domingo, 8 de abril de 2018

Comentario de textos Marzo 2018



Empiezo a escribir con un poco de pereza. Es una luminosa mañana de domingo, ya he comprado la nueva novela de Rafa, tengo una carpeta de discos por escuchar y la verdad es que la coca cola sin cafeína (al igual que el descafeinado) carecen el aspecto inspirador de la coca cola normal o del café con su cafeína, varios de los libros que he leído este mes no han sido especialmente inspiradores, ha sido un mes – pese a las vacaciones de semana santa – un pelín cansado en cuento a temas de trabajo e incluso en otros aspectos. Muchos factores que hacen que empiece despacio, tan despacio como empieza la excelente So much for the afterglow de Everclear. Eso si, probablemente esta entrada no mejore como lo hace la canción pero seguro que tiene, al menos, una errata tan grande como que ha cometido el que ha trascrito la letra.


Empecé el mes leyendo Sirenas, una novela negra ambientada en el submundo de la droga de Manchester. Sobre el papel, o mejor dicho sobre la contraportada, parecía no estar nada mal: chicas ricas enganchadas a las drogas, el típico policía cado en desgracia, los bajos fondos: vamos, el típico marco de novela negra con posibilidades. Mi sensación con esta novela es la misma que tengo cada vez que, por razones diversas, me veo obligado a visitar el campo: puede que sea un marco de una belleza incomparable, con sus árboles, su luces y sus sombras y sin embargo a mí no me dice nada, me parece un desperdicio, un esfuerzo de creatividad malgastado, no puedo evitar pensar en tanto esfuerzo creativo malgastado por parte de cualquiera de las deidades que se supone son responsables de ese entorno. Pues lo mismo me pasa con esta novela, un esfuerzo malgastado, que puede que a mucha gente le guste pero que a mí no me ha dicho nada. Bueno, miento. La verdad es que ha habido una frase que me ha encantado: “Las chicas suelen dedicarme sonrisas de cartilla de racionamiento, como si ahorraran para otra persona, pero Catherine era diferente. Ella siempre sonreía de verdad. Y yo, en cambio, le mentía siempre”. Sí, listillos, yo también se contar y sé que no se trata de una frase, si no de tres; pero es una forma de hablar. Igual que el nombre de Catherine puede cambiarse por cualquier otro, aunque es verdad que yo todavía recuerdo la sonrisa de Catherine pese a que imagino que no sería la de verdad, verdad; y yo nunca la mentí; no había motivo ya que no hubo oportunidad por aquello de que nunca hubo relación.

Mi principal queja contra Uno de los nuestros, es la traducción del título (One of Us, es el título original; si, con esa U mayúscula). Puede que formalmente este bien, no lo dudo pero a  mí me chirria ese “nuestros”. Por una parte, inevitablemente, me hace pensar en gánsteres urbanos (y no en las montañas de Pensilvania que es donde pasa la acción) y creo que realmente se refiere a “nosotros”, a Uno de nosotros. Ya, ya sé que parece una chorrada y  soy consciente de que no soy capaz de explicarlo pero para mí existe mucha diferencia entre “nosotros” y “nuestros” pero para mí es muy grande, casi la misma que entre “ser” y “estar”. El libro en si me ha gustado bastante, no por la historia, que he de reconocer que no me ha convencido especialmente, ni siquiera por la nostalgia de mi primera visita a Estados Unidos, no a Pensilvania si no a Morgantown, un pueblo de West Virginia, que antes de descubrir el chollo de los estudiantes de idiomas era un pueblo minero que me gusta imaginar parecido a este Lost Creek de la novela. No, la historia no me ha convencido mucho pero si me han encantado ciertas descripciones como “Si mi padre creyera en la evolución de las especies, seguramente estaría convencido de que el ser humano había aprendido a caminar erguido para restregárselo a los monos en la cara. Pero es creacionista. Cree que fue hecho a imagen y semejanza de Dios”.

Y siendo esa buena, se queda corta frente a la invención de una categoría de chicas que, con ciertas diferencias, todos conocemos (desgraciadamente cada vez más numerosas, por la falta de cuidado, o por el exceso de los mismos, de sus progenitores): “Chicas bonsái las llamaba yo, por esos árboles en miniatura manipulados que todo el mundo admira y desea, pero que solo pueden prosperar en manos de un experto cualificado. Esas chicas también eran aberraciones de la naturaleza, su mente atrofiada y deforme igual que las diminutas ramas de esos árboles”.

Con todo mi favorita sigue siendo la versión revisitada del clásico “la mate porque era mía” que en esta novela se convierte en “Supongo que fue un suicidio y un accidente: ella misma provoco accidentalmente su muerte al decepcionarme”. No creo que se pueda ser más bruto, indiferente, egocéntrico, o lo que sea, que a mí me faltan las palabras para definir según que comportamientos.
Para compensar un poco esta frase machista aprovecho y os pongo a The Excessories, un grupo con chica al frente (¿frontgirl?) descubierto entre los discos de Álvaro y que suenan realmente bien (tienen una versión del In the Flesh de Blondie, mejor que el original).




Después de este libro me había quedado “técnicamente” sin nada que leer; digo “técnicamente” porque todavía me quedaba un libro que había comprado no para leérmelo yo, sino para regalar: El puente. Ante el dilema de acercarme a alguna de mis librerías de referencia o leerme este libro a escondidas, antes de regalarlo, o en lugar de regalarlo, mi vagancia lo tenía claro (si bien mi educación en un colegio de pago no estaba tan segura de que la opción de mi vagancia fuera aceptable, ni tan siquiera planteable). He de confesar que mi vagancia gano a mi educación, con la excusa de que el receptor del regalo (a la sazón Barcina, que si estás leyendo esto ya me disculpo por esta lectura que convierte el regalo en un objeto de segunda mano) lo entendería y le importaría más el detalle que hecho de que este sin estrenar. La verdad es que pese a ser un libro periodístico sobre la construcción de un puente, el puente de Verrazano-Narrows, basado en entrevistas con los obreros es un libro entretenido (con algunas fotos curiosas) que refleja una de las grandes épocas de la ingeniería, de la ingeniería de obra: la época de los ingenieros itinerantes, que al igual que los obreros iban allí donde había trabajo como si fueran cazadores prehistóricos antes de que la sociedad se transformara en recolectora y algunos ingenieros pudiéramos obtener el fruto de nuestro trabajo sin necesidad de ir detrás de las obras, a la caza del alimento.

Curiosamente se habla bastante de algunos fracasos de la ingeniería de puentes, de puentes que se derrumban, que a mí siempre me recuerda a la historia que se contaba en mi casa de la construcción de un puente en Játiva en la que el ingeniero jefe estaba, durante casi toda la obra, en el casino y de vez en cuando se acercaban allí uno de los obreros a informarle de que “el puente se ha caído” a lo que al parecer el solía responder “pues volver a construirlo” hasta que al final tras varios intentos el puente consiguió mantenerse en pie (no, la historia familiar no identifica el puente en cuestión por lo que no puedo confirmaros si el puente sigue allí o si, una vez construido y con el uso, se ha vuelto a caer alguna vez mas o ya definitivamente).

Como Talese no es de mi familia, ni se circunscribe al ámbito de Játiva,  sus historias son más dramáticas y mejor documentadas, como la del puente Firth of Tay en Escocia, donde murieron  sesenta y cinco personas cuando se derrumbó un domingo, aunque la explicación del derrumbe habría sido muy propia de esa España de la que hablo: “Los extremistas religiosos culparon del accidente a la compañía ferroviaria por hacer circular trenes en domingo” (para vuestra tranquilidad si tenéis que viajar en festividad religiosa, los ingenieros detectaron que el problema estaba en hierro forjado y no en el tema del descanso dominical).

Leído este libro ya se acercaba peligrosamente (para los puentes y sus usuarios, según algunos autores) la semana santa por lo que la visita a mi librería de referencia resultaba ya inaplazable y debido a la falta de tiempo no podría acercarme a la librería Fuenfria de Cercedilla (que ya sabéis que visito todo lo que puedo, que sinceramente espero sea menos de lo que podéis vosotros) por lo que me acerque a la calle mayor a visitar la Librería Méndez y realizar un aprovisionamiento de cara a las tardes-noches de chimenea aunque esta vez no pensaba leer mucho porque tenía trabajo, tanto trabajo que decidí llevarme el ordenador nuevo en lugar del portátil.

Si bien el tiempo seguramente no fuera playero ya que estoy aprovecho para poneros otro clásico que en cualquier discografía que se precie debe de estar en a letra e, o en la letra c, según las manias de orden de cada uno y que, como no podía ser menos, esta en la de Alvaro. Costello, Elvis, no necesita presentación y este Oliver’s Army por supuesto que tampoco. Un clásico, incluso con ese traje en esa playa de mentirijillas.



Tengo mis sospechas de que Las Supervivientes se va a convertir en uno de esos éxitos editoriales, tipo Perdida, sin ser tan buena pero por supuesto sin ser mala, que no lo es. De hecho diría que es una buena novela, con una historia entretenida y original en la que se cuenta la historia de algunas chicas que sobreviven a matanzas varias (si, chicas y blancas; ya sabemos todos que los negros implicados en matanzas no sobreviven en ninguna película) pero es una historia en la que todo el tiempo estas esperando “el giro final” ese que ahora parece necesario en todas las novelas de intrigas e incluso en las que no son de intriga. Para mí, que ya sabéis tengo cierta deformación por los temas relacionados con el agua y con NYC, ha sido una sorpresa saber que en NYC, en Central Park, cerca de Bethesda Terrace hay una estatua que se llama el Angel de las Aguas. No tenía ni idea, creo que nunca me he fijado y ya tengo otra excusa para volver a visitar NYC (no es que necesite ninguna excusa especial, además de que luego se me olvidara, pero hace como más elegante tenerla y parece más justificado el viaje).


Como casi todos los personajes de esta novela son femeninos es el momento de poner a otro grupo de chicas que no tenía situado y que me ha gustado mucho: The eyeliners en el que aparecen con Joan Jett aunque no les hace ninguna falta que aparezca. Un descubrimiento.


Sería inútil negar que uno de los principales motivos para comprar La extraordinaria familia Telemacus fuera la portada (que no es exactamente esta). Es algo indudable e inevitable para casi cualquiera, mas para mi que no tengo ningún tipo de autocontrol. Por supuesto el hecho de que fuera sobre, digamos, gente con poderes (tipo telequinesia, precognición, etc.) es decir de timadores pues era un plus y el hecho de pareciera que iba a cavar en tragedia si bien con cierto sentido del humor ya era un factor definitivo. He de reconocer que, siendo una chorrada, se lee muy bien y es sumamente entretenido. Una estupenda lectura para la playa o para cualquier sitio en el que uno tenga tiempo de disfrutar; bien escrito y con ideas divertidas: “el problema de hacerse mayor era que cada nuevo día tenía que competir con miles de otros días pasados. Y ¡qué fantástico tenía que ser un día para ganar en ese concurso de belleza! ¡O para llegar siquiera a las finales! Porque, encima, el recuerdo amañaba la partida, maquillaba los defectos de los rivales mientas el presente tenía que salir bajo los focos sin la ayuda de nadie, con la cara marcada por vulgaridades y ojeras de fastidio: humo de tubos de escape, ruido de radios y envases de comida rodando por la acera. Incluso una tarde como aquella, que había pasado relajándose en un parque, bajo un cielo tan limpio como la conciencia de una monja, estaba plagada de imperfecciones que impedían que figurara en el top ten”. Impecable, si es que ya ni la nostalgia es lo que era.

Supongo que a todos nos ha pasado pero a mi hacia mucho que no me pasaba, así que encontrarme con un libro clásico que sé que he leído pero del que no recuerdo nada me pillo un poco de sorpresa. Si, como lo habéis leído: hacia mucho que no me pasaba, ya que últimamente lo que me pasa s que ni siquiera recuerdo que son clásicos o que me los haya leído. Así que ver Lucky Jim que es un libro que estoy seguro de haber leído pero del que no tengo ningún recuerdo me sorprendió un poco, especialmente cuando hacia no mucho había estado comentando algo sobre el (no, no recuerdo con quien, ni qué; ¿Qué esperabais, una memoria infalible a mi edad?). Pues eso, un clásico aunque a mí no me ha impresionado como creo que lo hizo en su día y ni siquiera me he reído lo que recordaba haberme reído, de hecho casi he llegado a aburrirme en algunas partes. Con todo no puedo evitar compartir esto con vosotros: “”Sí. Tu actitud refleja los dos requisitos imprescindibles del romanticismo. Quieres llevártela a la cama y no puedes. Y, además, no la conoces demasiado bien. Desconocimiento y privación de otra persona, Jim. Encajas en la formula a la perfección, y lo peor es que quieres seguir encajando en ella.”
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Después de este clásico de la literatura es el momento de recordar otro grupo clásico localizado entre los discos de Alvaro: The explosives y su A girl like you; un clasico del Power-Pop de todos los tiempos que hacia tanto que no oia que me costó mucho reconocerlo.


Cuando voy a Piles, si llevo suficientes libros, me gusta llevarme un libro de cuentos, o de historias, por aquello de que siempre lo puedes dejar a medias y reformarlo en el próximo viaje. Esta vez esa función la cumplía una recopilación de historias de Detectives Victorianas, que como todas las recopilaciones pues tenía cosas mejores, peores, buenas e incluso malas pero que en general eran entretenidas aunque obviamente se quedan un poco anticuadas en sus planteamientos y son tal vez, en general, demasiado clásicas: un poco Victorianas diría yo. Algo esperable supongo, como que The Early Hours suenen a grupo australiano por los cuatro costados. Hay cosas que son inevitables ¿no os parece?



Afortunadamente Álvaro se acercó por Piles y trajo algunos refuerzos lectores ya que ,mi plan de no acabarme las historias victorianas y dejarlas en Piles para otra visita no había funcionado y me quede sin lecturas antes de terminar los días de semi-descanso. He de reconocer que desafortunadamente no se trajo el que más me apetecía leer de los que le habíamos regalado por su cumpleaños, sino que trajo Mitologia Nordica, que como su propio nombre indica es una recopilación de cuentos de la mitología nórdica (aprovechando el tirón cinematográfico de Thor, las películas, e incluso de American Gods, la serie).

Entre estas historias esta la del mas sabio de los dioses Kvasir (Thor es fuerte pero tonto; Loki es intrigante pero tampoco muy listo y Odin es un pendenciero) que es tan listo que les explica, entre otras cosas, "como purificar el agua y como fabricar ropa con hojas de ortiga". Lo primero siempre es útil pero lo segundo yo no acabo de verlo claro.

Se trata de dioses mas normalitos que nuestros omnipotentes dioses (o Dios con mayúsculas) y con algunas reacciones que mas o menos puedes comprender: "Loki también acudió a la fiesta y bebió demasiada cerveza. Bebió mas allá de la alegría, las risas y las bromas, y cayo en un estado malhumorado y pensativo". Que es algo con lo que todos nos podemos identificar, ¿quien no ha tenido un dia malo bebiendo?, aunque tan mal beber como el de Loki no es normal ya que : "Cuando oyó que los dioses elogiaban a Fimafeng, el sirviente de Aegir, por su celeridad y diligencia, se levanto rápidamente de su puesto y le asesto una cuchillada. Finafeng murió al instante". Pero tampoco parece normal entre los dioses ya que los demás se quedaron horrorizados y le expulsaron del banquete para que el banquete prosiguiera, eso si, "pero con menos alegría". vamos, que ni era algo normal, ni tampoco tan importante. Así son los dioses.

Pues nada con esto se acaban las lecturas del mes y también doy por acabado la revisión de la letra “E” de la discografía de Álvaro, después de poner a otro obligatorio a modo de despedida, porque ya lo dice Eric Ambel, “si tienes que marcharte, márchate ya”.



Sirenas – Joseph Knox
Uno de los nuestros – Tawni O’Dell
El Puente – Gay Talese
Las supervivientes – Riley Sager
La extraordinaria familia Telemacus – Daryl Gregory
Lucky Jim - KIngsley Amis
Detectives Victorianas – Ed. Michael Sims
Mitologia Nordica  – Neil Gaiman







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