Este mes no podía empezar con una noticia mejor que la de
que ya estaba listo el libro de Rafa (si, ya lo sé, mi hermano odia que le
llamen Rafa pero hay cosas inevitables; como las ganas de molestar a los
hermanos mayores) por lo menos desde un punto de vista de un lector. Desde un
punto de vista más general esta no sería la mejor noticia del mundo y otras,
que por razones de prudencia – puede que incluso de superstición – no voy a mencionar,
espero que eclipse a esta y a ser posible en un tiempo muy breve.
Para mi es difícil criticar
en público, o en privado, una novela de mi hermano igual que para vosotros
sería muy difícil dar credibilidad a cualquier cosa positiva que os diga sobre
ella. Así que no veo motivo para andarme por las ramas y lo diré directamente:
es una buena novela, incluso una muy buena novela que por supuesto os
recomiendo tanto su lectura como su compra para regalos variados: cumpleaños,
aniversarios, peticiones de mano o de disculpas (en las joyerías a los regalos más
caros los suelen denominar regalos de
sofá, ya que son los que algunos hacen tras ser desterrados del lecho
conyugal al sofá) pero sobre todo para regalárselo a uno mismo o a un ser
querido al que sepas que le gusta leer (y ya puestos ir hasta Cercedilla y
visitar la Librería Fuenfría para llevároslo dedicado que así parece que el
esfuerzo ha sido mayor y parece que el regalo gana en calidad). Es el libro
ideal para regalarlo sin motivo, ya que los mejores regalos son los que se
hacen cuando no existe ningún motivo, salvo el de que te apetece hacerlo; el
resto de regalos, los que se hacen con un motivo, por mucho que te apetezca
hacerlo siempre parecen tener un componente de chantaje social, un algo que te
ha obligado a pensar en esa persona y en hacerle un regalo y regalar libros de
Rafa, aunque debería ser obligatorio, no debe ser una obligación. Pero, divago,
ya, si eso, hablamos de regalos y obligaciones otro día.
Empecemos pues con Para
morir iguales y por avanzar, empecemos por lo peor de todo: la frase de la
fajilla, esa parte que dice “su novela
culminante”. ¿En serio, culminante?
¿Cómo es eso? ¿Es que mi hermano se a
retirar de la escritura? Sé que no se ha muerto, porque me habría
enterado, alguno de mis hermanos me lo habría comentado y mientras estaba en la
librería no podía evitar pensar que si
me hubieran comentado algo sobre la muerte o la retirada por causas de salud de
Rafa de la escritura me acordaría e incluso lo habría comentado con el (bueno,
salvo que de verdad hubiera muerto que entonces, pese a ser hermanos, no lo
habríamos comentado por las dificultades técnicas que siempre conlleva comentar
la muerte con el difunto). Ya digo, una frase muy desacertada y que estoy
seguro de que en los próximos años Rafa la pondrá en su lugar cuando escriba su “novela culminante” que todos sabemos
que está a la espera para cuando se vuelva a reunir el jurado de los premios
nobel de literatura, ese que han disuelto por sus escándalos sexuales.
Comentado lo peor, pasemos a lo más incomprensible que
sencillamente es la portada. ¿Qué demonios hace una ilustración tipo Ouka-Lee ilustrando esta novela? ¿Una ilustración
de una azotea de Madrid con una familia, que se adivina feliz (padre y madre –
o pareja sin más – y una niña, no diré hija ya que igual e algo alegórico que
no he captado, mirando al lector) rodeados de frutas y ofensivamente subidos de
color? ¿En serio? No sé, supongo que me chirria tanto porque yo ya había leído
una versión del libro y encajar el contenido con esta portada me resulta
sencillamente imposible, aunque también cabía la posibilidad de que Rafa
hubiera cambiado tanto la novela que ahora la portada fuera adecuada o incluso,
más probable, que yo me estuviera perdiendo la alegoría de la portada (si,
estoy seguro de que es alegórica o puede que algo peor, tipo metáfora
hiperbólica) o que no me hubiera enterado del libro en la primera lectura (pese
a que preste atención y progreso adecuadamente en mi capacidad lectora, o ese
dicen, decían, mis pedagogos, lo que antes eran “los profes”).
Ya, ya os veo, con la preguntilla esperando: vale, todo esto
me parece bien pero ¿y la novela? Porque sé que vosotros no sois como yo, que
para enfado de los escritores casi siempre decido comprar el libro por la
portada o lo poco que, un indocumentado que no es el escritor, ha escrito en la
contraportada sin haber leído ni una página del libro. Pues, como lo diría…. Es
una buena novela de Rafael Reig para lo bueno y para lo malo, que en gran
medida son la misma cosa. Me explico: Rafa escribe muy bien y le gusta mucho
escribir, redondea frases e ideas con una facilidad envidiable, leerle es muy
entretenido e casi siempre educativo, educativo en el sentido positivo de que
ayuda a entender distintas formas de relacionarse y de ser de distintos tipos
de personas, pero a Rafa escribe muy bien y le gusta mucho escribir por lo que
la historia en si misma parece importarle poco, la historia para Rafa no es más
que una excusa (un McGuffin, que diría Hitchcock ) para poder escribir y el
libro sería igual de agradable aunque tratara sobre la reproducción de las
musarañas que sobre la historia sobre la transformación de este huérfano casi
como metáfora de la trasformación de la sociedad en la que está inmerso. Con
esto no quiero decir que la historia sea mala, de hecho si tuviera que decir algo
probablemente diría que es buena, pero creo que a Rafa no le interesa
especialmente hacer una historia redonda, si no escribir bien una historia, o
varias, sin tener necesariamente que centrarse o acabar ninguna de las
historias. Si en lugar de escribir novelas se dedicara a los tebeos (perdón,
comics) ya tendría material para hacer varios spinoffs, crossovers, precuelas y
cosas similares en las que retomar las distintas historias que andan por el
libro (por este y por otros suyos) sin resolver totalmente o sin acabar de
mezclarse completamente.
Personalmente que no todas las historias se resuelvan a
veces me crea cierta inquietud, centrada en querer conocer más de algún
personaje, que se ve ampliamente compensada con la escritura y la ideas que va
dejando caer por todo el libro, como esa de “Lo
que nunca he logrado comprender es por qué si mis fantasías, si son mías, si de
verdad me pertenecen, siempre tienen que acabar mal”.
La compra de libros de Rafa, por aquello de intentar
impulsar el negocio e influir en la opinión publica, siempre me obliga a traicionar a mis
librerías de referencia por alguna librería cuyas ventas sirvan para conformar
la lista de libros más vendidos intentando crear esa espiral de ventas
necesaria buscando un milagroso efecto mariposa. De momento nunca lo he
conseguido, pero con este libro algunas tradiciones han cambiado, como la de
que Rafa me regalara un ejemplar dedicado, algo que al parecer este año con la
excusa de que ya me habría comprado yo uno (algo que he hecho con todos) le ha
parecido innecesario dejándome sin ejemplar dedicado por lo que es posible que este año también
cambie lo de las ventas y el efecto mariposa.
Aprovechando la sabiduría popular de “culpable por uno, culpable por muchos”, o la de las películas de
asesinos y robos en las que “si te va a
caer la penas de muerte por uno, que sea por muchos” decidí aprovechar mi traición,
la visita a esta librería con lista de ventas, y comprarme también Años de Sequía, no solo porque el
titulo haga referencia un fenómeno hidrológico, sino porque una policiaca
ambientada en la parte rural de Australia parecía una idea tentadora y que
sinceramente ha sido un acierto. No puedo contar mucho sin estropeaos la trama
que está muy bien trenzada entre un pasado poco definido en el propio recuerdo,
o conocimiento, del protagonista y un presente en el que no le gustaría creer
(su amigo de la infancia se ha suicidado después de matar a toda su familia)
pero que por las partes que no conoce del pasado tampoco se atreve a no
creerse. A mí me ha gustado mucho, me han gustado los personajes y frases descriptivas de ciertas personas que
aquí también existen, cada día más para desgracia suya, como “Era un
antiguo banquero que se había mudado al campo por motivos de salud y desde
entonces no hacía más que intentar convencerse de que no odiaba cada minuto que
pasaba allí”, si bien los que yo
conozco más que banqueros son malasañeros
típicos que tras años de excesos creen sentirse cansados de la ciudad y se
retiran al campo con la intención de reformarse (o eso dicen) pero que cada vez
que visitan la ciudad están igual o más pasados
que antes y que mientras hacen apología .de la tranquila vida campestre pueden
notar que están desesperados por volver a la ciudad.
Pero antes de que alguien empiece un debate sobre las
virtudes de la vida en el campo me veo obligado a citar a un personaje de la
novela: “No pienso ponerme a debatir contigo,
amigo mío – decía Mc Murdo desde detrás de la barra -. Mira a tu alrededor.
Esto es un bar, no una democracia.”
Pues eso que como esto tampoco es una democracia, retomo la
colección de discos de Alvaro (en la F) y tras no encontrar un video de
aquellos Fevers que Kike Turmix (todo un personaje de la
música de Malasaña que una vez muerto parece haberse convertido en un personaje
entrañable cuando… divago, en fin, ya, si eso, hablamos de esto otro día) te
vendía, más bien te colocaba sin poder opinar nada al respecto o si tenías
suerte te los daba en pago por la comida y bebida a la que (según él) le habías
invitado me permito repetir con un grupo del que ya he hablado en este blog: Fischer-Z y su Limbo; un temazo
indiscutible y sorprendente, bien lejos de su sonido habitual.
Una cosa de la que poca gente es consciente es del gran peso
de los “grupos imaginarios” en los
movimientos culturales, en la animación cultural
de una ciudad. Es algo que paso en Madrid durante la movida, donde por cada grupo real – de esos que de verdad se
juntan, ensayan e incluso consiguen dar algún que otro concierto – había al
menos dos grupos imaginarios (puede que diez), formados por gente que quería hacer
música pero o no tenía los medios suficientes o se perdía en otras ocupaciones
que requerían un menor nivel de concentración o inversión (al fin y al cabo
beberse un par de cosechas de trigo de la unión soviética costaba menos que los
instrumentos necesarios para formar un verdadero grupo por no hablar del
alquiler de un local en el que reunirse a ensayar, algo totalmente necesario en
sitios como Madrid donde apenas si existen las casas con un garaje libre para
montar un grupo, o una empresa tecnológica). Es verdad que para la historia
solo suelen quedar los grupos reales de
los que, por supuesto, suele olvidarse su pasado como grupo imaginario, como les paso a Echo And The Bunnymen que durante muchos años fueron uno de los grupos imaginarios más influyentes de la
escena (real) del Liverpool de finales de los setenta, hasta que encontraron un
garaje en el que ensayar y convertirse en un grupo real.
La verdad es que por esto (y por haber tenido yo un grupo imaginario) me apetecía bastante leer Memorial Device, libro que le habíamos regalado
a Álvaro, que pretende reconstruir la historia (imaginaria) de una banda de un
pequeño pueblo de Escocia de la que nadie ha oído hablar (ni fuera ni dentro
del pueblo), no exactamente una banda imaginaria pero casi. Lamentablemente es
justo lo contrario de lo que esperaba, o por ser sinceros debería decir tan
solo la parte que he conseguido leerme ya que no he conseguido acabármelo. Es
verdaderamente pesado e intenso, aburrido incluso cuando tiene posibilidades de
ser divertido y se dedica a describir a ciertos artistas y la creencia en su
propia capacidad artística. Es verdad que en algunas partes y personajes puedes
mantener una sonrisa buscando su equivalente en los personajes de, digamos, la
movida madrileña pero la densidad del texto no merece la pena el esfuerzo de
esta leve sonrisa. Obviamente no fue un buen regalo desde el punto de vista de
la lectura pero por lo menos tienen una portada que no queda mal sobre una
mesa.
En fin, para borrar el mal sabor de este libro sobre una
banda de la que nadie ha oído hablar que mejor que este gran clásico de los Flamming Groovies (que por cierto siguen
en forma como demuestra su último disco que Álvaro no quiso comprarse en vinilo).
La verdad es que con esta lectura había estado atascado casi todo el mes y si no llega
a ser porque decidimos marcharnos a Piles unos días, los previos al Puente de
mayo, aquí habría acabado el comentario de textos de este mes.
Como me parecía feo llevarme a Piles este libro, que le había
robado temporalmente a Álvaro, ya que de Piles intento volver sin libros y
dejarlos allí para el siguiente lector de visita pues era el momento ideal para
acercarme a visitar la Librería Méndez de la calle Mayor, bueno realmente
cualquier momento es bueno pero con la perspectiva de un puente largo y sin lecturas
más que bueno era una necesidad. O eso, o coger un cercanías hasta Cercedilla a
visitar mí otra librería de referencia y coger otro de vuelta.
Mi primera elección El
corazón de los hombres fue razonablemente fácil ya que la anterior novela
del autor me había gustado lo suficiente para probar con otro. De hecho tenía
tan buen recuerdo del libro anterior que lo cogí sin mirar la contraportada lo
que me proporciono la sorpresa de que el personaje principal (gran parte de la
historia y de los secundarios también) fueran boy scouts, algo que de haberlo sabido no sé cómo habría influido
en la decisión de comprarlo. Así, en principio, el tema de los boy scouts no es algo que haya conocido
especialmente: cuando yo era pequeño y estaba en edad de que mis padres me mandaran
de campamento puede que hubiera boy
scouts en España (no lo pongo en duda) pero nosotros íbamos a campamentos
de una organización mucho más extravagante, la OJE creo que se llamaba, que era,
supongo, parte del Régimen (del franquista, se entiende) y donde entre otras
actividades como los fuegos de campamento, las marchas, limpiar letrinas y
buscar gamusinos salvajes, izábamos la
bandera y cantábamos cosas como el cara
al sol, montañas nevadas o Bella Ciao. De estos campamentos tengo
buenos recuerdos, especialmente de uno en L’Scala de Gerona (hoy en día Girona)
donde me hice maestro en el lanzamiento de dardos (para ganar cocos en una
feria) algo que me sirvió en el futuro para conseguir beber un cierto número de
pintas en el León Rojo barriendo en el juego a pérfidos hijos de la pérfida Albion
y que puede resultarme útil en futuras ferias. Aunque también tengo recuerdo
malos, incluso probablemente tenga alguno muy malo o directamente reprimido. ¿Quién
sabe?
Mi primer contacto con los boy scouts fue un amigo de Rafa que era boy scout “practicante” y al que recuerdo vestido de uniforme en la
terraza de casa (me suena que tengo una foto, es decir me suena el recuerdo de
la foto) del que no revelare su identidad porque sé que es lector de este blog
y si yo tengo derecho a reinventar mi pasado (escribiendo lo que me apetece) él
también lo tiene, si quiere, pero al que si saludo desde estas líneas.
Obviamente lo de contacto no debe entenderse de forma
literal, física, que para eso tenemos que avanzar un poco más y recordar a
MariEli que era girl scout, también prácticamente
(de los scouts y del catolicismo) y con la que sí que hubo bastantes más
contactos, estos ya si físicos, químicos y biológicos; aunque no los
suficientes para consolidar una relación adolescente que he de reconocer que
durante un tiempo, debido a la escasez de contacto, fue a tres, o más, bandas.
Más adelante, ya en la época del Wurlitzer, conocería a
muchos más boy scouts ya que por
alguna curiosa relación muchos de aficionados al punk rock parecen haber sido boy scouts de pequeños, y de no tan
pequeños, ya que incluso tuvimos varios festivales de scouts en el Wurlitzer
cuando estos scouts estaban de encargados. Pero, divago, ya, si eso, hablamos
de los boy scouts y de su relación
con el punk rock otro día de estos.
Volviendo al libro en cuestión: se deja leer y la historia
es entretenida pero desde mi punto de vista la existencia de personajes tan rectos me resulta ligeramente increíble,
dada mi experiencia, no ya con los scouts, sino en general. Ojala existieran,
es todo lo que puedo decir.
Una temporada salvaje,
es una novela de colegas, de colegas imposibles, que parece que se ha
convertido en una seria de televisión: uno blanco, el otro negro; uno desertor
de Vietnam, el otro un héroe de Vietnam; uno mujeriego, el otro gay; pero los
dos sin blanca con trabajos ocasionales y los mejores colegas del mundo. Obviamente
se meten en una aventura que se complica y que tiene algunas situaciones
curiosas que seguramente queden bien en una serie de televisión de capítulo de
media hora o de cuarenta minutos pero que para un libro… pues, es un poco
escaso. Es un entretenimiento divertido, ideal para la playa o para una tarde de
desconexión. Igual es solo cosa mia, ya que tampoco es que se parezcan tanto,
pero la comparación con la pareja de amigos de las novelas de Connolly es
inevitable y he de reconocer que salen perdiendo y me quedo con las ganas de
que Connolly explote en algún libro un poco más la relación entre sus dos
personajes secundarios.
Mierda, ¿soy un moderno y estoy pidiendo un spin-off, sea lo que sea eso? Debería
borrar esto antes de que alguien lo lea y se dedique, con toda la razón del
mundo, a burlarse de mi. Pero me conformare con poner un video de Fountains of Wayne.
La verdad es que me habría conformado con poner la última canción
del video y cantar a gritos ese: “Baby,
please leave the biker, break his heart” que dedico a todos los moteros que
se llevaban a mis posibles, o al menos, potenciales novias de la adolescencia (es
decir a todas las chicas, que eso de potenciales es como lo de pre-diabético
que tan de moda esta ahora; una estafa o una forma de decir que no lo eres, que
si, que el potencial esta pero que ni de coña; al menos en cuanto a las novias,
lo de la diabetes pues eso ya cada pre diabético vera) y a los que como ser
vengativo y rencoroso sigo odiando y les deseo que les rompan el corazón.
Mi tercer libro para Piles, Las Aguas de Manhattan, lo escogí por el título y la portada, ignorando
completamente las referencias a ser un clásico de la literatura judía que
estaban en la contraportada. Con esto no quiero decir que no me interese la
literatura judía, no me malinterpretéis, a mí me da igual que sea judío, que mormón,
que católico, que varonil, que de mujeres, heterosexual, u homosexual pero
cuando alguien tiene que especificar el género asociando a un tipo de persona, siempre
siento sospechas del contenido. El libro está bien, la típica historia de
inmigrantes (judíos en este caso) y de sus problemas antes y después de su
llegada a América. Lo más sorprendente para mi es que los judíos rusos tuvieran
tanta tradición en la sastrería; no sé, viendo como visten se me hace difícil de
imaginar que sean buenos sastres o modistas pero ¿Qué sabré yo de moda o
costura?
Como siempre, por ser precavido, me lleve también un libro
de cuentos, para poder dejarlo a medias si no me lo acababa: Moriría por ti. Eso sí, después de asegurarme
que no era más de lo mismo del autor, que las historias de amores juveniles a
mi también me acaban cansando y como el propio autor dice “… siguen asociándome con un interés apasionado por las chicas jóvenes,
interés que a mi edad probablemente me llevaría a la cárcel.” Obviamente los
cuentos están muy bien escritos, si bien algunos parecen estar de relleno ya
que solamente son esbozos de historias sin demasiado interés salvo por el de
ver como alguien vende un libro, o un guion o una historia, antes de haberse
puesto a escribirla, y alguna versión del mismo cuento podía haberse eliminado
sin ninguna pérdida para el conjunto.
Aunque no está en la discografía de Álvaro, probablemente no
esté en la discografía de casi nadie en España (pese a que fue número 12 en las
listas inglesas, o eso dicen) aprovechando que la letra F es corta aprovecho
para colaros esta canción de Feargal
Sharkey, tan lejos como se pueda estar de los Undertones que le dieron fama y que todos conocéis y que aparecerán,
sin duda, si algún día llegamos a la letra U. con ese “If he ever, ever, breaks your heart; or even once treats you unkind;
once false move and I’ll steal you away, and your love will be mine… well, I
got news for you girl… I love you too” que yo sigo dedicando a todos
sabemos quién.
Para morir iguales – Rafael Reig
Años de Sequía – Jane Harper
Memorial Device – David Keenan
El corazón de los hombres – Nickolas Butler
Una temporada salvaje – Joe R. Landsdale
Las aguas de Manhattan – Charles Reznikoff
Moriría por ti y otros cuentos perdidos – F. Scott
Fitzgerald
Querido Forajido, gracias por recordarme como Boy-scout practicante. Recuerdo la foto en tu casa. 1 abrazo.
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