domingo, 19 de marzo de 2023

Comentario de textos - febrero 2023

Aquí estoy de nuevo, casi a punto de ponerme al día con mis comentarios de textos y aunque este mes que me queda atrasado, también ha tenido bastantes lecturas, me siento optimista y antes de ponerme con los comentarios voy a contaros una historia, o un par de ellas enlazadas que me han sucedido recientemente que seguramente no interesen nada a nadie, pero… que me apetece contar antes de que caigan en el olvido de esa memoria de la que carezco.

El caso es que estaba un día cualquiera trabajando, creo que más bien dedicado “a mis cosas” que con un trabajo concreto, cuando me contacta por una red social una amiga, o mejor debería decir conocida (ya que nunca hemos quedado a tomar una cerveza y la última vez que la vi, creo que fue con su novio y bueno, ahora tras algunas conversaciones más, parece que tiene un niño de diez años por lo que se no con aquel novio: así que amigos, amigos, pues es posible que no seamos, pero conocidos, eso sí) y me comenta que igual tiene un trabajo en el que podemos colaborar, que si me llama y me cuenta.

Nos cruzamos un par de correos y al final pues hablamos por teléfono y me ofrece un trabajo de consultor como "perito de parte" para un "pleito internacional". A mí, como soy como soy, ya solo con eso pues me tenía ganado por mi vena vanidosa profesional, pero, obviamente, le pregunto algunos detalles básicos sobre de que va el trabajo (no puedo contar mucho ya que todo era, e igual es, más o menos confidencial) y, hay es cuando ya no me queda ninguna duda: el trabajo es… en el Titicaca… si ya hubiera dicho que si solo por el tema profesional, el niño que todos llevamos dentro tenía que decir claramente que si: el Titicaca, que niño no ha soñado con conocer el Titicaca, que niño, o adulto,  puede pronunciar el nombre de ese lago sin que le venga a la cara una sonrisa, quien no tienen marcada su infancia por ese nombre, quien no haría un trabajo en el Titicaca, que tipo de persona puede resistirse a escribir un informe serio y muy profesional ("de perito de parte para un pleito internacional") sobre el lago Titicaca.

Evidentemente yo no y antes de comentar condiciones o de que iba el trabajo realmente le dije que por supuesto, que encantado de trabajar para cualquier cosa relacionada con el Titacaca y que daría lo mejor de mi tanto para convencer a los que nos iban a contratar de que éramos los mejores para ese trabajo y, que no se lo prometía, pero que intentaría con todas mis fuerzas, no sonreír como un chaval cada vez que pronunciara al nombre del lago para darle seriedad a nuestra propuesta.

El caso es que quedamos en que me mandaría la información necesaria para “evaluar” el problema y las razones que podía tener la parte que nos contrataba en "su reclamación", que era, ni más ni menos, que contra la República del Perú (la cosa no hacía más que mejorar ya que, cuantas veces tiene uno la posibilidad de informar en contra de todo un estado con la idea de tener una reunión lo antes posible con la parte contratante (que obviamente en mi cabeza era la segunda parte de la primera parte de la parte contratante, u otra parte variable, ya metido en pleno humor infantil).

El único problema es que se trataba de mucha información (más de 200 gigas) que me mandaría por medios electrónicos, algo que normalmente más que un problema es una ventaja ya que basta con darle al botón de descargar y ya la tienes toda disponible, pero que podía ser un problema si no me la enviaba antes de las once de la mañana ya que yo me marchaba a Piles, donde la infraestructura tecnológica es imprevisible. 

Acordamos que por supuesto me la mandaría antes de esa hora, que no me preocupara, que era una cosa urgente ya que teníamos que tener la reunión lo antes posible con la tercera parte de la primera parte para que decidieran.

Por supuesto no me la mando a tiempo y me marche a Piles sin haber descargado la información, pero con la confianza ciega de un chaval de ocho años que sabe que cualquier cosa relacionada con el Titicaca le dará una gran alegría. 

Tuve suerte y la infraestructura informática de Piles funciono, conseguí descargar los ficheros, estudiar el problema y enviar un informe con “mi visión” del asunto que obviamente no era totalmente clara a favor de mis posibles empleadores.

A lo largo del fin de semana pues hablamos un par de veces – telefónicamente y en monólogos de los que yo me marco por correo electrónico – y ella organizo una reunión telemática con la segunda parte de la tercera parte contratante para el lunes.

Esto que me dio algo más de trabajo durante el fin de semana para preparar “mi presentación de venta de lo bueno que soy” (algo fácil dado mi nivel de vanidad) y de porque nosotros (no es plural mayestático, sino que el trabajo, además de mi parte “técnica” pues incluía muchos otros aspectos legales y económicos para lo que había un equipo importante que es el que coordinaría mi amiga), pero sobre todo yo concretamente como experto, éramos la mejor opción posible.

Para mí lo más difícil de iniciar una presentación sobre mí mismo, sobre lo adecuado que soy para un trabajo es por dónde empezar, más cuando el trabajo es en un lugar del que no se nada (como es el caso de Perú) ya que todos los sitios tienen sus particularidades y normalmente lo que busca el “local” que te contrata es que estés familiarizado con esas particularidades (es verdad que, como le explique una vez a mi hermano al que querían contratar unos árabes, a veces el desconocer todo es algo muy vendible ya que puedes explicar que sabes tan poco que ni siquiera tienes una idea preconcebida, o dicho menos finamente prejuicios, que al parece son malos) Pero es mas normal que todo el mundo piense que él es único y mucha gente que su país o su lago es el único del mundo  (Cierto en el caso del Titicaca) y nada de lo que se ha hecho en otras partes es aplicable como solución a sus problemas únicos pero mi opinión es, en general, la contraria: los problemas son muy similares en todas partes y las particularidades, siendo importantes, suelen tener un carácter marginal. El Titicaca "técnicamente" tiene los mismos condicionantes y los mismos problemas que el resto de los lagos del mundo, al menos a priori.

No podía empezar mi presentación, comenzando con el Titicaca ya que entendía perfectamente que mi inevitable sonrisa al pronunciar Titicaca pudiera ser mal interpretada ya que, supongo, que no tiene tanta gracia si conoces el lago desde pequeño (mira que lo dudo, pero puede que los niños peruanos no sean tan escatológicos - en el sentido normal, en el de caca, culo, pedo, pis - como los que tenemos antepasados recientes valencianos). 

No, empezar en el Titicaca estaba descartado y no me venía nada más sobre Perú a la cabeza… nada de nada. hasta que me di cuenta de que la presentación sería un lunes y, esa tontería cronológica podía salvarme ya que si la presentación era un lunes eso significaba sin lugar a dudas que "ayer fue domingo" era una buena forma de empezar a decir lo que sabia de Peru (aparte de ciertos conocimientos sobre el Pisco-Sour, que para mi esta mas asociado a Chile porque es donde pase un mes probando algunas variedades locales) e  incluso, en modo Hernandez y Fernandez, podía asegurar que no tuvo por qué ser ayer y que simplemente “Fue domingo en las claras orejas de mi burro / de mi burro peruano en el Perú (Perdonen la tristeza)” era un principio valido, si encima la reunión fuera a la once en España podría haber seguido “…mas hoy son las once en mi experiencia personal…” que haría muy buena introducción para contar mi experiencia profesional.

Para tranquilidad de todos os diré que al final no mencione en mi “Speech de ventas” al grande Don Cesar Vallejo, básicamente porque me parecía claramente excesivo y también porque si conocían a Vallejo (al que supongo obligatorio en el Perú) e incluso el poema, esa continuación de “… experiencia de un solo ojo…” pues igual me quitaba méritos por tuerto, si les daba por entenderla literalmente.

El caso es que la reunión fue bien, con unas gentes muy amables, pero con nombres algo complejos de pronunciar fuera de un culebrón (algo que obviamente no comente en ningún momento) y yo pronuncie muy pocas veces, casi ninguna creo, Titicaca lo que fue un mérito por mi parte y me permitió mantener un aspecto profesional durante toda la reunión. Tanto que le comentaron a mi amiga – los que la conocían – que muy bien, que muy interesante y que lo veían muy probable.

Con todo, paso una primera semana sin noticias y a la segunda semana mi amiga me comento que estaban entre nosotros y otra empresa, que sabríamos algo en breve.

Casualidades de la vida, durante esa semana me contacto otro conocido (este sí, solamente conocido) para ver si estaría en disposición para “reciclar” a su personal en temas de calidad de las aguas, tratamiento y esas cosillas en las que uno se ha especializado y de las que se supone su empresa es “puntera” y que casualmente eran el tipo de cosas sobre las que yo tendría que informar en Perú.

Los más avispados ya sospechareis donde se mezclan estas dos historias, si, efectivamente resulta que la empresa especializada que presentaba el otro grupo de empresas para evaluar el tema del Titicaca era justamente la que me acababa de pedir a mi “ayuda” para formar a su personal.

Aquí uno podría pensar que, aparte de por presumir (que siempre es un motivo) he contado estas historias porque “el bien triunfa”, porque los peruanos han elegido a la mejor empresa técnica para el Titicaca y porque me siento muy contento de ir a visitar el Titicaca, sonreír al pronunciarlo y comprobar de primera mano si a ellos, a los peruanos, les hace tanta gracia el nombre como a cualquier niño con antepasados valencianos. 

Bueno, pues, aunque no entrare a valorar si han elegido a la mejor empresa o no, puedo decir que de momento no visitare el Titicaca, ni resolveré estas dudas que me corroen, pero que es posible que acepte el formar a los técnicos de la empresa elegida por los peruanos, así que no sé porque cuento esto, ni si tiene una moraleja o no.

Llegados a este punto, para completar la historia y entender en su verdadera magnitud lo que la petición de formación de parte de esa empresa significa para mí (que es mayor que el tema del Titicaca) debería contaros (lo había empezado a hacer pero lo he borrado, ya que me estaba quedando muy largo y poco claro) que no se trata de una empresa cualquiera sino de una empresa familiar cuya fama le viene en parte heredada por el padre de quien ahora la dirige y que nuestras familias – seguramente ignorado por el solicitante – tienen una historia de, diría odios y rencillas si no fuera porque mi padre era poco dado a estos menesteres (entre sus frases favoritas estaban “el que se enfada tiene dos trabajos: enfadarse y desenfadarse” y “dos no pueden si uno no quiere”) aunque creo (realmente lo sé) que este caso era precisamente la excepción a su regla y que en la relación entre ambos progenitores había rencor e incluso odio, un odio acérrimo que, en mi caso, ha sido heredado por múltiples razones; pero, ya, si eso, os cuento este pequeño Puerto Hurraco personal otro día, si es que la relación avanza; ahora pasemos a las lecturas de este mes.

Mi primera lectura fue recomendada, sacada de una caja que acababa de llegar y que todavía no habían clasificado y entregada en mano, no con reverencia, pero si con obligatoriedad de lectura, por el hermano mayor de los Méndez, así que no pude renunciar a llevarme El ancho mundo, aunque tenía el vago recuerdo de que ya había leído cosas del autor y no me había convencido especialmente. 

Aunque no estoy seguro, estoy lo suficientemente convencido, de que esta novela viene a ser una continuación de otra de las que he leído, esa en la que hay unos que estafan a los antiguos combatientes franceses, bueno, a sus familias y a ayuntamientos, con la venta de monumentos póstumos.  En esta una rama de los estafadores, asentados en Beirut fabricando jabones, tiene varios hijos lo que permite al autor enviarlos a Paris, Saigón o que sigan en Beirut y así contar pate de la guerra de Indochina (preludio, precuela que dirían los lectores de comic, de la guerra de Vietnam). Es larga, lo que para estar en Piles es una virtud, y dejarse se deja leer, pero poco más. Alguna frase certera: “El problema de Lenoir (bueno, uno de sus problemas, porque tenía muchos) era que decía lo pensaba con mucha facilidad y, lo que era aún peor, siempre acabada creyéndose lo que había dicho”, algo, especialmente la segunda parte que me parece cada vez le pasa a más gente, que dice una chorrada sin pensar y, sencillamente, va y se la cree.

Con todo, mi frase favorita del libro está en la parte final de los agradecimientos y se corresponde a una cita de H.G. Wells sobre cómo crear personajes para una novela: “Tomas un rasgo de esta persona, oro de aquella, coges algo prestado de un amigo de toda la vida, o de alguien a quien apenas has visto en el andén de una estación mientras esperas el tren. A veces, incluso aprovechas una frase o una idea de la crónica de sucesos del periódico. Así es como se escribe una novela, No hay otra forma.” que supongo cierta y que explica porque, aunque te veas parcialmente relejado en un personaje de algún escritor al que conoces sabes que no eres tu ni por asomo, como mucho un pequeño trozo de ti ha quedado en el personaje y también aclaran que si la mejor frase de un libro es una cita pues ya te haces una idea.

En enero, Helena, Álvaro y Alicia se fueron a pasar unos días a Londres por alguna de estas fiestas nuevas de los colegios (la semana blanca, creo o cualquier otra) con la idea de que Alicia visitara algunos lugares incomprensibles de esta mitomanía que tiene ahora por ciertos “músicos” cuyos nombres y cualidades soy incapaz de retener pero que, por lo que me ha obligado a oír de ellos justifican plenamente el uso anterior de comillas. 

Aunque de ninguna forma se incluía una librería entre ellos (los lugares de culto a visitar, entre los que al parecer había una cabina telefónica dentro de un local de comida rápida, o algo parecido) algunas librerías visitaron e incluso desde una me preguntaron si ya tenía un libro (que lo tenía) y en la misma, o en otra vete a saber, compraron Girl A que yo aproveche para llévame a Piles. 

Si hace poco había leído una novela con una premisa rara, un club de chicas supervivientes de matanzas tipo películas de terror, en esta también, los personajes son los supervivientes de una matanza (por eso el título y el nombre de otros personajes, como si fueran pruebas o especímenes del delito).

Es verdad que yo cada vez me siento mas identificado con ese personaje que “Sometimes he has returned home in the early morning, his mind crawling with hatred for the human race, and he had contemplated packing a bag and driving to the loneliest place he could think of – Ben Armine, perhaps, or Snowdonia – and spending the rest of his days as an hermit. (or, he reasoned, as the local eccentric; that way he could maintain access to hot meals, and a pub).” Y más leyendo esto en Piles en invierno donde uno solo puede plantearse si preferiría ser un ermitaño o el loco local, cada cosa, cada uno de estos papeles tiene sus ventajas pero creo que yo me decido más por el ermitaño y cada vez más.

Sin embargo, de momento, no voy elegir entre ninguno de los dos papeles y de momento tendré que mantener mi diccionario de términos temporales para clientes que es similar al de otro personaje de la novela “’ongoing’ was a Word from Devlin’s Temporal Dictionary for Clients, alongside ‘shortly’ and ‘as soon as possible’”. Pero no se cuanto lo mantendré, seguramente este entre varios de esos términos que son imposibles de ordenador en relaciona con la duración temporal que implican.

Tal vez una de las cosas más sorprendentes es que en el libro aparezca una mención a un cuadro de Sorolla, que por aquello de ser extranjera la autora cita por su nombre completo: Joaquin Sorolla y Bastida, ya sabes, la falta de confianza que no tenemos ningún valenciano con Sorolla y que si la autora conociera Piles, en invierno, habría estado tentada de sustituir por Ben Armine como el lugar más solitario de la tierra.

Si bien no sé cuántas librerías visitaron en Londres se ha ciencia cierta que compraron un dos por uno en novelas y que la otra que compraron fue How to Kill your family, que tiene un título mucho más prometedor de lo que luego resulta ser ya que realmente la protagonista no acaba matando a su familia (Ni mucho menos explicando como hacerlo, o como hacerlo bien ya que empieza con ella en la cárcel), sino que acaba matando – de a pocos – a los miembros de la familia de su padre biológico que arruino la vida de su madre por no reconocer la paternidad, así que el tema es bastante distinto. Además, ninguna de las muertes tiene nada especial y, así, en general, la historia pues se vuelve bastante trivial.

En mi visita del mes a mi librería de referencia (ya sabéis la Librería Méndez de la calle Mayor, por la que alguno habéis pasado por la puerta sin entrar, algo que no es exactamente para presumir y que creo que quita medio punto, como los acentos, razón por la cual yo, si no fuera por el corrector de Word estaría en menos varios millones) me compre Bajo la dura luz que es otra novela de otra trilogía de esa editorial a la que le estoy dando una serie de oportunidades tras un primer éxito pero que me está decepcionado últimamente. La verdad es que no es ni buena ni mala, en cierta medida como esa frase que he marcado que esta bien pero que tampoco tiene nada relevante “Un tipo te necesita, tú le echas una mano y luego ya no te necesita tanto, mon ami, porque le has ayudado demasiado, y entonces te manda a la mierda”.


Como no todo van a ser trilogías, supongo que solo tres de cada varias, pues Muerte en abril es la cuarta de la serie mensual (no por publicarla cada mes, sino por jugar con el título) a la que estoy aficionado por ser escocesa. Se trata de una novela correcta en la que sorprende al principio la presencia de bombas en Glasgow, la duda sobre la posible autoría, o presencia del IRA, en escocia y ese padre e hijo que comparten el secreto de su homosexualidad respectiva (aunque esto igual es un spoiler innecesario, tampoco afecta a la novela). Ya digo correcta pero desgraciadamente poco más, mantiene el tipo, pero no lo mejora, como tampoco la empeora pues creo que seguiré leyendo esta serie por lo menos hasta principios del verano.

Reyes vagabundos era una elección yo diría que inevitable ya que es una novela sobre la creación de una ficticia banda de rock en los ochenta, concepto que a mí siempre me ha interesado, supongo por confirmar que ni mis sueños ni mis decepciones han sido tan excepcionales. Mi primera sorpresa es que existiera, aunque solo fuera para algunos ingleses el concepto de “marcando un Wilbur”, no tanto por lo que significa el mismo “alguien que se toma sus insignificantes sufrimientos demasiado en serio” ni porque el termino venga, al parecer, de los nombres “del poeta William Butler Yeats” sino porque casualmente – por un tema sin ninguna relación que, ya, si eso, os cuento otro día – en aquella época en la que yo quería ser músico y tenía mi banda, firmaba “mis canciones” con ese nombre. Sabiendo esto ahora creo que no era el nombre más aplicable para mí, que la verdad es que mis sufrimientos, si es que los tengo, procuro tomármelos poco en serio.

Al principio pensaba que la novela estaba bastante bien traducida y que incluso había conseguido que no se perdieran chistes que podían ser difíciles de traducir como “te hacen la pelota para que les votes, y luego cuando llegan al gobierno, te la quitan y juegan ellos” y habría seguido pensándolo si no hubiera sido porque en un momento ponen una versión bilingüe de una canción y… alguien capaz de traducir Hank Williams por Cohen pues eso… juzgad vosotros la traducción:


Pese a ello tiene aciertos excelentes sobre como percibimos la música en nuestra juventud y los cambios en en la percepción de la misma con el tiempo, por no decir la edad: “La música había cambiado, que es lo que mejor se le da. Hay muchas bandas ahora con más talento y ganas que el pack completo de los supuestos grandes. ¿el punk rebosaba energía? Hmmm. Escucha bien. Energía rebosabas tú y eso era lo que oías: los disturbios dentro de tu cabeza.” Creo que es inevitable para todos, la única música buena, la mejor, es la que oías con 14 años, que es cuanto todo tenía esa energía.

También coincido plenamente en la duración máxima de una canción ya que “Tres minutos es muchísimo tiempo para que alguien se limite a escuchar. Incluso en los matrimonios, uno no escucha a su pareja de forma ininterrumpida durante tres minutos. Si fuera así, habría muchos más divorcios.”; o en su opinión sobre la juventud: “En mi experiencia, los jóvenes pueden ser muy conservadores y fáciles de desconcertar, mucho menos tolerantes que los mayores.”, y no lo digo solo porque ahora haya jóvenes muy conservadores sino básicamente por lo conservadores que eran la mayoría de mis contemporáneos, especialmente esos que ahora reivindican una época en la que no solo no participaron sino que mantenían alejada de su vida en la medida de los posible; o en la excepcionalidad de algunas personas “La mayoría de nosotros, de jóvenes, jugábamos en una liga superior a la de alguien. Raro esta jugar en una ligar superior a la de todos.”, yo tuve la suerte de conocer a alguien que no es que estuviera en una liga superior, es que practicaba un deporte completamente distinto al de los demás, alguien que se perdió en su cabeza precisamente porque, pese a tener un tamaño similar, era completamente diferente a la ese Robbie donde “Hay mucho espacio en el coco de Robbie. Es vasto. Gigantesco. Lanzas un boomerang y te tarda en volver. Tiene que haber eco y todo.”

También lo mejor es que mezcla reflexiones serias que todo el mundo puede entender con alguna referencia que a alguno le costara pillar o que no les hará la gracia que realmente tiene: “Yo ni sabía que hubiera mods en Belfast en los años ochenta; por aquel entonces no era muy sensato pasearse por allí con una diana estampada en la espalda.”

Como última lectura del mes, desde que han aumentado las traducciones de japoneses casi todos los mese acabo leyendo una japonesa, pues me leí Intimidades que es una novela extraña sobre una traductora en una corte penal internacional (nada que ver con la del Perú, la de la novela es de crímenes de guerra) en la que a la hora de hablar del abogado de un criminal de guerra no puede nada más que sorprenderse de cómo es esto posible (si, ser abogado de alguien que sabes culpable de grandes atrocidades, de crímenes contra la humanidad. Entiendo, intelectualmente, que todo el mundo tiene derecho a un abogado, pero no puedo entender que alguien pueda defender algunas cosas) ya que “:.. habida cuenta de su presunto conocimiento de los crímenes con que se le imputaban, entonces era un hombre fuera de lo corriente, ya fuera por su coraje considerable o porque estaba sujeto a una disonancia cognitiva.” Yo no tengo duda, es una disonancia cognitiva, ya digo: lo entiendo intelectualmente pero nunca podría ser ese abogado defensor. No se, igual eso es lo que notaron los peruanos, que tenía mis dudas sobre que tuvieran razón en su reclamación y que, al final, algo de eso se me acabaría escapando ya que había cosas de las que mi potencial defendido era plenamente culpable y en ellas no le iba a poder defender, no necesariamente por una discapacidad cognitiva sino porque me seria imposible.

En cualquier caso, aunque durante un rato he pensado que no lo conseguiría,  he conseguido ponerme al día de mis lecturas, para seguramente el próximo mes volver a desfasarme, o no, ¿Quién los sabe? Eso si, con mi compañía o sin ella ¡Divertíos asaltando el castillo!

  

Lecturas

El ancho Mundo - Pierre Lemaitre

Girl A - Abigail Dean

How to kill your family - Bella Mackie

Bajo la dura luz - Daniel Woodrell

Muerte en Abril - Alan Parks

Reyes Vagabundos - Joseph O'Connor

Intimidades - Katie Kitamura

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