En fin, empecemos por lo evidente: increíblemente llevo cuatro meses de retraso con la puesta al día de mis lecturas; de hecho ya estoy casi en uno de esos momentos en los que ves lo que tienes acumulado y casi te dices “Pues va a ser imposible ponerme al día” y si no fuera porque sé que hay, por lo menos, un par, o tres, de lectores, que han mostrado preocupación por mi estado de salud (algo que me ha hecho ilusión, una ilusión algo extraña me parece a mí) igual era el momento de dejar de escribir estas chorradas sobre mis lecturas pero la verdad es que me gusta. Así que retomo el tema y mke dispongo a contaros tanto mis lecturas como algunas de mis “cuitas”.
Tras haberme planteado la posibilidad de “agrupar” todos los
retrasos en una sola entrada, o en un par de ellas solamente, he decidido que
esto sería una tarea excesiva sobre todo para mis lectores (para mi seria
excesiva en primera instancia pero realmente solo haría una introducción son lo
que me saldría más corta, realmente) así que aunque sea raro (y sin mis notas,
casi imposible para mi con el nivel de mi memoria) me pongo a escribir sobre lo
que leí en abril casi a mediados de agosto, encerrado en mi casa con todas las
persianas bajadas y antes de que mi temperamental ordenador sufra “otro golpe
de calor” y deje de funcionar, algo que ya me ha hecho un par de veces en los
últimos meses y que aprovechando una subvención pues me ha permitido comprarme
por un precio irrisorio un portátil nuevo con el que amenazo con sustituir a mi
mini ordenador, sino se comporta y
funciona adecuadamente (aunque tener los dos a punto me ha dado, seguirá
dándome, más trabajo del que me ahorra “esperar” a que se pase “el sofoco” a mi
ordenador) .
Pero antes de ponerme con ello, como es tradición, pues os
cuento un par de cosillas de estos meses.
Por una parte, aclaro que el retraso solo se ha debido a un
exceso de compromisos laborales (ahora mismo estoy a tiempo completo en dos
proyectos y a tiempo parcial en unos cinco, incluyendo uno la isla de Aruba
donde debido a mi encanto personal - ¿a qué otra cosa podría deberse sino? –
pues quieren que aumente mi dedicación y que incluso me vaya allí un par de
meses. Algo que ya os digo (para disgusto de mi sobrina a la que le apetece
irse a instagramear cual influencer en las playas de allí) parece
poco o nada probable que suceda por muchas y muy variadas razones. Por cierto,
ninguna relacionada con mi salud, que excepto por haber perdido el veinte por
ciento de mi peso (o masa corporal, dicho finamente), algo que si no hubiera
sido por insistencia de mi médico seria causa más que suficiente para que
visitara a un médico y probablemente a un psicólogo para tratar un claro
problema alimenticio, vamos que si no fuera porque esto ha sucedido por indicación
de los médicos ahora estaría en tratamiento psicológico, cual adolescente
bulímica o anoréxica. Ya veis cosas de los médicos ese gremio donde cada cual
tiene sus propias paranoias que impone a los demás (ahora tengo un endocrino
que me dice que las legumbres son “el mero diablo” y un médico de cabecera que
me dice que comer legumbres “es obligatorio” por lo menos una vez a la semana,
sino dos) y que crea más problemas psicológicos que los que soluciona.
Por otra parte, esto es más divertido, os cuento que en una
entrevista a un grupo de moda (Vicente Calderón,
se llaman por si os interesa) ha aparecido en la prensa (en Público, creo que por primera vez) el concepto
“generación Wurlitzer” para referirse
a los nuevos grupos, a la escena a la que pertenecen estos grupos. El caso es
que encima la IA esa, los ChatGPT y similares ya contemplan el concepto y si
les preguntas (si, lo hemos hecho) que es te dice que no es por las maquinas
sino por el Wurlitzer Ballroom. Si, de momento es una chorrada, pero una
chorrada que inevitablemente hace mucha, demasiada, ilusión sobre todo cuando
estas IA pues hablan, y comparan con, la “generación
CBGB” (que, aunque no sepáis lo que es, creedme y es algo mítico en el
mundo de la música) y cuando ni Rock-Ola/Marquee
consiguió dar nombre a la movida de
los ochenta. Llamadme imbécil, pero si el concepto perdura (aunque sea un poco
más que aquellas “hornadas irritantes”)
pues yo pensare que, aunque muy tangencialmente he participado en el mundo de
la música y habré cumplido otro de mis sueños de adolescente. Vamos, que una
chorrada que me hace mucha, mucha ilusión.
Pero, en fin, a lo que vamos que si me entretengo pues no
acabare nunca y todavía tengo cuatro meses por delante.
En abril empecé mis lecturas con una compra en inglés
(traicionado así a mi librería de referencia, ya sabéis: Librería Méndez en la
calle Mayor, donde se os espera con el cariño que tiene los libreros a los
lectores; pero con cierto motivo/excusa por aquello del idioma). Dentro de esta
compra estaba la última de la serie de Charlie Parker, The instruments of darkness, que pese a que ya no está a la altura
de las primeras pues sigo leyendo con agrado por aquello de la lucha perpetua
entre el bien y el mal (aunque como a mí, al escribir esto, se le vaya un poco
la pinza de vez en cuando).
Solo diré que está en la media alta de las de la serie y que
me ha hecho añadir a mi lista de “escritores a descubrir retrospectivamente” a John Sandford (escritor del que no tenía
ni idea pero que cita como un clásico del género policiaco) y que espero
descubrir si algún día me acuerdo del nombre en alguna librería.
Por supuesto, por no dejarlo en solo esto os dejo con esta reflexión
sobre los políticos con la que coincido y sobre la que se podría debatir mucho:
“All politicians are ambitious, and
ambition is a hunger that’s never stated. It’s a cousin to
desire, even addiction. We’re all prey to the former, whatever the variant, and
whether it becomes a vice or a virtue depends on one principles. But politics,
by its nature, requires compromise, and compromise and principles are like
matter and antimatter. In the end, every politician fails someone, but the last
person he wants to fail is himself.”
Ya de visita a mi librería de referencia (repito por si os
he pillado despistados que es Méndez en la calle Mayor) pues me hice con la
japonesa del mes (que ahora con el distanciamiento del tiempo parece que entra
dentro de lo que El Pais califica
como literatura comfy para el verano):
Los secretos de la papeleria Shihodo.
Más que sobre los secretos de la papelería es un libro sobre
la importancia de las cartas ya que todas las historias son sobre clientes que
visitan la papelería y acaban – después de escoger al papel, el material de
escritura y todos los adminiculo necesarios – escribiendo unas cartas que
“tenían pendientes” en una zona reservada de la papelería. Si, ya el mero
concepto de escribir cartas esta, a día de hoy, fuera de lugar es verdad que la
idea de poder ponerte a escribirlas en un lugar público pues no sé si me aterra
o me encanta. No sé, si hubiera una papelería asi por estos lares lo más
probable es que si fuera a comprar pero dudo que me pusiera a escribir allí
mismo (si no soy capaz de usar en público los cuadernos que me compro, como
para ponerme a escribir cartas).
Se trata de historias cortas que reflejan pequeñas cosas
sobre las que el visitante de turno pues quiere hablar/escribir a otros. La
verdad es que todos los personajes me caen bien y con varios de ellos tengo
demasiadas cosas en común (pero de forma separada con cada uno) como “Esa incapacidad de verbalizar las cosas
realmente importantes es una constante en mi vida, y para colmo esas cosas que
no digo me pesan para siempre.” Que tiene uno de los personajes o esa
contradicción que tenemos todos al hacer cosas que hemos hecho muchas veces con
seguridad, pero con posibilidad e imposibilidad al mismo tiempo y sobre las que
podemos de decir “Te lo dice alguien que
ha cometido el mismo error tres veces. Es imposible que me equivoque.”
Los que me conocéis habréis notado que al hablar de mi
primera compra en ingles he tenido que omitir algo ya que eso de comprarme un
solo libro pues no va mucho conmigo. Para los que hayáis observado esta
anomalía os puedo tranquilizar, mi personalidad no ha cambiado y obviamente no
compre un solo libro, sino dos y el segundo fue A fatal Grace, de otra autora a las que sigo últimamente.
He de decir que lo que mas me gusta de esta autora, que pese
a haber crímenes o delitos pues todo es bastante cotidiano, como de andar por
casa, es algo que no esta en este libro
donde la intriga se centra en un mas que rocambolesco asesinato con una
preparación de años que no acaba de encajar en el formato de la serie, o en el
formato que yo entiendo para la misma.
No quiero decir con esto que no me haya gustado. Es una
novela muy correcta en la que la trama (pese a sus aspectos rocambolescos) pues
se sostiene (mas o menos), con los personajes de siempre y con frases buenas
como ese “When someone stabs you it’s not
your fault that you fell pain.”
Pese a que pueda sonar a algo absurdo también me encanta ese
dialogo en el que alguien que esta convencido de que Dios le ha habado a través
de una vagabunda, ante la incredulidad de todos aquellos a los que se cómo
cuenta responde: “When does a Bush that
burns become a Burning Bush?” que creo que resume perfectamente la
valoración de los hechos de los creyentes a la vez que ejemplifica la doble
vara de medir de los mismos.
Sobre la autora de Carnicero
todavía tengo mis dudas sobre si me gusta o no: la primera que leí me gusto
bastante, la segunda me gusto menos y esta tercera pues no sé qué decir. Es una
de esas lecturas que si fuera ficción me parecería completamente demencial: un
medio que se inventa una especialidad, a la que llama ginopsiquiatria (psiquiatría de mujeres) con la que, básicamente,
se justifica para torturar a mujeres en el entorno de una clínica psiquiátrica
que dirige. Ya digo, algo bastante, excesivamente, demencial.
El problema es que parece que es una historia real y no de
hace tanto tiempo. Y esto claro, cambia la perspectiva y hace un poco
alucinante leer cosas como que “Como han
demostrado estudios recientes, la llamada educación «superior» entre hembras blancas pone en peligro
la cantidad de flujo sanguíneo que va del útero al cerebro, lo multiplica por
diez, cosa que tiene como consecuencia probable que dicha actividad marchite
los ovarios y evite que la mujer alumbre sus deberes maternales; siendo ese el
caso, eran más que urgentes los experimentos rigurosamente controlados en esta
rama de la fisiología.” y saber que se publicaban en revistas científicas
(bueno, diría de médicos y psiquiatras por confinar un poco la tontería pero no
sería justo. Anda que no se leen tonterías en revistas científicas).
Si bien lo anterior puede hacer sido superado incluso por
los médicos (o por lo menos la justificación que, desgraciadamente, no la idea
general de la diferencia que intenta justificar) si creo que la mayor parte de
los médicos siguen anclados en esta idea de que “Un médico nunca tiene la «culpa». Los pobres desgraciados vienen para
que los ayudemos como podamos, con la gracia de Dios; y si Dios no se comporta
caritativamente y no les concede Su gracia, como va a ser culpa nuestra.”,
en algunos casos cambiando a Dios por la naturaleza u otra fuerza
inconmensurable, pero sin admitir la posibilidad de error por su parte.
Si la historia central es alucinante he de reconocer que a mí
me ha alucinado todavía mas el saber de la existencia en estados unidos del concepto
de siervos por contrato, concepto simultaneo y casi idéntico a la esclavitud,
pero más duradero y mucho mejor visto por diferencias que escalofrían: “La familia Weir tampoco tenía siervos por
contrato, padre no creía en esa clase de esclavitud, ya que esos trabajadores
no tenían derechos como ciudadanos estadounidenses y sus amos podían obligarlos
a trabajar hasta el último aliento o matarlos a latigazos sin que el amo
sufriera apenas consecuencias. Una diferencia esencial es que esos siervos
solían ser blancos y no se consideraban posesiones, es decir, su descendencia
no pertenecía a sus amos, sino a ellos.”
Ya digo, alucinante en su totalidad, pero… yo soy más de
ficción que escalofría menos que algunas partes de la realidad.
Comprar una novela de
Loriga es algo que durante mucho tiempo me había parecido una idiotez, una
pérdida de dinero y en caso de leerla (que es realmente el fin con el que se
comprar una novela, salvo en el caso de decoradores de interiores, publicistas
y similares) pues una pérdida de tiempo.
Eso es lo que me parecía y tras darle una oportunidad a TIM he de reafirmarme. Sencillamente es
una mierda de novela en la que ni el uso de Tim como nombre (quitándole las
mayúsculas propias del acrónimo que es) le da el mas mínimo juego, es de una
simpleza brutal de la que solo he podido salvar esta frase “A los monstruos nos encanta estar en grupitos porque supongo que se
nota menos nuestra condición al carecer de contraste.”, que a mi entender
explica uno de los graves problemas de lo que se ha convertido internet.
Se ve que tenía un día tonto en mi última visita a mi
librería de referencia y eso explica, además de la compra anterior, la compra
de Junto a un bosque inmenso, novela
que compre solamente porque sucedía en la Georgia rusa (o ex rusa que no estoy
seguro) y me pareció algo exótico ya que no creo haber leído nada de esta zona.
Es verdad que en cierta medida explica porque algunos nos
empeñamos en seguir leyendo libros que no nos están gustando hasta el final “Y por eso siempre hay que leer los cuentos
de hadas hasta el final, cueste lo que cueste. Para poder oír el final feliz.”,
o más que el final feliz seguimos haciéndolo con la esperanza de que mejore.
Sinceramente creo que debía de haber dejado este antes incluso de leer esa
frase.
Pese a todo he de reconocer que me ha encantado ese “No creas que el pasado no influye sobre el
futuro. La resaca de mañana es la prueba de los pecados de hoy.”, frase que
voy a intentar recordar.
Hace un par de años descubrí, me descubrieron mis libreros
de referencia, la editorial Sajalin
con la lectura de Offut y desde
entonces de vez en cuando miro a ver si hay algo que tenga buena pinta y así
fue como le lleve Perla.
Como decía al principio me es dificil, tras el tiempo
trascurrido entre la lectura y ahora y sin el libro delante ya que lo lei en
Piles me resulta dificil emitir una opinión clara. Creo que no me gusto
especialmente pese a tener alguna que otra frase buena como “… una mala hierba no es más que una planta
en el lugar equivocado…”; o de incluir conceptos hidráulicos que no son
estrictamente ciertos pero si aproximados como “Y si tirabas de la cadena del váter por la noche, se producía un
efecto conocido como golpe de ariete, es decir, media hora de ruido
estrepitoso…”
Es posible, sin embargo, que si me gustara ya que he
seleccionado dos frases con las que coincido plenamente: “No es fácil tener buenas ideas cuando estas triste. Más tarde, cuando
la tristeza remite, esas ideas parecen evidentes.”, y “Todas las personas
tenemos un interruptor de desconexión, una marca en el cerebro a partir de la
cual la información que nos transmiten los sentidos deja de ser fiable. Lo que
vemos, oímos, olemos y gustamos no guarda relación con la realidad. Y, por eso,
el cerebro se dispara, proponiendo explicaciones cada vez más absurda para esa
avalancha de informaciones extrañas.”
Aunque ya me he referido a una de mis lecturas como la
japonesa del mes, este mes ha tenido dos, siendo La casa de verano la segunda que encaja en esta categoría
geográfica pero que yo he clasificado como una novela para arquitectos ya que
está llena de esas valoraciones de los espacios y de la percepción de los
mismos que tanto les gustan a los decoradores de exteriores que priman la forma
sobre la función. Es por ello que igual uno delos personajes tenga que recordar
eso de que “Las cosas que no necesitan
manual de instrucciones pertenecen a una categoría superior.”, algo que
cada vez se aplica menos, o menos gente o menos oficios (ahora hasta hay restaurantes
donde te explican cómo debes de comer un plato)
Es verdad que me ha aclarado el origen de una frase que me
encanta contraponiéndola con otra que no conocía en una camiseta “… había unas letras pequeñas blancas que
decían: «Less is more». En la espalda, en la
misma posición, se leía: «Less is a
bore». Delante las míticas palabras de Mies Van der Rohe; detrás la respuesta
irónica de Robert Venturi.”
Si el Venturi citado fuera el hidráulico pues igual le daría
más peso a su respuesta, pero como es otro arquitecto me quedo con la
simplicidad de la primera (aunque me quedo con la duda de a que se refiere con
“en la misma posición” cuando habla de la espalda; entiendo que sería centrado
que si no se complica el tema).
También me ha aclarado (el traductor) algunos sufijos para
nombres del japonés del que, creo que, como todos, solo conocida el “San”, de respeto, pero no la existencia
de “Kun” es para compañeros o
personas más jóvenes o subordinados y “Chan”
denota familiaridad. Ya ves, siempre se aprende algo nuevo (o algo que ya
sabias y has olvidado que nunca se sabe).
Encontrar una reedición de Un puñado de polvo me hizo bastante ilusión y la compre (pese a
estar seguro de que la tengo en casa) con la idea de incorporarla a uno de mis
intercambios de libros. Sin embargo, tras leerla he de reconocer que ha envejecido
mal y que no era la novela divertida que yo recordaba así que ahora tendré dos
ejemplares. Esto no quita para que si reeditan Retorno (o alguna otra) no la vuelta comprar y me la vuelva a leer
y sea objeto de intercambio futuro (el del próximo ya lo tengo elegido Maria de
la O, que lo sepas).
El calor y el cambio de papa, fundamentalmente lo primero
que me dejo sin ganas de cruzar el horno crematorio en el que al Ayuntamiento
ha invertido en unas sombras demenciales que no alivian nada el calor, me hizo
escoger Conclave para su relectura.
La novela se centra en las intrigas de los cardenales (incluyendo,
por supuesto, un giro final de guion propio de un Best-Seller para introducir
un tema marginal del que no os hare spoiler) y uno se puede dar de que “Las reglas, de varios siglos de antigüedad,
ponían de manifiesto la escasa confianza mutua que se profesaban los padres de
la Iglesia; era preciso orquestar una conspiración entre un mínimo se seis
miembros para amañar los números.”
Sorprendentes, a la vez que un pozo incomprensible, las
palabras de uno de los papales que le adjudica el autor “si alguno viene junto a mí y no odia a su padre, a su madre, a su
mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanos y hasta su propia vida, no
puede ser discípulo mío.”
No me extrañaría que fuera algo literal ya que maestros
tiene la iglesia, pero no deja de sorprender.
En fin, con esto he dado el primer paso para ponerme al día…
como decían aquel en el funeral del primer miembro muerto de un trio “One down, two to go”. Pues eso, con
otros números, Divertíos asaltando el castillo.
Lecturas
The
instruments of darkness - John Connolly
Los secretos de la papeleria Shihodo - Kenji Ueda
A fatal
Grace - Louise Penny
Carnicero -
Joyce Carol Oates
TIM - Ray Loriga
Junto a un bosque inmenso - Leo Vardiashvili
Perla - Siân Hughes
La casa de verano - Masashi Matsuie
Un puñado de polvo - Evelyn Waugh
Conclave - Robert Harris