Pues tras varios intentos fracasados de escribir una entrada
en este blog, primero a la vuelta de Auckland cuando todavía no sabía cómo
irían las cosas; luego a la vuelta de NYC cuando ya tenía bastante claro cómo
podían ir las cosas; más tarde antes de venirme a Auckland y por ultimo varios
meses aquí en la ciudad de Auckland, ya como emigrante o expatriado (aunque
nunca he sido yo muy “patriado” que se diga). Todas esas veces he intentado
ponerme a escribir, por lo menos a escribir sobre las lecturas (aunque este no
sea un blog de libros, que para mis hablar de los libros que leo es solo una
excusa para hablar de otras cosas) y todas esas veces he fracasado.
El resultado diría que está a la vista. Por una parte, está
a la vista la cantidad de libros que se me han acumulado (que, aunque el saber
no ocupe espacio, los libros si lo hacen y aunque muchos estén en Madrid y no
aquí, los de aquí ya empiezan a ser un número considerable. Mayor que las
bibliotecas de algunos de mis amigos, por hacer una comparación) y por otra
pues no hay nada a la vista, ninguna entrada desde hace mucho.
En fin, pese a que tengo varios borradores de entradas
empezados me temo que esta entrada – posiblemente también la siguiente – serán
solo de libros, recopilando mis notas sueltas y mis ya escasas memorias de las
lecturas de estos meses. No prometo, ya que eso es como lo de recomendar y ya
he aprendido la lección de no recomendar y no hacer promesas, pero intentare
recuperar el ritmo y dejar de hablar de libros en próximas entradas, o hablar
menos.
Ahora a ver las lecturas de estos meses, o al menos la
primera parte….

Empecemos por las compras en Nueva Zelanda cuando todavía no
sabía que me aceptarían en el país, lo que nos lleva a
Responsibility que, pese a estar escrita por un neozelandés pues
pasa en Berlín y me deja unas grandes directrices para integrarme en mi nuevo
trabajo
“But if I have to had any effect
in this job, it will be only a result of never, ever fitting in. I have to be the grit on the oyster, I see that – the cuckoo which lays
the golden egg”. La normalidad está bien, pero la anormalidad es más
sencilla y en cierta medida tiene un efecto parecido, o incluso mejor.
También me deja una descripción de lo que (pensaba) puede ser
el estado mental de los neozelandeses:
“This is a
classic New Zealand state, I think, to be inspired by something you have read
about rather than encountered. The country is so far away, New Zealanders have
grown intense imaginations, highly idealistic, based on a utopian, an untested
idea of what things – art movements, political radicalisms – might really be
like if you were living in them”.
Pensaba que solamente llegaban tarde y que suplían esta
falta de sincronización con el mundo a base de imaginación. Ahora conociéndoles
más sé que no, que más bien es una falta de interés por todo lo que no sean
actividades geriátricas o sencillamente infantiles/juveniles… pero de eso, ya,
si eso, hablaremos otro día.

Mi último libro de ese viaje fue – inevitablemente – uno de
cuentos:
Deleted scenes for lovers
que como todos los libros de cuentos pues los tiene buenos, peores e incluso
alguno malo, pero ninguno excelente.
Si tiene esta frase que resume bien la injusticia ante ciertas perdidas
personales: “It didn’t seem right that there could be a sun coming that wasn’t
going to land on those creases of her body” y un cierto uso de expresiones
divertidas como en “They were all
thoroughly lagered and what have you, all sort of chemical party snacks had
done the round by then.” ¿thoroughly lagered, chemical party snacks?
No me negareis que son excelentes expresiones

Ya de vuelta a Madrid, tras un rápido paso por mi librería
de referencia me leí
Munich que sinceramente me decepciono mucho
para ser de uno de mis autores favoritos, pero creo que es incluso
decepcionante para un autor mediocre (que no es el caso).

También me compre
El
rey recibe que obviamente es un divertimento con sus ciertas dosis de
reflexiones con las que supongo todos coincidimos “
La democracia, si verdaderamente representa la voluntad de la mayoría,
por fuerza lleva al poder a los peores”.
Yo por supuesto, por aquello de que es algo que practico de
vez en cuando (pocas veces, diría) me quedo con esa descripción de muchos
trabajos de consultoría:
“… un
asesoramiento vertido en farragosos dictámenes que nadie se tomaba la molestia
de leer, en la certeza de que su autor tampoco se había tomado la molestia de
pensar antes de redactarlos”.
Algún otro libro compre en mi librería de referencia de
Madrid, la librería Méndez de la calle mayor, pero su lectura está a la espera
ya que tras esto me marche a NYC a visitar mis librerías de referencia y
cumplir con el trigésimo aniversario de mi primera visita a esas tierras.
Me gustaría entretenerme en lo mucho que ha cambiado la
ciudad en estos treinta años, o en lo mucho que ha cambiado mi visión de la
misma que igual ella sigue igual y soy yo el diferente, pero me distraería de
ponerme al día con mis lecturas que es el objetivo (inalcanzable) de hoy. Así
que solamente comentare algo que me parece realmente increíble: el NoHo Star ha cerrado lo que considerando
que tenían la mejor ensalada Cesar que yo he probado nunca y que la ciudad cada
día es mas de ensaladas sencillamente me parece increíble. Más que increíble,
incomprensible y una gran pérdida para la ciudad y para mi dieta en mi visita
anual.

Compre
In a lonely
place porque tenía ese aspecto de ser un clásico de la novela negra
reeditado por su calidad. No digo que no lo sea, pero a mí me ha parecido una
novela sin especial interés, ni buena, ni mala. Puede que simplemente haya
envejecido mal y que en su dia si fuera todo un clásico, no digo que no, pero
me extraña: no he podido destacar ninguna frase verdaderamente negra, de esas
que todos sabemos.

Si el libro anterior lo compre porque esperaba que fuera
bueno,
Role Models lo compre
esperando que fuera malo, o por lo menos que no me gustara. Al fin y al cabo,
tenía todas las papeletas para no gustarme: una especie de biografía (bueno,
mas bien una colección de artículos sobre sus filias y fobias), de un director
de cine que nunca me ha fascinado (aunque le reconozco sus méritos y me he
reído un montón con algunas de sus películas) y que tenia riesgo de convertirse
en una reivindicación de la homo-trans-bi-ind-lo-que-sea-sexualidad que es un
tema que tampoco me interesa mucho.
Tengo que reconocer que me he reído bastante con algunas de
sus frases (“I mean what is a prison,
really, except a good bar without the liquor”) que igual fuera de contexto
no tienen tanta gracia.
Tambien con
su propia visión de ser un transgresor cuando un cantante como Johnny Matis (al
parecer un crooner clásico que vendia los mismos discos que Sinatra) podía
cantar, en una canción llamada “If Jesus
Came to Your House (I Wonder What You’d Do)” cosas como: “But when you saw him coming, would you meet
him at the door, or would you hide some magazines and putt he Bible where they’d
been”… como va a ser transgresor “a
cult filmaker whose core audience, no matter how much I’ve Crossed over,
consists of minorities who can’t even fit in with their own minorities”. Ya
sabes, como una gota en el océano, o como la sarten diciéndole al cazo eso de “apártate que me tiznas”.
Encima tampoco reivindica su opción sexual, o no
especialmente, reconociendo el feminismo de las mujeres heterosexuales que no
quieren tener hijos (aunque sea uan reivindicación por miedo): ”with even gay couples having children these
days, aren’t happy heterosexual women who don’t want to have kids the most
ostracized of all?. To me they are beautiful feminists. If you are
not sure you could love your children, please don’t have them, because they
might grow up and kill us.”

Puede que la lectura, como todas las cosas, sea solamente un
problema de expectativas y que si no esperas nada, es más fácil tener una
sorpresa agradable; si tienes grandes expectativas es más fácil acabar
decepcionado. Esto es lo que ocurrió con mi siguiente lectura, The
part of me that isn’t broken inside,
novela que compre en
Kinokinuya solo
por su título, que me parece excepcionalmente brillante y prometedor de una
gran historia pero que ha sido una decepción.
Hand me down world
es una historia con la que resulta difícil sentirse identificado ya que es la
historia de una mujer negra a la que engañan, embarazan y le roban el hijo para
darlo en adopción pero ella decide intentar recuperarlo en un viaje desde
áfrica hasta Berlín que además tiene una estructura en las que la misma
historia la cuentan distintos personajes desde distintos puntos de vista (ya
sabéis al estilo del Garcia-Márquez de
Crónica
de una muerte anunciada) pero que mi momento vital (en este momento ya
sabía que me habían aceptado en Nueva Zelanda) me producía cierta
identificación el sentido de abandonar un mundo conocido y “ciertamente he
esintod eso de
“He had to decide which
memories and knowledge of things he wished to take into this new world he has
headed for”.
Tambien he de reconocer que cuando la gente dice esas cosas
tipo “no te rindas” siempre he
pensado como su personaje, ya que “I had
no idea about the steps you might take in order to give up. If someone has pointed out a door with the instruction ‘Go through
there’, I might have been tempted.” Como si fuera tan fácil eso de
rendirse, como si muchas veces no fuera más sencillo seguir que dejarlo.

Llegados a este punto creo que fue cuando finalmente ya
había empaquetado mis cosas – ropa y libros – para venirme a ver qué tal se
trabaja en Nueva Zelanda ya que mi siguiente lectura
The Hazards of good fortune creo que la empecé en el avión (aunque
no la termine, en el avión, digo).
Es una novela entretenida, de ricos con problemas de ricos,
tipo La Hoguera de las Vanidades,
pero con menos maldad en los malos (casi ninguna) y con menos gracia. Como siempre con los libros, algo se
aprende y en este he aprendido de la fiesta judía de Purim que en palabras de
la autora “Since Purim was the holiday
where Jews were encouraged by rabbis to wear costumes of the most outrageous
kind, drink wine to the point of intoxication, dance in the street… and pursue
all manner of licentiousness short of having sex with other people’s spouses”
Me sorprende que tengan una fiesta como esta, pero sobretodo
me pregunto si los judíos ultra ortodoxos serán también ultra seguidores de
esta fiesta y por lo tanto cometerán los excesos prescritos por su religión. De
ser así estoy casi seguro de que puede ser una fiesta bastante divertida puede
que incluso más que los carnavales de Rio y sin duda, mas segura.
Con todo lo que más me sorprendió de este libro es que se
menciona uno de los pocos libros no de ficción a los que les tengo especial
cariño pese a que ahora mismo no recuerde su título exacto es algo así como “La
inclusión de lo excluido” que no os recomendaría.

Una vez llegado a estas tierras decidí seguir probando
suerte para la elección de librería de referencia y me acerque a la más lejana
de mi futura casa, Time Out en Mount Eden, donde me compre (entre otros)
The Ice shelf un librillo que si bien
tiene su gracia al tener como personaje a una futura escritora que recibe una
beca para ir a la Antártica a escribir y se ve en parte obligada a llevarse su
frigorífico por todo Auckland ya que se separa de su novio un día antes de se
cumplan tres años (al parecer aquí hay una ley de 1976 que establece que si
vives tres años con alguien todas las cosas comunes son a medias) y es
realmente lo único que se ella ha aportado “económicamente” a la relación.
Imagino que tiene su gracia a menos que te lo tomes en serio
y el viaje y el frigorífico sean unas metáforas de la muerte y de la carga de
nuestras vidas o alguna patochada similar, pero eso solo lo hacen los Páheká
(que al parecer es como se llama aquí a los primeros colonos y a sus
descendientes).

Si antes hablaba de las causalidades (de como un libro no
especialmente conocido era mencionado en otro libro) imaginareis mi sorpresa
cuando en
The Plotters me encuentro
con este párrafo:
“it means that from the very beginning human
beings have been plotting to kill each other in order to live. That’s how human
beings survive. Humanity has always endured this apoptosis, this programmed
cell death. It’s the true reality of our world”.
Quien lo iba a decir, un coreano (del sur, creo, aunque no
recuerdo si estos son los buenos o los malos, a nivel gubernamental me refiero)
reivindicando la apoptosis. Increíble, ciertamente increíble pero real.
Después de esto le tocaba el turno a la otra candidata a
librería de referencia (la tercera en discordia, Unity Books, tiene algo que no me acaba de gustar, lo que es una
pena ya que es la que mejor me pilla, así que no entra en concurso y la dejo
como reserva para ver cómo se da el invierno) está más cerca, pero tiene un
nombre mucho peor, por ser más específico: The
Women’s Bookshop. No voy a entrar a debatir méritos de cada una ya que esto
ya es muy largo y todavía me quedan cosas retrasadas, muchas.

Mi primera compra fuer
Rotoroa
que al parecer es el nombre de una isla cercana en la que había una clínica de
Alcohólicos Anónimos dirigida por el
Ejército de Salvación. Es la típica
historia con historias cruzadas y no tan cruzadas que resulta entretenida sin
ser brillante, si bien inegablemente eta reflexión lo es:
“If God was all powerful, He had done all of the interesting stuff way
back before the Bible was written”
.

Si la anterior no es ni buena, ni mala, pero se supone que
refleja un periodo histórico,
This
mortal boy es la historia del ultimo, o uno de los últimos ahorcados en
Nueva Zelanda. Es la historia de un emigrante protestante que parece que fue
acusado falsamente debido a causas racistas. Esto es algo que sorprende ya que
uno pensaría que de ser algo, los Páheká ya mencionados, seria racistas con los
maorís (los Iwis, realmente) pero parece que no solo con ellos, si no que, con
todos los extranjeros, al estilo de los americanos de primera generación en su
día. Sorprende lo rápido que uno olvida de donde viene, o ya puestos cuando
vivo.
El caso es que parece que en Nueva Zelanda en los cincuenta
tenían muchos problemas que asociaban a las malas influencias extranjeras,
tanto que en 1954 tuvo lugar una quema masiva de libros y tebeos (antes de que
fueran comics, aunque aquí, allí en 1954, también serían comics) organizada por
la policía y con registros. Todo para mantener las costumbres de los que
acababan, como quien dice, de llegar, pero, ya sabes, la culpa siempre es del
otro.
En fin, la vida parece estar llena de tópicos e incluso en
esta novela nuestro protagonista protestante deja embarazada a una chiquilla
católica y antes de que lo ajusticien le propone (creo que no lo consigue)
convertirse al catolicismo para poder casarse con ella y darle el apellido a hijo
nonato y que no se apellide el equivalente local a expósito. ¿no querías
tópicos? Pues toma dos, o tres, o media docena, de tazas.
Winged helmet, White horse pasa en Inglaterra, pero la
autora es neozelandesa y sospecho que no ha viajado fuera de estas islas, y
menos a Inglaterra o a la vieja Europa ya que un personaje supuestamente hace
algo como
“… held him by the throat and
punched a hole in the toilet Wall beside his head”. Hace un agujero con la
cabeza o con el puño en la pared de un baño es posible en un país como este en
el que la mayoría de las casas tienen ese punto provisional de estar hechas de
cualquier manera, pero prueba a dar un puñetazo a la pared de un baño de una
casa inglesa (o europea) construida por alguien que ha crecido con el cuento de
los tres cerditos y veras lo difícil que te resulta llamar a una ambulancia con
todos los dedos de una mano rotos.
En cualquier caso, esta no es realmente la peor ya que
obviamente tampoco sabe lo que es una milla ya que afirma que “There’s two point eight kilometers in a
mile”; y encima lo repite con lo fácil y poco embarazoso que habría sido
buscar esto en cualquier sitio, aunque sea solo por respeto al lector.
Con todo le reconoceré que esta frase para referirse a la
muerte como un viaje me ha encantado y espero que consiga visitar algún sitio
antes de morir: “Given that she’d never
been anywhere in her fucking life, the cosmos and beyond was going to be a
fucking revelation”

Por navidades la oficina cerraba así que ya solo me queda
por comentar un libro para llegar hasta final de año y este es
The improbability of love, una
entretenida novela sobre el mundo del arte (clásico) y un cuarto perdido y
encontrado. Para mi la reflexión sobre el arte es
“if her inability to decode the painting mattered or if it were
acceptable just to like something without truly understanding its hidden
messages” que viene siendo lo que me pasa a mí, con todo tipo de arte, que
pese a que no me se las claves pues se si me gusta o no y siempre me pregunto
si esto es aceptable (siempre me respondo: si, plenamente).
En este sentido no sé cuántos lectores anglosajones
conseguirán descifran la referencia a el Tonet de Cañas y Barro que se esconde
en la suerte de la última de una familia de judíos en la Alemania nazi: They
all die in the camps, except for the daughter Johanna. Johanna died afterwards when the Allies, trying
to be kind, overfed the survivors: her stomach split.” Posiblemente
pocos y casi todos pensaran que la referencia es a los Monty Python.
En fin, poco antes de venirme estuve con Lourdes por lo que
aprovecho (sin que sea una referencia) para terminar con esta frase de esta
novela: “Jesse also knew he will never
love again. No doubt there will be other women, memories
would be created, pictures painted, but it would be a shadow of the life that
he wanted to spend with Annie.”
Tendrá que haber una segunda entrega de puesta al día ya que
todavía queda una buena pila de lecturas por comentar, que me miran desde el
espejo con cara de conejo (¿adivináis la referencia?).
Lecturas
Responsibility – Nigel Cox
Deleted scenes for lovers – Tracey Slaughter
Munich – Robert Harris
El Rey recibe – Eduardo Mendoza
In a lonely
place – Dorothy B. Hughes
Role Models
– John Waters
The part of
me that Isn’t broken inside – Kazufumi Shiraishi
Hand me
down World – Lloyd Jones
The Hazards
of Good Fortune – Seth Greenland
The Ice
Shelf – Anne Kennedy
The
Plotters – Un-Su Kim
Rotoroa –
Amy Head
This Mortal
Boy – Fiona Kidman
Winged
helmet, White horse – Karyn hay
The
improbability of love – Hannah Rothschild