viernes, 5 de julio de 2013

Tiempo de Festivales - El dia que no vi a Camarón


Que mejor momento que este, en el que proliferan los festivales, como si fueran champiñones o incluso caracoles después de un día de lluvia, para rememorar el primer festival al que acudí (no cuento como festivales los eventos parecidos como las fiestas del PCE, las fiestas del 2 de Mayo y similares).

Hoy en día, dada la importancia de algunos festivales, resulta tentador pensar que, al menos en España, los festivales son una cosa relativamente reciente, pero nada mas lejos de la realidad. 

Es verdad que en los ochenta los festivales solían duran un solo día y no eran tan habituales, aunque por supuesto había “clásicos” como el festival de Ortigueira (creo que desaparecido y en el que apuñalaron a Acisclo, o Ancisclo, un tipo de la clase de mi hermano mayor totalmente pro-celta) o festivales “extravagantes” como el Festival de Primavera del 82 en el Hipódromo del Saler, que duro tres días de marzo, y que bajo la etiqueta de “El mayor espectáculo musical de España” por tan solo 1.500 pesetas, (9 míseros euros de hoy en día; entonces, un capital enorme), reunía cosas tan variadas como The Boys y Clasix Nouveaux con Alvin Lee, Stan Getz y Max Suñe ademas de Tequila, Los Secretos, Radio Futura y Rubi y los casinos, sin olvidarse de Barrabas, Leño, Triana e incluso... Manzanita. 

Eclécticos y sinergicos que éramos todos en los ochenta. Bueno, seguramente no todos éramos tan eclécticos ya que para publicitar el evento editaron distintos flyers, orientados a distintos públicos, entre otros, estos que os incluyo (con la idea de que apreciéis lo ochentero del logotipo que no puede contarse y si, es una guitarra con forma de fresa atacada por unas olas. No, ni idea de porque.).


Pero no, no voy a hablar de ese festival al que por su precio, distancia y mi propia edad (aunque para entonces ya tenia 16 añitos o añazos) no tenia ninguna posibilidad de acudir por mucho que me apeteciera, que lo hacia. Aunque no confesare, por lo menos ahora, cual eran los artistas que mas me interesaba ver. Si eso, ya lo cuento otro día.

Ademas en marzo 1982 ya había cubierto, prácticamente, mi cupo de festivales para toda mi vida, así que a menos que me prometan que tendré otra creo ya era difícil verme en festivales (mas ahora, que si voy a alguno tiene que ser por un motivo extravagante, como el de Fene).


No, el festival al que me refiero tuvo lugar en 1980, concretamente el sábado 31 de Mayo, que no conviene confundir con el festival celta que organizaba la Joven Guardia Roja (si, teníamos de eso. Eran los ochenta y no nos privábamos de nada, teníamos legionarios de varias cosas, brigadas de muchas otras y guardias de distintos colores y tareas) también en Madrid y al que hubiera acudido si no fuera por complicaciones propias de la resaca; ni con el que organizaron de los Socialistas la semana anterior.

No mi primer festival fue el “Festival Antinuclear a tope”, organizado por (y para salvar de la ruina económica) a una mítica revista: El ecologista (no confundir con  otra de titulo similar que apareceria despues y que se llamaba Ecologista sin el “El” que años después editarían , puede que sigan editando, los pedorros de Ecologistas en acción)  que se diferenciaba de otras revistas ecologistas y antinucleares de la época, como por ejemplo Integral, en que era bastante mas abierta y dicharachera casi incluso moderna. Eran los ochenta e incluso Sisa era moderno: el primer cantautor galáctico, ni mas ni menos.

Si, lo confieso: yo en 1980 era un maldito hippie (de los poco mas tarde Siniestro Total, e incluso yo mismo, querría matar en las Cies o en cualquier otro sitio en el que se reunieran). 

Este era mi aspecto en aquellos días.


Ese era mi aspecto en bañador, imaginaos cuando a eso le añadís unos ropajes adecuados, por ejemplo, una mezcla de indio Tabajara con Sioux o incluso, como cantaría poco después Adan Ant, una mezcla de “...Blackfoot, Pawnee, Cheyenne, Apache, Arrapahoe...”, o cualquier otra combinación igual o incluso mas absurdaComo no tengo fotos de esa época os diré, a efectos ilustrativos, que, muchas veces, llevaba una cinta de cuero con cuentas indias, autentica, en la cabeza como una autentico guerrero urbano. Pero me disperso, si eso ya os lo cuento otro día.

¿el festival en si, os preguntáis? 

Pues era en San Blas, en el campo de fútbol y básicamente iba a tener dos partes: la primera dedicada a los viejunos, que tenían el dinero para salvar la revista y la segunda dedicada a los modernos, que no teníamos un duro pero que cumplíamos la función de dar color y respetabilidad de moderneo al evento con el objeto de compensar a los viejunos y ampliar el espectro del festival.

La parte de viejunos incluía a Suburbano para abrir la tarde  (empezaba a primera hora de la tarde, a eso de las cuatro o cinco diría, por la memoria del calor que hacia y que aun no he olvidado) que tenían su punto, para continuar con Luis Eduardo Aute, que en ese momento ademas de sus tradicionales truños y algunas canciones buenas de siempre tenia la excelente  “...Pasaba por aquí, ningún teléfono cerca y no lo puede resistir...” que con unos arreglos completamente diferentes, y acelerandola un poco,  un mucho incluso, podría pasar por una gran canción pop (lo digo en serio; es mas añado que podría ser un ”temazo”). 

Por si Aute no fuera suficiente después de el saldría Luis Pastor, que es o era aun mas intenso, con letras mas concienciadas e incluso mas aburrido que el Ate  del que solo diré que pese a que mi cerebro retiene todo tipo de mierda musical y sabiendo que me hacían oír a Luis Pastor con cierta frecuencia - que no hubiera soportado yo esos días por estar mas tiempo con Rosina - a día de hoy no se me ha quedado ni una estrofa ni un acorde del pesado de Luis Pastor.

Por si alguien no había tenido suficiente aun faltaba un cantautor portugués al que nadie vio porque ya se estaba poniendo el sol detrás del escenario y era sencillamente imposible, si no eras ciego de nacimiento o similar, y al que creo que solo algunos sordos, de nacimiento o vocación, prestaron alguna atención.

Aunque nunca lo supimos con certeza todos asumimos que era en este momento, como fin de fiesta de la parte viejuna y banderín de enganche para la parte moderna, donde debería haber actuado Camarón. Creo que a todos, incluso a los que odiamos el flamenco, nos habría gustado ver y oír a Camarón. Vale, tal vez no nos habría gustado mucho en ese momento (aunque justo con la puesta de sol puede que hasta nos hubiera gustado) pero el poder decir “yo vi a Camarón en el 80” podría, retrospectivamente, habernos compensado.  Parafraseando a Visa, algunas cosas no tienen precio. 

Pero Camarón, que era esperado por casi todo el mundo y para muchos la razón de haber ido a este festival, había “dado la espantada” y no apareció por el escenario. Rumores para explicar la ausencia hubo de todo tipo, desde el “nunca lo habían contratado y todo ha sido una estafa” hasta el “Camarón se ha hecho un Lou Reed  y no se tiene en pie” pasando por el sencillo y socorrido “hay un fallo técnico y no puede salir”. 

El plural del párrafo anterior se refiere tanto a un “todos los presentes” como a un, mas concreto, Jacobo y yo. Aunque no lo he dicho a este concierto, así como a casi todos los conciertos que asistí en esos años, no fui solo, ni con un grupo, si no sencillamente con Jacobo. 

Ya he hablado en otros posts de Jacobo y sin duda hablare en muchos otros posts ya que desde que nos conocimos (yo diría que en Octubre de 1979) hasta el final de la vida de Jacobo  (Agosto de 1988) ambos formamos una pareja casi indivisible, un duo cómico y vital (aunque suene totalmente homosexual, puedo decirlo ya que nos se a ambos totalmente heterosexuales y lo que imaginen vuestras desviadas mentes me importa menos que un cantautor portugués). Pero divago, si eso, ya os contare otro día. Probablemente muchos días.

Volviendo al festival... ¿que hacíamos nosotros, dos adolescentes del 14 y 15 años, mientras se desarrollaba la parte viejuna del festival? Seguro que habéis adivinado la respuesta, pero para los menos imaginativos solo diré que beber todo lo posible (no solo por no deshidratarnos, que también, si no por que es lo que mejor hacíamos) ademas de perseguir a diversas chiquillas por todo el festival (no eran chicas ya que en aquellos dias la única Chica era la novia formal de Juan Ruiz Richi)

Hasta entonces, salvo momento concretos, el festival, desde el punto de vista musical, había sido un autentico aburrimiento pero eso ya lo esperábamos (lo sabíamos); nosotros habíamos ido a ver a los grupos de la nueva ola madrileña que tocaban pero había que amortizar el dinero de la entrada y estar desde el principio.

Lo bueno empezó con Trastos (o eso dicen mis recuerdos, aunque en una critica que he encontrado por internet ni siquiera los mencionen). Trastos era una banda que merecía triunfar: tenían excelentes canciones y un directo fenomenal. Nosotros devorábamos sus maquetas (unos días después sacarían su primer y único LP) y las ganas de verles en directo eran muy elevadas ya que se prodigaban mucho menos que otros grupos (posiblemente porque no pertenecían a Klub, esa mafia que ya funcionaba y que controlaba tanto los locales como la radio y a muchos grupos y que mas o menos era responsable de quien triunfaba y cuando. Si eso, ya os contare otro día sobre Klub).

Las canciones de Trastos eran / son himnos y como tal las coreamos hasta quedarnos secos (pese a mantenernos cerca de las barras para evitar males mayores) obviamente sonaron “Te voy a buscar” (“...hoy pensé, en irte a buscar, caminar un rato junto a ti, retener el tiempo para mi...”), hortera como ella sola (y nosotros mismos), o mas correctamente babosa como en breve denominarían “las hornadas irritantes” a todos estos primeros grupos; “El poli te ve”  (“...dime porque, habías pensado en correr, solo te quiere conocer...”), curiosamente había otra canción dedicada a la policía - a una mujer policía concreta de la que se enamora el cantante - de un grupo de Zaragoza del que no recuerdo el nombre pero que recuerdo con cariño (“... tu no puedes ser así, no puedes ser policía. Porque cuando me miras dudo si me quieres o me vas a detener...”); “El loco de la linea 5” (“... monta en Aluche, ira hasta Ciudad Lineal, viaja siempre en metro, parece que viviera allí...”) aunque en estos años han ampliado la linea 5 para mi siempre ira de Aluche a Ciudad Lineal; y por supuesto “Agujetas de color de rosa” que mas tarde se haría razonablemente famosa al ser sintonía de una telenovela ("...yo tengo una novia que es un poco tonta, pero es mi gusto y yo la quiero asi, no es muy bonita pero esta reloca..:"). Pero el momento álgido fue con “El botellín” que contenía algo solo imaginable en un futuro muy lejano e imperfecto (diría post-apocalíptico pero no quiero exagerar): “...un botellín... ¿25 pesetas?... Esto es un robo...”. Lamentablemente en algunos años este precio seria parte del pasado y ahora inimaginable pero por el otro extremo. ("... no, es la inflación...")

Después de Trastos: Mamá, y después de Mamá, Nacha Pop. 

Algo mas que un cartel de lujo, sencillamente: una barbaridad.

Ninguno de los dos necesita presentación ni que recuerde sus canciones ¿no? pero igual un poco de contexto no viene mal.

Mamá aun no tenían disco (también sacarían su EP “Chicas de colegio” unos días después de este concierto) así que solo conocíamos las canciones por las maquetas y los directos. Para que os hagáis una idea de lo importante que en aquellos momentos eran las maquetas, de Mamá y de otros, solo os diré que en una misma cinta (grabada directamente de la radio, de Onda 2 para ser precisos, cuando grabar música aun no era considerado piratería si no una actividad licita), pese a su precio y mis escasos recursos económicos, yo tenia grabado “El ultimo bar” una vez en cada cara, y no lo consideraba un exceso ya que cada una de ellas era de una maqueta distinta. 

Si digo que Mamá tenían un directo potentisimo, como el que podrían tener los Beat de Paul Collins, seguro que los que solo habéis oído sus discos pensareis que miento. Pero lo tenían, incluso en aquella época en la que todavía no se había incorporado El Moro (sin lugar a dudas uno de los mejores armónicas y de los mejores saxofonistas que ha dado el pop español, aunque en el saxo no podemos olvidar a Ulises Montero que se haría inmortal y al que inmortalizarían Gabinete Caligari unos años después) aunque a mi me gusta recordar que el Moro estuvo en este concierto con independencia de la realidad.

Nacha Pop ya tenían disco, y no era un disco cualquiera: era su impresionante primer disco. Ya estaba a Ñete a la batería enlazando con Carlos “Booking” y su bajo (“...en la distancia suenan ya...”) dando soporte a las guitarras de los dos primos mas famosos de la nueva ola.

Si bien aun no estaban todas sus obras maestras, todavía harían algunas mas, especialmente en el Buena Disposición con un sonido mil veces mejor que la “lamentable producción” que hizo Teddy Bautista en su primer disco, tenían las suficientes para ser un concierto memorable. 

Aunque si la memoria no me engaña creo que Mamá se comieron a Nacha Pop ya que el sonido no era lo suficientemente bueno para la calidad de estos últimos.  Recuerdo mucho mejores a Mamá, e incluso a Trastos, que a Nacha Pop (ese día concreto). Mejores puede que no, pero mas contundentes, mas festivos: seguro. A Nacha Pop era mejor oirles en un club que en un estadio, al menos en aquellos tiempos.

Todo podria haber acabado con Nacha Pop, hubiera sido mas que suficiente, pero era un festival, y las “buenas gentes”  (a.k.a. los malditos hippies, de El Ecologista nos arrojarían a La Orquesta Platería  supongo que con la idea de contentar a todo el mundo y por que en aquella época un festival que no acabara en verbena no era un festival ni era nada.

La Orquesta Platería podría haber sido una banda de verbena, buena todo hay que decirlo, si no fuera por su versión de “Pedro Navaja” que sencillamente se ha convertido en mas clásico que el original, de hecho yo diría que ahora esta y no la de Ruben Blades es la versión canónica. Si hubiera habido una pista de baile en el estadio, habría sido un rompe pistas absoluto. Espera, que todo el estadio era una pista... exacto: ahora si que había una fiesta, una verbena y no un festival. 

Tocaron de todo, desde boleros a clásicos del rock&roll y nos divirtieron a todos preparandonos para que nos marcháramos a casa contentos.

Y lo hubiéramos hecho, pero a los españoles nos cuesta marcharnos y mientras decidíamos si irnos o si nos tomábamos media mas para el camino, Hilario Camacho, que sospecho había llegado tarde para participar en el bloque de los viejunos pero que tenia ganas de actuar decidió subirse al escenario. 

Es verdad que, como es / era un moñas pero gustaba a las chiquillas por su sensibilidad, y que a todos nos gustan las chiquillas (incluso a las propias chiquillas) consiguió que gran parte del publico se sentara a escucharle cantar aquellas cosas de “...no pienso en ti como en la rosa, que sola cuida de su propio ser; pienso mas bien, que sin querer, clavas espinas en tu propio ser...” solo con su guitarrita. 

Excesivo para no estar acompañado de chiquillas así que nos marchamos antes de que acabara y la verdad es que hicimos bien por que recorrer San Blas en noche cerrada oyendo una guitarrita y una voz fue una experiencia agradable, incluso diría bonita.

Sobre la base de esta descripción igual parece que fue un día idílico y que fue un gran plan. Inocentes, mis buenos amigos, es que no aprendéis. Obviamente no todo fue idílico, ya que el plan tenia un gran fallo (como casi todos nuestros planes que por aquella época venían equipados de serie con un mínimo de un fallo). 

Si, cometimos un error de calculo (obligado, en este caso) que podría, si no hubiera sido por la capacidad resolutiva de Jacobo, habernos costado la vida habiendo desfallecido de hambre, o incluso peor aun, podríamos haber muerto deshidratados o podríamos, no quiero ni pensarlo, haber acabado serenos ya que (efectivamente, lo habéis vuelto a adivinar) apenas teníamos dinero para cervezas y menos para alimentarnos.

La verdad es que hubiéramos podido pasar el día sin alimento, si no consideramos los zumos de cebada alimento, ya habíamos estado sin comer casi todo un día otras veces y habíamos sobrevivido: éramos jóvenes y temerarios. Pero también éramos de natural glotón, aunque todavía no éramos bajos de tórax, y los malditos hippies (y las malditas hippas o como se diga) no solo sabían cocinar, los muy perros, si no que habían montado todo tipo de puestos de comida casera cocinada en el momento: no olvidare nunca las tortillas a las finas hierbas que hacían, los y las muy pervertidas. Dios, era imposible resistir ese olor mas de diez minutos (aun me hace salivar) y nosotros estuvimos conviviendo con el casi doce horas.

Sin casi dinero, salvo el necesario para las cervezas de primera necesidad, y con aquel olor el hambre era insoportable y, ya os digo, hubiéramos muerto irremisiblemente en San Blas si no nos hubiéramos dado a la alegre mendicidad y si los hippies no estuvieran tan preocupados por la alimentación equilibrada y la solidaridad. El caso es que nos pasamos mas de la mitad del concierto pidiendo dinero para que una tortilla a las finas hierbas, cuando no directamente la tortilla (uhhhmmm, con su pure de tomatito natural... también a las finas hierbas). Calculo que acabaríamos comiendo unas seis o siete tortillas de dos huevos antes de que el mardito hippie del puesto nos reconociera y se negara a servirnos mas, ya os digo estaban todos muy preocupados con la alimentación equilibrada y natural “ni demasiado Jing, ni demasiado Yang” que cantarían aquellos otros, años mas tarde.

Como consecuencia de esta experiencia de alegre mendicidad, pero mendicidad al fin y al cabo, yo tome una decisión que no cambiaría el curso de mi vida pero si mi forma de enfrentarme a la misma y decidí, como si formara parte de “Lo que el viento se llevo”  que “jamas volvería a pasar hambre” ni sed. 

No, a partir de ese día siempre tendría algo mas de dinero del que necesitara o pensara necesitar, me prometí a mi mismo. Aun no se si he cumplido mi promesa pero puedo aseguraros que lo he intentado por todos los medios legales - e incluso por alguno en el limite - y que durante todos los años ochenta daba lo mismo lo que gastara siempre tenia unas “diecisiete pesetas”  para lo que fuera menester. Diecisiete pesetas que eran inagotables y un mínimo simbólico que siempre me ha permitido tomarme otra cerveza o comprar un paquete de tabaco (aunque fuera de fortuna).

Si para ello tenia que trabajar pues bien, si tenia que hacer apuestas (tramposas o no) también, si se requería cambiar algún regalo, por otro mas barato, bien también; si visitando siempre los mismos bares conseguía que me invitaran, mejor ya que así incluso tendría bares favoritos. Pero divago, si eso, ya os cuento otro día.

Igual os preguntáis: ¿salvamos la revista acudiendo a aquel festival? Pues... no, creo que no... creo que duro unos números mas (no creo que en total llegara a la media docena) y desapareció dejandonos con El vibora y los Metal Hurlant (menos concienciados y mucho mas divertidos) responsables de gran parte de nuestra educación, o carencia de.

Post Scriptum: soy consciente de que un festival de un solo día ya no se llama un festival y que ahora para que un festival pueda denominarse así con propiedad ha de durar al menos dos días e incluir acampada.

Incluso me atrevería a afirmar que este fue uno de los pocos festivales de un día de duración y que ya el año siguiente un concierto de todo el día, por muchos grupos que incluyera y por mucho que fuera al aire libre, no seria considerado un festival si no un concierto normal, aunque posiblemente con nombre propio como el “concierto de primavera de arquitectura”. Aquí esta la prueba:


Impresionante concierto, en el que no falto nadie (ni las niñas monas de arquitectura, ni de otros sitios) y en el que el (Jacobo y yo) hicimos la presentación de nuestro - posteriormente - famoso grito de guerra y de localizacion. Peso, si eso, ya lo cuento otro dia.

2 comentarios:

  1. Tremendos carteles, la verdad. Mucha envidia. Aunque leyéndote al menos se lleva uno un poco del festival.

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  2. chicas de colegio, el piti en garcés después de clase...
    ja, creo recordar esa cinta de cuero.

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