ser “portero”, algo que oficialmente, y solo oficialmente, he sido durante los últimos cuatro años y un trabajo que realice por primera vez hace 28 años.

Si, ciertamente, aunque parezca increíble, fue hace 28 años que tuve mi primera experiencia, mi primera noche, como “portero”

En 1986 yo estudiaba Caminos, carrera que había elegido por varias razones entre las que se encontraban como principales,pero no por orden de importancia: mi ausencia de una vocación de estudio de nada en concreto combinada con la ilusión que a mi padre le hacia que yo siguiera sus pasos (puesto que mis hermanos mayores no lo habían hecho), ademas estaba cerca de casa (en la Politécnica, a donde se podía ir andando, y no en la Autónoma que es donde a mi me habría tocado hacer la carrera por temas de reparto entre colegios y universidades y que estaba en el campo, lejos en el campo) ademas, y sobretodo, en Caminos se organizaban conciertos, era uno de los templos de la movida, por lo que, calculaba (como buen ingeniero) que si hacia caminos podría meterme en Culturales y de esta forma disfrutar de los conciertos gratis, y no solo yo si no que podría invitar a Jaco e incluso a otros, al fin y al cabo seria de los organizadores.

Ese año estudiaba segundo de segundo, si bien primero lo había pasado razonablemente bien (solo me habían quedado dos, lo que no era un récord en ningún sentido)  el año anterior me haba quedado, digamos, dormido y no había aprobado nada, ni las que me quedaban de primero ni ninguna de segundo. Ya digo, fue un año académicamente inexistente; eso si, fue un año que clasificaría como sensacional aunque no tenga ningún recuerdo concreto del mismo. Bueno, tengo muchos, entre ellos algunos de los mejores de mi vida; pero, si eso, ya os cuento otro día.

El caso es que ya estaba en culturales, ya me colaba (acompañado) a los conciertos aunque para ello ademas de preparar el salón de actos antes del concierto y después (montar y desmontar asientos) tenia que hacer ocasionalmente de camarero . 

Algo que tenia bastantes ventajas ya que me permitía abastecerme, y abastecer a mis conocidos, de bebida de las “botellas de abajo”, las bebidas bebibles, que nos reservábamos para nosotros mientras vendíamos ron La Flota, ginebra J.B. y similares, que no llegaban a causar ceguera pero que si daban lugar a increíbles y casi mortales resacas, algo que se a ciencia cierta porque las que sobraban eran las que bebíamos durante la semana mientras “estudiábamos” en el local de Culturales en lugar de ir a clase, antes de ir a clase o incluso después de clase... ya que éramos estudiantes aplicados y solíamos quedarnos estudiando hasta tarde, ademas de pobres por lo que no era cosa de desperdiciar oportunidad alguna de beber, aunque se tratara de ron La Flota, al que todo sea dicho se le cogía cariño a medida que cogías una buena borrachera.

Ademas, curiosamente, por extraño que parezca, a una gran parte de culturales no le gustaban los conciertos lo que permitía abandonar mi puesto de camarero durante el concierto e irme a disfrutar del mismo tranquilamente. Ciertamente, merecía la pena estudiar Caminos por estos agradables ratos.

Aunque os pueda parecer increíble, dada la cantidad de gente que seguro conocéis que afirma haber estado en Caminos en casi todos los conciertos, todos esos que han visto a Los Nikis, a Ataque de Caspa, a La Frontera, a Aviador Dro y a muchos otros, normalmente los conciertos de culturales estaban solo medio llenos, eso siendo generosos, y eran de muy buen rollo, no necesitando ningún tipo de seguridad, bastando con estar en la puerta para ir cortando las entradas ordenadamente.

Normalmente, normalmente eran muy tranquilos y estaban medio vacíos. Norma mente, pero como toda norma tiene su excepción, los conciertos de culturales también. 

Para culturales la excepción fue el concierto de Kortatu y La Polla Records, que acabaría siendo el ultimo concierto en Caminos ya que pese a ser el mas exitoso de publico empezaría y terminaría con numerosos destrozos en la Escuela, algo que nunca seria perdonado por a dirección y que daría lugar a la prohibición de los conciertos de “rock” por siempre jamas y un día (después de esto Culturales se dedicaría a organizar conciertos de música clásica y ciertamente ya merecía menos la pena estudiar caminos).

Que el concierto de Kortatu y La Polla iba a ser un éxito de publico era algo que suponíamos, al fin y al cabo aquel año el rock radical vasco estaba en pleno auge, ademas se habían vendido todas las entradas que habíamos dejado en Escridiscos, algo insólito, y como me comento Joaquin (que por entonces aun estaba con Escribano en el escridiscos de Sandoval) no solo había mucha mas gente preguntando por entradas si no que había oído que mucha gente pensaba ir sin entrada a intentar colarse; de hecho pensaban ir a montarla hasta colarse, pues ¿no eran ellos punks y radicales...? ¿como para pagar a unos pijillos de estudiantes de ingeniería? Para nada, nasti de plasti (era  1986 y si, los punkis decían estas cosas, aunque ahora lo nieguen).

No se si fue a petición de culturales, por iniciativa propia, o por indicaciones del servicio de seguridad de la Moncloa (que esta al lado y que de hecho durante muchos años mantuvo un puesto de observación, con un francotirador según se decía y algo que yo comprobaría unos años después, vigilando desde la torre de caminos) pero el caso es que a medida que el aparcamiento de caminos se llenaba de publico potencial (a.k.a. punkis bastante costrosos) se apostaron también dos “grilleras” de policía. 

Así que aunque hubiera muchos punkis, y aunque no parecieran nuestros habituales punkis “de palo” madrileños, si no ciertamente un poco mas conflictivos, estábamos protegidos de ellos, tanto por la presencia policial como por la infranqueable valla que cerraba la puerta de caminos (que suponíamos de acero Bessemer, por lo menos, y anclada por auténticos profesionales de la ingeniería, de la ingeniería de caminos. No digo mas) por lo que decidimos que todo iba bien, nos pusimos unas primera cervezas y nos dispusimos a abrir la entrada tranquilamente.

Y todo fue tranquilo, hasta que dejo de ser tranquilo; como ocurre siempre: nunca pasa nada hasta que pasa algo. Y paso: se acabaron las entradas que había pero no el publico que quería entrar, publico que ademas no tenia ningún interés en pagar la entrada, ni ninguna posibilidad de hacerlo, ya que en su mayoría se había gastado todo el poco dinero que tenia en cervezas y otras sustancias, o pensaba seguir gastando ese poco dinero en eso (cervezas y/o sustancias) y no en pagar una entrada.

Nosotros cerramos la puerta dejando a la policía observando y controlando a los punkis sin entrada, y a lo punkis observando a la policía (poco) y estudiando (detalladamente) la valla de acero que cerraba el acceso a la escuela y entonces... entonces empezó el lío...

Los punkis empezaron a colgarse de la valla de acero, empezaron a zaranderarla ante la atenta mirada y ultra-pasiva actitud de la policía desde el exterior, con los que no o bien no iba el tema o, mas probablemente, no se sentían con ganas de participar en lo que estaban seguro que se avecinada ;y de la anonadada, pero aun confiada, mirada nuestra desde el interior de la valla de protección. 

Nuestra mirada era confiada puesto que la valla había sido construida por nuestros mayores, seguramente calculada para resistir este tipo de comportamientos y peores, y  nosotros aun confiábamos en ellos aunque la observación de la valla y su comportamiento en el limite elástico empezaba a disminuir nuestra confianza en los cálculos realizados por nuestros mayores. 

Nuestra confianza disminuía por momentos, no solo en los cálculos de nuestros mayores puesto que ya estaba claro que la valla no aguantaría (no perderíamos la fe en sus cálculos en esta ocasión, si no unos años después cuando el laboratorio de geotecnia y mecánica del suelo se hundiría casi completamente por una mala cimentación) si no que también perdíamos nuestra confianza en el apoyo policial que, aparte de la presencia teóricamente disuasoria, no parecía que fuera a progresar ni aportar nada a resolver la situación.

Era el momento de reagruparnos, de replantear la estrategia y de tomar nuevas posiciones para evitar la catástrofe, casi inevitable ya, de la caída de la valla o al menos de su caída con un numero indeterminado de punkis sobrexcitados. Nadie quiere que le caifa un punki, sobreexcitado  o no, encima y mucho menos un grupo de ellos.

No conseguimos abrir la valla pero si retirarla para al menos permitir la entrada sin necesidad de la total destrucción de lo que quedaba de la misma, evitando a la vez algunos accidentes y todos los punkis sin entrada... entraron a la escuela y la mayoría de ellos entraron a ver el concierto.

La mayoría había venido a ver el concierto y ahora que habían conseguido entrar pues era el momento de hacer lo que habían venido a hacer. Claro que no todos habían venido a ver el concierto (si había que verlo lo verían) y para estos otros también era el momento de hacer lo que habían venido a hacer. Fuera lo que fuera, parecía que requería distribuirse por toda la escuela y en algunos casos incluía la destrucción a cabezazos de los aseos, taquillas y en general todo aquello que encontraban a mano y desprotegido.

Afortunadamente los baños de la planta baja eran numerosos y el destrozar los mismos, lavabos y retretes, a cabezazos les llevo un tiempo que nos permitió a nosotros “los pijos estudiantes de ingeniería” situarnos estratégicamente para evitar la dispersión, propagación, de los punkis por otras zonas la escuela.

A mi me toco colocarme en la escalera principal de acceso a la primera planta y como éramos pocos me toco quedarme solo con la idea de evitar que nadie subiera por aquella escalera; era la primera vez que trabajaba de “seguridad” de “portero” o de “controlador de acceso”, como queráis llamarlo. 

Es verdad que no soy un tipo grande, para los estándares de los porteros soy mas bien un tipo pequeño, y en aquella época, hace 28 años, era mas pequeño - aun no había dado el estirón a lo ancho que daría luego - pero la verdad es que tampoco era pequeño comparado con los mal alimentados punkis; tampoco era un tipo con una imagen intimidante, de hecho en aquella época vestía, casi exclusivamente, con pantalones de pintor, confucios y camisetas de buen rollo de Phineass, vamos que era mas bien un hippie a los que los que los punkis tenderían a no respetar (ya sabéis “matar hippies en las Cies..” y todo eso) sin embargo me pareció un trabajo fácil y nadie paso, ni intento mas de un segundo, pasar por aquella escalera.


Si, ya veis, un aspecto aterrador, especialmente haciendo malabares.

La verdad es que bastaba con estar allí, fumando tranquilamente (si, en aquellos días se podía fumar no solo en la escuela si no incluso en clase; siempre recordare a Osuna mi profesor de hidráulica que nos explicaba la capa limite y otros fenómenos hidráulicos, con las volutas de su puro de después de comer), y decirle a la gente, con mucha educación, que no podían pasar. 

Es verdad que algunos, especialmente los grupos con chicas e incluso alguno especialmente bajito, se podían un poco pesados con lo de pasar y decían cosas como “pues yo pienso pasar” , “tu no vas a impedirme pasar”, “quien te crees que eres jod**** im***”, “tu eres un m*** y voy a pasar, así que apartate ca***” y cosas así... pero nada que no se pudiera arreglar educadamente con una frase corta tipo “a mi me pagan para que no pase nadie, por algo será. Tu veras”, eso fue suficiente en todas las ocasiones.

En otras zonas de la escuela tuvieron mas problemas e incluso algunos punkis lograron acceder a algunas zonas que se suponían protegidas, pero ninguno por mi escalera, lo cual, considerando que era la principal, que yo estaba solo y que no podía ser considerado como especialmente amenazador no estuvo mal.

Del concierto en si, no os puedo contar nada ya que me pase toda la noche en aquella escalera fumando tranquilamente. Si me hubiera apetecido ver a Kortatu, que si tenían un punto de diversión entretenido con ese himno que decía “.... mañana sol y buen tiempo...”;  perderme a la Polla no me importo lo mas mínimo ya que me parecían, y no he cambiado de opinión, una autentica basura mala y tan pesadamente reivindicativa como aquellos cantautores de mis mayores. Eso si, el concierto fue un éxito económico que unido a una huelga, por la ley de atribuciones, que se declaro en la ingeniería nos permitió, a prácticamente todo culturales, marcharnos de vacaciones durante unas semanas en unos Land Rover a Galicia. Pero, si eso, ya os lo cuento otro día.

Podría parecer, por el titulo, que mas o menos me hubiera dedicado a ser portero durante todos estos años así que conviene aclarar que eso es completamente falso. La verdad es que como ese fue el ultimo concierto de Caminos yo no volví a ejercer de portero en Caminos (puede que en alguna fiesta, si volviera) y no seria hasta 1999 cuando volvería a ponerme, ocasionalmente, en la puerta del Morgenstern o en el interior del mismo.

Básicamente el trabajo en el Mogenstern era en gran parte lo contrario de lo que se espera de un portero ya que no consistía tanto en controlar el aforo como en conseguir que la gente no hiciera ruido en la calle para no llamar la atención de la policía e incluso que se estuvieran callados en el interior cuando habíamos llamado su atención a latas horas y habíamos encerrado a todo el mundo dentro pidiendoles silencio (algo que bajo ningún concepto debe de hacerse, ni debe de responderse como alternativa si os lo preguntan en el examen, a menos que seáis vegetarianos en cuyo caso, puesto que suspenderéis de todas maneras, podéis contestar con sinceridad). No, casi nada de lo que hacíamos en el Morgenstern, salvo evitar las broncas, debe de realizarse conforme a ley pero eran otros tiempos e incluso nosotros aramos otros. Pero, si eso, ya os lo cuento otro día.


Aunque parezca increible, me da pena lo de dejar de tener carnet de portero. No se, renunciar a esto es un poco renunciar a parte del pasado, es un poco traicionar a alguno y distanciarme de cosas que realmente me importan pero asi son las cosas y ademas siempre me quedara la capacidad porteritl del cotilleo. ¿no?

1 comentario:

  1. Me he reído bien con esta entrada. Hubiera molado haber estado en alguno de esos conciertos, sin duda.

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