domingo, 6 de agosto de 2023

Comentario de textos – Junio 2023

Creo que esta vez sí que voy con retraso, puede que, incluso batiendo un record de retraso, aunque también es posible que no. Desde luego si es un record, es un record personal ya que el record de retraso lo tiene el carpintero de Piles del que empiezo a sospechar que su trabajo anterior estuvo relacionado con el monasterio de El Escorial. ASi de mal van las cosas, ya que además ahora tiene excusa puesto que en Piles hasta septiembre no se puede hacer obra. En fin, que ando muy deprimido con este asunto, sobre todo con la imposibilidad de avanzar, pero también con la gestión de estas cosas, en tratar con gente, que es algo para lo que soy un negado.

Es verdad que Piles está quedando bastante bien, incluso excelente en mi opinión (pero yo soy parte implicada, así que mi opinión vale poco). Ya solo falta que Constantin (el maldito carpintero) acabe, arregle todo lo que ha hecho mal y… pues ya veremos si pintamos o lo de jamos con el aspecto actual de loft, o más bien de nave industrial, con sus rozas por las paredes, sus cables colgando y bueno, ese tipo de cosas.

Lo básico esta (casi todo, falta alguna cama y alguna lámpara), incluso ya tenemos una nevera pequeña arriba para tener unas cervecitas, agua y alguna que otra cosa para desayunar o para mientras jugamos al billar, vemos una película en una pantalla de n pulgadas tirados en un fenomenal sofá (respecto a si colocamos una diana de dardos, todavía hay cierto debate; igual que sobre la máquina de flipper o de marcianitos que es una cuestión generacional).

Y aunque todo esto está bien, incluso muy bien, lo más importante para mí ha sido una compra que hicimos en el Lidl de una hamaca con su soporte de terraza con la que he vuelto a descubrir no ya lo que me gustan las hamacas si no lo feliz que me hace estar tumbado en una. No se explicarlo, me proporciona una sensación de ingravidez que me fascina y me reconecta con toda mi adolescencia, una gran parte de la cual me la pase tumbado en una hamaca en la terraza de Nicasio. He de reconocer que es una de las cosas que más me gusta del mundo, no sabía que me gustaba tanto, aunque como ya digo podía sospecharlo ya que el trozo de la terraza de Nicasio en el que teníamos la hamaca era mi espacio personal en el que me tumbaba a leer, a escuchar la radio (el golpe de estado del 23-F estaba tirado en la hamaca cambiando de emisora cuando empezaron los tiros) o a hacer que tocaba la guitarra para mis vecinas de la residencia de monjas que había justo enfrente.

De verdad, una hamaca es lo mejor que hay, salvo tal vez... dos hamacas… no por tener compañía, que es algo que no se necesita en una hamaca, si no por tener repuesto si ocurre la tragedia de que se rompa (algo que sucedió en la de Nicasio pero que se solucionó robando la que tenían mis hermanas y nunca usaban).

En breve me marchare otra vez a mi hamaca, pero de momento vamos con las lecturas, no del mes pasado si no del anterior, que así de mal vamos (bueno, voy… que mis escasos lectores no lleváis retraso).

Ya conté el año pasado que me había reconciliado con la Feria del Libro, así que este año también me acerqué por allí, dos veces. La primera para descubrir que ahora (igual siempre aunque yo tengo un recuerdo distinto) la feria cierra a mediodía y lo que es pero cierra en su totalidad como un solo hombre, cierran todas las casetas y casi le ponen puertas al campo (si, para mí el retiro es campo, campo abierto) casi intentan desalojarla; y la segunda, tras ese primer fracaso, pues a visitar a mi librería de referencia y a visitar alguna editorial con la alegría de descubrir que Sajalin (la que edita a Offutt) tenía caseta propia y ahcerme con alguna otra novela.

Mi primera lectura, Ciudad Muerta, obviamente fue de esa editorial, pero no de la América profunda, como las de Offutt o el resto del country noir que está de moda ahora, si no de una América más cercana (fílmicamente) como es la de la mafia de Nueva Jersey y eso, pues, se nota. Desgraciadamente se nota para mal, ya que si bien no es una mala novela es, en cierta medida, más convencional con sus pequeños mafiosos intentando escalar posiciones en la mafia. Unos mafiosos, alguno de los cuales “… en menos que canta un gallo, acabo meando fuera del tiesto. Pero al dueño del tiesto no le hace gracia.” Mientras que otros, los jefes, tienen las cosas mucho más claras “El éxito en los negocios, según Joe Zucco, solo era posible mediante una combinación de miedo y respeto: miedo a la traición y respeto por las consecuencias. Estaba convencido e que sin aquellos dos pilares el crimen organizado sería una quimera.” Y claro, esta combinación de mear fuera del tiesto con la necesidad de miedo y respeto pues siempre permite crear alguna historia buena, pero en este caso no excelente. Se queda en buena, aunque resulta curioso saber de “la mosca española”, una especie de viagra natural cuyo nombre es, cuando menos, curioso.

A primeros de mes, también coincidí con mi amiga Maria de la O en un evento “de trabajo” y, ella, que sabía que coincidiríamos (yo también lo sabía) hizo una reunión unilateral de nuestro pequeño círculo de lectores (más bien una línea que es lo más que se puede hacer con dos puntos) haciendo, lo que podríamos llamar trampa, se presentó con Tres veces al amanecer para prestármelo (esta vez con retorno, ya que era la copia de su hermana). YO recordaba al autor por su novela más famosa, Seda, que leí hace muchos años y de la que – como ya os imagináis – no tengo un recuerdo especial, o no lo suficientemente especial como para haberla mantenido ni en mi cabeza ni en mi biblioteca (seguramente ahora este en una biblioteca de una residencia de la tercera edad en Castilla León). Se trata de tres cuentos cortos, los tres con una pareja protagonista, que según el libro son la misma pareja todo el tiempo (aunque unas veces tengan la misma edad y otras diferentes, al parecer esto es por “…una lógica temporal que no es la que se manifiesta en nuestra rígida realidad, sino que sólo resulta viable en la privilegiada mecánica de la ficción”, así que yo, en mi simpleza, pues me las he leído como tres historias diferentes, con la rígida lógica de la realidad propia de un ingeniero. Las tres historias están bien pero solo eso, bien, incluso pese a esta reflexión sobre la maldad con la que coincido plenamente: “… hay que ir con cuidado con la maldad porque de joven parece un lujo que uno puede permitirse, pero la verdad es otra, y es que la maldad es una luz fría en la que todas las cosas pierden su color y lo pierden para siempre.” Y no, no me refiero (creo que el autor tampoco) a un rollo del karma (que al fin y al cabo no es más que el miedo a la venganza, del universo, pero venganza, al fin y al cabo) sino que más bien es como esa frade de “Anger Is an acid that can do more harm To the vessel in which it’s stored than to anything on wiich it’s poured”. Sí, hay que tener cuidado con algunas cosas – como la ira y la maldad – ya que a quien más daño hacen es a quien las ejerce o práctica.

Leídos estos tres cuentos era momento de pasar a La Furia, aunque solo fuera porque pasaba en Irlanda, en un tiempo justo después de que, al parecer, según la contraportada, los años de dinero a espuerta y de una Irlanda prospera han terminado, algo que ya suena un poco a ciencia ficción o a error tipográfico ¿una Irlanda prospera, sería un periodo muy corto, no? El caso es que pronto salen personajes bastante creíbles como el irlandés al que le llevan una botella de Jameson y saluda con un “- sean bienvenidos, usted y el señor Jameson. – James siempre le insistía en que no era alcohólico – Esos pobres cabrones – le dijo una vez a Tidey – tienen algo en el cuerpo, no pueden elegir. Yo, en cambio, he escogido beber demasiado. Se lo que me hace, y no me importa.”

Por supuesto, siendo Irlanda, además de no-alcohólicos hay monjas y que aclaran grandes debates teológicos y los problemas de pederastia, y otros excesos, en la iglesia irlandesa “Cuando era una niña, los sacerdotes nos contaron como reconocer la línea que separaba el pecado venial del pecado mortal, que ponía tú alma en peligro ¿te ha proporcionado placer? Esa era entonces la medida de las cosas. Tu instinto te podía extraviar. Pero el problema de verdad era cuando te daba placer. Creo que es esa manera de pensar lo que condujo a algunos sacerdotes a hacer lo que hicieron. Se decían que era algo que no podían evitar, una maldición de la carne. Luchaban contra el demonio, y siempre y cuando pudieran convencerse de que eso no les proporcionaba placer…” todo muy teológico, casi jesuítico. En fin.

Pero toca otros temas interesantes como ese de “Cuando aceptamos algo sin hacer preguntas, no es periodismo, es taquigrafía”; tan aplicable a estos debates que hemos tenido y a si los periodistas pueden decirle a alguien “usted está mintiendo” (no solo pueden, deben); o el tema de los músicos de versiones con ese “El pianista interpretaba una versión con demasiadas notas de una canción de Sinatra” que para desgracia de los oyentes es algo que les pasa a muchos músicos; o la reflexión sobre los tratos con los abogados “Por encima de todo, no había que aceptar el reto del abogado de la otra parte para ver quien mea más lejos: lo abogados viven en los urinarios, y se las saben todas.” En general, pues una buena novela.

En nuestro intercambio anterior Maria de la O me había dejado El peon y me había comentado que le había regalado a Cabut :14 de abril, así que ya que lo tenían en la caseta de mi librería de referencia (en la feria del libro, digo; ni en la cuesta de Moyano, donde tienen caseta, ni en la calle mayor donde están las cosas mejor colocadas) y puesto que el anterior me había gustado me decidí por seguir probando suerte. A ver, me ha gustado, pero dudaría bastante de a) clasificarlo como novela, ya que es más una colección de historias con un nexo, obvio, en común; y b) clasificarlo como “No ficción” ya que por mucho que se haya documentado el autor creo, me temo, que existe bastante ficción en el libro, en cada una de esas vidas truncadas o modificadas ese día (en las que se echa de menos alguna historia de, llamémoslo asi, “el otro lado”, que entiendo que existía).

Con todo, mi parte favorita, aceptándola como cierta, es la capacidad para titular un fanzine (bueno, según el autor, un periódico) de Ramon Acín nada mas o nada menos que “La Ira. El órgano de expresión del asco y de la cólera del pueblo”. Ahí es nada y luego dicen de los nombres de los fanzines punkies.

El detective Salvaje, es una historia de esas en las que tiene más peso lo extraño de algunos personajes que la propia historia (muy al estilo del autor) y aunque a veces esto funciona, incluso muy bien, en este caso la verdad es que, a mí me parece que, no funciona. Se deja leer, pero no aporta nada, en parte porque ni los personajes ni las situaciones son los suficientemente absurdas (el protagonista tiene una Zarigüeya, como mascota diríamos; algo que en principio es bastante exótico, pero es que casualmente en mi siguiente lectura también sale una zarigüeya como elemento raro, lo que ya deja de convertirla en algo raro). La verdad es que no he conseguido destacar nada que me haya llamado la atención de este libro (quitando lo ya comentado de la zarigüeya).


De mis compras de la feria del libro todavía me quedaba por leer la última de Offutt: El buen hermano en la que tenía puestas muchas esperanzas ya que, ya lo he dicho, me había gustado todo lo que había leído de él y bueno, podría ir de relaciones fraternales, teme que para los que tenemos hermanos pues siempre aporta algo. Se me ha quedado “muy escasa” y la verdad es que no me ha convencido nada, incluso creo que si hubiera empezado por esta pues es muy posible que no hubiera leído nada más del autor, o no lo habría leído con muchas ganas. La frase más divertida es esa de “Sorprende la cantidad de neoyorquinos que viven en Montana. El Oeste es lo que tiene, cualquiera puede venir y encajar, porque no hay mucho donde encajar” aplicable a Montana y, en mi opinión, a casi cualquier sitio rural, desde castilla la mancha hasta nueva Zelanda.

He de confesar que una de las cosas que menos me ha gustado es que en la misma página aparezca “una egagrópila de búho” (con estas palabras y no con tora cualquier para describir lo que regurgitan los búhos) cuando los dos personajes que ven “la egagrópila” son del tipo de “… llevaba una escopeta y derribo el árbol a tiros” ¿de verdad ese tipo de persona puede usar la palabra egagrópila? No sé, se me hace muy raro, pero… igual Montana es así, contradictoria.

La verdad es que ha hecho mucho calor  y muy pronto por lo que pese a quedarme sin lecturas antes de acabar el mes no me atrevi a cruzar el solar que es ahora la puerta del sol y llegarme hasta mi librería de referencia y tuve que robarle a mi hermana mi última lectura: Obras escogidas. Novena Selección de Cornell Woolrich (AKA William Irish). Obviamente, por aquello de ser ya la novela selección, no es lo mejor de Woolrich (no es la venta indiscreta ni la novia vestía de negro) pero la verdad es que casi todos los cuentos se dejan leer muy bien y son suficientemente entretenidos y con personajes interesante como ese detective al que van a contratar y dice “es la clase de asunto que me gusta. Son ustedes honrados los dos. Por lo que a usted se refiere, caballero – sus ojos se clavaron bruscamente en Durand -, la cosa no ofrece dudas. Solo un hombre honrado puede comportarse de un modo tan estúpido como usted parece haberlo hecho – Durand enrojeció, pero no dijo palabra-. Y yo mismo soy un estúpido. Hace más de una semana que espero en vano un cliente. Pero si su caso me disgustara por uno u otro motivo, no vacilaría en rechazarlo.” Con el que me siento identificado cada vez que rechazo un trabajo y que creo que diferencia a un profesional de un mercenario, o a una persona de un abogado (según que abogado).

También es muy divertida esa frase que le dice a un testigo que tiene que identificar a una mujer “fea”, de la que le enseñan una fotografía, y a otra “extremadamente guapa”., a al que solo le describen someramente, y que solo acierta a recordar a la guapa ya que “La gente solo ve con la sangre, con los latidos de su corazón. Ya que aquella que solo podía describirle con palabras la recordó inmediatamente y sin duda la recordara hasta el fin de sus días. Pero aquella cuya fotografía tuvo delante de sus ojos, es incapaz de recordarla…”, en mayor medida esto nos pasa a todos.

En fin, pues hasta aquí hemos llegado y yo voy a pensar en mi siguiente viaje hacia mi hamaca, pero vosotros que sois más activos pues ¡Divertíos asaltado el castillo!

 

Lecturas

Ciudad Muerta - Shane Stevens

Tres veces al amanecer - Alessandro Baricco

La Furia - Gene Kerrigan

14 de abril - Paco Cerdá

El detective  salvaje - Johnathan Lethem

El buen hermano - Chris Offutt

Obras escogidas - Novena Selección - Cornell Woolrich

4 comentarios:

  1. Me alegra que vuelvas, forajido. Poned la diana de dardos. Son muy divertidas. 1 abrazo.

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    1. Una alegria saber que tu tambien sigues... la diana caera casi seguro... ya tuvimos una de pequeños y realmente es muy divertido y... encima parece que es un deporte... asi que si... casi seguro... cuidate anonimo Arbesu

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  2. En 14 de abril hay un pasaje en el que el padre Coloma dice a Alfonso XIII: la muerte está cerca. Y tan cerca, que puede estar a la distancia de diez minutos, de media hora, de veinte días, de veinte años, de treinta, de sesenta, de setenta lo más; y todo ello es cerca, y la gran prueba de que todo es cerca está en que siempre parece demasiado pronto.
    Inventado o no inventado, es magnífico.
    ¡Asaltaremos esa hamaca de tu castillo!

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    1. Si, esa frase la tuve marcada para "publicarla" pero, al final, como no era del autor pues no me decidí a incluirla. Siempre es demasiado pronto, salvo cuando es tarde.

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