martes, 28 de mayo de 2013

First impressions often lie... primer concierto


Ya puedo sentir lo que estáis pensando, os puedo imaginar apostando mentalmente cual va a ser ese primer concierto que voy a contar y murmurando “bah, es demasiado fácil. La apuesta es evidente, nadie pensaría en apostar en contra de esta opción. Es obvio que va contar el homenaje a Canito”.
Claro, claro. Os entiendo. ¿que otro voy a contar? ¿no fue este el primer concierto del que se tiene noticia en la historia de la música española? ¿no estuvimos todos allí? ¿no? ¿pero, como, que tu no estuviste? Pero si todo Madrid, no solo “el todo Madrid”, si no que literalmente, sobre la base de todos los testimonios, de todas las conversaciones de bar, todo Madrid estuvo en Caminos (la escuela de) aquel segundo sábado de febrero de 1.980. 

Seguro que todos tus amigos y conocidos estuvieron allí, si te lo han contado mil veces, si de vacía que estaba Madrid parecía una ciudad desolada aquel día, si en el auditorio de caminos no cabía un alma, si el gentío estuvo a punto de desviar el eje terrestre. No es que el publico fuera mucho, es que era Legión. Y tu, tu, precisamente tu, ¿no estuviste allí?

Vaya, pues seguro que entonces estábamos juntos tomando una cerveza en un bar totalmente solitario, probablemente en El Muro o en El Jardin, por que yo tampoco estuve. Ya ves, sorpresa, sorpresa. Por fin conoces a alguien que no estuvo en el homenaje a Canito. Encantado, somos pocos, según las leyendas de bar no existimos, nadie nos ha visto, pero somos como las meigas: que haberlas... hailas.

Y no, no es que no nos hubiéramos enterado ni que no hubiéramos querido ir; no, no se trataba de eso la verdad es que si no fuimos fue porque no teníamos dinero suficiente y la Escuela de Caminos quedaba fuera del radio de acción de los medios de transporte a nuestra disposición (ninguno), si no a la ida que podríamos habernos acercado andando quedaba totalmente fuera del radio de autonomía a la vuelta ya que haciendo eses el camino triplica su distancia en linea recta.

Ademas, aunque no fuera una causa importante o suficiente para justificar la ausencia, ese día yo todavía tenia catorce años.

No, ya os digo: mi primer concierto no fue el homenaje a Canito. Los mas musicalmente cultos ya habréis supuesto cual fue ya que el titulo del post contiene una referencia clara, sin ser obvia (solo para expertos musicales o en farmacologia. Pista: es el estribillo de “Pretty paracetamol”). 

El primer concierto al que fui de manera consciente y premeditada fue a Fischer-Z. Incluyo lo de consciente y premeditada ya que si ese no era el primer concierto al que asistía, ya había visto algunos  otros semi-improvisados, solo es el primero al que lo hacia formalmente.

Empecemos por lo fácil. 

¿cuando? pues, gracias sean dadas a internet, puedo precisar que fue el 10 de abril de 1980, jueves para mas señas. No era un jueves Vallejiano, de lluvia y aguacero del cual tengo ya el recuerdo, pero hacia frío y se agradecía un jersey. Eso seguro.

¿donde? en el San Juan Evangelista, en el Johnny para los entendidos aunque yo me sienta incapaz de llamarlo así, ni siquiera en el recuerdo, y como mucho llegue a decir El San Juan

Vale, ya os veo venir a los mas avispados. Así que mi teoría es que no fui al homenaje a Canito por falta de dinero, de transporte e incluso por no tener edad suficiente y sin embargo aquí me tenéis tan solo un par de meses después, con el mismo dinero, la misma edad y los mismos medios de transporte en el concierto de Fischer-Z que también esta en la universitaria. 

Os puedo ver rumiando “aquí hay algo que no encaja”, a algunos pensando “seguro que tampoco estuvo en ese concierto” a otros imaginado “seguro que tenia algo contra Canito o incluso contra Tos”. “Explica esto, tío listo. Que te hemos pillado” farfulláis todos en vuestro fuero interno.

Para los cizañeros diré que no tenia nada contra Canito, al que no conocía, del que solo sabia el nombre, que era el batería de TOS y, claro, que había muerto en año nuevo. No es que fuera un caso especial, en aquella época sabia los nombres de casi todos los músicos de los grupos que me gustaban incluidos los baterías, o bateristas como al parecer prefieren ser denominados. aunque obviamente no conociera a ninguno (para empezar a conocer a músicos tendrían que pasar todavía unos cuantos meses). Si puedo decir que TOS me gustaban, que me gustarían Los Secretos con Pedro a la batería e incluso añadiré que fui de los que compraron su primer disco numerado, de edición limitada, que saldría tan solo unos cuantos meses mas tarde.

Para todos, cizañeros incluidos, diré que acudir a este concierto fue una operación muy complicada, casi sofisticada diría;  planeada y ejecutada a la perfección por el duo de enfermos mentales / genios del mal integrado por Jacobo y por el vanidoso narrador de esto.

Analicemos los condicionantes y las condiciones en las que debería ejecutarse el plan: 
  • Carencia de dinero: nuestro presupuesto estimado para el concierto - entrada, cervezas y otros - estaba por debajo de las 50 pesetas para ambos, lo que planteaba el primer problema, que a mentes menos resolutivas les hubiera detenido, ya que solamente la entrada de cada uno costaba 200 pesetas (aunque ahora os resulte difícil de creer Fisher-Z era una gran banda internacional. En septiembre de ese año tocarían, en la plaza de toros de Vista Alegre, los Ramones, con Nacha Pop de teloneros, y las entradas costarían 350 pesetas); la opción de estar a palo seco en el concierto era, como cualquiera puede comprender, sencillamente implanteable - para eso, casi mejor no ir - por lo que seria necesario contar con un presupuesto mínimo para al menos cuatro o cinco cervezas por imberbe; idealmente (una caña o botellín costaba entonces, dependiendo del sitio, unas 15 o 20 pesetas. Si sabias elegir el sitio podías tomarte una por 10 o 12 pesetas - incluso podías tomarte un martini con aceitunas por 14 pesetas. Bueno, quien dice uno, dice n -, pero algo nos decía que el precio en el concierto seria notablemente mas elevado); el capitulo de otros creíamos poderlo reducir a cero aunque esto supusiera un sacrificio y seguramente iría en detrimento de la calidad del concierto. Asi estaban las cosas: teníamos un déficit mínimo de mas de 500 pesetas.
  • Transporte: el San Juan esta en la ciudad universitaria, afortunadamente en una zona que incluso entonces era todavía razonablemente urbana y a una distancia que nos permitiría llegar andando hasta allí sin demasiados problemas, aunque seguramente la vuelta a casa pudiera complicarse un poco por el maldito efecto del paso errante pero era realizable en caso de necesidad o incluso podría solucionarse mediante un autobús aunque eso complicaría el aspecto económico ya mencionado;
  • Edad de los participantes: recordemos que en aquel momento yo tenia 14 años y Jacobo tenia 15, lo que si bien no nos planteaba un problema formal desde el punto de vista de entrar al concierto,  no se nos pasaba por la imaginación que ir a un concierto pudiera requerir una edad mínima, si que planteaba algunos problemas cruciales frente a los responsables de nuestra educación (a.k.a. nuestros padres). Iba a ser difícil que nos dejaran salir de casa con el plan de ir a un concierto a las 10 de la noche - siempre podíamos salir antes y entretenernos en el mundo exterior, aunque eso significaría agravar el problema económico - pero era sencillamente imposible conseguir que nos dejaran volver después de la una o una y media de la madrugada, hora que calculábamos como mínima en la que podríamos estar de vuelta. Problema que se intensificaba si considerábamos que todo esto sucedería un jueves, que todavía, al menos no para nosotros, no era el nuevo viernes.

Ciertamente parecía una misión imposible, seguramente lo hubiera sido para personas menos dedicadas pero no para dos libras de octubre que como todo mínimo conocedor del horóscopo sabe se caracterizan por su equilibrio, tenacidad, audacia y otros dones especiales. Nosotros tan solo necesitaríamos un buen plan y un milagro. 

Conseguir un plan sencillo es algo complicado pero que puede convertirse en sencillo si se trocean adecuadamente los problemas: divide y vencerás. 

Primer paso: disminuir, preferentemente eliminar, la vigilancia familiar. Vamos, lo que viene siendo burlar a la autoridad. Nada mas fácil, solo se requiere practica y ambos la teníamos. En una primera fase nos agruparíamos para disminuir el numero de vigilantes, liberando a mis padres de su tarea paternal: nada mas fácil, bastaba con que yo me fuera a casa de Jacobo a media tarde con la promesa, implícita, de volver para la cena. Para la segunda fase necesitaríamos un cómplice involuntario que permitiera extender la agrupación de nuestras fuerzas, como mínimo, hasta después del concierto. Relativamente  fácil: utilizaríamos a la madre de Jacobo que convencería a mis padres de que me dejaran quedarme a cenar y a dormir en su casa. Una petición de madre a madre, un plan perfecto. La tercera fase requería abandonar la casa de Jacobo - el cuartel general -  discretamente y conseguir volver a entrar en el cuartel general tras la incursión sin ser detectados. Dificilillo y arriesgado pero viable: el acceso no seria problema, teníamos llaves; la discreción necesaria, vital para el éxito de la operación, podía complicar las cosas - ninguno de los dos podíamos ser descritos como ninjas silenciosos - pero habíamos estudiado el terreno a fondo y confiábamos, si no en nuestra capacidad, en el hecho de que yo dormiría en la habitación de “la chica” que estaba en un extremo de la casa, el dormitorio paternal estaba en el contrario y era una casa grande. Desde esa habitación teníamos acceso a la salida de servicio, por la cocina, por lo que podríamos conseguirlo incluso con un nivel de discreción no demasiado elevado.

Ya teníamos un plan, ahora solo necesitábamos un milagro. 

Aquí estoy yo relajandome a la espera del milagro que tendría que llegar, aunque fuera poco probable y desconociéramos en que forma se presentaría. Teníamos fe, la inocencia de la juventud atea es así.


El plan se puso en marcha antes del jueves del concierto ya que resultaba necesario obtener el permiso para ir, a la salida de clase, a casa de Jacobo sin despertar sospechas innecesarias, para lo hubo que ir preparando el terreno avisando a las autoridades con el tiempo necesario. No era una tarea difícil ya que yo ya llevaba los tres años anteriores yendo directamente desde el colegio a casa de amigos a jugar y ser sociable. Desde sexto de la EGB, desde los 11 años, pasaba casi el mismo numero de tardes  en casa de los Viloria que en la mía, pero me disperso. Si eso, ya lo contare otro día.

Una vez en casa de Jacobo, mientras esperábamos que sucediera el milagro que necesitábamos, cada vez con mas urgencia, decidimos acercarnos a las habitaciones de los hermanos mayores de Jacobo a cotillear su música, e intentar robarles algunos cigarrillos  o sacarles alguna cerveza.

Jacobo tenia cuatro hermanos mayores: Juan, Rafa, Ernesto y Manu, cada uno de los cuales encajaba, al menos para nosotros, en un estereotipo propio de la época (también tenia un hermano pequeño, Nacho, que por ser menor que nosotros era mas una molestia que otra cosa y no tiene parte en esta historia. Pero, a nuestra manera, le queríamos y es justo que aparezca). 

En general era imposible, entre semana, ver juntos a todos los hermanos, incluso verlos a todos en el mismo día era algo bastante inusual, pero ese día tenia que suceder un milagro y que estuvieran todos en casa y al mismo tiempo podría considerarse casi milagroso, que nos dejaran quedarnos con ellos también era un poco milagroso. Pero allí estábamos nosotros, dos enanos, con los mayores, tranquilamente. 

Abro paréntesis para presentaros a los hermanos mayores:

Juan era el hermano mayor, el hermano formal (teóricamente), el que estudiaba económicas (o algo similar), el que vestía de traje (para ser mas serio), el que tenia una novia formal (tan raro era esto que su novia no tenia nombre, era solo la chica), el Mario Conde del futuro (antes de su caída). Resumiendo: el yerno que toda suegra quiere. Piensa en un hombre de pro.

Manu. Si dijera que Manu era moderno no le estaría haciendo justicia. Manu no era moderno, Manu era la modernidad, piensa en Bowie cuando Bowie era moderno pues Bowie era un wannabe comparado con Manu. No estudiaba, trabajaba y lo hacia tanto como pinchadiscos en sitios como El Hangar como de dependiente guapo y moderno en las tiendas de Almirante antes de que nadie supiera de Almirante. Cuando tenias que ser verdaderamente moderno para poder entrar en El Sol, el no solo entraba sino que tenia invitaciones, que compartía generosamente y solo mencionarle podía franquearte las puertas de cualquier garito. No es que tuviera discos, ni que los comprara, no eso lo podía hacer cualquiera, no, a Manu le pagaban por elegirlos y comprarlos e incluso por irse a Londres a comprar discos y ropa.

Ernesto era un hippie, autentico, salido directamente de una película alternativa de los sesenta, siempre estaba por el campo haciendo cosas campestres, plantando arboles o recolectando comida, o en la montaña escalando y alguna vez por Madrid estudiando para ser biólogo marino (o algo similar). Siempre preocupado por todo lo ecológico, la no violencia, los estilos de vida alternativos, el yoga y solo dios - el autentico, digo - sabe que otras cosas igual de majaderas. Piensa en Frank Zappa y no andarás lejos.

Rafa era el malo, el primero que tendría problemas con los estudios, el porrero, el que tenia la vena yonkie, el hijo díscolo, el macarra, el que acabaría pasando por los paracas del Alcala e incluso entre aquellos especímenes, cuerpo de elite peor que la legión extranjera, ni destacaría ni lo pasaría mal. El siempre estaba integrado en todas partes aunque en todas fuera un outsider. Piensa en Lou Reed, en el NY de finales de los setenta y lo tienes.

Cierro paréntesis y vuelvo a la historia.

El caso es que de alguna forma estábamos los seis reunidos hablando de todo un poco y de nada en concreto, básicamente de música, cuando Jacobo astuta y ladinamente se hizo con el poder del radio cassette y puso una cinta (con toda seguridad una TDK casera) con el So long de Fischer-Z desencadenando el milagro.

Rafa pensaba ir al concierto ya que al fin y al cabo ya era viernes - aunque para los demás fuera jueves, su semana tenia cinco viernes y dos sábados, y la diferencia entre ambos días no estaba muy clara - así que había que salir y esta era una buena opción aunque el ir solo le quitaba un poco las ganas, no le apetecía conducir ni para ir ni mucho menos a la vuelta.

Juan no estaba seguro ya que, aunque le gustaban bastante y le apetecía, al día siguiente era viernes y el tenia que estudiar, o que trabajar o incluso que hacer ambas cosas, ademas de quedar con la chica.

Manu no iba a ir ya que, como no podía ser menos, el ya los había visto el día anterior - si, tocaron dos días seguidos - y si bien a el personalmente no le gustaron nada, le parecía que había sido un buen concierto, aunque un poco patético por ser demasiado antiguo, demasiado obvio (el solo había ido por que le habían invitado y ese miércoles no había nada mejor en Madrid, ademas había que dejarse ver).

Ernesto se lo estaba pensando ya que pese al toque reggae que se adivinaba le parecía que era una música poco o nada comprometida y el necesitaba algo mas intenso.

Una hábil y rápida sintonía mental nos permitió modificar nuestro plan sobre la marcha para ofrecernos a acompañar a Rafa para que no fuera solo. Si ese era todo el problema, nosotros iríamos con el. Al fin y al cabo para que están los hermanos y los amigos de los hermanos. 

Podía ser pero no le acababa de convencer eso de llevarnos (así era cono lo veía el. no veía nuestro esfuerzo, que estábamos dispuestos a ir solo por acompañarle). 

Necesitábamos mas aliados. Había que poner The Worker urgentemente y convencer a Ernesto de su letra reivindicativa y de que esta era de las poco reivindicativas. Eran los nuevos Clash. Dicho y hecho: Ernesto se apuntaba.

Juan, nuestro hombre formal, no veía claro el que nos fuéramos con Rafa y Ernesto, a escondidas por que todos teníamos claro que pedir permiso o comentarlo con las autoridades estaba completamente fuera de lugar, estaba abocado al fracaso. No, definitivamente no lo veía claro y a punto estuvo de no suceder el milagro. Pero Rafa ya se había decidido y le parecía fenómeno llevarnos a pasear a los pequeños, se convenció de que era una necesidad y convenció a Juan. Bueno, le convenció de venir, de acompañarnos y vigilarnos. el no pensaba comerse el marrón en que Rafa nos podía meter si íbamos solos con el, o con Ernesto.

Perfecto, ya estaba todo organizado y obviamente el problema económico resuelto ya que   una vez convencidos todos el pequeño detalle de que no tuviéramos un duro y que ellos corrieran con los gastos era un nimiedad, para eso eran los mayores.

Solo quedaban pequeños detalles como salir de casa sin dar explicaciones, simulando ir a dormir y tener cuidado a la vuelta. Pequeñeces sin ninguna importancia.

Nada podía pararnos, nos íbamos de concierto. Ahora ademas teníamos coche, lo que hacia la vida mas fácil. 

Ernesto conduciría, Juan haría de copiloto y nosotros con Rafa iríamos detrás. No había ningún peligro. .

Bueno, a decir verdad había un peligro desconocido: llevar a Ernesto al volante, como comprobaría en años venideros llevar a cualquier hippie al volante es un peligro latente y mortal. En este caso el peligro vino en el viaje de ida ya que Ernesto se dio cuenta de que tenia calor en el coche, algo que podía solucionar fácilmente si se quitaba el jersey que llevaba. La solución era trivial, bastaba con quitarse el jersey. ¿en cuanto pudiera, diréis? no, hombre, no. La solución era quitarselo exactamente en el momento en el que se le  había ocurrido la idea, aunque en ese momento fuéramos a toda velocidad por el carril izquierdo de la Castellana y precisamente el fuera el conductor. Pequeñeces, convencionalismos burgueses. Si el quería quitarse el jersey en ese momento pues se lo quitaba, y sin avisar a nadie por supuesto. El que no fuera una operación fácil, la posibilidad casi cierta de perder la visión temporalmente y la igualmente probable de acabar dando un volantazo justo en el momento de ceguera no suponen nada mas que prejuicios que coartan nuestra libertad individual como bien le explicaría a Juan posteriormente.

Afortunadamente, para nosotros y algunos otros conductores, Juan estuvo razonablemente rápido de reflejos, detectando la operación a tiempo, asegurando el rumbo, haciendose cargo del volante antes de que acabáramos todo acabara en un aparatoso choque frontal, aunque no fue lo suficientemente rápido como para que nuestra corta vida empezara a pasar a toda velocidad ante nuestros sorprendidos ojos (los de Jacobo y los míos, ya que Rafa andaba algo despistadillo fumandose un primer porro ajeno a todo). 

Sin mas incidentes llegamos al concierto. Estaba abarrotado. La parte de abajo resultaba inaccesible así que nos fuimos a la parte de arriba donde nos hicimos con un estupendo sitio en la escalera en el que montamos un pequeño campamento con cervezas y porros ajenos a la gente que intentaba entrar, salir o simplemente desplazarse por el local. Al fin y al cabo éramos cinco tipos malos que acabábamos de sobrevivir a un absurdamente estúpido accidente de trafico.

Probablemente el sonido fuera infecto, el concierto empezara tarde y fuera excesivamente corto, e incluso puede que el grupo no fuera el mejor del mundo. Todo esto puede ser cierto, al fin y al cabo Fischer-Z , para que negarlo, era uno de esos grupos de segunda fila en Gran Bretaña aunque aquí y entonces eran un grupo de culto (como mas tarde los serian The MotelsB-Movie, The Sound o The Church por citar algunos), no encajaban en ningún movimiento concreto, tenían un sonido que mezclaba demasiadas influencias, desde el reggae hasta el riot-punk, con un vocalista compositor, John Watts, con un sonido demasiado personal, no tenían un gran montaje ni técnico ni de marketing, no tenían imagen y eran tan solo un guitarrista, bajo, batería y teclados... pero... sinceramente creo que fue un concierto sensacional y sigo creyendo que son un gran grupo.

Tocaron prácticamente todo el Word Salad, su disco del 79 que nos sabíamos prácticamente entero ya que se lo habíamos robado, tomado prestado seria mas adecuado, hacia tiempo a Manu y todo lo que conocíamos, incluso algunas que no, del Going deaf for a living que acababan de sacar, que mejoraba el anterior, con una de sus mejores canciones: So Long




(si ha habido suerte, este debería ser el video de So Long, sin embargo lo mas probable es que tengáis que buscarlo en youtube. Si quereis haceros una idea)


Ademas, con una buena provisión de cervezas y sustancias garantizada por los hermanos mayores, con el transporte solucionado, habiendo ejecutado nuestro plan - notablemente modificado y mejorado por las circunstancias - y habiendo tomado parte en un milagro ciertamente fue un concierto y una noche para recordar.

El único punto malo de la noche fue que después del concierto se acabo para nosotros y fuimos conducidos, bajo la atenta y paternal mirada de Juan, hasta casa sin opción de seguir con los mayores díscolos tomando cervezas o incluso unas copitas. De ninguna manera, nosotros teníamos que ir a dormir que mañana había colegio y ya era de volver porque como se descubriera que habíamos salido de casa tendríamos que responder ante Ernesto padre que, siendo una persona excelente, seria la inspiración para el “Ernesto” de Los NIkis. Pero me distraigo, si eso, ya lo cuento otro día.

Solo decir que ese seria el primero de varios cientos de conciertos que veríamos, unos 2 o 3 por semana durante los próximos seis o siete años, a los que podemos sumar todos los de los últimos años en el Wurlitzer Ballroom pero, si eso, ya lo cuento otro día.

9 comentarios:

  1. Francamente,con estos aperitivos,estoy deseando devorar tus memorias.Aunque eso sí, me temo que serán en dos o tres tomos.

    ResponderEliminar
  2. :) :). si eso, sigue contando, sísísí.

    ResponderEliminar
  3. Qué ganas de largarse a ver conciertos y beber cervezas!

    ResponderEliminar
  4. Pues gracias a todos, todas. Así da gusto. Pues, si eso, seguiremos contando y bebiendo cervezas.

    ResponderEliminar
  5. Benito, te he pillado. Me ha encantado leer tus conciertos (y lo mios) y tus aventuras con Jacobo, un poco/muy aderezadas con una imaginación desbordante. Yo tampoco fui al festival de Canito, pero lo oí en Onda2(¿se llamaba así verdad?).
    Te echamos de menos y la Chica te manda un beso muy fuerte.
    Juan el formal

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡¡¿Juan?!! Esto si que es una alegría... supongo que es de las pocas veces, si no la única, que me siento verdaderamente contento de que "me hayan pillado".

      Solo por volver a saber de los Ruiz Richi (después de 25 años, por mi dejadez y desidia) y no solo de uno si no de dos (aunque vi a Rafa hace ya varios años, cuando estaba de artesano en algún pueblo de ¿Toledo?) merece la pena haber escrito esto.... lo de recibir un beso muy fuerte de La Chica ya es un extra que colma mis secretos deseos adolescentes (para que negarlo).

      Yo también echo de menos a todos los Richi... incluyendo, por supuesto, a la "madre de todos los Richies y allegados" e incluso al "pater familia" .... demasiados años sin visitar el pasado mas feliz.... casi 25... habrá que pensar en ponerle remedio (no dejo mi teléfono aquí porque es un sitio publico pero si mi correo oficial , por si surge una ocasión propicia, brc@1312gua.com) y vernos viejecillos frente a unas cervezas.

      Y si, era Onda 2 la radio oficial de nuestros ochenta....

      Yo seguire reviviendo el pasado y aderezandolo un poquito... o un mucho... depende...

      Eliminar
  6. Lo del jersey te lo has inventado. Es que erais muy impresionables. Un abrazo.
    Ernesto

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡¡Ernesto!! ¿pero que dices? pero si estoy seguro de que si me esfuerzo incluso podría recordar el color del Jersey y el del coche que venia de frente.... Eso si, nosotros éramos muy impresionables y vosotros erais muy impresionantes... entre todos sumabais todas las posibilidades de lo que uno quisiera ser de mayor... (de hecho yo conduzco de la misma manera aleatoria que tu; como homenaje).

      Me ha dado mucha alegría saber de ambos (de ti y de Ernesto) e igual encontramos un motivo para una cerveza cualquier día de estos.

      Gran abrazo.

      Eliminar