domingo, 17 de agosto de 2025

Comentario de textos – Mayo 2025

Como tengo que ponerme al día de todas mis lecturas atrasadas, aquí me tenéis de nuevo. Tras las de abril, ahora mayo y, en breve, si todo va bien, pues junio y julio antes de que acaba agosto. Ciertamente en el mundo han pasado cosas (hace calor, España se quema, Trump es subnormal, por no mencionar a sus votantes, nuestros políticos deleznables, sin mencionar de nuevo a sus votantes, y en fin, pues más o menos lo de siempre) pero la verdad es que casi ninguna especialmente divertida desde la semana pasada (que fue cuando escribí la última entrada).

Así que hoy, para esta introducción recuperare algo que (creo) ya he comentado más veces y es lo poco que escucha la gente, como habla con verdadera vehemencia y seguridad de cosas que no ha entendido (el famoso efecto Dunnig-Kruger) y como convierten la literalidad de tus palabras – sacándolas de contexto – en algo que (probablemente) no es lo que querías decir creando uno de esos “lugares comunes” que todo el mundo comparte, sin entender, como, digamos “el efecto mariposa” o “el gato de Schrödinger”.

Tomando este último, es verdad que Schrödinger escribió sobre este experimento en el que uno no sabe si el gato está vivo o muerto hasta que no mira y ciertamente afirma que el gato puede considerarse vivo y muerto a la vez (sus palabras en la traducción de John D. Trimmer, no sé porque pongo este dato) fueron:

”A cat is penned up in a steel chamber, along with the following diabolical device (which must be secured against direct interference from the cat): in a Geiger counter there is a tiny bit of radioactive substance, so small that perhaps in the course of one hour one of the [radioactive] atoms decays, but also, with equal probability, perhaps none; if it happens, the counter tube discharges and through a relay releases a hammer which shatters a small flask of hydrocyanic acid. If one has left this entire system to itself for an hour, one would say that the cat still lives if meanwhile no atom has decayed. The first atomic decay would have poisoned it. The [quantum wavefunction] of the entire system would express this by having in it the living and dead cat (pardon the expression) mixed or smeared out in equal parts.”

Vamos que si, que puede que el gato este vivo o muerto y que no lo sabremos hasta que miremos (y que esto puede expresarse con la función de onda cuántica). Así, que sí, Schrödinger plantea que pueden representarse los dos estados simultáneamente (no pudiendo confirmarse el estado sin observación, que no es más que una ampliación del principio de Heisenberg, ese de que no pueden conocerse la velocidad y la posición de un objeto de forma simultanea) pero lo que la mayoría de la gente no sabe, u olvida, es la frase anterior del bueno de Schrödinger: “One can even set up quite ridiculous cases.” Que hombre modifica un poco la idea general (lo mismo pasa con el famoso efecto mariposa que justo antes de enunciarse tiene una frase parecida) igual que en el caso de Heisenberg la omisión de la parte inicial de “existe un límite fundamental en la precisión con la que se pueden conocer simultáneamente ciertas propiedades de una partícula”; vamos, que no dice que no se pueda, sino que hay un límite en la precisión con la que se conocen las cosas (como en todo, incluso en los radares de la Guardia Civil y los tacómetros de los coches por lo que pueden infringir la velocidad marcada). Parece una chorrada, pero no lo es, ya que ambos modifican lo dicho y la “traslación” que se hace normalmente no tiene nada que ver con lo dicho. Como decía Leonardo (Da Vinci, no la tortuga ninja mutante, aclaro, aunque igual el segundo también lo dice. Que sabré de estas cosas): “Los detalles crean la perfección, pero la perfección no es un detalle.”

Pues eso, que no creo que esto explique nada y seguramente no venía a cuento de nada pero, mira: dicho queda como introducción antes de pasar a las lecturas (que menuda chapa acabo de colaros y eso que me he dejado el tema de “el efecto mariposa” que cuando en 1963 lo presento científicamente Edward N. Lorenz lo hizo solo como una pregunta incluso con bastante duda de que la respuesta fuera afirmativa “Lest I appear frivolous in even posing the title question, let alone suggesting that it might have an affirmative answer ...” posiblemente tras haber leído un cuento de Bradbury)

Posiblemente yo no hubiera comprado para mi primera lectura de este mes: Parabere; pero como uno tiene familia, a la que, aunque ellos no lo crean, uno quiere, igual que quiere a esos amigos y conocidos a los que no ve nunca o que no ha visto en los últimos treinta años, pues a veces tiene que hacer cosas de las que tiene dudas, o de las que no tiene dudas.

Creo (sin otro motivo que mi caso particular) que en muchas casas de cierta época (y, si, de cierta clase social) había al menos un libro de “la Marquesa”, aunque como ella aclara cuando después de la guerra civil es juzgada por un tribunal falangista por haber dado de comer al Madrid-Rojo y el inspector-juez le dice “… aunque la está llamando Marquesa, sepa que no lo hago por respecto. En estos tiempos falangistas, la sangre no es más que sangre y es por eso que la trato como Marquesa con todo el desprecio que me merece. En este nuevo tiempo se impone el mérito de cada uno y no la cuna.”, ella (a la que no le faltaba carácter ni una vida curiosa en la que había visto de casi todo) le responde “Inspector, ya que somos sinceros, le diré que, en realidad, no soy marquesa de nada, al menos de cuna. Es solo el nombre con el que firmo los libros y artículos que he escrito, por mí misma. Si todo el mundo me llama Marquesa de Parabere es gracias a mis propios méritos.”

Porque si, la marquesa tuvo un restaurante de postín en el Madrid antes de que empezara la guerra civil, comentado que ese día “El servicio de cena fue tenso. Nada que ver, ni por asomo, con el ambiente habitual de un sábado por la noche.” Algo que no debería sorprender a nadie, salvo que tenso es como llamar troubles a los problemas/guerra civil de Irlanda pero que, a mí que soy un inculto, me ha descubierto algo que “desconocía, que nunca me había planteado” y es que la guerra civil empezó de cara al fin de semana, algo que como decían los británicos de Asterix es una descortesía tan grande como la de atacar a la hora del té.

Otra cosa que me ha sorprendido es que antes de la guerra civil la marquesa se compra un frigorífico y “No daba crédito al triple salto hacia la modernidad que acababa de dar. Mas fantástico le pareció cuando, por la tarde, el técnico le indico que uno de los dispensadores de la puerta era para obtener agua fría y otro para hielo, en distintos formatos. Aquel aparato se le antojó como un sueño venido del futuro.”; si, me ha sorprendido mucho saber que antes de la guerra civil ya existían frigoríficos con estos dispensadores, que yo no conocería hasta que mi madre consiguió comprar un frigorífico americano por unos vecinos americanos de la base de Torrejón (a finales de los setenta, y que solo pudimos hace funcionar gracias al genio de mi tío Pepe Armero que construyo un transformador que permitía conectarlo ya que directamente era imposible por esas chorras de la frecuencia, el voltaje y la potencia) y que es uno de mis electrodomésticos favoritos (aunque yo no tenga uno) en su modelo con dispensador de agua fría y de hielo pero también en su modelo antiguo como “la fresquera” que había en El Puig cuando era pequeño (que fue algo que les pedí a mis padres que conservaran – fue lo único que les pedí, y mira que había cosas (trenes eléctricos, la colección completa de Life, de Blanco y Negro, etc.) – sin ningún éxito; afortunadamente supongo ya que no habría sabido que hacer con ella, pero me encantaba).

Pero, divago, volviendo al libro me encanta cuando está hablando de la afrenta, la justificación de la causa, para un duelo, que todo el mundo sospecha es la calumnia, pero “¿Calumnia? – se extrañó Manuel -. No hay tal, la afrenta es cierta; nadie ha dicho ni hecho corre rumores infundados, el duelo es para dejar claro que no debe uno decir la verdad sin el consentimiento del interesado.”

Como libro no es bueno, podría ser mucho mejor, pero la vida de la marquesa es tan fascinante que es lo suficientemente bueno y da gusto leer frases de sus conocidos (sensatos, aunque sean cocineros) como “MI querido amigo Ecoffier siempre me decía que la cultura era casi tan importante como el talento, y yo también lo creo así.” Nada que añadir.

Compre Ve y dilo en la montaña, por supuesto en mi Liberia de referencia (repito por costumbre y con fines publicitarios: Méndez en la calle mayor, donde os esperan) por aquello de que, al parecer, es un clásico de la literatura afroamericana del que, obviamente, yo se un poco menos de lo justo y necesario y bueno ya sabéis que todo es cultura (si, incluso la televisión, aunque, creo, ahora es menos nutritiva que cuando Aviador Dro cantaban aquello, aunque con el tono de Servando nunca quedaba claro si era afirmación o pregunta. Juzgad vosotros):


La verdad es que la historia de un afroamericano hijo de un predicador pentecostal de Harlem, adolescente antes de la segunda guerra mundial, que no quiere seguir los pasos de su padre pues no es una mal premisa, de hecho, parece una premisa que puede dar lugar a un montón de conflictos interesantes que justifiquen considerarla un clásico de algo, pero… la verdad, es que no me ha interesado lo suficiente y no he encontrado nada reseñable en la escritura.

Aunque era mayo, ya estaba publicada y lista para leer la sexta entrega de la serie de policiacas escocesas de Parks, Cualquiera puede morir en junio. Si, ¿Por qué no esperan a publicarla en junio o porque yo no espero para leerla? Pues, yo, porque soy un ansioso pero los de la editorial pues no tengo ni idea. Como todas las de la serie es una novela correcta, aunque igual un poco más floja que las anteriores. Igual no es eso, igual es solo que no consigo cogerle el cariño necesario a su protagonista (que algo le tengo, pero igual no el suficiente) pese a que pueda identificarme, a veces, con el cómo cuándo solo quiere: “Sentarse en su jardín trasero y beber hasta sentirse mejor o que ya no le importase. Cualquiera de las dos opciones le valdría.”; esta es una sensación muy conocida incluso ahora que casi no bebo.

Como ahora el panorama editorial me lo permite pues este mes también tengo japonesa: El tercer amor, que es una historia sobre relaciones a varias bandas que es entretenida de leer, no llega a ser buena, buena, pero está cerca.

Obviamente, pese a lo disfuncional que es el país, en cada novela japonesa leo algo que me reafirma en mis ganas de visitar el país. En el caso de esta novela no es tanto aprender como se dice octubre en japonés, algo que podría haber aprendido sin esta novela, sino aprender que este mes es “kannazuku, es decir, el mes sin dioses, cuando el sinfín de deidades del país se ausentaba para visitar santuario de Izumo.”; algo que igual podría explicar (en el caso de que el horóscopo tuviera algún sentido) porque los nacidos en octubre solo más descreídos que los nacidos en otros meses (en el caso de que esto fuera así). Demasiados “en el caso” en la frase anterior como para considerar el aspecto ni siquiera digno de mención, pero… oye, curioso.

Y qué decir de ese “profundice en un asunto al que se conocía como el «el comercio de las aguas», el de chicas que trabajaban en ambientes supuestamente de entretenimiento, pero rayanos a la prostitución.” Vamos, que nadaban entre dos aguas y, nacido en octubre y en el negocio del agua (no de las aguas, que agua soy hay una) pues descreído y bordeando la prostitución (por vender, o alquilar más bien, alguna parte de mi cuerpo; la única que tiene cierto interés, por cierto).

También, aunque lo he comentado con un par de personas y todas decían tenerlo muy claro, como mi conocimiento del budismo es corriente y no como “El conocimiento que la princesa tenia del budismo iba mucho más allá de lo corriente. Sabía que su origen no estaba en Japón, que había llegado a través de China y que hasta allí lo había hecho en diversas etapas desde otro país aún más lejano, Tenjiku, la India.”

Tras esta última lectura (más bien a mitad de esta lectura) pues ya tenía disponible, por los medios extraoficiales tradicionales y necesarios, mi ejemplar dedicado de Lo que sé de Almudena, el último libro de Rafa (mi hermano, aclaro por si alguien no está al tanto de esto y como si fuera una declaración de existencia de conflictos de intereses).

Siempre me encanta leer a Rafa, unas veces más y otras veces un poco menos pero siempre me encanta y no creo que exista ningún conflicto de intereses (si lo hubiera no sé si seria a favor o en contra, sinceramente; creo que cualquiera que tenga un hermano con el que ha compartido habitación durante la infancia y adolescencia puede entender la duda en el sentido de un posible conflicto de intereses) simplemente me encanta como escribe, me gusta su ritmo, sus ideas y su lenguaje (y cuando no es así, pues no tengo problema en decirlo ni en decírselo; al fin y al cabo ya nos hemos enfadado y perdonado por temas más relevantes y seguiremos haciéndolo).

Dicho esto, confesare que al principio había escrito “la última novela” pero que lo he cambiado a “el último libro” ya que creo que esto es más adecuado, a falta de una palabra mejor (ya que no es biografía, ni de Almudena ni de Rafa, aunque cuente cosas biográficas; ni es un artículo, ni una recopilación de artículos). Supongo, seguro, que hay un palabro concreto para definirlo, pero como lo desconozco os diré que, para mí, es un poco como un capitulo alargado (centrado solo en una escritora) de Literatura para caníbales, pero, a la vez, es más que eso ya que es un elogio de una amistad (no como quiere ilustrar la contraportada con ese “el más cómplice sus colegas” sino como explica el mismo en el libro)

También he de confesar que le tenía un pozo de manía (miedo a leer este libro ya que no tenía claro si venia del cariño, de la necesidad de contar algo, en cuyo caso sería muy bueno; o si como dicen los finos pues había “Intereses editoriales espurios”, en cuyo caso existía el riesgo de que no fuera tan bueno. Si, a mí me han educado así: yo siempre pienso, mal, bien, regular y otras opciones (pensar en una sola línea, desde un solo punto de partida, pues me parece pobre) y luego, una vez pensado y con más información, o sin ella, pues decido cual es la línea de pensamiento mas adecuada, si bien, mal o medio pensionista.

Pues eso, una vez leído os puedo confirmar que viene de un gran cariño, que es buena y os diría (si tuviera que ponerlo en la contraportada) que es una biografía de un “espacio vital compartido” por ambos o, entre nosotros, pues una serie de anécdotas compartidas entre ambos (casi siempre).

Dicho esto, y para los que tengáis la suerte, o no hayáis tenido la suerte (que todo depende), de conocerla de antes, os digo que suscribo plenamente su teoría de la pirámide lectora de Rafa (como la de la pirámide alimentaria) que aumenta su alegoría del Chopped frente al Jabugo y que es casi tan buena como la “leer retrospectivamente”.

También he aprendido (entre muchas otras cosas) una posible etimología de bobo, la de Burgués Bohemio (bourgeois bohème) que me gusta, aunque tengo dudas de que sea correcta; pero a) que sabré yo y b) si Rafa lo dice puede ser verdad (o mentira ilustrada, recreación de la realidad, que decía otro Rafael).

Y hablando de recreaciones de la realidad podría decir que fue culpa de la lectura del libro de Rafa por lo que se me echo encima el puente de mayo (el segundo, el que solo tenemos en Madrid) sin tiempo para reabastecerme, pero estaría faltando a la verdad sin motivo alguno y a mí solo me gusta recrear cosas (mentir dicen los malvados) cuando hay un motivo y no se quiere conseguir nada especial: recrear por recrear me parece un poco innecesario y un esfuerzo perdido y recrear para conseguir algo,, en eso estoy con los malvados: me parece mal. Así de raro, a la par que flexible, soy (y hierático añado, solo por dejar constancia).

El caso es que sin nada que leer tenía que “tirar de fondo de armario” y me decidí por El inimitable Jeeves, la primera de la serie de Woodehouse sobre los aristócratas ingleses y sobretodo pues sobre su personal de servicio. (Jeeves, por si alguien lo desconoce es el mayordomo que soluciona todos los entuertos en los que se mete su jefe). Ha envejecido un poco (ella o yo, o más bien ambos) pero sigue siendo un estupendo divertimento, un poco como ver clásicos del cine de comedia en blanco y negro.

Todavía en el puente (pero ya no en festivo) me acorde de un libro que me había recomendado Barcina y que un día que fui a mi librería de referencia pues no lo tenían por lo que decidí acercarme a la cadena de librerías más cercana a mi casa a ver si lo encontraba. Si, como es de una(a) premio nobel pues tenían El acontecimiento, así que seguí la recomendación y me lo compré. Como ya me había comentado al recomendármelo es una novela verdaderamente corta y con una letra grande que la hace fácil de leer. Además de esto es una novela bastante buena sobre un tema complejo sobre el que existen opiniones muy encendidas (ahora quiero pensar que ya menos, pero en algunos momentos había gente dispuesta a matar a otra por este asunto – algunas murieron – con una incoherencia que no puede más que calificarse de llamativa: defender “el derecho a la vida” matando). Sí, porque la novela va sobre el aborto, y además de penas de multa y prisión varios grupos llegaron a realizar atentados (supongo que ellos no lo llamarían así) contra clínicas y médicos abortistas; algo tan demencial como lo de los católicos irlandeses matando por ser católicos e incumplir de lleno no solo el quinto mandamiento sino un par más de ellos por el camino.

Muy interesante, aunque si bien estoy de acuerdo con lo en mi adolescencia (todavía para mucha gente) era una pregunta que muchos no se hacían “Y, como de costumbre, era imposible determinar si el aborto estaba prohibido porque estaba mal, o si estaba mal porque estaba prohibido. Se juzgaba con relación a la ley, no se juzgaba la ley.” (ni la ley, ni mucho menos, el acto en sí, o la necesidad del acto), estoy completamente en desacuerdo con su visión de uno de los personajes centrales de la excelente novela de Irving sobre el tema cuando dice que “se adjudica el poder sobre la vida y la muerte que tiene las mujeres” que es una visión muy distinta a lo que yo he leído, donde el no “se adjudicaba” nada sino que solamente cooperaba y comprendía pero igual me he perdido algo.

Además de estas cosas, pese a que la novela pasa en Francia, pues me sorprende leer que “En Japón, los abortos reciben nombre de mizuko, los niños del agua.” Curioso cuando menos, aunque posiblemente explique porque mucho terror japonés tiene que ver con el agua y niños pequeños.

Como siempre, aunque había ido a por un libro, pues me lleve dos, siendo el segundo Caledonian Road. En principio me llamo la atención por pasar en el Londres actual y que tenía la ventaja de que, si estaba bien, pues era bastante largo y bueno eso siempre pues es una buena inversión. La verdad es que no empieza mal y en las primeras paginas ya hay una frase buena “Campbell dedico un milisegundo a reflexionar que «sociedad» es una palabra que solo emplean las persona que nunca tratan con nadie que no sea igual a ellos.”

Una lástima que estas aventuras y desventuras de nuestro intelectual ingles que quiere escribir un libro, no hayan conseguido mantener mi interés durante la lectura, aunque tampoco consiguieron desesperarme como para dejarlo a medias, y que en la novela apenas si haya alguna otra frase o ida medianamente buena como para poder recomendar algo tan largo a nadie, ni clasificarlo de bueno. Eso sí, me aporta un conocimiento que desconocía (que ya había olvidado desde la lectura) y es que “… el granito de esos acantilados era el material que se utilizaba para las mejores piedras de curlin del mundo.”, básicamente porque nunca me hubiera imagina que estas piedras (o pelota de petanca) pudiera ser de granito. Es algo que podría buscar en Google como le indica el que esto afirma a su interlocutor para dar credibilidad a la información, pero a) no tengo tanto interés y b) sospecho que si lo miro no será verdad (Google no me parece una fuente para dirimir discusiones; en mi casa sobre se aceptaba como prueba de todos los debates de la sobremesa lo que dijera el Larousse, no habiendo más de cuatro comidas seguidas en la que alguien no tuviera que levantarse a buscar le tomo necesario para zanjar una discusión).

En fin, pues eso que voy poniéndome al día, igual la semana que viene más, mientras pues, ya sabéis, divertíos asaltando el castillo.

 

Lecturas

Parabere - Andrea Cabrera Kñallinsky

Ve y dilo en la montaña - James Baldwin

Cualquiera puede morir en junio - Alan Parks

El tercer amor - Hiromi Kawakami

Lo que sé de Almudena - Rafael Reig

El inimitable Jeeves - P.G. Wodehouse

El acontecimiento - Ernaux Annie

Caledonian road - Andrew O'Hagan


PS: si, soy consciente de que no es he contado porque Parabere era una compra necesaria eso queda para otro dia, o no. que igual ni lo habeis notado o ni habeis leido esta nota final.

domingo, 10 de agosto de 2025

Comentario de textos – Abril 2025

En fin, empecemos por lo evidente: increíblemente llevo cuatro meses de retraso con la puesta al día de mis lecturas; de hecho ya estoy casi en uno de esos momentos en los que ves lo que tienes acumulado y casi te dices “Pues va a ser imposible ponerme al día” y si no fuera porque sé que hay, por lo menos, un par, o tres, de lectores, que han mostrado preocupación por mi estado de salud (algo que me ha hecho ilusión, una ilusión algo extraña me parece a mí) igual era el momento de dejar de escribir estas chorradas sobre mis lecturas pero la verdad es que me gusta. Así que retomo el tema y mke dispongo a contaros tanto mis lecturas como algunas de mis “cuitas”.

Tras haberme planteado la posibilidad de “agrupar” todos los retrasos en una sola entrada, o en un par de ellas solamente, he decidido que esto sería una tarea excesiva sobre todo para mis lectores (para mi seria excesiva en primera instancia pero realmente solo haría una introducción son lo que me saldría más corta, realmente) así que aunque sea raro (y sin mis notas, casi imposible para mi con el nivel de mi memoria) me pongo a escribir sobre lo que leí en abril casi a mediados de agosto, encerrado en mi casa con todas las persianas bajadas y antes de que mi temperamental ordenador sufra “otro golpe de calor” y deje de funcionar, algo que ya me ha hecho un par de veces en los últimos meses y que aprovechando una subvención pues me ha permitido comprarme por un precio irrisorio un portátil nuevo con el que amenazo con sustituir a mi mini ordenador,  sino se comporta y funciona adecuadamente (aunque tener los dos a punto me ha dado, seguirá dándome, más trabajo del que me ahorra “esperar” a que se pase “el sofoco” a mi ordenador) .

Pero antes de ponerme con ello, como es tradición, pues os cuento un par de cosillas de estos meses.

Por una parte, aclaro que el retraso solo se ha debido a un exceso de compromisos laborales (ahora mismo estoy a tiempo completo en dos proyectos y a tiempo parcial en unos cinco, incluyendo uno la isla de Aruba donde debido a mi encanto personal - ¿a qué otra cosa podría deberse sino? – pues quieren que aumente mi dedicación y que incluso me vaya allí un par de meses. Algo que ya os digo (para disgusto de mi sobrina a la que le apetece irse a instagramear cual influencer en las playas de allí) parece poco o nada probable que suceda por muchas y muy variadas razones. Por cierto, ninguna relacionada con mi salud, que excepto por haber perdido el veinte por ciento de mi peso (o masa corporal, dicho finamente), algo que si no hubiera sido por insistencia de mi médico seria causa más que suficiente para que visitara a un médico y probablemente a un psicólogo para tratar un claro problema alimenticio, vamos que si no fuera porque esto ha sucedido por indicación de los médicos ahora estaría en tratamiento psicológico, cual adolescente bulímica o anoréxica. Ya veis cosas de los médicos ese gremio donde cada cual tiene sus propias paranoias que impone a los demás (ahora tengo un endocrino que me dice que las legumbres son “el mero diablo” y un médico de cabecera que me dice que comer legumbres “es obligatorio” por lo menos una vez a la semana, sino dos) y que crea más problemas psicológicos que los que soluciona.

Por otra parte, esto es más divertido, os cuento que en una entrevista a un grupo de moda (Vicente Calderón, se llaman por si os interesa) ha aparecido en la prensa (en Público, creo que por primera vez) el concepto “generación Wurlitzer” para referirse a los nuevos grupos, a la escena a la que pertenecen estos grupos. El caso es que encima la IA esa, los ChatGPT y similares ya contemplan el concepto y si les preguntas (si, lo hemos hecho) que es te dice que no es por las maquinas sino por el Wurlitzer Ballroom. Si, de momento es una chorrada, pero una chorrada que inevitablemente hace mucha, demasiada, ilusión sobre todo cuando estas IA pues hablan, y comparan con, la “generación CBGB” (que, aunque no sepáis lo que es, creedme y es algo mítico en el mundo de la música) y cuando ni Rock-Ola/Marquee consiguió dar nombre a la movida de los ochenta. Llamadme imbécil, pero si el concepto perdura (aunque sea un poco más que aquellas “hornadas irritantes”) pues yo pensare que, aunque muy tangencialmente he participado en el mundo de la música y habré cumplido otro de mis sueños de adolescente. Vamos, que una chorrada que me hace mucha, mucha ilusión.

Pero, en fin, a lo que vamos que si me entretengo pues no acabare nunca y todavía tengo cuatro meses por delante.

En abril empecé mis lecturas con una compra en inglés (traicionado así a mi librería de referencia, ya sabéis: Librería Méndez en la calle Mayor, donde se os espera con el cariño que tiene los libreros a los lectores; pero con cierto motivo/excusa por aquello del idioma). Dentro de esta compra estaba la última de la serie de Charlie Parker, The instruments of darkness, que pese a que ya no está a la altura de las primeras pues sigo leyendo con agrado por aquello de la lucha perpetua entre el bien y el mal (aunque como a mí, al escribir esto, se le vaya un poco la pinza de vez en cuando).

Solo diré que está en la media alta de las de la serie y que me ha hecho añadir a mi lista de “escritores a descubrir retrospectivamente” a John Sandford (escritor del que no tenía ni idea pero que cita como un clásico del género policiaco) y que espero descubrir si algún día me acuerdo del nombre en alguna librería.

Por supuesto, por no dejarlo en solo esto os dejo con esta reflexión sobre los políticos con la que coincido y sobre la que se podría debatir mucho: “All politicians are ambitious, and ambition is a hunger that’s never stated. It’s a cousin to desire, even addiction. We’re all prey to the former, whatever the variant, and whether it becomes a vice or a virtue depends on one principles. But politics, by its nature, requires compromise, and compromise and principles are like matter and antimatter. In the end, every politician fails someone, but the last person he wants to fail is himself.”

Ya de visita a mi librería de referencia (repito por si os he pillado despistados que es Méndez en la calle Mayor) pues me hice con la japonesa del mes (que ahora con el distanciamiento del tiempo parece que entra dentro de lo que El Pais califica como literatura comfy para el verano): Los secretos de la papeleria Shihodo.

Más que sobre los secretos de la papelería es un libro sobre la importancia de las cartas ya que todas las historias son sobre clientes que visitan la papelería y acaban – después de escoger al papel, el material de escritura y todos los adminiculo necesarios – escribiendo unas cartas que “tenían pendientes” en una zona reservada de la papelería. Si, ya el mero concepto de escribir cartas esta, a día de hoy, fuera de lugar es verdad que la idea de poder ponerte a escribirlas en un lugar público pues no sé si me aterra o me encanta. No sé, si hubiera una papelería asi por estos lares lo más probable es que si fuera a comprar pero dudo que me pusiera a escribir allí mismo (si no soy capaz de usar en público los cuadernos que me compro, como para ponerme a escribir cartas).

Se trata de historias cortas que reflejan pequeñas cosas sobre las que el visitante de turno pues quiere hablar/escribir a otros. La verdad es que todos los personajes me caen bien y con varios de ellos tengo demasiadas cosas en común (pero de forma separada con cada uno) como “Esa incapacidad de verbalizar las cosas realmente importantes es una constante en mi vida, y para colmo esas cosas que no digo me pesan para siempre.” Que tiene uno de los personajes o esa contradicción que tenemos todos al hacer cosas que hemos hecho muchas veces con seguridad, pero con posibilidad e imposibilidad al mismo tiempo y sobre las que podemos de decir “Te lo dice alguien que ha cometido el mismo error tres veces. Es imposible que me equivoque.”

Los que me conocéis habréis notado que al hablar de mi primera compra en ingles he tenido que omitir algo ya que eso de comprarme un solo libro pues no va mucho conmigo. Para los que hayáis observado esta anomalía os puedo tranquilizar, mi personalidad no ha cambiado y obviamente no compre un solo libro, sino dos y el segundo fue A fatal Grace, de otra autora a las que sigo últimamente.

He de decir que lo que mas me gusta de esta autora, que pese a haber crímenes o delitos pues todo es bastante cotidiano, como de andar por casa, es algo que  no esta en este libro donde la intriga se centra en un mas que rocambolesco asesinato con una preparación de años que no acaba de encajar en el formato de la serie, o en el formato que yo entiendo para la misma.

No quiero decir con esto que no me haya gustado. Es una novela muy correcta en la que la trama (pese a sus aspectos rocambolescos) pues se sostiene (mas o menos), con los personajes de siempre y con frases buenas como ese “When someone stabs you it’s not your fault that you fell pain.”

Pese a que pueda sonar a algo absurdo también me encanta ese dialogo en el que alguien que esta convencido de que Dios le ha habado a través de una vagabunda, ante la incredulidad de todos aquellos a los que se cómo cuenta responde: “When does a Bush that burns become a Burning Bush?” que creo que resume perfectamente la valoración de los hechos de los creyentes a la vez que ejemplifica la doble vara de medir de los mismos.

Sobre la autora de Carnicero todavía tengo mis dudas sobre si me gusta o no: la primera que leí me gusto bastante, la segunda me gusto menos y esta tercera pues no sé qué decir. Es una de esas lecturas que si fuera ficción me parecería completamente demencial: un medio que se inventa una especialidad, a la que llama ginopsiquiatria (psiquiatría de mujeres) con la que, básicamente, se justifica para torturar a mujeres en el entorno de una clínica psiquiátrica que dirige. Ya digo, algo bastante, excesivamente, demencial.

El problema es que parece que es una historia real y no de hace tanto tiempo. Y esto claro, cambia la perspectiva y hace un poco alucinante leer cosas como que “Como han demostrado estudios recientes, la llamada educación «superior» entre hembras blancas pone en peligro la cantidad de flujo sanguíneo que va del útero al cerebro, lo multiplica por diez, cosa que tiene como consecuencia probable que dicha actividad marchite los ovarios y evite que la mujer alumbre sus deberes maternales; siendo ese el caso, eran más que urgentes los experimentos rigurosamente controlados en esta rama de la fisiología.” y saber que se publicaban en revistas científicas (bueno, diría de médicos y psiquiatras por confinar un poco la tontería pero no sería justo. Anda que no se leen tonterías en revistas científicas).

Si bien lo anterior puede hacer sido superado incluso por los médicos (o por lo menos la justificación que, desgraciadamente, no la idea general de la diferencia que intenta justificar) si creo que la mayor parte de los médicos siguen anclados en esta idea de que “Un médico nunca tiene la «culpa». Los pobres desgraciados vienen para que los ayudemos como podamos, con la gracia de Dios; y si Dios no se comporta caritativamente y no les concede Su gracia, como va a ser culpa nuestra.”, en algunos casos cambiando a Dios por la naturaleza u otra fuerza inconmensurable, pero sin admitir la posibilidad de error por su parte.

Si la historia central es alucinante he de reconocer que a mí me ha alucinado todavía mas el saber de la existencia en estados unidos del concepto de siervos por contrato, concepto  simultaneo y casi idéntico a la esclavitud, pero más duradero y mucho mejor visto por diferencias que escalofrían: “La familia Weir tampoco tenía siervos por contrato, padre no creía en esa clase de esclavitud, ya que esos trabajadores no tenían derechos como ciudadanos estadounidenses y sus amos podían obligarlos a trabajar hasta el último aliento o matarlos a latigazos sin que el amo sufriera apenas consecuencias. Una diferencia esencial es que esos siervos solían ser blancos y no se consideraban posesiones, es decir, su descendencia no pertenecía a sus amos, sino a ellos.”

Ya digo, alucinante en su totalidad, pero… yo soy más de ficción que escalofría menos que algunas partes de la realidad.

Comprar una novela de Loriga es algo que durante mucho tiempo me había parecido una idiotez, una pérdida de dinero y en caso de leerla (que es realmente el fin con el que se comprar una novela, salvo en el caso de decoradores de interiores, publicistas y similares) pues una pérdida de tiempo.  Eso es lo que me parecía y tras darle una oportunidad a TIM he de reafirmarme. Sencillamente es una mierda de novela en la que ni el uso de Tim como nombre (quitándole las mayúsculas propias del acrónimo que es) le da el mas mínimo juego, es de una simpleza brutal de la que solo he podido salvar esta frase “A los monstruos nos encanta estar en grupitos porque supongo que se nota menos nuestra condición al carecer de contraste.”, que a mi entender explica uno de los graves problemas de lo que se ha convertido internet.

Se ve que tenía un día tonto en mi última visita a mi librería de referencia y eso explica, además de la compra anterior, la compra de Junto a un bosque inmenso, novela que compre solamente porque sucedía en la Georgia rusa (o ex rusa que no estoy seguro) y me pareció algo exótico ya que no creo haber leído nada de esta zona.

Es verdad que en cierta medida explica porque algunos nos empeñamos en seguir leyendo libros que no nos están gustando hasta el final “Y por eso siempre hay que leer los cuentos de hadas hasta el final, cueste lo que cueste. Para poder oír el final feliz.”, o más que el final feliz seguimos haciéndolo con la esperanza de que mejore. Sinceramente creo que debía de haber dejado este antes incluso de leer esa frase.

Pese a todo he de reconocer que me ha encantado ese “No creas que el pasado no influye sobre el futuro. La resaca de mañana es la prueba de los pecados de hoy.”, frase que voy a intentar recordar.

Hace un par de años descubrí, me descubrieron mis libreros de referencia, la editorial Sajalin con la lectura de Offut y desde entonces de vez en cuando miro a ver si hay algo que tenga buena pinta y así fue como le lleve Perla.

Como decía al principio me es dificil, tras el tiempo trascurrido entre la lectura y ahora y sin el libro delante ya que lo lei en Piles me resulta dificil emitir una opinión clara. Creo que no me gusto especialmente pese a tener alguna que otra frase buena como “… una mala hierba no es más que una planta en el lugar equivocado…”; o de incluir conceptos hidráulicos que no son estrictamente ciertos pero si aproximados como “Y si tirabas de la cadena del váter por la noche, se producía un efecto conocido como golpe de ariete, es decir, media hora de ruido estrepitoso…”

Es posible, sin embargo, que si me gustara ya que he seleccionado dos frases con las que coincido plenamente: “No es fácil tener buenas ideas cuando estas triste. Más tarde, cuando la tristeza remite, esas ideas parecen evidentes.”, y “Todas las personas tenemos un interruptor de desconexión, una marca en el cerebro a partir de la cual la información que nos transmiten los sentidos deja de ser fiable. Lo que vemos, oímos, olemos y gustamos no guarda relación con la realidad. Y, por eso, el cerebro se dispara, proponiendo explicaciones cada vez más absurda para esa avalancha de informaciones extrañas.”

Aunque ya me he referido a una de mis lecturas como la japonesa del mes, este mes ha tenido dos, siendo La casa de verano la segunda que encaja en esta categoría geográfica pero que yo he clasificado como una novela para arquitectos ya que está llena de esas valoraciones de los espacios y de la percepción de los mismos que tanto les gustan a los decoradores de exteriores que priman la forma sobre la función. Es por ello que igual uno delos personajes tenga que recordar eso de que “Las cosas que no necesitan manual de instrucciones pertenecen a una categoría superior.”, algo que cada vez se aplica menos, o menos gente o menos oficios (ahora hasta hay restaurantes donde te explican cómo debes de comer un plato)

Es verdad que me ha aclarado el origen de una frase que me encanta contraponiéndola con otra que no conocía en una camiseta “… había unas letras pequeñas blancas que decían: «Less is more». En la espalda, en la misma posición, se leía: «Less is a bore». Delante las míticas palabras de Mies Van der Rohe; detrás la respuesta irónica de Robert Venturi.”

Si el Venturi citado fuera el hidráulico pues igual le daría más peso a su respuesta, pero como es otro arquitecto me quedo con la simplicidad de la primera (aunque me quedo con la duda de a que se refiere con “en la misma posición” cuando habla de la espalda; entiendo que sería centrado que si no se complica el tema).

También me ha aclarado (el traductor) algunos sufijos para nombres del japonés del que, creo que, como todos, solo conocida el “San”, de respeto, pero no la existencia de “Kun” es para compañeros o personas más jóvenes o subordinados y “Chan” denota familiaridad. Ya ves, siempre se aprende algo nuevo (o algo que ya sabias y has olvidado que nunca se sabe).

Encontrar una reedición de Un puñado de polvo me hizo bastante ilusión y la compre (pese a estar seguro de que la tengo en casa) con la idea de incorporarla a uno de mis intercambios de libros. Sin embargo, tras leerla he de reconocer que ha envejecido mal y que no era la novela divertida que yo recordaba así que ahora tendré dos ejemplares. Esto no quita para que si reeditan Retorno (o alguna otra) no la vuelta comprar y me la vuelva a leer y sea objeto de intercambio futuro (el del próximo ya lo tengo elegido Maria de la O, que lo sepas).

El calor y el cambio de papa, fundamentalmente lo primero que me dejo sin ganas de cruzar el horno crematorio en el que al Ayuntamiento ha invertido en unas sombras demenciales que no alivian nada el calor, me hizo escoger Conclave para su relectura.

La novela se centra en las intrigas de los cardenales (incluyendo, por supuesto, un giro final de guion propio de un Best-Seller para introducir un tema marginal del que no os hare spoiler) y uno se puede dar de que “Las reglas, de varios siglos de antigüedad, ponían de manifiesto la escasa confianza mutua que se profesaban los padres de la Iglesia; era preciso orquestar una conspiración entre un mínimo se seis miembros para amañar los números.”

Sorprendentes, a la vez que un pozo incomprensible, las palabras de uno de los papales que le adjudica el autor “si alguno viene junto a mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanos y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.”

No me extrañaría que fuera algo literal ya que maestros tiene la iglesia, pero no deja de sorprender.

En fin, con esto he dado el primer paso para ponerme al día… como decían aquel en el funeral del primer miembro muerto de un trio “One down, two to go”. Pues eso, con otros números, Divertíos asaltando el castillo.

 

Lecturas

The instruments of darkness - John Connolly

Los secretos de la papeleria Shihodo - Kenji Ueda

A fatal Grace - Louise Penny

Carnicero - Joyce Carol Oates

TIM - Ray Loriga

Junto a un bosque inmenso - Leo Vardiashvili

Perla - Siân Hughes

La casa de verano - Masashi Matsuie

Un puñado de polvo - Evelyn Waugh

Conclave - Robert Harris

sábado, 3 de mayo de 2025

Comentario de textos – marzo 2025

En fin, pues, aunque no lo parezca por el retraso que llevo en comentar mis lecturas no ha sucedido nada raro y todo está bien a este lado de la pantalla. Mi tardanza en escribir solo se debe a que estoy algo desbordado de trabajo y, lo que es peor, de un trabajo que me induce a procrastinar ya que no es especialmente interesante y en el que además dependo del trabajo de otras personas que no están bajo mi control lo que me crea demasiada tensión ya que a) odio a la gente y b) la gente cada día trabaja peor, con el mínimo interés, creyendo que lo saben todo pero demostrando un desconocimiento básico de casi todo, probando, una vez más, la veracidad del efecto Dunning-Kruger, lo cual hace que se refuerce la “a” anterior y me tengan un poco, mucho, hasta los mismísimos y me hagan, en lugar de trabajar menos, tener que trabajar más ya que primero me toca revisar lo que han hecho, abroncarles por las mierdas que preparan para finalmente tener que acabar haciéndolo yo casi desde cero. En fin, supongo que son o cosas de los tiempos que corren o cosas de la edad que voy teniendo y de la perdida de la escasa, casi nula, paciencia que me caracteriza.

En fin, que como voy bastante tarde con mis comentarios y habiendo ya despotricado del mundo exterior y de los personajes que lo habitan pues, sin más preámbulo ni introducción, me paso a los comentarios del mes anterior (en breve, espero, los de este mes).

Empecé el mes sin nada que leer, pero resulto que en el Wurlitzer se habían dejado – además de la tradicional multitud de prendas de ropa propias del invierno y de diversos artículos electrónicos y no – un par de libros y dio la casualidad, no recuerdo porque, que pase por allí y me los lleve para aprovecharlos y saber qué tipo de cosas lee el público, o más bien el público poco cuidadoso con sus cosas, o con sus libros.

El primero era Llenos de vida, que se supone es una sátira de la sociedad americana de los cincuenta y que hoy encajaría en algún genero de esos de auto ficción o como se llamen cuando uno novela una historia en la que los personajes se parecen demasiado a los de du propio entorno y el protagonista es casi identificable con el autor, en este caso un escritor que va a ser padre y pues tiene una especie de crisis/cambio de su pasado rebelde a su vida convencional (o creo que eso es lo que intenta contar el autor/protagonista). El caso es que no me ha interesado lo mas mínimo y no creo que tenga nada destacable.

El otro libro olvidado era La campana de cristal, que curiosamente también pasa en los años cincuenta, lo que me hace sospechar que igual los olvido la misma persona, ya que es mucha casualidad que los dos retraten la misma época, aunque igual no, ya que este está dedicado por ser un regalo de cumpleaños y el otro no. Por este si sentía curiosidad ya que la autora es uno de esos lugares comunes de las feministas de la que yo, creo, no había leído nunca nada (hasta ahora no sabía bien porque). Teóricamente – según la contraportada – pues es “un clásico de permanente actualidad, certero en su retrato de la enfermedad mental y la alineación moderan”, pero una vez más debe de ser que yo no lo he captado en su verdadera magnitud y me ha aburrido bastante y me ha parecido una novela insignificante de la que solo salvo una frase en la que una atea cuenta que hablo con un cura: “le conté que yo creía en el infierno, y que cierta gente, como yo, tenía que vivir en el infierno antes de morir, para compensar que después se lo perdían porque no creían en la vida después de la muerte”. Supongo que es un pensamiento excesivamente católico para mi gusto con el que no estoy nada de acuerdo, pero, oye, me parece curioso.

Leídos los dos olvidos, teniendo en cuenta que la persona que los olvido nunca volvió a por ellos pues cada vez estoy más convencido de la premeditación del dicho olvido y que no se trata de poco aprecio a los libros sino casi de lo contario.

Tras estas lecturas extemporáneas pues ya era hora de visitar mi librería de referencia (ya sabéis, pero yo, cual influencer, si bien sin nadie en quien influir, que publicita cosas lo repito, Librería Méndez en la calle mayor) y hacerme con algo que me apeteciera y, con un poco de suerte y con la ayuda en la selección previa de mis libreros, incluso bueno, muy bueno o excepcional. Vete a saber.

Mi primera lectura fue El misterio de la mujer tatuada, que puntúa para mi japonés del mes y que encima, oh sorpresa, es de detectives con una mujer involucrada, que encima esta tatuada (y todo esto sin spoilers de ningún tipo). La verdad, aunque nada sorprendente en la propia historia, es una novela que se deja leer muy bien y que además de curiosidades que yo desconocía como que el rey Jorge V de Inglaterra y el zar Nicolás II tenían tatuajes hechos en Japón (para que luego digan que los tatuajes históricamente son barriobajeros) y de frases curiosas pero ciertas como “la distancia más corta entre dos puntos puede resultar ser un circulo” (referido en este caso a las investigaciones por asesinato pero ampliable a otros geometrías o sistemas con restricciones) junto con algún otra negligencia matemática cuando “Takezo había legado la mitad de su propiedad a su hermana menor, HIsashi, y un tercio a Knue Nomura” que igual no es negligencia pero que deja abierta la duda de que paso con el resto (que os invito a calcular cuánto es, y si tiene sentido que sean los impuestos y en ese caso a cuánto ascienden)  por supuesto también tiene frases sobre los tatuajes como esa de “No quería hacer como esas cobardes que empiezan a hacerse un tatuaje y luego abandonan porque no aguantan el dolor. Tatuarse es como vivir una historia de amor: hay que llegar hasta el final sin importar cuando duela.”

Con todo, casi por lo que me toca, mi parte favorita es esa de “En el corazón de cada hombre se oculta al menos una pizca de maldad, y las personas que expresan esos impulsos oscuros a través del habla tienen menos posibilidades de que ese veneno espiritual los invada por dentro y los lleva cometer un crimen, como sucede en ocasiones con los tímidos y los conformistas que un día cualquiera cogen un puñal o una pistola y hacen estragos.”, así que ya sabéis, mejor que aguantéis mi sarcasmo y/o mi lengua viperina ya que la opción, que a veces sopeso, pues igual os resulta desfavorable.

No tuve tanta suerte con mi siguiente elección, La ballena varada, que sinceramente no conseguí que me interesara nada y creo que su única virtud es la de ser corta y uno de sus grandes defectos es el uso del gaélico en el texto sin traducir y sin anotar. Completamente olvidada.

Si me ha gustado bastante Silencios que matan, en la que la protagonista es una abogada que trabaja para una red de solucionadores de problemas, básicamente una agencia de comunicación, pero con ramificaciones un poco menos limpias que se van sabiendo a medida que avanza la novela, y que se dedica a arreglar escándalos y a evitar, o mantener (no lo tengo claro) esa frase que todos sabemos que es cierta en la mayoría de los escándalos de famosos (ya sean sexuales o de dineros): “Nadie habla, pero todo el mundo cuchichea.”, que realmente es el motivo por el que no hay más escándalos pero los que hay son como más grandes. Hablar más, cuchichear menos; es mi recomendación.

Sobre el tema de los escándalos diré que estoy de acuerdo con los personajes y los sexuales no me interesan, ya que “la vida sexual de los demás es como sus sueños – repone Mae -. Solo me interesan si salgo en ellos.”, y con los de dinero pues me cuesta, a veces, entender las cantidades y necesito ponerlos en perspectiva con cosas como “¿sabes cuál es la diferencia entre un millón y mil millones? Un millón de segundos son once días. Mil millones de segundos son treinta y dos años.”, vamos, que hay cifras económicas que no puedo ni imaginarme lo que representan.

También me siento muy identificado con esa frase de “Pero si algo me ha enseñado esta vida, te lo juro por Dios, es que existe algo llamado “libre albedrio”. Tenemos libre albedrio. El problema es que no todo es mundo está por la labor de respetarlo.”, que obviamente puede leerse de dos formas: que no lo ejercemos o que no nos dejan ejercerlo, y no se cual es más habitual.

A priori casi nadie dudara de que un libro que se llama Café y cigarrillos tiene grandes papeletas para gustarme, aunque la verdad es que a mí el café, como café, pues no me gusta especialmente (lo que me gusta del café es el concepto, no el producto) y la verdad es que me ha gustado, aunque no sea una novela ni tampoco una recopilación de cuentos.

Tiene cosas muy curiosas como ese “Mark Twain supuestamente dijo que renunciaría al cielo si allí no se podía fumar. Tenía razón. Las cosas solo se pusieron interesantes cunado Adán y Eva comieron el fruto del árbol del conocimiento y fueron expulsados del paraíso: por fin termino ese aburrimiento infinito, ese vacío mental y ese regocijo constante. Los dos se convirtieron en seres humanos y a partir de entonces pudieron conocer el mundo y a sí mismos.”, pero dudo de si estoy de acuerdo ya que igual sería mejor que estuviera prohibido y acabaran expulsándote; o el origen del color magenta que, según el autor, viene de una ciudad de Lombardía donde “el 4 de junio de 1859, murieron tantos soldaos que el suelo se tiño de rojo. De allí proviene el nombre del color magenta”, o del de Barcelona “los argonautas perdieron un braco aquí durante una tormenta: el noveno, de diez en total. Heracles lo encontró destrozado en la costa y en ese lugar fundo una ciudad: Barca Nona, «el noveno barco»; Barcelona.”, ambas bastante dudosas, casi tan dudosas como indiscutible la de “se había dado cuenta de que la palabra listen, «escuchar», tenía las mismas letras que silent, «callado»”.

Mi última lectura del mes ha sido Un puente sobre el tiempo, que es una novela de viajes en el tiempo en la que, para evitar esa paradoja típica de que uno se encuentre con alguien o que cosas que se hagan puedan cambiar el pasado, pues se limitan a traer al futuro a personas que poco antes de que vayan a morir con lo cual es como si hubieran muerto. La idea no está mal, pero si algo me ha enseñado su lectura es que las buenas novelas de ciencia ficción no suelen encontrarse en editoriales de literatura convencional. Esta está editada en Salamandra por lo que, lamentablemente, pues no es buena.

En fin, como veis hoy he sido breve, pero espero poder volver pronto para ponerme al día con las lecturas del mes vencido, mientras tanto ¡Disfrutad asaltando el castillo!

 

 

 

 

Lecturas

Llenos de vida - John Fante

La campaña de cristal - Silvia Plath

El misterio de la mujer tatuada - Akimitsu Takagi

La ballena varada - Elizabeth O'Connor

Silencios que matan - Susan Harper

Café y Cigarrillos - Ferdinand Vom Schirach

Un puente sobre el tiempo - Kaliane Bradley

domingo, 30 de marzo de 2025

Comentario de textos – Febrero 2025

Este mes, una vez más, ejerzo de consultor casi profesional y me pongo a escribir prácticamente el ultimo día del mes (vencido) correspondiente. No solo eso, sino que encima voy a empezar con un dicho popular que he ha venido a la cabeza últimamente: “pitillo que se ha apagado, no lo vuelvas a encender; amor que ya has querido no lo vuelvas a querer”. No, que nadie se inquiete, no me he acordado de este dicho ni por haberme quedado sin tabaco y tener que encender una colilla para calmar mi ansiedad (algo que hace bastante que no me pasa, pero no negare que, en otros momentos de mi vida – fiestas aparte – no haya rebuscado en ceniceros la colilla más larga, y luego la siguiente, para poder fumar); ni tampoco es que me estuviera planteado (como si tuviera opción) volver con alguna ex novia o algo similar. No, por ninguna de estas cosas, pero si ha sido por dos motivos. Por una parte, mi sobrina (con la aportación de sus padres) me trajo de Budapest un juego de cartas y la verdad es que me han entrado ganas de retomar, de volver a hacer juegos de magia, de volver a empezar a aprender, porque pese a que en su día supe, la verdad es que he comprobado que ahora mismo he de empezar otra vez desde cero. Como dice el dicho, parece difícil retomar un buen amor y posiblemente no aconsejable, pero, bueno, voy a intentarlo ¿Quién sabe? Solo tengo que conseguir el tiempo y empezar e igual en un par de meses, estoy suplicando vuestra atención para que veáis algún juego (o lo que es, algo, más probable, es que esta intención se quede en un buen propósito y el juego que me regalo mi sobrina quede relegado a el baúl de los juegos varios y yo no tenga que andar suplicando vuestra atención). De momento ya he localizado las barajas, algunos libros e incluso he pasado algunos videos a un formato que pueda ver cómodamente. Ya veremos…

El otro motivo por el que ese dicho ha vuelto a mi cabeza es que ordenando cosas me encontré una carta de mi gran amor, contando su versión de nuestro amor. Si ya en su día esta carta me pareció muy injusta (igual algún día os cuento que dice y porque me pienso esto) la verdad es que el tiempo no ha mejorado mi opinión sobre esta carta (que afortunadamente había olvidado) pero, eso sí, volver a leer lo que escribió de mí y de nuestra relación creo que ha sido una de las cosas más dolorosas que me han pasado en mucho tiempo. Así que solo puedo daros un consejo: tener mucho cuidado con las cosas que guardáis, porque en cualquier momento las volvéis a encontrar y como cantaba aquel (y yo escribí una vez en una pared, la única vez que he escrito algo en una pared): “Now those memories come back to haunt me. They haunt me like a curse. Is a dream a lie if it don't come true, or is it something worse?”

Pero a lo que vamos, que se me acaba el domingo y todavia me queda la tarea de contaros mis lecturas del mes.

Empecé el mes con el primer préstamo de mi amiga Maria de la O (que en nuestro penúltimo intercambio en lugar de un solo libro pues me dejo dos): Yo por dentro, que es un libro de “recuerdos” de ese famoso actor guaperas que, entre sus mejores cosas, estuvo casado con la bellísima Jessica Lange y, entre las peores, fue el guionista de la infumable Paris, Texas en la que lo único bueno era la presencia de la también bellísima Nastassja Kinski. Con este último dato, algunos ya os haréis una idea de lo variado y desvariado del libro que afortunadamente esta mejor que el guion de esa obra maestra mencionada (a la que parodiaban Orejudo o Raja, no recuerdo cual, probablemente ambos, en una nota de visionado de las que repartían a la entrada de los Alphaville, que pese a ser ficticia podría haber sido cierta). A los demás pues no os cuento nada por si acaso sentís un ansia de jugar a cultureta ochentero que viene a ser lo mismo que los hípsters actuales, pero cambiando algunos detalles menores, para lo que creo que es un libro excelente.

Tras visitar mi librería de referencia (si, lo vuelvo a decir por si no habéis pasado últimamente, ya sabéis a donde dirigir vuestros pasos, a la librería Méndez en la calle Mayor) empecé La Rey, novela que prometía por aquello de que su protagonista fuera una reina del narcotráfico (curiosamente del narcotráfico paraguayo, algo que yo desconocía que existiera debido a mi desconocimiento de la geografía de américa latina, Sudamérica o como se llame ahora). La historia pues es excesivamente típica (o típica en el sentido cinematográfico, que no quiero decir que hacerse narco sea una cosa típica de paraguayos. Nada más lejos de mi intención, que hasta esta lectura no sabía que existía un cartel, o más de uno, paraguayo) y tal vez lo único no típico sea el salpicado de frases en una lengua local (desgraciadamente sin notas al pie para saber que quieren decir exactamente) a lo largo del libro. En este sentido, aunque me entra la duda de si la palabra Kuña se refiere a la obsidiana, que al parecer en Paraguay es un nombre de mujer, o a las mujeres en general que es lo que parece deducirse siendo un genérico para mujer “está formada por Kû (lengua) y Aña (diablo)” siendo un término habitual para referirse a las mujeres. Parece que tampoco es una sociedad especialmente feminista.

Mi siguiente lectura fue Animales pequeños que trata sobre una chica joven que se ha mudado a vivir a Londres, sus aventuras y desventuras, sus relaciones con su amiga, con su hermana y con el mundo en general. Confesare que no me ha dejado ninguna huella y que, si alguien me preguntara, diría que no ha gustado, pero… como tengo mis marcadores me veo obligado a reconocer que tiene frases (ideas) que si me gustan, como esa de “Este, barrio es como un niño al que sus padres dejan solo demasiado a menudo. Triste, peligroso. Sucio”; o esa otra sobre “Estoy convencida de que la espera es el peor castigo inventado por el ser humano. Los animales no esperan, solo contemplan, cuando miran estáticos a algún lugar están dejándose existir sin saberlo.” que puede que sea el motivo por el que procuro nunca llegar tarde (para no infligir el castigo de esperarme o, más real, porque no me fio de que me esperen si llego tarde) y también la actitud que adopto frente a la espera siempre que puedo (que no siempre lo consigo y, a veces, me falla el zen); al fin y al cabo a mí también me “fabricaron con el mismo material seco, de afectos rudimentarios, torpes en la expresión emocional, como dos insectos sin antenas.”

Vallesordo es una novela que estaba casi seguro de que no me iba a gustar, al fin y al cabo, la historia de un chaval de un pueblo de Zamora que quiere ser bailarín de un programa de la televisión y para el que lo más importante son sus coreografías y acudir al casting del programa, pues como que no me interesaba prácticamente nada. Pero, oye, nunca se sabe y, pese a ser yo un partidario acérrimo de algunos prejuicios (los basados en el buen juicio, mi buen juicio) decidí darle una oportunidad. Al fin y cabo así es como descubre uno las coas, probando. Bueno, una vez leída pues ya lo sé. A mí no me ha interesado nada.

Sé que mi amiga Maria de la O se va a enfadar conmigo, ya que últimamente no consigo que me gusten las novelas que intercambiamos y La muerte de Vivek Oji, sin parecerme mala (que casi ninguna de las que intercambiamos me lo parece) pues no me ha convencido. Entiendo que haya sido una novela de bastante existo, ya que su autore (si, no es una errata, es que se presenta, en la nota biográfica, como elle) pues toca un tema, el de la vida, y la muerte, de un transexual en una pequeña ciudad de Nigeria (si, como lo habéis oído) que puede tener cierto interés considerando la situación actual en otros países y las evidentes similitudes con ciertas mentalidades que hacen que la historia pues no sea especialmente nigeriana, sino más bien de cualquier parte, creo que se queda en aspectos bastantes superficiales de un tema que podría ser interesante. En fin, pues eso Maria de la O, que me encanta que me descubras libros y autores que yo desconozco e incluso temas por los que solo siento un interés académico así que no te enfades y sigue en la línea de intercambios. Yo encantando, aunque pueda parecer lo contario por la crítica.

La verdad es que yo también escojo novelas con temas que me son absolutamente ajenos, precisamente por eso mismo porque son cosas que desconozco y que me pueden interesar. Porqué si no me leería una novela sobre dos mujeres que se conocen en el Vietnam de los sesenta y para las que, de formas distintas, la maternidad es un eje central de sus vidas o de su relación que es la idea central en Absolución (vale, también habla del colonialismo, de los robos de niños y de otras cosas; que ningún libro, solo los muy malos, va de una sola cosa).

Aquí he de reconocer que el motivo principal para cogerla no fue su tema central sino su ubicación geográfica ya que me apetecía leer algo sobre un país en el que pese a haber pasado cincuenta días pues desconozco prácticamente todo ya que pensaba que tendría más color local, pero las dos amigas pasan casi todo el tiempo en bases americanas por lo que ni eso, salvo alguna referencia como “¡el nuoc mam, aquella inmunda salda de pescado!” que ciertamente es ubicua en Vietnam y realmente apestosa.

Ya fuera del color local, pues siempre da gusto leer variaciones sobre cosas que uno ya sabe, o ha leído antes, como “Stella me dio una vez que el profesor habría podido llevar una vida feliz si no hubiera leído nunca un solo poema”, y también descubrir algunas nuevas como “Es desconcertante no saber siquiera donde reside tu esperanza. También una bendición, supongo. El encogimiento de hombros que se quita de encima la culpa.”

Pues eso, nada especialmente relevante este mes pero seguimos y ¡Divertíos asaltando el castillo!

 

Lecturas

Yo por dentro - Sam Shepard

La Rey - Reynaldo Sietecase

Animales pequeños - Mercedes Duque Espiau

Vallesordo - Jonathan Arribas

La muerte de Vivek Oji - Akwaeke Emezi

Absolución - Alice McDermott